El duelo

Ahí les va uno de vaqueros.

EL DUELO

La provocación de aquél pistolero lo había obligado a aceptar el duelo que se realizaría al amanecer del siguiente día.

No podía eludirlo, pues debía mantener su estatus de "el más rápido de la comarca", y este título le redituaba la admiración del pueblo en donde se había establecido y gozaba de los favores de las cortesanas que trabajaban en el Saloon, las que competían por el privilegio de compartir su lecho con el héroe local, quien no se hacía el remolón a la hora de ensartar aquellos coños de múltiples colores, mojados y ardientes.

Siempre había sido así. Llegaban de distintos rumbos aventureros de todas las cataduras, barbudos, sucios, empolvados, sedientos, pero con la mira de derrotar al entronizado y enarbolar el título de ser el más veloz con el revólver.

Acarició su hermoso revólver Smith & Wesson, calibre 38, en cuya cacha de marfil se podían observar un sinnúmero de muescas, que delataban la labor de exterminio a la que había sido sometido.

Sonrío brevemente y guardó de nuevo el arma en la funda de cuero, bastante gastado por el uso constante.

Llegó la hora señalada y los dos rivales se encontraron frente a frente. El desafiante desenfundó y descargó todo el contenido de plomo de su arma, haciendo que el actual campeón se precipitara al suelo mortalmente herido, para no levantarse jamás.

El estupor invadió a la multitud que se había arremolinado cerca de los contendientes, que esperaban un nuevo triunfo de su campeón. El rival, si bien se conocía que era muy certero, no podía competir con la velocidad y destreza del otro. Y sin embargo, lo había derrotado.

La verdad estaba en su arma, en su hermoso revólver Smith & Wesson, calibre 38. Tal vez lo había olvidado, o quizá subconscientemente quiso terminar ya con aquella vida vacía, llena de tensiones, temores y muerte, pues en el cilindro de su pistola, ¡no había ninguna bala! .