El duro oficio de vivir y ser feliz 9

Crónica de una muerte inesperada. Bea, la reunión y el comienzo de todo

CRÓNICA DE UNA MUERTE INESPERADA.

Abril de 1999

Ricardo estaba preocupado, los celos exagerados de su hermana le estaban arruinando la vida a toda la familia. Siempre amargada, convertía en un infierno cada celebración familiar y lo que más le molestaba era todo lo que insinuaba de Noelia.

No se le escapaba la gran complicidad de Javier con su esposa, pero era comprensible. Eran jóvenes divertidos de edad parecida, compañeros en la escuela de muchos años y amantes del baile y de las fiestas.

Eran los animadores de todas las reuniones familiares y al momento del baile, era un placer verlos moverse en la pista. Su esposa era una mujer dedicada a su familia, una gran madre para Pedro y una maestra muy querida en las escuela, al igual que su cuñado. Un hombre muy respetado en su trabajo y gran compañero a la hora de poner el hombro cuando correspondía. Nunca habían dado motivos para pensar mal de ellos.

Hasta ese día.

Le había prometido a su hijo llevarlo de pesca embarcado por primera vez, cuando cumpliera diez años. La misma edad que él tenía cuando lo llevó su padre. El día anterior Pedro había estado insoportable y su ansiedad lo consumía. Ya verían cómo llevaría lo de estar toda la jornada embarcado, pensaba Ricardo con una sonrisa.

Llegado el día, se levantaron con la salida del sol, prepararon los aparejos y marcharon luego de aguantar las mil y una recomendaciones de la temerosa madre. Caminaron entre risas los dos kilómetros que los separaban del puerto y al llegar, se encontraron con la sorpresa de que el barco no estaba.

Luego de consultar que sucedía, en el chiringuito donde hicieron la reserva les informaron de que había probabilidades de sudestada. Debían esperar una hora y si se confirmaba, la excursión se cancelaba.

Hicieron tiempo en una cafetería cercana, charlaron entre risas como nunca lo hacían, le compró a su hijo un chocolate con churros para mantenerlo contento y al llegar la hora no hubo nada que hacer. Debieron postergar la salida.

Para su sorpresa, el niño se lo tomó a bien y se pasaron todo el camino de vuelta haciendo planes entre puyas, sobre todo lo que iban a pescar la próxima semana.

Poco tardaron en volver a la casa, un coqueto chalet con un parque lateral con entrada para coche, que conectaba en el fondo con el garaje. Una gran reja, rematada en agudas puntas doradas, rodeaba la propiedad.

Al ser las nueve de la mañana y cargados ambos como estaban con todos los aparejos, entraron por el portón de la reja lateral para no despertar a su madre. No habían dado más que unos pasos por el parque, cuando unos agudos lamentos de mujer les llegaron desde la ventana del piso superior, lugar donde se suponía, estaba durmiendo la mujer.

La reacción de Ricardo no se hizo esperar,  tomó del brazo a su hijo y haciendo caso omiso de sus quejas, lo arrastró por el parque y lo encerró tras las rejas del trastero ubicado en el fondo del garaje, luego tomó su escopeta de caza del armario cerrado con candado, le cargó dos cartuchos ante la mirada despavorida del niño y salió del lugar cerrándolo a cal y canto.

Entró a la casa por la puerta del lavadero, atravesó la cocina y mientras subía en silencio la escalera, los lamentos que le llegaban de su dormitorio convertían sus peores temores en una triste realidad.

Arrastrando pesadamente los pies por el pasillo se asomó a la puerta entreabierta y observó la escena mas morbosa y dolorosa que jamás llegó a imaginar, Su mujer, de espaldas sobre el lecho que con tanto amor habían compartido y con las piernas abiertas en un ángulo imposible, recibía con desesperación la tranca de su cuñado.

  • Ayyy...siii...asiii, mi amor...hmmmm...Que placer…

  • Como te gusta puta...ehh...Por... fin...tenemos todo el día...para nosotros. Estaba podrido...de follar...a escondidas.

  • Siii... mi vida me encantaaa…¿Me vas a follar mucho? Hmmmm…

  • No te voy a dejar...un agujero sin rellenar… Por fin …ese culo será mío.

Sin esperar respuesta y demostrando a las claras que esa coreografía había sido muchas veces ensayada, el enfebrecido amante tomó a la mujer de las caderas, la dió vuelta colocándola de rodillas sobre la cama y enterrando con la mano su cabeza en el colchón, la volvió a penetrar.

  • Siii...mi amor...Todo lo que quieras… no pareees...Aghhh.

Ricardo, parado frente a la puerta entreabierta, presenció atónito el enorme orgasmo de su mujer.

Mientras su cuñado, que la tenía a cuatro patas, la seguía penetrando desesperado buscando prolongar los estertores de la entregada hembra y con dos dedos de su mano le taladraba el culo preparando la enculada, él estaba paralizado.

Tantos años de servicio preparándose para las peores circunstancias, tanto entrenamiento que lo había llevado a reaccionar felinamente en situaciones muy complicadas para salvar una vida, resultaron insuficientes ante la traición más dolorosa.

Cuando el enfebrecido amante reculó unos centímetros  y tomando su encharcada daga con la mano, la enfiló unos centímetros más arriba y empujó sus caderas con desesperación, la entregada mujer pegó un alarido tal, que lo sacó de su sopor y lo puso en movimiento.

  • Ayyy ....Hijo de puta...Me revientas...Nooo... Ayyyy...Siii Ahhhh.

Con la frialdad propia de los años de profesión, entró en silencio, dejó la escopeta sobre el sillón lateral y tomando al sorprendido amante de su abundante cabellera, lo arrancó del culo de su mujer, lo arrastró por el piso y al llegar a la ventana, cruzó su otro brazo agarrándolo de la entrepierna y tras un par de balanceos lo tiró pataleando por la ventana del primer piso.

Con calma, volvió sobre sus pasos evitando mirar a su aterrada mujer, tomó la escopeta, la amartilló y en el momento justo que esta se asomaba a la abertura para gritar por ayuda, le voló la nuca de un escopetazo.

Finalmente, se sentó en el sillón, apoyó la culata en el piso, metió el cañón en su boca y se voló la cabeza.

Pedro en su desesperación, rompió el pequeño ventanuco del trastero y arrastrándose entre vidrios rotos que rajaron ropa y piel por igual, cayó del otro lado de la pared, al mismo tiempo que un gran estruendo de cristales rotos, seguido de un alarido de su madre y dos explosiones, llegaron a sus oídos.

Completamente ensangrentado, alcanzó a llegar al pie de la ventana, encontrándose con el cuerpo desnudo de su tío ensartado en las rejas, mirando en sus últimos estertores con los ojos muy abiertos, el cuerpo bañado en sangre de su madre, cuya torso desnudo colgaba hacia afuera sobre el alfeizar de la ventana.

Su grito de terror quedó ahogado en las piadosas manos de su tía, que tapando su cara lo alejó de tanto horror.

Bea

Junio de 2019

De haber conocido el volcán a punto de estallar que anidaba en el alma de Pedro, quizás las cosas hubieran sido diferentes, pero nada hacía suponerlo cuando lo conocí.

O quizás sí y no supe verlo. O quizás nunca tuve la oportunidad.

Crecí en el seno de una familia tradicional, donde Ramón, mi padre, era un hombre grandote y dominante, juez de profesión y mi madre, una ama de casa sumisa, incapaz de imponerse para defender su dignidad.

Sin embargo me apoyaron en los estudios y solo fueron un incordio al controlarme en exceso, alertados por el desarrollo de mi atractiva femineidad.

Controles que fueron cediendo a medida que afianzaba mi noviazgo con Pedro y el férreo control que sobre mí ejercía para beneplácito de mi padre.

Control que llevaba a la práctica hasta en nuestras relaciones sexuales, donde lo que mas le ponía era que me mostrara sumisa hasta en sus mas mínimos caprichos.

Control que pretendía mantener en la actualidad, al llevarme y traerme del trabajo con su taxi todos los días, en especial los jueves.

Control que se le esfumaba ante la perspectiva del viaje con David. Y eso lo tenía loco.

LA REUNIÓN DE TRABAJO

Las semanas que siguieron a la fiesta en la casa de José y hasta el día de la partida de Nuria, fueron de una vorágine tal, que no pude tocar el tema de Antonio y Daisy con ella y si le sumamos que durante su ausencia, la blonda tomó el control de la producción con toda naturalidad, mi inquietud se esfumó.

La asombrosa rubia platino demostraba haber nacido para manejar a la gente, parecía tener siglos de experiencia conduciendo personal, como si supiera en todo momento lo que cada uno necesitaba y lo que podía dar de sí.

El día del retorno de mi amiga estaba ansiosa de novedades, quería saber a qué atenerme el día que me tocara viajar y para mi sorpresa la noté errática y acelerada. No pude sacarle otro tema de conversación que sus vivencias como turista, como si expresamente quisiera evitar hablar de trabajo. Para confirmar mis sospechas, cuando Juanita nos avisó de la reunión sorpresiva con David, Nuria se puso pálida como un cadáver.

Al entrar a la oficina, encontré a mi jefe flanqueado por Daisy y una pelirroja explosiva muy parecida a ella, ambas vestidas con vaqueros ajustados, camisas holgadas de amplio escote y peinadas con una larga trenza.

Los tres nos recibieron con una sonrisa y cuando se nos unió José, nos invitaron a sentarnos en el sillón grande de cara a ellos, por último, a Juanita la colocaron a un costado para que tomara nota. Una vez ubicados todos, David se paró y pidió un aplauso para Nuria por el éxito de su diseño. Cosa que hicimos sin dudar, provocando una sonrisa de orgullo en José y una extraña expresión de sorpresa en la cara de mi amiga.

A continuación nos presentó a Nina y pidió un aplauso para ella por haber logrado vender más de cien juegos completos del nuevo diseño en el mercado francés y alemán, agotando la producción de todo el año.

Nos aseguró que la sorpresa por el éxito de su gestión desde el primer momento, fué tan grande, que cada vez que Nina le pasaba los partes con las órdenes de compra concretadas en el día y las expectativas por las apalabradas para el siguiente, lo invadía un estado de excitación tal, que le costaba enfocarse en otros temas que no fueran la urgencia por confirmar esas novedades al final de la jornada.

Nos contó también que esas ventas cambiaron todos los planes de futuro, estaba tan orgulloso de su diseñadora y del descubrimiento de la nueva incorporación, que no se preocupó en abrir el stand los últimos dos días para dedicarse solo a planificar la producción y asegurarse la contratación de nuevos proveedores. De seguir vendiendo a ese ritmo, no hubieran podido cumplir los pedidos con la actual infraestructura.

Por alguna razón, decía todo esto sin dejar de mirar a Nuria, que había enrojecido de tal forma, que no levantaba la vista de sus manos crispadas. Como si se avergonzara de alguna cosa. Finalmente nos anunció la creación de una nueva empresa, en la cual Nina, sería su mano derecha, después de todo, ese nacimiento era obra suya.

Con los anticipos recaudados por las ventas en la feria, pensaba construir un nuevo galpón en el terreno anexo a la fábrica que se utilizaba para recreación y lo dotaría de maquinaria totalmente automatizada para la producción de las nuevas líneas de diseño y para todas las tareas no artesanales de las viejas, que hoy se hacían en forma manual.

Cuando todo estuviera terminado, y se cobraran las entregas de los nuevos pedidos, construiría en el terreno del fondo una guardería con escuela de nivel inicial para los hijos de los empleados y un centro de capacitación para las nuevas tecnologías, sobre la misma ubicaría un centro recreativo para los empleados, con gimnasio y canchas de fútbol sala y paddle. Mientras tanto, la empresa se mantendría con las utilidades de la línea clásica.

Ver a David tan entero y entusiasmado me conmovía hasta las lágrimas, todavía tenía pesadillas recordando una anécdota que Ramón me confesó entre risas, años después de conocernos y que me alteró profundamente.

EL COMIENZO DE TODO

Marzo de 2008

*Esa mañana en el aula, los párpados de David parecían de plomo, poco a poco la monótona voz de la mujer se le fue convirtiendo en un murmullo, la luz se le fue apagando y sus sentidos aletargados dieron paso a un profundo sueño, del que solo lo sacó el grito destemplado de la malhumorada profesora de matemáticas.

Una treintañera de muy buen ver, acostumbrada a marcar el territorio los primeros días del último año de bachillerato. Única forma de que semejante jauría hormonada no le pasara por encima.

La poderosa hembra, portadora de las mejores tetas del instituto, acababa de explicar en su primera clase los objetivos del año y el tipo de ecuaciones que tendrían que llegar a resolver para aprobar el curso, cuando lo descubrió en las últimas filas durmiendo profundamente, con la cabeza echada hacia atrás y roncando alevosamente entre las carcajadas de sus compañeros de banco.

  • ¡FERRANTES!

El grito sacó a David de su aletargado estado, poniendo todos sus sentidos en confusa alerta. La reciente muerte de su padre, sumado al trabajo estresante de tener que ponerse al frente de la fábrica, lo tenían agotado

  • Sssií ...se...señora, diga usted

  • ¿Me puede repetir lo que he dicho sobre el tipo de ecuación que he escrito en la pizarra?

Buscando desesperado la respuesta en su cansado cerebro, el muchacho se atrevió a inventar lo primero que le pasó por la mente. No podía empezar con mal pie ese curso, demasiados problemas tenía ya.

  • Ha explicado cómo resolver ecuaciones diferenciales de segundo grado con una incógnita.

Ante la absurda respuesta de emergencia que desató la hilaridad de la clase, la profesora se decidió por dar un escarmiento.

  • ¿Y usted lo ha entendido?

  • Sssi...señora

  • Hágame el favor, pase al frente y demuéstrele a sus compañeros como se hace.

El muchacho se obligó a mover su agarrotado cuerpo y se dirigió lentamente a la pizarra tratando de alejar el maldito sopor que lo aletargaba, tomó la tiza, buscó la fórmula de resolución entre sus confusos pensamientos, la escribió en la pizarra, reemplazó las variables y escribió la respuesta ante el silencio de sus compañeros y el asombro de su profesora.

Sin percatarse de ello y aliviado por haber salido del paso, emprendió camino de regreso a su banco, arrastrando los piés y sin percatarse de la pierna extendida de Pedro cruzada en su camino. El golpe de su cabeza contra uno de los pupitres fué brutal. Luego le confesaría a la que creía su amiga, que a medida que perdía el conocimiento sólo llegó a pensar…

  • Por fin podré dormir sin que me molesten.

Cuando se recuperó, pidió el pase al turno noche.

Luego en la Universidad, tal era su desamparo, que vendió su orgullo y sus conocimientos, buscando la protección de los mismos que lo agredieron.*

ESCALOFRÍO

Y ahí estaba ahora, parado erguido frente a ellos, orgulloso de su gente y soñando con el futuro. Futuro que dependía en gran parte del éxito del próximo viaje. Viaje en el que esperaba no defraudar a David.

Pensando en lo que estaba en juego, tuvo un escalofrío.

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