El disfraz
Un magnífico disfraz de diablo atraerá a Mónica. Dedicado a ella, amante del hentai japonés
Para Mónica, amante del Manga y el Hentai japonés.
+++++
Su amiga insistió en que fuera. Que se animara. Que la fiesta de disfraces a la que había sido invitada prometía ser estupenda y que no quería ir sola. Que si ella no la acompañaba no iría. Que si patatín, que si patatán. Al final, convenció a Mónica para ir. Se dijo que tampoco le vendría mal distraerse un poco.
No le costó nada elegir disfraz. A lo Sailor Moon. Larga peluca rubia con dos trenzas y dos bolas, camisa blanca con solapas azules, minifalda plisada azul y botas hasta las rodillas. El toque final era el enorme lazo rojo sobre las tetas. Se miró al espejo y se gustó. Le encantaba la serie. Y el contraste. Lo buenas que eran la chicas del manga y lo zorras que llegaban a ser las del hentai. A ella le gustaba eso. La dualidad niña buena /zorra.
Dudó en si ponerse o no antifaz. Al final se lo puso. Aunque rompía un poco la estética su atuendo, al fin y al cabo era una fiesta de disfraces y lo divertido era jugar a ser una desconocida con los demás. Eso a pesar de que seguramente no conocería a nadie en la fiesta a parte de su amiga, pues la invitación partió de amigos no comunes.
Judith la pasó a recoger y juntas se marcharon en taxi. Su amiga iba de pirata, como Penélope Cruz en Piratas del Caribe, pero un poco más... descocada.
En cuando llegaron se dio cuenta de que iba a ser una buena fiesta. Había mucha gente, y todas con estupendos disfraces. No vio a nadie que desentonara. Enseguida su amiga desapareció. Andaba detrás de un tal Rodolfo y se fue a buscarlo entre la multitud. Le costaría encontrarlo ente tanta gente con el rostro cubierto.
Mónica pidió una copa y se dedicó a mirar a la gente, sus disfraces, sus ropajes. Su cuerpo se movía al ritmo de la música. Al poco, Peter Pan la sacó a bailar. Más tarde, Silvestre, el gato. Y después Piolín. Piolín le tocó el culo descaradamente, llegando a meter su 'alita' por debajo de la corta falda. Le gustó. Pero iba demasiado bebido como para esperar más del simpático pajarillo.
Ella misma se estaba poniendo simpática. Ya eran varias copas y empezaba a sentirse flotar. Estaba realmente a gusto. Con los ojos cerrados y un vaso lleno en la mano, se movía al compás de la música. Alguien, desde detrás, le tocó el hombro. Se dio la vuelta y sus ojos se abrieron como platos. A ese no lo había visto. Y era difícil no verle.
Ante ella había un perfecto diablo. De piel roja y aspecto duro. Le recordó a la piel de Hell Boy. Y era igual de musculado. Perfecto. Pensó que sería un traje de neopreno o algo así. En sus brazos tenía como espuelas. La mirada de Mónica subió lentamente, admirando aquel perfecto disfraz. No se veía ni una costura. Perilla negra, fino bigote. Y los ojos. Le encantaron. Se había puesto lentillas ligeramente fosforescentes y las pupilas rojas brillaban. El sonreía con unos dientes blancos, perfectos. Los colmillos habían sido alargados ligeramente. Y para remate, dos cuernos adornaban su frente. Retorcidos como los de un macho cabrío.
Mónica bajó la mirada para poder ver todo el conjunto. Sonrió al ver que hasta un precioso y largo rabo rojo tenía.
-Joder. Es el disfraz más perfecto que he visto en mi vida - le dijo, admirada.
-Gracias. Quería estar a tono con el resto de la...gente. El tuyo también está muy bien.
La voz del diablillo era suave y profunda. Él le tendió una mano, en clara invitación para bailar. Las uñas eran largas, negras y afiladas. Era perfecto. Mónica cogió la mano ofrecida y lo siguió a la zona de baile. Frente a frente, se empezaron a mover al ritmo de la música. Mónica no dejaba de mirarle. Y él a ella, con aquellos brillantes ojos rojos.
-¿Cuando llegaste? No te vi entrar. Y con esa pinta que llevas se te ve a lo lejos. - dijo ella.
-Llevo todo el tiempo aquí. Yo sí te vi a ti entrar con tu amiga.
La música cambió a algo más lento, y sus cuerpos se pegaron. Mónica pasó una mano por el traje del diablo. Se sorprendió de su tacto, casi real. Caliente. Dura. Él la apretó contra su cuerpo.
-Te pasas, tío. Si hasta tienes un ligero aromilla a azufre.
-Jajajaja. Siempre me ha gustado la perfección. Por eso me metí en problemas.
-¿Problemas?
-Sí, pero fue hace mucho. Ya es agua pasada.
Mónica sintió aquella mano de afiladas uñas acariciarle las nalgas sobre su corta faldita. No dijo nada. Sólo miró a los centelleantes ojos y sonrió. Él le devolvió la sonrisa.
-Tengo sed. ¿Me traes una copa?
-En seguida.
La soltó, se dio la vuelta y desapareció entre la gente. Mónica parpadeó y cuando abrió los ojos él estaba delante de ella con una bebida en la mano.
-¿Pero..? ¿Cómo... has...?
-Shhhh. Toma tu copa
Mónica estaba perpleja, pero se puso de nuevo a bailar y a beber. Se dijo que debía de estar más bebida de lo que creía.
El diablo rojo la rodeó con sus fuertes brazos. Sintió el calor que aquel cuerpo irradiaba. Y otra vez aquellas manos en su culo, solo que ahora levantaron ligeramente la falda y se metieron debajo. Gracias al fino tanga que llevaba, la piel se sus nalgas sintió la aspereza de los dedos. Y también como las garras arañaban la piel, pero sin hacer daño. Mas bien, causando placer.
-Eres un pillo. Me estás metiendo mano, descarado.
-¿Un pillo? Te aseguro que me han llamado cosas peores.
-¿Sí? ¿Cómo qué?
-Abominación.
-Jajajaja. ¿Abominación? Pues yo te encuentro muy...
-¿Muy? - respondió él, mirándola a los ojos y enrollando un dedo alrededor del fino hilito del tanga.
-Muy....ummmm ¿Te lo diré? ¿No te lo diré?
-No puedes jugar conmigo.
-Jajaja. No me conoces. Yo juego con quien quiero.
-Conmigo no se juega.
Mónica miró aquellos ojos. Juraría que se encendieron más aún. La bebida le estaba jugando una mala pasada. Iba a decir algo pero él se acercó y la besó, con pasión. Con el dedo rompió el hilo del tanga, con suma facilidad. Mónica cerró los ojos y se dejó besar.
-Yo soy el gran jugador. Yo soy el que juega con las almas de los mortales.
-Ummmmmm - gimió ella cuando aquel dedo recorrió la rajita de su culo.
Aquel maravilloso diablillo la estaba poniendo cachonda. Se apretó contra él, frotándose. Buscaba notar su polla. Saber si ya la tenía dura. Y vaya si la notó. Se estremeció de pies a cabeza al sentir su dura verga contra su barriga.
Si abrir los ojos despegó su boca y giró la cabeza, ofreciendo su cuello. Él no dudó en besarlo, en lamerlo. Incluso la mordisqueó con aquellos afilados colmillos. Mónica sentía como su coño se mojaba cada vez más.
Entreabrió los ojos. A su alrededor todos bailaban. Cada uno a lo suyo. Todo parecía moverse despacito. Como a cámara lenta. Sintió la lengua del demonio lamer desde su oreja en dirección a su boca. Y allí se metió, besándola con pasión. El largo dedo que se paseaba por la raja de su culo acarició su ano. Su fina y afilada uña lo penetró ligeramente.
Mónica se retorció de placer. Si él seguía así la iba a hacer correr allí, en medio de todos.
-No... aquí no...
-¿Aquí no qué? - preguntó él.
-Vámonos a otro sitio. En donde estemos más tranquilos. En donde estemos solos.
-¿Quieres estar a solas conmigo?
-Ummmm sí...quiero.
-¿Para qué? - le preguntó, mirándola fijamente a los ojos.
-Para que me folles como a una zorra.
-¿Estás segura? - dijo, empujando un poco más su dedo dentro de su culito.
-Agggggg sí, estoy segura. Quiero me folles.
-Cumpliré tu deseo.
La agarró con fuerza y la besó. Mónica se derritió entre aquellos brazos. De repente, sintió mucho calor. Abrió los ojos y se quedó paralizada.
Ya no estaba en la fiesta, bailando en medio de la gente. No sabía en donde estaba. Parecía una extraña caverna, llena de resplandores rojos. Resplandores de llamas.
Miró al diablo. Ahora sus ojos eran totalmente rojos. Y brillaban en aquella penumbra. La miraba, con sonriendo. Y su dedo seguía dentro de su culito.
Se acercó a ella y la besó, una vez más. Su lengua se metió dentro de su boca. La notó distinta. Era más grande, más larga. Y serpenteaba dentro su boca.
-Ummmm - gimió. - ¿Quién...eres?
-Sabes quien soy.
Sí, lo sabía. Pero no podía ser. Aquello tenía que ser un sueño. Una pesadilla. ¿Cómo si no iba a estar ella en brazos del demonio? ¿Cómo si no iba a estar ella con el coño palpitando? ¿Cómo iba ella a desear al diablo?
Algo rozó sus tobillos. Algo caliente y reptante. Como una serpiente. Miró de reojo y se dio cuenta de que era el rabo de él. Se movía como si tuviera vida propia. Se enrollaba por sus piernas, subiendo, acariciando. Llegó a sus muslos. Él la besaba mientras el rabo llegó hasta la falda, y se metió por debajo.
-Agggggg suéltame...
-Jajajaja. ¿Qué te suelte? ¿No querías que te follara como a una zorra?
No la soltó. La siguió acariciando, besando, lamiendo. Le clavó aún más su dedo en el culo y con la punta del rabo recorrió la raja de su oloroso y empapado coño. Lo enroscó alrededor de la tela del tanga y de un tirón lo arrancó, dejándolo caer al suelo.
Mónica se tensó cuando aquel endiablado rabo recorrió ahora la raja de su coño directamente, sin nada que los separase.
-Ummm, cómo hueles a hembra en celo. Apestas a sexo. Ese olor que tanto ofende a los de arriba pero que a mí me encanta.
-No...no... por favor...no sigas.
El diablo no paró. Frotó su coño con su rabo, buscando la entrada. Y cuando la encontró, se introdujo en ella. Mónica no pudo soportarlo más y se corrió, aferrándose con fuerza al cuerpo del demonio. Él la agarró y la miró mientras la bella humana se corría entre sus brazos.
Mónica abrió lentamente los ojos. Los del diablo ya no brillaban. Ahora parecían más... normales. Eran inmensamente hermosos. Eran los ojos de un ángel. Lo que aquel ser había sido al principio, antes de rebelarse contra Dios. Volvió a cerrar los ojos y lo besó. Besó al diablo y le gustó.
-Llevo mucho tiempo observándote, Mónica. Sé como eres. Tus deseos. Tus anhelos. Conozco a la zorra que se esconde dentro de ti.
-No...no...yo no soy como tú piensas.
-Jajajaja. ¿Cómo que no? Te acabas de correr en brazos del diablo.
-Pero has sido tú. Con tus engaños, con tus truquitos. Me has tentado y he caído.
Él se separó de ella. La miró.
-Durante milenios he tentado millones de almas. La mayoría se queman aquí. He tenido a las mujeres que he deseado. Conozco bien la debilidad humana. Un simple cambio de aspecto - es ese momento, ante los ojos de Mónica, la forma del diablo fue cambiando, transformándose en un apuesto caballero - y unas sutiles tentaciones son suficientes para que la mujer que yo elija se convierta en mi zorra. Las pocas que se han resistido cayeron a la fuerza. Te aseguro que todas al final gozaron como perras. Todas están aquí ahora.
Nuevamente la forma se transformó, quedando como era antes. Un diablo rojo.
-Pero tú, Mónica. Eres la primera mujer a la que no tiento. Eres la primera, en todos estos incontables años que viene a mí.
-Pero...yo no sabía quién eras. Creí que era un disfraz.
-Ahora sabes quien soy, y tu coño está chorreando. Ahora te vas a arrodillar ante mí. Ahora le vas a chupar la polla al diablo.
Mónica se estremeció nuevamente.
La sola idea de hacerlo la subyugaba. Él le sacó lentamente el dedo que tenía clavado en el culo y ella empezó a arrodillarse, mirándole a los hermosos ojos.
-Haz que brillen tus ojos - pidió Mónica.
El diablo sonrió y sus ojos relampaguearon, encendiéndose como brasas ardientes. Si Mónica le iba a chupar la polla al diablo, quería que el diablo fuese completamente el diablo. Cuando estuvo arrodillada, miró hacia la polla. El bulto que formaba en la especia de pantaloncito que llevaba era inmenso. Y cuando lo bajó, ante sus ojos apareció una enorme polla roja, que la apuntaba directamente a la cara. Ella tenía un consolador rojo, que le encantaba chupar y clavárselo en el coño cuando estaba caliente. Pero su consolador era un juguete para niños en comparación con la polla del diablo.
Todo su cuerpo se estremeció. De repente, la cola, la endiablada cola del diablo, se enrolló alrededor de su cuello y tiró de ella hacia la polla.
-Te he dijo que me chupes la polla, zorra
La cola apretó, dejándola casi sin respiración. Los ojos del diablo se encendieron aún más, como si echaran fuego. La presión sólo disminuyó cuando Mónica abrió la boca y empezó a chupar la polla que golpeaba su cara. Pudo volver a respirar. Sacó la lengua y la pasó a lo largo del poderoso tronco de la verga, notando las hinchadas venas que la recorrían. Su coño destilaba jugos. Mirando las brasas ardientes que él tenía por ojos empezó a meterse la polla en la boca, hasta donde pudo. Era demasiado grande, demasiado gruesa. Apenas le entró en la boca
Llevó sus manos hacia aquella polla y la agarró. Había sitio para una mano más. Se ayudó de ellas en la mamada, pajeándolo al tiempo, con ambas manos. La polla era dura, muy caliente. Y suave al mismo tiempo. Le encantaba la polla del diablo.
La cola se desenrolló de su cuello, se acercó a su blusa y, agarrándola, se la arrancó. Después, diestramente, arrancó también el sujetador, liberando sus tetas, que saltaron libres. Con la polla llenándole la boca, Mónica notó como la cola acariciaba sus tetas. Y con asombro, como algo le chupaba los pezones. Miró y la punta de la cola era como una pequeña boca. Se estremeció aún más, y continuó con la mamada. Salivaba en grandes cantidades, dejando la polla brillante. Su boca chupaba con fuerza.
Quiso gritar de dolor, pero con la polla llenándole la boca no pudo. La cola del demonio le había mordido con fuerza uno de los pezones. Miró hacia los ardientes ojos implorando que no siguiera, pero el diablo, con una sonrisa que enseñaba sus colmillos, cambió de pezón y volvió a morder. Esta vez, Mónica no gritó de dolor. Gimió de placer. El placer del dolor. Chupó con más fuerza. Agarró la polla con más fuerza.
-Llevo mucho tiempo observándote, Mónica. Sé cuales son tus más oscuros deseos. Sé cómo eres en realidad. Sé lo que ansías. Placer. Y yo puedo dártelo. Todo el que quieras. Más que el que jamás hayas soñado.
La cola abandonó los pezones y serpenteó, bajando por su cuerpo. Se paseó a lo largo de su húmedo coño, y como si fuera una polla, se enterró hasta el fondo de su coño, comenzando a follarla. Mónica gemía de placer. La boca llena de polla. Sus manos agarrando la tremenda barra caliente. Y su coño siendo follada por el rabo del diablo. Fue demasiado. Se empezó a correr, temblando toda. Intentó sacarse la polla de la boca para poder respirar, pero él no la dejó. Le sujetó la cabeza con fuerza.
-Cuando se le chupa la polla al demonio, no se para hasta recibir el premio final. Sigue chupando, Mónica. Bébete la semilla del diablo.
Ella aceleró las manos. Chupó con más ganas. buscando que aquella polla reventase de una vez. Trató de olvidarse de su propio placer, para concentrarse sólo en darle placer a él, pero le fue imposible. El rabo seguía follándola y la vez le frotaba el clítoris. Era como esos largos tentáculos que veía en sus comics, follándose a indefensas colegialas. Volvió a correrse, esta vez sin intentar sacarse la polla de la boca. Entonces, el cuerpo del diablo, encarnado ante ella, comenzó a tensarse. Mónica se sintió tremendamente feliz. Iba a hacer correr al diablo. Aún en pleno orgasmo, redobló sus esfuerzos.
Lo consiguió. Los ojos ardientes que le miraban se entrecerraron. La enorme polla se endureció más aun, empezó a tener espasmos y el diablo empezó a correrse. Sus chorros eran potentes, calientes, abundantes. Recordó lo que él le había dicho, que se bebiera la semilla del diablo. Y eso hizo. O al menos, lo intentó. Empezó a tragarse el cálido y espeso semen, sintiéndolo bajar por su esófago hasta su barriga. Casi le quemaba, peros siguió tragando. Y la polla siguió escupiendo, casi vomitando semen. Para Mónica fue imposible tragar tanto. Empezó a salir por la comisura de sus labios, recorriendo la polla hasta sus manos, que la aferraban con fuerza. Con ellas sentía cada golpe, cada chorro.
Los ojos rojos se cerraron del todo. La expresión del rostro del diablo era mezcla de dolor y placer. Mónica sintió algo más. Algo caliente empezó a llenarle el coño. El rabo también se estaba corriendo dentro de ella,
llenándola de leche. En cantidades sobrehumanas. Su coño empezó a gotear. La leche del diablo. Mónica, casi desmayada, se volvió a correr. No pudo evitar que su espalda se arqueara. Separó la cabeza, haciendo que la polla quedase libre. Y en su cara sintió el calor. El calor del semen que seguía saliendo con fuerza de aquella poderosa polla. Lo sintió en su cara, en su pecho. Su cuerpo era todo placer. Como un orgasmo continuo.
Hasta que, de repente, su cuerpo quedó fláccido. Cayó al suelo, casi desmayada. Bañada casi completamente en la leche del diablo. De la polla salió un último chorro que cayó sobre su cuerpo. El rabo salió de su coño, seguido por un torrente de semen que formó un charquito entre las piernas de Mónica.
Miró hacia arriba. Él la seguía mirando. .
-¿Y ahora qué? ¿Estoy embarazada del anticristo?
-Jajajaja. Has visto muchas películas. No, no estás embarazada. ¿Acaso querrías?
-Si es del que traerá el fin del mundo, no.
-Siempre echándole la culpa a otro. Mira tu mundo, que se encamina hacia el desastre. ¿Crees que yo tengo algo que ver? No, no, no. Para nada. Para eso el hombre se las pinta solito. Yo sólo me limito a cumplir mi papel.
-Sí, ya sé. Tentarnos y hacernos luego sufrir por toda la eternidad.
-Jajajajaja. Otra vez echándole la culpa a otro. Aquí se pudren millones de almas, es cierto. Pero ninguna que no se lo merezca. Ni una sola, ni una, está aquí por mí. Yo sólo me limito a dar...opciones. Ellos tienen la libertad de elegir. Como tú, que has elegido.
-No es una elección justa. Conoces nuestras debilidades. Sabes que cuerda tocar.
-Ummm, puede ser. Pero cuando eligen, saben lo que está bien y lo que está mal. La elección es libre.
-No, no lo es. Si nos creas de una manera, débiles, y nos pones pruebas para que caigamos, sabes que vamos a caer.
El diablo hizo un gesto, señalando hacia arriba.
-Eso es en otro negociado, guapa. A mí que me registren. Sólo soy una pieza más en un engranaje que yo no he creado. Y el día en que se me ocurrió abrir la boca, mira. Desterrado aquí para tostar almas por los siglos de los siglos.
-Jajaja. Pareces un funcionario al que han cambiado de puesto y no le gusta.
-Yo no elegí esto.
-Ummmmm no me digas que el diablito está triste. No me digas que necesita a su mamá para que lo consuele.
De los ojos del diablo salió fuego. Mónica se quedó sin respiración. Sintió una opresión en el pecho. Un dolor intenso en todo el cuerpo. Era como si se estuviese quemando por dentro. Se miró las manos y vio, con horror, que su piel se abría, mostrando su carne.
-No juegues conmigo, Mónica. Soy yo, sólo yo, quien que juega aquí. Pídeme perdón. Pídele perdón al diablo. Implórame.
El dolor fue en aumento. Mónica sintió que la carne se le separaba de los huesos. Miró al demonio.
-Vete al carajo, diablo de mierda. No te voy a pedir perdón ni a ti ni a nadie. Quémame si quieres, capullo.
El diablo la miró. Salió aún más fuego de sus ojos. Llevó sus manos a sus caderas, levantó la cabeza y comenzó a reírse a carcajadas.
-Jajajaja. Mónica. Sabía que eres especial. El diablo te está torturando y en vez de suplicar por tu vida, le insultas. Jajajajaja. Eres la primera que lo hace. Jajajaja. Me encantas.
El dolor cesó de improviso. Mónica se miró. Su piel estaba bien. Sin marca alguna.
-Cabrito - le dijo.
-Jajajajaja. Me troncho contigo. Jajajaja.
La forma del diablo cambió. Se transformó en un macho cabrío, negro, con largos y redondos cuernos, que reía. Se transformó otra vez, en una silbante serpiente. Y después, volvió a transformarse en como era antes. Mónica le miró.
-¿Cómo eres en realidad? ¿Cuál es tu verdadera forma?
-Soy eterno, Mónica. No tengo cuerpo. Soy luz. Las formas que adopto son las que veo en las mentes de los humanos. Esta forma que vez es como tú me ves en tu mente.
Ayudándose del rabo, la recogió del suelo y la hizo poner en pie. Se acercó a ella, pegándose a su cuerpo. La miró.
-¿Quieres que adopte otra forma para ti?
-No... Me gustas...así.
Mónica se abrazó a él. Sintió su calor, su fuerza. Sintió su dura polla. Llevó una de sus manos hacia ella y la agarró. Levantó la mirada hacia los brillantes ojos.
-¿Y... cuándo me vas a follar bien follada, diablito mío?
Lucifer bajó la cabeza y la besó. Aquella mujer, aquella simple humana, le gustaba. Su alma era especial. Un alma sin miedo, segura de sí misma.
-Así que deseas ser follada por el diablo. Deseas ser la zorrita del diablo.
-Ummmmm, no sabes cuanto deseo que me claves esta enorme polla hasta el fondo de mi coño.
La cogió por las caderas. Como si fuese una pluma, la levantó. Hizo que ella lo rodease con sus piernas. Mónica sintió la punta de la polla frotarse por la raja de su coño.
-Aggggg, sí... fóllame...fóllame ya.
Tiró de ella hacia abajo y le clavó la polla. Mónica cerró los ojos con fuerza. Sintió una punzada de dolor cuando la inmensa verga la invadió, pero fue más el placer. Supo, por primera vez, lo que era sentirse llena. Llena de polla. Y era la polla del diablo. Empezó a moverse, a frotarse contra él.
-Dios mío...que rico..Como te siento dentro de mí.
-No, dios mío no.
-Agggg, déjate ahora de tonterías y...fóllameeeeeeee
Sujetándola con fuerza por las caderas, empezó a hacerla subir y bajar, clavando y desclavando su polla. Los jugos que manaban del coño, mezcla de sus jugos y restos aún de la leche del diablo, mojaron la polla, haciendo que resbalase cada vez mejor.
-Ummm sí, sí... así se folla...diablo. Así...no pares...
La besó, comiéndole la boca, metiéndole la lengua hasta la garganta, si dejar de follarla. Llevó su rabo a las tetas y las estrujó con él. Ella, al sentirlo, se corrió. Su coño, con espasmos de placer, apretaba aún más la polla. Y con eso, ella la sentía aún más. Y más fuerte se corría.
No sólo él la hacía subir y bajar. Ella misma se movía, buscando la polla. Queriendo clavársela más. Necesitaba más. Mucho más.
-¿A qué esperas para follarme de verdad? Más....quiero más....másssssssssssss.
-Pues más vas a tener, zorrita.
El rabo abandonó las tetas. Bajó por la espalda. Se metió a lo largo de la raja de su lindo culo, y cuando encontró la apretada entrada, se metió. Mónica la recibió con un nuevo orgasmo.
-Agggggggggggg sí....sí.....
El placer era total. Abrazada con fuerza a aquel ser, clavada en su polla, y sodomizada por su rabo. No paró de correrse. Empataba un orgasmo con otro. El rabo entraba y salía de su culo, cada vez más profundamente. Cada vez dándole más placer. Hasta que él también empezó a correrse, llenando a la vez su coño y su culo de hirviente semen. En tal cantidad que la vagina pronto se llenó y del coño salió la corrida a borbotones. bajaba por la polla y escurría muslos abajo.
Él último y definitivo orgasmo de Mónica fue el más intenso que ningún humano haya sentido jamás. Casi pudo vislumbrar en aquel mágico momento la verdadera naturaleza del ser que la penetraba. Pero la luz era tan intensa que se vio obligada a cerrar los ojos. Después, quedó inerte, sin sentido, floja entre los brazos del diablo.
La dejó en el suelo. La miró. Sus ojos ya no echaban fuego. Recorrió con la mirada el cuerpo de la mujer. De su abierto coño manaba su semen, De su culo también salía un reguerito de leche.
De repente, desapareció. Él era pura energía. No tenía semen. Sólo lo materializaba para proporcionarle placer a ella. Él no necesitaba sexo. Se alimentaba de energía. La energía que desprende al alma durante el orgasmo. Y el que ella acababa de tener lo había llenado.
Satisfecha, la contempló. Sonrió para sí. Qué fácil era engañarlos. Sólo tenía que mirar en sus mentes y conocer sus deseos. Se los daba y ya eran suyos, para siempre. Vio los deseos de Mónica y se los dio.
Le había mentido. Ella no tenía elección. Nadie la tenía. Todos caían en la tentación. Pero le dijo una verdad. Que era especial. Su alma era distinta. Le gustaba.
Ahora, tendría que decidir que hacer. Si quedarse allí, con él, para siempre. O...dejarla marchar y volver a tentarla.
++++++
Mónica se despertó, en su cama. No recordaba cómo había llegado allí. Lo último que recordaba era la fiesta a la que había ido. Y a él. Al diablo. A Lucifer. Que la había follado como ningún ser humano podría follarla jamás.
-Joder, Mónica - dijo en alto - vaya sueñito que has tenido. Voy e tener que dejar de leer esos jodíos comics.
Desnuda como estaba, se levantó y se fue al baño a ducharse. No vio que en las oscuridad dos ojos la observaban. Dos ojos rojos como brasas.