El e-mail que cambio mi vida (2)
Esta es la continuación del relato El e-mail que cambio mi vida, en la que sigo contando las aventuras sexuales que mantuve con mi compañera de trabajo Susana. Antes de leer este relato es recomendable leerse la primera parte de la historia.
El e-mail que cambio mi vida (2)
Esta es la continuación del relato "El e-mail que cambio mi vida", en la que sigo contando las aventuras sexuales que mantuve con mi compañera de trabajo Susana.
Antes de leer este relato es recomendable leerse la primera parte de la historia.
Llegó el lunes y me levante para ir al trabajo como todas las semanas, mi mente no podía borrar el episodio que tuvo lugar el viernes pasado en el trabajo. Con muy pocas ganas me dirigí a mi lugar de trabajo en el cual encontré nada más llegar a Susana que estaba radiante.
Me senté en mi sitio y me puse a ordenar la mesa, a encender el pc , ese tipo de cosas que se hacen cuando no tienes ganas de hacer nada.
La mañana transcurría bastante tranquila hasta que llego a mi pc un e-mail que procedía de Susana, al instante se me aceleró el corazón recordando el último e-mail que me había mandado la semana pasada. Cuando me tranquilicé un poco abrí el mensaje en el que se podía leer lo siguiente:
Buenos días.
¿Cómo has pasado el fin de semana?. Yo he estado todo el fin de semana pensando en lo que paso el viernes, por cierto quiero contarte lo que ocurrió cuando entre al baño después de recibir tu e-mail.
Entre al baño de señoras y me encontré mis bragas en el mismo sitio donde las había dejado antes, pero noté al raro en ellas, me acerque con mucha curiosidad y pude ver que ese líquido viscoso que estaba por toda mi braga era tu semen.
Al momento me dio un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo quedando un poco aturdida, lo cual no fue obstáculo para que cogiera mis bragas y las oliera pasándolas por mi cara una y otra vez. Me estaba empezando a poner cachonda ya que mis pechos empezaban a hincharse coronados por unos pezones bien duros y en mi pubis empezaba a sentir ese picor tan característico.
En una de las veces que pase mi braga por delante de la cara no pude evitar sacar la lengua y darles un lametazo probando el sabor que tenía tu semen, estaba un poco fuera de mí ya que no acostumbro a tragarme el semen normalmente. La situación se estaba apoderando de mí, sentía puro morbo y excitación de estar en el baño del trabajo lamiendo mis bragas llenas de tu semen.
Ya sin poder aguantar más me despojé de mi camisa y me quite el sujetador saliendo mis pechos como un resorte, tenía los pezones muy duros por lo que empecé a restregarlos por los azulejos del baño que estaban muy fríos provocándome más excitación aún ya que estaba empezando a mojar mis bragas con mis jugos.
El cuerpo me pedía guerra claramente así que subí mi falda hasta la cintura y me senté en el inodoro con la espalda echada hacia atrás quedando con mi sexo totalmente expuesto. Con una mano empecé a acariciarme mi coñito que estaba empapado y con la otra pasaba las bragas por mi cara, estaba desatada, no tardé en empezar a estimular mi clítoris usando dos de mis dedos húmedos por los jugos que salían de mi vagina.
Mi respiración se entrecortaba y estaba sudando, necesitaba algo más, por lo que abriendo las piernas todo lo que pude introduje dos de mis dedos en mi coño, empezando un frenético mete-saca que me estaba llevando al séptimo cielo. No podía parar de gemir por el gusto que estaba recibiendo mi coñito, pero aún el cuerpo me pedía algo más y por supuesto que se lo di.
Así como estaba recostada sobre el inodoro apoye mis piernas sobre la puerta del baño quedando mi coño y culo más expuestos todavía y con una de mis manos empecé a introducir las bragas en mi coño hasta que estuvieron bien adentro. Ya con las dos manos libres, dirigí una de ellas a mi clítoris y la otra a mi ano, introduciendo un dedo en él.
De esta manera seguí masturbándome un buen rato gimiendo y retorciéndome de forma incontrolada lo cual indicaba que estaba cerca de llegar a un orgasmo maravilloso. Justo antes de llegar al climax empecé a tirar suavemente de las bragas hacia fuera, todo esto sin sacar el dedo de mi culo, aumentando el placer que estaba sintiendo en esos momentos. Con el último tirón que saco por completo las bragas de mi coño me vino un orgasmo espectacular que me hizo correrme como una perra soltando tal cantidad de fluidos que me asuste yo misma, había sido el mejor orgasmo de toda mi vida.
Las convulsiones del orgasmo habían hecho que casi me cayera del inodoro por lo que recobrando un poco el aliento me levante y me puse a recomponerme un poco la ropa ya con las bragas puestas de nuevo, que aún tenían restos de tu semen.
Después me lave la cara y peiné un poco y salí de nuevo a la oficina, pero esta parte ya es bien conocida por ti.
Besos.
Susana.
Después de terminar de leer el e-mail de Susana, tenía la boca totalmente seca y una erección de caballo. Nunca hubiera podido imaginar que Susana era una mujer tan caliente y morbosa, pero así era, por lo que el resto de la mañana me la pase pensando en como podía darle a Susana otra situación tan morbosa y caliente como la que me acababa de contar.
El día termino sin que se me ocurriera nada, pero seguía estando medio empalmado por el relato de Susana lo cual hizo que me hiciera una magnífica paja al llegar a mi casa.
El resto de días de la semana transcurrieron con normalidad hasta que el jueves me vino una idea feliz a la cabeza, ya sabía la sorpresa que le iba a dar a Susana, por lo que esta tarde después del trabajo tendría que ir a comprar los aparatos para llevar a cabo mi plan.
Ya por la tarde me dirigí a un sexshop que había cerca de mi casa y compre un par de consoladores. A la mañana siguiente llegué el primero al trabajo, escondí en el baño de señoras los consoladores y me puse a redactar un e-mail para Susana.
Más tarde empezaron a llegar a la oficina los compañeros hasta que finalmente llegó Susana que ese día vestía con una blusa ajustada que dejaban entrever sus magníficas tetas y una mini falda que le sentaba como un guante a su estupendo culo.
Una vez Susana se sentó en su sitio y encendió el pc le envíe el siguiente e-mail:
Hola, Susana.
Me encanto la confesión del otro día por lo que he decidido darte una sorpresa
que creo te va gustar. Sigue las siguientes instrucciones:
Ve al baño de señoras y en el primer servicio empezando por la derecha encontrarás un bolsa detrás del inodoro.
Ábrela y en su interior encontrarás dos consoladores:
Uno de color negro y con la base mas ancha quiero que te lo metas en el culo.
El otro de color azul quiero que te lo metas en el coño.
Después quiero que salgas a la oficina con ambos consoladores dentro de tu cuerpo.
Al final de la mañana entra de nuevo al baño, quítatelos y déjalos donde los encontraste.
La mañana seguro que te deparará muchas sorpresas.
Yo estaba bastante nervioso ya que no sabía como iba a reaccionar Susana, pero una vez leyó el e-mail, se levanto y se encamino al baño dirigiéndome una mirada picarona y a la vez de asombro.
Al rato ella salió del baño con una forma de caminar un tanto extraña y al sentarse en su sitio emitió un ligero suspiro sonrojándose un poco. Seguramente se debía a que al sentarse ambos consoladores se habían introducido algo más en sus dos orificios.
Estaba casi seguro que había cumplido mis ordenes, pero no fue hasta que se levanto y fue hacia la fotocopiadora cuando pude confirmar que así era, y es que me había reservado una sorpresa para ella. Se trataba de un pequeño mando a distancia que yo llevaba en el bolsillo y mediante el cual podía accionar el sistema de vibración de ambos consoladores de forma remota.
Así que cuando ella se encontraba caminando hacia la fotocopiadora accioné dicho control, lo cual tuvo un efecto inmediato en su forma de caminar. De repente le costaba caminar y empezó a mirar para todos lados, como pudo llegó hasta la fotocopiadora apoyándose en ella un tanto aliviada.
Como si tal cosa se puso a hacer unas fotocopias, a la misma vez que yo aprovechaba para aumentar la vibración de los consoladores y acercarme a la mesa de Juanjo para hacerle una pregunta que no era mas que una excusa para poder ver de más cerca a Susana.
Desde mi nueva ubicación pude ver como Susana tenía la espalda arqueada y la mirada muy fija en los documentos que estaba fotocopiando, se notaba que todo su cuerpo estaba tenso, como aguantándose las ganas de jadear y disfrutar de aquel momento.
Hubo un momento en que ella empezó a morderse el labio inferior y a ponerse muy nerviosa, fijándome en sus piernas, que parecían temblarle, vi resbalar un líquido brillante por sus muslos en dirección a la rodilla, no lo podía creer, se estaba corriendo patas abajo, tanto que sus fluidos ya casi le llegaban a la rodilla. Ella colorada como un tomate dejo lo que estaba haciendo y se fue deprisa hacia su mesa para evitar que alguien se diera cuenta.
Su expresión al mirarme era de incredulidad y lujuria ya que estaba en medio de la oficina con dos consoladores insertados en sus orificios y corriéndose como una perra en celo.
A lo largo de la mañana fui suministrándole placer siempre en las situaciones más comprometedoras: cuando caminaba por la oficina, cuando hablaba por teléfono o con algún compañero , pero lo mejor estaba por llegar y llegó cuando mi jefe nos llamo a ambos al despacho.
Entramos en el despacho y nos sentamos frente a su mesa, ella tenía una mirada que decía claramente que allí no por favor delante del jefe de departamento no!!!.
Pero no hice caso de su suplica y al rato de estar hablando mi jefe, accioné de nuevo los consoladores y esta vez los puse al máximo. Ella en su silla no podía estar dos segundos quieta, estaba sofocada, con la mirada perdida y con sus tetas queriéndose salir de su ajustada blusa.
Mi jefe no paraba de hablar sobre el nuevo proyecto y miraba un poco extrañado a Susana que parecía estar en otra dimensión y ya lo creo que lo estaba, en la dimensión del placer. Seguro que estaría alcanzando nuevos orgasmos porque no dejaba de frotar sus piernas entre sí y agarrarse al sillón como si le fuese la vida en ello.
Finalmente mi jefe dejó de darnos la murga y ambos abandonamos el despacho, pero antes de salir, ví que en el sillón donde había estado sentada había una gran mancha de humedad, había vuelto a correrse de tal manera que había mojado su falda y ésta a su vez había humedecido el sillón.
Susana había mantenido el tipo en el despacho del jefe y la mañana estaba tocando a su fin, como le ordene antes de irse volvió a entrar al baño y después abandono la oficina.
Yo me hice el remolón quedándome el último para poder recoger la bolsa con los consoladores, cuando cogí la bolsa me lleve una sorpresa mayúscula ya que además de los consoladores en la bolsa estaban también sus bragas. Estas parecían recién sacadas de la lavadora porque estaban chorreando y con olor a hembra que despertaría a un muerto, por lo que no tuve mas remedio que hacerme una soberana paja en honor a Susana.
Mi plan había sido todo un éxito y Susana había resultado ser más guarra de lo que yo pensaba, lo cual hacía que se me dibujará una sonrisa en la cara pensando en todo lo que haría con ella. Pero eso ya os lo contaré en los siguientes capítulos.
Saludos.