El dueño incansable (6)

Despues de un baño con servicio, Elena descubre mas peculiaridades del servicio domestico de su dueño.

Elena recibió de labios de Gloria la orden de presentarse ante su amo en el baño. La palabra le hizo recordar de nuevo lo que no había podido quitarse de la cabeza en todo el día: El orgasmo alcanzado cuando su amo la masturbó en la bañera. Subió los dos pisos con una presteza que la asustó. ¿Era posible que acudiera con tanta velocidad a someterse a las humillaciones que aquel hombre tenía pensada para ella?. Aún tenía el culo dolorido de la brutal toma de posesión que de él había hecho su propietario y ahora corría para él la tuviera de nuevo a su entera disposición para volver a satisfacer su insaciable polla. Mientras subía los escalones contempló su reflejo en varios espejos. La exigua prenda que lucía estaba pensada para resaltar al máximo sus encantos. Sus tetas eran firmes y por ello no hacía falta sujetarlas con nada y la tira del tanga se instalaba en la raja haciendo que su culo pareciera más redondo y apetecible al tiempo que las cintas que iban por encima de sus caderas hacían sus piernas más largas y esbeltas.

Llegó a la puerta del cuarto de baño y se arrodilló para traspasar el umbral, se quedó en la entrada en esa manera sin alzar en ningún momento la vista. Un solo día de sometimiento a aquel hombre cruel e insaciable había bastado para que Elena asimilara sus leyes de sumisión.

  • Levántate y ven aquí. Ahora te toca a ti lavarme a mí.

Elena obedeció y entonces contempló la escena completa del aseo. Un perfecto culo asomaba por entre la espuma entre las piernas del hombre. Era evidente que Chupa estaba llevando a cabo su trabajo con la cabeza dentro del agua. Gloria, arrodillada junto a la bañera tendió a Elena una esponja y se retiró. En ese momento la cabeza de Inma asomó por encima del agua. Apenas tardó un instante en tomar aire y volver a sumergirse para seguir complaciendo a su dueño. Elena no sabía muy bien que hacer, así que comenzó a frotar suavemente el pecho del hombre que cerró los ojos. Se inclinó sobre el borde de la bañera para que sus pechos acariciaran el cuerpo de su amo. Elena se había acostumbrado en esas pocas horas a que cualquier servicio que hiciera para su nuevo señor tenía que producirle excitación y placer. Para eso quería a sus domésticas. La cabeza de Chupa volvió a emerger y Elena aprovechó para deslizar la esponja bajo los huevos de su amo y restregar suavemente subiendo hacia la cabeza de la polla.

De repente sintió un pinchazo en un dedo. Chupa la había mordido para que se alejara del paquete del amo. Ahora era ella la que estaba ocupándose de él y no quería interferencias. Elena no sabía si había sido esa reacción o su caricia lo que había hecho trempar más aún el válano del hombre, pero lo cierto es que este surgió casi en su mitad por encima del agua, lo que permitió a Chupa seguir mamándolo sin necesidad de sumergir la cabeza..

El hombre parecía gozar del servicio de Chupa, pues se estiraba y encogía rítmicamente en la bañera.

  • Ven chica, toma tu premio –dijo el hombre al tiempo que extraía su tranca, completamente tiesa, de la boca de su sierva -.

Chupa se puso de pié en el baño y su pequeño aunque explosivo cuerpo apareció en toda su extensión. El amo la hizo girar y colocarse de espaldas a él. Ella le ofreció el culo para que lo penetrara, pero el se limitó a encajar sus manos en cada glúteo y apartarlos para que asomara el impresionante conejo rubio. Luego la sujetó por las caderas y la hizo agacharse hasta que la tranca entró de golpe en el conejo, húmedo por el agua y la ansiedad.

La chica soltó un gemido de placer y se apoyó en el borde de la bañera con las manos para poder empujar e introducir la verga hasta lo más profundo de su ser. Una vez allí comenzó a contraer las caderas para dar gusto a su amo. Elena seguía frotando la esponja y la reacción de su amo la pilló por sorpresa. El hombre la agarró del cabello y la obligó a meter medio cuerpo en el baño.

Comenzó a estrujar sus tetas mientras Chupa seguía meneándose como una anguila con la polla en su coño. Una de las manos de la joven se deslizó hasta los huevos y comenzó a estrujarlos.

  • Deja eso para Elena, Chupa. Tu concéntrate en el coño

Elena supo lo que tenía que hacer y alargó el cuello para alcanzar con los labios el paquete de su señor. La posición era incómoda porque él no quiso deshacerse de sus tetas que seguía masajeando. De vez en cuando pellizcaba los rosados pezones.

Elena tenía el rostro pocos centímetros por debajo del culo y el coño de Chupa que subía y bajaba con la polla del dueño golpeando como un martillo. El agua le salpicaba la cara, pero ella obvio la sensación de ahogo y se introdujo los huevos de su propietario en la boca. Sus pies ya no tocaban el suelo. Estaba apoyada sobre el vientre en el borde de la bañera y una de las del hombre abandonó sus pezones para concentrarse en el orificio recientemente estrenado para su placer y en sus cachas.

Con los duros huevos en la boca, Elena comenzó a lamerlos firmemente y utilizó las manos para lograr que permanecieran fuera del agua. La chica veía subir y bajar rítmicamente el coño de Chupa mientras mantenía los huevos del hombre excitados.

En aquella posición sintió el deseo de acabar con todo, de que fuera su coño el que el que fuera desgarrado por aquel miembro.

Mientras uno de los dedos de su dueño seguí martirizando su irritado orificio otros dos comenzaron a acariciar los labios de su conejo. Chupa seguía empujando hacia atrás para clavarse completamente la polla del amo en las entrañas.

Elena aplicaba los labios con esmero a al extremo inferior del válano y comenzó a notar como cada vez que el coño de Chupa descendía dejaba sus fluidos justo al lado de sus labios.

Su almeja ya estaba excitada por el manoseo del hombre y aún permanecía en la incomoda postura que le exigía el tener que mantener los huevos dentro de su boca.

Así deseo sustituir a Chupa para que todo acabara, para que aquel ser la poseyera definitivamente y la dejara descansar. Entonces comprendió la diabólica situación en que se encontraban sus tres compañeras y ella.

El amo había conseguido que cuanto más grande fuera la humillación más agradecidas se sintieran. Ahora ella envidiaba a Chupa porque iba a acabar en cuanto el amo se corriera en ella y era posible que la dejara descansar un tiempo, como había hecho con ella en la cocina. Sin embargo, Elena estaba siendo humillada, forzada a satisfacerle y aún podría pedirle más y más.

Por eso forzaba siempre a una de sus domésticas a contemplar sus disfrutes sin participar. Esa acumulaba resentimiento contra las dos que estaban siendo utilizadas en ese momento. Gloria pensaría que Chupa era afortunada porque este servicio la exoneraba durante un espacio de tiempo de estar disponible y era posible que pensara que Elena se iba a librar con una simple comida de los huevos de su señor. Mientras, ella, todavía fresca y sin usar se convertiría en el próximo objetivo de los deseos incansables del amo y no tendría sosiego.

La envidia no era porque las otras disfrutaran del grueso miembro, sino porque acababan antes de ser humilladas por él. Elena, sometida al magreo de su dueño, pensó que Laura debía estar comiéndose las uñas mientras ella lamía los huevos del amo.

En esas estaba cuando sintió los huevos escaparse de su boca. Quiso perseguirlos y cayó de bruces al agua. El amo se había puesto de pie en la bañera y esperaba con la polla absolutamente tiesa a que Chupa se diera la vuelta.

La joven le ofreció su maravilloso culo, mientras Elena se arrodillaba bajo él volvía a introducir las bolas, pesadas y repletas, en la boca.

El hombre introdujo sus pulgares en la raja del culo de Inma y separó las nalgas, dejando al descubierto el agujero. La joven, apoyada con una mano en el bordillo se frotaba el agujero con jabón, preparándolo para la inminente penetración.

Elena quiso colaborar y sin dejar de lamer los huevos masajeó la tiesa verga con jabón. El amo esperaba pacientemente. Con ella no había sido tan misericordioso. La había enculado de golpe y sin preparación. La joven se sintió confundida cuando descubrió en ella un punto de orgullo al descubrir que su propietario deseaba tanto su culo que no había podido contenerse ni un instante, como hacía ahora con Chupa.

Finalmente. la esclava fue enculada y el amo la sujetó por las caderas para obligarla a acoplarse para que su polla penetrara hasta los más hondo. Inma comenzó a gemir y agradecer cada embestida del amo al tiempo que utilizaba una mano para separar las cachas y permitir los movimientos del miembro que la taladraba.

Elena se aplicaba con la boca a los huevos y comenzó a notar los fluidos del miembro resbalando hasta sus labios. Besó los huevos y lamió con sumisión todo lo que la llegaba. Sus manos contribuyeron a mantener abierto el culo de la esclava, mientras el hombre le exigía más ritmo con continuos cachetes en las nalgas.

Cuando se estaba corriendo dentro del culo de Chupa, sacó la polla y la introdujo sin previo aviso en la boca de Elena. Ella la recibió sin protestar y deglutió el semen que restaba al tiempo que estrujaba los huevos con las manos, para compensar a su señor por haberlos abandonado en sus besos.

Limpió la verga y permaneció arrodillada entre las piernas del hombre, esperando que el dispusiera de ella como mejor le conviniera. El acarició ligeramente a sus dos esclavas y se sentó de nuevo en la bañera. La verga asomaba por encima de la espuma y Elena y Chupa se tumbaron junto a el con sus bocas a escasos centímetros del miembro. Siempre era posible que el amo deseara otro servicio.

Parecía satisfecho y se limitó a acariciar ambos culos que emergían por encima del agua y la espuma.

  • Gloria - dijo al fin- Llévate a esta putita y prepararme la cena. El baño siempre me da hambre.

A sus órdenes, mi señor - contestó la joven mientras abandonaba a cuatro patas el cuarto de baño.

Elena se entristeció mientras su amo la recompensaba acariciándola el culo y dejándola descansar junto a él. Sabía que en su nueva función situaciones como aquellas serían sus únicos momentos de paz. La humillación de ser sobada por un hombre que la consideraba un objeto de su propiedad era una recompensa de la que tenía que aprender a disfrutar. Trabajaría día y noche para mantenerle excitado, para darle placer. Usaría tetas, culo, coño y todo su cuerpo para servirle y luego habría de conformarse con descansar en la satisfacción de su amo. Comprendió que nunca abandonaría ya esa vida como objeto de placer y esclava sexual. Se resigno y besó débilmente el miembro que la tiranizaba antes de abandonar la bañera.

Pasó cerca de media hora antes de que todo estuviera dispuesto para la cena. Elena puso la mesa sobre una que le indicó Laura. Era una pieza de metal y cristal cuadrada con un extraño diseño que consistía en una barra de metal ondulada que unía las patas por todos los lados menos por uno. En ese lado fue donde colocó un servicio completo de comida. Luego se retiró a la cocina y esperó pacientemente la llamada del amo.

Cuando esta se produjo acudió con la fuente de espárragos al salón y pudo por fin contemplar como Gloria servía plenamente a su dueño.

No en vano era denominada culazo porque sus cachas eran impresionantes. Ahora se encontraba bajo la mesa con la espalda doblada hacia adelante tocando el cristal por debajo. Su blanca piel se apretaba contra el mueble.

Elena intentó no mirar mientras servía la comida. El hombre no prestaba la más mínima atención a ninguna de ellas, ni siquiera a Gloria que le ofrecía su culo bajo la mesa. Cuando el plato estuvo sobre la mesa Elena se retiró tras la silla del amo, como Laura le había indicado que hiciera. El hombre alzó un pie por entre las piernas de Gloria que se encontraban abiertas y algo dobladas para poder permanecer bajo la mesa sin arrodillarse. La posición debía ser dolorosísima, pues los músculos de la joven se mostraban tensos. La masa de pelo rizado rubio caía sobre sus hombros.

Aquello debía ser la señal para que comenzara a dar placer a su propietario porque la chica besó el pie e inmediatamente reculó hasta que la carne de su culo contactó con el paquete del amo. La piel chirrió contra el cristal. Apoyada con una mano en la barra bajo el cristal, utilizó la otra para buscar a tientas el paquete y extraer la verga. El hombre seguía comiendo los espárragos, aparentemente ajeno a todos los esfuerzos de su servidora por facilitar el enculamiento.

Durante un instante la mujer hubo de mantenerse en aquella posición sin ayuda de las manos ya que las utilizó para abrirse bien las nalgas y ofrecer el agujero de su culo a la tiesa polla del hombre. Sólo entonces al amo, que lo contemplaba todo a través del cristal del mesa, dejó de comer, deslizó los brazos bajo la mesa y la sujetó con fuerzas las cachas.

Inmediatamente, Laura, que esperaba junto a Elena, se arrojó al suelo, reptó hasta colocarse tumbada bajo la mesa con la cabeza entre las piernas de Gloria y alzó los brazos para mantener la tranca en posición horizontal. Con la polla reposando sobre las manos de su otra esclava, el hombre volvió a dedicarse a la comida mientras Gloria, haciendo fuerza con los brazos apoyados en las barra frontal se introdujo el miembro de su propietario en su espléndido culo.

Durante toda la cena la joven mantuvo el vaivén de su cuerpo para dar placer al hombre con su culo. Ocasionalmente, él utilizaba las manos para pellizcar, acariciar o golpear las cachas de su sierva que gemía con cada viaje de aquella polla monumental al interior más profundo de su culo. Bajo ellos, desde el suelo, Laura aplicaba sus labios y lengua a los colgantes huevos del hombre.

Gloria parecía agotada, pero no cejaba en su empeño de menear la polla dentro de su culo. Comenzó a mover las caderas en círculos en lugar de llevarlas adelante y atrás cuando Elena sirvió el segundo plato. El amo levantaba el pie de vez en cuando y lo apoyaba en alguna de las barras, momento que la esclava utilizada aprovechaba para besarlo o lamerlo como prueba de sometimiento, como si ser enculada en aquellas condiciones no fuera una muestra suficiente de reconocer su absoluta sumisión a los deseos de su dueño y señor.

Las hermosas tetas de la joven apuntaban hacia el suelo y se bamboleaban sin control ante las embestidas que Gloria provocaba. Los huevos del amo habían desaparecido hacía tiempo en la boca de Laura.

Cuando llegó la hora del postre el amo sujetó a Elena del brazo antes de que se alejara

  • Espero que no sea esto lo único que me has preparado para comer.

La joven no sabía que hacer pero reaccionó enseguida. El amo quería comerla el coño, eso estaba claro.

Continuará

Gracias por la atención y para cualquier comentario podéis escribirme a niger2611@yahoo.es