El dueño incansable (1)

Un hombre consigue convertir a todas las hembras a su alrededor en sus sumisas servidoras. Su poder reside en su fortaleza.

EL DUEÑO INCANSABLE

Elena se asomó a la puerta del despacho del Jefe de su padre. La había mandado llamar para hablar sobre la baja médica de este y ella había acudido con todos los papales oficiales. Cuando vio lo que ocurría dentro de la estancia supo que esos documentos no le servirían para nada.

  • Pasa, pasa. Estoy negociando el aumento con Laura –dijo el hombre haciendo un gesto de invitación con la mano-..

La chica se encontraba arrodillada ante él. Sus grandes y redondas tetas se aplicaban con fruición contra su entrepierna, manteniendo su enhiesta polla erguida entre ellas. La postura era tremendamente incómoda para Laura, ya que desde su actitud de total sumisión ante él, debía elevar con las manos sus pechos y juntarlos prácticamente a la altura del rostro para que pudieran albergar el miembro de su amo.

Así, le masajeaba la verga moviendo las manos arriba y abajo.

El amo la miró repentinamente y sonrió. Disfrutaba de cada momento de placer que ella le proporcionaba como su esclava y no estaba dispuesto a dejar que se acomodara.

Cuando Laura hubo cogido el ritmo con el que menear sus tetas él le exigió más.

  • Con eso no me basta. Las buenas cubanas han de llevar lengua.

La joven le miró implorante, pero no se atrevió a decir nada contrario a la orden de su dueño.

  • Como gustéis mi amo - se limitó a decir mientras agachaba la cabeza, forzando el cuello al máximo para cumplir la orden.

Casi automáticamente acopló sus labios al glande de la polla que ahora era su dueña y comenzó a succionar mientras lamía con la lengua. El semen empezó a brotar lentamente y ella lo deglutió, sabiendo que su dueño no consentiría que derramara ni una gota.

Lo único que quería era que él se sintiera satisfecho de sus servicios para que no descubriera que le había desobedecido.

Cuando estaba a punto de alcanzar el orgasmo, su amo decidió cambiar el juego otra vez.

Era una de las cosas que mas desesperaba a Laura de su nueva situación como ferviente esclava de su señor. Tenía la capacidad de echarse atrás. Podía llevar una hora entera satisfaciéndole de una forma y cuando ella creía que todo estaba a punto de terminar, el frenaba y volvía a empezar.

Mientras sus tetas masajeaban salvajemente la verga de su propietario sintió como su zapato se introducía entre sus piernas. Por un instante la joven pensó en resistir a presentar su coño a aquella exploración, pero comprendió que sólo acarrearía problemas.

El hombre disfrutaba de cada momento. Aquel cuerpo espectacular le pertenecía y pretendía disfrutarlo hasta el final. Cada humillación a la que sometía a Laura era más placentera.

De repente, se levantó de un salto apartando la verga de la boca de su esclava.

  • ¿Cómo te atreves a desobedecerme? - espetó airado al tiempo que agarraba de los pechos a la joven para levantarla.

Ella se arrojó a sus pies y comenzó a besárselos

  • Lo siento, amo. No tengo disculpa

Laura no sabía que hacer y siguió arrodillada, lamiendo los zapatos de sus dueño. Este se inclinó hacia adelante y arranco la ceñida minifalda. Las bragas aparecieron. Una minúscula tanga que apenas cubría la raja de su soberbio culo

  • ¿Que te dije, Laura?

  • Me ordenó que no me pusiera bragas a menos que me diera su permiso, mi amo?

El la volvió a levantar y la abofeteó. Acto seguido la dio la vuelta y la hizo apoyarse sobre la mesa Su impresionante culo estaba completamente ofrecido a él cuando arrancó la prenda intima. Con ella comenzó a flagelar las nalgas. Laura sabia lo que tenía que hacer y comenzó a recitar su letanía.

  • Lo siento amo, te pertenezco. Castígame- decía cada vez que su dueño golpeaba su culo.

Finalmente, él decidió tomar posesión de Laura. La penetró salvajemente por el culo y ella automáticamente comenzó a moverse adelante y atrás. Su amo no sólo quería su cuerpo, quería su esfuerzo y era ella la que tenía que mover las caderas para que la tranca de su amo la penetrara una y otra vez, mientras el sonreía a su espaldas.

  • No te mereces este premio, mala puta. Me has desobedecido y encima has conseguido que te encule.

  • El amo es muy amable al otorgarme ese honor - dijo ella sin dejar de menear las caderas para que su culo diera placer al hombre que la poseía.

El dueño comenzó a golpearle las nalgas y en cada golpe ella daba las gracias. Notó que eso le satisfacía y por eso aumento el ritmo para que el pudiera golpearla más veces. En un instante él la sujeto ambas tetas y se las estrujó, lo que la obligó a dejar de apoyarse con los brazos en la mesa y hacerlo directamente con el rostro. Las bragas aun seguían en la mano de su dueño y el se las introdujo en la boca.

  • Te las vas a comer mientras te clavo, pedazo de puta

  • A tus ordenes mi señor,- farfulló la joven con la tela en la boca.

Así la tuvo hasta que estuvo a punto de correrse. Entonces la dio la vuelta y la obligó a arrodillarse. Sujetó sus tetas y vertió el semen sobre ellas al tiempo que las estrujaba.

Laura se relajó un poco y su dueño volvió a llamarla a la obediencia pellizcando uno de sus marrones y enormes pezones.

  • Tu trabajo no ha acabado

  • Por toda respuesta Laura extrajo las bragas de su boca y comenzó a limpiar con la lengua la polla del hombre que la seguía golpeando displicentemente las nalgas con los talones.

  • Me has ofrecido bien tu culo. Ha sido divertido. Te perdono

  • Muchas gracias mi dueño y señor

  • Sin dejar de arrastrarse Laura se dirigió hacia la puerta. La joven ofrecía su culo, aun chorreante a la vista de su amo mientras sus inmensas tetas se arrastraban por el suelo. Así paso frente a Elena que había contemplado la escena anonadada. Supo que el se la estaba meneando.

  • Un momento -.dijo el hombre y Laura temió que tuviera que volver a satisfacerle. El se acercó al tiempo que cogía a Elena por la cintura.

  • Olvídate del aumento, dijo mientras la pateaba el culo- Y tu Elenita, harías bien en desnudarte.

Laura se arrastró unos metros más después de escuchar como la puerta se cerraba a sus espaldas. No habría sido la primera vez en que su amo la sorprendía quedándose en el vestíbulo de la oficina y volviendo a martirizarla. Esta vez no ocurrió. El amo tenía un nuevo juguete. Una nueva potranca que domesticar. Así las llamaba él. Sus potrancas

Mientras se ponía la ceñida falda y volvía a abotonar la blusa la joven recordó como había empezado su adiestramiento.

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

-¿Qué es lo que querías?

Contemplaba sin tapujos su nueva adquisición. Ella aún no lo sabía, pero cuando acaba con ella sería incluso más sumisa que Laura.

Elena era lo contrario que su otra esclava. Su cuerpo era delgado, y sus formas relativamente escasas, pero estaban colocadas de tal forma que cada curva ponía a trempar su polla.

  • Señor... - comenzó a decir la joven

  • Te lo haré fácil - interrumpió él con un gesto displicente -. Vienes a pedir algo y yo estoy dispuesto a dártelo a cambio de algo. Es justo, me parece.

  • Si, señor - concedió la joven-

Comenzaba a disfrutar. El cimbreante cuerpo de Elena se contrajo un instante. Eso hizo que sus tetas, pequeñas pero firmes se enderezaran bajo la blusa. Eso le puso a cien.

  • Pide entonces.

Elena no sabía que hacer. Estaba allí para evitar el horror y la vergüenza y tal vez la muerte de algún miembro de su familia. Tomo aire y comenzó a hablar.

  • Quisiera que usted me aceptara a su servicio para pagar en parte la deuda que ha contraído mi familia.

El hombre se levantó del sillón que estaba tras su escritorio y se inclinó hacia ella. Elena le miró de frente y fue entonces cuando recibió la bofetada.

  • Tu no quieres nada- la espetó- Será esta la última vez que expreses un deseo. A partir de ahora sólo cuentan mis deseos.

  • Pero...

  • No hay pero que valga. A no ser que quieras ver como tu padre muere.

Eso era lo que quería evitar. Aquel hombre podía hacer lo que quisiera. Tenía el poder de un señor feudal o más. Tras su apariencia de hombre de negocios había un ser que era capaz de usar su poder para acabar impunemente con quien fuera.

  • ¿Y bien?-

  • Elena supo en ese momento que debía doblegarse, que al igual que la muchacha que había salido del despacho. Ella pertenecía a aquel hombre.

Comenzó a desnudarse. Sabía lo que quería. Su cuerpo sintió el frío de la sala. El hombre sonrió ampliamente y volvió a sentarse en el sillón mientras la hacia un gesto para que se aproximara.

Casi junto al asiento Elena mostró a su nuevo amo sus excelencias. La curva de sus piernas y su culo era tan perfecta que el hombre no pudo resistir y la acarició mientras ella se desabotonaba la blusa. Un botón se enganchó y su amo se apresuró a tirar de él arrancando media prenda. Elena se desabrochó el sujetador dejando que sus tetas saltaran, lo que motivo un grito de placer del hombre.

Cuando iba a quitarse las bragas. El jefe la interrumpió.

  • Eso es cosa mía. Sólo yo tengo poder sobre tus bragas. Yo digo cuando las llevas y cuando no. ¿Entendido?

  • Si, señor.

  • Ahora eres mi esclava y me parece que no es así como las esclavas piden las cosas.

Ella capto el mensaje y cayó de rodillas junto a él. Se aferró a su pierna y comenzó a restregar sus tetas por la tela del pantalón.

  • Por favor, señor permitidme que os sirva.

  • Eso es lo quieres, ¿Verdad , Zorra?

El hombre lanzó su mano contra los pechos de Elena y los estrujó. Ella sintió la cruel caricia pero no protesto. Sabía que a partir de ese momento no podía protestar por nada que el hiciera.

  • Las esclavas no piden, suplican.

  • Por favor, mi amo. Os lo suplico. Dejadme servios.

  • Bajamé la bragueta.

La orden la pilló por sorpresa. Lentamente acercó la mano a la entrepierna del hombre y comenzó a desabrochar la cremallera.

  • Demuestra cuanto la quieres

Elena desabrochó el botón del pantalón, que se mantuvo gracias a los tirantes. Observó el bulto que hacía el calzoncillo y bajó este lentamente. La verga que desde ese momento mandaba en su vida la golpeó en la cara.

Sin decir nada la asió y comenzó a besar los huevos de su dueño sin atreverse aún a hacerle una mamada en toda regla.

  • No seas perezosa, putón. Esto es lo que has estado esperando. ¿Qué es lo que realmente quieres?

Elena no sabía que hacer y miró a su amo. Sus ojos estaban desesperados mientras buscaba la respuesta que el deseaba.

El la agarró del pelo y acercó su rostro a su polla. Froto el miembro contra la cara de Elena y luego se agachó un poco para que ella le oyera.

  • No te atrevas a mirarme a la cara sin permiso, guarra.

  • Perdón, mi amo.

Elena bajó la cabeza que quedó por debajo del nivel de la polla del hombre. sin saber que hacer siguió masajeando el miembro con ambas manos por encima de su cabeza mientras permanecía arrodillada.

  • Os lo imploro, mi amo. Dejadme complaceos. Por favor folladme.

  • Por fin descubres lo quieres. Pero eso hay que ganárselo.

Ella alzo el rostro y se introdujo la polla en la boca. Descubrió que desde ese momento todo lo que pensara había de estar encaminado a darle placer.

El sujeto la cabeza de Elena por la nuca y comenzó a menearse en la boca de su nueva esclava. Sabía que podía hacer con ella lo que quisiera.

Cada vez que el apartaba la polla de la boca de su esclava esta le rogaba que le follara y el disfrutaba con la completa sumisión que Elena le demostraba.

  • No te lo mereces guarra - dijo mientras la levantaba y la apoyaba en el sillón.

Su verga jugó durante minutos con el culo y coño de Elena sin llegar a penetrarla. La joven se estremecía cada vez que sentía el contacto del miembro.

  • Acostúmbrate a terminar lo que empiezas- le dijo de nuevo ofreciendo el válano para que lo chupara, pero sin dejarla arrodillarse para hacerlo.

Así, Elena tuvo que chupar la polla de pie, arqueando la espalda mientras él, sentado en el sillón jugueteaba con su culo y su coño.

Usaba la lengua y los labios, pero en un momento él estrujó su cabeza y ella sintió como el glande le rozaba la campanilla, mientras el se meneaba salvajemente en su garganta.

Supo que no podía hacer nada salvo obedecer y así esperó a que él se masturbara con su boca hasta que comenzó a eyacular copiosamente.

Entonces intentó retirar la cara por instinto, pero el insistió y todo el semen salpicó el pelo y el rostro de la joven.

Ella se encogió esperando un duro castigo, pero este no llegó. El hombre se limitó a reír y siguió masajeando su culo.

  • Aprenderás a tragártelo todo - dijo mientras con su dedo índice jugueteaba dentro del coño de Elena

  • Ahora vas a tener que limpiarlo como una esclava hacendosa.

Ella hizo ademán de volver a llevar la polla a su boca.

  • No te cansas nunca ¿eh?

  • No de servirle, amo.

El la obligo a arrodillarse de nuevo y sujetó ambas tetas con las manos frotando todo el semen contra los pechos de Elena que en esta posición escuchó sus primeras ordenes.

  • Ve a trabajar. Desde ahora te dirigirás a mí como mi dueño. Ya soy el amo de Laura.

Ella fue a marcharse pero recordó como había abandonado la estancia Laura y se arrastró hasta la puerta vestida sólo con las bragas que su nuevo señor no le había quitado en ningún momento.

El la vio marcharse así y se estremeció de gusto. Elena, la mujer que más le había encendido en los últimos tiempos era por fin suya. Iba a sacarla todo el partido.

Continuará

Gracias por leer el relato y para cualquier comentario podéis escribirme a niger2611@yahoo.es