El Diario de Paula (Día 2, la reunión IV)

EL diario de Paula y los recuerdos de su dueño nos siguen descubriendo el camino que siguió hasta arrastrarse a los pies de su propietario.

  • Pobre pequeña zorra inocente –le susurró- ¿Qué habría sido de ti si no hubieras caído en mis manos?, ¿si no te hubiera hecho completamente mía?

Sin esperar respuesta. Siguió con el relato

Me preguntó qué sabía yo de Los Capataces y le dije que en los círculos DS se referían a ellos como la principal red de esclavistas del país, aunque en seria competencia con los rusos, amos internacionales de ese lucrativo negocio.

Podía notar su nerviosismo.

- ¿Cómo sabes eso?

- Digamos que he tenido mis experiencias “extralaborales”

Sabía que si le decía eso, si me declaraba implícitamente uno de los suyos, eso le relajaría. Y conseguí el objetivo.

- Pillín, pillín. Mira a lo que nos dedicamos en el tiempo libre

- ¿A qué hombre no le gusta tener un buen coño y un buen culo a su disposición? –pregunté colocando a mi vez mi mejor sonrisa de pervertido.

- Cierto, cierto –me dijo mientras giraba el anillo que pretendía ocultar su tatuaje-.

- Pero tendremos que olvidarnos del reportaje. Si hacemos algo sobre Los Capataces indagarán y te encontrarán aunque…

- ¿Aunque qué?

- Si hablas con ellos y les dices que te presionan, que quieren un reportaje sobre ellos y les dices que quieres protegerlos y que lo harás sobre los rusos sin mencionarles a ellos, como si fueran los únicos que se dedican al negocio, incluso fingiendo que los rusos son los capataces…

- ¡Estarán encantados!, les dejará el campo libre. La policía se encargará de los rusos

- Y a lo mejor hasta te hacen un regalito –volví a sonreír. No hay nada más sencillo que manipular a alguien que se cree listo y poderoso y no es ni una cosa ni otra-.

- Si eso ocurre, ten por seguro que lo compartiré. Tienes razón, me pongo a ello.

La expectativa de que Los Capataces pusieran otra mujer adiestrada en sus manos era más que suficiente para interesar a Toni. Me preguntaba quién sería la mujer que había pasado por la guarida de Los Capataces para ser luego entregada como esclava a Toni. Ya me enteraría. Seguí hablando.

- Tendrás que decirles también que te den información sobre las que entrenan esclavos

- ¡Dominas de mierda! –escupió su desprecio con la frase- No tienen ningún interés.

- Pero tienen que estar en el reportaje. Equilíbralo. Sino Doni podría tirar de ese feminismo suyo acusarnos de machismo, de hacer un reportaje para pervertidos y esas zarandajas y jodernos un rato.

Ese era el final dela jugada. La parte más arriesgada.

  • ¿Te imaginas lo que ocurrió, culo caliente? –la pregunta pilló por sorpresa a la esclava- Eres lista, eres guionista, cuéntame lo qué crees que ocurrió.

Ella no podía contestar. Estaba lamiendo sus propios pezones como sabía que a su propietario le gustaba que hiciera cuando él juntaba sus firmes y estupendas tetas y las alzaba hasta que casi alcanzaban su rostro.

  • Date la vuelta y cuéntamelo mientras demuestras para que sirven esas magníficas tetas tuyas-

Ella obedeció al instante. Si abandonar su posición de rodillas ni dejar de mantener las manos enlazadas tras la nuca, se giró y volvió a colocarse a horcadas sobre el pie de su amo, reanudando al instante la masturbación que acompañaba el constante escrutinio al que el pie de su amo sometía a su coño cada vez más a punto de estallar

  • Esta esclava solicita permiso para usar las manos para poder servir con estas tetas esclavas que son vuestras a la deseada polla del amo- Así respondía su hembra al desliz voluntario de su amo concediéndole el control sobre sus tetas al llamarlas “tuyas”.

“Es la mejor esclava que podía tener” -pensó el hombre mientras veía como ella alzaba sus pechos hasta colocarlos bajo su paquete por encima del albornoz y comenzaba a moverlos en círculo al mismo ritmo al que frotaba su vagina contra su pie- “ha tardado un instante en demostrar que recuerda perfectamente que cualquier parte de su cuerpo es mía, no suya. Me pertenece a mí y ella no tiene control sobre ellas si yo no se lo concedo”.

  • Esta esclava supone que Toni debió asustarse cuando le nombró a Donatella. La directora ejecutiva no vería con buenos ojos que uno de sus directores fuera un esclavista –la mujer hablaba con seguridad pero despacio. Mantener la concentración mientras una se masturba arrodillada con el pie de un hombre conteniendo un orgasmo y se le está haciendo una cubana no es sencillo. Pero si eso era lo que deseaba el hombre que la poseía, eso era lo que haría ella. Para eso están las esclavas.

No dejaba de mirarle a los ojos y él le devolvió la mirada. Las gafas le concedían un aspecto profesional, una imagen como de secretaria follándose a su jefe y un toque de inteligencia del que el disfrutaba porque sabía que era cierto. Es más placentero dominar una perra inteligente que a una estúpida.

Se puso lívido cuando se dio cuenta de que le tenía atrapado pero reaccionó pronto. Fingió no haber acusado el golpe

  • Tienes razón, esa jodía feminista… Ya se la daba yo a Los Capataces –rió y yo le secunde en la risa como un fiel cómplice-.

  • Tengo a la redactora perfecta para el reportaje delas parejas y las orgías

  • ¿Ya se lo has preguntado a alguna?

  • No hace falta. Hará todo lo que yo quiera.

  • ¿Te acuerdas de lo que ocurrió entonces?, ¿recuerdas quien fue llamada la despacho de Toni o tu mente ya solamente puede pensar en correrte como la guarra que eres?

Sabía que su esclava ya no podía soportar ni un segundo más. Su cuerpo se lo decía. Él lo había adiestrado, lo había domado y sabía leerlo perfectamente estaba rígido por el esfuerzo de contenerse en su orgasmo. Comenzaba a perder el control y sus muslos se contraían y se relajaban en pequeños espasmos que la hacían perder el ritmo con el que se frotaba contra su pie. Se había ganado su placer y él le daba la oportunidad de implorar a quien era el dueño de su vida que se lo concediera.

La hembra abandonó todo control. Se sujetó a la pierna de su amo y comenzó a besarla.

  • Por favor, dueño y señor, os suplico que dejéis a este coño esclavo correrse, que le dejéis demostraros cuanto placer experimenta cuando lo usais y estando a vuestro servicios.

  • ¿quieres que te folle, coño siervo?

  • Este humilde coño solo quiere lo que el amo quiere –se frotaba ya sin control contra su pie y su pierna manteniéndose en cuclillas sobre los tacones- os suplico que le permitáis correrse en vuestro honor.

  • Eso te lo has ganado por ser una esclava dócil y complaciente, pero aún no te has ganado el honor de que te la clave.

Ella no protestó. Empezó a frotarse contra la pierna de su amo como un animal en celo.

  • Soy vuestra –decía mientras lo hacía- Este coño es vuestro para siempre y para lo que queráis. Gracias, dueño y señor gracias.

Él la observo llegar al orgasmo sin inmutarse, sintió la calidez de sus fluidos sobre la pierna y como los espasmos de placer la hacían aferrarse a su pierna como si la vida le fuera en ello.

Contempló extasiado como había logrado que una hembra de bandera fuera feliz comportándose como un animal y corriéndose a sus pies, que recibiera placer de ser humillada y utilizada para su placer.

Ella siguió durante casi un minuto aferrada a su pierna y gimiendo por las idas y venidas sucesivas de placer que el orgasmo le provocaba. Ajena a todo, ajena a su humillante posición, ajena a todos los esfuerzos que había tenido que realizar para que el hombre que decidía incluso sobre su placer le permitiera sentirlo, ajena al uso que había dado de sus tetas, su culo y su coño su propietario mientras la sometía a inspección.

Solo contaba que su amo le había permitido correrse a ahora estaba disfrutando de la recompensa por ser una buena esclava.

Así debía ser.

Tardó un par de minutos en relajarse y entonces el hombre inclinó su rostro hacia a ella y la habló.

  • Parece que vamos a tener que usar el baño contigo en primer lugar –le dijo empujándola hacia atrás y desprendiéndola de la pierna a la que aún se aferraba. Ella comenzó a levantarse para dirigirse al baño pero el hombre la sujetó por los hombros y volvió a forzarla a arrodillarse- Si te has corrido como una perra es justo que te muevas como una perra

  • Una perra que está caliente siempre para su dueño –respondió ella con orgullo, al tiempo que se giraba y empezaba a gatear en dirección a la puerta del cuarto

Su dueño la siguió caminando por el pasillo. Su culo se contoneaba de un lado al otro, orgullosos, contento de haber servido a su amo, de vez en cuando se contraía por los últimos ramalazos de placer que experimentaba.

Cuando se encontraba a mitad del pasillo sintió que el paso de su propietario se aceleraba para ponerse a su altura.

De pronto el pie de su dueño se colocó sobre su espalda y presionó con fuerza hacia abajo. Ella se tumbó contra el suelo, apoyando el rostro en la caliente madera.

  • No sería tu dueño y señor si no te exigía que cumplieras mis órdenes de forma completa, ¿no te parece culo mío?

Sin esperar respuesta utilizó el pie para forzar las piernas de su esclava a abrirse y dejarla así, tumbada boca abajo y espatarrada en el suelo –te he ordenado que te corras, pues córrete del todo-.“¿Cómo había llegado a eso?” “¿como el hombre que la dominaba podía esperar que volviera a correrse minutos después de un orgasmo estrujada contra el suelo por su pie dominador?”.

Había llegado a eso porque él conocía su cuerpo, su sexo y su placer al dedillo. Se corrigió al instante. No eran su cuerpo, su sexo y su placer. Eran de él, le pertenecían a él. Ella y todo lo suyo eran de su propiedad.

Por eso sabía que aún le quedaban estallidos de placer en su interior.

Y así, tirada en el suelo gimió y gritó de placer cuando el escrutador pie del hombre al que pertenecía arrancó con sus dedos nuevos espasmos de su interior, nuevas oleadas del placer que obtenía en la forma más humillante imaginable pero que ella deseaba obtener más que cualquier otra cosa.

El orgasmo fue menos intenso pero más duradero, las lentas oleadas llegaban suavemente permanecían un instante dentro de ella hasta hacerla gritar mientras agradecía a su amo proporcionárselas y luego se iban.

La dejaron agotada pero en cuando terminó de sentirlas intentó incorporarse para seguir su camino a cuatro patas hasta el baño. Era la última orden recibida y una esclava, una buena esclava, obedece a su propietario en cualquier circunstancia.

El amo no la dejó. Se inclinó sobre ella. La besó en la espalda, recorrió su coño con los dedos humedeciéndolos con los fluidos del orgasmo de aquel cuerpo sobre el que reinaba y la agarró para recogerla y alzarle en sus brazos.

  • Buena chica le dijo mientras ella le pasaba un brazo por el cuello para sujetarse y reposa su cabeza en su pecho- Sin duda eres la mejor perra que puede arrastrase a los pies de un hombre

Ella agotada, no puedo responder al cumplido pero sacó fuerzas para decir una última frase.

  • Rocío entró en el despacho –dijo sonriendo para si con el rostro oculto contra el torso del hombre que la transportaba, exhausta y feliz,-.

  • ¿cómo dices?

  • Que lo que sucedió fue que Rocía fue llamada al despacho –repitió ella con su voz más sumisa y complaciente-.

La carcajada del amo llenó el pasillo.

  • Nunca dejarás de sorprenderme –dijo- Por eso me encanta tenerte a mis pies.

Y atravesó con la hembra de su propiedad en brazos el umbral del cuarto de baño.