El director pervertido me folla
Tras un curso lleno de tensión sexual, el director por fin me folla y hace conmigo lo que quiere en su despacho.
El director del sitio donde estudio es mi profesor y desde el primer día me tiene un amor especial. Más bien, siente una intensa atracción hacia mí y eso me beneficia muchísimo.
Siempre le descubro mirando mis pechos fijamente y repasando mi cuerpo con la mirada. Me encanta ponerle así.
Intenta ser borde, pero cuando estamos a solas siempre me trata muy bien.
Además, como yo le permito mirarme de esa forma tan obscena, siempre me sube la nota en todos mis exámenes, me sube la nota hasta el doble de la que tengo o a veces incluso más.
Uno de los últimos días del curso me quedo a solas con él para que me entregue la nota final. Obviamente me ha puesto la mejor nota que ha podido. Mira mis pechos muy fijamente mientras me habla.
-He sido muy generoso contigo eh, no he podido ser más bueno.
-Ya, lo sé.
-Y tú no has hecho nada por mí.
-La puerta está abierta, puede entrar cualquiera, es mejor que me vaya.
-No, espera, vamos a mi despacho, allí nadie nos molestará.
-De acuerdo.
Llegamos a su despacho, entramos y cierra con llave las dos puertas que es necesario cruzar para acceder a su despacho.
Mira mis pechos fijamente y se acerca a mí con una mirada ardiente.
Bajo mi vista hacia su pantalón y veo el bulto enorme que confiesa su erección.
Se acerca hacia mí y me quita la camiseta mientras yo le desabrocho el pantalón. Los dos estamos muy muy calientes.
Me baja los pantalones y yo empiezo a pajearle.
Con una mano acaricia mi clítoris a través de mis bragas mojadas y con la otra me coge del cuello. Se acerca aún más a mí, y coloca su polla debajo de mis braguitas, de modo que si alguno de los dos nos movemos empezaremos a frotarnos. Creo que nunca antes había estado tan mojada.
Él empieza a mordisquear mis pezones y ve que mi cuerpo quiere más.
Hace que me ponga en el suelo a cuatro patas. Agarra mi cadera y clava su polla en mí en una fuerte embestida. Suelto un largo y alto gemido. Él empieza a hablarme.
-¿Te gusta esto verdad?
-Sí, sí me gusta —consigo decir jadeando.
-¿Te encanta verdad perra?
-Síii —grito gimiendo.
-Eres una puta muy guarra ¿a que sí?
-Sí, sí, lo soy —gimo.
En ese momento deja de follarme.
-¿Por qué paras? Estaba disfrutando muchísimo —le digo enfadada.
-Quiero que me demuestres que te mereces que te folle.
-¿Y qué quieres que haga?
-Todo lo que yo te ordene.
-De acuerdo, lo haré.
-Genial, si haces bien lo que te diga te follaré, si no, te mandaré a tu casa con el calentón y no volveré a prestarte atención nunca más.
-Haré todo lo que me mandes si así vuelves a follarme.
-Muy bien perra, mi putita, ponte de rodillas y chúpamela. Hazme la mejor mamada que sepas y luego te follaré la boca para darte arcadas hasta que vea necesario.
-Lo que tú digas.
Sigo sus instrucciones y lo hago lo mejor que puedo. Acaricio sus huevos suavemente, paso mi lengua por ellos para dejarlos muy húmedos. Luego le escupo en la polla, me la meto en la boca y la dejo llena de babas. Absorvo su glande con fuerza y noto cómo sale el líquido preseminal, eso me anima aún más.
-Muy bien, lo has hecho perfecto —me dice.
-Me alegra mucho oír eso, fóllame por favor.
-Sí, te voy a follar, la boca.
Abro la boca todo lo que puedo, dejo que me agarre de la cabeza y que introduzca su polla dentro de mi boca con mucha fuerza y rapidez.
-Muy bien putita, eres muy buena en esto, ponte a cuatro patas como la buena perra que eres, ahora sí que te voy a destrozar el coño hasta que no puedas ni andar zorra.
Por fin llega mi momento de nuevo, vuelvo a ponerme a cuatro patas en el suelo. Él vuelve a introducir su verga enorme dentro de mí. Sus embestidas son cada vez más rápidas, me está reventando y yo estoy gozando como nunca. Se la saca y se corre en la punta de mi culo.
Estoy exhausta y muy saciada.
-Eres mía, puta, perra, zorra, guarra consentida. Sólo puedo follarte yo a partir de ahora.
Me hace un gran chupetón en el cuello y me dice que me vaya, pero que a partir de ahora y para siempre soy suya y que siempre que él quiera sexo tendré que complacerle.