El divorcio
Esto es una historia de Amor filial más que el típico relato erótico la sensualidad entre los personajes es del todo implícita y no contiene detalles sexuales, como en la mayoría de los que suelo escribir, siento mucho decepcionar a alguien por ello.
Son muchas las chicas que en un momento u otro de su vida, se sienten atraídas por su padre, hablar de porcentajes es arriesgado y de las edades en que eso sucede también.
En mi caso fue al llegar a los 12 años, pero nunca lo exterioricé ni comente con nadie, a los trece mi vida, hasta el momento perfecta, cambio de forma radical.
Me entere de la forma más cruel que existe, que ese mundo que creía perfecto era una mentira y eso sucedió en un juzgado, donde EXIGI estar pues mis padres se estaban divorciando.
Una amiga de la familia sospechaba que su marido se la pegaba y contrató a un detective para que lo confirmara, lo hizo y descubrió que era con mi madre con quien se la pegaba, al llevarle las fotos a mi padre para que lo viera y de paso armarle un buen pollo a mi madre por “mala amiga”, aunque emplearon palabras mucho más fuerte, mi madre toda “ofendida” pidió el divorcio a mi padre, lo cómico de la situación es que esa amiga lo arregló con su marido y siguen juntos.
La situación económica en casa era optima, mi padre hijo único igual que yo, dirigía la empresa familiar con más de cien empleados, lo que nos permitía tener un gran dúplex, en el centro de la ciudad una casa en la costa pero no muy lejos y lo suficiente como para tener lo que se dice “una vida acomodada” mi madre, para no “perder” su independencia económica como ella decía, seguía trabajando aunque como descubrí después, era más para poder salir a golfear que otra cosa.
En lugar de un acuerdo de divorcio, papá prefirió acudir a los juzgados, ellos tenían lo que llaman separación de bienes y al trabajar ella, era económicamente independiente, papá puso el piso de la ciudad a mi nombre y los gastos seguían al suyo, él se trasladó a la casa de la costa, pero mi madre consiguió algo, por lo que la odie siempre y aún la odio.
Mi custodia total y además por una falsa declaración, donde dejaba entrever que mi padre podía “cometer” conmigo, algún tipo de abuso, las visitas a mi padre tenían que ser supervisada por un trabajador social.
Como es natural los abogados de papá se encargaron del tema de la pensión alimenticia para mí, así como de asignarme un tutor económico, Serafín un abogado ya maduro, que me proporcionaba todo el dinero que necesitaba con mesura, incluso acompañándonos de compras, pero sin darle a mi madre ni un euro de mi dinero, eso la saco de sus casillas y además, poner el piso a mi nombre, influyo en el juez para fijar mi residencia en él hasta la mayoría de edad, por lo que mi madre se quedó sin la baza de tratar de llevarme a otra provincia, solo por fastidiar a mi padre o sacarle algo de dinero.
Maduré en un mes más que muchas de mis compañeras harán en toda su vida, tenía que “luchar” contra mi madre, pues me había arrebatado dos cosas fundamentales para mí, la tranquilidad que había en mi vida y la continuada presencia de mi padre, pero lo pago con creces, de momento deje de llamarle mamá, para dirigirme a ella en las pocas veces que lo hacia la llamaba Madre, algo que la indigna.
Desde que llegaba yo del colegio hasta que lo hacia ella, había en la casa una especie de niñera, Fernanda una mujer muy amable que además de limpiar, compraba y guisaba, pero que se iba en cuanto llegaba mi madre, algunas veces se quedaba más pues ella se iba directamente de cena o lo que fuera y hasta que no regresaba, Fernanda no me dejaba sola, aunque me acostara.
Pocos después del divorcio, una noche oí regresar a mi madre, Fernanda se fue y casi en sueños, me pareció oírla hablar por teléfono desde el salón, preste atención a tiempo para oírle decir.
No toques al telefonillo, estaré escuchando y cuando llegues solo habla, ya te abriré y recuerda que es el tercer piso.
Con cuidado me vestí porque algo bullía en mi mente, oí claramente cómo se abría la puerta de la calle y por la rendija de la puerta de mi dormitorio vi cómo se besaban y mi madre lo guiaba hacia su habitación, esa que hasta hacia tan poco había compartido con papá.
Desde mi móvil llame a la policía, les di mi filiación completa así como la dirección y asegure que un extraño, estaba en casa sin mi conocimiento y que desconocía sus intenciones, me aconsejaron salir de la casa y esperarlos en la calle a ser posible, eso hice y cuando irrumpieron en el dormitorio principal pistola en mano, se encontraron con un espectáculo que los hizo reír, cuando el responsable del operativo me dijo.
Una denuncia falsa es algo muy serio, piénsatelo muy bien antes de llamar otra vez por algo así, aquí no está pasando nada.
Con toda tranquilidad le respondí.
¿Eso es lo que usted cree? Esta es mi casa, ella mi tutora y las visitas a mi padre han de ser supervisadas porque según mi tutora, existía riesgo de abusos deshonestos por parte de mi padre, ¡bajo este techo no quiero a ningún hombre desconocido! si no cursa la correspondiente denuncia, lo hare yo por medio de mis abogados ante el tribunal de menores. E iré a la prensa para denunciar públicamente a la policía, por no querer hacer su trabajo, por tratarse de una menor quien les pide ayuda.
Entre tanto llego Serafín, el abogado que me hace de tutor económico, lo presente al policía con el que había hablado y a los pocos días fueron citados mi madre y su acompañante, a ella le apercibieron para que no llevara hombres a una casa, que era la residencia de una menor, bajo ninguna circunstancia sin conocimiento y consentimiento, del Juez de menores, que llevaba mi caso, y a su acompañante como no había cometido ningún acto delictivo, tan solo le avisaron de que ese domicilio, era residencia de mi madre, pero no de su propiedad.
Desde ese día quedo claro que nunca seriamos amigas, tampoco tenía demasiado interés en ello y fue por lo que me centre tan solo en dos cosas, los estudios y las visitas a papá, íbamos a pasar el tiempo de que disponíamos, a sitios muy dispares pero siempre con una mujer muy amable y simpática, era la trabajadora social que accedió a acompañarnos donde fuera que papá propusiera, en los hoteles tomábamos una habitación doble donde dormíamos las dos juntas.
Ella tenía muy claro que no pasaría nada, llevaba ya tiempo haciendo ese trabajo y hablábamos en ocasiones, de algunas de las cosas que había llegado a ver entre divorciados, solo para hacerse mal mutuamente, papá nunca me hablo mal de mi madre, aunque ella lo intento en alguna ocasión, pero no se lo permití al dejarla con la palabra en la boca.
Llegaron las primeras vacaciones de verano y los días que me toco pasarlos con papá fuimos a un crucero por las islas griegas, fue algo inolvidable y Rosa la trabajadora social me comento una noche.
¿Tu padre, parece que no tiene ni busca pareja verdad? en todas las ocasiones en que lo he visto, nunca ha comentado nada que me haga pensar en ello.
Eso me lleno de satisfacción, seguía enamorada de él, aunque era imposible que nadie lo intuyera siquiera, procuraba ser lo más “hija” posible, fue pasando el tiempo y cada día con mi madre era una batalla perdida por ella, no le dejaba pasar nada y como mi única obligación que era estudiar, la cumplía a rajatabla por dos motivos, el principal que papá estuviera orgulloso de mi y el otro es que no me distraía con los chicos como muchas de mis compañeras.
Cuando fue necesario, fue Fernanda quien me ayudo con el tema de compresas y demás, y cuando más adelante ya con 17 años, pensé en acudir a un centro de planificación familiar, para el tema de los anticonceptivos, también fue ella la que me acompaño y no solo eso, me advirtió del riesgo de infección que conlleva, practicar el sexo NO seguro, algo que le agradecí, a pesar de que todo eso ya lo habían explicado en clase.
Se acercaba mi 18 aniversario y mantuve una entrevista con Serafín, le di una serie de instrucciones, para que tuviera preparados una serie de documentos, que firmaría ese día ya como mayor de edad, cuando llego el día fui a su bufet y firme todo lo que ya tenía preparado, sobre uno de los temas fue un tanto insistente, para que reflexionase, pero fui inflexible.
Había quedado con papá para comer en su casa de la costa, sería la primera vez que nos veríamos a solas, pues Rosa ya había terminado su trabajo, al verle lo abrace con muchas ganas, como no había podido hacer en estos últimos cinco años, cuando consiguió apartarme lo suficiente le pregunte.
¿Me quieres?
Se puso colorado y respondió tartamudeando.
Pues claro, claro que te quiero, que te hace pensar otra cosa, eres mi hija.
Me abrace otra vez a él y le susurre al oído.
¿Si no fueras mi papá me querrías como mujer, crees que sería algo posible? Me he fijado que en estos años, nunca me has hablado de incluir a otras mujeres en tu vida.
Azorado me respondió.
Puede que sí, eres muy guapa, pero eres mi hija y eso disipa cualquier posibilidad.
Sin apartarme le dije.
Una de las ultimas maldades de la mujer con la que te casaste, para tratar de herirme fue confesarme que soy adoptada, en este momento Serafín está en el juzgado con unos poderes que he firmado, para que me cambie los apellidos y recuperar los que me corresponden, tanto si me quieres a tu lado como mujer como si no, siempre te querré, como padre y como hombre.
Nos besamos en los labios y ahí comenzó en verdad mi verdadera vida, pero eso ya es otra historia.
Epilogo.
Ese día se notificó notarialmente a mi madre, que debido al final de la tutela que ejercía sobre mí, tenía que abandonar la vivienda en un plazo estipulado por el Juez, se contrató a un servicio de seguridad, para que no sacara de la casa, nada de lo que no tuviera factura y pedí una orden de alejamiento, alegando que al no ser mi madre biológica y haberlo ocultado hasta el momento, no había causa justificada para mantener el contacto.