El diario oscuro de Jack Faustus I
Jack Faustus es un joven que se ha hecho gótico recientemente y por ello comienza a salir con gente de su misma condición. Sin embargo, descubre un oscuro secreto mucho mayor de lo que se esperaba. Relato de prueba, puede no ser oficial.
Cuando uno no puede escribir una cosa porque le invade un sentimiento mayor que le hace escribir otra, es mejor que escriba lo que siente. De uno de esos ratos en los que he sido superado por mis sentimientos nace este relato.
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Diario de una adolescencia gay
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Un relato del Enterrador
El diario oscuro de Jack Faustus I: La oscuridad del colegio
Hace ya demasiado que todo dejó de tener sentido. Mañana mismo podría aparecer un puto pirado de un callejón oscuro para matarme. ¿Creéis que ésa es razón para vivir la vida como si cada día fuera el último? Decidme algo, ¿qué es lo que todos buscamos en la vida? La felicidad. Pues bien, ¿entonces qué haces si ya nada te hace feliz?
Cada puta película que veo por la tele, cada puta hamburguesa que me como, cada puta vez que salgo con mis amigos me saben a cenizas. No tenía razón para estar en esta mierda de mundo, pero claro, a mi vieja le hubiera dado algo si me hubiera encontrado colgado del techo de la habitación, así que tampoco me suicidaba. No me malinterpretéis, yo jamás me suicidaría, eso me parece de cobardes e idiotas, como los imbéciles de los emos, sin embargo, no lamentaré el día que muera, y tampoco creo que nadie más lo haga.
Por supuesto, esto no fue siempre así, aunque claro, contaros ahora la historia de por qué soy un puto amargado me da una pereza tremenda, así que ya os la contaré. El caso es que yo estaba amargado. Me había separado de mis amigos de siempre y ahora me reunía con un grupo de niños góticos que hacían la ouija en el antiguo cuartucho del conserje. Yo iba para mirar, más que nada, porque puede que fuera pesimista, pero yo no creía en esas chorradas del espiritismo.
Aquella vez pasó algo que recordaría muy bien durante el resto de mi vida. Dijeron que iban a hacer una sesión de ouija especial para invocar a Lucifer, de modo que decidí ir. No quería perderme cómo esos payasos movían el vaso y gritaban: “Oh, demonio, por favor, dame un polla más larga” o “por favor, Satán, dame unas tetas como sacos de boxeo” y cosas de ese estilo.
Al entrar vi que todos estaban encapuchados como era habitual en esas fiestas. Yo llevaba mi ropa de siempre, y como siempre, me regañaron por ir así, pero pasé de ellos. La anfitriona de la velada, Eva Apple, me ofreció un cigarrillo y me dijo que me sentara en el suelo formando un círculo con los demás. Le agradecí su gesto y me encendí el pitillo mientras me posicionaba. Cuando ya estábamos todos, Eva se levantó y se colocó en el centro.
-Hoy, mis diabólicos compañeros-alzó los brazos-, invocaremos al maligno.
Todos aplaudieron eufóricos ante tal anuncio, menos yo, que estaba pensando en quién ganaría en una pelea, Frankenstein o Drácula. Frankenstein es un monstruo bruto y horrible, pero Drácula es inteligente y sofisticado. Finalmente llegué a la conclusión de que ganaría Drácula clarísimamente. Le seduciría y tras unas copas de champán y una noche de sexo, le dejaría seco (chupándole la sangre, no penséis mal).
-¿Tenemos todos los ingredientes?-preguntó Eva.
-No te olvides del ajo, a ver si en vez de Lucifer nos viene Drácula-se rió uno.
Gilipollas…
Nadie se rió a su comentario y quedó como lo que era, un anormal.
-Nos falta sólo traer el ingrediente más importante, mi señora-le dijo uno de los encapuchados.
-Excelente. Traedlo.
Conociendo a los cutres éstos habrían comprado un pavo de esos de supermercado que viene congelado y le habrían puesto un poco de ketchup para que pareciese sangre. Si es que parece que lo estaba viendo. Cuán equivocado estaba, nunca me imaginé lo que aparecería por esa puerta.
Cuando salieron varios, la sala se quedó en silencio. Sólo las velas iluminaban la habitación, dando un aura oscura y tétrica a la estancia. Entonces un chaval abrió la puerta y nos miró sorprendido.
-Cogedlo-ordenó.
Entre los que lo habían traído, que estaban tras la puerta, y los que estaban dentro, apresaron al chico, lo desnudaron y le pusieron unas cadenas en las manos. Yo estaba alucinando, no podía creerlo. El chico comenzó a llorar y a gritar desesperado, por lo tanto, le taparon la boca con un esparadrapo.
-¿Qué estáis haciendo?-les miré severamente dándole una calada a mi cigarrillo.
-¿No es obvio?-sonrió sádicamente Eva-. Para invocar a Satán hay que sacrificar una virgen.
-Dos cosas-aclaré levantándome-. La primera es que él no es “una”, sino “un” virgen, y la segunda, ¿estáis pirados o qué?
-Jack, si te niegas correrás el mismo destino que este cordero descarriado.
Le miré desafiante, pero finalmente volví a sentarme en el suelo para seguir fumando.
-Excelente-amplió su sonrisa.
Dio un par de pasos y se acercó al niño, que le miraba con miedo y con lágrimas en los ojos.
-Pobre criaturilla-le agarró de la barbilla-, vas a ser ensuciado antes de ser entregado a Satán.
El niño abrió los ojos súbitamente y Eva anunció:
-Metedle mano.
Me quedé sentado observando ese espectáculo, pues no había nada que yo pudiera hacer. Decenas de manos indiscretas comenzaron a salir de las togas y a tocar al joven por todo su cuerpo. El pobre muchacho no podía gritar, no obstante, sus gritos ahogados por el esparadrapo podían ser escuchados por toda la sala.
Enseguida me percaté de que todos los presentes excepto Eva eran hombres, por lo que supuse que el pobre chico sería brutalmente violado ante mis ojos.
Algunos de los encapuchados se agacharon y empezaron a lamer el cuerpo del joven sufriente. Eva permanecía al margen mirando sentada en el suelo, como yo.
-Para que Lucifer te acepte en su regazo tienes que volverte pérfido, lujurioso y asqueroso. Tienes que estar mancillado-susurró uno de los chicos en su oreja.
-Ahora te vamos a sacar el esparadrapo para que nos chupes la polla-le susurró otro en el oído contrario-. Si se te ocurre hacer una tontería como por ejemplo morder-sacó una daga y la acercó a su cuello sonriendo-, vas a acabar muy mal.
El secuestrado asintió nervioso y le sacaron la mordaza. Entonces mientras uno le lamía el cuello el otro le susurraba.
-No tengas miedo, sólo déjate llevar. Ya verás como lo acabas disfrutando.
Dicho esto, le mordió el cuello y acarició al chico en la mejilla mientras éste temblaba como un flan. Los encapuchados que habían quedado marginados por la falta de espacio para sobar al virgen se habían puesto de pie y habían empezado a pajearse.
-¿Tú no te pajeas, Jack?-me dirigió una mirada Eva.
-No me gusta hacerlo delante de la gente-espeté.
-Es una pena, seguro que ver tu polla habría sido una delicia.
Era evidente que esa perra montaba toda la historia de los rituales y tal para deleitarse viendo cómo jóvenes puros e inocentes eran violados.
-¿Sabes? Es muy fácil engañar a estos críos, solamente tienes que decirles que un profesor les llama y vienen ellos solos. Qué enternecedor…
Era un puta sádica.
Ante mis ojos uno de los que estaba de pie se acercó al chico y le puso su polla delante de la boca. El muchacho le miró con miedo y expresión suplicante, pero no hubo piedad, entre varios le metieron los dedos en la boca y se la abrieron a la fuerza para que su amigo pudiera meter la polla. No estoy orgulloso, pero mi polla dio un salto dentro de mi pantalón ante semejante escena.
Todo el mundo sabe que los gemidos siempre levantan pollas y calientan coños, así que no podía evitar ponerme duro ante los gemidos de los encapuchados pajilleros y los sollozos ahogados por la polla, que soltaba el pobre muchacho.
Eva miró mi pantalón y sonrió con picardía.
-Si quieres te puedo ayudar con eso-señaló mi polla.
La atrevesé con la mirada y se rió. En ese momento el encapuchado empezó a follarle la boca al chico. Sus lágrimas cada vez eran más abundantes, por la humillación, por la impotencia y porque le estaban dando unas tremendas arcadas debido al pedazo de pollón que se gastaba el otro tío.
-Qué bien la chupas, chaval. Es una pena que te vayamos a matar-resopló el viola-bocas encapuchado.
No podía responder, porque entre que le estaba reventando la garganta a pollazos y que los otros le estaban abriendo la boca con los dedos, no podía articular palabra.
-Venga, tú ya has tenido mucha boquita-anunció Eva-. ¡Siguiente!
Al parecer se iban a ir turnando en esa especie de orgía satánica y con tendencias sadomasoquistas. Éste también se puso a follarle la boca, pero como el muy gilipollas lo hizo muy rápido y se emocionó, se corrió en apenas tres minutos en las fauces del dominado, que no tuvo otro remedio que tragar ante las órdenes de los encapuchados.
-Comprobemos si ya está lo suficientemente dócil-ordenó Eva de nuevo-. Quitadle los dedos de la boca.
Al hacerlo, el muchacho comenzó a toser y varios restos de esperma salieron de su boca. Eva echó a andar hacia él y todos sus súbditos se alejaron aún pajeándose. De nuevo le agarró de la barbilla y le miró a los ojos articulando una sonrisa con el ceño fruncido. El chaval le miraba con una mezcla de rabia y desesperación, llorando a más no poder.
-Ahora te vas a portar como la puta que eres y vas a lamerles las pollas como si fueran tu única fuente de alimento, ¿está claro?
El joven le echó dos cojones y escupió a Eva en la cara. Inmediatamente, el encapuchado que llevaba una daga se lanzó sobre él y la colocó en su pecho, exactamente donde estaba su corazón.
-No tiene importancia, caninus-sentenció Eva lamiendo la saliva del muchacho-. Mientras os la chupa id abriéndolo.
Eva se apartó y se sentó de nuevo en el suelo cerca de donde yo estaba. Justo cuando se hubo alejado, los encapuchados se abalanzaron sobre el chico y al mismo tiempo que unos le alzaban las piernas hacia el techo, otros se colocaron cerca de su cabeza y pusieron su polla a disposición de él. El resto que quedaba marginado, como siempre, paja.
-Ahora chúpamela, sucia perra lame-nabos.
Obedeció sin rechistar, porque por lo visto temía más a los encapuchados que a la propia jefa, y tras sacar la lengua comenzó a jugar con el tronco de la polla de ese tío que le había insultado.
Mi polla no paraba de dar brincos, me estaba pidiendo desesperadamente que me pajeara, pero no, aquello era asqueroso y no debía disfrutar de ello. Sin embargo, no podía apartar la mirada.
-¿Tenemos lubricante, Blake?
-¿Qué lubricante, Edgar?-sonrió metiéndole el dedo por el culo al chico forzando su entrada.
Dejó de lamer y emitió un grito de dolor que enfureció al que le estaba dando polla, de modo que le arreó una hostia en toda la cara y le agarró del cuello con la mano.
-Como vuelvas a hacer un solo puto ruido más, no sales vivo de aquí, cervatillo.
Era irónico, porque no iba a salir vivo de ahí de todas formas, pero se ve que no se lo pensaron muy bien. Derramar la sangre de aquel chico era el mayor de los pecados, un chico tan puro y con tanta ilusión de vivir… Vale que vivía una mentira porque la vida era una mierda y todo daba más bien igual, pero él no estaba contaminado como nosotros, no estaba contaminado por la verdad.
-Edgar, ¿le añado ya otro dedo?
-Espera un poco, aún es pronto. Primero…
Antes de que pudieran terminar, un tercer encapuchado los apartó a ambos y metió su polla en el agujero del chico sin ninguna piedad. Miré la expresión del chico dominado y pude ver exactamente el momento en el que se rompía, y no me refiero solamente a la barbarie anal.
-¡¿Qué haces, Goethe?! ¡Lo vas a destrozar!
-¡No puedo esperar más!-gritó empezando a embestirle.
-¿No te parece divertido, Jack?-empezó Eva-. Poder observar algo así es tan… tan…
-Repulsivo-respondí.
-Bello-terminó-. En circunstancias como estas puedes ver la naturaleza humana. Míralos, todos restregándose y gimiendo como bestias que devoran una presa. Están encantados, querido. Están disfrutando. Así son los humanos.
-Y desgraciadamente tú la primera-la miré desafiante de nuevo.
-Así es, Jack. ¡Soy humana! ¡Jajajajaja!
El chico ya no lloraba, simplemente tenía la mirada perdida y hacía todo lo que le ordenaban sin rechistar. Se tragó todas las pollas de esos chavales y les dio todo el placer que quisieron. Restregó su lengua por todos y cada uno de los capullos de esos hijos de puta. Además, recibió en su interior, uno por uno, a los encapuchados.
-¡Joder, joder, joder! ¡Qué culito tiene, Dios! ¡Está todo apretadito y da un calor…!
-Venga, quita, que me toca a mí-espetó el siguiente apartando al anterior y metiendo su polla-. Joder, no me tenía que haber hecho esa paja tan larga. Ahora me voy a correr enseguiiiiiiiii…. Me corrí.
Mientras Blake le estaba llenando las entrañas de polla, Eva volvió a acercarse al joven y colocando su cara muy cerca de la suya le dijo:
-Tienes lo que te mereces, puta.
-¿Qué es lo que ha hecho?-pregunté.
-Existir. ¿Te parece poco? Ése es el mayor pecado que puede cometer el ser humano.
-¡Aaaaaaagh!-se corrió el último, Blake-. Ya está, jefa.
-Excelente, preparad el altar-sonrió.
Me echó una mirada desafiante, a la que no pude responder, porque he de reconocerlo, yo era un mierda. No tenía nada que hacer contra ellos y encima me había puesto cachondo con todo eso. Yo era tan despreciable como ellos.
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-Si deus me relinquit, ego deum relinquo (Si Dios me ha abandonado, yo lo abandono también)-comenzó Eva.
-Sed, qui me defendet...? (Pero, ¿quién me defenderá…?)-corearon sus súbditos.
-Ab me terribilissimo: ipse? (¿Del más terrible: yo mismo?)-terminó ella.
Sólo una manta cubría el cuerpo desnudo de este muchacho, que miraba fijamente al techo sin percatarse de nada más. Estaba sobre una mesa en mitad de la sala y justo delante de él estaba Eva con un cáliz y una daga.
-Ahora, nuestro señor Lucifer, te ofrecemos el cadáver de este niño para ti-alzó la daga.
No quería mirar, pero mi vista permanecía estática en ese punto. Entonces lo vi, apartó la manta arrojándola al suelo, le abrió el pecho de una tajada y el chico gritó con todas sus fuerzas. Después, cuando la sangre comenzó a brotar, acercó el cáliz y lo llenó con la misma. El chico murió inmediatamente debido al shock doloroso.
Vertió el cáliz en el suelo dibujando una estrella apta para invocar demonios. Después exclamó:
-Tate Cerinea, edad desconocida. Hijo de Peter y Cassandra Cerinea y hermano de Curtis Cerinea. Fecha de la muerte-miró su reloj-, ¡ni puta idea porque hoy me he traído el reloj de mi hermana y no lo entiendo una mierda! ¡AHORA, MANIFIÉSTATE!
Se hizo el silencio.
-Ahí va, pues no ha venido-indicó Eva.
-¿Eh? Vaya chasco-suspiró Caninus.
-Tanto esfuerzo para nada.
Acababa de morir una persona ante nuestros ojos y ellos parecían tan campantes. Es más, les interesaba más el hecho de que no apareciera el diablo. ¡Malditos hijos de la gran puta! ¡Lo habían matado para nada!
-Lo intentaremos otro día con otra virgen-bostezó Eva.
-Ya es la tercera vez este mes y seguimos sin nada…
Fueron todos hacia la puerta y los miré asustado.
-¡¿A dónde coño vais!? ¡Hay un puto cadáver ensangrentado ahí! ¡Vamos a ir todos a la cárcel!
-Bah, el padre de Goethe es funcionario, tiene un amigo juez, así que él nos lo soluciona. Ahora vámonos, que llegamos tarde a clase.
Todos salieron de ahí y me dejaron solo. Hacía muchos años que no lo hacía, pero comencé a llorar, lloraba amargamente por la crueldad de la que había sido testigo y por el pobre chaval muerto. Entonces no sé qué me pasó, mi mente se puso en blanco y un espíritu maligno se apoderó de mí. Saqué mi polla del pantalón y empecé a cascármela.
No me anduve con preámbulos y con caricias, me puse a pajearme frenéticamente porque quería correrme rápido. Con las dos manos me puse a subir y bajar por el tronco de mi polla mientras gemía sin parar. Miraba a la nada, ni siquiera sabía dónde estaba o quién era, sólo sabía que quería correrme.
Me vinieron los primeros cosquilleos propios de que estaba cogiendo ritmo, así que aceleré las embestidas y el placer fue aumentando gradualmente. Mis gemidos se aceleraban y mi corazón iba a mil por hora. El roce de mi glande con el prepucio me estaba volviendo loco, así que subía hasta la punta el prepucio y lo volvía a bajar entero para proporcionarme más placer.
De repente, noté como el tronco de mi pene se calentaba y mi pelvis comenzó a erguirse, señales inequívocas de que me iba a correr enseguida. Mis gemidos debían de llegar al cielo, pero ya nada me importaba, sólo me importaba el gustazo que me estaba dando. Sin poder evitarlo, 3 trallazos salieron disparados al suelo. Resoplé y volví a bajar un par de veces el prepucio para que todo terminara de salir, pero entonces caí en la cuenta de algo: estaba arrodillado en el suelo sobre la sangre de Tate.
Mis manos estaban llenas de su sangre, que me había servido como lubricante, y su cadáver permanecía en la mesa tumbado y con expresión de miedo. Miré a mi lado y pude ver las tripas de Tate sobre su sangre, cosa que casi me hace vomitar. Me levanté y miré el cadáver, que permanecía con los ojos abiertos. Me acerqué y le cerré los ojos.
-Descansa en paz, Tate. Porque tú sí que puedes-sonreí triste.
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Pretendía escribir un episodio profundo y lleno de reflexiones góticas y al final me ha salido un relato calenturiento de mi estilo xD Cuando el corazón quiere algo, lo quiere, y yo no he podido evitarlo. Sé que esto se sale un poco de la temática del relato, pero bueno, a quien no le gusté que no se lea los relatos de Jack Faustus y ya está, de todas formas no creo que influya mucho en otras tramas.
He publicado este relato en todorelatos primero porque quisiera consultaros una duda. Veréis, es evidente que este relato es diferente al resto de los que forman parte de “una adolescencia gay!, así que, ¿qué me recomendáis? ¿Que se quede como un relato aparte? ¿Que forme parte de la historia? ¿Que sea sólo un sueño de alguien muy enfermo xD? No sé qué hacer y me gustaría conocer vuestra opinión.
Si no queréis comentar, podéis darle a valorar: en caso de que deba añadir este relato a las historias de una adolescencia gay, dadle a “excelente”, si creéis que debo dejarlo aparte, dadle a “bueno” y si creéis que debo dejar de escribir sobre este diario dadle a “terrible”.
Muchas gracias por leer.
OS SALUDA
EL ENTERRADOR