EL EFECTO MARIPOSA Capitulo 2 (final)

Un suceso en el presente puede provocar grandes diferencias en el comportamiento del futuro. Siendo el resultado final imposible de predecir.

Al otro día me levante muy temprano para ir a trabajar no sin antes recordarle a Muriel que por la noche teníamos que terminar de ver la serie de Netflix que nos tenía atrapada.

A pesar de ver a Bernardita la tarde anterior atenuó mi sentimiento de culpa, no me pude librar de la intranquilidad que me producía en cómo iba a reaccionar al ver a Pipo con su amigo. No me atrevía a aventurar su reacción porque tal como decía Maite, era una caja impredecible de sorpresas.

Al llegar en la noche a casa después del trabajo, vi a Muriel que corría de un lado a otro con los controles de la TV en la mano hablando y peleando sola.

-¡Joder con este Andrés! ¡Que siempre haga las cosas más difíciles! – No podía ser un simple aparato de televisión.

-¡Tenía que tener como mil botones que hay que hacer casi un doctorado para poder usar este maldito aparato! –Estaba en eso cuando al verme sonrió como si estuviera escondiendo algo.

-¡Mi amor, no vengas al estudio hasta que te llame y esté todo listo! ¿Vale? – exclamó escondiendo en su espalda uno de los controles remoto.

-¿Qué estás tramando en el estudio de Andrés?  - le respondí desganada

-¡Nada que no te vaya a gustar! Tu anda y ponte cómoda - me respondió impaciente.

Me puse el pijama, fui a la cocina por un par de copas de vino blanco y cuando llegue al estudio pude ver en la pantalla de la TV la imagen de Andrés.

Mi sonrisa fue instantánea y de un salto llegue a ponerme al frente del aparato para empezar a besarlo.

-¡Vaya que guapas están! Lo que me estoy perdiendo estando por estos lados. – Dijo al vernos a través del monitor - Bueno, le tengo que contar que… ¡joder Muriel ponte seria, así no les puedo decir nada y deja de mostrarme las tetas! ¡Fabiola, porque no calmas un poco a tu amiguita! – exclamó Andrés a través de Skype.

Era pasada la medianoche cuando conectamos con Andrés a través de un video llamado. Lo necesitaba ver y más aún escuchar su voz. Los últimos acontecimientos me tenían bastante alterada lo que sumado a la loca idea de Bernardita de volver a la discoteca, mis nervios no daban para más. Así que Muriel y Andrés se habían puesto de acuerdo para conectar cuando para el fuese pasado el mediodía del sábado para conversar, reírnos y  relajarnos un rato. Estábamos con Muriel recostadas sobre el sofá que había en el estudio frente a una pantalla de 60” que Andrés utilizaba habitualmente para sus videoconferencias.

Era una cálida noche de verano así que estábamos solo con unas sueltas y ligeras poleras que Muriel muerta de la risa levantaba delante de la cámara dejando sus pechos a la vista.

-¡Bueno, me van a dejar que les cuente o nos ponemos a jugar entre todos! –

-¡Juguemos, quiero jugar! – gritaba Muriel sin dejar de reír

-¿Cómo te fue en tu reunión, mi amor? – Pregunté mientras luchaba contra las manos de Muriel que también me intentaba levantar la camiseta – ¡Quédate tranquila un minuto, por favor! – le dije molesta pero sin dejar de reír.

-¡Sigue mi amor! – le dije a la pantalla.

-Bueno, estamos listos. Todo firmado y ok. Así que mañana regreso a Chile. Pero antes quiero pasar unos días en Paris. Tengo ganas de dar una vuelta por el Louvre y el  Musée d´Orsay. Creo que podría estar llegando el lunes subsiguiente a Santiago –

-¡Te gusta Paris pilluelo! – Exclamó irónicamente Muriel - ¿Por qué será? –

Sabía perfectamente a lo que se refería mi querida e íntima amiga, pero preferí hacer caso omiso a sus insinuaciones y seguí hablando con Andrés.

-¡Te he extrañado mucho, mi amor! – le dije tirando un beso nuevamente a la cámara.

En ese instante, Muriel se sacó la camiseta quedando completamente desnuda sobre el sofá y mientras se abanicaba con las manos decía.

-¿Está haciendo mucho calor esta noche, no crees Fabiola? –esperando que le correspondiera.

-¡Qué envidia verlas así! – Exclamó Andrés desde el otro de la pantalla – aquí está nevando y hace un frío que pela los huesos –

-¡Si quieres te calentamos un poquito! – insinuó Muriel acariciando mis pechos.

-¡Hummm, no es una mala idea! – Exclamó Andrés sonriendo - ¿Qué tienen para ofrecer y entibiar un poco el ambiente? –

Para Muriel esa fue la señal perfecta y me levantó la camiseta para acariciar mis pechos. Acercó su boca lentamente y comenzó por chupar y morder mis pezones. Mientras se hundía entre mis pechos levantó la vista y mirando la pantalla dice.

-¿Y tú querido, nada para ofrecer? ¡Y no te hagas muchas ilusiones conmigo, no es para mí, pero sí para esta chiquilla que está tan o más congelada que tú, cariño! –

Era verdad, no estaba para jugar y menos tener sexo. Mi cabeza estaba en otras cosas. Todavía no podía sacar de la mente a Bernardita y lo mal que lo podría estar pasando. Sufría por eso. No lo podía evitar.

Pero cuando vi que Andrés se abría el albornoz y dejaba a la vista su hermoso pene, me estremecí por completo.

-¡Bueno y ustedes, que! – se escuchó su voz a través de los altavoces. – ¡Fabiola, en el segundo cajón de mi escritorio dejé un regalo para Muriel! ¡Búscalo y se lo pasas!-

Me levanté y abrí el cajón. Había una caja sellada con un lush vibrador a control remoto parecido al que tenía guardado la cajonera de mi habitación.

Le pasé la caja a Muriel quien sorprendida lo abrió de inmediato sacando de su interior un juguete de color fucsia con forma de huevo tipo gota de unos 8 cm con diámetros progresivos entre 2 a 5 cm que se alargaba con la antena hasta llegar a los 21 cm.

Risueña se lo mostró a Andrés a través de la cámara a lo que este le dijo.

-Ahora baja la App, te registras y envías una invitación a mi correo para sincronizar el aparatito con mi celular vía wifi. El resto corre por mi cuenta y de Fabiola – dijo sonriendo guiñando un ojo.

Muriel de inmediato siguió los pasos que le habían indicado hasta que mirando a la cámara levantó su pulgar en señal de aprobación. A los pocos segundos el huevo empezó a vibrar intensamente emitiendo solo un leve sonido. Miré la pantalla y vi que Andrés sonreía mostrando su celular levantando también su pulgar.

-¡Estamos listos! – Se oyó a través de los altavoces – ¡Let the game begin! -

-¿Fabiola que pasa contigo? – preguntó a través de la pantalla

-¡No tengo ganas de jugar, estoy cansada y no me siento muy bien! – respondí mientras me estiraba en el sofá al lado de Muriel que seguía mirando y analizando el juguete.

-¡Pero Fabiola, no me vas a dejar así! – decía mientras se levantaba y dejaba antes nuestros ojos en la pantalla su pene duro y erecto.

-Bueno mi amor solo seré la buena compañera que ayudará a esta pobre mujer a que satisfaga sus lujuriosos deseos enseñándole como se instala el nuevo juguete.

Le quite el aparato a Muriel de las manos y ella entregada solo sonreía.

-¡Abre las piernas querida! – le susurré al oído mientras introducía con los dedos el lush en su vagina.

-¿Andrés porque no le damos a nuestra amiga algo de acción?- dije sonriendo a la pantalla. Él clítoris de Muriel ya estaba tan sensible que ante el más mínimo roce hacía que su gemido fuera instantáneo.

Andrés al ver su excitación tomó su pené entre las manos y lo comenzó a acariciar de arriba hacia abajo aumentando el ritmo. A tientas trataba de  sincronizar las funciones del lush en la vagina de su amiga con su propio placer.

Solamente me dediqué a observar a cada uno en su viaje. Muriel se retorcía incontroladamente cada vez que sonaba un leve y casi imperceptible pitido que significaba que el juguete aumentaba o disminuía de intensidad.  Levantaba sus caderas, se movía de un lado a otro, apretaba y juntaba sus piernas, gritaba y gemía hasta que en un momento me abrazo y me beso apasionadamente mientras tiritaba de forma desenfrenada disfrutando de un prolongado e intenso orgasmo. Pasado unos breves segundo empezó desesperadamente a gritar – ¡Para, por favor para, Andrés para! Exclamaba desaforada sin poder dejar de contornearse espasmódicamente. Hasta que de un tirón se sacó el lush de la vagina que seguía vibrando. Despeinada, transpirada y todavía con la respiración entrecortada vimos a través de la pantalla como el semen de Andrés salía a borbotones ante cada contracción de su pene.

-¡Joder, este aparatito es magnífico! – Exclamó Muriel mirando detenidamente el lush por todas partes -  Pero en mejores manos y no en la de ese troglodita cavernario que casi electrocutó mi pobre y frágil vaginita – decía riendo y resollando con el corazón latiendo a mil por hora – ¡Pero está de puta madre! -

Cuando pudieron volver a la realidad y se miraron jadeantes no pude evitar dejar mi comentario. - ¡Que no se pueda comportar el parcito!  ¡Una aquí, como gato mirando indiferente la carnicería! –

10

La tranquila mañana del sábado se vio interrumpida por el sorpresivo sonido del timbre. No esperábamos a nadie hasta la tarde en que vendría Bernardita para arreglarnos e ir a la discoteca donde habíamos visto a Pipo una semana atrás.

-¿Esperas a alguien? - Me pregunto Muriel dejando su tazón de café sobre la mesa de la cocina mientras yo corría hacia la puerta con la esperanza de que como una broma Andrés anoche no hubiese estado en China y me hubiese querido sorprender anticipando su regreso a Chile.

Pero al abrir la puerta junto con la desilusión de ver que no era quien yo deseaba, me sorprendí al ver a Bernardita impecablemente vestida con una maleta de viaje en la mano.

-¡Bernardita qué haces aquí tan temprano! ¿Está todo bien? - pregunté mientras veía como Muriel se acercaba con una evidente sonrisa a cerciorarse por sí misma que era la chica del culo irresistible la que había llegado.

-¡Pero Fabiola, que poca educación! – Agregó sonriente atropellándome para ayudar a Bernardita con su maleta – ¡Puedes venir cuando tú quieras y a la hora que quieras, es tu casa! - Prosiguió besándola dos veces como se hace en España

-¡Amigas, no quiero ser inoportuna! Si tienen planes, me lo dicen con toda confianza y me voy al Polo a pasar la tarde sin ningún problema. No puedo estar en la casa a solas con el Pipo. Así que me tome la licencia de venir más temprano y no se preocupen por la comida. ¡Ya me encargué de eso! -

-Amiga, no te tenías porque preocupar por eso - Respondí observando de soslayo cómo Muriel disfrutaba mirando a Bernardita con cierto placer.

Al poco rato llego el delivery con la comida que había encargado por nuestra amiga.

Era la misma franquicia que nos había servido en brunch cuando estuvimos en Viña del Mar. Una deliciosa selección de bocados dulces y salados, frescas ensaladas y una variedad de postres de altísima calidad hizo que la tarde se acortara.

Luego de recoger los platos, Bernardita se levantó de la mesa y regreso a los pocos minutos con su maleta de mano.

  • ¡Amigas, necesito de su experta asesoría! – buscando nuestra atención.

  • ¡Lo que necesites, linda! – Respondió Muriel poniéndose de pie arreglándole el cabello tras de la oreja.

  • ¡Deseo que me ayuden a elegir el look perfecto para esta noche! No quiero dejar ningún detalle al azar.-

  • ¡Me parece una idea estupenda! -exclamó Muriel alentándome a que siguiera.

-¡Te podrías probar todo lo que traes en la maleta y ver que te queda mejor! – exclamó Muriel con una pícara sonrisa.

Muriel me tenía sorprendida. Todas las atenciones que tenía hacia Bernardita si bien las agradecía no me dejaban indiferente, más bien quedaba con una extraña sensación de incomodidad. Más tarde comprendería que ella lo sabía y más aún, lo disfrutaba.

Las dos subieron a mi habitación mientras yo me encargaba de poner los platos en el lavavajillas. Sobre la cama, Bernardita y Muriel colocaron una a una las prendas seleccionadas para salir en la noche. Y como broche de oro, Bernardita saco de una bolsa que traía aparte, tres pelucas de cabello negro de estilos muy diferentes con la salvedad que cualquiera fuera la elegida, luciría magistralmente en Bernardita.

-¡También traje unos lentes de contacto de color café, por si sirve para el disfraz!

Muriel ya había entrado en el juego y animaba a Bernardita a que se probara cada una de las prendas de vestir, disfrutando no de ellas directamente si no del cambio de ropa entre una y otra, donde necesariamente implicaba desnudarse repetidamente.

Bernardita inocentemente se quitaba la ropa con plena confianza ayudada por Muriel que se deleitaba cuando le tocaba abotonar la blusa o ayudar a sacar al ajustado vestido de turno.

Incluso le sugirió ser más atrevida recomendándole que una de sus blusas podría ir solo con un diminuto bralette azul sin sostén. Los pechos de Bernardita eran pequeños pero firmes, con un pezón aun de color rosa signo evidente de su juventud y de que no había tenido hijos.

Cuando entre a la habitación con la bandeja con tres tazas de té frío con limón vi como Muriel acariciaba disimuladamente la espalda de Berny bajándole el cierre del corto vestido negro con lentejuelas.

Era un espectáculo ver cómo sus dedos bajaban por su blanca piel hasta llegar al borde inferior tentándola a mirar que tan atractivo era lo que había bajo el diminuto colaless.

-¡Ufff, no interrumpo! ¿Cierto? – exclamé alzando mi tomo de voz para hacer reaccionar a Muriel. Tome una de las tazas y se la pasé a Bernardita, también la otra para Muriel.

Al pasársela con el dedo índice le toque la mandíbula inferior y le susurré al oído.

  • Debes cerrar la boca linda, mira que se te están notando demasiado los colmillos -

La risa de Muriel fue instantánea y su respuesta no se dejó esperar.

  • ¡Deja de estar pendiente de cada movimiento mío! ¡Supongo que no estarás celosa! ¿Cierto, cariño? -

  • ¡No seas ridícula! - Respondí avergonzada y cambiando rápidamente el tema fui examinando las pelucas, eligiendo la que más se acercaba al look definitivo.

Luego de varias pruebas nos decidimos por la de cabello corto con un ligero flequillo que le daba un aire más fresco a los bellos rasgos europeos del rostro del Bernardita.

Con un pantalón de cuero opaco de color negro, un top de jersey elásticado brillante, sandalias de tacón medio y su cabello oscuro corto con flequillo hacia resaltar sus risueños ojos azules que sobresalían como lo más llamativo de su hermoso rostro.

Después del placentero trabajo de Muriel, Bernardita estaba lista para iniciar la primera parte de su plan.

-¡Fabiola podrías chicotear los caracoles y apurar el paso por favor!- reclamaba Muriel haciendo sonar las llaves del auto con Bernardita a su lado imitándola,

-¡Tanto escándalo del par de ansiosas! necesitaba dar el último toque a mi cabello rojo. -¿Qué tal? - Pregunté cuando aparecí sonriente en el recibidor. Para esa noche había elegido un ligero vestido de tirantes que me permitía mover con mayor holgura.

Las sandalias de correas doradas combinaban perfectamente con mi brazalete y los aros colgantes del mismo tono.

El cabello rojo con el azul del vestido no dejó indiferente a Muriel y con su sonrisa demostró que mi look estaba completamente aprobado.

-¡Esta vez yo voy a manejar! – exclamó Muriel que ya tenía las llaves en la mano.

-¡Berny, siéntate a mi lado para que te aprendas el camino porque Fabiola ya lo conoce! -

Muriel estaba yendo demasiado lejos. Dejaba en evidencia que sus atenciones con Bernardita iban más allá de la solidaridad entre amigas. Pero ninguna de esas provocaciones iba a echar a perder esta noche. Me sentía responsable de la integridad de Berny así es que no me iba a distraer en el descarado coqueteo de Muriel.

Tal como la vez anterior ya habíamos hecho la reserva, así es que el trámite de la entrada a la discoteca fue la misma.

Nos ubicamos casi en el mismo sitio del sábado pasado. Poco antes habíamos bajado del auto entusiasmadas alabando lo guapas que íbamos esa noche. Pude observar cómo Bernardita caminaba muy atenta mirando cada uno de los autos que se encontraban estacionados y tomándola de la cintura me acerque diciéndole.

  • ¡No te tortures antes de tiempo Berny! ¡Carpe Diem amiga! -

  • ¡Carpe Diem! - repitió en voz baja inspirando suficiente aire para seguir el camino.

Cuando entramos a la discoteca Muriel nos tomó a cada una de las manos y apuró el paso entre la gente haciendo que al seguirla fuéramos chocando con los otros asistentes. Parecíamos amigas de colegio intentando no llegar atrasadas a la primera clase.

Una vez ubicadas en nuestra mesa Bernardita fue la que llamó a  la chica que atendía las mesas.

  • ¿Que desean pedir?– Preguntó la chica amablemente.

  • ¡Yo quiero una copa de espumante por favor con una ración de fresas y frambuesas y…! -

  • ¡Para ella! – Continúe con aire triunfal -¡una botella de agua mineral sin gas! -

  • Muriel me miró sonriente y moviendo la cabeza resignada – ¡si, agua por favor! – confirmando el pedido.

  • ¿Solo agua? - Preguntó extrañada la camarera – ¿No prefiere un jugo natural o una piña colada sin alcohol? -

-¡Solo agua, gracias! – exclamé coronando mi venganza

  • Yo quiero un Mojito, por favor – pidió Bernardita - Y no traiga la copa de espumante, traiga la botella -

Trajeron sin demora nuestro pedido y cada una con su copa decidimos brindar.

  • ¡Por la vida y por las amigas! – Exclamó Muriel alzando su vaso con agua mineral.

  • ¡Por nosotras! - recalcó Bernardita mientras miraba en todas las direcciones intentando encontrar a Pipo.

Comenzó a sonar la música electrónica cada vez con más volumen. Muriel me hizo un guiño invitándome a bailar junto a Bernardita.

Ella se resistió por un momento. Era extraño ver cómo hombres y mujeres bailaban sin distinción de pareja.

Un hombre bailaba frenéticamente con un par de chicas que se besaban de vez en cuando por un lado, dos jóvenes transformistas saltaban al ritmo de la música por otro. Nosotras saltábamos de un lado a otro al ritmo de la música riéndonos de cada una ante la imposibilidad de mover rítmicamente las caderas.

Bernardita nos miraba con mucha atención y desde nuestra ubicación veíamos como sus piernas no se dejaban de mover.

De pronto Bernardita se puso entusiasmada de pie y tomándonos de la cintura comenzó a bailar con nosotras

Sus movimientos eran rítmicos y ligeros. Al principio movía su cabeza con temor de que su peluca se cayera pero al verificar que eso no sucedería se comenzó liberar y a dejarse llevar por la música y el baile.

Se movía en medio de nosotras riendo a carcajadas y no se sorprendió cuando Muriel presa del entusiasmo me beso directamente en la boca.

No había pasado más una hora cuando volvimos a la mesa a descansar, divisé que Pipo venía entrando con su amigo Valentín tomados de la mano.

Con la mirada le insinué a Muriel que el objetivo había llegado a la discoteca. Tomamos las manos de Bernardita y si dejar de reír le dije.

-¡Berny si miras al frente, justo en el bar podrás ver a Pipo! Es el de… -

-¡Camisa blanca con pantalón beige ajustado! lleva puesto el reloj que le regale para su cumpleaños - dijo Bernardita sin mover ningún otro músculo de los que se usan para el habla. Desde ese instante, solo se dedicó a observar con atención todos los movimientos de la pareja.

Vio como entrecruzaban sus copas para brindar, como sonreían cuando Valentín le arreglaba cariñosamente el cuello de la camisa y fue testigo de cómo Pipo le acariciaba seductoramente las entrepiernas cuando se le acercaba al oído para hacerse oír.

Bernardita impertérrita bebía su mojito y repitió su pedido un par de veces más. Cuando ya estaba convencida de que lo que le había revelado el martes en la tarde era verdad rompió el silencio.

-¡Un último baile amigas y nos vamos a casa! -

Nos dirigimos a la pista sin ver que habíamos coincidido con que Pipo y Valentín también habían decidido bailar. Bernardita también lo había notado. Muriel y yo no logramos disimular nuestra preocupación ante las reacciones que pudiera tener Bernardita. Como decía Maite, era una caja de sorpresas.

Comenzó a sonar nuevamente la canción favorita de Muriel y con sorpresa pudimos comprobar que Berny la coreaba a la perfección.

Abrazadas las tres no nos perdimos estrofa y cuando estaba por terminar la canción Bernardita giró hacia donde se encontraba Pipo y fue testigo del apasionado beso que se estaba dando con su pareja.

Sus bocas inseparables y sus lenguas enredadas dieron el tiro de gracia a esa noche.

Nos quedamos mirando a la espera de la explosión de aquella bomba llamada Bernardita, sin embargo nos encontramos con la calma digna de Gandhi en medio del peor conflicto en la India.

-¡Creo que es hora de que nos vayamos! – exclamó Bernardita sin que se le moviera ni un musculo de su cara ni manifestar alguna emoción.

-¡Chicas, me pueden esperar un minuto antes de que nos vayamos! Necesito ir al baño. Vuelvo en seguida – les dije y salí rápidamente en busca del servicio.

-¡Muriel, me podrías dar tu número de teléfono! ¡Necesito conversar algo muy importante a solas contigo! – Preguntó seriamente Bernardita – ¡Esto no lo puede saber ni siquiera Fabiola! -

-¡Por supuesto, grábalo en tu celular! – contestó extrañada.

-¡Cuando te puedo llamar para que coordinemos una cita formal! – preguntó.

-¿Que necesitas de mí? – preguntó intrigada Muriel

-¡Ahí viene Fabiola, te lo diré cuando nos reunamos! – exclamó Bernardita dando por terminada la conversación.

Salimos del lugar en completo silencio por respeto al duelo de nuestra amiga y esta vez fui yo la que le cedí voluntariamente el asiento del copiloto.

Como era de madrugada y había poco tráfico el camino hacia la casa de Berny se hizo más breve y al bajarse solo nos dio un beso a cada una en las mejillas.

-¡Amigas, su nobleza será inolvidable! Siempre podrán contar con todo mi apoyo para lo que necesiten. ¡Gracias de verdad! – se despidió y caminó rumbo a la entrada de su casa. No intentamos agregar más palabras porque con su entereza comprendimos que estaba lista para tomar las riendas de su vida.

11

Me subí al auto, apoye mi cabeza en la cabecera del asiento y me quedé dormida. Al llegar a casa espere a Muriel para entrar y me dirigí a la cocina para tomar un vaso de agua. Estaba en eso cuando Muriel abrazándome por la espalda dijo.

-¡Vaya que noche! Pensé que tendríamos que llamar una ambulancia ante una crisis de nervios de Bernardita y resulta que nos dio una lección de cómo se deben llevar bien puestos los ovarios.

-¡Si pues! - respondí molesta - Los tuyos también hicieron bastante show por lo que pude observar. ¡Generaron más estrógenos que nunca! – ¡Y qué decir de las feromonas que andabas repartiendo por todas partes! -

-¡Fabiola! – Respondió Muriel -No es sorpresa para nadie que una mujer bella, inteligente que te puede sorprender cada día, no sea capaz de hacer explotar un par de ovarios como los míos -

-¡Ya lo creo! -  Respondí escuetamente tratando de zafarme de su abrazo.

-¡Mi amor, mírame! ¿Estás celosa? - Exclamó Muriel riendo con satisfacción.

-¡No estoy celosa, estoy molesta! – Dejé pasar uno segundo mientras me dirigía a la habitación y luego exclamé -¡Por supuesto que lo estoy, Muriel! -

-¡No lo voy a negar porque mentiras entre nosotras, creo que no existen!  ¡Pero podrías ser menos descarada para coquetear sin escrúpulos con mi amiga! -

-¿Y cuándo tus amigas coquetean abiertamente con el troglodita de Andrés también reclamas, también te pones celosa, también le haces escandalo? – Preguntó de forma insidiosa.

– ¡No es lo mismo! -  le respondí sin que notara mi ansiedad.

-¡Claro que no es lo mismo! porque con Andrés asumiste todo desde el principio, sabías muy bien quien era y más aún, sabes perfectamente lo que es. Aceptaste que existe la posibilidad de que pudiera nadar a otras orillas ¡Basta con recordar a Colette! – exclamó bastante molesta Muriel

  • ¡Sin golpes bajos querida! – Le respondí perdiendo la paciencia – Solo te estoy haciendo notar que podrías ser un poco más cuidadosa, no es agradable ver coquetear a la persona que una quiere con alguien más.

-¡Y me lo dices a mí, jamás te he visto que se lo digas a Andrés! – exclamó después de terminar de lavarse los dientes.

-¿Ahora quién es la que está actuando como mina? – le pregunté.

-¡Además me extraña toda esa parafernalia que montaste con Andrés, si sabes perfectamente cómo es nuestra vida, lo que somos y como disfrutamos del sexo! ¡Más allá de todo eso nos amamos profundamente como también te amo a ti Muriel y cómo Andrés también te ama! Somos una familia, ¿recuerdas? Lo que me molesta es que te hayas comportado de forma tan desfachatada con Bernardita, nada más. -

  • ¡Muy bien Fabiola! ¡Veo que por fin te diste cuenta! - Dijo Muriel con aire triunfal mientras se sacaba los zapatos y se desnudaba para colocarse el pijama.

  • ¿Darme cuenta de que te gusta Bernardita?  Y que si ella te diera la pasada, cosa que lo dudo, también te la follarías.

-¡No Fabiola! Te diste cuenta de lo mucho que duele ver a quien se ama con el alma estar con otro. ¡Yo estoy enamorada de ti y lo estaré en esta vida y ojalá en la otra! ¡Me gustan las mujeres, si! ¡Bernardita es de mi gusto, por supuesto! -

-¡Pero no olvides que por mucho que me puedan gustar otras, que por mucho que pueda follar con otras! ¡También tengo la seguridad de que nunca serás exclusivamente mía!  ¡Tú eres el amor de mi vida y eso no lo olvides jamás!

Me quite la ropa en silencio y desnuda me metí en la cama para abrazar a Muriel en silencio. Ella me demostró una vez más que el amor es a toda prueba.

12

-¡Que nervios! ¿Aún no ha llegado la Berny?- Exclamó Constanza mientras saludaba con un beso en la mejilla a cada una de las que nos encontrábamos en la mesa del restaurante.

El lugar era un pequeño lugar muy cerca de la clínica donde trabajaba. Lo habíamos elegido con punto de reuniones porque eso me permitía participar de casi todas las juntas que organizaba más de alguna de las chicas durante la semana. De otra forma hubiese sido imposible asistir a otro sitio sin la preocupación de que ante cualquier emergencia fuera demasiado tarde.

  • ¡Al menos que sea la mujer invisible! No ha llegado – le respondió Maite mirando de un lado al otro de las sillas vacías haciendo evidente su malestar por la insólita pregunta.

  • ¿Veo que estamos un poco, mmm…ansiosas? - Agregue con la intención de calmar un poco el ambiente.

  • ¡No sé qué piensan ustedes!  Pero para mí, no es de buena educación invitar a un almuerzo y que a la anfitriona la tengamos que esperar. Supongo que les llegó el mismo mensaje que a mí- dijo Maite carraspeando para llamar la atención de la mesa para luego leer el WhatsApp que habíamos recibido.

“Hermanas queridas, las espero en el restaurante de siempre a las 14 para un rico y conversado almuerzo. Besos” — ¡Dice fuerte y claro a las 14! - Maite no terminó de completar su frase cuando a sus espaldas se oye la respuesta.

-¡A las 14:00 en punto, me falto decir! ¡Porque ahora lo son! – respondió Bernardita sonriente. ¡Parece que llegaron demasiado adelantadas! -

  • ¡Bernyyy! -Fue la exclamación casi al unísono de todas nosotras. Maite, Constanza y Josefina saltaron al mismo tiempo para abrazarla.

Yo permanecí en la silla mirando la escena llena de emoción. Era solo la manifestación del cariño y de una amistad a toda prueba.

  • ¡Que agradable poder verlas de nuevo, amigas! ¡No saben cuánto las extrañe!- dijo Bernardita sentándose a mi lado mientras me tomaba la mano como signo de agradecimiento.

Josefina, Constanza y Maite se miraban unas a otras tratando de adivinar quién de nosotras iba a romper el hielo para no tratar de no incomodar a Bernardita.

Parecía que yo era la indicada, porque sentí cada una de las miradas buscando el contacto visual para que hiciera la pregunta que todas querían hacer.

  • ¿Cómo estás Berny? Estábamos muy preocupando por ti, pero asumimos que cuando estuvieras lista nos ibas a llamar - dije para que la tensión fuera bajando de intensidad, mientras cada una asentía con la cabeza sin decir ninguna palabra.

  • Y nos alegramos que fuera tan pronto – completo la intervención Constanza que era la más emocionada.

-¡Bien hermanas, estoy bien! ¡Mejor de lo que yo misma pensé que iba a estar! – respondió mientras hacía el gesto para que nos sirvieran los platos.

Una a una nos fue sirviendo mientras el camarero preguntaba a quién pertenecía cada plato. Maite fue mirando los platos que estaban sobre la mesa y antes de que terminaran de servir exclamó.

  • ¡Querido el que no está lleno de pasto para las vacas, es el mío! ¡No podría sobrevivir sin un buen trozo de proteína y un poco de carbohidratos! – tomo su plato, un filete a punto con una abundante porción de su debilidad ¡Las papas fritas!

Todas nos largamos a reír alegremente. Comenzamos a comer mientras conversábamos temas muy livianos tratando de que Bernardita voluntariamente nos informara sobre los acontecimientos.

Ella estaba más pendiente de su teléfono que de nuestras conversaciones cuando suspiró hondo, se levantó tomando su bolso y nos dijo a todas.

-¡Lo siento amigas las tengo que dejar! Me debo reunir con el banquetero encargado de la comida del sábado. ¡Ustedes están todas confirmadas así es que no quiero ningún tipo de excusas! -

  • Pero si apenas te comiste un trébol de toda esa mata de pasto – exclamó Maite tratando de retenerla.

— ¿Fiesta? – exclamó Josefina sin entender ni una palabra y de seguro nos interpretaba a todas.

  • ¡Por supuesto, la de mi primer aniversario de Matrimonio! – Dijo cambiando el tono de voz – ¡Parece que la memoria les está fallando amigas! ¡Son muy jóvenes para tener alzhéimer!  Pero si les dije que celebraría con una cena el próximo sábado ¡Como no lo van a recordar! – nos dijo con una sonrisa en los labios.

  • ¡Claro que sí, tienes razón! – respondió Josefina comprendiendo su estado de ánimo. Bernardita se puso de pie rápidamente y despidió de cada una de nosotras con u abrazo dándose el tiempo suficiente para dar a entender lo agradecida que estaba.

-¡Entonces las espero el sábado! ¡Recuerden que es con traje de noche! – Nos tiró un beso y salió de restaurante.

Una vez que la vimos salir tan elegantemente tal cual había llegado, fue Maite la que lanzó el primer alarido –

  • ¡No puede ser! ¡Se me acaba de caer la Barbie del pedestal! ¡Había apostado todas mis fichas para que fuera la excepción a la regla y miren con el pastelito que nos sale ahora! ¡Celebrar el matrimonio!  ¡Ahí está! - dijo en voz alta señalando la puerta con las dos manos de manera histriónica. ¡Esta máxima es inalterable, Rubia, linda y…! -

  • ¡No te atrevas a decir algo más, Maite! – la interrumpió Constanza indicándole de que se volviera a sentar.

  • ¿Fabiola nos puedes explicar qué tipo broma es esta, por favor? - Agregó Josefina que aún no salía de su asombro.

  • ¿Explicar yo, explicar qué? – respondí sin entender muy bien de lo que estaban hablando en la mesa.

  • ¡Explicar cómo Bernardita va a celebrar, Su Aniversario! - siguió con la clara intención de convencer a las demás que yo poseía más información sobre el tema.

  • ¡Estuviste con ella la semana pasada, tú le contaste lo que viste! Por lo menos habrás notado alguna señal de cuál iba a ser su decisión.- Insistió Constanza.

  • ¡Pero si la decisión ya la tiene decidida, amigas! ¿Acaso no lo vieron?- Volvió a exclamar Maite – ¡Se quedó con su maridito muerde la almohada o come nuca hasta que la muerte los separe y ya está! ¡Nada más que decir! – terminó diciendo uniendo las manos en gesto de oración.

-¡Estoy al igual de sorprendida que ustedes! ¡No entiendo nada! – respondí mirándolas con resignación. ¡Quizá lo conversaron y acordaron que era lo mejor para los dos! Pero no olvidemos que cualquier decisión que tome Bernardita sobre su vida la vamos a respetar y apoyar incondicionalmente. -

-¡Es cierto lo que dices! – dijo Constanza que movía la cabeza como si así fuera a lograr comprender la actitud de Bernardita.

  • ¡Todas para una! – Extendió su mano Josefina sobre la mesa como un gesto de unión – ¡Una para todas! - Respondimos todas colocando las nuestras sobre la de ella.

Tuve que mirar severamente a Maite para que se uniera a nosotras porque estaba con los brazos cruzados sin querer participar.

  • ¡Maite! ¡Ninguna de nosotras la va a juzgar! ¡Es su vida! ¿Oíste? ¡Ninguna! ¡Y coloca también tu mano! -

  • ¡Ok, está bien! ¡Pero que quede constancia en el acta de esta reunión que la Barbie tiene claros signos de demencia y que no está en su sano juicio! – colocando su mano sobre las nuestras.

Antes de salir pedimos la cuenta. Pero esta ya estaba pagada. Bernardita no había olvidado ese detalle.

13

Regresé a casa un poco antes que Muriel lo que me dio tiempo para buscar en Internet algún vestido apropiado para la noche del sábado.

En eso estaba cuando apareció Muriel a la entrada del estudio dejando su maletín encima del sofá.

Se quitó la chaqueta mientras me besaba la frente y curiosa hizo un gesto de extrañeza mirando la serie de vestidos de fiesta que se desplegaban en la pantalla.

  • ¿Cambiamos esas sexys y horripilantes batas clínicas por vestidos de noche? - Preguntó soltándose el cabello.

  • ¡No precisamente, debo encontrar un vestido para la recepción de aniversario de Bernardita! – exclamé sin dejar de mirar la colección de vestidos.

  • ¡Ahhh! ¿Y como te fue con eso esta tarde? - Siguió preguntando sin ningún manifiesto de interés.

  • ¡Para que veas! ¡Estamos invitadas a la fiesta de aniversario de matrimonio de Bernardita! ¡Y tú también, lo puedes creer! -

  • ¿Que tengo que creer? ¡Que esté yo invitada o la recepción misma! ¿La verdad? Por hoy paso con los temas de tu secta, suficiente tuve con leer y firmar una montaña de documentos.

Los días siguientes transcurrieron con cierta normalidad si no fuera con la diaria insistencia en dar el visto bueno para el vestido, peinado o zapatos que íbamos a usar el sábado por la noche.

Durante las noches previas acostada con Muriel en la cama, leía atentamente los mensajes del grupo no pudiendo contener la risa con algunos de ellos.

-¿Que significa traje de noche? Preguntó desesperada Constanza a través de WhatsApp lo que dio pie a que Maite no la dejara en paz con sus bromas.

  • Por dios Cony, como no vas a saber eso. ¡Si es obvio! Te lo tienes que comprar en una tienda que esté abierta después de las 20 horas - le escribió agregando una infinidad de emojis.

-¡No es así Cony no le hagas caso a esta loca! – Escribía Josefina – ¡Traje de noche es cuando vas de colores oscuros que te sirven para camuflarte en la oscuridad de la noche! - ¡Noooo, mentira!- continuó Maite – ¡Es un traje que solo sirve de noche porque en el día se trasluce entero! ¡Jajajajaajaa! ¡Son especiales! -

-¡Porque no se ponen seria y ayudan a Constanza, además son bastante fomes las tallas que echan!– escribí porque suponía que si no lo hacía el dialogo seria eterno y el sonido de cada WhatsApp que entraba ya me empezaban a molestar.

  • ¡Joder la paciencia que tienes con las integrantes de la secta! ¡Hace rato que las habría quemado a todas en la hoguera! – dijo Muriel intentando quitarme el teléfono.

  • ¡Pero qué haces! - Le respondí evitando que me apagara el celular.

  • ¡Deberías estar preocupada por el traje que usaras el sábado al igual que lo están tus amigas, Fabiola!

  • ¿De qué hablas Muriel?  ¡Para mi estos eventos sociales no tienen mucha relevancia! ¡Ahora entiendo a Andrés cuando lo obligan a asistir a algún evento donde tiene que cumplir con ciertos protocolos! -

  • ¡El, a pesar de las exigencias…! -

  • ¡Se niega rotundamente a usar corbata!- completó Muriel la frase logrando que nos largáramos a reír sin parar durante algunos minutos.

Nos quedamos un buen rato haciendo cada una lo nuestro, hasta que de pronto miré a Muriel y le pregunté su parecer respecto a la fiesta de Bernardita.

-¡No te parece curioso que vaya a celebrar el aniversario después de todo lo que ha pasado últimamente! – le pregunté extrañada por el suceso.

  • ¡No tengo idea ni opinión, querida! – Exclamó Muriel encogiéndose de hombros - ¡Sabes muy bien que me trato de meter lo menos posible en los asuntos de vuestra secta! –

14

-¡No pretenderás que me suba a ese cacharro pasado de moda, Fabiola! - Exclamó Muriel que traía puesto un imponente vestido largo color rojo de seda italiana que sin ser ajustado hacía destacar sus curvas y por sobre todo su altura.

De corte a la medida, con joyas muy delicadas y un clutch del mismo color, le daba la belleza de la que no se podía pasar desapercibida.

-¿Que tiene el auto Muriel? - Le pregunté acariciando el capó de mi Peugeot Allure que a pesar sus años era un fiel compañero.

-¡Fabiola por dios! No está a la altura de dos bellas mujeres como nosotras ¡Eso tiene! – respondió mientras se devolvía y entraba nuevamente a la casa.

Cuando salió traía en la mano la tarjeta/llave inteligente del auto de Andrés. Un BMW deportivo del año que bajo ninguna circunstancia se me ha hubiese ocurrido usar.

  • ¡Ahhh no, eso sí que no! ¡De eso yo no me hago cargo! Ni siquiera me he subido por temor a que le pase algo. ¡Andrés no me lo perdonaría ni en mil años! -

  • ¡Jajajajajaja, ya es hora de que aprendas, toma! – Dijo lanzándome la tarjeta

– ¡Vámonos ya es tarde! - .

Tome la tarjeta mientras volaba por el aire y como ya estábamos con el tiempo justo solo seguí las palabras de Muriel y tratamos de emprender el viaje. Pero había un detalle. Ninguna de las dos sabía cómo hacer funcionar el auto. Cerca de 10 minutos después, Muriel empezó a leer el manual hasta que logramos hacerlo funcionar.

-¿Y ahora qué hago? – pregunté afligida a Muriel –

-¡No sé, pero vámonos de una vez! ¡Se nos hace tarde! –

-¿Es automático o mecánico? – Pregunté – ¡La palanca tiene muchas letras y mira esa cantidad de luces que se encienden en el tablero! – ¡Andrés me contó que se podía conducir de las dos maneras! ¡Que era tiptronic o algo así! -

-¿Cuantos pedales tiene? – preguntó Muriel

-¡Dos! – exclamé mirando hacia el piso

-¡Entonces es automático igual que tu cacharro! ¡Vamos! – exclamó Muriel impaciente

No había reparado hasta ese momento que había dejado su maletín de trabajo en el asiento trasero del auto.

-¿Para que llevas eso? - Le pregunte con curiosidad mirando el maletín por el espejo retrovisor.

Muriel no le dio importancia a mi pregunta y se dedicó a repetir lo difícil que iba a ser llegar a tiempo a la fiesta.

-¡Mira Fabiola, la pantalla dice que este auto alcanza la velocidad de 330k/ph!, ¿porque no te apuras un poquito cariño? ¡Que vamos tarde! -

Cuando llegamos a la entrada del recinto observamos que la Suv que nos antecedía llevaba un par de minutos detenida junto a los dos guardias que controlaban el acceso a  la casa. Este incidente hizo que el resto de los autos que venían detrás formaran un gran atochamiento.

Muriel insistía en tocar la bocina para apurar el trámite pero por lo visto no avanzaba ni un centímetro. Al mirar con detención me pude dar cuenta que era el auto de Maite el que estaba armando todo el atasco y que además, la acompañaban nuestras infaltables hermanas. Josefina y Constanza.

-¡No puedo creer que para entrar a una fiesta tenga que acreditar que soy yo la invitada! ¡Como si existiera otra tan estupenda y regia como yo! - reclamaba Maite sin poder encontrar el documento de identidad para acreditar que se encontraba en la lista de invitados.

-¡No digas tonterías Maite y por favor busca tu carné!, mira que hay un montón de personas justo detrás de nosotros con unas ganas locas de matarnos.- le sugirió Josefina preocupada por la situación.

-¡Aquí está, lo encontré! - Exclamó Maite metiéndose bajo el asiento para alcanzar la pequeña tarjeta que tanto buscaba.

  • ¡Por fin! - respondió Constanza – ¡por favor Maite dale los datos al guardia!

  • No entiendo tanta seguridad para una fiesta, si a una la invitan, viene no más. ¡No tiene sentido tener que andar verificando si una es la que es! ¿Creo yo? - dijo Maite cuando recibía su cedula de vuelta acelerando para descomprimir el atasco que había provocado.

Cuando fue nuestro turno. Muriel y yo pasamos nuestros documentos sin mayor trámite y con bastante suerte encontramos el lugar perfecto para estacionarnos.

Bajamos del auto y cuando estábamos cerrando la capota escuchamos a nuestras espaldas una voz reconocible.

  • ¡Que bellas están, amigas! ¡No lo puedo creer, nos debemos tomar una foto! – dijo Constanza emocionada.

Exactamente venían tras nosotras Constanza Josefina y Maite. Esta última miro atentamente el convertible de Andrés que no la dejó indiferente.

  • ¡Vaya Fabiola! ¡No sabía que te estuvieras dedicando al narcotráfico para tener un auto tan, tan, llamativo y espectacular como este! -

  • ¡Jajajaja Maite! ¡Eso se lo deberías preguntar y decir a Andrés, porque el auto es suyo! -respondí dándole una cuota de humor a su comentario.

  • ¿Nuestro Andrés dejó que usaras su nuevo juguete? – Preguntó de forma insidiosa mientras se arreglaba la corta falda de su vestido.

  • ¡Bueno, no solo me permite usar su auto, Maite! - le respondí con una gran sonrisa. Ante mi respuesta las risas fueron genérales  y mientras fuimos avanzando hacia el lugar de la recepción pudimos apreciar que Bernardita no había escatimado en gastos.

Como era verano decidió usar la pérgola al lado de la piscina como el lugar para servir el aperitivo. El camino a través del jardín estaba iluminado con pequeñas farolas que le daban un aire de intimidad a pesar de la gran cantidad de invitados.

Con el personal de servicio impecablemente vestido y preparándose para servir las copas, pudimos divisar en la entrada a  Bernardita junto a Pipo saludando a los invitados que llegaban. Unos pasos más atrás Don Isidro su padre, estaba muy pendiente de los movimientos de su hija.

Al vernos su cara se iluminó con una gran sonrisa mientras hacía gestos para que apuráramos el paso con el fin de abrazarnos. Bernardita estaba radiantemente hermosa. Su vestido bordado a mano con pedrería de color rosa, de talle largo y con los hombros descubiertos la hacía ver aún más estilizada. Su cabello rubio esta vez estaba tomado de manera casual dándole ese estilo fresco y natural que tan bien le quedaba.

Pipo estaba a su lado saludando elegantemente vestido a los invitados, sin embargo se notaba inquieto. Uno a uno fueron pasando sus amigos de siempre hasta que llegó Valentín.

Pipo se adelantó para abrazarlo con tanto afecto que hasta Valentín le tuvo que poner límites. – ¡Felicidades a mis amigos del alma! ¡Se ven regios, estupendos! – exclamó efusivamente Valentín agitando los brazos y las manos.

-¡Gracias, Valentín!- exclamó Bernardita escuetamente

Pipo lo invitó a pasar invitándolo a disfrutar de la fiesta.

-¡Amigo, una vez que terminemos con el trámite de tener que saludar a todos estos personajes, te sigo para que nos tomemos una copa juntos! – exclamó Pipo guiñándole un ojo.

Luego fue nuestro turno y fuimos testigos de la alegría de nuestra amiga.

-¡Fabiola, Muriel, Constanza, Josefina y mi querida Maite! ¡Mis hermanas! No saben cuánta es mi alegría  de que me estén acompañándome esta noche. ¡Gracias! - dijo emocionada. Besándonos una a una con dedicado y notorio cariño.

-¡Acompañarnos, querrás decir mi amor! – La interrumpió Pipo – ¡Tratando de llamar la atención! – ¡Creo que también formo parte de la celebración! -

Bernardita lo miró con indiferencia para seguir con nosotras.

Pero lo más llamativo fue el saludo con Muriel.

Le tomó ambas manos y las sostuvo durante el tiempo suficiente para que Maite comenzara a carraspear con el fin de seguir con nuestro camino.

  • ¡Mmm, parece que nos perdimos de algo Fabiola! – Dijo Maite irónicamente – Porque hasta donde tengo entendido el Pipo y tu novia son los que juegan para el mismo equipo. ¿Pero Bernardita? ¡Mírale la cara! – ¡Ya no estoy entiendo, nada! -

-¡Maite, baja la voz! – Llamándole la atención por la cercanía de Pipo y lo inoportuno de su comentario.

Fue en ese momento que Maite se desvió un momento dirigiéndose directamente a saludar al padre de Bernardita.

-¡Isidro! - Exclamó con efusividad – ¡Qué placer conocerte al fin! ¡Te quiero decir que tienes una hija extraordinaria y para que te cuento como es de buena amiga! ¡Maravillosa! ¡Nada que decir! -

Don Isidro quedó perplejo ante el efusivo saludo de esa mujer que por más se esforzaba, no lograba reconocer y menos recordar quien era.

  • ¡Señora! - extendiéndole la mano mientras fruncía el ceño el padre de Bernardita con la intención de conocer su nombre.

  • ¡Señorita! – Exclamó Maite guiñándole un ojo - Me puedes llamar Maite con toda confianza – respondió sin timidez.

  • Señorita Maite, le agradezco su presencia, por favor adelante. ¡Disfrute de la velada! – le respondió Don Isidro sin dar oportunidad a que siguiera conversando.

Josefina se acercó a Maite, la tomó de la cintura y sonriendo algo incomoda siguió con ella hacia la pérgola.

  • ¡Como se te ocurre acercarte así al padre de Bernardita! - le reclamó Constanza tomado una copa de espumante a un mozo que pasaba por el lugar.

  • ¡Pero tanto escándalo!  ¡Que saben ustedes de las influencias y contactos! ¡Le quería proponer que si colocaba esta mansión a la venta fuera yo su corredora! ¡Hay que aprovechar también de hacer negocios! ¡Pero me interrumpiste, Cony! - le reprochó mientras miraba de un lado a otro tratando de encontrar a alguien.

  • Aún no logro entender como Bernardita se puede prestar para todo este circo, si solo se necesita el valor suficiente para tomar la decisión y dejar a Pipo.- dijo Constanza asombrada del lugar.

-¡No es fácil asumir todo esto Cony con gente que vive principalmente de las apariencias! ¡Prefieren llevar para siempre una vida de mierda a ser estigmatizados socialmente! - exclamé

  • ¡Y tampoco es solo es valor, Cony! – Agregó Josefina – Es tener que cargar con una sociedad que aún estigmatiza a las mujeres divorciadas y para ser más exacta, nuestro propio género somos las peores.

  • ¡Lo que no saben, chicas! Es que nosotras - agrego Maite en voz alta –  Las divorciadas tenemos la maravillosa facultad de cerrar la fábrica de hijos y abrir libremente el parque de diversiones. ¡Pero ojo! ¡Que sea pervertida y de mente abierta no quiere decir que una sea de vagina sociable! – exclamó riendo mirándonos a todas.

  • ¡Y sin duda es ese el peor peligro! – agregué reafirmando la respuesta de Maite.

  • ¡Basta de reflexiones sobre lo que se hace o no con una vida que no es la nuestra! - Reclamó Muriel mientras pasaba su mano suavemente por mi espalda. Gesto que sin duda no me dejó indiferente. Aún tenía en mi cabeza aquella noche en que mi reclamo por sus coqueteos con Bernardita develó que por más que se tomara con naturalidad mi relación con Andrés, aún había dolor ante la elección.

Estábamos las cinco bebiendo y disfrutando del selecto cóctel cuando Pipo llamó la atención de los invitados.

-¡Familia y amigos! ¡Por favor pasen al otro lado de la pérgola para que empecemos a disfrutar de nuestra comida de aniversario! – dijo en voz alta mientras tomaba de la mano a Bernardita, quien evitó el gesto estirando su mano para encontrarse con la de su padre que la protegía ante todo convirtiéndose en su sombra.

Entramos al salón todas juntas tratando de que Maite lograra quedarse lo más quieta posible para que su corta falda no fuera la que iniciara un escándalo.

Con su llamativa figura y  personalidad avasalladora en un evento de estas características no eran la mejor combinación.

Buscamos cuidadosamente en un listado el número de mesa que nos habían asignado y con sorpresa pudimos constatar que además de nosotros teníamos un par de conocidas acompañantes. Ignacia e Isabel con sus respectivas parejas, pero además lo bastante cerca del matrimonio que celebraba su aniversario.

No debió sorprendernos el encontrarlas porque eran sus amigas, las mismas que la acompañaron a la reunión que Maite organizó en mi casa.

Fui la única que me percaté del detalle por eso esperé llegar a la mesa para ver la reacción de las hermanas.

Mientras caminaba entre las mesas pudimos disfrutar de toda la elegancia y el glamour que Bernardita era capaz de realizar. Las mesas estaban distribuidas perfectamente con capacidad para 10 invitados y en el centro de cada una de ellas tenían el sello característico de nuestra amiga. Flores frescas. Un cuarteto de cuerdas amenizaba la velada.

Llegamos a nuestro lugar donde ya estaban ubicadas Isabel e Ignacia. El rostro de Maite se transformó luciendo una sonrisa irónica que más parecía una mueca.

-¿Esto es una broma? ¡Me van a tener que afirmar aquí porque me desmayo! – dijo Maite actuando histriónicamente llevándose la mano a la frente.

  • ¡Maite compórtate por favor! - dijo Josefina al reconocer a quienes también nos acompañarían en la mesa.

  • ¿No son esas las puritanas y cartuchas amigas de la Bernardita? ¡La rubia es la que salió arrancando  escandalizada de tu casa, Fabiola! – agregó Josefina disimulando su risa.

  • ¡Las dos son rubias Josefina! – le susurré al oído - ¡pero si, son ellas!

Cada una de nosotras las saludo natural y cordialmente esperando que ellas no nos hubiesen reconocido. Pero para nuestra mala suerte Ignacia fue la primera en abrir el fuego.

  • ¡Buenas noches lindas! ¡Sí que es sorpresa encontrarlas en un lugar como este que no es propiamente de su nivel! ¡Bernardita no nos dijo nada de que estaban invitadas! – exclamó mirando con cierto desprecio a Maite principalmente.

  • ¡Hola, buenas noches! - respondí sin dar mayor importancia a sus comentario –sorpresa es que nos recuerdes, porque lo que es yo  ¿cuál es tu nombre? - pregunté

  • ¡Ignacia! Pero aquí me conocen todos como la Nacha – exclamó

  • Hola Nacha, soy Josefina y ella es Constanza. ¡Si mal no recuerdo eres Isabel! ¿Cierto? – a lo que la otra chica respondió afirmativamente.

Hubo un silencio durante unos minutos porque Maite tomó su lugar sin siquiera saludar como si no existieran las dos chicas rubias en la mesa. Juntó ambas manos e inclinó su cabeza como si estuviera orando.

-¡Maite! – Exclamé en voz alta para que saliera de su fingido trance. Ya estaba viendo que ese par de chicas serían su festín.

-¡Ohhh, mil disculpas! ¡Estaba terminando la oración para dar las gracias por esta comida! -respondió tomando la servilleta colocándola sobre sus piernas.

Muriel se remitió a ser solo espectadora de lujo del enfrentamiento que por cierto le parecía divertido.

Le susurré al oído, no con mucho detalle que las conocíamos en circunstancias un poco comprometedoras.

Uno de los camareros sirvió nuestras copas y apenas cruzamos palabras mientras que otro par de camareros comenzaba a colocar los primeros platos que comprendía una Sinfonía de Mariscos con dos salsas.

-¿Y ustedes se siguen visitando con Berny? - Preguntó Ignacia mientras se llevaba el tenedor a la boca observando atentamente quien de nosotras se atrevería a responder

-¡Por supuesto! – Respondí con cierta indiferencia – ¡Bernardita es una amiga excepcional!

-¡Claro que si Fabiola! – Atacó Maite – ¡Ella jamás abandona a sus amigas, nunca!

Ignacia sabía muy bien a que se refería y sonrojada de rabia le respondió.

-¡Ninguna de nosotras podría abandonar a Bernardita! ¡Ella es un ángel! -

  • ¡Por eso esta noche la estamos acompañando! – agregó Josefina para distender el ambiente.

De entre plato había Crema de faisán y setas de la temporada no sin antes servir un sorbete de limón para eliminar el sabor del plato anterior.

Luego vino el plato de fondo y para ello se nos dio a elegir entre dos opciones.

Filete de res a la mostaza con guarnición de verduras o congrio con azucenas y vinagreta de soja.

  • ¡Yo quiero de los dos! - Exclamó Maite qué no podía esquivar los codazos que disimuladamente le daba Josefina.

  • ¿Hay algún problema? ¡Es que es muy pequeña la cantidad que sirven! - Dijo mirando a Isabel  -¡De aquí nos tendremos que ir a un Burger King para no quedar con hambre! – exclamó Maite mirando y desafiando a Ignacia e Isabel.

  • ¡Parece que sabes mucho de cenas de etiqueta! ¿Cierto linda? - Preguntó directamente Isabel.

-¡Se más de lo que imaginas querida! Pero disfruto enormemente cuando me cachondeo de las mojigatas y santurronas que después de persignarse se lo comen entero y atravesado.- le respondió poniendo punto final a la conversación.- ¿No hay papas fritas? – Le preguntó al camarero – Y volviendo a la carga les dijo – Ahhh y la palabra cachondeo me la enseño mi amiga española que ven ahí sentadita con cara de ángel y que significa que me la estoy agarrando pal webeo – le dijo totalmente satisfecha.

Isabel también había participado en la reunión que hubo en mi casa cuando se hizo una demostración de juguetes sexuales bastante alocada y donde ella había sido una de las mejores clientas. Mientras que Ignacia salió volando apenas apareció el primer vibrador tratándonos a todas las participantes de degeneradas.

Mientras el fuego cruzado se hacía cada vez más intenso, agradecía infinitamente las caricias que Muriel me hacía por debajo de la mesa. Su mano se deslizaba por mi rodilla hasta llegar casi a mis entrepiernas. Era el bálsamo que necesitaba entre tanta tensión por todas partes.

Intentaba disimular que cada vez que Muriel movía los dedos entre mis piernas queriendo tomarla por el cabello, inclinar su cabeza hacia atrás, meter mi cabeza entre sus pechos y morder sus pezones hasta hacerla gemir.

Pero poco me duró el vuelo de la imaginación porque frente a mi apareció el postre como por arte de magia. Era un delicioso mouse de Baileys y ponche de crema.

Bernardita a pesar de estar rodeada de la familia de Pipo y de la suya propia estaba pendiente a lo que sucedía en nuestra mesa.

Cuando estaba por terminar el dulce y delicado postre, Muriel se levantó de la mesa con la excusa de que debía ir al auto.

-¿Como que debes ir al auto? ¿Te sientes mal? – le pregunté preocupada.

  • ¡Fabiola no te preocupes, solo debo ir a buscar algo que dejé olvidado! ¿Por favor, me puedes pasar la tarjeta? – dijo deslizando sus dedos por entre mis muslos.

Con algo de recelo abrí mi clutch y le pasé la tarjeta no sin antes insistir en la necesidad de ir con ella al auto.

  • ¡Te acompaño, te conozco y puede ser que te sientas mal y no me lo quieras decir! –

  • ¡Fabiola déjate de niñerías, regreso de inmediato! -

En el mismo instante en que Muriel salía, Bernardita se levantó de su silla y le solicitó a los músicos que suspendieran su presentación por unos momentos.

Ante el asombro de los invitados, más aún de Pipo y de su familia quienes esperaban que fuera él quien diera el discurso.

Ella dirigió su mirada a una de las entradas al salón y cuando estuvo segura de que estaba lo que buscaba, con una elegante sonrisa comenzó sus palabras.

15

  • Por favor, un minuto de atención. – dijo con prestancia levantando bien el cuello para que se notara la importancia de su discurso.

  • ¡Quisiera decir unas palabras! – exclamó arreglándose el vestido. Una vez que logró la atención de los presentes, los miró detenidamente uno a uno y empezó a hablar

  • ¡Esta es y no tengo la menor duda que será una noche inolvidable! ¡Se los puedo asegurar! -

  • Papá, Mamá, Don Emilio, Sra. María Eugenia, Pipo, Padre Florencio, familiares y amigos aquí presentes.- inició su intervención mirando a cada una de las personas que iba nombrando con ceremoniosa pausa.

  • Quiero empezar mi alocución citando un breve trozo de uno de los más hermosos poemas de Gibran Khalil Gibran, El Profeta. ¡Qué dice así! -

  • Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.

  • Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.

  • Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.

  • Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.

  • Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente

Mientras Bernardita recitaba, su semblante se iba poniendo cada vez más rígido y su tono de voz iba perdiendo volumen.

Don Isidro su padre, le tomó la mano muy firmemente conminándola a que continuara.

  • Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.

  • Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.

  • Porque sólo la mano de la vida puede contener los corazones.

  • Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.

  • Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

A esas alturas estábamos todas confundidas sin dar crédito a lo que estaba sucediendo Murmurábamos unas a otras intentado buscar una explicación.

La única que daba crédito a la escena era Maite, quien siempre haciéndole caso a su instinto dijo.

-¡Esto huele a divorcio queridas! ¡Pipo prepárate para la tremenda patada en el culo que te va a dar mi amiga! -

-¡Maite! ¡Cómo puedes decir semejante barbaridad! Le dijo Constanza presa del pánico.

-¡Barbaridad sería que siguiera casada con ese m…! - no alcanzo a terminar cuando Josefina con la mano le tapó la boca intentando acallarla.

Bernardita por su parte, se dio unos segundos para mirar fijamente a su marido como si quisiera anunciar que la tormenta ya se había desatado.

  • ¡No puedo decir que durante este año todo lo que dice este hermoso poema lo haya cumplido a cabalidad! Porque haciendo un riguroso mea culpa, creo no haber sido una buena esposa.

Esta primera frase hizo que su madre dejara de saborear el postre y por instinto quiso hacer callar a su hija. Pero se contuvo principalmente por la intimidante mirada de su esposo.

  • Lo reconozco. He cometido errores y de los graves. ¡No he sido leal! - hizo una pausa - ¡tampoco he sido fiel! -

Pipo se quedó inmóvil en su asiento, mirándola incrédulo. Mientras un murmullo generalizado recorrió la sala.

  • ¡He tenido aventuras extramaritales y estas han sido fascinante! ¡Sencillamente geniales! No lo tengo porque negar. No sé si Pipo merece estar con una mujer que le ha mentido y engañado. Creo que hace un año me equivoque al contraer matrimonio con este admirable y buen hombre.

Ante tal declaración los padres de Pipo no hacían más que mirarse y mover la cabeza en signo de negación -

-¡No soy digna de su amor ni de su lealtad! ¡No estoy pidiendo perdón ni que me perdone! ¡Porque no lo busco ni lo quiero! ¡Por favor no me miren así, todos cometemos errores! ¡Esto no tiene retroceso ni vuelta atrás! El pasado no se puede cambiar. No tratemos de buscar las causas ni tampoco culpables. Sencillamente tenemos vidas diferentes y objetivos distintos.

  • Él tiene los suyos, los cuales conozco perfectamente y carece de todo sentido que los desvele abiertamente en estos momentos. ¡Pipo sabe de lo que estoy hablando!-  ¿Cierto cariño? –

Con cierto toque falso de ternura miro a Pipo para confirmar que ya tenía al enemigo cercado. Y una vez que dio en el blanco se preparó para el tiro de gracia.

  • Así como relata Juan 8:1-7 Cuando iban a lapidar a una mujer por adulterio de acuerdo a la Ley de Moisés le preguntan a Jesús su opinión al respecto y el sabiamente dijo – “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra” –

  • ¡Pipo! - Le dijo directamente - Para terminar con este aburrido discurso porque estoy viendo muchas caras de asombro en las mesas. ¡Te permito que me lapides ante todos y arrojes la primera piedra!

El silencio en el salón era sepulcral. Los padres de Pipo inmóviles, la madre de Bernardita a punto de un colapso nervioso y Pipo congelado en la silla intentando descifrar lo que su mujer intentaba decir.  Rogaba para sí, que lo evidente para algunos se volviera invisible.

  • ¡Veo que no eres capaz de arrojar ni siquiera un minúsculo grano de arena! ¡Ya ven ustedes! ¡Quizá el peso de tu conciencia impide que lo hagas! - Dijo con cierto aire de resignación.

  • ¡Y, para terminar querida familia, queridos amigos! - Colocando ambas manos en su pecho - ¡Mi único objetivo en esta vida, es tratar de ser feliz!

  • ¡Es por ese motivo que le he pedido a mi abogada que redacte los documentos del divorcio! -

  • ¿Por favor Muriel, me puedes pasar la carpeta con los papeles? -

En ese instante comprendí perfectamente el porqué del maletín en el asiento trasero del auto. Veía como Muriel con paso firme y seguro se dirigía al lugar donde estaba Bernardita con una carpeta en la mano.

Al pasársela le sonrió con cariño y regreso a la mesa donde estábamos.

Bernardita dejó la carpeta al lado de su marido y le dijo.

-Pipo lo lamento pero no te amo. ¡Más bien te detesto!-

  • ¡Feliz aniversario!-

EPILOGO

MARTES, 17 horas. Cuatro días antes del evento

Muriel llegó puntual a la reunión que Bernardita había concertado el día antes. Entró al imponente edificio donde se encontraban las oficinas de los altos ejecutivos de las empresas del padre de Bernardita.

Muriel no entendía muy bien para que la había citado con tanta urgencia. Subió a la planta 12 donde se encontraba el despacho que ocupaba Bernardita cuando en representación de las empresas que dirigía su padre, desarrollaba labores sociales en ONG, Fundaciones y obras de caridad.

Bernardita era Ingeniero en Información y Gestión de Control. Muriel consideraba que estaba infravalorada porque de acuerdo a lo que ella podía apreciar, sus capacidades eran ilimitadas.

La recibieron en un amplio y lujoso hall, dio su nombre y le pidieron que por favor esperara unos minutos. La harían pasar de inmediato.

De una de las oficinas salió Bernardita elegantemente vestida y al ver a Muriel, la estrechó en un cálido abrazo mientras le decía – ¡Muchas gracias por venir! –

Entraron a una lujosa oficina y se sentaron juntas en uno de los sillones que adornaban la sala.

-¡Muriel, te quiero contratar como abogado! – exclamó Bernardita sin ningún preámbulo.

-¡Pero que estás diciendo Berny por dios! ¡No ejerzo la abogacía como tal desde hace mucho! ¡Me he dedicado más a la docencia y asesorías que a otras áreas del derecho! – argumentó Muriel

-¡Pero eres abogada y de las buenas según he indagado! ¡Las referencias que he recibido son excelentes!– contestó Bernardita.

-¡No sé qué decir a eso Berny! ¿Qué necesitas? – preguntó finalmente Muriel

-¡Quiero que tramites mi divorcio! – exclamó sin titubear Bernardita

No alcanzó a contestar cuando hizo ingreso a la oficina un señor alto, delgado, ojos azules, de pelo entrecano con una fina y bien cuidada barba, elegantemente vestido.

-¡Muriel, te quiero presentar a mi padre! –  ¡Papá, ella es Muriel Alzola, mi abogada! –

-¡Don Isidro, encantada de conocer al padre de esta maravillosa e inteligente mujer! –

-¡Bueno, no tan inteligente al casarse con ese don nadie! – Exclamó con desprecio - ¡No sé qué estaba pasando por mi cabeza cuando cedí a los caprichos de tu madre! ¡Ahora no estaríamos viviendo este bochornoso incidente! ¡Sabes muy bien que nunca me gustó Pipo para ti, hija! Sin carácter, pusilánime, un vividor que ahora que resultó ser gay! – exclamó molesto

-¿Se lo contaste? – preguntó Muriel sorprendida.

-¡Se lo conté apenas Fabiola me lo dijo! ¡Entre mi padre y yo no tenemos ningún tipo de secretos! ¡Y también le conté lo que pasó el sábado! – manifestó orgullosa Bernardita.

-¡Muy bien Abogada! – Exclamó Don Isidro – ¡Probabilidades de que prosperé todo esto lo más rápido posible! ¡No quiero ver más a ese individuo cerca de mi hija! –

Muriel se quedó pensando unos segundos y dijo.

-Para solicitar el divorcio de forma unilateral por culpa como será en este caso, podemos apelar a dos causales claramente establecidas. La primera es la conducta homosexual y la segunda es la de infidelidad. Ahora habría que conversar con la contraparte para ver si van a solicitar compensaciones económicas. La otra posibilidad es hablar con su abogado y lograr un divorcio de común acuerdo, que sería lo ideal según los antecedentes. ¿Supongo que se casaron con separación total de bienes? – preguntó Muriel.

-¡Por supuesto, no podía ser de otra forma! Ese idiota tendría que salir de mi casa completamente desnudo porque hasta el papel higiénico que usa es de nuestra propiedad – exclamó molesto Don Isidro.

-¿Cuánto tarda todo este proceso? – preguntó Bernardita suavizando el tono.

-¡Bueno, lo primero que hay que hacer es dejar una constancia del cese de la convivencia y luego empezar el proceso! Si es de forma unilateral puede tardar un año o más, si es de mutuo acuerdo no más de tres meses.

-¿Se puede hacer cargo Abogada? – preguntó Don Isidro – ¡Mi hija confía plenamente en usted! –

  • Don Isidro, Bernardita. Yo no vivo de forma permanente en Chile, mi residencia está en Madrid y solo vine a pasar unos meses de vacaciones. ¡Encantada ayudaría a Bernardita pero no puedo dejar mi trabajo en España! –

-¡Muy bien! - exclamó Don Isidro – Pida una excedencia por seis meses en la Universidad donde trabaja. ¡Está contratada! ¡Le quintuplico en euros lo que gana en España! –

-¡Mi hija queda en sus manos! ¡No nos falle señorita Alzola!

Muriel no alcanzó a responder porque Don Isidro se levantó le estrechó la mano, se despidió y salió rápidamente de la oficina.

Una vez a solas, Muriel agobiada por las circunstancias explicó.

-¡Pero Bernardita, tengo que volver a Madrid, no me puedo quedar! – exclamó Muriel un tanto afligida.

-¡Por favor Muriel, no me abandones ahora! ¡Si es por dinero le puedo pedir a mi padre que suba tus honorarios! –

-¡No es eso Berny, no es un tema de dinero! ¡Tengo lo suficiente para esta vida y otra más! ¡Ese no es el problema!  ¡Tengo compromisos ineludibles que debo cumplir en Madrid y no es un tema de dinero, es un tema de responsabilidad y prestigio profesional!

-¡Pero Muriel, no me puedes dejar sola en esto! – Insistía Bernardita afligida – ¡Tú eres una de las nuestras! ¡Una para todas! – ¡Y ahora te necesito más que nunca! –

-¡Vamos Berny, todavía no me incluyas en vuestra singular y loca secta! – exclamó sonriendo Muriel y continuó diciendo.

-¡Haremos otra cosa! Voy a tomar tu caso, lo voy a patrocinar, redactar y presentar en los tribunales. Si alcanzo a conversar y llegar a un acuerdo con la contraparte, fantástico. Si no, voy a dejar a un abogado de mi plena confianza para que siga con tu caso asesorado directamente por mí desde Madrid. ¡No te voy a abandonar Bernardita!-

-¡Y tampoco te voy a cobrar nada! Va a ser mi regalo por lo mucho que te quiere, te admira y te respeta Fabiola. ¡Lo que para ella es importante, también lo es para mí! – terminó por decir Muriel emocionada.

Bernardita la miró con los ojos humedecidos y se arrojó llorando desconsoladamente a sus brazos mientras repetía una y otra vez – ¡Gracias! -

Una vez calmadas Muriel le preguntó a Bernardita - ¡Bueno y que! ¿Qué has pensado de todo esto? –

Bernardita tomada de las manos con Muriel le detalló su plan de acción. Luego de media hora explicando lo que pretendía hacer, la abogada le dice.

-¿Porque será que no me sorprende? ¡No esperaba menos de ti!– largándose a reír.

-¡Pero si deseo algo Muriel! – Exclamó Bernardita – Aunque no quieras a cobrar tus honorarios, la confidencialidad entre abogado y cliente es sagrada. ¡Y eso también incluye a Fabiola! -

-¡En ese caso será mejor que formalicemos un contrato! ¡Mis honorarios serán de 100 pesos o mejor dicho, como dijo tu padre, 1 euro! -

-¡Tenemos trato! – exclamó Muriel risueña.

-¿Dónde firmo? – preguntó sonriendo Bernardita.

SABADO,  en este preciso instante.

No sabemos cómo de un momento a otro me encontraba asistiendo a Pipo que había sufrido un desmayo y dos metros más allá se encontraba la madre de Bernardita tratando de hacer entrar en razón a su hija para que revirtiera la situación con su esposo.

  • ¡Hija mía! – Le suplicaba - Es necesario que hables de inmediato con tu marido, nada es tan grave como para tomar una decisión como esa. ¡Hablemos con el Padre Florencio, él nos puede ayudar! – decía la Sra. Lauren a su hija que permanecía en el mismo lugar donde había terminado su discurso.

  • ¡Lauren es mejor que no insistas! ¡Nuestra hija ha tomado una decisión y la debemos apoyar incondicionalmente! - le respondió Don Isidro mientras besaba a su hija en la frente.

  • ¡Como puedes decir una cosa así Isidro! No puedes estar siempre aceptando todos los caprichos de tu hija, como si nada  ¡Que van a decir nuestras amistades! ¡Seremos el hazmerreír de todo el mundo! - le recriminaba su esposa a punto de llorar.

-¡Lo digo porque fuiste tú la que insistió en esta mierda de matrimonio! – Exclamó irritado Don Isidro - ¡Te dije desde el principio que sería un fracaso! ¿Ves? ¡Aquí está el resultado!-

El padre de Bernardita terminó la conversación dando la espalda a su mujer, besando nuevamente a su hija llevándola lejos del gentío.

-¡Pipo, reacciona, vamos! – Le decía mientras trataba de dar espacio para que ventilara mejor – ¿Alguien sabe si tiene antecedentes de alguna dolencia cardiaca? – le pregunté a sus padres.

  • ¡Mi niño, es un chico sano! – Me respondió angustiada la Sra. María Eugenia, su madre mientras le sobaba las manos - ¡Vamos hijo! - le decía acariciando su mejilla.

Estaba a punto de desabotonar su camisa cuando comenzó a reaccionar confundido ante la situación. Su padre, Don Emilio observaba a su hijo y a su esposa en el suelo moviendo su cabeza negando de la situación. De pronto tras de él apareció Don Isidro que tomándolo por la espalda se acerca al oído para decirle.

  • ¡Nos vemos con tu abogado el lunes a primera hora en mi oficina para firmar los papeles que presentó mi hija! ¡La abogada de Bernardita continuará con todos los trámites! Tu y yo sabemos perfectamente el motivo ¡No creo que te los tenga que explicar! -

  • ¡No es necesario Isidro! El lunes estaré con mi abogado para terminar este bochornoso asunto. ¡Lo único que te pido es que haya total discreción! – terminó por decir Don Emilio bajando la cabeza.

-¡No te preocupes, así será! – exclamó Don Isidro.

Maite sin embargo se había dedicado a beber la botella de vino que había quedado en la mesa.

Isabel e Ignacia, amigas de Bernardita estaban cada una con sus teléfonos móviles wasapeando ansiosamente lo ocurrido al resto de sus amistades.

Mientras estaban concentradas en las pantallas hablaban cada una por su cuenta.

  • ¡Esto no puede estar pasando Isa! ¡La Berny se volvió loca! – Exclamaba Ignacia -  ¡Te dije que esas nuevas amistades tienen la culpa! ¡Las vieras, son últimas! ¡Podrás creer que dejo de reunirse con nosotras para las obras de caridad del colegio!- decía a sollozos sin poder contener las lágrimas.

  • ¡Nacha, amiga! ¡No digamos que perdió gran cosa la Berny, tampoco! - exclamó Isabel abrazándola con el fin de contenerla

  • ¡Pero el Pipo es tan mino, tan varonil! – decía Ignacia. ¿Tú crees que deberíamos ir a buscar al sacerdote? -

Maite no se pudo resistir y aprovechó la oportunidad para defender a su amiga.

  • ¡Ahora entiendo porque Bernardita nos quiere tanto! ¡Ahhh cuidado con morderse la lengua, lindas! ¡Porque de seguro morirían de inmediato por el veneno! - ¡Par de víboras! – término diciendo sin reparos mientras se dedicaba a buscar entre la gente a Josefina y a Constanza que habían salido conmigo para auxiliar a Pipo. De pronto divisó a Valentín mirando desde lejos como Pipo era asistido.

Maite caminó hacia donde estaba y dejó caer su cartera en el césped. Al agacharse a recogerla levantó su corta falda al extremo de que se pudiera ver su calzón de encaje negro.

  • ¡Upsss! - dijo mientras miraba a Valentín que no le prestaba atención – ¡No te vayas a pasar ningún rollo y menos entusiasmarte conmigo, mira que estoy comprometida! ¡Ahhh, no! ¡Verdad que no son los culos femeninos los que te atraen si no los paquetes masculino!

Valentín sonrojado respondió en voz baja.

-¡No sé de qué me está hablando! ¡Además no me interesa mirar el culo de alguien tan ordinaria y vulgar como usted! – respondió furioso.

  • ¡Jajajaja, no me hagas reír, cariño!  ¡Veo que todavía vives dentro del closet! ¿O me equivoco?-

Valentín la miro despectivamente sin decir ninguna palabra. Una vez que vio que Pipo se pudo levantar con ayuda de sus padres, se escabulló en medio de la gente para salir de lugar sin ser visto.

Una vez que Pipo se recuperó completamente, debía encontrar a Muriel lo más pronto posible. Me sentía profundamente traicionada así es que iba decidida a pedir una explicación. Recorrí gran parte del jardín y la encontré cuando venía después de despedirse del padre de Bernardita.

  • ¡Mira lo que es la vida, hay una película que se llama “Durmiendo con el enemigo”! ¡Creo que la deberías ver! – le dije sin que se notara mi furia.

  • ¡Me imagino que debe ser una buena peli! - Respondió con toda tranquilidad  - Ahora que terminó la fiesta la podríamos ver juntas ¿Te parece? -

  • ¡No me parece, nada me parece! – le respondí esperando su aclaración.

  • ¡Estas esperando que te explique! ¿Que? – Preguntó intentando arreglarme el cabello.

  • ¡Ahhh, creo que lo sabes muy bien! ¡Por supuesto! – exclamé molesta

  • ¡Fabiola, cuando vas a operar a tus paciente, me cuentas cuantas suturas usaste o si el padre de la guagua es el mismo que figura en su ficha clínica! -

-¡Como se te ocurre!  Eso es un asunto privado entre médico paciente, jamás podría faltar a ese principio – exclamé

  • ¡Muy bien, pues yo tampoco! ¡Bernardita y su padre me contrataron para llevar este proceso con la condición de absoluta reserva! – dijo de forma seria.

  • ¡Tu trabajo, mi trabajo! ¡Punto final! -

Muriel tenía razón. Su profesionalismo era a toda prueba y esta vez lo pudo demostrar.

Aunque seguía resentida con Muriel decidimos ir en busca de las hermanas para irnos a casa. Esto ya había acabado.

Josefina, Constanza y Maite venían alborotadas comentando cada uno de los episodios de la fiesta y al encontrarnos nos abrazamos todas juntas.

-¡Mi Bernardita se ha subido nuevamente al pedestal! – dijo Maite sonriendo mientras nos encaminábamos al estacionamiento.

  • ¡Ustedes dos tenían muy bien guardado el secreto! ¡Menuda sorpresa nos llevamos! – dijo Josefina dirigiéndose a nosotras.

  • ¡No jodas Josefina! – Le respondió Muriel – Si sigues metiendo el dedo en la llaga, esta noche tendré que dormir en la terraza -

Estábamos listas para subir al auto cuando divisamos a Bernardita que corría hacia nosotras. Aún jadeante tras la carrera pero sin perder el glamour nos dijo.

-¡Donde vamos a celebrar!, porque supongo que no se atreverán a dejarme aquí tirada ¿cierto? ¡Vamos chicas! – Gritó - ¡Que la noche y mi vida acaban de comenzar! -