El embarazo de Lucia

No fue solo la soledad, lo que empujo a esa mujer, a estar en brazos de un hombre que la llenaba por completo, jugaron un papel importante, la casualidad, la ternura de él, la fogosidad de ella, y también la indiferencia del esposo.

Hace seis años que vivo con Roberto y tres que estamos casados, hablamos de tener una criatura, nos pusimos a la tarea y pronto quede embarazada, en mi familia las mujeres son proclives a embarazarse con facilidad, quizás sea porque nos entregamos a fondo en nuestras relaciones.

Estar embarazada pensé que sería otra cosa, en cuanto le di la noticia a Roberto, como por arte de magia se terminó el sexo, cuando le pregunté el motivo en varias ocasiones, no me supo responder, en ningún momento he tenido náuseas ni malestar, además esto pasó en cuanto lo supe a la segunda falta, al cuarto mes ya no aguantaba más, y para colmo, Roberto se hizo socio de un club de pesca y no estaba nunca en casa.

Los fines de semana desparecían desde el viernes noche hasta la tarde del domingo, no lo tenía cerca ni siquiera para hablar, ir al cine, pasear, o simplemente ver juntos televisión.

Comenzaba a notarse una incipiente panza, que no me impedía seguir vistiendo como hasta el momento, una tarde al regresar del trabajo, me llamo la atención, ver a un chico algo más joven que yo, ofrecer su asiento en el autobús a una mujer que estaría en el octavo mes, me hizo sonreír la sola idea de que pronto seria a mí a quien me lo ofrecerían, el chico me miró y no sé cómo interpreto mi sonrisa, pero el caso es que se aproximó muy serio.

-¡Sí! ya sé que esto no está ahora demasiado de moda. Pero es lo que me enseñaron mis padres.

No te enfades, también yo estoy embarazada aunque de poco, y solo me ha hecho pensar en que pronto, me ofrecerían a mí ese asiento.

Nunca sabré porqué, pero tome su mano y la puse sobre mi barriguilla, él se quedó tan sorprendido como yo pero no la retiró, ni yo quería que lo hiciera, el calor de su mano despertaba en mi unos sentimientos “primitivos”, por fin me dijo que llegaba a su parada y se apeó.

Al día siguiente me sorprendió encontrarlo, al verme se aproximó y me dijo casi en un susurro.

-He cogido dos autobuses anteriores antes que llegará este, ayer te vi subir aquí y quería verte otra vez, no sabía si realmente estabas embarazada, pero al mirarte mientras te aproximabas, he tenido la certeza de que sí, me encanta pensar que estás creando una vida.

Me hizo gracia su comentario, se lo agradecí con una sonrisa y subimos al autobús, ese día había más gente de lo habitual, y quedaba poco espacio en la plataforma central que es donde me suelo colocar, llegó un momento en que me vi entre el chico, y un par de babosos de esos que su sola presencia molestan.

Sin dudarlo, busqué las manos del chico para que me abrazara, al principio solo me sujeto, cuando tiré de él y nuestros cuerpos estuvieron pegados, note su agitación en el rostro y para tranquilizarlo le dije al oído, rozándolo con mi lengua en varias ocasiones.

-Si creen que estamos juntos no me molestaran, y prefiero que seas tú quien disfrute del trayecto, antes que ese par que han quedado detrás de ti.

Al oír lo que le decía y notar como mi cuerpo se pegaba aún más al suyo, pude comprobar como su verga se endurecía contra mi pelvis, eso me saco de mis casillas y me sentía húmeda, estaba sin sexo más de tres meses, y mi cuerpo comenzó a mandar sobre mi mente y no al revés como suele ser.

Esa tarde siguió hasta mi parada, al bajar se cubrió con una bolsa que llevaba en la mano, nos sentamos en un banco y charlamos un poco, aprovechamos para presentarnos, le dije que me llamo Lucía y él se presentó como Maximiliano “Max”, cuando se le bajo la erección, me dijo que tenía que irse, le pregunté si siempre hacia el mismo trayecto y de pasada si tenía pareja, sus respuestas fueron un SI y un NO, quedamos para la tarde siguiente.

Pase el día inquieta, lo que pensaba no lo hacía con la mente clara, eran mis hormonas las que me nublaban el pensamiento y lo que planeaba no era algo racional, lo sabía pero era lo que mi cuerpo necesitaba, cuando llegó la hora de salir del trabajo lo tenía todo pensado, esperaba que en el momento de comenzar a ejecutar mi plan, no me traicionara el raciocinio.

Vi a Max en la parada, esa tarde no fue necesario excusarnos en la aglomeración para pegarnos como adolescentes, restregándonos con el vaivén del autobús, al bajar ambos en mi parada, caminamos hasta el banco que habíamos ocupado la tarde anterior y nos sentamos.

-¿Puedes faltar una tarde al trabajo?

En realidad si, empecé como becario en un estudio de arquitectura para hacer las prácticas, y al terminar la carrera me contrataron, tenemos una muy buena relación y los horarios son flexibles, salí hoy antes para coincidir contigo, pero cuando nos piden trabajar un domingo porque hace falta lo hacemos, por eso disponemos de tiempo libre a nuestra conveniencia.

Estaba más tranquila, el primer paso estaba dado.

-Tengo un problema con el que me puedes ayudar si quieres, sé que es algo un tanto extraño, pero te lo diré sin rodeos y de ese modo quedara claro de una vez, si aceptas ayudarme te estaré eternamente agradecida y si no puede ser, no te preocupes, lo entenderé y no pasara nada, para ti solo será una anécdota para contar.

Me miro con curiosidad, pero no dijo nada.

-Desde que mi marido supo que estaba embarazada no he tenido sexo de ningún tipo, creo que eres una buena persona y te quiero pedir que me ayudes a solucionar eso, podría haber recurrido a un profesional, porque en realidad no quiero un amante, tan solo alguien que me alivie esta tensión que estoy acumulando, y que si dura mucho más acabará con mi salud mental.

Se quedó mirando al vacío unos instantes, hasta que fijo sus ojos en los míos, no me había dado cuenta de lo profundo de su mirada.

-Esto que me estás diciendo ¿Es en serio? Seria ver cumplida una de mis mayores fantasías, hacer el amor con una mujer embarazada, y aunque sé que entre nosotros solo será sexo, puedes estar segura, que sin pillarme por ti no te follare, te haré el amor, es eso lo que sentirás, solo dime cuando, el donde, podría ser en el Hotel Cristal, queda cerca de donde trabajo, pero en la otra dirección.

¿Mañana viernes sería muy precipitado?

-¿A qué hora quedamos? Yo estoy disponible a partir de las nueve de la mañana, solo tengo que ir al despacho para decir que he de solucionar unos asuntos, tenemos una suite siempre reservada en ese pequeño hotel, que también es propiedad de la empresa, donde alojan a algunos clientes que vienen de fuera, pero me consta que no la ocupara nadie de momento, solo dime a qué hora puedes llegar, y te esperare fuera para que no tengas que parar en recepción.

No me lo podía creer, no solo estaba dispuesto a ayudarme sino que había solucionado de un carpetazo todos los problemas y había disipado todas dudas.

Nos veremos frente al hotel hacia las diez.

Llamé a una amiga y compañera de trabajo divorciada, para que avisara en la empresa que no me encontraba bien y que ya iría el lunes, me preguntó si me encontraba mal de verdad, y le conté en que andaba metida, ella conocía mis problemas con Roberto.

-Puedes disponer de mi casa si la necesitas, entiendo muy bien por lo que estas pasando.

De momento no será necesario, pero lo tendré en cuenta, muchas gracias.

Esa noche dormí poco y mal, pase la noche agitada pensando, como seria después de esos meses sin sexo, y con un chico que visto con más atención, sí es algo más joven, pero solo un par de años.

Llegue a las cercanías del hotel a las diez menos cuarto y vi a Max ojeando distraídamente un periódico, me acerque a él, al verme vino a mi encuentro, al llegar frente a mí me beso en los labios de forma muy tierna, dándome la mano entramos en el hall del hotel, directamente fuimos hasta un ascensor y de ahí a la suite que resulto ser inmensa.

Sus manos, que esperaba torpes e inexpertas, me fueron acariciando al tiempo que me despojaban de la ropa con mucha precisión, mientras enredaba su lengua con la mía sin darme la oportunidad de reaccionar, yo me notaba mojada de una forma exagerada, y es que ni siquiera besarme con esa intensidad había hecho mi marido en estos meses, pronto me encontré en otro mundo en el que estábamos solos Max y yo.

Cuando me tendió en la cama, pensé que se tiraría encima de mí, para penetrarme de forma salvaje, me sorprendió otra vez, cuando comenzó a lamer mi cuerpo y acariciarlo de modo que en instantes me temblaba todo él, cuando llego a la vulva su lengua, solo rozaba mi sexo y con poco más que unas pocas lengüetadas, consiguió arrancarme una eyaculación exagerada.

Hacía más de un año que no experimentaba algo así, y el orgasmo que siguió o que se inició a la par, fue algo soberbio pues no acababa, en parte porque Max siguió lamiendo, mientras acariciaba mis sensibles pezones que a estas alturas, me dolían de lo duros que estaban, cuando por fin me dejo terminar comencé a llorar de gozo.

¿Cómo había llegado a esto? Nunca me habría planteado serle infiel a Roberto, pronto lo aparté de mi mente para dejar paso a la realidad que estaba viviendo, en ese momento Max estaba tendido junto a mí, girando su cabeza y murmurándome al oído si estaba bien, por única respuesta asentí y alargue una mano hasta llegar a su verga dura y poderosa, me gire y pude ver que se erguía orgullosa coronada por un hermoso y rojo capullo.

No lo dudé, estaba embarazada no enferma, cuanto creí que las piernas me aguantarían, me fui colocando hasta quedar a horcajadas encima suyo, comencé a hacer sentadillas y a la tercera o cuarta, agarrando la verga la guie a la entrada de mi desentrenada vagina que la engullo, que diferencia, con los dedos que me hacia cada vez con más frecuencia.

Comencé una serie de movimientos lentos, me fui animando más hasta que fue un verdadero frenesí lo que me impulsaba arriba y abajo, en varias ocasiones las manos de Max me acariciaron, pero las retiraba para permitirme seguir con mi ritmo, afloje en dos ocasiones al notar que me iba antes que él, se dejó hacer y no hizo nada para evitarlo, con lo que me obsequio con una tremenda eyaculación, acompañada de una serie de contorsiones, que hacia que su verga semejara tener vida propia.

Fue sensacional, y cuando me derrumbé encima de su pecho, comenzó a acariciarme la espalda mientras me besaba el cabello, seguimos así un buen rato mientras seguía notando espasmos, quizás debido al tiempo que hacia, o mejor dicho que no hacia, eso que tanto me gusta, y que yo sepa nunca ha perjudicado un feto si se hace con cuidado, y en este caso así fue.

Cuando por fín me decidi a levantarme, Max me ayudo a erguirme y así poder liberarme de él que aún conservaba una erección aceptable, lo lógico habría sido aprovecharla pero pensé en descansar y charlar un poco, había sido muy bonito y además con mucha ternura por su parte. En ningún momento trato de indicarme absolutamente nada respecto a sus preferencias.

Fui al baño y me acompaño, mientras nos dabamos una ducha, lo besé como habría hecho con Roberto si fuera él mi compañero, no lo era pero no me importó y eso me convencio que estaba actuando de forma correcta, al menos para conservar mi salud mental, porque o echaba un polvo o enloquecía.

Nos cubrimos con unos albornoces y Max se sentó en el sofá, me tomo por la cintura y me hizo sentar en una de sus piernas. Abrió lo suficiente el albornoz para poder acariciarme los pezones con los labios… Dios que duros se pusieron, estaba mojada otra vez y dispuesta a darle cualquier cosa que me hubiera pedido, él callaba y continuaba acariciándome el vientre con una mano, y los pezones con insistencia, eso me hacia sentir muy bien, pero en deuda con él.

No lo pensé, me fui escurriendo con cuidado hasta quedar sentada en el suelo, me arrodille entre sus rodillas y en este caso fui yo quien abrió su albornoz. Ahí estaba, tiesa como un estandarte y surcada de oscuras venas que la hacían más imponente, la fui acariciando con una mano mientras besaba su capullo, era la primera vez que tenia tan cerca una polla circuncidada. Había visto alguna en la playa pero no era lo mismo, esa era toda para mí.

Notaba como se agitaba su respiración, a medida que iba engulléndola cada vez un poco más. Lleve ese enorme capullo hasta mi garganta, y la mano libre a mi clítoris, que comencé a acariciar con desesperación. Me comportaba como una posesa, pero lo estaba gozando y de que modo.

Noté que Max se tensaba, abandoné el clítoris y agarre sus huevos con esa mano, mientras el intentaba apartarme sin conseguirlo, quería que se vaciara en mi boca y lo conseguí, lo pajeaba lentamente y sus descargas se estrellaban en mi paladar, tragando todo lo que podía, el resto quedó sobre mis pechos. No me retiré cuando termino, conserve su polla dentro de la boca, disfrutando de su sabor y rememorando lo sucedido, desde esa dichosa tarde en que coincidimos en el autobús.

Sus manos acariciaban mi cabello, y yo estaba en la gloria cuando sonó el timbre de la puerta. Se me encogió el corazón, pensando que quizás alguien nos había descubierto.

-Será el servicio de habitaciones, he pedido que trajeran almuerzo para dos en cuanto la cocina abriera.

Max fue a la puerta, entró un camarero empujando un carrito, traía varias bandejas con tapa para conservar el calor y un cubo de hielo con una botella de cava, además de un surtido de refrescos.

-No sé lo que puedes beber en tu estado, ni lo que te gusta o apetece, espero haber acertado en algo.

Todo estaba estupendo, tomé un poco de cava para brindar por nosotros, el resto de la comida la hice con agua, después de comer reposamos un poco, pero fui yo quien tomo a Max de la mano y lo lleve hacia la cama.

Me coloque a cuatro patas y le pedí que me enculara, es algo con lo que Roberto no me obsequia nunca, a pesar de que se lo pido siempre que esta algo bebido, y creo que puede estar dispuesto, pero lo sigue considerando algo sucio, cuando a mi me encanta desde la primera vez, quizás porque quien me lo hizo fue tierno y muy sensible.

Max, me acarició el anillo anal con los dedos, antes siquiera de aproximar su polla, cuando estaba intentando meter delicadamente uno de sus dedos, culeé con vigor y me ensarté en él.

-Puedes entrar directamente, te espero con impaciencia.

Gire la cabeza para decirle eso, y vi como escupía sobre su verga. El contacto de su capullo me aceleró el corazón, y cuando comenzó a penetrarme, culeé otra vez para facilitar la maniobra, llego al fondo en solo dos caderazos, me sujeto por las caderas, pero tome una de sus manos y la lleve a mi entrepierna, estaba muy mojada y cuando comenzó a combinar, sus arremetidas con el masaje en el clítoris, pensé que me desmayaría.

Hacia mucho que no tenía sexo, pero no recordaba nada que se le pareciera al orgasmo que experimenté. Mucho más largo que ninguno que hubiera tenido y sobre todo mucho más intenso, en parte por el buen hacer de Max, y en parte por lo mucho que lo había esperado.

Después de eso, quedé sobre la cama como una muñeca rota, él se dedico a besar mi cuerpo insistiendo mucho en los pechos y el vientre, termino de derrotarme al mordisquear el clítoris con los labios, mientras un hábil dedo machacaba con insistencia el punto G. Cuando me recuperé de ese tercer orgasmo, en silencio analicé lo sucedido y me quedó claro que hacer.

-Ahora he de prepararme para marchar. ¿Querrás volver a verme? Me gustaría mucho, si es que te apetece.

Naturalmente que me apetece, lo he pasado muy bien contigo, el tema es que no se donde podrá ser la próxima vez. Podríamos ir a un hotel, pero no será este, la semana próxima estará ocupada la suite.

-Por eso no te apures, una amiga me presta su casa y es una mujer muy discreta.

Desde ese día, nos encontrábamos en casa de mi amiga, los miércoles por la mañana, en que teóricamente salía para asistir a clases de preparación al parto, algo que hacia los jueves por la noche, y todos los fines de semana, desde el sábado por la mañana, hasta el domingo después de comer juntos.

Mi amiga, pasaba el fin de semana en casa de su madre.

Un domingo por la noche, tuve un conato de discusión con Roberto.

-¿Por qué no me coges el móvil? Te he llamado varias veces y nunca respondes.

¿Qué pasa, además de irte con tus amigos tratas de controlarme? No te lo cojo porque sé que eres tu, si quieres saber como estoy quédate a mi lado y lo sabrás, de todas formas si necesito algo, he de recurrir a alguna vecina, mi hermana vive cerca pero no tanto como para socorrerme si lo necesito.

Calló y no me volvió a llamar los fines de semana.

Según el medico me faltan quince días para parir, este será el ultimo fin de semana que pasamos juntos… antes del parto. Le he pedido a Max seguir viéndonos cuando esté en condiciones.

-No solo vernos. Estoy a tu entera disposición para lo que se te ocurra. Desde ser tu amigo sin más pretensiones, como si decides dejar a tu marido y vivir juntos como mejor podamos.

Es una oferta a tener en cuenta, al menos él si esta pendiente de mi en todo momento y además le he tomado mucho cariño, en este tiempo ha pasado de ser solo un polvo, para convertirse en el hombre de mi vida.