El diario del desprecio de Peter Wright 1
Ahora que Peter está finalmente libre del yugo que Rick representaba para él, por fin puede volver a su vida normal e intentar conseguir algo con Brent. ¿Lo conseguirá? No se lo pierdan.
Creo que yo también me he hecho fan de este pareja, y por tanto, no he podido aún volver a hacer un capítulo de Marcos como tenía planeado. En su lugar, he preferido indagar un poco en la psique de Peter, lo cual siempre es entretenido. Ya os anuncio que voy a hacer 3 capítulos de Peter antes de volver a cambiar de pareja, eso sí, no os puedo asegurar si habrá algún extra (que probablemente lo haya, porque tengo muchas ganas de escribir sobre estos dos). Disfrutad de la perspectiva de Peter.
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Diario de una adolescencia gay
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Un relato del Enterrador
El diario del desprecio de Peter Wright 1: Desprecio declararme
Me repatea. Me repatea enormemente esta estúpida dolencia que sufro constantemente, esta maldita opresión en el pecho que siento cada vez que pienso en que estoy solo en el mundo. Yo sólo necesito una cosa en este mundo, y esa cosa es que Brent sea mío. Él fue el único que me animó con lo de mis padres y que me trató tan bien, así que quiero que esté conmigo para siempre. Todo eso suena idílico, aunque espero que no roce lo utópico.
Sin embargo, una piedra se ha interpuesto en mi camino, una vulgar y común piedra que no hace más que molestar. Puede que me sienta solo, pero no pienso dejarme caer en sus redes. Si lo hiciera, sé que sólo sería una relación física, y yo no quiero eso, yo quiero a alguien que me abrace por las noches y me sonría por las mañanas, quiero a alguien que sea mi todo y que me quiera. Debido a eso, no pienso salir con Rick Jones. Ese tipo es un diente de león, sólo quiere que le saques lo que le tienes que sacar y después se va volando.
Al menos me había prometido que ya no me iba a dar problemas, de modo que ya podía quedarme tranquilo para usar todos mis esfuerzos en confesarme de una maldita vez a Brent. Lo único que me fastidiaba es que tenía que ver su cara una última vez para devolverle su maloliente chaqueta. Y no la llamo maloliente porque la haya olido, sino porque lo sé y ya está.
Bah, decidí llevarme la mochila en la chaqueta y cuando lo viera se la daría, sin más complicaciones. Como siempre, me levanté temprano y fui a llamar a Justin. Abrí la puerta de su cuarto y le vi con una pierna dentro de la sábana y otra fuera. Estaba con la boca abierta y abrazado a su gato de peluche. La verdad es que me dio mucha ternura verlo así, pero claro, eso no me iba a impedir ser un buen hermano mayor.
-¡Despierta, gandul!-tiré de la sábana haciendo que se cayese al suelo.
-¡Aaaaaah!-gritó.
-Date prisa, que llevamos tarde-dije yendo hacia la puerta para salir del cuarto.
-¡Eres un tonto! ¡Te odio!-me gritó mientras yo bajaba las escaleras al salón.
Nos tomamos el desayuno y fuimos juntos al instituto como todos los días. Al llegar, nos despedimos y cada uno fue por su lado. Vi que llevaba una cara de sueño increíble, pero esperaba que no se le ocurriera saltarse las clases para dormir o algo así.
Cuando llegué a mi clase vi que no había nadie, de modo que me senté y me puse a leer mientras llegaban. El otro día no había podido leer “El guardián entre el centeno” y aproveché la clase para hacerlo. Teníamos literatura a primera, así que podría aprovechar para decirle a Brent lo que pensaba del libro, el cual, por cierto, él me había recomendado. La gente fue llegando y empezaron a armar jaleo, por lo que tuve que dejar el libro, ya que así no me iba a poder concentrar.
Finalmente apareció Penélope y se sentó a mi lado suspirando.
-Qué mal llevo lo de madrugar…
-Qué quejicas sois todos-me burlé-. Ni que fuera tan difícil.
-Definitivamente eres de otro planeta.
Penélope era mi mejor amiga desde siempre. Era la chica más dulce e inocente que jamás había conocido y siempre era buena conmigo. Nos lo contamos todo, no hay secretos entre nosotros.
-¿Qué tal tu cita con Jones?-emitió una risita.
-¿Cita?-alcé una ceja-. Eso era más bien una encerrona.
-Eso te pasa por ponerte cariñoso con Brent.
-¡No puedo evitarlo! ¡Estoy enamorado, ¿vale?!
-Claro, Romeo, claro-se rió.
-No hables de Romeo, cobarde, que aún no te he perdonado por abandonarnos-bufé.
-Lo siento-se disculpó triste.
-Bah, no pasa nada. Y respecto a la… ejem... reunión… pues fue bien. De hecho fue tan bien que ya no volverá a molestarme.
-¡Ay, Dios! ¡¿Le has matado?!
-No hubiera sido mala idea, pero he preferido encerrarlo en un zulo, que es mucho más humano.
Se echó a reír y entonces Jones apareció en la puerta. Alcé la vista, pero mi mirada no se pudo encontrar con la suya porque estaba mirando al suelo como deprimido. Si pensaba que con ese cuento me iba a conquistar, ¡iba listo!
Penélope me observó durante unos segundos, mientras yo miraba cómo Jones se desplazaba hasta su asiento y se sentaba solo.
-¿Qué le dijiste? Conociéndote, serías un borde con él, ¿no?
-¿Acaso no es conocida en el mundo entero mi simpatía natural?
-Sí, el otro día fui a un bazar chino y nos pasamos tres horas hablando de ti-sonrió.
-Le dije que él no significaba nada para mí. Luego él me dijo que no volvería a molestarme, así que ya está, todo se ha acabado.
Podría contarle lo que dije del teatro, pero mi propio orgullo jamás me lo hubiera permitido, de modo que esa parte la obvié. Se quedó mirando unos segundos hacia mí y luego hacia Jones y cuando iba a decir algo, la puerta de la clase se abrió y entraron Brent y David Ripley.
-No te preocupes, Ripley-sonrió Brent-, ¿vale?
Dios, su sonrisa era tan perfecta, tan sincera, tan dulce, tan… tan… tan todo. Se podía decir que todo en él era sinceridad, todo era sobriedad, todo era arte. Era el hombre ideal.
-Gracias-respondió Ripley yendo a sentarse.
Penélope se calló en ese momento porque sabía que yo iba a estar prestando atención a Brent y que por ello no la iba a escuchar. Sin embargo, no paró de mirarme durante toda la hora.
-Bien, hoy vamos a a hablar un poco de narrativa hispanoamericana-sentenció Brent.
-¡Ja!-interrumpió Marcos decidido-. ¡Seguro que ahora decís que fuisteis vosotros los que les influisteis con vuestra literatura, cuando fuimos clarísimamente los españoles!
-De hecho, Marcos-recalcó Brent-, ni los unos ni los otros. La literatura hispanoamericana está más bien influida por autores de la primera mitad del siglo XX, como por ejemplo Joyce o Kafka, que conmovió profundamente a Gabriel García Márquez.
-Ah...-respondió Marcos-. Lo siento, no me acordaba que eres tú y no Mandy quien da la clase.
Ese Marcos era un ignorante. ¿Cómo se atrevía a interrumpir la clase de mi Brent? Para lo único que serviría ése sería para ser el guía de un pobre ciego, bueno, ni para eso, porque acabaría vendiéndolo a algún otro hombre de dinero sólo por no oírlo.
Pasamos una clase muy agradable y al final todos nos levantamos para ir a al gimnasio a dar educación física. Vi que Jones se dirigía a la puerta y fui a llamarlo.
-¡Oye, Jo…!
-Peter, ¿tienes un momento?-me llamó Brent.
Miré a Jones, que ni se había dignado a mirarme. Será idiota… ¡Si tanto decía que me quería al menos podía mirarme al salir! Pues ahora se iba a quedar sin chaqueta un rato más, porque yo pensaba quedarme con Brent, ¡y me iba a confesar!
-Para ti siempre-sonreí.
Le dije a Penélope que le dijera al profesor de eduación física que iba a llegar tarde porque me quedaba hablando con Brent y entonces nos quedamos solos.
-Verás, quería comentarte que Jones se ha desapuntado del club de teatro y del club de poesía. No ha querido darme razón, sólo me ha dicho que no le apetecía. ¿Tú sabes por qué?
Vaya, ¿por qué tenía que nombrarme precisamente a ése?
-¿Por qué debería saberlo?-fruncí el ceño.
-No sé, últimamente te he visto muy apegado a él, y eso es raro en ti, que yo sepa sólo vas con Penélope.
Si iba con él era porque me hacía chantaje, no por gusto, obviamente. ¿Cómo iba a sentir apego por esos ojos marrones que se achinan cuando se ríe? ¿Cómo iba a sentir apego por ese pelo rebelde que siempre tiene de punta? ¿Cómo iba a sentir apego por ese increíble cuerpo delgado y pálido? ¿Cómo iba a sentir apego por…? Bah, creo que captáis la idea.
-Supongo que se habrá dado cuenta de que no tiene talento y lo habrá dejado-alegué.
-Primero tú dejas el club de teatro y ahora él se va de los dos, no sé por qué os ha dado por hacer eso-frunció el ceño.
-Eso ahora da igual. Hay algo que quiero decirte.
Vamos, es el momento. Ahora debo decirle lo que siento, lo que siempre he deseado. Debo decirle las tardes que he pasado llorando por mis padres en las que su imagen han sido lo único que me ha devuelto a la realidad; los días que he estado escribiendo poesía para él; las noches que he estado anhelando que su cuerpo abrazara el mío. Debo decirle que es lo único que me importa, lo único a lo que yo le importo.
Él estaba apoyado contra la mesa del profesor y yo me senté en una de las mesas para quedar frente a frente con él.
-¿Sabes? He pasado años enteros preguntándome por qué mis padres no me querían, por qué sus estúpidas carreras eran más importantes que sus propios hijos. Llegué a pensar que Justin y yo no éramos suficiente para ellos, y por ello intenté cambiar, decidí leer más, estudiar más, y ser menos niño, ¿pero sabes lo que hicieron ellos?-dije con una sonrisa triste.
-Ya sé lo que hicieron.
-En aquel entonces sólo pensaba en la forma de desaparecer. Ya que era un obstáculo, no merecía la pena que alguien que sólo entorpece las vidas de los demás viviera, y si no me maté fue por dos cosas, por ti y por mi hermano. Justin me necesitaba y merecía vivir, y tú, tú iluminaste los años más oscuros de mi vida.
Me miró triste y se levantó para abrazarme. Yo extendí mis brazos e hice lo mismo, olisqueando su piel y sintiendo cómo mi corazón se aceleraba.
-Gracias, gracias por salvarme la vida-comencé a llorar.
-No es nada, Peter, tú eres muy importante para mí-susurró.
-¿D-de veras?-me limpié las lágrimas.
-Claro.
-P-pues yo… yo quería decirte que…
Alcé la cabeza y las lágrimas brotaron de nuevo de mis ojos. Me armé de valor y finalmente pude decírselo, declararle mis sentimientos más profundos.
-¡Te quiero!
Se separó de mí de repente y se me quedó mirando con cara de desconcierto. Me sequé las lágrimas de nuevo y me quedé mirándole. La habitación estaba totalmente dominada por el silencio, no se podía oír absolutamente nada. Bueno, yo podía oír el latir de mi corazón que se iba acelerando cada vez más.
-P-peter, yo… soy tu profesor.
¿Qué quería decir? ¿Acaso mis sentimientos eran menos sinceros porque era un simple estudiante? No, no lo eran en absoluto. Los adolescentes también podemos amar, y a alguien que sea mayor, porque aunque mucha gente piense lo contrario, los adolescentes también podemos sentir.
-Ahí va, pensé que eras una zanahoria. Disculpa el error-fruncí el ceño.
-No te enfades-me miró nervioso-. Pero yo no puedo corresponder tus sentimientos. Estoy casado.
-¿E-estás… casado?-mis ojos se abrieron como platos.
-Y tengo dos hijas.
Dicen que la frase hecha de “romperse el corazón” no es literal, pero yo sentí en ese momento algo en mi pecho que se resquebrajaba, y eso no era una metáfora, era algo real. Dolía, dolía mucho, y no podía ser una invención de la retórica, era mi corazón, mis sentimientos, que literalmente estaban siendo destrozados.
Qué vergüenza, qué asco, qué humillación. Me daba pena en ese momento, pena porque mi cerebro, el que yo creía tan privilegiado y listo, no había barajado ni por un segundo la posibilidad de que me fuera a rechazar. Ya iba bien servido de lágrimas, pero estallé de nuevo. No lo pude evitar.
-Peter, yo…
-¡¡¡¡NO!!!!-grité con todas mis fuerzas.
Salí corriendo. Necesitaba salir de allí, alejarme de él, alejarme de todo. Qué idiota, estaba sufriendo un ataque de ansiedad e iba a mostrárselo a todo el mundo. Recorrí todos los pasillos a una velocidad sorprendente y salí al patio trasero a ver si el aire me tranquilizaba un poco. Por suerte, debido a que eran hora de clase, no me crucé con nadie.
-¡¡¡SOY UN IDIOTA!!! ¡¡¡UN PUTO IDIOTA!!! ¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH!!!!!!!!!!!!!
-¿Qué escándalo es éste?-oí una voz.
De detrás de un muro salió Jared Davis con cara de pocos amigos. Si se acercaba a gritarme lo tenía claro, le daba una hostia que lo ponía del revés.
-Anda, pero si es tu hermano-sonrió y miró a lo que había tras el muro.
-¿P-peter?-salió Justin.
-Ahora que estábamos en la mejor parte…-murmuró Jared.
-¡Justin, ¿por qué no estás en clase?!
-Eh… eh… yo… ¡lo siento!
-Relájate, que sólo estábamos aquí porque hemos ido a hablar con Brent-respondió Jared.
-¿Sí? Jajajajaja. ¡Jajajajajajaajajajajajajajajajaja!
No me pasé soltando “ja”s durante 5 líneas porque aún quedaba algo de cordura en mí, pero ganas no me faltaron.
-Hermanito, ¿estás bien?-preguntó Justin preocupado.
-¡¿Yo?! ¡De puta madre! ¡Jajajaja! Precisamente vengo de hablar con Brent, aunque claro, no sería el de verdad, porque vosotros estabáis hablando con el verdadero.
-Qué pillada-se rió Jared.
-Puedo explicarlo, Peter.
-¿Explicarlo? ¿Explicar qué? Al final papá y mamá tenían razón y ninguno de sus hijos merecían la pena. ¡Yo soy un patético pelele y tú estabas haciendo a saber qué con este! ¿Qué estabais? ¿Echándoos unos canutos? ¡Jajaja! ¿O una rayita de cocaína? Total, no pasa nada, ¡¿qué más da que nos abandonen!? ¡¡¡¿¿¿QUÉ MÁS DA QUE NO VAYAN A VOLVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!!!???
En ese momento Justin me metió una bofetada que me tiró al suelo. Me quedé totalmente paralizado en el suelo mientras las lágrimas comenzaban a brotar de nuevo. Jared empezó a reírse y Justin me alzó de la camisa.
-Escúchame bien, Peter Wright-me miró a los ojos con furia-, papá y mamá no se fueron porque nosotros seamos malos hijos, sino porque ellos eran malos padres.
-¿Entonces por qué nadie me quiere?-sollocé.
-Eso no es cierto. Yo sí te quiero-sentenció-. Con lo estirado que eres, créeme, si no te quisiera hace mucho que te habría abandonado.
-J-justin, acaban de rechazarme.
-¿La chica esa del teatro?
Por favor, esa es la persona en la que menos quería pensar en ese momento. No le había contado a Justin que era gay, y mucho menos lo de mi amor por Brent por evidente miedo a su reacción, así que no sabía nada.
Decidí no responder, aunque de todas formas si me hubiera declarado a ése, habría acabado en el baño con los pantalones por los tobillos en cinco minutos.
-Tu problema es que no luchas por nada, sólo te autocompadeces-señaló.
Me quedé mirándole asombrado. ¿Era eso? ¿Yo jamás luchaba? ¿Sólo sabía lloriquear? ¿Fue igual cuando…?
-Cuando papá y mamá dijeron que se iban, tú sonreíste y les dijiste adiós. No preguntaste ni un por qué ni les suplicaste que se quedaran.
-Eso… eso es distinto…
-Lucha por ese amor, Peter-me miró serio.
Estaba casado, no había nada que yo pudiera hacer. En el caso de que se me ocurriera acosarlo, me acabaría odiando, cosa que tampoco quería, así que sólo me quedaba rendirme.
-Justin, va a empezar la clase de arte-le llamó Jared.
-¡Voy!-corrió a su lado.
Justin se despidió de mí y se fue junto a Jared al interior del edificio. Por supuesto, la conversación no se quedaba ahí. Iba a descubrir qué estaba haciendo, pero ahora no podía, ahora estaba demasiado deprimido.
Brent apareció en la puerta y se me quedó mirando con el ceño fruncido. Lo miré y pude ver la preocupación en sus ojos. Para él yo era importante, yo no era un simple alumno más, yo no era un estúpido crío más que soltaba que se enamorara por divertirse, y él lo sabía. Estaba roto en ese momento, pero comprendí que no ganaba nada preocupándole a él, así que tuve que fingir estar bien. No es tan difícil, todos los humanos lo hacemos, pues a veces, detrás de la más hermosa sonrisa se esconde un abismo insondable de dolor y sufrimiento.
Me acerqué lentamente a él y le abracé.
-No pasa nada, sólo era una tontería-susurré.
-No es ninguna tontería, Peter. Lo siento mucho, debí darme cuenta.
-Si me prometes que serás mi amigo para siempre, no me importará que me rechaces.
-Lo prometo-me abrazó más fuerte.
Debía conformarme con eso, y es lo que iba a hacer, porque aunque Bren jamás fuera mío, siempre tendría el privilegio de ser su amigo. Y con eso podría permanecer a su lado por siempre.
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Penélope estaba tragándose su salchicha sin apenas masticarla introduciéndosela en la boca, cosa que me daba mucho asco, así que suspiré y le pedí que parara.
-Jo, hay que ver lo delicado que eres. Sólo lo hago porque sé que eres gay y no te va a poner nada.
-Dudo que semejante salvajada ponga cachondo a alguien-espeté.
-Parece que alguien ha superado rápido lo de Brent-se rió.
Estaba tan acostumbrado a la depresión y a perder las cosas que más quería que podía disimularlo muy bien, pero por dentro estaba desgarrado. Sentía una especie de ímpetu que me daba ganas de destrozarlo todo.
-Ahora deberías echarle el lazo a otro. Un clavo saca otro clavo, ¿no?
-Esa metáfora me parece muy sexual, y no, no me apetece salir con nadie. Sólo quiero un bote gigante de helado y un maratón de literatura romántica.
-¿Romántica? Osea, Crepúsculo, 50 sombras de Grey…
-A ver, bonita-la interrumpí-, has puesto dos ejemplos que no pertenecen precisamente a lo que tú denominas romanticismo, pero yo me refiero a la de la época del romanticismo. Necesito a mi querido William Blake, a Goethe, a…
-¿Dostoievsky?
-No tienes ni idea. Ése es del realismo.
-Oh, discúlpame, señor literato-me sacó la lengua.
-Por esta vez te perdono.
-Pues yo creo que deberías salir con Jones-señaló hacia la mesa en la que estaban él y Ripley.
-Pues yo creo que deberías insertarte una percha en el útero-la imité señalando sus pantalones.
-Vamos, no creo que sea tan malo. Además, yo creo que lo que siente por ti es más que atracción sexual.
-¿Ése? ¡Ja! Creo que se casa antes con su mano que conmigo-sonreí.
-Creo que deberías lanzarte a por él antes de que alguien te lo levante.
-¿Qué dices? Él siempre está “levantado”. Y sí, me refiero a su pene.
-A ti también te gusta, Peter-añadió.
-¡Pero bueno! ¿Sois todos experto en psicología o qué? Hoy parece el día de “sé lo que siente Peter mejor que él”.
-¡Qué guay! ¡Voy a hacer camisetas!-dijo dando palmadas.
La asesiné con la mirada y me despedí de ella para ir al club de poesía. Sabía que sería incómodo ver a Brent, pero al menos con la poesía podría escribir lo que sentía y así me desahogaría un poco. Además, el último poema que había escrito me había dejado mal sabor de boca...
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Ni siquiera escuché el tema que Brent nos había propuesto para ese día, decidí dejarme llevar y escribí lo primero que sentí:
“No me atrevo a mirar,
pues no soy digno de él.
Si abro las ventanas
para deleitarme en su ver,
mi cuerpo entero se rompería
de ver que no brilla.
Si otros miraran,
igual resplandecería,
pero la impureza
que empaña mis cristales
me impide ver su luz.
Esta casa ya no vale,
no tiene vistas al Sol.
Sólo me queda mudarme,
aunque no creo que funcione,
pues siempre seré yo.
Si de casa salgo y
hacia el Sol corro,
mi cuerpo se desintegrará
y mi corazón también
INDIGNO ”
Me puse a leérmelo un par de veces y me quedé pensativo. Después, abrí la mochila para buscar una goma y arreglarlo y me encontré con su chaqueta.
-Mierda-solté cabreado-, ya se me ha olvidado dársela.
Supuse que se la tendría que dar al día siguiente, idea que no me pareció de lo más satisfactoria. Seguro que ahora tendría que estar otro día entero pendiente de él cuando lo que yo quería era olvidarlo de una maldita vez.
CONTINUARÁ…
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Me temo que este episodio no ha sido muy interesante, pero no os preocupéis, que en los siguientes el ambiente se irá caldeando. Sois muchos los que me pedís un encuentro sexual entre Peter y Rick, pero a diferencia de la historia de Justin, que es meramente sexual, ésta tiene otros matices, por lo que como autor me veo en la obligación de retrasar el momento. Voy a jugar un poco más con la tensión sexual, pero prometo que pronto habrá “algo”.
Muchas gracias por leer.
OS SALUDA
EL ENTERRADOR