El Divorcio mal llevado (3)

El amigo Jorge nos va poco a poco, enseñando el camino. A mi con palabras, a mi mujer con....

-          ¡Que cara de difunto que lleva usted!.

Jorge y yo compartíamos el placer de sentarnos en el banco más aislado del jardín de Devod.

Desde el, tras un platanero mustio pero aun frondoso, se entreveían las milenarias piedras del templo faraónico y el paseo en torno suyo de turistas, novios, municipales, carteristas y aburridos jubilados.

-          Eso fue lo primero que me dijo al conocerme. ¿Crees que es normal tío?.

Normal o no, habíamos comprado un par de latas de Mahou y ahora las disfrutábamos sin prisas, saboreando aquella isla en plena selva urbana, donde el frescor del verde se veía asediado por el maremágnum de cláxones y polución.

-          Ya sabes que Natalia me las hizo pasar putas…muy putas.

Siempre pude dividir mi atención en dos direcciones.

-          Sospechaba que tenía sus líos…ya sabes, un capricho en viaje de negocios o algún compañero de trabajo que cuando llamaba, siempre conseguía que ella se alejara para hablar bajo. Yo no decía nada. Divorciado o no, la niña es lo primero para mi y estaba dispuesto a soportarlo todo solo para poder verla a diario.

Esa mañana, mis atenciones se habían dividido entre la historia del buen amigo y la visión que tuve, aquella despertada de domingo, cuando acepté la mano que Elena me estaba ofreciendo.

-          Tras finiquitar lo nuestro, pasaba del trabajo a casa, de casa al trabajo con solo dos paradas; una para llamar a mi hija y la otra para hacer la compra. ¡Ya ves que oportunidades tenía yo ,con esa amargura, de conocer a una mujer como Elena!.

Mi esposa se aferraba como podía a la abrazadera del tresillo mientras intentaba, con poco tino, sofocar sus gritos  mordisqueando el cubre-sofás.

-          Pero la conocí – brindó con la lata – “Ese careto te lo quito yo con esto”. Anda que no era directa la muy pícara. Porque me lo dijo inclinándose sobre el mostrador para regalarme dos tomates rosáceos inmensos, colocados justo entre sus dos tetas.

-          Bufff….

-          A que te gustaron ¿verdad?- guiñó un ojo.

Buff porque era verdad; eran unos pechos imposibles de satisfacer.

Y Buff porque recordé como recorrí visualmente la espalda de mi mujer, de cuello a pies, dispuesta en cuatro, contemplándola lentamente, acompasando sus carnes a los movimientos del acto….hasta llegar a las caderas….

-          Al día siguiente volvió a repetir la gracia. Yo seguía igual de serio compañero, pero cuando me acosté por la noche, primero noté que había sufrido un poco menos y segundo….que tenía una erección de campeonato.

….y al final de las caderas, Jorge empujando como un animal, con un ritmo desbocado, gimiendo ambos a lo bruto, el con los ojos desbocados, bufando, ella dejando de morder para gritar, insultar, suplicar, gemir, exhalar…

-          Una semana más tarde, no se porque, no me preguntes, fui a comprar justo  cinco minutos antes de cerrar su puesto. Me moría de la vergüenza la verdad.

…”Aggggg, aggggg, ayyyyyy sigue, sigue, sigue no te pares por Diooooooosssss”, aun en la distancia, escuchaba incluso el chapoteo húmedo de su coñito, mucho más estrecho que el de Elena y que, juzgando la cara desvivida de Jorge, le estaba deshaciendo de placer.

-          No sabía como pedirle que nos tomáramos un café o algo, que se yo, llevaba desde la universidad sin rondar a ninguna mujer. Era un torpón, un quinceañero con barriguilla y canas. ¿Y sabes que me suelta?.

Jorge se incorporó sin sacársela, aupándose hasta sostenerse en cuclillas, con las rodillas y los gemelos soportando todo el peso de su corpulencia.

Así consiguió un nuevo ángulo y sobre todo lo que más querían….

-          Yo se bien lo que usted necesita.

Impulso.

Un impulso enérgico que obligó a mi mujer a someterse todavía más en aquella postura en la que ella solo ponía el culo mientras alzaba un poquito la cabeza abriendo los ojos, diciendo con sus retinas…. “Dios mio hasta allí nunca me la habían clavado”….

-          Y media hora más tarde, yo con el olor de oficina y ella a puerros, berenjenas, calabacines y coles de Bruselas, me montaba con unas ganas y una sonrisa de oreja a oreja.

Como si fuera una auténtica película porno, Jorge  aceleró aun más, haciéndome sentir de menos porque jamás había conseguido sostener un ritmo tan acelerado ante ninguna hembra…..”!!!aaaaaaaaaaasiiiiii, si, si, si, si ohhhh siiiiiiiiii!!!.

-          Y no te pienses que la tía esperó a llegar a casa, que vivía a cinco minutos del mercado. Me exprimió en cinco colosales minutos…!dentro del almacén!!. Yo agarrándome a una caja de naranjas, mordiéndome la lengua para que no me escuchara el de la Pollería que es un tío santurrón medio del Opus y ¿ella?...

Sin duda Natalia la primera y luego todo el bloque descubrían, con el café atragantado, que había  un tío en mi casa, que se estaba follando a mi mujer y que no era yo, porque yo, no me llamo Jorge.

-          …gritando como una posesa. Le pone saberse escuchada. Buff me acuerdo y me entran unas ganas de llamarla ahora mismo….porque Elena, en cuanto fue a su casa, se duchó y puso algo, y no se como, averiguó donde vivía a base de pulsar cada timbre del portillo preguntando…”Perdone ¿me acaba usted de echar un polvo?”.

Ella gritaba como si hicieran siglos que no se la hubieran follado, como si aquel que bombeaba su coñito fuera un tótem y no Jorge, tan normalito, alejado del estereotipo de macho alfa dominante, con su barriguita, su rostro sin historia, sus inexistentes bíceps.

-          Y yo alucinado, cansado como un maratoniano, con la tortilla de cenar recién hecha, me encuentro a Elena plantada frente a mi puerta, con cara de ¿Estas preparado? y con las bragas colgando de un dedo. Y al día siguiente….

Jorge se deshizo, salió de ella…”Nena, nena, nena aquí viene para ti”….y este humilde sin creérselo pues entonces pude ver que tampoco su miembro tenía mayores diferencias con el mío salvo que esa mañana, tal vez toda la noche, se había follado a mi mujer carne contra carne, sin protección alguna….”si si dámelo por favor cielo, dámelo”….Agggggg….y ambos volviendo a sorprenderme, el uno derramándose descaradamente, la otra, recogiendo toda su lecha en su boca, algo que ni a mi ni a los anteriores, había nunca consentido…chupando, lamiendo, sorbiendo, devorando aquel néctar.

-          ….me encuentro la tortilla ya casi verde y todos los músculos del cuerpo agarrotados después de dos soberanos polvos. Insaciable. Tanto que mientras desayunamos, me preguntaba que habrá visto en mi, que soy tan poca cosa y no podía dar de comer a tanto estómago.

Jorge se estira, abre la boca y termina de correrse con un “gracias guapa, me has dado un goce incomparable”.

-          Mira nene, me dice mientras con el pie acariciaba mi polla y su boca daba cuenta de una buena porra… me gustas pero quiero que sepas que desde que me divorcié y lo hice porque mi ex era tan insoportable como la tuya, los he tenido y muchos. Y pienso seguir teniéndolos. Lo consientas o no.

-          Copón Jorge….y tu….

-          Vamos que tengo que explicártelo todo….lo que yo quiero es ser tu novio, eso se lo suplique, divertirme, eso lo soñaba, divertirnos, eso por supuesto y que me pongas unos buenos cuernos, eso ni me lo creía.

-          Eso, eso…es increíble, es, eso, eso es…

-          Eso es solo el comienzo amigo mío.

-          Ante eras…no se, más previsible más…no digo mejor solo más….

-          Elena y yo lo hemos probado todo. Todo es todo- recalcó- Hazte una pregunta, rebusca en tus más oscura fantasías, esos que no confiesas ni a ti mismo, esos que no hacen daño a ningún inocente pero que alguien con sotana te dijo que eran pecado. Pero no lo son. Nosotros ya hemos encontrado respuestas para muchas de esas preguntas. ¿Quieres encontrarlas tu?.

-          Eeeeee….

-          Dime una cosa…desde el sábado pasado, ¿has visto a tu mujer vestida más de veinte minutos seguidos?.

Ni veinte, ni cinco.

Desde el momento en que, terminada aquella faena de dos orejas y rabo se giró en aquel sofá para mirarme con cara cómplice y un hilillo de semen escapando travieso por la comisura de sus labios, mi mujer, mi gran amor y yo nos buscábamos como animales en celo, como si volviéramos a tener veintidós años y no hubiera nada más importante en este mundo que satisfacer las necesidades de nuestros cuerpos.

Uno rapidito en la ducha matinal, una mamada en el ascensor, un rozamiento en el aparcamiento, un polvazo bestial sobre el capó con sus piernas apoyadas en mis hombros, uno de dos minutos mientras el niño nos distrae a la suegra, llamaditas al trabajo para masturbarnos, una visita a su hasta el miércoles inexplorado culo, miradas, miradas, muchas miradas….follar, follar, follar, follar, reírnos, abrazarnos, follar, volver a abrazarnos, volver a follar.

Recuperarnos.

-          Lo sabía – yo no había dicho ni si ni no, pero Jorge estaba resultando más intuitivo de lo que creía – Entonces….¿quieres?

Cualquier comentario, sugerencia, deseo o amistad, podéis escribir a ahoramerecelapena@hotmail.com