El duodécimo chat de mi Esposa (Final)
Soy Javier, vivo en Argentina, tengo 41 años. Este es el final de la historia. Fecha. 11 de Julio de 2016.
Como le había contentado en mi último relato, yo espere a Soledad en penumbras. Sentado en un sillón del living con una copa de vino. Mi hijo dormía profundamente. ¡Mi cabeza está a mil ¡ Era ahora o nunca. Estada decidido; esa misma noche le plantearía que me iría de casa por la mañana, y que de inmediato empezaría con el trámite de la separación legal.
Era casi las 2:30 AM y Soledad no llegaba. Yo estaba medio tomando, y por supuesto que seguía caliente luego de ver esa filmación - leer relato 11 - . ¡Los minutos pasaban… y no llegaba¡ De pronto sentí un ruido de llaves. Apague la luz del velador y espere que entre. Soledad entro en forma sigilosa, tratando de no hacer ningún tipo de ruido. En ese momento prendí la luz del velador, quedándose sorprendida al verme sentado allí. Su rostro se veía como desilusionado, como algo no hubiera estado bien. Al verla detenidamente pude observar esas botas tal sexy que tenía puesta, y parte de su pantalón blanco, ya que el tapado de piel le tapaba casi todo su cuerpo.
¿Que haces levantado a esta hora? me pregunto nerviosa. No podía dormir, y me quede esperándote despierto. ¡Bueno amor, ya llegue, ahora vamos a dormir que es tarde¡ me contesto. ¿Y esas botas, son nuevas? ¡Si, se la compre la madre de Rebeca¡ ¿Veo que te pusiste el nuevamente el pantalón blanco? Soledad se puso muy nerviosa e intento de cambiar de tema y me dijo: ¡Me voy a dormir bebe, estoy muy cansada, hasta mañana¡ ¿Espera, sácate el tapado, quiero verte detenidamente? ¡Ahhh amor, necesito ir al baño urgente¡ Entonces me levante del sillón y le dije que quería ver.
Soledad no tenía otra opción. Lentamente se desprendió del tapado y lo coloco en una silla. Al verla me quede impactado: la musculosa negra de cuero le quedaba impresiónate, casi mitad de sus senos sobresalían por su escote. El pantalón ustedes ya lo conoces - jajaja -, le quedaba súper ajustadísimo, que le marcaba increíblemente su piernas, su concha y su culo. Las botas de cuero por fuera del pantalón le quedabas bien de zorra.
Conforme me dijo, mientras se ponía las manos en jarra como una autentica puta. ¿Te gustan la musculosa, es nueva? ¡Si claro¡, le conteste, te quedan muy bien¡ Soledad jamás había usado algo así. Después me pregunto: ¿Te enojaste que haya salido así vestida? ¡No, para nada¡, le conteste. ¡Pero sos coincidente que pareces un puton así vestida¡ ¿Eso pensas de mí? ¡No, sé que sos una mujer fiel, pero los demás deben pensar que sos una caliente pija¡ Utilice las mismas palabras de Walter que se refiero a ella en el primer relato.
Ella se quedó pensativa. Después me dijo: ¡Para tu información no me saque el tapado en toda la noche¡ ¡Ok, me quedo más tranquilo¡, le conteste. ¿Conforme, ahora puedo ir al baño? ¡Sí, pero ante quiero que hablemos un momento¡, le conteste.
Nos sentamos en el sillón del living y le di una copa le vino. Ella la rechazo, me dijo que había tomada un poco de más, pero yo insiste, y ella accedió. Entonces la miré y le dije. ¡Quiero el divorcio¡
Ella no pareció estar disgustada por mis palabras. Me preguntó suavemente: ¿Por qué ahora, si estamos mejor? ¡No estamos mejor, estamos mejor en la cama, eso es distinto¡, le conteste. ¡Si la lo sé, pero todo va a mejor, debemos seguir luchando¡ ¡No Sole, ya es suficiente. Mañana me iré por un tiempo a la casa de mi hermano hasta que puedo alquilar algo¡ Ella al escuchar mis palabras empezó a llorar desconsoladamente. En todo ese trajín, ella tomaba más vino. La notaba que estaba muy mareada.
Después ella se levantó y fue a la cocina a llevaran la botella de vino vacía. Tomo un rollo de papel y se empezó a secar sus lágrimas. Cuando la ve de atrás, no me pude resistirme, necesitaba cogérmela por última vez. Ella se percató de eso, y saco un poco más su culo para afuera, como para tentarme más. Viendo ese espectáculo, me pare y me dirigí había la cocina.
Al llegar, la abrace por la espalda y le digo: ¡Estas echa una puta¡ ¿No es lo que querías?, me contesto, mientras empezó a frotar mi pija con su culo. Yo empiezo a darle besos en su cuello, mientras me decía que por favor no la deje. Ahí empezó a mover su culo para atrás y adelante, chocándose en forme brusca con mi pija. Después le empecé a acariciarle su concha por encima del pantalón. Se la frotaba muy fuerte. Ella reacciona dando pequeños suspiros y apretando su culo contra mi pija, que a esa altura estaba re dura. Yo aproveche con la otra mano para acariciarle un pecho por encima de la musculosa. Después con mis manos saque sus dos tetas por fueras de la musculosa. Las tenía como una piedra y empiezo jugar con ellas. Le estiraba los pezones a más no poder. Después apoye sus tetas en la mesada fría de la cocina y la empecé a coger con las pantalones puesto.
Ella siguió suspirando de calentura. Ahí tome la botella vacía de vino que estaba sobre la mesada y se la lleve a su boca y le dije: ¿Te gustaría tener una pija así de grande en tu culo? Ella no me contesto, pero empezó a chupar el pico de la botella a un ritmo frenético. Esta re sacada. La chupa con su lengua y se la metía en su boca. Después dejo la botella, se dio vuelta y se agacho. Saco mi pija del pantalón y empezó jugar con ella, dándole besitos, rozándola con su lengua, mordiéndome los huevos, y por fin se la metió toda en la boca.
Yo tome la botella de vino y se la puse al lado de mi pija. Ella entendió rápidamente que debía alterar la chupa de mi pija con la de la botella, y así lo hizo. Tuvo así como 5 minutos haciéndome una chupada infernal, mientras le decía que se había vestido como una autentica puta. Ella lo afirmaba, que lo así por mí, porque sabía que me gustaba. La muy puta me mentía en la cara. Pero esa noche no me importaba, quería cojermela en forma salvaje. Ella seguía diciéndome cosas: ¿Te gusta que me ponga este pantalón amor? Yo no podía aguantar más, estaba por eyacular; entonces la pare de seco, la levante y la puse de espalda, tome sus manos y lo apoye en la mesada. Y me empecé hacer una paja fenomenal con la vista del culo de Soledad, con ese pantalón blanco que se le transparentaba las tiritas de la tanga de hilo dental que se había puesto.
Mientras yo me masturbaba, ella giraba su cabeza para mira y decirme que era un degenerado. Entonces le pregunte donde había sacado esa tanga de hilo dental, que era muy de puta. Soledad me contesto que su amiga Daniela se la había regalado. Nuevamente tome la botella para que la chupe de nuevo. Soledad se la metió en su boca, y me miro fijantemente con cara de zorra. Yo no aguante más, - más aún cuando ella empezó a mover su cola - y termine en su pantalón. ¡Fue tanta leche que salió de mi pija que manche una gran parte de pantalón¡ Después tome una de sus manos y se la lleve a su cola, y la guie para que repartiera mi semen en todo su cola. Soledad siguió sola, mientras me decía que era un puerco.
¡Si, lo soy, por tu culpa, y todavía me falta¡ le dije. Ella se rio, y me pregunto qué falta. Entonces agarre nuevamente la botella y se la empecé a pasar por su concha; primero en forma suave, se la frotaba con el pico, para luego empujar un poco más por encima del pantalón justo a la altura de su concha. En ese instante me salió el instinto animal que todo hombre lleva adentro, y más aún por la bronca que tenía hacia ella por todo lo que estaba vivenciando. Es por ello que tome una tijera de un cajón de la cocina y le hice un agüero en el pantalón a la altura de su concha. Soledad me dijo que estaba haciendo, resistiendo un poco mi accionar. Hice como si nada escuchara y le abrí con mi mano aún más el aguerro el pantalón. Corrí la tirita de la tanga de hilo y le empecé a meter el pico de la botella por su concha.
Mi mujer empezó a gemir, mientras me decía: ¡No me podes hacer esto, sos un degenerado¡ ¡Te lo hago porque siempre fuiste una puta reprimida¡ Ella abrió un poco más sus piernas, para que la botella entra un poco más y se la fui mintiendo un poco más, hasta que el pico se perdiera por su concha. La situación era muy morbosa: mi esposa estaba de espalda, con sus tetas al aire apoyadas en la piedra de la cocina, con sus dos pierna bien abiertas, con esas botas bien de puta que lleva puesta, y el pico de la botella perdida por su concha a través de un aguerro en su pantalón blanco. En ese momento le dije al oído: ¿Queres que te lo mete más adentro? ¡Hay Javi, estamos locos, pero si quiero¡
Entonces me dijo que vayamos al sillón del living. Agarro la botella y se la llevó al sillón y se sentó, diciéndome: ¿Vos queres que pruebe si algo así me puede entrar en mi concha? Yo alucinaba con sus palabras, no daba crédito a la actitud de Soledad, estaba echa una autentica puta. Acto seguido empezó a rozar pico de la botella por agujero del pantalón. Después se metió el pico, poco tiempo después se metió parte de la botella. Ella se dio cuenta que la botella no entraba más porque el aguerro del pantalón eran pequeño, entonces con sus mano abrió más el aguerro, y ahí en más todo el cuello entero unos cinco o seis centímetros más o menos. Ella estaba muy borracha y caliente, y empezó a reír a carcajada mientras me miraba y me decía: ¿Ves que si me entra? Yo estaba re caliente, no sabía ya ni que decir, pero la excitación me hizo contestarla que quería cojerla ahora.
Me senté en el sillón, y le dije que se suba arriba mío. Ella se sacó la botella de la concha, y se puso arriba mía, agarro mi pija con una de sus mano y le coloco en el aguerro del pantalón y la dejo caer para ensartarla. Mi verga fue penetrándola lentamente, ella aulló y gimió mientras su vagina era recorrida por mi duro miembro, que se acomodó dentro por completo.
Soledad se movía hacia adelante y hacia atrás, de arriba hacia abajo, clavándosela completa. Yo por mi parte, le chupaba sus pezones y le apretujaba sus preciosas nalgas cubierto por su pantalón, siguiendo sus movimientos de cintura. En un instante sentí como se corría y mojaba todo lo largo de mi verga, pero no se detuvo, siguió follándome el miembro.
Ya súper caliente los dos, con mis dos manos rompí la totalidad pantalón en la parte trasera. Inmediatamente inserté la yema de mi dedo medio en su culo. Ella no dijo nada. Luego lubrique mi dedo con los líquidos que salían de su vagina y le metí la mitad del dedo; ella se movía frenéticamente como culiando mi dedo. Los suspiros de mi mujer se convirtieron en gemidos y note que iba a tener otro orgasmo, ya que empezó a temblar. Le levante el trasero para facilitar la entrada de mis dedos en su culo, y le volví a dar aceite, metí un dedo y entonces empezó a gritar, se estaba corriendo. ¡Ahhhhh,.... siiiiiiiii, meteme dos, meteme dos dedos ...... ahhhhhhh, asi..... Si ...... quiero más......¡
Empecé a mover los dedos más rápido y mas rápido, a cada
contracción de su estómago yo notaba la dilatación de su ano, se abría y cerraba como invitándome a entrar. Mi mujer empezó a gritarme: ¡Vamos a qué esperas, reviéntame el culo..... vamooooooos;
métemela, quiero que me revientes....... ahhhh siiiiiiii vamos¡
Entonces le dejé ir por completo tres dedos dentro de su culito. ¡Que cuadro aquello! Le ensartaba la vagina con mi verga, le tenía tres dedos en el culo y le chupaba y mordía las tetas!, a todo esto con su pantalón y botas puesta.
Después de un segundo orgasmo de mi mujer, la coloque en cuatro, la tomé de las nalgas con las manos, las separé y le di una lamida de culito, mientras le metí dos dedos en su vagina. Soledad casi chilló del placer, y mientras se la comía me dijo en forma decidida: ¡Cojeme por el culo¡ Yo no espere más y puse la punta de mi pija en el culo y comencé a empujar. El espectáculo me estaba poniendo a mil, mi mujer todavía combulsionandose con el orgasmo que estaba teniendo y yo a punto de darle por el culo, los gritos de mi mujer se hicieron más agudos cuanto más empujaba.
Solo había metido mi capullo cuando algo me volvió a sorprender. Soledad empujo hasta atrás, empalándose en mi miembro, con un grito desgarrador, y me empezó a gritar: ¡Esto es lo que querías no? ahhhhhhh.... me has roto el culo, lo querías no...? ¡Ahora llenamelo de leche. Vamos, muévete, quiero que te corras en el ahhhhh....... siiiiiii,,,, que me lo llenes de leche¡
La estuve culiando varios minutos, los dos gemimos intensamente, hasta que me vine a chorros dentro de su culito rico. Mi verga palpitaba cada vez que emanaba un chorro de esperma, me deje caer sobre ella, cansado pero satisfecho. Saque mi verga de su culo y cayó de él un chorrito de leche caliente a través de sus muslos. Ella me confesó que también había terminado otra vez. Yo ya había terminado dos ves y ella tres.
Luego nos quedamos los dos en el sillón recuperándonos. Ahí aproveche para decirle que debía hablar sobre el proceso de separación. Ella me pido que se iba a sacar la ropa y limpiarse un poco. ¡No tarde por favor¡ le dije. Ella subió a la habitación. Ya eran las 4 de la madrugada.
Pasaron como 20 minutos y no bajaba. Ya me empecé a impacientar, no sabía que estaba pasando. En momento escuche el ruido de su botas bajando por la escalera y cuando la ve me quede sin palabra. La muy zorra se había vestido como una puta bailantera. Se habías pintado sus labios y pestañas de rojo. Se peinó con el flequillo como me gusta a mí. Su vestimenta se componía de una camisa amarilla - la que había usado en el relato 10 – sin corpiño y una minifalda de cuero negra súper corta. Pantimedias color negras y las botas que se había puesto esa noche. Cuando ella quedo de frente mío, me dijo: ¿De qué queres hablar?
Yo era conciencie que me esta seduciendo, para evitar el tema en cuestión. Ya sabes, le conteste. No te hagas la tonta, agregue. ¡Bueno, hablemos¡ me dijo y se sentó en el sillón de frente. Al sentarse abrió sus piernas, ahí comprobé que sus pantimedias eran de esas que tenía un holló en la entrepierna. La muy puta no había puesto nada.
Al ver semejante cuadro mi pija se para automáticamente de nuevo. Pero inmediatamente entre en razones. Era Soledad, mi mujer, que siempre fue tan conservadora y fiel que ahora se había convertido en una auténtica zorra y me había metidos los cuernos. Con voz de firmeza le dije: ¡Sole, hasta acá llego, me quiero separar, mañana por la mañana me voy de mi hermano, estaré allí hasta que me alquile algo¡ Ella no entendía mucho por su estado. Otra vez quebró en llanto. Me empezó a decir que me amaba, que todos los cambios que hizo lo hizo por mí.
Yo no podía salir de mi libreto. Le dije que ya era tarde. Que nuestra relación estaba ropa hace mucho. Después empecé a hablar de nuestro hijo, y todo lo que conlleva eso cuando uno se separa. Ella seguía llorando, no paraba. Yo debía ser fuerte para afrontar esa situación. Sus lágrimas no me torcerían de mi decisión. En un momento ella afirmo que haría todo lo necesario para que no nos separemos. Entonces como veía que ese dialogo iba para rato y le dije: ¡Soledad, ya no te quiero más, la siento¡
Ella entiendo el mensaje. ¿Me siento como una estúpida, mira todas las cosas que hice últimamente por vos: cambie mis hábitos de vestirme, soy más guerrera en la cama, que más queres? Me mordí la lengua ante de contestarle; si le decía todo lo que sabía de ella, mi separación se iba a tornar sumamente conflictiva, y eso no quería que sucediera. Y más aún pensado en el futuro. Lo único que me importaba ahora en más era la relación con mi hijo. ¡Lo siento Soledad, me quiero separar ¡ Me levante y me dirigí a la habitación de mi hijo y me acosté con él. Ella se quedó en el sillón, para luego irse a dormir.
Tipo 9 de la mañana me levante. Soledad dormía. Arme un bolso con mi ropa en forma silenciosa, luego me despedí de mi hijo. Fue el momento más duro que debía afrontar. En ese momento llore como un niño, pero era consiente que debía dar el gran salto. Y me marche para siempre. ¡Gracias por leer esta serie¡ Final.