EL EFECTO MARIPOSA Capítulo 1

Un suceso en el presente puede provocar grandes diferencias en el comportamiento del futuro. Siendo el resultado final imposible de predecir.

1

Habíamos llegado de madrugada del aeropuerto y era cerca del mediodía cuando Muriel me despertó con la energía propia de una planta nuclear. ¡Inagotable!

Andrés en ese momento estaba volando a Shanghai para cerrar unos negocios, por tanto la estadía de Muriel se iba a prolongar algunas semanas más hasta su regreso.

Andrés era de las personas que buscaba la forma de proteger a los que quiere por lo que le pidió a Muriel que me acompañara durante su ausencia. Eso le daba más tranquilidad y seguridad para su largo viaje.

Aún metida en la cama, Muriel tiro las sábanas hacia atrás,  abrió las cortinas de la habitación con la idea fija de sacarme de la forma que fuera, incluso por la fuerza.

-¡Es hora  de aprovechar el día querida, no vale  la pena  perderlo  en dormir si podemos hacer cosas inolvidables! ¡Ya, arriba dormilona que estoy perdiendo la paciencia!-

-¡Pero Muriel, es el único fin de semana que no tengo turno en la clínica y merezco quedarme flojeando acostada cuanto quiera! – le respondí remolona, tomando las sábanas para cubrirme la cabeza por completo.

-¡Eso es para quien no tienen una amiga tan guapa como yo, que además te puede follar como una diosa! – respondió sonriendo Muriel.

Después de unos minutos entre tiras y afloja cedi a sus peticiones y dije.

-¡Esta bien, siempre me terminas por convencer! – le respondí sacando la cabeza  de mi escondite levantándome a regañadientes.

Desnuda me encamine hacia el baño, abrí la llevé del agua para entibiar la ducha mientras buscaba algún colet para amarrar mi cabello. Afanosamente hurgueteaba entre los cajones y al levantar la cabeza vi por el espejo que Muriel desnuda también se metía bajo el agua.

-¡Vamos Fabiola que para poder poner en marcha los planes que tengo pensado para hoy me debo asegurar de que no pierdas mucho el tiempo! ¡Ven a la ducha! -

-¡Jajajaja, mal asunto amor! porque si yo voy contigo al agua te puedo asegurar que la demora será interminable. Con entusiasmo abrí la puerta del shower door, tome un poco de jabón líquido y lo comencé a frotar por su espalda hasta lograr abundante espuma como pretexto para acariciar ese cuerpo que si bien era bastante atractivo, la sensualidad de sus curvas sin tanto volumen era lo que más me seducía.

Por su espalda fui acariciando su cuello, masajeando sus omoplatos y al abarcar completamente él área tenía el pretexto preciso para acariciar sus pechos firmes y turgentes que con solo rozar el pezón, un gemido hizo que apoyara su cuerpo con el mío dándome permiso para seguir adelante.

Con ambas manos acariciaba sus senos haciendo círculos para luego apretar sus pezones que estaban como dos duros botones haciendo que ante cada pellizco levantara su culo gimiendo de placer.

Esa era la señal inequívoca de que podía continuar mi camino por su vientre hasta llegar al ombligo.

Sus caderas se movían de un lado a otro siguiendo el ritmo de  mis manos y de mis besos. Mordía su oreja y cuando abrió su boca jadeante metí mis dedos en su vagina.

En ese instante se volteó para quedar de frente a mí en forma desafiante.

Tomó mi cabello mojado y primero mordió mis labios para luego meter su lengua en mi boca  enredándose con la mía. Sus pechos y los míos se frotaban con fuerza. Sus dedos en mi clítoris y los míos en el suyo se movían de forma sincronizada haciendo que aumentara el deseo al punto que al dar el último roce, ambas sintiéramos cómo se contraían nuestros cuerpos desatando un húmedo pero intenso orgasmo que nos dejó sin aliento por varios minutos con el agua corriendo bajo nuestras cabezas.

Muriel dejó primero el baño. Me demore un poco más para secar mi cabello y cuando llegue a la cocina ya estaba preparando el almuerzo vestida solo en colaless y un delantal de cocina.

-¡Fabiola, ahí está tu jugo de naranjas! ¡Ahhh y también te comerás estas tostadas francesas!

¡Y no quiero ningún tipo de reclamos! A Andrés le puedes decir tus cuentos habituales pero a mí no y como me dejó a cargo para que te cuidara lo voy hacer hasta las últimas consecuencias. -

Empezó a imitarme de forma burlesca dijo- ¡que solo tomo un café, que no estoy acostumbrada a desayunar, que me da náuseas, que tiene muchas grasas! ¡Qué las calorías! ¡Todas esas tonterías se acabaron, te lo comes y listo! -

Muriel era una mujer de carácter con ciertos rasgos de ternura que siempre intentaba disfrazar con órdenes sin derecho a que la pudieran rebatir. Era abogada y de las mejores.

A pesar de los años que habían transcurrido desde el día que nos conocimos, podía recordar perfectamente como si fuera ayer las circunstancias inusuales de nuestro encuentro. El regalo que me hizo Andrés con la finalidad de que cumpliera mi recóndita fantasía de tener sexo con una mujer fue el comienzo de una hermosa amistad contra todo pronóstico. Era su mejor y más íntima amiga en todos los años que vivió en España hasta que regresó a Chile. Muriel se había ido poco antes al sudeste asiático sin fecha de retorno donde perdieron todo tipo de contacto. Casualmente se volvieron a encontrar un tiempo después en el centro de Santiago.

Muriel era una atractiva lesbiana declarada. Andrés había encontrado a la persona precisa para regalarme el encuentro con una mujer. Quien mejor que ella que era de su completa y absoluta confianza para realizar y cumplir mi fantasía. Claro que la historia no terminó en ese único encuentro porque después y durante un buen tiempo nos convertimos en amantes hasta que Andrés nos descubrió.

Pero el profundo y genuino cariño que se profesaban Andrés y Muriel hizo que finalmente se transformaran en mis dos grandes amores logrando formar una peculiar familia de tres.

Por eso al mirarla en plena acción en la cocina reconocí a la misma bella mujer de aquel entonces. De cabello claro tirando a rojizo y piel blanca. Su hermoso rostro aún mantenía su risa fresca y boca delicada. Detalles que podía recordar con los ojos cerrados.

El cuerpo Muriel no tenía grandes cualidades pero resultaba irresistible en su conjunto. De pechos pequeños y firmes que cabían en mis manos, caderas algo estrechas pero curvilíneas que invitaban a recorrerlas con la punta de los dedos, largas piernas que le daban la estatura propia de su hidalguía. Magnifica por naturaleza.

Esa mañana con el cabello revuelto me hizo recordar una de las tantas mañanas en que nos quedamos remoloneando en la cama hasta que nos pillaba el anochecer.

Estaba distraída en esos recuerdos cuando sentí que por detrás me arreglaba el cabello y mordía mi oreja para avisarme que el almuerzo estaba servido.

  • ¡Ya guapa! aquí tenéis el mejor cocido madrileño que vais a probar en tu vida. Y no me vengas con eso de que recién desayunaste porque necesitarás toda tu energía para salir de juerga esta noche.

  • ¡Muriel tú pretendes que coma garbanzos con toda esta bomba de chorizos, carnes y más encima repollo cocido! ¡Puaaajjjj! ¡Voy a quedar hinchada como un globo! ¡Además el plato que me serviste es como para un regimiento, mujer! -

  • ¡Tienes que comer Fabiola! Este último mes solo he visto lechugas, uno que otro tomate y un trocito por no decir, un dado de carne de pollo y más encima sosa. ¡Como para alimentar a medio pajarito! -

  • ¡Deja de retarme Muriel! no sé  qué es mejor si tú o Andrés. ¡Parece que se pusieron de acuerdo para joder por las mismas cosas! -

  • ¡Ya ves! ¡Si los dos te queremos de la misma forma! - Respondió Muriel tomando un poco de guiso en su cuchara para dármela en la boca.

  • ¡Ya chiquilla mañosa, a comer! -  Terminó por decir sonriéndome con cierta ternura.

Una vez que terminamos el almuerzo recogimos la vajilla y aproveché de acariciar su sugerente culo que lucía en todo su esplendor.

Mientras limpiaba los platos recorría suavemente con los dedos el contorno de sus nalgas porque sabía que las cosquillas eran su perdición y en algún momento se harían irresistibles.

Ella se intentaba contener poniendo toda su concentración en el panel digital del lavavajillas con el cual peleaba al no poderlo hacer funcionar.

-¡Si quieres te ayudo cariño! – le susurré al oído acercándome seductoramente- Mientras tanto me puedes contar cuáles son tus planes para esta noche – termine por decir.

-¡Hoy saldremos a bailar! Tengo ganas de sacudir este cuerpo hasta perder el sentido.

-¡Pero no está Andrés para que nos acompañe! – Exclamé -  No me veo saliendo las dos solas a bailar. ¡No tengo ganas de estar toda la noche espantando jotes y buitres!

-¡Para evitar esos rollos que dices, conozco el lugar perfecto para nosotras! - respondió secándose las manos y quitándose el delantal para quedar casi desnuda.

-¿Lugar Perfecto? - Le pregunté tomándola de la mano para dirigirnos a la terraza y tomar algo de sol junto a la piscina.

Muriel tomó una polera de Andrés que había quedado tirada encima de una de las reposeras, se la colocó y lo empezó a imitar cuando fumaba su cigarrillo electrónico.

  • ¡A ver guapa! – Exclamó enronqueciendo la voz sin dejar la imitación - En esta ciudad también hay discotecas para nosotras ¡juntas! ¡Una discoteca para gays y lesbianas! - respondió besándome en la boca.

  • ¡Pero Muriel, estás loca! Te recuerdo que esto no es Barcelona o Madrid. ¡Estamos en Santiago de Chile! ¡No sé cómo te lo puedo explicar! pero no puedo aceptar tu invitación – respondí con un poco de incomodidad –

  • ¿Pero mi amor? ¡Acaso te llegó la menopausia que te has puesto tan jodida! -

  • ¡Jajajajaja Jajajajaja! ¡Hey, como puedes decir algo así!  Sabes que tengo los ovarios bien puestos y funcionando a las mil maravillas.

  • ¿Entonces cuál es el problema para ir bailar? ¡Si a las dos nos encanta, no entiendo cuál puede ser el problema! – argumentaba sus invitación.

  • ¡Sabes muy bien que una de las cosas que más disfruto es bailar, Muriel! Te parecerá estúpido, pero no me quiero arriesgar a ser vista por algún paciente o colega de la clínica en un sitio como esos - ¡El mundo es un pañuelo! -

  • ¡No logró comprender que aún existe una sociedad tan hipócrita como la chilena! - respondió acomodándose en la reposera. También quise hacer lo mismo así es que le hice el gesto de que abriera las piernas para acomodar mi espalda y con ellas me abrazara.

  • Por eso no me quiero exponer a ser vista en ese tipo de lugares. Sabes que al fin y al cabo el ser médico, tu prestigio también depende de quienes nos rodean. ¡Y más aún cuando tus pacientes son mujeres! -

  • ¡Mmmm, lo encuentro una gilipollez, pero está bien! Pero eso no significa que no nos iremos de juerga. ¡Más bien lo haremos de incógnitas, al menos tú! Porque en lo que a mí respecta, me importa una puta mierda que me reconozcan. -

  • ¡Vale, entonces yo te invito a comer! – Exclamé - déjame hacer la reserva en ese restaurante que tanto de gustó la vez anterior. Porfa, pásame el celular que está en la mesita. – le solicité para no tenerme que mover de la reposera.

Ella se levantó  tratando de no incomodar mi descanso y corriendo entro a la casa sin dar una explicación. Al regresar sacó su cabeza primero a través del ventanal y grande fue mi sorpresa al ver que su cabello no era del color al que estaba acostumbrada. Traía puesta una peluca de color rojo muy bien peinada y de aspecto muy natural.

-¿Qué es eso que traes puesto, Muriel? - Le pregunte riendo acercándome para tocar el cabello. Ella sin poder contener la risa movía la cabeza de un lado a otro luciendo su nuevo look.

-¡La solución a tu problema, pues Fabiola! – Me respondió con seriedad – Serás parte del programa de protección a testigos ¿supongo que has oído hablar de ello? -

  • ¡Por supuesto que sí! – Exclamé - Se hace para resguardar y ocultar la verdadera identidad de una persona

  • ¡Correcto mi amor! Como esta noche te tengo que proteger de los hipócritas de este país, necesitaremos que vayas de incógnita a gozar de una noche divinamente loca y creo que este color de pelo te queda fantástico, ¡como todo lo que te pones, mi vida! -

Así fue como luego estar disfrutando toda la tarde en la piscina, al caer la noche nos pusimos a trabajar en mi cambio de look. Que por cierto más parecía un juego.

Me di una reconfortante ducha esta vez en solitario y luego busque dentro del closet aquellos ajustados pantalones de cuero que me había regalado Muriel en una de mis tantas visitas a España.

Lo que los hacía especial era una franja transparente que los recorría por el costado y a su largo sugiriendo de manera sutil que no llevaba puesta ropa interior.

Lo combiné con un top color negro de breteles brillantes y una ligera camisola de seda que daban un aire bastante relajado. Con un maquillaje bastante recargado para la noche y para terminar con la peluca de cabello rojo que le daba un toque más exótico y llamativo.

Muriel por su parte lucía un vestido ajustado de una pieza con la espalda descubierta que con el cabello suelto la hacía lucir como la mujer que era. ¡Sencillamente irresistible!

No podíamos dejar a Andrés fuera de esta transformación. Nos tomamos varias fotos juntas y se la enviamos con una etiqueta.

-“Cuando el gato sale, las zorras se van de fiesta” –

2

Muriel nunca me dejaba de sorprender cuando se trataba de pasarlo bien. Salir con ella era adentrarse en un sorprendente mundo de insólitas aventuras más aun con su personalidad detallista, al punto de la perfección.

Las situaciones fluían como si tuviera el poder del destino en sus manos, por eso me costaba imaginar la tragedia que pudo haber sido al negarme a la posibilidad de ser su pareja.

Más aún si mi elección había sido por Andrés, su mejor amigo y no por ella.

  • ¿Quién conducirá esta vez? - Preguntó mientras nos dirigíamos al estacionamiento.

Aminoré un poco la marcha porque me gustaba deleitarme con su caminar cadencioso que había lucir de forma esplendida su culo y espalda que ahora estaba descubierta en todo su esplendor.

Mientras me hablaba  gesticulaba con las manos, situación que me causaba mucha gracia porque mientras más argumentaba sus dichos, imaginaba cuantas manos más podía necesitar para completar su idea.

  • ¡Esta vez lo haré yo! – Respondí abriendo la puerta del auto – Así pago de inmediato la factura de haberme traído de la casa de Bernardita algo mareada.

  • ¿Algo mareada? mmm si claro. Entre Andrés y yo te tuvimos que acomodar amarrada en los asientos traseros con ambos cinturones de seguridad para que no fueras para los lados en cada vuelta que dábamos ¡Tus amigas y tú esa noche se tomaron hasta el agua del florero! y tú diciendo “que venías algo mareada “, por favor – exclamó riendo

  • ¿Ves?  Por esto lo decía. Este exagerado discurso que me acabas de dar sobre mi salida de la semana pasada sabía que en algún momento me iba a pasar la cuenta. ¡Primero Andrés y ahora tú! ¡Ya, vamos querida sube! ¡Yo conduzco! ¡Así también te podrás beber el agua de la piscina, si quieres! -  Respondí dando por terminada la conversación.

Muriel ya tenía en su móvil la ruta trazada en waze para llegar al sitio previsto. Era una prestigiosa y muy de moda discoteca gay  donde además de bailar se presentaban unos fabulosos espectáculos vanguardistas venidos de Europa o Estados Unidos.

No pude evitar hacer salir a Muriel de sus casillas, tome la calle opuesta a la ruta que me había indicado. De reojo pude ver cómo me dirigía la mirada para reclamar así es que deslice mi mano derecha por su rodilla izquierda acariciando entre sus piernas hasta llegar a su húmeda entrepiernas.

  • ¿Algún reclamó cariño? – Pregunte entre risas – ¡te noto algo inquieta! -

  • Tú sigue conduciendo no más, Fabiola – me respondió entre gemidos – ¡Veo que tú GPS está coludido contigo para cabrearme y joderme! -

Di la vuelta en el semáforo siguiente y justo a media cuadra estaba el sitio exacto.

Asombrada Muriel no dejaba de reír y me beso apasionadamente.

  • ¡Nunca me dejarás de enamorar, mujer! ¡Andrés sí que es un cabrón con suerte! -

  • ¡Y yo más, querida! ¡No lo olvides! -  respondí suspirando.

Dejamos aparcado el auto en un estacionamiento exclusivo y tomadas de la mano nos dirigimos al lugar. A pesar de que en España frecuentábamos estos lugares con total normalidad, hacerlo en Santiago era totalmente nuevo para mí.

Había oído un par de veces de la existencia de discotecas gays pero nunca había tenido la oportunidad de estar en alguna.

Por ser mi primera vez, aun estando casi disfrazada con mí peluca roja no dejaba de tener temor a ser descubierta o que alguien me reconociera.

Al llegar a la puerta de entrada nos pidieron el pase del día. Muriel pasó su teléfono con el código QR que certificaba la reserva.

Nos pusieron un brazalete de color rosa en la muñeca derecha y entramos a la discoteca.

El lugar era simplemente fantástico, con una decoración impecable y de buen gusto, acompañado de música electrónica dance que no retumbaba en los oídos. En las alturas de la pista central se encontraba pinchando un reconocido DJ.

Animaba la noche un transformista que si Maite no me lo hubiese dicho, hubiera jurado que era la mismísima Madonna en persona.

La ocupación estaba casi al límite con gente yendo y viniendo por los amplios pasillos que también servían como sitios de besos furtivos y uno que otro espectáculo privado subido de tono. Abriéndonos paso entre la gente pudimos llegar al sitio que teníamos reservado.

Era quizá la mejor ubicación que constaba la sala, con un sofá de color rojo bermellón aterciopelado y curvo siguiendo la línea del escenario.

Bajo esa perspectiva podría decir que Madonna estaba casi sobre nuestras cabezas.

Muriel se notaba maravillada con su elección. Se acomodó en el sofá y pidió una botella del mejor espumante a lo que la chica que nos atendía nos sugirió que lo acompañáramos de fresas y frambuesas para realzar el sabor de la bebida.

  • ¡De puta madre! Exclamó con la intención de hacer notar que estaba fascinada con la sugerencia de la camarera.

  • ¡Ahhh! Por favor trae también una botella de agua mineral para mi chica porque esta noche prometió que ella iba a conducir de regreso, ¿cierto mi amor? – exclamó riendo

  • ¡Muriel, no me puedes hacer esto! Una copa de ese espumante no se le pude negar a nadie – agregué haciendo pucheros muerta de la risa

-¡Bueno, en ese caso me tendrás que acompañar a bailar intensamente para que el alcohol se desvanezca y se diluya en tu lindo cuerpecito! –

Salimos a bailar a la pista la canción icono del mundo gay “I Will Survive! de Gloria Gaynor y Muriel se movía totalmente desmelenada agitando los brazos y contorneando sus caderas. Yo la seguía a mi ritmo. Volvimos a la mesa y cuando estábamos brindando empezó a sonar la canción favorita de Muriel.

“la gente me señala – me apunta con el dedo

Susurra a mis espaldas y a mí me importa un bledo”

El rostro de Muriel se transformó de felicidad, me hizo el gesto de tocarse la oreja para que escuchara la canción. Se levantó casi dando un salto y tomándome de la mano volvimos a la pista de baile.

La euforia era colectiva. Todo el mundo se lanzó al escenario así como obedeciendo al llamado a entonar el himno patrio con vehemencia y fervor.

Apenas nos podíamos mover al ritmo de la canción porque el público saltaba con cada verso.

Cantábamos abrazadas a todo pulmón con Muriel.

“Aquí en le importa lo que yo haga

A quien le importa lo que yo diga”

Cuando delante de mis ojos apareció una figura masculina que sin duda conocía.

Estaba tomado de la mano acompañado de otro hombre mientras bailaba alegremente al igual que nosotras. De pronto se besaron con tanta pasión que casi fui yo la que se quedó sin respiración.

Fue tanta mi sorpresa que me detuve para cerciorarme si lo que había visto segundos atrás era real.

Muriel presa de la euforia saltaba de un lado a otro coreando la canción cuando al verme petrificada mirando a la pareja me tomó por los hombros para hacerme reaccionar.

  • ¿Mi amor, los conoces? – pregunto de forma interrogante

  • ¡Ehhh Si, No, No sé! – respondí aún sin poder comprender muy bien de lo que estaba siendo testigo.

  • ¡Joder, Fabiola! ¿Cómo es la cosa? ¿Los conoces o no? Puedo apostar que es alguien importante porque tú palidez es demasiado evidente. ¿Algún médico que va de machito por la vida y no lo es tanto? – preguntó intrigada.

  • ¡No, no te preocupes! ¡Creo que me equivoque, fue solo una impresión! – le respondí tratando de disimular, volviendo al sofá por otro trago.

Tomé mi copa y la bebí de golpe hasta la última gota. Comencé a buscar con la mirada al misterioso personaje. No me iba a quedar con la duda, menos si se trataba del esposo de una de mis mejores amigas.

Lo empecé a buscar inquieta con la mirada por toda la discoteca y para mi fortuna el hombre y su pareja estaban sentados un lugar por medio del nuestro en dirección diagonal lo que me daba el ángulo perfecto para salir de mis dudas.

De a lo menos 1,85 m de estatura, guapo y delgado. Se notaba que tenía una rutina de ejercicios frecuentes, porque su camisa Slim fit con coloridos diseños daba el calce perfecto dejando en evidencia su marcada musculatura abdominal.

De cabello rubio, ojos celestes y rasgos delicados. Pipo, el marido de mi amiga Bernardita lucia feliz y radiante mientras se besaba apasionadamente con su acompañante.

Mi cabeza daba vueltas como un tumultuoso remolino intentado descifrar la información que estaba recibiendo visualmente. ¡Pipo! El recién casado con aquella chica, que además de inteligente, multimillonaria y sumamente hermosa, era una de mis hermanas de la Congregación de las Mal Portadas.

El resto de la noche la pase intentando de que Muriel no sospechara de mi descubrimiento, siguiéndola disimuladamente en todas sus locuras.

Bailamos hasta más no poder una canción tras otra. Muriel cantaba a rabiar moviendo su loca cabellera rojiza de un lado a otro.  Su cuerpo parecía un folioscopio que con una serie de imágenes simultáneas se podía lograr el movimiento.

Con cada giro, lucia sin querer aquella hermosa figura que moldeo con tantos años de clases de ballet clásico a la que asistía a regañadientes obligada por su padre. Era un deleite ver cómo se movía y más aún, como bailaba.

No podía echar a perder la noche así que una vez que comprobé fehacientemente que era Pipo, el mismo hombre al que había conocido fugazmente en la fiesta benéfica que había organizado magistralmente su esposa Bernardita para  atrapar a Derek Radenmachen, me dedique a disfrutar de una noche loca de fiesta.

Una vez que salimos de la discoteca ambas nos quitamos los zapatos de tacones porque de otra forma perderíamos el equilibrio por culpa de la piedrecilla y desniveles del camino.

3

Le iba a abrir nuevamente la puerta del auto cuando me comenzó a acariciar el cabello acomodando con los dedos algunos mechones de tras de mi oreja. Mientras lo hacía se acercaba lentamente mordiendo mis labios y metiendo sigilosamente su lengua en mi boca.

Yo fui directamente por mi debilidad. Sus pechos aunque pequeños, eran firmes y duros, perfectos para mí. ¡Cabían en las manos!

Cuando los pude tomar, noté que sus pezones estaban duros como botones y tan sensibles que con solo meter la mano bajo su vestido, sus gemidos fueron inevitables.

La urgencia fue tal, que abrí la puerta del auto y la empujé al asiento del copiloto y de rodillas delante de ella, sumergí mi cabeza entre sus piernas.

Torpemente le quite el pequeño calzón que en su parte interior manifestaba abundantemente la más deliciosa humedad. Entreabrí sus piernas separando sus rodillas y mi lengua se hundió ferozmente en su vagina embistiéndola presa de la excitación.

Al mismo tiempo baje el cierre de mi pantalón y metí los dedos en mi vagina como queriendo seguir el ritmo de sus caderas con las mías.

Mi lengua en su clítoris y mis dedos dentro de ella hicieron que de un intenso suspiro comenzara a temblar suavemente gimiendo con la respiración casi entrecortada.

Cuando logró volver del intenso orgasmo tuvo hacer un esfuerzo para levantar mi cabeza que descansaba en su pecho. Mi respiración aún jadeante no me dejaba articular ninguna palabra. Cuando ella y yo nos hundíamos en un orgasmo no eran necesarias.

Durante el trayecto de regreso a casa, Muriel me observaba con atención. Hasta que rompió el silencio de una vez.

-¡Fabiola ahora sin engaños ni mentiras! -  Mírame a los ojos y dime quienes eran el par de tipos que estaban en la discoteca, esos que te dejaron al borde del colapso durante toda la noche. ¡Por favor no te atrevas a decir estoy equivocada porque la nariz te ha comenzado a crecer tanto que ya está topando con él parabrisas! -

-¡Muriel, mi amor! No puedo cumplir con tu petición por dos razones. La primera es que si te miro a los ojos no podré conducir y si lo hago podríamos tener un accidente y la segunda es porque mi naricita está del mismo porte -

  • ¡Ya guapa, fuera de bromas! ¡Quienes son esos tipos! ¿Te molestaron, te hicieron algo? ¿Qué pasó? – insistía Muriel para que le contara.

  • ¡Con eso puedo lidiar solita, mi amor! El asunto es más grave y de verdad no sé cómo lo puedo resolver -

  • ¡Conmigo Fabiola lo puedes resolver todo! ¡Lo que sea! Desde comprar un castillo en Escocia con la torre más alta para que te encierres a escribir esperando ser rescatada, ojalá por mi e incluso abrazarte cuando estás desnuda y temblorosa cuando haces el amor con Andrés.  -¡Bueno tú! mientras yo los observo -

Sabía perfectamente que todo lo que me decía era verdad, más aún si estaba con unas copas de más en el cuerpo.  Su generosidad me hacía admirarla aún más, porque amarme de la forma en como la hacía, a sabiendas que su mejor amigo era mi amor en esta vida, era realmente sublime. Aunque ella tenía la secreta esperanza que quizá en la otra vida, le ganaría a Andrés esta batalla.

Llegamos a la casa de madrugada y recién recordé que el celular se me había quedado en la mesita de noche mientras lo recargaba.

No fue sorpresa ver un par de llamadas perdidas de Andrés respondiendo a nuestra foto.

-Me gusta ese color de pelo, te pareces a Ronald Mac Donald. Jajajaja ¡me dieron ganas de comer unas hamburguesas! ¡Cuídense mucho el par de zorras guapas! -

Una vez que me quite la ropa y me metí en la cama, Muriel me estaba esperando atenta sentada sobre las almohadas.

La miré con cierta angustia y sin poder más le solté la bomba.

-¡El tipo de la camisa ajustada, esa de colores, el que estaba cerca de nuestra mesa! – le fui respondiendo mientras también me sentaba sobre la cama con las piernas sujetas con mis brazos como abrazándolas.

-¡Si, como no lo voy a recordar si no le quitaste la vista de encima durante toda la noche! El tipo se movía a la derecha y tú perfecta cabecita giraba en la misma dirección como un periscopio buscando su blanco.

-¡Bueno, él es…! - dije aumentando el suspenso inconscientemente.

Muriel ya no podía más ante mis evasivas, se levantó de la cama, tomó una almohada y me la tiró directamente a la cabeza.

-¡Joder, Fabiola! Ya me tienes de los nervios con tanto misterio. ¡Esta es una advertencia! Sueltas la bomba o te voy a demandar por obstrucción a la justicia -

Respire profundo para armarme de valor porque una vez que lo verbalizara y contara lo que sabía, se iba a convertir en realidad.

-¡Es el marido de la Bernardita!  - confesé con cierta tristeza – ¡Y por favor no me mires con esa cara! ¡Si, el mismo! ¡Es el esposo de la dueña de la casa a la que me fueron a buscar con Andrés la otra noche! -

  • ¿Me estás hablando de la chica rubia de cabello largo? ¿Esa que tiene un culo que parece esculpido por Miguel Ángel? -

  • ¡Parece que tuviste tiempo para mirarla con atención, Muriel! - respondí con cierta ironía.

  • ¡Y que querías! Solo a ustedes se les ocurre llevarme a una fiesta donde hay cinco mujeres desnudas. ¡No soy ciega mi amor, no tengo sangre de horchata y tampoco soy de fierro!

  • ¡Ok vale! Pero no nos desviemos del fondo, Muriel. Tengo que hablar con Bernardita, ¡pero no sé cómo y tampoco sé que decir! - le respondí perdiendo la calma.

  • ¡Le tienes que contar lo que viste, eso no está en duda! ¡Pero debes buscar la forma correcta de decirle que su marido la engaña o tiene un romance con un hombre, que es gay, bisexual o que se yo! -

  • ¡Ahhh súper buen consejo! Mañana mismo la llamo por teléfono y le digo: ¡Hola Bernardita, te quería contar que anoche vi a tu marido besando a otro hombre en una discoteca, parece que el Pipo es gay!- exclamé ironizando.

  • ¡No exageres, Fabiola! Esa no es precisamente la forma que lo debes hacer –

-¡Entonces como lo hago! – exclamé angustiada – Lo mejor sería quedarme callada y no decir nada, pero no podría mirar más a la cara a Bernardita sin sentir que estoy traicionando a mi hermana. ¡No sé qué hacer! – exclamé suspirando.

  • ¡Quizá tus amigas que la conocen más te podrían ayudar! No sé, siempre dos cabezas piensan más y mejor que una -

  • ¡Mi amor ya es tarde, durmamos! Mañana con más calma las llamas y le pides su opinión. ¡Ven acá! – me dijo tomándome las manos acomodándome en la cama a su lado.

Por unos minutos estuve abrazada a Muriel pero con la cabeza en llamas, pensando si decirle la verdad a Bernardita era lo correcto.

Dejándome llevar por un impulso irresistible tome el teléfono y le escribí un WhatsApp a cada una las integrantes de las Mal Portadas, excluyendo indudablemente a mí joven amiga.

“¡Amigas S.O.S! ¡Reunión de extrema urgencia mañana! ¡Por favor no informar a Bernardita!”

Unos minutos después sonó el móvil y en la pantalla se podía leer - Maite llamando -

Como pude me desapegué lentamente de Muriel que dormía profundamente, me levante en puntillas y entré al baño.

-¡Fabiola, amiga! Que ocurre para pedir socorro de forma tan urgente a las 4,30 AM – Preguntó con voz de preocupación mi fiel amiga al otro lado de la línea.

-¡Maite! – Le respondí  – No sé por dónde empezar. Pero tengo algo importante que comunicarles. ¡Necesito de todo su apoyo! – susurraba afligida en voz baja.

-¡Pasó algo con Andrés! – preguntó sobresaltada

-No, no para nada, Andrés anda en China, es otra cosa y estoy terriblemente angustiada. -¡Ah, qué alivio! ¡Ya, cuenta conmigo para lo que quieras, pero no me puedes dejar con la incertidumbre a las cuatro y media de la mañana! -

-¡Promete que guardarás absoluta discreción hasta que sea el momento adecuado, Maite! – agregué con la intención de revelar el secreto que tenía atragantado en la garganta.

-¡Te lo prometo por la virginidad de mis orejas, amiga! -  Respondió a carcajadas.

-¡Que no puedas tomar nada en serio! - Le recrimine algo sentida.

-¡Estas muy equivocada amiga linda! ¡No olvides que tomó el pene de nuestro Andrés con mucha seriedad cuando lo meto en la boca! –

-¡Maite, ese tipo de comentarios ya me está cansando, me parece grosero y de mal gusto! ¡Se te está pasando bastante la mano! ¡No abuses de mi buen rollo y de mi paciencia!  -  Le reproche molesta al límite de la tolerancia.

-¡Esto es muy grave! - exclamé

-Disculpa amiga, vengo de una fiesta con algunas copas de más. Te pido perdón por lo desatinada ¿Qué pasó? – pregunto en forma seria.

-¡Maite, descubrí que el Pipo es gay! - le dije con algo de culpa.

  • ¿El Pipo? ¿El conejito de la Berny? ¡Ese que intenta o más bien lo obligan a follar, se va cortado rapidito y cuando lo hace se cae de espaldas persignándose desmayado! – Preguntó largándose a reír a carcajadas – ¡Perdón amiga, pero no lo puedo evitar! –

-¡Él mismo amiga! El problema es que no sé cómo contarle a Bernardita, porque sin duda esto sería la guinda de la torta a todo los que nos contó la semana pasada en su casa ¿Recuerdas? -

  • ¡La verdad es que poco me acuerdo, Fabiola! ¡No ves que soy un poco sensible al tequila! – volvió a responder en tono de broma.

  • ¿Y cómo supiste que el Pipo muerde la almohada, Fabiola? ¿O es come nuca?, ¡Bueno, da lo mismo! Porque supongo que no lo encontraste en la calle tomado de la mano con otro hombre. ¡Así por simple casualidad! – pregunto interrogante.

-¡Fuimos con Muriel a bailar a una discoteca gay! Ahí estaba Pipo en medio de la pista besándose apasionadamente con otro hombre.

-¿Fuiste dónde? ¿A una discoteca para…? -  exclamó dejando inconclusa la respuesta.

  • ¡Si Maite pero ese no es el tema! No encuentro como planteárselo a Bernardita. Por eso las cité para un rato más y me ayuden a encontrar la forma de contarle lo que sucede. -

Mientras hablábamos por teléfono sentí que alguien tocaba el timbre de la entrada principal. Sonó una vez y luego otra.

Muy asustada salí del baño y fui caminado casi en puntillas por el pasillo sin encender las luces de la casa.

-¡Maite! – le dije en voz baja – creo que alguien anda merodeando la casa, por favor no me dejes de hablar mientras veo quien toca el timbre es a estas horas. ¡Son casi las seis de la mañana! -

-¡Fabiolaaaa!- me respondió también en voz baja siguiéndome la conversación – ¡Si no me abres rápido la puerta seguiré tocando el timbreeeee hasta que te apures! -

-¿Abrirte? ¿Eres tú? - Pregunté abriendo la puerta para encontrar a Maite del otro lado. Era muy graciosa la figura de ambas hablando por teléfono mirándonos frente a frente la una a la otra.

-¡Pero qué haces aquí a esta hora, Maite, por dios! - Le pregunté con sorpresa – ¡Porque no me dijiste que venías en camino! -

-Solo cumplo con la primera parte del lema que une nuestra congregación, amiga “Una para todas”  Si alguna de mis hermanas cita a reunión una madrugada de domingo, debe estar en serios problemas. ¡Aún más, si es nuestra Madre superiora! – Exclamó y continuó -  Así que tome el auto y mientras conducía te llame para adelantar. La curiosidad me mató al igual o peor que a los gatos -

Maite entró a la casa y pasó directamente al dormitorio. Vio dormida a Muriel, inclinó la cabeza hacia un lado como disfrutando de la escena y exclamó irónicamente – ¡Que ternura! -

Se acercó al lado opuesto al que ocupaba Muriel, se quitó los zapatos y se metió en la cama señalándome que hiciera lo mismo.

  • ¡Ahora sí! cuéntame todo con lujo de detalles, Fabiola. ¡Sin saltarte ninguno! - exclamó

  • ¡Shhhht, Maite! Vas a despertar a Muriel – le dije bajando el tono de voz.

Muriel ya daba indicios de tener un sueño ligero y girándose hacia donde supuestamente me encontraba acostada, abrió los ojos y exclamó con sorpresa.

-¡Fabiola dime que esto no es más que una terrible pesadilla! ¡Que tu inusual amiga esté metida en nuestra cama! -

Maite la miro sin dejar de sonreír sabiendo que cualquiera fuera la respuesta, Muriel no iba a ser amable.

-¡Pero Muri! ¿Te puedo llamar Muri, cierto? Te ves tan linda durmiendo ¿Porque no sigues con tu cita con Morfeo? Perdona, disculpa ya sé que eso de los hombres no va contigo, ¡Entonces que sea mejor con Morfea! ¡Digo yo! -

Maite se giró hacia mí dándole la espalda a Muriel, quien con una paciencia admirable decidió no responder a sus ironías.

Pero si había algo que la caracterizara a Maite era sacar de sus casillas a cualquiera, sabía que esta era una de esas oportunidades y no la iba a dejar pasar.

Se volvió a girar y mostrando su más linda sonrisa lanzó su último comentario – ¡Y nada de andar agarrándome el culo! Así que por favor mantén tus manitas quietecitas.

Muriel ya harta de tanta provocación gratuita, la estaba a punto de echar de la cama cuando me levanté rápidamente para recostarme a su lado.

La abrace por la espalda y le susurré al oído – Cariño, te voy a decir lo mismo que le dije a Andrés en su momento.  ¡A Maite solo hay que quererla y mucho! ¡Paciencia! -

La bese en la frente y regrese al lado de Maite para seguir nuestra conversación.

  • ¡Bueno Fabiola, esperando que nadie nos vuelva a interrumpir! - dijo esto último alzando el tono de voz - termina de contarme lo que viste del Pipo -

  • No hay mucho más que contar Maite, te lo vuelvo a repetir. ¡Vi al Pipo besándose con otro hombre! ¡Eso es todo! -

  • ¿Pero qué andabas haciendo en un antro tan tenebroso como ese? - preguntó

  • ¡Salimos a bailar con Muriel y lo vimos con su pareja masculina! - respondí ya cansada de repetir una vez más el relato.

  • ¡Pero! ¿Él te vio, te reconoció? – seguía preguntando

  • Imposible- le dije muy convencida. Me levante y fui al baño de una carrera para regresar con la peluca roja puesta.

  • Jajajajaja No puedo creer que mi amiga, una mujer inteligente, médica y más encima guapa se tenga que disfrazar para salir a la calle ¡Lo que logran hacer las malas juntas! – exclamo seriamente sin dejar de sonreír.

  • ¡Maite no estoy para tus juicios valóricos un domingo a estas horas! Lo único que quiero es que junto a Josefina y Constanza nuestras hermanas, me ayuden a encontrar la fórmula para contarle a Bernardita la verdad y para eso no era necesario que me vinieras a socorrer -

  • ¡Bueno, ya estoy aquí y para no correr peligro! - dijo mirando seriamente a Muriel – me iré a dormir un rato a otra habitación -

Intencionalmente tomó las sábanas y por arrastre fue destapando a Muriel hasta dejarla totalmente descubierta.

No podía dejar de reír ante la escena tan surrealista. Muriel me increpaba por un lado y Maite salía triunfalmente por el otro arrastrando las sabanas como si fuera un traje con una extensa cola. Después de tranquilizar a Muriel, me acosté a dormir.

4

Mi teléfono sonó cerca de las diez de la mañana y como pude contesté sin mirar quien era quien llamaba.

-¿Fabiola cómo está mi guapa zorra? ¿Cómo está todo? - Escuche la inconfundible voz de Andrés del otro lado del teléfono.

-¡Hooola mi amor! - respondí aun intentando despertar – ¿Qué haces tan temprano llamando un domingo a esta hora? -

-¿Cómo que a esta hora? - Respondió extrañado.

  • ¡Si son, a ver déjame mirar! Aquí son las diez de la noche, diez de la mañana en Chile. ¡Por lo que veo  la fiesta fue larga anoche! -

  • ¡Tú sabes cómo es Muriel cuando se trata de bailar!  ¡No hay quien la pare! -

  • Es verdad – respondió Andrés - Bueno sigan durmiendo, llamaba solo para saber cómo estaban ya que anoche no contestaste mis llamadas -

  • ¡Ohhh sí! Vi que tenía un par de llamadas perdidas. Lo siento mi amor, deje el teléfono cargando en la mesa de noche y me olvidé de llevarlo. ¡Pero todo bien por acá, solo que te extraño mucho! -

  • ¡Ok solo llamaba porque quedé preocupado! Ya sé que el par de zorras están sanas y salvas pasando la resaca -

  • ¿Regresas el jueves cierto? Ya estoy muriendo de nostalgia- respondí en tono cariñoso.

-¡Tendrás que esperar un par de días más! El contrato lo firmamos el próximo viernes. Si todo sale bien estaré de regreso el Lunes o Martes. Así que todavía tienes tiempo para esperarme como a me gusta. Desnuda, húmeda y caliente –

-¡Besos, te quiero! -

Una vez que terminamos de hablar me metí rápidamente a la ducha para despejarme un poco. Me vestí con ropa deportiva y pensé tomar desayuno antes de que Muriel o Maite despertaran.

El resto de las hermanas de la congregación debían estar por llegar.

Grande fue mi sorpresa que al entrar a la cocina Maite ya les estaba sirviendo el café a Josefina y Constanza mientras preparaba unas tostadas para mí.

-¿Fabiolita, dormiste bien? Ven acá, tengo para ti un jugo de naranja ¡de caja! que dice “recién exprimido“ Y para Muriel un par de bollos, como ella es bollera supongo que le gustarán ¿cierto? – largándose a reír

-¡Con un café estoy bien, gracias! – respondí haciendo caso omiso al tema los bollos.

Mientras me acercaba a la mesa saludé a Constanza y a Josefina con un abrazo. Me senté en la cabecera y me propuse informar de inmediato el motivo de la reunión.

Constanza se notaba preocupada al igual que Josefina. Tomaron su tazón de café recién preparado y nos dirigimos al comedor de diario.

Era un espacio de la cocina con salida a la terraza que se convirtió en un refugio cuando se necesita el cariño de la comida. Era mi lugar favorito.

Cada una ubicada en sus asientos. Tome un sorbo de café y comencé.

-¡Bueno amigas antes de nada, mis disculpas por haberlas citado tan temprano! Pero en realidad necesito urgente de su ayuda – le dije seriamente – Anoche me enteré de algo que sin duda va a cambiar la vida de Bernardita y quiero encontrar la mejor forma de poder comunicárselo.

Josefina y Constanza se miraron extrañadas ante mis palabras y tuve la certeza de que Maite no les había dicho nada al respecto, así es que proseguí sin dar pie a que me interrumpieran.

-¡Se trata de Pipo, el esposo de Bernardita! – continúe mientras bebía un sorbo de café.

-¿Y? - Exclamó Constanza esperando que terminara mi explicación

  • ¡Pipo es gay! -  respondió de pronto Josefina impasible como si lo supiera de siempre.

  • ¿Cómo lo sabes? - exclame alejando la taza de café de mis labios para no quemarme de la impresión.

-¡Bueno, no tengo la certeza! ¿Qué otra cosa podría ser? ¡Porque no creo que las putas sean su problema! –

El silencio en la cocina fue sepulcral que solo fue interrumpido por la aparición de Muriel en pijamas. Con el cabello suelto y actitud relajada rodeó el comedor hasta llegar a mis espaldas y sin pudor me beso el cuello suavemente muy atenta a la reacción del resto.

-¡Hola chicas, buenos días a todas! - Saludó de manera general - ¡Menos a una! - exclamó mirando directamente a Maite.

Pero esta vez Maite no le respondió porque la aseveración que había hecho de Josefina la dejó descolocada.

Constanza estiró sus manos para tomar las de Josefina alentándola a que continuar a que siguiera exponiendo su idea.

  • ¿No me digan que no lo sospechaban? Eyaculador precoz, evitaba y le tenía pavor a tener sexo con Bernardita y además su personalidad es media rara. Porque si hubiese sido adicto a las putas por lo menos habría intentado el sexo anal u otra práctica algo más pervertida. Víctor, mi marido y no se los conté la otra noche, resultó que es cliente frecuente y premium de todas los prostíbulos y clubes VIP que hay en Santiago y alrededores. ¡En todo caso, me importa una mierda lo que haga con su vida! -

Después de la impactante declaración de mi amiga no me quedo más alternativa que detallar los pormenores de la noche.

  • ¡Josefina, lamentablemente está en lo cierto!  Anoche vi a Pipo besándose con otro hombre en una discoteca.

Constanza que estaba sentada a mi lado no disimulaba su desconcierto. No se le escucho decir palabra durante toda la conversación. Hasta que se atrevió a hacer la pregunta que todas queríamos evitar.

-¿Quién se lo va a decir a Bernardita? Porque se lo tenemos que decir. Creo que todas estamos todas de acuerdo en eso ¿verdad? – preguntó mirándonos una a una.

  • ¡Bueno, en teoría es lo que deberíamos hacer! - respondió Josefina algo indecisa.

  • Porque conociendo a Bernardita, tarde o temprano se va a dar cuenta de la realidad y quizá no es necesario adelantarle el mal rato. ¡Si lo descubre ella por sí sola, tendrá el  tiempo necesario para procesar la información! -

  • ¿Estas proponiendo que hagamos un votos de silencio? Y quien de nosotras pondrá cara de inocente cuando la Berny nos cuente lo que nosotras ya sabíamos de antemano – exclamó Maite muy seria.

  • ¡Yo no! - respondió Constanza bajando la cabeza.

  • ¿Y tú Jo? ¡Prestarás tu linda carita! – continuó Maite perdiendo la paciencia.

-¿Y si Bernardita nunca se entera de que el Pipo es gay o bisexual? ¡Vamos a permitir que siga siendo la pobre infeliz que es hasta ahora en su matrimonio, porque debemos reconocer que lleva una vida de mierda junto a ese hombre! – exclamé dando mi opinión

Muriel escuchaba atentamente cada una de las intervenciones. Se dio el tiempo de oírnos sin ninguna expresión, hasta que considero que era tiempo de opinar.

  • ¿Puedo? – dijo levantando la taza de café pidiendo la palabra.

  • ¡Claro que no linda! – Respondió Maite de inmediato.- Esta congregación ya no acepta más novicias. ¡Están cerradas las inscripciones y tampoco hay vacantes! –

Muriel con una paciencia encomiable empezó a dar su opinión.

-¡Fabiola les está pidiendo ayuda para encontrar la forma de decirle a Bernardita la verdad! No está preguntando si se le dice o no. ¡Eso se da por descontado! Creo que deben partir el debate desde esa perspectiva. ¿Se entiende? – término Muriel acariciándome el cabello.

Cada una de las chicas estaba atenta a cada uno de sus gestos.

-¡Murelita, corazón! ¿Porque no te sirves calladita tú desayuno y nos dejas solitas solucionar nuestros problemas? ¡Hay bollos en la cocina por si los quieres probar! ¡Bueno, creo que ya los has probado muchas veces!-  profirió Maite con la clara intención de molestarla.

Muriel no perdía el control y más bien estaba a la espera de mi reacción ante la evidente y reiterada mala leche de Maite.

-¡A ver, vamos a dejar de inmediato un punto muy claro! – Exclamé levantando la voz -  Muriel tiene el derecho a opinar lo que le plazca y tiene razón cuando menciona que el fondo no se debe ser cuestionar -

-¡Le diremos la verdad! El problema y es por lo que están aquí, es el cómo se lo decimos. -

  • ¡A ver! – Dijo Maite no queriendo soltar a Muriel – ¡Fabiola, ella se comporta como si fuera tú pareja, la muy fresca! -

  • Me alegro que así sea, porque lo es – respondí seriamente

  • ¿Y Andrés? - Preguntaron las tres casi al unísono.

  • ¡También! – respondí escuetamente y continué

-¡Chicas, ya basta de tanta tontería con Muriel! Conocen de sobra nuestra historia para que sigan con las ironías de siempre. La amo tanto como a Andrés. Ellos son mi familia como nosotros somos la de ella. Si tanto me quieren como dicen, acéptenla como lo que es. ¡Mi pareja! Al igual como Andrés acepta a cada una de ustedes con todas sus imperfecciones y locuras incluidas con amor, respeto y cariño. Recuerden que nosotros jamás juzgamos ni condenamos a nadie por su condición, gustos u orientación. Siempre nos apoyamos y nos ayudamos, ¡No me compliquen la vida, se los pido por favor! –

Todas bajaron la cabeza quedando en completo silencio hasta que Josefina exclamó.

  • ¡Ya basta! Creo que irse por las ramas no conduce a nada.- interrumpió tratando de liberar la tensión.

  • ¡Fabiola, creo que tú debes hablar a solas con Bernardita! Sin incluirnos, porque fuiste tú quien vio a Pipo. Es demasiado íntimo y privado lo que le vas a revelar -

  • En su lugar no querría que lo supiera todo el mundo - dijo Constanza.

-¡Tienes razón! - respondí resignada – La llamaré mañana sin falta y estén preparadas para cualquier llamado de emergencia. ¡Porque no sabemos cómo puede reaccionar! -

-¡Que poca fe le tienen a la Barbie! – Exclamo Maite mientras recogía las tazas de café – No vaya a ser cosa que las sorprenda, queridas. Nuestra blondie hermana puede resultar toda una cajita de sorpresas.

Para relajar un poco el ambiente Muriel se acercó a Maite abrazándola por detrás sin intención alguna. Maite se sorprendió por el hecho y sin soltarla Muriel dijo.

-¿Porque no se quedan a almorzar? ¡Yo invito!  Tengo un dato de comida Thai que es maravillosa y lo mejor es que hace delivery. ¿Les parece? –

Muriel nunca me terminaba de sorprender porque detrás de esa personalidad fuerte, imponente y segura existía el maravilloso ser humano de la cual había quedado prendada.

En algún momento llegue a soñar que Andrés y ella era una misma persona en diferentes versiones lo que para mí significaba la perfección misma.

Por eso, el detalle de traer la Tablet y una a una empezar a describir el menú del almuerzo fue una delicadeza que me dejó sin palabras.

  • ¡Ya Maite, solo faltas tú! ¿Qué vas a querer? - Preguntó amablemente Muriel mirándola de forma afectuosa.

  • ¡Yo quiero! eso de Thai y en vez de tofu que es un pedazo de plástico incomible, lo quiero con papas fritas ¡Porque cuando estoy nerviosa mi adicción por las frituras aflora como epidemia! -

  • ¿Quieres decir que quieres Pad Thai sin tofu? -  Repitió Muriel cuidando de ser lo más aplicada para no cometer ningún error al momento de solicitar la comida.

  • ¡Eso mismo linda! ¡Pero no olvides las papas fritas! – respondió sabiendo que aún existía tensión entre ambas.

  • ¡Haré lo posible, Maite! haré lo posible para que tengas tus papas fritas -

  • ¡Muy bien Muri! – Me encanta ver como levantas la bandera blanca – ¡por esta vez te perdono! -

Las carcajadas del resto de mis amigas no se dejaron esperar .y Muriel también esbozó una sonrisa. Era una clara señal de que aún bajo la provocación constante de Maite, su generosidad era a prueba de balas.

Sabía que tarde o temprano, Maite iba a ceder a los encantos de Muriel y en su próxima venida a Chile estaría firmada él acta que la nombraría como nueva novicia de la Congragación de las Mal Portadas.

Mientras esperábamos la llegada del almuerzo, Maite, Josefina y Constanza revolvieron por completo el walking close tratando de encontrar un traje de baño que mejor les quedara para disfrutar de una tarde de piscina.

Muriel se ofreció para ayudarlas con el pretexto de que conocía muy bien en qué lugar estaban guardados pero su intención era que la aceptaran como una más del grupo con la finalidad de facilitarme la vida mientras estuviera conmigo.

Una a una fueron probándose los bañadores y luciéndolos como en un desfile mientras Muriel cual emperador romano les indicaba con el pulgar su aprobación.

Cuando ya estaban todas listas para darse un chapuzón llegó el repartidor en su motocicleta con el pedido de comida. Al tocar el timbre, Maite me detiene en el camino.

  • ¡Déjame a mi Fabiola, yo lo recibiré! -

  • ¡Pero Maite, si estás con un mini tanga! - respondí intentando persuadirla.

-¡Y cómo quieres que esté! ¡Si es verano, linda!  - Respondió con cierta malicia.

Abrió la puerta lentamente con aire ceremonial deleitándose con la cara de asombro del chico que al verla abrió los ojos y se sonrojó de inmediato.

-¡Bu, Buenas tardes! - tartamudeo nervioso – traigo su pedido.

Nosotras estábamos mirando la escena desde el ventanal al costado de la puerta principal y podíamos notar que el chico estaba teniendo una erección propia de la juventud.

Maite también se había dado cuenta del detalle y bajando la escalerilla camino lentamente para recibir las bolsas.

El chico de pie, inmóvil y con la boca abierta solo atinaba a no soltar las bolsas de sus manos mientras miraba a Maite como contorneando descaradamente sus caderas se acercaba a recibir el pedido.

-¡Pero que locura amiga! Déjame que te ayude – le dijo Josefina que venía tras de ella.

-¡Gracias amiga! – respondió sonriendo guiñándole un ojo al chico.

-¿Pero qué tontería ha sido eso? - Preguntó Constanza sin salir de su asombro.

-¡Solo una broma! – Dijo Maite riendo – hay que darle de vez en cuando una alegría a esos chicos que deben quedar con el culo plano de tanto andar arriba de la moto ¡Que mejor regalo que vean este cuerpecito que diosito generosamente me regaló! -

La mesa ya estaba puesta así es que solo tuvimos que colocar cada uno de los platillos según se había solicitado.

Muriel dejó para el último el plato de Maite que al verlo dio un grito de felicidad

  • ¡Papas fritas! ¡Qué delicia, Muriel! Hoy te ganaste un beso de mi parte. Eso sí, tranquilita y con las manitas quietas -

La risa fue general y comenzamos a disfrutar del improvisado almuerzo.

Los palillos cruzaban de plato en plato probando la elección de cada una cuando comenzó a vibrar mi teléfono que se encontraba sobre la mesa.

Pensé que era Andrés quien estaba llamando así que presione sin mirar quien era el botón de alta voz para que saludara a las chicas.

-¿Fabiola? - Se escuchó del otro lado – ¿Fabiola? – grande fue mi sorpresa al escuchar claramente la voz de Bernardita.

  • ¡Alo, amiga! ¿Me escuchas? - Insistió ante mi silencio.

  • ¡Ehhh, Si Berny! ¡Hola, cómo estás! - Le respondí nerviosa intentando no mirar a ninguna de las chicas que me hacían gestos desesperados para que no mencionara que estábamos todas juntas.

  • ¡Bien amiga! – te llamaba porque he intentado hablar con Maite pero no responde mis llamadas. En su casa la nana me dijo que estaba en la tuya. Lo mismo me dijeron donde Josefina y Constanza.

  • ¡Bueno si, están conmigo! Saluden amigas - les dije con la intención de que no se notara que la estábamos evitando.

  • ¡Hola Berny! - saludaron todas al mismo tiempo.

  • ¿Amigas, que sucede? ¡Casi tengo que llamar a la PDI para saber de ustedes! Parece que esta vez no me consideraron - dijo Bernardita muy sentida al corroborar que nos habíamos reunido sin ella.

  • ¡Berny, no seas tan sentimental! - respondió Maite tratando de arreglar la situación -  Por supuesto que pensamos en ti. Como te queremos tanto y somos taaan consideradas no quisimos interrumpir tu sagrado día domingo porque sabemos que vas a misa y luego a almorzar donde tus adorados suegros.

  • ¡Además Berny esto salió de improviso! ¡Muri quería aprender hacer un pie de limón y le vine a ensañar y se pegaron estas otras dos! – decía mientras nos guiñaba el ojo.

  • ¡Ayyyy que lindas son amigas! ¡Por eso las quiero tanto! ¡Siempre Una para todas!– Justo las estaba llamando porque esta vez no fui a misa y tampoco al almuerzo.

  • ¿Cómo, qué pasó? - Intervino Josefina dejando sus palillos sobre la mesa.

  • ¡Es que Pipo anoche llegó muy tarde, más bien de madrugada y tan cansado el pobre que no lo pude despertar! -

  • ¡Seguramente cansado de follar o ser follado!  - susurro Maite entre dientes cuidando de no ser escuchada.

  • ¡Bueno! - respondió Constanza -  De vez en cuando se puede hacer una excepción.

  • ¡Por eso mismo las llamaba, para invitarlas a almorzar al Club de Polo! pero parece que llegue un poco tarde con la invitación – se lamentaba Bernardita

Cada una de nosotras bajo silenciosamente la cabeza arrepentidas por no haberla incluido en la reunión y contarle de una vez por todas lo que había ocurrido la noche anterior con Pipo, su marido.

  • ¡Berny no importa! En este mismo momento les estaba diciendo a las chicas que nos podríamos juntar el martes por la tarde a tomar un café. ¡De verdad te extrañamos amiga! – exclamé bastante compungida.

  • ¿Y mañana no pueden? ¡Porque también las extraño! – respondió con nostalgia.

  • ¡Mmm, mañana tengo turno largo en la clínica! El martes si quieres tengo todo el día para ti – exclamé

  • ¡Fantástico Fabiola! Por la mañana tengo cita con la diseñadora pero por la tarde no tengo ningún compromiso. ¡Acepto encantada ese café!  Aprovecho además de entregarles formalmente la invitación para el sábado subsiguiente en mi casa -

  • ¿Invitación? ¿A que, Berny? – Preguntó Maite sin entender nada.

  • ¡La Invitación a la cena de aniversario! ¡Pipo y yo cumplimos un año de casados y decidí que lo iba a celebrar con la gente que más quiero y sin duda ustedes son las primeras de la lista! ¡No me pueden fallar! –

-¡Ahhh, Fabiola! – ¡Andrés tiene que venir si o si! ¡Es muy importante que venga porque le quiero presentar a mi padre! Le he hablado tanto de él que lo quiere conocer. ¡Lo traes aunque sea arrastrando de una oreja! –

-¡Eso sí que no va a poder ser Bernardita! – Le dije – Andrés anda en China. No creo que mis manos lleguen tan lejos como para traerlo de una oreja – exclamé tratando de distender la conversación.

-¡Qué lástima! – Exclamó Bernardita – Me hacía ilusión de que mi padre lo conociera, pero bueno, no faltará la oportunidad. ¡Ustedes vienen si o si! ¿Cierto? - preguntó

  • ¡Claro que iremos! - respondió Josefina confundida.

  • ¡Ya chicas, entonces nos vemos el martes! Besos.

  • ¡Un… abrazo! - respondimos todas

Fue tanta la culpa que sentí al terminar la llamada que deje caer mi cabeza sobre la mesa. La mente me daba vueltas con tantas ideas que no lograba salir de ese trance.

Por otro lado Josefina desmenuzaba  en silencio el pescado de su plato sin llevárselo a la boca, Constanza delineaba el borde de su vaso con el dedo índice y Maite no cesaba de deleitarse comiendo sus papas fritas.

Muriel que sabía muy bien de cómo me estaba sintiendo se levantó de la mesa y acariciándome el cabello me comenzó a decir suavemente.

  • ¡Fabiola, mi amor! Porque no mantienes la calma. No es precisamente el fin del mundo Levante la cabeza muy afligida porque sin duda iba a ser la responsable de la ruina de la fiesta de Bernardita. ¡Y no solo de la fiesta, sino que de su vida!

  • ¡No lo voy a poder hacer amigas, lo siento! - Exclamé alzando la voz mientras me ponía de pie y paseaba descalza sobre el césped alrededor de la piscina.

-¡Mierda, mierda, mil veces mierda! ¡Como odio haberme encontrado anoche con ese desgraciado del Pipo! -

  • ¿Porque tengo que ser yo quien le diga a Bernardita que su aniversario es? …¡Es… una ridiculez! -

Muriel hizo el gesto para que las demás chicas se mantuvieran en silencio mientras me observaban a lo que les dijo en voz baja.

  • ¡Hablará sola por unos momentos luego se recriminará y después llegará a la sabia solución final! ¿No es adorable, no lo creen ustedes? -

Tenía toda la razón. Cuando estaba en esos profundos dilemas en los cuales la decisión que pudiera tomar iba a ser trascendental para la vida de otros, la mejor estrategia era repetir una y otra vez los peores escenarios que se podían suscitar. No era agradable tener en mis manos el destino de dos personas cuando vi a Maite que se acercaba y me dijo.

-¡Eres la más indicada! - Exclamó suavemente Maite – abrazándome con ternura.

-¡Porque si se le digo yo con lo bruta que soy, la mato de la impresión! -

-¡Eso es verdad Fabiola! si Maite se lo dice lo más probable es que termine internada en una clínica psiquiátrica.- dijo Josefina.

Ya en calma, Muriel se acercó para darme un beso en la frente y quitándole dramatismo a la escena termino diciendo.

-¡Sois lo bastante grandecitas para comprender que en el fondo Bernardita algún día les va a agradecer su lealtad! Quizá hoy sea doloroso y tal vez sea un duro golpe para esa chica, pero le harán un gran favor. Da lo mismo que su marido sea gay, bisexual o heterosexual, lo que ustedes como amigas le tienen que informar es la infidelidad del tal Pipo, no si estaba con un hombre o una mujer, eso da igual. Quizá con la información en la mano, ellos lo conversen, lo aclaren y aquí no ha pasado nada. Lo que hay que castigar es el engaño y la mentira. No si es gay y que estaba con otro hombre. La infidelidad es una, sin importa el género –

-¡Y todo esto se los digo, porque tengo experiencia en esto, también he mentido, traicionado y engañado! ¡Y me han pillado! Pero gracias a que me pillaron, liberé mi carga y hoy soy completamente feliz – Exclamó Muriel abrazándome y dándome un beso en los labios.

Allí termino nuestro almuerzo de domingo, con la ingrata misión de informar a Bernardita que su marido era homosexual, bisexual o lo que fuera, la cosa es que la engañaba.

5

El día lunes en la clínica se hizo eterno. A pesar de tener la tabla operatoria completa y un sinnúmero de pacientes en la urgencia, no dejaba de pensar en mi encuentro con Bernardita al día siguiente.

Llegado el martes, me intenté distraer por la mañana yendo de compras con Muriel. Necesitaba renovar su closet para regresar a España la semana siguiente así es que ocupamos el tiempo para recorrer algunas tiendas exclusivas que no eran tan agobiantes como los malls.

Ser clientas VIP nos daba ciertos privilegios de atención personalizada y por sobre todo de tener a nuestra disposición las nuevas colecciones antes de ser presentadas al mercado.

Almorzamos en un pequeño restaurante, ese en el que tuvimos nuestro primer encuentro y que con el tiempo se convirtió en nuestro favorito.

A las seis de la tarde en punto entre al café donde me esperaba Bernardita. Lucia el cabello suelto pero muy bien peinado, de pantalones holgados y un simple bralette de encaje rosa con una delgada blusa de gasa desabotonada.

Su presencia no era indiferente para nadie pero ella estaba muy concentrada escribiendo en su teléfono celular.

Luego de hace par el pedido en el mesón, me dirigí a su mesa y la abracé saludándola con cariño.

-¡Berny, que puntual!  ¡Ya pedí lo de siempre así es que no te preocupes! –  dije mientras me sentaba y acomodaba mi bolso.

-¿Fabiola y el resto de las hermanas? - Preguntó con extrañeza.

-No vinieron Bernardita, la verdad es que decidí venir sola porque quedé un poco preocupada después de todo lo que nos contaste sobre tu relación con Pipo -

-¡Fabiola! – Respondió mientras tomaba una servilleta para secar el sudor de su nariz.

  • Que amable eres al preocuparte por mí. Pero por salud mental, me he resignado a tener paciencia. Pipo no es un mal hombre, solo que mis expectativas eran demasiado altas con respecto a la vida sexual que deseaba tener en mi matrimonio -

Mientras la escuchaba parecía que un martillo gigante me golpeaba una y otra vez la cabeza para hundirme más bajo tierra.

Ser amiga de Bernardita no me daba el derecho a destruir su vida. Sabiendo aún más que su conservadora familia iba a hacer lo posible por mantener y salvaguardar las apariencias.

Por ese motivo fui dando rienda suelta a la confianza para ir decidiendo en el camino si era o no el momento adecuado para contarle lo que sabía.

-¡Una nunca debe tener como lema de vida eso de “es lo que hay” Bernardita, sobre todo si se trata de sexo o mejor dicho de sexualidad! - respondí tratando de hacerla reflexionar.

  • ¡Ya lo sé amiga y tienes razón! Pero  tengo la esperanza de que con el tiempo el follar, como dicen ustedes de forma tan españolada, sea más un placer que una obligación.

  • Incluso estoy tratando de convencer a Pipo para que vayamos a terapia de pareja. Como sabes si existe algún motivo oculto que no sepamos y que esté interfiriendo en nuestra relación y vida de pareja -

Al escucharla sentí como el jugo de naranjas que estaba bebiendo  se ralentizo en su tránsito por mi garganta hasta hacerme atragantar y toser. Volví a beber algo de jugo y dejando el vaso en la mesa tome la mano de Bernardita con suavidad.

Quizá cual sería mi expresión que fue ella la que se comenzó a preocupar.

-¿Fabiola te sucede algo? Porque noto qué hay algo que me quieres decir y no te atreves - ¿Alguna de las  nuestras hermanas está en problemas? - Preguntó con algo de angustia –Saben de sobra que pueden contar conmigo para lo que necesiten -

-¡Pues si Berny! Si – le respondí dispuesta a entrar en la zona cero – Una de nosotras no está bien,  bueno no estará bien y hay que ir en su ayuda -

Apretó mi mano en señal de confianza. La miré con seriedad y comencé con la ingrata tarea.

  • ¿Esta o estará? ¿Qué me quieres decir con eso? es más ¿Quién de ustedes nos necesita? -

  • ¡Tú Berny, eres tú la que está en problemas! – exclamé sin saber cuál sería su reacción.

-¿Yo? ¿Pero de que estás hablando? Ahhh, están preocupadas por mis problemas con el Pipo – largándose a reír - No exageren tanto ¡Conseguí una cita con el mejor terapeuta del país para el próximo viernes! ¡Creo que esta vez si podremos salir adelante! -

  • ¡Bernardita quiero que entiendas que por el incondicional cariño que te tenemos, no vamos a permitir que te sigas engañando o más bien que te sigan engañando! – terminé por decir mientras le tomabas las manos.

  • ¿Engañando? ¿Quién me puede estar engañando? ¿Una de ustedes me engaña? -

  • ¡No amiga! ¡Pipo es el que te engaña! – lancé la bomba de una vez y solo quede a la espera de ver la explosión.

  • ¿Es una broma, Fabiola?  ¡Cómo puedes decir algo así! – Exclamó molesta - ¡Pipo no sería capaz de engañarme con otra mujer! - respondió angustiada.

  • ¡No es con otra mujer, Bernardita! – Respondí intentando continuar.- ¡Es con un hombre!

Su rostro se transformó al punto de que la palidez fue evidente. Tenía su mirada fija mi rostro como si estuviera esperando que soltara una carcajada que pusiera punto final a esta terrible broma de mal gusto.

Tomo delicadamente el vaso pero no pudo disimular el temblor de su mano.

-¡Fabiola, ahora en serio! ¿A qué viene esta broma? Ya se ¡Están haciendo una cámara oculta para ver mi reacción ante esta tontería! – decía mientras miraba hacia todos los rincones buscando una cámara indiscreta.

-¡Berny, no sabes cuánto desearía que fuera una broma de mal gusto! Pero el sábado por la noche vi a Pipo en una discoteca besándose con otro hombre.

¡Bernardita, mírame! ¡Pipo es gay o bisexual! – exclamé resaltando estas dos últimas palabras.

Pensé se iba a levantar de improviso, que me recriminaría por ser una mentirosa o que ella no merecía que le dijera una barbaridad como esa.

Sin embargo permaneció en su lugar sin hacer escándalo. Claramente en estado de shock.

Fue respirando profunda y tranquilamente hasta lograr articular unas palabras.

-¿Me dices que lo viste el sábado por la noche? – preguntó sumamente serena y tranquila.

-¡Así es! – respondí

-¿Qué se estaba besando con otro hombre? – prosiguió inmutable.

-¡Correcto! – volví a responder preocupada.

-¿Y cómo era ese otro hombre?- Preguntó sin darme la oportunidad de evadir la respuesta.

  • ¡Bueno era casi de su misma edad, alto con cabello y barba trigueña, pero bien cuidada! Como un estilo hípster. Estoy segura de que se conocían desde hace mucho porque había demasiada complicidad en sus gestos.

Mientras respondía a sus preguntas, Bernardita iba moviendo su cabeza como afirmando sus silenciosas sospechas.

  • Pipo desde que lo conozco se reúne cada sábado con sus amigos de la Universidad. Es lo que ellos llaman la Clínica de Tobi. Incluso el año pasado le organizaron su despedida de soltero y se fueron de viaje a Salvador de Bahía y a Morro de Sao Paulo, por una semana.

  • ¡Valentín, su mejor amigo es quien organizó la despedida! ¡Incluso fue nuestro testigo en la ceremonia civil! Hijo de… - No completó la frase y volvió a preguntar.

-¡Fabiola! ¿Estás completamente segura de lo que me estás diciendo? – reiterando la pregunta.

-¡Berny, si no lo estuviera, no estaría sentada aquí contigo! Lo reconocí completamente y por lo que dices Valentín era quien lo acompañaba – exclamé reafirmando mis palabras.

  • ¿Quien más sabe de este asunto? - Preguntó preocupada.

  • ¡Todas nosotras lo sabemos, Berny! En eso estábamos ayer en mi casa. No para contarles lo de Pipo, si no para pedirles su ayuda -

  • Necesitaba saber cuál era la mejor manera para enfrentar todo esto y podértelo decir de la forma menos dolorosa, si es que esto se puede decir sin que duela – exclamé afligida

  • Ellas saben que estamos reunidas y tengo mi teléfono lleno de mensajes para saber cómo estás. ¡Con un solo llamado estarán aquí en un segundo sin siquiera dudarlo! – ¡Están muy preocupadas! -

  • ¡Nunca estuvo en duda si te lo debíamos decir o no! Para tu tranquilidad el problema era el cómo te lo íbamos a decir. ¡No fue fácil contártelo, amiga! – exclamé suspirando

Se mantuvo incómodamente tranquila y era tanto el silencio que me comencé a preocupar.

De pronto llamo al camarero para pedir la cuenta y mientras eso ocurría se levantó y me dio un abrazo en el que no fueron necesarias más explicaciones.

  • ¡Muchas gracias, Fabiola! – Y a mis hermanas transmíteles todo mi cariño. Debo ordenar mi cabeza y mis ideas. ¡No se preocupen, estaré bien! -

-¡Bernardita por favor perdóname! Pero si hubiese sido yo la que estuviera en tu lugar lo habría querido saber. ¡Te queremos tanto, amiga! - le respondí emocionada.

-¡Lo sé, amiga! ¡Pero por ahora necesito espacio para ordenar el caos! ¡Y ni siquiera se atrevan a pensar que se van a librar de mí tan fácilmente! ¡Solo necesito algo de tiempo! -

Pago la cuenta y sacó de la cartera las llaves de su auto. Salió tan radiante como había llegado, pero sin duda desde ese instante nuestra Berny ya no era la misma.

Me quede por un momento sentada en la mesa del café observando mi teléfono que explotaba de mensajes del resto de la Congregación.

6

Así es que hice el trabajo más fácil porque mi ánimo no daba para repetir a cada una los detalles de la reunión así es que puse un WhatsApp para que me dieran tiempo de llegar a casa.

“Amigas, en estos momentos voy camino a casa. Bernardita está bien. En una hora más conectamos por video llamada y les cuento todo. Un abrazo”

La única que no me había escrito de manera obsesiva y compulsiva era Muriel. Me conocía tan bien que sabía que sería yo la que le informara lo que había pasado una vez que concluyera la reunión.

Subí al auto y  conecte el teléfono para hacer la llamada a través del manos libres.

— ¿Fabiola? ¿Todo bien? - Se oyó por el altavoz del auto.

  • ¡Si cariño, todo bien! Maite tenía razón. Bernardita no terminará nunca de sorprendernos – dije con cierto desgano.

  • ¡Pero bueno, ya pasaste el trago amargo! Te esperare con algo rico para comer y así levantas el ánimo. ¿Vienes en camino? -

  • ¡Si Muriel,  dentro de media hora estoy por casa y prefiero un abrazo tuyo más que cualquier otra cosa! Un beso -

El camino a casa lo hice de manera automática. No me podía sacar ese sentimiento de culpa que llevaba encima, me pesaban los hombros y la cabeza parecía que me iba a explotar.

No alcance a estacionar el auto cuando vi que Muriel abría la puerta y solo se acercó a darme el abrazo que tanto necesitaba.

Sin querer, miré el BMW deportivo de Andrés que se encontraba estacionado. Era el último juguete que hace poco tiempo se había comprado. Sentí una enorme nostalgia y necesidad de que estuviera aquí conmigo. Tenía un don y una sapiencia especial que todo lo que parecía difícil y complicado lo convertía en algo fácil y simple. Ahora más que nunca lo necesitaba.

Una vez que puse el pie dentro de la casa, el teléfono no paró de sonar. Me saqué los zapatos y una vez que estuve en el escritorio, abrí mi computadora para conectarme a través de Skype a la reunión. Cuando vi que todas estaban en línea encendí la cámara para que pudiéramos empezar a conversar.

-¡Fabiola, por fin apareciste! – se escuchó casi al unísono a través de los parlantes  las voces de Josefina, Cony y Maite.

  • ¡Hola amigas! – respondí tratando de que no se notara mi tristeza.

-¡Que poco considerada eres Fabiola, por dios! Tenernos aquí toda la tarde con el alma a en un hilo. ¡No es justo! – Reclamaba Maite a través de la pantalla. ¡Además Muriel tampoco cooperó mucho para que estuviéramos en calma! -

  • ¡Pues te jodes, Maite! ¡Y no me sigas tocando los ovarios! Estoy bastante mayorcita para jugar a esas gilipolleces de las hermanitas. ¿Además, porque debería responder si no soy la telefonista de vuestra secta? – respondió Muriel a Maite mientras dejaba al lado del computador una infusión de Te Chai junto a un trozo de pastel de merengue, crema y frambuesas que podía obrar el milagro de hacerme feliz.

Sorpresivamente Maite se quedó desconcertada y en silencio.

  • ¿Fabiola, cómo estás? – siguió Constanza que se notaba muy nerviosa.

  • ¡Amiga linda! ¿Bernardita está bien? He pensado todo el día en ella, comprendo perfectamente cómo se está sintiendo. – dijo Josefina.

Todas nos quedamos por unos segundos en completo silencio. Todavía no dimensionábamos la vida que llevaba Josefina. Pero poco a poco se iba descorriendo el velo de su realidad y cada vez quedábamos más impresionadas.

-¡Ufff hermanas! – exclamé tomando la mano de Muriel para darme el ánimo. Ustedes no saben lo difícil fue hacer esto. No estaba en mis cabales cuando acepté conversar con la Berny.

-¡Pero cuenta de una vez, mujer! ¡Que ya no me quedan uñas, mira! - exclamó Maite mostrando ambas manos – ¡Mi manicurista te enviará la factura! -

  • ¡Tenias razón, Maite! Bernardita es una verdadera caja de sorpresas –

  • ¡Creo que deberías empezar por el principio, mi amor! Si no en quince minutos más las tendremos a todas dentro de la casa - Dijo Muriel con sobrada calma en tiempos difíciles.

-¡Bueno, primero tantee el terreno, pero luego se lo largue, sin anestesia! -

  • ¿Cómo reaccionó? - Preguntó Constanza inquieta.

-¡A eso iba! – Continué mi relato – Primero no podía salir de su asombro, creo que quedó en estado de shock, pero luego con una calma admirable me empezó a realizar una serie de preguntas que sospecho eran para comprobar la posibilidad de que fuera cierto lo que le había dicho -

  • ¿No lloró, no se desmayó? - Preguntó Josefina preocupada.

  • ¡Nada de eso Jo!  Al contrario, su dignidad parecía casi irreal.

-¡Ven que tenía la razón! – Agregó Maite en tono triunfalista – Esta adorable Barbie es más que la típica muñeca rubia que solo sirve para cambiarle la ropa, desnudarla y jugar con ella.

  • ¿No hizo ningún comentario más Fabiola? ¿Qué iba a hacer? ¿Si abandonaría a Pipo?- insistía Cony.

-¡Hermanas! – No les voy a dar el detalle de la conversación porque no viene al caso. Sería entrar en los chismes o en el cotilleo, porque sin duda fue una parte íntima de la reunión. Si en alguna oportunidad ella lo quiere contar, ningún problema. Solo les puedo decir que Valentín se llama el supuesto amigo de Pipo.

  • ¿Lo conoce? – Preguntó Josefina dejando caer su taza de té que estaba al lado de su pantalla – ¡mierda! Se escuchó del otro lado y todas nos largamos a reír.

-¡Creo que sí! ¡Valentín es bastante cercano! ¡Ya les dije todo lo que pasó! ¡No quiero seguir dándole más vueltas a esto! –

-¿Porque no nos llamaste para que la pudiéramos acompañar? Estábamos todas listas para salir al primer llamado - reclamó Constanza algo molesta. ¿O no sabe que estamos enteradas? -

-¡Hermanas! Sabe que estamos todas enteradas y lo agradeció mucho. Solo pidió un poco de tiempo para ordenar su cabeza y que no nos libraríamos tan fácilmente de ella. Y para terminar porque me duele demasiado la cabeza, pidió que no la acosen ni la llamen. ¡Cuando esté bien, nos contactará! ¡Así que paciencia no más! –

-¡Ya chicas estoy con una jaqueca que me está matando! Después conversamos. Besos a todas – y corté la transmisión.

Una vez que terminamos la videollamada, me levanté llevando mi tazón de té y Muriel tomó el platillo con el pastel.

Nos sentamos en el sofá de la sala y comencé a llorar en silencio.

Una a una caían las lágrimas dentro del té sin poderlas contener. Fue entonces cuando Muriel me quitó el tazón de las manos y me comenzó a besar suavemente todo el rostro, recorriendo mis mejillas para terminar en mis ojos.

  • ¡Vamos cariño, hiciste lo que era correcto! ¡Tranquila, Bernardita va a estar bien! -

  • ¡Ya lo sé Muriel, pero hoy extraño demasiado a Andrés!- dije sollozando.

No dijo nada y tampoco se impresionó mayormente con mi declaración. Sabía que al fin y al cabo, jamás iba a poder reemplazar a su mejor amigo. Tomó el platillo y con el tenedor sacó un pequeño trozo del pastel para llevármelo a la boca.

  • ¡Mi amor! Esta tarde hable con él y me pidió que comprara tu pastel favorito. - abre la boca, te lo comerás todo. –

7

Bernardita llegó a su casa como si nada hubiera pasado en el café aquella tarde.

Estacionó su Mercedes junto al de su marido quien ya había llegado desde la oficina.

Demoro un poco en bajar del auto porque se debía armar de valor para disimular ante Pipo con la finalidad de armar el puzle dentro de su cabeza donde ahora había nuevas piezas. Porque no era casual la cantidad de detalles que le hicieron sentido cuando nos juntamos a tomar el café.

Tomo el bolso que se encontraba en el asiento del copiloto y también su teléfono. Lo revisó atentamente pero no quiso responder ningún mensaje de los que tenía.

La puerta principal se abrió antes de que encontrara las llaves. Saludo amablemente al mayordomo quien cerró suavemente la puerta y sin decir palabra subió a la segunda planta. Paso por la sala de estar para ver si Pipo se encontraba allí pero antes de que alcanzara a entrar escuchó el ruido de la ducha que venía desde el baño de la suite matrimonial.

-¡Berny mi amor donde te has estado toda la tarde! ¡Te he llamé varias veces y no respondiste!– le dijo Pipo mientras se secaba el pelo con una toalla.

  • ¡Ahhh, hola! Estaba tomando un café con Fabiola y como tenía el teléfono en silencio dentro de la cartera no escuché tu llamada, lo siento - le respondió siguiendo todos sus pasos con atención.

  • ¿Cómo estuvo tu día en la oficina? – le preguntó sentándose sobre la cama.

  • Bueno, como todos, tú sabes. Lleno de reuniones, más una conferencia con Gregory que está Washington me ocupó gran parte de la tarde. ¡Llevar algunos de los negocios de tu padre me dejan bastante agotado! -

-¿Y nada más? ¿Almorzaste solo? – volvió a preguntar Bernardita que ya estaba entrando al terreno que deseaba.

-¡Con Valentín como todos los días Berny! ¿A qué viene tanta pregunta? – le respondió y preguntó extrañado por la insistencia.

Se puso de pie y se comenzó a desnudar con total espontaneidad delante de Pipo siguiendo de forma natural con la conversación.

-Parece que estuvo demasiado buena tu junta del sábado porque llegaste tan ebrio que no fuiste capaz de levantarte e ir conmigo a misa. Tu madre preguntó muchas veces que había pasado que estabas tan indispuesto. Para tu tranquilidad no le dije que habías llegado totalmente borracho. ¿Qué te pasó que tomaste tanto el sábado? – preguntó manteniendo la conversación.

-Nada, solo que empezamos con él Búfalo que es un juego islandés y me equivocaba siempre de mano perdiendo a cada rato y ya ves. ¡Terminé borracho! En todo caso tampoco llegué borracho, borracho, solo un poquito – dijo largándose a reír.

-¡Que juego más absurdo! – Exclamó Bernardita – ¡Hombres tenían que ser!  ¿Y todos terminaron tirados en el suelo? –

-¡Tampoco exageres! – exclamó Pipo sonriendo -¡No fue para tanto! –

--¡Imagino a la Naty como habrá estado de enojada con Cristóbal por llegar en ese estado! –

-¡Berny, que pasa con tu memoria! Cristóbal y la Naty se fueron hace seis meses a Alemania. ¡Donde anda esa cabecita loca! –

-¡Es verdad, me había olvidado de eso! ¡Qué tonta! ¿Entonces quienes se están juntando todos los sábados en la Clínica de Tobi? – pregunto Bernardita sin mayor importancia

  • ¡Lo mismos de siempre, salvo Cristóbal! Bueno, Julián sigue haciendo alardes de las gracias de su hijo, el Feña por otro lado contando los días para irse a Barcelona a terminar su magister, Emilio que no dejaba de preguntar cuando nos vamos a poner en campaña para hacer un heredero. Bueno y Valentín el piérdete una – terminó por decir Pipo riendo mientras se terminaba de colocar la ropa deportiva.

  • Jajajajajaja – rio Bernardita de mala gana – ¡Parece que tus amigos no saben que por el momento estamos aprendiendo la teoría de cómo se hacen los herederos! -

-¡Al menos que te quieras poner en campaña ahora mismo! - le contestó completamente desnuda sobre la cama.

  • ¡Mi amor, cúbrete por favor! ¡Por ahora paso, cariño! Con la carga de trabajo que tengo, estoy muerto. ¡No podría levantar ni un alfiler! – le respondió tratando de anudar rápidamente las zapatillas de running.

Bernardita caminaba por la habitación con su natural estilo casual buscando uno de los peines que usaba para cepillar su cabello. Se sentó pensando frente al espejo mirando a través de él cada uno de los gestos de su marido hasta que hizo la siguiente pregunta.

-¡Pipo, cuanto te salió el Uber hasta la casa el sábado! Me gustaría saber porque cada vez que salgo no puedo tomar ni una copa y es súper aburrido estar tomando jugos toda lo noche -

-¡No me vine en Uber, me trajo Valentín! -

  • ¡Ah, menos mal que te trajo! me preocupé por lo tarde que habías llegado, pero ahora sé que no volviste solo – respondió con la clara idea que Pipo le había estado mintiendo.

-¡Mi amor, me voy a trotar un rato! ¡Besitos! – Se despidió Pipo tirándole un beso con la mano.

8

Pasaron dos días antes de tener noticias de Bernardita. A pesar de que habíamos quedado de acuerdo en que esperaríamos a que ella nos contactara, las integrantes de la hermandad no tuvieron el mismo criterio conmigo.

Todo el día recibía mensajes y llamadas preguntando si tenía alguna noticia de nuestra amiga.

Hasta que el Jueves en la mañana una vez que terminábamos de desayunar comenzó a sonar mi celular. Muriel que vestía de forma impecable su traje de dos piezas con el cabello recogido ya que tenía que asistir a una reunión de la junta directiva de la empresa que había heredado de su padre, traía risueña mi móvil moviendo y agitándolo sobre su cabeza porque sabía que al mirar la pantalla y ver quien me estaba llamando probablemente cesaría el incesante acoso de las integrantes de la secta como las llamaba despectivamente Muriel.

-¡Bernardita, que alegría escuchar tu voz! ¿Cómo va todo?- respondí sin disimular la emoción que me embargaba.

-¡Fabiola, estoy bien querida! No han sido días muy agradables pero como dice mi padre “lo que no te mata, te hace más fuerte” – Aquí estoy batallando contra mis demonios, pero bien -

-¡Berny, cariño! No sabes lo culpable que me siento de que lo estés pasando tan mal – le respondí con nostalgia, mirando a Muriel de reojo que estaba muy pendiente de mi reacción.

-¡No esperaba menos de ti, Fabiola! Lo más probable como buena amiga que soy hubiese hecho exactamente lo mismo, así que no te preocupes – agregó con un tono conciliador firme y seguro – Y por la amistad y confianza que nos tenemos, te quiero pedir un favor o más bien te quiero pedir ayuda -

  • ¡Cuenta conmigo para lo que necesites, Berny! ¿En qué te puedo ayudar? - exclamé emocionada. Lo que ella me pidiera sería una orden para mí. Quizá era la forma más simple de apaciguar ese aplastante sentimiento de culpa que me agobiaba sin dar ni un minuto de tregua.

-¡Prefiero que nos veamos, así te explico mejor! ¿Nos vemos al almuerzo, te parece bien? - preguntó

-¡Upsss, tengo una reunión clínica al mediodía que incluye un almuerzo con unos colegas que vienen de Alemania! No creo que pueda a esa hora. Porque mejor no te vienes esta noche a la casa. ¡Así podremos conversar más tranquilas! Tengo citada a la última paciente a la 19.30 horas. Muriel llegará más temprano por si te quieres pasar antes de que llegue -

-Me parece súper bien, porque así también puedo hablar con Muriel– respondió Bernardita que por la seguridad de su tono de voz parecía tener la situación bajo control.- -¡Y otro favor más! No quiero parecer desconsiderada, porque sé que están preocupadas, pero por ahora no quiero que se entere el resto de las chicas que iré a tu casa esta noche. ¡Esta vez, no! ¿Podrás? – me preguntó sin ninguna emoción.

-¡Por supuesto, Berny! ¡No te preocupes yo manejo a las fieras! - Le respondí para relajar en algo la tensión. - ¡Nos vemos más tarde!  Besos -

Una vez que terminó la llamada me quedé en silencio tratando de descifrar cual sería el motivo de la reunión, más aún si también Muriel estaba incluida en ella.

  • ¿Y, que dijo Bernardita? – Preguntó Muriel con curiosidad.

  • ¡Vendrá esta tarde! ¡Quiere conversar con nosotras dos!- respondí mirándola fijamente.

  • ¿Nosotras? – exclamó Muriel sonriendo - ¡Que buena noticia! Como sabes si la chica del culo hecho a mano también decidió que se podía vengar con alguien de su mismo género para equilibrar la balanza – largándose a reír

Le hice una simpática mueca de desaprobación a Muriel porque saber en lo más íntimo que se podía fijar en otra mujer no me hacía ninguna gracia.

El resto del día pasó vertiginosamente entre reuniones, almuerzo y pacientes, así que cuando logre mirar mi reloj eran las 19:30. Solo quedaba una paciente.

Al terminar rápidamente le di un par de instrucciones a la secretaria sobre la agenda del día siguiente y baje corriendo por las escaleras al estacionamiento.

Una vez arriba del auto sonó el teléfono con tanta insistencia que no me quedó más alternativa que responder la llamada de Maite.

-¡Fabiola, disculpa lo pesada! ¿Pero la Barbie dio señales de vida? -

  • ¡Hola Maite, no aún! Pero debemos respetar su silencio hasta que sea ella la que se quiera comunicar con nosotras. ¿Lo recuerdas, cierto? -

  • ¡Ya lo sé, Fabiola!  Solo que me tiene preocupada. ¡Al fin y al cabo no es fácil cargar  con un par de cuernos! ¡Bueno, aunque ella es capaz de llevar cualquier cosa con elegancia! -

  • ¡Jajaja, Maite de donde sacas tanta tontería! - Respondí sin poder evitar reírme de su ingeniosa aseveración.

  • ¡De mi maravillosa cabecita, Fabiola! ¡De donde más podría ser! ¡Ya, te dejo porque estoy revisando mi libreta de folla amigos para el fin de semana! ¡Cualquier noticia me avisas por favor! ¡Te contestaré aunque ande en otros calientes menesteres! -          - ¡Jajajaja, cuídate amiga! ¡Lo tendré presente! ¡Si llama serás la primera en enterarte! -

Cuando apreté el botón para terminar la llamada ya estaba estacionando mi auto entre el de Muriel y el de Andrés. Inconscientemente al bajar pasé mi dedo por su auto notando la fina capa de polvo que lo cubría por los días que estaba sin moverse. ¡Porque mierda justo ahora estás al otro lado del mundo! – pensé molesta y entré rápidamente a la casa.

No habían pasado más de 15 minutos cuando sonó el timbre de la entrada. Muriel que estaba más cerca me hizo la seña de que ella abriría la puerta mientras en la cocina terminaba de preparar unos bocadillos para llevar al salón.

Pude oír a la distancia la inconfundible voz de Bernardita saludándola así es que tome la bandeja y la salí a recibir. Me di cuenta perfectamente como Muriel la saludada de dos besos en la mejilla y al hacerla pasar dejó intencionalmente que se adelantara solo para ver su culo que se movía con toda naturalidad bajo el ajustado vestido que llevaba puesto. Muriel se dio cuenta de que la estaba observando. Me miró y levantó los hombros como preguntando qué sucedía sin dejar de sonreír con malicia.

Cuando entré en la sala, dejé la bandeja en la mesa de centro y solo atiné a dar un cálido abrazo a Bernardita quien lo correspondió sin resistencia. Nos mantuvimos así por un par de segundo con sus brazos y los míos entrelazados sin querer soltarnos, como buscando las palabras precisas para el reencuentro.

  • ¡No sabes lo feliz que me haces poder verte nuevamente, amiga! – le susurré al oído – ¡han sido días súper difíciles para mí! -

-¡Fabiola, imagina los míos!  ¡Pero como ves, aquí estoy! – Exclamo sonriente dando una vuelta sobre si misma mostrando su figura – ¡Muriel! ¡Qué gusto de verte, te ves fenomenal con ese traje tan formal y elegante! -

-¡Que rico volverte a ver, Berny! – le respondió risueña sin quitarle los ojos de encima. Casi diría yo, con los colmillos afilados.

Por unos pocos minutos hubo un silencio incómodo hasta que Bernardita con plena confianza abrió la conversación.

-Imagino que ustedes comprenderán que la noticia que Pipo me engañaba no ha sido muy fácil de digerir, creo que ha sido una de las pruebas más duras que me ha tocado vivir. Hace un par de días me resignaba a recurrir a la terapia para arreglar nuestra vida sexual pero con todo lo que está pasando, el escenario ha cambiado radicalmente.

  • ¡Ya lo creo Bernardita! No debe ser fácil llevar la infidelidad independiente del camino que se vaya a tomar una vez que conoces la verdad - le respondí con la certeza de que sabía perfectamente de lo que estaba hablando.

-¡Y como me conozco! –  Hizo una pausa y continuó decidida- ¡Quiero que me ayuden en un asunto importante que puede resultar determinante en las decisiones que vaya a tomar más adelante! -

  • ¡Por supuesto Berny! ¡Lo que quieras, solo lo tienes que pedir! - le respondí incentivándola a que continuara.

Ella se acomodó en el sofá y cruzó una pierna sobre la otra dejando entrever lo corta que podía ser su falda y lo largas que eran en realidad sus piernas.

Muriel a mi lado sonreía mientras la observaba.

-¡Amigas, Se perfectamente cómo soy! También sé  que para tomar decisiones trascendentes y fundamentales debo tener la certeza de que lo estoy haciendo se basa en hechos objetivos y reales, No solo de oídas o de rumores de otras personas. ¡No es que dude de la palabra de ustedes, porque sé que me están diciendo la verdad! -

  • ¡Me parece totalmente razonable! – agrego Muriel atenta a la conversación.

  • ¡Entonces, necesito y quiero que me lleven al lugar donde vieron a Pipo! – dijo de forma contundente y decidida.

  • ¿Llevarte a la discoteca? - Pregunte incrédula

  • ¡Así es, eso es lo que quiero! ¡Ustedes conocen el lugar, yo no! Y aunque supiera donde queda, no me gustaría ir sola. En resumen ¡El favor que necesito es que me acompañen a la discoteca este sábado! -

  • ¿Pero Berny, para que quieres ir? ¿No crees que es un poco masoquista? - Le pregunte intentando disuadirla

-¡Para nada, Fabiola! ¡Es importante, casi vital ver a Pipo con mis propios ojos! Es la única manera de que pueda tomar la mejor decisión para mi vida – exclamó muy segura de sí misma.

  • ¡Por mí, te acompaño encantada! – Respondió Muriel de inmediato – Si es la forma que consideras que resolverás tu marrón ¡Pues vale! ¡Cuenta conmigo! -

  • ¡Que dices tú Fabiola! ¿Me ayudarás? – exclamó d forma interrogante.

Las miré a ambas que estaban expectantes a mi respuesta.

-¡Esta bien, vamos! Es lo menos que puedo hacer por ti después de haber sido la responsable de lo mal que lo has estado pasando-.

-¡No eres responsable de nada, Fabiola! – respondió Bernardita descruzando sus piernas y colocando ambas manos sobre sus rodillas.

-¡Si hay alguien que es responsable, esa soy yo! –debí haberle hecho caso a mi intuición cuando comencé mi noviazgo con Pipo. Hubo muchas veces que lo vi con Valentín, pero el complacer a mi madre más que a mi padre me jugó en contra. También hubo presión de su familia. Después de atar muchos cabos, creo que ellos tenían sus aprensiones y que se casara fue un alivio para ellos. ¡Pero ya está! - suspiro con nostalgia.

-¡Como todos los sábados Pipo saldrá a reunirse con su Club!  ¡Lo necesito ver con mis propios ojos! - Termino diciendo con la calma propia de quien sabe que la venganza se sirve en plato frío.

Pero faltaba un detalle importante que Bernardita debía saber para ir nuevamente a la discoteca.  -¿Se lo dices tú, o se lo digo yo? – replicó Muriel para que Bernardita estuviera al tanto que para nuestra salida del sábado había que cumplir ciertas condiciones.

-¡Mejor que se lo expliques tú, Muriel!- Respondí mientras me levantaba del sofá para salir de la sala.

-¡Bernardita! la única manera de que Fabiola aceptó salir a bailar conmigo fue que nadie descubriera ni supiera que era ella. Le daba resquemor que la pudiera ver en ciertos lugares que por lo demás, lo encuentro una gilipollez, pero bueno – decía Muriel sonriendo - ¡Entonces tuvimos una genial y divertida idea! -

-¿Una idea? - Preguntó Bernardita intrigada.

-¡Pues sí! - respondí entrando nuevamente a la sala luciendo la peluca pelirroja - ¿Qué tal, como me veo? -

Por primera vez desde que había llegado Bernardita logró sonreír. Agradecí el gesto porque me di cuenta que a pesar de su difícil situación aún conservaba el buen sentido del humor.

-¡Que entretenido! ¡Me parece perfecto! - respondió entusiasmada - Entonces también tendría que cambiar mi look – exclamó con una sonrisa.

-¡De eso se trata Berny! De esta forma podemos pasar desapercibidas. Ya ves, uno nunca sabe con quién te puedes encontrar en ese tipo de lugares donde además te podrían reconocer. -

-¡Que estúpido es el Pipo! – Exclamó meneando la cabeza – Si no quería o no podía salir del clóset podría haber sido un poco más discreto y no andar mostrándose en público. ¡Si hasta para eso es tonto y descuidado! – ¡Esa es la influencia de Valentín! – exclamó con un dejo de tristeza.

Pero la sola idea de tener que cambiar de apariencia pareció darle un cierto relajo a la tensión inicial  regresando a su casa bastante más calmada. No perdí la oportunidad de agradecerle a Muriel su ayuda.

-¡Bueno, nadie le puede negar un favor a una mujer tan hermosa! ¿No crees? - Respondió guiñándome un ojo.

CONTINUARÁ.