El efecto Danny Kaye (4)

Daniel consigue hablar finalmente con Rubén, que lleva tiempo evitándole, y descubre que ha roto con Lucía. Por su parte, su hermana Claudia le abrirá los ojos en relación a su mejor amigo.

Conforme se iba acercando el día de la mudanza, Rubén se fue comportando de forma cada vez más huraña e intratable. Si le ofrecía ayuda en algún ejercicio, él la rechazaba sin más, o decía que ya buscaría ayuda en otra parte. Empezó a evitar mi presencia, y los últimos días llegaba más tarde al gimnasio, para no coincidir juntos en la sala de musculación. Aquello estaba pasando de castaño oscuro. Temeroso de que tampoco se presentara el viernes por la noche en la braserie, el jueves me quedé a esperarle a la puerta del gym para hablar con él e intentar aclarar las cosas. No sabía qué coño le pasaba en realidad, pero, fiel a la filosofía que me enseñó mi jefe, decidí adelantarme a los acontecimientos.

Justo a la hora del cierre, apareció Rubén recién duchado y con el pelo todavía mojado, vistiendo un pantalón de chándal y una camiseta de tirantes de Nike, con la mochila al hombro. Me miró con cara de disgusto, como si me hubiera convertido de repente en su enemigo.

¿¡Me puedes explicar qué coño te pasa!? – esta vez no fui diplomático, la confianza da asco, dicen.- Hace días que me evitas y ni siquiera me has llamado por teléfono una sola vez en todo este tiempo. Es por la mudanza ¿verdad?

Rubén se mesó el cabello, mostró una sonrisa vacía de contenido y se sentó en un banco estratégicamente situado enfrente de la puerta del gimnasio. Se inclinó hacia delante con las manos entrelazadas. Su actitud era pasiva y nerviosa, algo impropio de su carácter. Parecía poseido por una pena enorme. Los empleados del gimnasio echaron el cierre y se despidieron de nosotros.

-¡Adios, pareja! – se oyó decir a un monitor, conocido nuestro, antes de enfilar la calle en dirección al cruce con Cartagena.

¡Pareja! No dejaba de ser irónico que alguien nos considerara pareja de lo que fuera, ahora que parecía que nuestros caminos se iban a separar inexorablemente. Porque no es sólo que yo me mudara con mi novio aquel finde, es que el propio Rubén se casaba en pocos meses, y antes de fin de año estaría instalado en su nueva casa en Fuenlabrada.

Esto no tiene nada que ver contigo, Dani – mintió él sin atreverse a mirarme. Su vista estaba fija en un punto imaginario de la pared – Es mi vida lo que me preocupa. Si no hablo contigo es porque no quiero agobiarte con mis problemas.

Me senté a su lado, apoyé la mochila en el suelo, y le pasé la mano por el hombro. El me miró por primera vez. En sus ojos se reflejaba una tristeza infinita.

Lo he dejado, Dani

Por la expresión de su rostro cualquiera diría que acababa de dejar la droga dura. Y en cierto modo, no me equivocaba. Las malas hierbas se parecen unas a otras.

¿Qué has dejado que?

Lo he dejado con Lucía

Le retiré la mano del hombro sin querer. Cerré los ojos y me situé en su misma postura, para ganar en empatía. Es algo que también me enseñó Nuno: "si te colocas en la misma postura que el contrario, y hablas en su mismo tono de voz, siempre que no esté gritando, le tienes medio ganado de antemano".

Comprendo. ¿Y como ha sido eso? ¿Así, de repente?

Una lágrima resbalaba por la mejilla de mi amigo. A mí se me cayó el alma a los pies.

Yo no puedo continuar con ella. Todo esto es nuevo para mí. Es difícil explicar lo que siento. En realidad, todo ha sido una gran mentira por mi parte.

Aquella afirmación me alarmó y me intrigó a partes iguales.

Estoy enamorado de otra persona. – sus ojos se clavaron en los míos – pero ese amor es imposible.

Bueno, Rubén, en esta vida hay pocas cosas imposibles. ¿Cómo se lo ha tomado Lucía?

Me ha llamado de todo. Dice que es lo último que esperaba de mí. Pero yo tenía que decírselo. No sé si he hecho bien.

Esas cosas conviene decirlas a tiempo. - Le acaricié el cuello, y él pareció relajarse un momento – Antes de que sea demasiado tarde.

Mi nerviosismo iba en aumento. No podía creer lo que estaba escuchando, y tampoco me sentía preparado para este momento de confidencias tan trascendental.

Se acercaba la pregunta del millón. Crucé los dedos mentalmente para desearme suerte.

¿Y esa persona de la que estás enamorado lo sabe?

En ese momento aparecieron por la esquina de mi calle David, el hermano de Rubén, y su novia Pilar, camino a casa de ésta última, y, al igual que nosotros, con ropa de gimnasio. Venían de tomar una copa con otros conocidos en un bareto del barrio.

  • ¡Hombre, Rubén , dichosos los ojos! – soltó la espontánea Pilar de forma campechana - hace días que no te vemos en el gimnasio. ¿Vienes mas tarde ahora? ¡Hola, Daniel!

Me puse a hablar con David un instante. Quería pedirle las llaves de su furgoneta para la mudanza del sábado. El no puso ningún reparo. Le aseguré que a cambio le llenaría el depósito una vez terminada la mudanza. Pilar estuvo consolando a Rubén, que parecía a punto de echarse a llorar. Se veía a las claras que ni su hermano ni ella sabían nada de lo acontecido, y él tampoco ayudaba mucho con su silencio impenetrable.

¿Te ocurre algo, Rubén? ¿Te encuentras mal? - Pilar se giró hacia nosotros mostrando extrañeza. Su novio le hizo un gesto con la mano dando a entender que eran neuras de Rubén y que no hiciera mucho caso.

Abrumado por lo que estaba sintiendo, Rubén se levantó del banco, se ajustó la mochila y salió escopetado rumbo a su casa.

No me encuentro muy bien esta noche. Creo que necesito descansar. Hasta mañana – se despidió, sin darse la vuelta ni levantar la mirada del suelo.

¿Y a éste que le pasa? – el asombro de Pilar no conocía límites.

Creo que está teniendo problemas con su novia…- me limité a sugerir tímidamente. Tampoco quería que pensaran en algo más grave como una enfermedad o una depresión. Aunque deprimido estaba, de eso no cabía duda.

David abrazó instintivamente a Pilar al escuchar esto. Estaban muy unidos y se notaba que él besaba por donde ella pisaba y viceversa .

Si es por eso no hay que preocuparse. Será una pelea de novios, esos dos siempre andan a la greña. Con el carácter que tiene Lucía cualquiera se atreve a contradecirla.

No sé, no sé... – la cara de Pilar mostraba un leve signo de interrogación imaginario. Se notaba que estaba escamada- A mí me ha dado la impresión de que es algo más importante. Pero bueno, ya nos enteraremos. ¡Radio Patio al ataque!

Nos reímos los tres de la ocurrencia, pero la tensión se palpaba en el ambiente. Nos despedimos en seguida, y me encaminé a casa pensativo. No sabía que pensar. Había estado a punto de sonsacarle el nombre de la persona de la que se había enamorado. ¿Por qué había utilizado precisamente esa palabra tan genérica, persona, en lugar de chica o piba, mujer o tía, algo que resaltara su presunta heterosexualidad? Por un momento pensé…pero no, eso no podía ser. En tres años habría notado algo. Yo soy muy perspicaz, me hubiese dado cuenta de eso. Solo quedaba otra opción. Alguna mujer casada, quizá, un tipo de amor imposible que tuviera que definir con un término tan poco romántico como "persona".

Al subir a casa, encontré a mi hermana enganchada a una revista de cotilleos, pero con la televisión encendida emitiendo anuncios. Me extrañó que esa noche no saliera, siendo jueves. Hace unas semanas hubiera tenido explicación, enganchada como estaba a las aventuras y desventuras de Cata y el Duque, pero en este momento habían dejado de emitir los capítulos de la serie debido al final de la temporada y al clásico parón veraniego.

¡No te vas a creer lo que me ha pasado! – le anuncié nada más llegar. Acababa de darse una ducha y estaba recostada en el sofá con una bata blanca y una especie de toalla por turbante sobre el pelo mojado.

Tratándose de ti, cualquier cosa – siguió hojeando la revista femenina que ocupaba sus horas muertas desde hacía años – Cuéntame…¿algo relacionado con el trabajo o con Pablo?

No, que va. Todo normal – me senté a su lado en un sillón. Mi hermana y yo, que nos llevamos año y medio, siempre fuimos uña y carne. La adoración que ella siente por mí se multiplicó cuando le confesé que era gay a los 18 años. Ella se prometió a mí misma que cuidaría de mí y no permitiría que me pasase nada, y al poco de venirse ella a Madrid desde Avila la seguí yo.

Entonces no caigo. Tu dirás – tenía su vista centrada en el horóscopo y los consejos de belleza de una conocida modelo, y comía galletitas dietéticas a pequeños mordiscos. Parecía indiferente a todo. Tal vez estuviera agotada.

Se trata de Rubén

Noté como frenaba en seco y dejaba de morder la galleta para girarse a mirar con expresión interesada.

Soy toda oidos – cerró la revista, se sentó como las personas normales, atusándose la bata y cruzando una pierna de forma sugerente – Intuía que esta conversación tendría que llegar algún día, pero no imagine que sería tan pronto.

Me quedé un poco confuso. No acertaba a entender que quería decir.

Ah ¿si? –mi cara era un monumento a la incomprensión- Creo que no te entiendo muy bien.

Muy fácil. Como sabes soy una chica muy intuitiva

Sí, eso es verdad. De momento has acertado en todos los consejos de amor que me has dado. La verdad es que clavaste la personalidad de mis anteriores novios sin apenas conocerles.

Pues ya es hora de que te aconseje sobre alguien más.

¿Rubén? – puse cara de nada.

Rubén está enamorado de ti ¿es que no te das cuenta? Estoy segura de que lleva años loco por ti, pero no sabe como quitarse de encima a esa bruja posesiva que tiene por novia.

¿Tú crees? – la posibilidad empezó a aparecer diáfana ante mi vista. Lo que antes parecía puramente ciencia-ficción ahora se convertía de repente en algo mucho más tangible y probable. Si mi hermana lo aseguraba, no había vuelta de hoja.

¡Está clarísimo! No es solo lo que dice, sino sus gestos, la forma en que te mira cuando tú estás hablando con otra persona, la rabia contenida con la que mira a Pablo cuando os besáis en los labios. Son cosas que no se me pasan por alto. A su novia tal vez la podrá engañar, pero a mí desde luego no.

De eso precisamente estuvimos hablando. Dice que ha roto con ella.

Claudia asintió con la cabeza, sonriendo en señal de triunfo. Se quitó la toalla de la cabeza mostrando su ondulada cabellera morena. Su belleza era impresionante, y él su primer admirador. Pero ella era una mujer de carácter, y no le gustaban los aduladores.

Lo que me imaginaba. Todo concuerda.

Pues yo no entiendo nada, la verdad.

¿Es que no lo ves? Mientras te ha tenido cerca, a su vera, en el gimnasio y en el barrio, a tiro de piedra como quien dice, ha sido capaz de sobreponerse a sus sentimientos. Pero ahora que tú inicias una nueva vida lejos de él y que él se va a casar con su novia, le ha dado el bajón. Y se ha dado cuenta de que iba a cometer el error de su vida. Por eso ha roto con ella.

Visto así, parece muy fácil. El caso es que él mencionó de pasada que hay otra persona de la que está enamorado, pero justo cuando le iba a intentar sonsacar información, apareció su hermano con su novia y me chafaron el plan.

Suele ocurrir. Siempre que estamos en un momento cumbre de nuestra vida aparece algún pesado dispuesto a cargarse nuestro minuto de gloria. ¿Y tú crees de verdad que puede ser otra persona aparte de ti?

La respuesta era obvia.

No, en eso llevas razón. Además él está muy raro últimamente, me evita en el gimnasio, ya no me llama como antes para darme la brasa con cualquier excusa. La verdad es que echo de menos su vitalidad y su alegría.

Lo que tienes que preguntarte… – Claudia se inclinó hacia delante y juntó las manos en su regazo en un gesto muy femenino – es si tu amor por Pablo es más fuerte que lo que sientes por tu amigo Rubén. Este es el momento decisivo. Si amas a Rubén debes decírselo ya. Si no es así, lo mejor es que dejes de verle una temporada, quizá para siempre. De lo contrario solo conseguirás hacerle sufrir.

Me quedé pensando un momento. Sabía que la decisión era difícil, necesitaría tiempo para tomarla. Y tiempo era precisamente de lo que carecía.

Amo a Rubén –concluí- pero voy a marcharme a vivir con Pablo. Es lo mejor para todos. A su lado conseguiré la estabilidad que ando buscando. Ya tengo 26 años.

Claudia se levantó de forma súbita.

Desde luego a los tíos no hay quien os entienda. ¡Y luego decís que nosotras somos complicadas! Creo que cometes un error. Y mira que Pablo está bueno, quien le pillara. Pero yo te conozco, y SÉ – recalcó mucho esta palabra – que estás muy enamorado de Rubén. Se nota, no hace falta que lo expreses verbalmente. Tu verás.

Se dirigió a la cocina, y sacó una manzana del frigorífico. Apagué la televisión y me quedé pensativo unos segundos. ¿Y si después de todo ella tuviera razón? ¿pero podía yo destrozar el corazón de un hombre bueno y noble como Pablo por lo que tal vez no fuera más que una opción descabellada, la relación contra natura entre un gay y un heterosexual temporalmente confuso? Esta hipótesis me pareció demasiado arriesgada. No, decididamente seguiría adelante con mis planes. Me levanté de un salto y salí al balcón. La temperatura era suave para esta época del año. Justo debajo, se encontraba aparcada la furgoneta de David, el recordatorio exacto de mi próxima partida. Tragué saliva y me dejé caer en la hamaca favorita de mi hermana. El sueño me venció poco después.