El duro oficio de vivir y ser feliz 6

Nuria, Bea, la extraña fiesta y el error.

NURIA Y BEA

Octubre 2018

Al finalizar la entrevista me indicaron la dirección de la clínica para los chequeos médicos, me dieron el contacto para Nacho y me pidieron que le avise a Bea para que me acompañe el lunes siguiente, fecha de mi incorporación, para la toma de contacto con las tareas  y una nueva entrevista con David.

Cuando le conté el proyecto a mi amiga nos pusimos a saltar como adolescentes, mientras su esposo nos miraba con el ceño fruncido.  A ellos también les había ido mal, habían perdido todo y sobrevivían malamente con el magro ingreso de Pedro como conductor de taxi y el de las clases particulares que daba Bea.

El único que había salvado los papeles era Antonio, el más golfo de los tres. Putero consumado y soltero empedernido, había sido previsor escabullendo una importante suma de dinero de las fauces de los acreedores. Hoy se mantenía con bajo perfil, prestando dinero a tasas usurarias y sin mostrarse demasiado para no llamar la atención.

El lunes temprano, mientras Nacho marchaba a su entrevista, Bea vino a casa con una maleta para probarnos juntas la ropa para nuestra reunión con David, ahora que había alejado mis temores a su rechazo, queríamos causar un gran  impacto desde el primer día.

Finalmente nos decidimos por dos vestiditos cortos con pollera tableada, una camperita corta de piel y zapatos de taco haciendo juego con una pequeña cartera. Nos peinamos con el pelo estirado en una trenza y nos maquillamos sutilmente. Estábamos hermosas y ansiosas, parecíamos dos adolescentes en su primera cita.

Cuando Juanita nos vió llegar frunció la cara, nos anunció a David y nos hizo pasar a la sala de espera. Mientras esperábamos, de la oficina central se asomó una hermosa y voluptuosa mujer rubia platino entrazada en un jardinero holgado, que nos miró de arriba abajo con curiosidad mal sana. Minutos más tarde apareció David y sin decir una palabra, nos envió a recorrer toda la línea de producción acompañadas de José.

Partimos desde los depósitos de madera, subiendo y bajando por los pallets mientras nos explicaban los diferentes tipos y medidas, pasamos por los sectores de corte y perfilado protegiéndonos el escote de la lluvia de aserrín y seguimos por la sala de ensamble y pulido, pisoteando los restos de pegamentos.

Solo nos quedaba recorrer el sector de hornos y barnizado. Con una sonrisa paternal, Jose nos señaló la pasarela de seguridad de chapa cribada ubicada a media altura sobre la sección por la que deberíamos circular, donde seguramente nuestros tacos se engancharían y nuestras intimidades quedarían expuestas a la vista de los que levantaran la cabeza, que seguramente serían todos. Avergonzadas, desistimos de la visita al sector y seguimos el recorrido.

Volvimos a la oficina de David cuatro horas después de partir, con los pies destrozados, bañadas en aserrín, totalmente sonrojadas y con el mensaje recibido alto y claro.

Nos recibió  con una sonrisa, nos aclaró lo que necesitaba de cada una de nosotras y después de estar toda la tarde con Daisy, que resultó ser más agradable de lo que aparentaba pero que nos escrutaba como insectos en el microscopio, nos pusimos rápidamente de acuerdo en todo.

Dos semanas más tarde nos integramos a la plantilla con cómodos pantalones largos y calzado apropiado. Convinimos tener libertad total de decisiones sobre nuestros desarrollos, prometimos coordinación con Daisy y reuniones semanales con David para la evaluación del estado de nuestros desarrollos.

A medida que los trabajos avanzaban, fui descubriendo un hombre distinto, nada quedaba de su vieja tristeza, su seguridad y aplomo, ajena a toda arrogancia nos fué cautivando. En mi caso fuí recuperando esa vieja sensación de seguridad al tenerlo cerca y acepté encantada cuando se ofreció a pasarme a buscar cada mañana con la camioneta de la fábrica

Inconscientemente o no, necesitaba agradarle y noté que lo mismo le sucedía a Bea. Dada la complejidad de las tareas, debimos separar las reuniones, quedando las de los martes para evaluar los avances de mi sector y las de los jueves los de Bea, único día en que nos permitíamos venir vestidas de calle y que, con el correr de los meses se convirtió en una competencia de modelitos para impresionar a David

Cosa que aparentaba poner a Daisy de los nervios, más aún cuando descubrió, que por las mañanas, él y yo llegábamos juntos en la camioneta de la empresa.

EXTRAÑA FIESTA

Abril de 2019

Seis meses después de nuestro ingreso, toda la línea de producción estaba digitalizada y estaba por exponer mi primera línea de diseño en la feria de innovadores de París. Para festejarlo, organizamos una reunión en casa de mis padres a la que invitamos a Antonio, a Bea con su esposo y a David, que llegaría un poco más tarde acompañado de Daisy.

Mis padres habían mejorado sustancialmente su relación, no había malos rollos, se complementaban a la perfección, pero no se me escapaba que se comportaban más como buenos amigos, que como marido y mujer. Mi madre lucía rejuvenecida, con una alegría que no le veía desde que era pequeña y mi padre había recuperado esa sabia calma serena que tanto extrañaba.

Aunque cualquiera de los dos, daría sin dudar la vida por el otro, sabía sobradamente que dormían en cuartos separados desde hacía más de dos años.

  • Brindemos por el éxito de mi niña. - Propuso mi padre eufórico levantando la copa. Cosa que todos acompañaron.

  • ¿Y cuando es la presentación? -Quiso saber mi madre.

  • Viajamos en la primera semana de Junio para recibir la mercadería, tendremos un par de entrevistas previas con posibles interesados y usaremos el fin de semana para armar el stand. La exhibición comienza el Lunes siguiente, dura cuatro días y el Domingo pegamos la vuelta. -Contesté.

  • ¿Viaja un equipo grande? -Quiso saber Pedro, provocando el evidente malestar de Nacho.

  • No, solo David y yo, no son tiempos para grandes gastos

  • ¿Entonces por qué no vuelven el Viernes? -Quiso saber Nacho bastante mosqueado.

  • En realidad no lo sé, de eso se encarga Juanita, pero imagino que hay que desarmar todo, embalarlo y dejar un tiempo para posibles contactos comerciales. Además también me gustaría recorrer un poco París ya que estoy ahí. David conoce bastante y puede ser un excelente guía.

  • Parece que sabes bastante de él... -Pincho Pedro provocando un reproche de Bea.

  • Deja Bea, no intervengas… No se que buscas Pedro, pero si lo que te pasa es que tienes envidia porque él nos haya salvado el culo, mientras ustedes nos arrastraron a la mierda... dilo. Porque te recuerdo…por si no lo sabías…que David y yo nos hemos criado juntos y siempre me ha cuidado como a su hermana pequeña.

  • ¿Envidia de ese perdedor que se arrastraba por un poco de popularidad?... Por favor Nuria, que aproveche su minuto de gloria, ya lo vas ver arrastrarse a nuestro pies otra vez. Lo que no entiendo es porque ustedes dos están tan embelesadas con alguien tan patético y deprimente. No falta mucho para que lo pongamos en su lugar nuevamente. Ahí veremos si le vale de algo el dinero que seguramente le dejaron sus padres.

  • ¿Hace mucho que no lo ves? -Preguntó mi padre con una sonrisa.

  • Desde que cambió de curso en la universidad. ¿Por qué pregunta?

  • Por nada, simple curiosidad. -Contestó sin poder contener una carcajada.

  • Y tú Bea, ¿cuándo te vas a Roma con él ? -Agregó mi padre sin dejar de reír.

  • ¿Cómo?…¿Irse?…¿Con quien? -Salto Pedro.

  • Ups...¿No lo sabías?...Lo siento Bea metí la pata. -Acotó con sorna.

  • Es solo un proyecto, no es nada segura nuestra presencia en la exposición de herrajes. Por eso no dije nada... Pura cábala. -Aclaró Bea cruzando los dedos.

  • ¿Cábala?…¿Estás deseando ir? -Saltó Pedro

  • Por supuesto…Caminando si es necesario. -Agregó su esposa, ante la risa de todos y la indignación de su marido.

Cuando la discusión estaba por subir de nivel, sonó la campanilla y suponiendo quien era, mi padre abrió el portón del jardín, por donde segundos más tarde entró una poderosa moto conducida por una espectacular Daisy con David de acompañante.

Cuando la exuberante rubia bajó de la máquina enfundada en unos elastizados pantalones de cuero y se sacó el casco sacudiendo la cabeza para liberar su larga trenza platinada, generó un impacto en la platea masculina, solo superado cuando se desprendió de la chaqueta, luciendo una ajustada camiseta de tirantes, por cuyo escote, asomaba curiosa una hermosa rosa roja.

No se me escapó la sonrisa burlona de Antonio mientras le susurraba algo al oído de sus viejos amigos, que asombrados, no lograban cerrar la boca ante la presencia de semejante hembra.

Desde ese momento los mantuve en la mira.

Como suponía, no tardaron en armar el viejo trabajo de pinzas que tan bien conocía. Decenas de veces había presenciado cómo le soplaban la dama a un incauto, dejándolo en ridículo frente a sus compañeros. Más aún en este caso, donde el antiguo siervo se pavoneaba frente a sus viejos amos.

Aprovechando el entusiasmo de David por el proyecto, Nacho y Pedro lo fueron acaparando con preguntas, mientras Antonio se acercaba disimulado a Daisy y le susurraba algo al oído que la estremeció. Satisfecho por el resultado, le volvió a decir unas palabras y marchó disimulado hacia el fondo de la casa. Lugar hacia donde se dirigió rígida la rubia minutos mas tarde.

Me quedó claro que Antonio sabía algo que la muchacha no podía permitir que trascendiera y lo iba a usar en su provecho humillando a David. Me levanté preocupada y marché tras ellos para evitar lo que sea que Antonio tuviera en mente y no los encontré.

Pensando donde podrían haberse escondido, alcance a oir gemidos provenientes de la caseta de jardinería. Indignada al confirmar mis sospechas, corrí a poner a esos dos de vuelta y vuelta y al abrir la puerta, encontré a Antonio tirado en el piso hecho un ovillo agarrándose los huevos, mientras Daisy lo pateaba furiosa con sus botas de motoquera.

  • ¡Cómo intenten lastimarlo, se van a arrepentir, les va la vida en ello!

Cuando me vió, cual tornado que se desvanece, pareció calmarse. Se acomodó la ropa, se dió media vuelta y se marchó sin decir una palabra.

Minutos más tarde, después de pedirle a Pedro que atendiera a su amigo, me la encontré conversando con mi madre como si nada hubiera sucedido.

Esa noche, mientras me desmaquillaba frente al espejo del tocador, Nacho recorría nervioso la habitación de un lado al otro.

  • Ese viaje no me gusta nada, no confío en ese tipo, solo busca vengarse poniéndome en ridículo.

  • ¿Y por qué querría vengarse de tí?

  • Sabes bien que estaba por tus huesos, todavía recuerdo la cara de estúpido que puso cuando te arranqué de sus brazos.

  • ¿Y sigues convencido de que ese día el que perdió fue él?

  • ¿Quién si no?

  • A vista de los acontecimientos, la que elegí el bando perdedor fui yo...y antes de que sigas, te aclaro que no me pienso perder ese viaje por nada del mundo, te guste o no.

Sin agregar una palabra más, rojo de furia, salió de la habitación dando un portazo.

EL ERROR

Mayo de 2019

Desperté sobresaltado pensando que me había quedado dormido, miré el reloj y constaté que todavía faltaban cinco minutos para las seis de la mañana. Los ruidos provenientes de la cocina, me dieron una idea de que era lo que me había despertado, Juana se había adelantado.

Me levanté extrañado, lo normal de los sábados era que llegara luego de que yo saliera a correr. Me asomé a la cocina y la ví trasteando en la pileta de espaldas a mí. Tenía su pelo rubio recogido en un rodete y estaba vestida con un top ajustado y un short mínimo, que marcaba su hermoso culo a la perfección.

Pensé divertido que había llegado con ganas de guerra y decidí subir la apuesta. Me acerqué despacio y abrazándola desde atrás le apoyé toda mi erección matinal en la raja del culo, mordiéndole el cuello mientras le estrujaba con ganas las tetas.

  • Hmmm, alguien se ha despertado guerrero hoy.

La voz de Nuria penetró mi cerebro destrozando mi calentura y anoticiándome de que había metido la pata hasta el cuadril. Salté hacia atrás como si hubiera abrazado una estatua de bronce al rojo vivo y salí disparado.

  • Yo…yo… lo siento… Que cagada, madre mía.

Salí disparado por la puerta de la calle sin saber cómo iba a arreglar semejante desastre. Corrí mis diez kilómetros y al volver me encerré en el gimnasio sin pasar por la casa. Al terminar mi rutina, entré por el fondo y me dirigí directo a la ducha sin desayunar, me aterraba el hecho de tener que explicarle a Nuria mi actitud.

Estando ya en la ducha, con la cabeza enjabonada y de cara a los grifos, percibí una corriente de aire frío, seguido del ruido de la puerta corredera de la mampara. Antes de que pudiera reaccionar me abrazaron por detrás y pude sentir los grandes pechos de una mujer clavándose en mi espalda mientras sus manos buscaban mi virilidad.

  • ¿Qué haces Nuria?¿Estás loca?

  • Shhh…No te resistas. Esta ducha me trae viejos recuerdos. Ahora entiendo por qué a mi madre se la ve tan feliz.

  • P…pp…pero tu nunca quisiste volver a tener nada conmigo. Y ahora estás casada.

  • Ese es mi problema no el tuyo.

Para ese entonces, mi polla ya se había despertado y pugnaba por atención. Nuria lo notó y girándome de cara a ella, se agachó y le rindió los honores correspondientes, llevándome al éxtasis en un par de minutos.

Luego se irguió, restregando su cuerpo sobre el mío y me compartió la corrida en un morreo que me dejó temblando de pies a cabeza.

La tomé en mis brazos y mojados como estábamos, la llevé a la cama donde la deposité suavemente sin dejar de besarla. Por primera vez en nuestra relación sentí algo más que pasión en sus besos.

Nos fuimos girando besando nuestra piel hasta quedar de costado, uno encajado en el sexo del otro en un sesenta y nueve de mucha pasión.

Después de saciar nuestra hambre del otro, nos volvimos a tumbar, cambiando de posición a medida que la cópula avanzaba, finalmente, con ella echada y sus piernas sobre mis hombros explotamos en un orgasmo que nos dejó derrengados. Cuando nos calmamos...

  • ¿Qué hemos hecho Nuria? Esto es un puto error ¿Qué haces en mi casa hoy?
  • Mi madre me pidió que la reemplazara, fué a acompañar a mi padre al hospital.
  • La hemos vuelto a cagar.

  • ¿Acaso no te ha gustado?.

  • Por supuesto que sí, pero ya hemos pasado por esto, y siempre termina mal. Además estás casada.

  • Ya te dije que ese es mi problema, no el tuyo.

  • Si que lo es, es muy doloroso ser siempre tu segunda opción.

  • ¿Y si te dijera que en este momento eres la primera?

  • Te diría que me lo tendrías que demostrar y este no es el mejor momento. En este viaje se juega nuestro futuro y no podemos permitirnos distracciones. A la vuelta veremos si sigues pensando lo mismo.

A pesar de que mi cuerpo me pedía todo lo contrario, me levanté de la cama evitando mirarla. Era una mujer hermosa, a la que muy a mi pesar siempre había querido mucho y la tentación de abandonarme a sus encantos era muy grande.

  • Sabes bien todo lo que siento por tí y esta es tu casa, como siempre lo ha sido. Pero hazme un favor, vete, esto no está bien y va a terminar mal. No podemos darnos ese lujo, hay muchas familias que dependen de nosotros.

En silencio y con los ojos enrojecidos, se dió una ducha y se marchó. Ya habría tiempo durante el viaje para aclarar las cosas. O no.

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