El Dildo Humano 4

Yonatan quiere arreglar las cosas con María, ayudado por una vieja amiga. Pero las acciones cometidas despiertan fantasmas del pasado. Categoría este... mejor léanla.

EL DILDO HUMANO 4

Yonatan quiere arreglar las cosas con María, ayudado por una vieja amiga. Pero las acciones cometidas despiertan fantasmas del pasado. Categoría este... mejor léanla.

Cuarta parte del relato, para entender mejor la historia entra en mi perfil y allí encontraras los capítulos anteriores.

Aviso: Esta es una historia ficticia. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.  Por la forma en que está escrito el relato los personajes a veces podrían decir expresiones que no entiendas, si te hace sentir incómodo, hay un glosario de términos coloquiales al final del capítulo 2 que podría ayudarte. Gracias, y disfruta!

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El Dildo Humano 4

Sospechas

María Pov

Me encontraba en una situación increíblemente excitante y sabrosa. Gozaba como nunca ante pensé hacerlo. Sentía que ante mí se abría un nuevo abanico de libertad y gozo con mi propio cuerpo. Con este simple juguete, la nueva sensación, la presión en mi vagina estirándose, y sobre todo ese dolor, un dolor que me frena, pero al mismo tiempo me encanta y lucho contra él, mi cuerpo flaquea en contra de mi voluntad. ¡Maldita sea! Me encanta, pero sobre todo, no puedo dejar de pensar en él, en ella, en ellas. ¿Por qué me excitan tanto? Esa mirada de perra y puta mayúscula de esa tipa… Me encanta, y juraría que se parece a la de Yonatan, que por Dios, no puedo creer que también me guste.

¿Cómo coño llegué aquí? Mi vida ha transcurrido normal y tranquila. No tengo vicios ni jodo mucho. Me respeto a mí misma y también respeto a los demás. Esto ha llegado a mí tan imprevisto, ese carajo, aparece una noche y me cambia la forma de ver todo, de sentir todo. Y lo peor es que aún siento que lo odio, lo odio pero creo que solo un poco, con su mirada sobrada, su todo echón y creído, mostrando su cuerpecito de músculos tontos , pura pinta, con sus manotas fuertes, su rostro cuadrado y su candadito negro, y esa sonrisa… ¡AY coño que rico!, puto guevo de plástico. ¡Iiiihhhggg! No puedo, Yonatan, déjame Yonatan, ay… que dolor tan rico. Me duele la cuca y mi brazo. Más duro, entraaaahh, ¡ay su puta madre! ahhh… ¡Yonatan!.

“No puede ser. Está ahí viéndome, y yo aquí… des, desnuda. Me está viendo, Nooo. . Ahhh”

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Después de todo lo que ha acontecido. Buenas o malas, la vida no deja de traer sorpresas. En el baño de una habitación del hotel en el que trabaja, María decidió dejarse llevar por los instintos del ser humano, donde luego de haber disfrutado por unos pocos minutos, pasará por accidente a un sufrimiento inimaginable.

Un grito desgarrador se escuchó por todo el hotel, despertando a algunos y sobresaltando a otros. María yace en el piso de la ducha quejándose de un dolor intenso dentro de su vagina. Yonatan acudió en su auxilio inmediatamente, casi parte el cristal al correr la puerta. Sin importarle el chorro de agua que cae sobre ella y los moja a los dos, trata de consolarla.

-¡Déjame! ¡No! Aaaahhh ayyyjijiji…. Me duele, me duele mucho- dijo María que reventó a llorar.

Su cuerpo temblaba tiritando del dolor.

-Shhh, ven María, calma. No te muevas, tuviste un accidente. Confía en mí-

Nojoda, perro desgraciado, ¿confiar en ti? -dijo esforzando la voz por el dolor- Ni loca no de nuevo, vete, déjame yo salgo, ay… aaajaajaaa…

-No. Vi todo lo que te pasó, voy a ayudarte y punto- dijo inclinándose sobre ella y pasando sus

brazos bajo su cuerpo la hizo que abrazara su cuello.

-¿Lista María?-ella hizo un gesto de apretarse contra él – voy.

-Sin ningún esfuerzo la levantó del suelo, aún tenía el dildo dentro de su vagina.

-Ayyy. Quítalo porfa, me duele-iba a tomarlo pero él no la dejó.

-No lo toques, no intentes sacarlo. No sabes hasta dónde pudo haber llegado. Ven-

La acostó en la cama con delicadeza y ella intentaba acomodarse, boca arriba y con las piernas abiertas fue la posición más cómoda que encontró. Cerrar las piernas le era imposible, el dolor aumentaba periódicamente, en forma de oleadas.

-¡Auxilio!-gritó.

-Ya María ven- Yonatan actuaba con rapidez. Sacando unas cosas del mismo maletín y tomando el

agua y otras cosas, le dio a beber a ella.

-¿Qué vas a darme?- preguntó débil.

-Toma te va quitar el dolor poco a poco- dijo él poniéndoselo en la boca. Ella intentaba evitar

tragarlo, era obvio que no iba aceptar ingerir algo extraño pero era tanto su dolor que en su mente

pensó que ya no tenía nada que perder. Aflojando la garganta sintió que la cosa que le hubieran

dado pasó junto con el vital líquido.

-Shh, ya respira un poquito, no te muevas. Deja que te haga efecto-

Poco a poco sintió que el dolor en verdad disminuía, y empezó a calmarse. Se había acostado a su lado y él le acariciaba la cabeza. Se dio cuenta que se sentía incómoda y tomando la cobija la arropó.

-Tengo frío Yonatan-

-Sí lo sé-

-Yonatan tengo muchísimo frío apaga el aire-

-Tranquila deja que pase-dijo él mirándola fijo a los ojos.

-Me siento cansada, me duele un poquito. Tengo mucho sueño-

-Si, descansa, ya pasará-

-No. ¿Yonatan qué me diste?-

-Tranquila eso sólo es un calmante, deja que te ayude-

-Me duermo Yonatan. ¿Por qué Yonatan?. ¿Por qué lo haces?-

-No es nada malo, es por tu bien-

-Yonatan… confié en ti. Soy una pendeja…-

Se fue dejando caer en un abismo de oscuridad contra el que ya no podía luchar, al menos el dolor también disminuía, así que pensó que ya no tenía nada que perder. Pidió perdón a su madre, justo antes de dejarse caer y cerrar sus ojos.

Yonatan le dio un beso en la frente. Se levantó y se veía conmocionado, el llanto y la imagen que ofrecía María hubiera hecho que hasta el mismísimo diablo que estaba en Miraflores renunciara a la presidencia si con eso ella se curara. Pasándose las manos por su cabello echándolo hacia atrás trataba de pensar qué hacer. “Los gritos atraerían a la gente”-pensó- . Así que como pudo, tomó todo lo que pudo, maletín, ropa, celulares, y los llevó a su carro.

[…]

-¿Chamo tu eres loco? ¿Cómo coño se te ocurre?-

-Todo pasó tan rápido, no lo sé, solo la vi y me confundí-

-Sabes muy bien que no es ella, solo se ´parece bobo-

-Lo sé, pero si la hubieras visto, sentirías lo mismo-

María escuchaba una conversación. Saliendo de su letargo y la pesadez del sueño dos voces llegaban a sus oídos. En una reconoció la voz de Yonatan, pero la otra le era totalmente desconocida.

Era una voz femenina, que sonaba algo ronca. Quiso abrir los ojos pero sus parpados pesaban. Cayó en cuenta que su cuerpo no respondía, mientras tanto seguía escuchando:

-Ojalá no le haga nada, eso es muy fuerte-

-Tuve que dárselo, el dolor debía ser insoportable. Además…el momento, todo lo hice en caliente-

-Y te la trajiste, ¿tú eres marico?-

-¿Qué más iba a hacer pajua, no ves que le di la vaina esa pa’ que se la tomara? Llevarla así a un hospital ya estuviéramos los dos presos cuando le hicieran los análisis de laboratorio, además solo le di un poco, ni que fuera alguna asesina o violadora como los coñoesumadres esos…-

-Pero igual sabes que eso es nuestro escape para los que se ponen “popi” en los servicios y quieren jodernos-

-Exactamente, esto fue una especie de último recurso-

María entre confusa y despierta, no entendía nada. Quiso hablar y abrió la boca para hacerlo pero sintió su boca como de piedra, un dolor mesclado con un cosquilleo se apoderó de sus mandíbulas, al no poder gesticular, sólo alcanzó a lanzar un “aaaaaa”.

-Yonatan, ya se está despertando-

Este caminó hacia ella y se sentó a su lado, tocó su cara y se la acariciaba.

-Ya María tranquila, es el efecto del calmante. No te esfuerces mucho y solo respira tranquila que poco a poco te vas a poder mover. Ven, voy a agarrar tu mano-

Lo hizo y le ordenó que moviera el dedo índice, luego la muñeca, y así sucesivamente hasta también recuperó el habla un poco.

-¿Dond stoy Ionatannnn?- preguntó como pudo arrastrando las palabras.

-En mi casa. Tranquila. Vamos ahora a que abras los ojos, eeesoooo, así lento, aja… bien-

Se tapaba la vista, estaba en una habitación no muy grande, sencilla. Un ventanal por el que entraba mucha luz, una cama matrimonial, un televisor LCD y una laptop en una mesa de noche fue lo primero que vio.

Al fijarse bien en Yonatan descubrió una figura femenina a su lado, era una mujer pelirroja hermosa y alta. Del tamaño de Yonatan, con una sonrisa muy linda y amigable.

-¿Quién es ella?-

Hola mi amor, mucho gusto. Me llamo Gabrielle, o puedes decirme Gaby si quieres, soy amiga de Yonatan, y emmm soy ginecóloga y terapeuta sexual. Antes de que te asustes más de lo que estás te aviso que no tienes nada de que temer. Yonatan me llamó y me explicó que  tuviste un… accidente “jugando”- dijo ella tocándole la nariz con una sonrisita-

-Eso, ¡es verdad! mi…- quiso levantar la sábana que la cubría pero Gabrielle se lo impidió, tomándole las manos con suavidad y dejándolas reposar en su vientre.

-Hey, quieta pequeña, no tan rápido, estás un poquito delicada ahí abajo. Verás, con el accidente que tuviste, empujaste un poco la base de tu útero al montar todo tu peso en el dildo. Tuviste un pequeño desgarro justo donde termina tu vagina, fué muy pequeñito, una tontería apenas que sanará sola, aunque sé que también es muy doloroso- dijo mientras le acomodaba su cabello hacia atrás de sus orejas.

-Me hice daño, me dañé la…-

-Jajajaja-rió la mujer con una risa un poco escandalosa- no tranquila, solo descansar un poco es lo que necesitas, veras ahí a tu lado hay una toallitas con sangre tuyas por la pequeña hemorragia que tuviste, pero ya está todo normal contigo-

-¡Eso me pasa por estúpida, y por confiar en ti mamaguevo!-dijo viendo a Johnny y reventó a llorar.

-María, yo…-

-¡Cállate!-

-Hey Johnny, déjala un momento a solas. Sal y tómate algo por ahí, yo la cuido- dijo Gaby llevándolo a la salida, y justo antes de cerrar la puerta ella sacó su brazo y le dio un “lepe” en la nuca.

-Pajuo- susurró Gaby-

-Mamague…- se escuchó  Yonatan al cerrarse la puerta.

A todas estas María seguía estudiando a Gabrielle. Debía ser casi de la misma altura de Yonatan, apenas dos dedos más baja. De tez blanca, con sus hombros marcados en bronceado con pequeñas motitas parecidas a lunares. Pero era su porte lo que no le inspiraba confianza, daba la impresión de “cuadrarse erguida” a veces y tenía gestos un poco toscos.

-Este Johnny, siempre tan terco. Dime María… ¿cómo lo conociste?-

-¿Que como lo conocí? Como la propia estúpida, de esa forma-

-Ya ya ya mi amor no te alteres, respira hondo…eeeeso. Cálmate, y habla-

-Es que no puedo creer todo lo que me pasó en solo un día, por boba, no se qué opines tú de Yonatan porque ni te conozco, pero te digo que es una mierda-

-Podría ser. Aunque en realidad no es que sea malo, sino que es un idiota-

-Me da igual, y yo también soy una gafa, mi sentido común se me fue por el barranco. ¿Cómo se me ocurre a mí enredarme con un loco que acaba de llegar, que no sé de dónde carajo vino-

-No te culpo, Yonatan tiene esa capacidad de convencer a la gente muy fácil-

-Quiero mi celular-

-No lo he visto, debe estar en el carro de Yonatan, deja que llegue y te lo busco. Pero sígueme contando. ¿De dónde vienes?-

-De Maracay-

-Chama… tan lejos andaba este loco-

-¿Cómo que lejos, dónde estoy?-

-En Caracas-

-¿QUE?- gritó María. Al instante se levantó y aunque Gabrielle intentó detenerla, no pudo hacer mucho.

-Suéltame carajo, déjame ver. No es cierto, no- dijo mientras se pudo poner de pie y aguatando el dolor, se acercó hasta el ventanal, encontrándose con un paisaje totalmente desconocido. Un clima frío, con montañas tan altas que se tocaban con las nubes, una multitud de edificios y rascacielos, y a lo lejos, en los cerros, una especie de laberinto de color naranja-cobrizo formado por las viviendas de los famosos barrios caraqueños.

-¿Me secuestraron?, ¡HIJOS DE PUTA! -gritó María, que sintió al instante las manos de Gabrielle pasar una por su vientre y otra en la boca halándola hacia atrás. Quiso luchar pero aún estaba débil, y al mismo tiempo quedó impresionada por la rapidez y fuerza con la que esta mujer la sometió.

Cargada y sintiendo sus pies deslizándose por el piso era alejada del ventanal de nuevo hacia la cama, mientras no podía gritar pues la mujer le tapaba la boca con su mano izquierda. Con fuerza y firmeza Gaby se sentó en la cama y puso a María entre sus pernas.

-Muchacha, ¡quieta!, nadie te ha secuestrado. Al contrario, tratamos de ayudarte-

-MMMM, MMMM- se escuchaba a María gruñir.

Gabrielle la sometió con más fuerza aún, y dándose por vencida, maldijo para sus adentros su mala suerte y empezó a llorar de nuevo.

Gaby sintió como la chica dejó de luchar y las lágrimas de ella escurrían por su mano, lo cual provocó en ella un sentimiento compasivo y cariñoso. Hablándole con un tono casi maternal trataba de tranquilizarla.

-Eeeso… suéltalo todo, llora, tranquila. Solo es el miedo y la impresión, nadie va a dañarte – dijo Gaby recostando su barbilla en el hombro de ella, de tal forma que empezó a respirarle en el cuello.

-Estas tan asustada y débil que no te diste cuenta de algo al levantarte, si te calmas te enteraras… o lo sentirás-

María no entendió a qué se refirió Gaby, hasta que se calmó un poco. Al momento comprendió todo. Después de sentir una especie de esferas en su espalda, un calor extraño en su vientre, y el calor de la respiración de la mujer en su cuello, bajó la mirada para darse cuenta de algo. Estaba desnuda totalmente. El impacto fue tal que del miedo pasó al espanto, y junto con él, la excitación. Levantando la vista dio con un espejo de cuerpo entero en la pared, encontrándose con la imagen ´más morbosa de ella misma. Sentada en el borde de la cama cerrando sus piernas, y detrás de ella una mujer pelirroja, de aspecto recio y muy fuerte, tenía puestas sus manos en ella, una tapándole la boca y la otra no supo en qué momento pasó de su vientre a sus senos, apretando el derecho con el antebrazo y el izquierdo en la mano de la mujer. Ni siquiera supo en qué momento la otra mano ya no estaba en su boca sino que jugaba con su hermoso cabello negro recogiéndolo, dejando una parte de su cuello de chocolate libre, en la cual Gaby empezó a dar besitos mientras hablaba.

-¿Ya estas más calmada?- preguntó con voz dulzona.

-¿Qué haces?- respondió María nerviosa.

-Tratando de calmarte, por los medios que sean necesarios- el aire de las palabras de Gaby y sus besitos quemaban en su piel.

Tal escena le recordó de nuevo a las mujeres y la chica del hotel, y sin saber bien el por qué, de pronto se sintió en la posición de aquella chica. A merced de esta mujer, que comenzó a magrear suavemente su teta izquierda y a acariciar su vientre con la mano libre. Sin saber cómo habían procedido aquellas mujeres al cogerse a la chica, una mezcla de terror y morbo se apoderó de ella expectante de lo que pasaría.

María se puso rígida, intentaba curvar su espalda hacia adelante como para despegarse de los bultos de carne cuyos pezones sentía que se clavaban en su piel, con todo y sostén. Pero la mujer comenzó a sobar su vientre en círculos y metía su dedo en su ombligo, punteándolo. Esto hacía que una especie de corrientazo bajara hasta su clítoris, comenzando a excitarse más, su respiración aumentó haciendo que su diafragma subiera y bajara con palpitaciones animales, mientras los besitos de Gaby se convirtieron en pequeñas lamidas que iban desde su hombro hasta el lóbulo de su oreja. En un momento la mano que acariciaba el vientre bajó hasta posarse justo en el monte de venus de María, que reaccionando rápido la agarró para detenerla.

-Vaya, pensé que no reaccionarías nunca - dijo Gabrielle.

-¿Vas… a, vas a violarme?- dijo María cerrando sus ojos.

La voz de Gaby cambio repentinamente:

-Chica, te tuve aquí dormida, te acosté, te desnudé, te toqué, y aunque entré en ti, lo hice con la intención de curarte. Estabas a mi disposición durante todo este tiempo que pude hacer contigo lo que quisiera, pero no soy así- dijo intentando quitar la mano que María detuvo.

Pero ésta no la dejó.

Gaby - por primera vez la llamó por su nombre – ¿¡en serio me tocaste por dentro!?

-Con toda la delicadeza que pude mi amor, y con mucho cariño. No hubo nada sexual-

-Es que… aparte de mi ginecóloga, eres la primera persona que entra en mí-

Gaby se puso como hielo.

-¿Eres virgen?- preguntó enseguida.

-Sí-

-Ese Yonatan cabrón Nojoda- dijo Gaby- bueno suéltame ahora María que lo voy a llamar y me va a escuchar.

-Espérate, no lo llames. Es que esto ya tiene que ver contigo-

-¿¡A qué te refieres!?-

-Es que bueno, me tocaste y… no sé cómo fue. No te sentí por estar dormida-

-Te dije que lo hice con delicadeza y cariño tontita-

-No me refiero a eso, más bien… en realidad pienso que me hubiera gustado sentir cómo me tocabas-

Gaby se puso tensa, trataba de quitar la mano pero ahora era María quien se la agarraba, de esta forma la tenía atrapada.

-María, recuerda que soy… ehh terapeuta sexual, lo de antes era… este una, una estrategia para calmarte, suelta mi mano- dijo intentando zafarse

-No, Gaby. Con todo lo que me ha pasado en estos dos días ya no me importa nada más. Siento que ha despertado en mí una vena de liberación y deseo que tal vez estuvo dormida. Y para serte sincera, parte de ese sentimiento apareció, por Yonatan. Y ahora contigo, siento algo parecido-

-María, sólo estas confundida bebé, yo no te gusto tampoco, sólo te excitaste, eso no significa que tengas que entregarte a alguien así porque sí-

No me gustas tampoco, pero sí me gustó esto – y bajando su mano de golpe hasta su vagina le dijo- termina lo que empezaste.

-No María, no puedo hacerlo, sería aprovecharme de ti. Además carajo, soy una mujer, ¿acaso tú eres lesbiana?-

-Lesbiana, lesbiana –repitió la palabra dos veces- en sólo dos días he estado rodeada de este tema, y no, no me siento lesbiana. Pero sí siento la curiosidad, y no te mentiré Gabrielle, eres hermosa chama-

-María, estás loca- dijo ella, pero al mismo tiempo comenzó a sentir y palpar el pubis y los pocos pelitos de su vulva.

-Gaby, siento que dejé pasar mucho tiempo en mi vida y en cuanto a lo sexual soy una neófita, pero no puedo evitar lo que siento. No sé si esto cuente, pero para mí saber que ya me tocaste, es como si fuera mi primera vez, y no la recuerdo. Así que quiero que me la recuerdes-

“Así que quiero que me la recuerdes”. Esa frase caló en lo más profundo de la memoria de Gabi, esa vez, su primera vez. Nada igual a ésta, cuando no tenía aún esa cabellera roja abundante, ese par de tetas firmes, ni esa figura femenina, cuando ni siquiera pasaba por su mente pensar en cremas, maquillajes, tacones, u hombres. Cuando aún soñaba que algún día vestiría la camiseta de su equipo favorito de fútbol, y todavía estaba fuera de ese mundo al que ella, Yonatan y esa amiga, fueron arrastrados por el destino.

-No, María, por favor, no debo- dijo

-¿Por qué? ¿No dijiste que eras terapeuta pues? Necesito terapia, doctora - dijo y enterró la mano de Gabi directo en su vulva.

Ese tacto, esa manera de seducir pasando del miedo al deseo, ¿por qué le eran tan conocidas? ¿Yonatan tendría razón?  Ahora sí se parecía a “ella” y mucho, pero no podía ser, la vieron dejar este mundo, hace muchos años. Pero ahora se repetía esa escena, casi 20 años después tenía entre sus brazos de nuevo e esa chica como cuando eran adolescentes. Sólo que en esa oportunidad no pasó nada, ahora no dejaría que pasara lo mismo. “No puedo resistirme” dijo.

A ver que nada pasaba, María con una frase que parecía una orden, dijo:

-Gabrielle, ¡empieza ya coño!-

-Tus deseos son órdenes linda- dijo Gaby.

Abrazándola de nuevo se dejó caer en la cama con María encima de ella mirando al techo, ésta sólo se dejaba llevar.

Las manos de gruesos dedos de Gaby empezaron a moverse sobre su cuerpo, apretándolo, sobándolo, pasando sobre su ombligo en el cual se detenía un momento para empujarlo suavemente hacia adentro, sus manos iban y venían de su ombligo a sus tetas, las cuales eran manipuladas con apretones firmes, cabían completas en sus manos. María tenía sus manos en las de ella, siguiendo sus movimientos, los cuales recibía con gusto. Una de las manos fue bajada de nuevo hacia el ombligo, y cuando hizo el proceso, en lugar de volver a su trabajo de tetas, tomó la vía contraria.

-Con cuidado, por favor- suplicó María.

-Shhh, tú sólo disfruta-

Giró hacia su derecha haciendo que las dos quedaran acostadas de lado, una mano pasaba bajo su cuerpo y apretaba un seno, y la otra iba abriéndose paso entre sus piernas hasta llegar a su tesoro.

-Ok María, vas a sentir lo que es acabar mamita-

Con movimientos suaves comenzó a tocar sus labios mayores, de bajo hacia arriba, muy lento, cambiando los movimientos con giros en círculos, su mano derecha mantenía su teta agarrada, apretando el pezón entre el pulgar y el índice.

Cuando sintió que María ya estuvo lista, detuvo el movimiento circular y ahora la mano hacía un movimiento descendente y ascendente, con el dedo medio haciendo cierta presión entre su raja, María sólo se dejaba llevar por las sensaciones, esa mano que sentía como un pequeño animal de placer. Llegó el momento de la verdad, frente a ellas el espejo era como una pantalla donde María veía todo, su cuerpo desnudo, las manos sobre él, era como ver su propia película porno. Clavó la vista en el reflejo de su vagina en el espejo cuando sintió algo separando sus labios mayores, y vió dos dedos halando el capuchón de piel hacia atrás hasta que su pequeño clítoris salió.

-Ahí estás chiquitín- dijo Gaby al ver el pequeño capullito brillante color marrón oscuro.

-Lo tienes bonito Mary- dijo dándole pequeños toques y empujones como queriendo hundírselo de nuevo.

-Ahhh, AHHH- gimió María.

-Shhhh, aguanta que aquí vamos negrita-

Con movimientos suaves empezó a estimularlo, pasando su dedo índice sobre él, Cada roce hacía que María diera un pequeño brinco. Gabrielle siguió sobándoselo hasta que  sintió que se puso más duro.

¿Quieres una terapia gratis? – dijo ella con cierta lascivia – te voy a mostrar una de tantas maneras de gozar.

Se levantó y acostó a María de forma que sus nalgas quedaron apoyadas en el borde de la cama, arrodillándose entre ellas, y con su mano izquierda separó sus labios vaginales, ya brillantes por los fluidos. Con su mano derecha recogió un poco de flujo pasándola de abajo hacia arriba, y cuando lo sintió suavecito, empezó a estimular su clítoris otra vez.

-Ahhh, Gaby, Ahhh- dijo María.

-Tú solo disfruta, siente tu clítoris estremecerse-

Comenzó a e subir la velocidad de las caricias, María se agarró las tetas y miró hacia abajo. La pelirroja movía sus manos con rapidez en movimientos cortitos y precisos sobre su botoncito, haciendo que ella comenzara a ove sus caderas involuntariamente. Apoyando los pies en la cama las puso en forma de V. Comenzó a gemir con más fuerza, mientras Gaby seguía en lo suyo, ésta se fijó que el clítoris ya había alcanzado su tamaño máximo, por lo que soltando su vulva, en un rápido movimiento se metió de cara en su cuca.

-¡Gabrielle!, ¡Coño!, ay…- gimoteó.

Con una pericia impresionante, la lengua y los labios de Gaby se apoderaron de su clítoris, el cual era lamido, besado, chupado, y halado con suavidad-. Dos minutos de sexo oral fueron suficientes. Tanta fue la excitación que pronto María comenzó a gemir y a moverse con más violencia en la boca de Gaby que la estimulaba sin parar. María empezó a sentir pequeños espasmos y un cosquilleo que acalambró sus muslos.

Se estaba corriendo. Sus gestos lo indicaban. Gaby se separó de ella mientras la estimulaba con los dedos el clítoris para hacerla disfrutar un poco más mientras pasaban los estertores del orgasmo. Cuando dejó de tiritar, la dejó y usando las sábanas para limpiarse los labios y manos de los flujos  de María, le dijo guiñándole un ojo:

Ése, María, es el orgasmo clitoriano – y añadiendo por lo bajo dijo para sí misma – cómo lo envidio.

-Ay, que rico…- respondió ella  por inercia. Intentando recuperar el pulso normal.

-Gabrielle, fue demasiado rico, me gustó, me gustó mucho – decía acelerada.

-¿sí? Gracias. Duerme un rato más , voy a salir a hacer unas cosas, si necesitas algo llámame y vendré-

Gabrielle salió y cerró la puerta del cuarto.

[…]

En un pequeño restaurant, Yonatan bebía su tercera “Solera azul” con la vista fija en los monitores que mostraban una película cualquiera. Pero en realidad su mirada no estaba en ellos.

Sentado en la barra pensaba en el problema que ahora se le podría venir encima, no podía creer todo lo que había pasado en tan poco tiempo. Llegar a conocer una chica, intercambiar un par de mensajes y terminar llevándosela prácticamente sin su consentimiento, no era algo que estuviera en sus planes. Sin, embargo no podía dejar de pensar en María, el cómo la encontró de casualidad y el resultado de todo el embrollo armado sólo por no verse descubierto. Pero estaba seguro, era demasiado parecida a “ella”.

Tenía muchas cosas en qué pensar. Lo primero, saber qué cosa iba a decirle a María para que no hablara. Lo segundo, cómo iban a hacer para que no intentara huir. Tercero, cuadrar con el tipo para reponer el “último recurso” gastado en María y su “emergencia”.

Rondaban esas ideas en su cabeza cuando sonó su celular.

-¿Aló?-

-¡Épale Johnny, qué paso brother?-

-¿Coooño papi al fin me pegas un ring chamo? Háblame, ¿cómo está la vaina?-

-Ahí vamos Johnny, poco a poco pero mira este… dime, ¿no te ha llegado chamba nueva por ahí?

-No viejo, nada aún. Creo que voy a tener que parar por un tiempo los servicios-

-¿Y esa vaina?-

-No nada serio, un inconveniente que tengo ahorita que me estorba, y me va a tener ocupado-

-Bueno ojala resuelvas bien. Mientras tanto te digo que mandé a hacerle servicio al carro ¿oíste?-

-Dale Humberto, mientras tanto síguelo taxeando-

-Fino pues. Otra cosa te quería preguntar… ¿cómo está Gabi?-

-Normal, le va bien y está cuidada, no te preocupes. Además, con todo y cambio sigue teniendo fuerza que jode’- dijo riéndose.

-Bueno dale pues Yonatan, me avisas cualquier cosa-

-Chao viejo-

Colgó la llamada y suspiró. La conversación llegó en el momento oportuno, le hizo bien sacándole un poco de presión. Al instante llegó un mensaje de Gabi diciéndole que ya podía volver, así que aprovechó que estaba en el restaurant y recordando el apetito voraz de María, decidió aprovechar esa debilidad para pedirle perdón. Un buen pollo a la brasa, con su buena ración de yuca, hallaquitas y arepas valen más que un ramo de flores envueltas en periódico. Pidió el más grande que había en el gira-asador  y salió de vuelta.

Mientras tanto en casa de Yonatan, María se hallaba dormitando en la cama donde estuvo con Gaby hace unas horas. Aún no hallaba la forma de procesar todo lo vivido, pero al mismo tiempo le importaba una mierda. No podía negar que en esos dos días había experimentado unos placeres totalmente desconocidos, pero también sentía que con Yonatan llegaban cosas malas también. -“Traerme hasta acá, escondida y quien sabe en qué forma, para despertarme totalmente perdida… ¡qué coño! Además, eso que dijo del (último recurso)…

Curiosa se levantó envolviéndose en la sábana, a registrar el cuarto. El enorme ventanal, la puerta del baño, muebles, gavetas, clóset, un pequeño escritorio con una PC…un cuarto más o menos normal cuya única diferencia eran la calidad de las cosas. Aparte del enorme TV de más de 50 pulgadas, el acabado de madera de ébano de todo el moblaje, con una cama matrimonial enorme mas las batas y pijamas que había arrumada por ahí, dejaba claro que al menos Yonatan tenía razón en algo: No le iba tan “mal”.

Lo primero que hizo fue asomarse de nuevo por la ventana. Se dio cuenta que estaba en una especie de edificio privado, muy pequeño, apenas tres apartamentos en lo alto de una colina, cercado con un portón eléctrico negro, pero sin vigilancia. El conjunto en sí parecía un edificio acostado, tres casas de dos pisos una al lado de la otra con un pequeño estacionamiento techado, en el cual pudo observar un BMW y dos motocicletas de alta cilindrada. Fijándose en la calle veía las otras casas más abajo, dentro de enormes paredes perimetrales. Enormes town house  con portones eléctricos, piscinas, patios, mascotas como perros cuyo tamaño y musculatura daban terror, en fin una zona muy privilegiada. Hacia la izquierda del ventanal, como a 100 metros, podía observarse una especie de autopista y una fila de torres con un cable en que bajaban y subían unas pequeñas cajitas blancas con personas dentro.

-¿Hermosa vista no?- escuchó una voz detrás de ella.

-Ay coño, chica, me asustaste vale – le dijo a Gabrielle.

-Jejeje, el que no la debe no la teme. ¿Qué estabas haciendo?-

-Nada, viendo donde carajo me trajeron-

-Es una de las zonas más bellas de Caracas, esa autopista que ves es la Cota Mil y esas cabinitas blancas son las del teleférico, ¿quieres café? – le ofreció una taza.

  • ¿Negro o con leche? –

-Eso picarona, leche del negro-

  • Ay guácala, jajaja. No vale en serio, a mi me gusta es el café negro-

“Café negro” - pensó Gabrielle - “también toma el café negro”.

Se acercó con una bandejita que tenía la jarra cafetera y un juego de tazas un potecito de azúcar. Colocándola en el marco de la ventana comenzó a servir el café mientras trataba de conversar con ella.

-Bueno pequeña María, háblame de ti. ¿A qué te dedicas?-

-Trabajo en un hotel en Maracay-

Y ahí conociste a Yonatan - dijo dándole la taza - ten, échale azúcar como te guste.

-Gracias- Al hacerlo Gabi se fijó en la forma de servirse de María “se echa tres cucharaditas de azúcar, un meneo con el mango de la cuchara y luego una cucharadita más sin remover”. Peló los ojos cuando la vió hacerlo.

-Este, ¿de qué trabajas?-

-En la taquilla-

-¿Y cómo carrizo terminaste enredada con el cabrón de Johnny?-

-El muy puto llegó a quedarse y me llamó la atención su “echadera” y quise jugarle una broma, pero no salió muy bien, y terminé como me ves ahora-

-¿Pero no te gustó nada de lo que te ha pasado?-

-Cómo me preguntas eso ahora, es muy pronto-

-Fácil. De la misma forma en que  me sedujiste sin pena, sin pena puedes responderme-

-No es tan fácil, tal vez el hecho de estar excitada me hizo reaccionar así, pero igualmente no me sentía yo, como si algo me controlara-

Esto último prendió las alarmas en Gabi, recordó lo que le dijo Yonatan de que había usado el último recurso en ella, este “recurso” era una droga oculta en una pastilla oculta en el traje/dildo con la cual Yonatan dormía a algún cliente si sentía que estaba en peligro, para poder salir huyendo del lugar.

-Bueno ya eso no importa, dime qué te parece la ciudad-

-Rara, tal vez porque de donde vengo no hay tantos edificios así de altos, y no hace frío como aquí-

-Es lo normal, yo también he visitado Maracay-

-¿En serio?-

-Sí. Estuve en un lugar llamado Las Delicias, muy bonito, haciendo un trabajo…charla, una charla de educación sexual en el hotel Pipo-

-¿Y a ti qué te pareció mi ciudad, ah?-

-Bella, en realidad se veía más calmada y con un ritmo de vida más lento, aunque sí hacía un calor del de…mo…nio – acababa de ver a María echarle una cucharadita más de azúcar a lo último de café que le quedaba en su taza, y luego beberla de un trago.

-Umm, dulcito- dijo María.

Gabrielle se levantó inmediatamente.

-Ya vengo- dijo seria.

-¿Qué te pasa Gabi, dije algo malo?-

-No nada, no es que creo deje… este la hornilla de la cocina prendida, ya vengo ya va- y salió a grandes zancadas.

-Cerró la puerta de nuevo y se recostó en ella agarrándose la cabeza con ambas manos.

“No puede ser” “¡no puede ser!”, “el café, sus frases, su parecido de rasgos, ¡y hasta el nombre! María… Marina. Marina, sólo una “N” me dice que ella no es. Yno debe ser, te lloramos, te quisimos, y te vimos morir en manos de aquel maldito desgraciado. ¡Dios mío! ¿qué es esto?”

Se abrió la puerta del departamento, apenas entrar Yonatan notó que algo no estaba bien.

-¿Hey, qué te pasa? ¿Por qué esa cara de miedo?-

-¡Yonatan! ¡Yonatan!. Es como ella, ahora sí la veo igual, dijo frases, la forma en que toma su café, su forma de desinhibirse de repente ¡es ella chamo!- dijo con lágrimas en los ojos.

-No Gabi, no lo es. Yo también creí eso, pero sé que no es. Tal vez sean demasiadas coincidencias, pero definitivamente no es ella. Recuerda, la vimos irse, la lloramos incluso, y ten por seguro que Humberto nos lo hubiera dicho-

-No lo sé Yonatan, todo esto es una locura-

-No. Tal vez será el karma del destino, que nos castiga con recuerdos. Pero no es Marina. Ten, toma esto, ve y sírvelo que no hemos comido nada-

-Pero Yonatan vale…-

-Cállate Gabrielle, dejémoslo así por ahora. Ve y haz lo que te dije-

-Mejor hazlo tú, yo ya no me voy. Aquí me quedo carajo, no estaré quieta por lo menos hasta indagar un poco más del asunto, prepara tú las cosas yo voy mi casa a cambiarme y ahorita vengo -

-Dale pues, te aviso cuando esté listo-

Salió Gabrielle dando un portazo.

Yonatan se dirigió a la cocina y dejó el combo del pollo en la encimera, pensó que podía aprovechar el momento para pedirle perdón a María, aunque pensándolo bien él no tenía culpa de nada, al menos antes de involucrarla de esa forma. Decidió ir a su cuarto a buscarla para pedirle ayuda con la comida.

“TOC TOC TOC”

-¿Quién es?-

-Soy Yonatan María, y sé que este es mi cuarto pero, ¿puedo pasar?-

Acostándose de nuevo y tapándose le dijo que entrara.

-¿Qué quieres Yonatan?-

-Quise pedirte perdón, Traje comida que no hemos comido nada, tú tampoco, y quería que me ayudaras un poco a armar la mesa-

-¿Y Gabi?-

-Salió un momento a su casa a cambiarse, viene dentro de un rato – dijo mientras rebuscaba de nuevo en su clóset un poco de ropa.

-Tranquila, ya es muy tarde. Yo mismo te llevaré de vuelta a tu casa, por ahora sólo recupérate, y toma, voy a estarte esperando afuera si quieres salir, sino, bueno te entiendo que no quieras asomarte por mí-

-¿Pero cómo es eso que va y viene?, ¿dónde vive?-

-Al lado, es una vecina mía. Anda, vístete y te espero en la cocina-

Mientras Yonatan estaba sacando las cosas, apareció María ya vestida con una de las pijamas de él, que no pudo evitar bromear.

-Nuca había visto una mujer con esa ropa, ¿te gusta?-

-¿Cómo  va a gustarme tonto? Es ropa de hombre, aunque no puedo negar que se siente muy cómoda y suavecita-

-Lo sé, además es muy relajante. Ven, ayúdame en esas gavetas de arriba saca unos vasos para que les pongas hielo-

Estuvieron un rato acomodando todo, llenado los vasos de cristal con hielo, el pollo servido generosamente en tres platos, y un poquito de pan que había en la casa.

Cuando estuvo todo listo, ya iban a la mesa pero Gabrielle aún no volvía.

-¿Gabi no iba a venir pues?-

-Debe estarse bañando la tonta. Es así, a veces tocas a su puerta y no sale por eso, ve y le tocas su puerta y si está abierta tranquila pasa y le avisas-

María salió a buscar a Gabi a su casa, estaba a la izquierda de la de Yonatan. Tocó la puerta para llamarla, pero ésta rodó suavemente con los golpes mostrando que como dijo Yonatan, estaba abierta. Entró y no vió a nadie.

-¿Gabrielle?- llamó, pero no contestó nadie.

“Gabi”, siguió llamando pero no había respuesta, subió las escaleras hacia el cuarto, entrando en él de una buena vez. Al contrario de lo que hubiera pensado, no había tantas cosas de mujer regadas como habría en un cuarto común de chica. Un perchero con chaquetas y tacones guindados, y un poco de maquillaje en la peinadora, que tenía pegadas calcomanías de los “Leones del Caracas” el equipo de béisbol de la capital.

De repente se abrió la puerta del baño de la habitación, saliendo Gabi con un paño enrollado en la cintura y dejando su par de enormes tetas en el aire, orgullosas.

María no pudo evitar sonrojarse con la sorpresa, pero Gabrielle se detuvo en seco tapándose como podía y dándose la vuelta.

-¿Qué coño haces en mi cuarto María? – Dijo asustada.

-Jejeje, venía a buscarte para decirte que ya está lista la comida, no esperé encontrarte desnuda. ¡Ja!, venganza.

-¿Venganza de qué?-

-de verme desnuda sin mi consentimiento, además no está completo. Tú me viste toda y me tocaste, ahora quiero venganza-

-No María, por favor salte no me gusta que me vean desnuda-

-¿Cuál es la pena señora terapeuta? Vamos apúrese y quítese ese paño, se viste y nos vamos que tengo hambre-

-No María frente a ti no-

-¿Por qué?-

-Es que me da pena-

  • Bah, cual pena mentirosa, es más ven acá quítate eso-

-No María por favor-

-Jejeje deja el miedo, suelta-

-María deja-

-No mamita mira te haré cariñitos-

-Espera… ¡noooo!-

El paño cayó al suelo, enredándose entre las piernas de Gabrielle haciéndola caer “de culo “ al suelo, apoyando sus manos detrás cayendo de piernas abiertas. La mirada depravada que quería poner María al ver desnuda a Gabi, cambio a una de espanto al fijarse en el lugar de su cuerpo donde en vez de la hermosa conchita rosada que debía tener semejante mujerón, había un incipiente pene flácido, con dos bolitas chicas y totalmente lampiño.

-María, por querer joderme, en ves de ver el pollo, ahora estás viendo es polla. Mi nombre es Gabrielle, antes Gabo, ahora Gabi, chismosa-

Continuará.

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Hola qué tal lectores, tremenda sorpresa en la historia. ¿Cómo reaccionará María?

Tenemos nuevos personajes que poco a poco saldrán a la luz.

¿Quién será la tal Marina?

No se pierdan el próximo capítulo de la historia.

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