El Diario de Paula (Día 2, la reunión II)

El amo ayuda a Paula a completar el diario en el que relata como terminó siendo la esclava que le sirve y complace

Sintió a su esclava entrar en la habitación y se forzó a no darse la vuelta y seguir concentrado en la tarea que se había impuesto de escanear el diario en el que la mujer que le pertenecía por completo relataba su vida como propiedad esclava a su servicio.

Desde que olió su perfume al entrar en la estancia le había costado concentrarse. Nunca se cansaba de su hembra, de usar su cuerpo, de dirigirla y gobernarla para su placer, de conducirla a la más completa obediencia.

No le hacía falta volverse y contemplarla para saber cómo iba a encontrarla. Sabía que ahora, mientras él fingía ignorarla, estaba en pie esperando que su propietario la prestara atención y le permitiera anunciarle que el baño estaba preparado.

Sabía que seguía completamente desnuda porque solamente él podía darle la orden de vestirse y no lo había hecho, sabía que, ornamentada solamente por los altos tacones que no tenía permiso para quitarse, esperaba con las manos tras la nuca y las piernas abiertas, exponiendo el maravilloso y jugoso coño que le pertenecía por completo.

  • Has tardado en terminar tus tareas, culo esclavo –dijo sin mirarla y sin saber porque se arrepintió de utilizar su mejor tono de dueño duro e insensible. En realidad, sí sabía por qué se había arrepentido, pero siempre le costaba unos segundos reconocerlo.

  • Este culo que solamente existe para serviros y daros placer lo lamenta profundamente –respondió la esclava- ¿el amo y señor desea castigar a esta sucia zorra que es su esclava por su tardanza en preparar el baño? Esta esclava sabe que se lo merece si el dueño así lo desea.

La verga se le puso dura solamente de escuchar esa frase. Que esa magnífica hembra que era de su propiedad mostrara su completa sumisión y se humillara ante él siempre era una de las partes más excitantes de los usos que la daba.

Se volvió lentamente en lasilla giratoria y se quedó observándola.

Allí estaba, esplendida en su desnudad, entregada en su actitud, esclavizada y entregada a él.

Se tomó su tiempo en admirar el cuerpo del que era dueño absoluto. No era muy alta pero su cuerpo poseía esa sensual voluptuosidad que normalmente solo tiene las curvas de las hembras de menor altura.

Sus piernas eran perfectas, torneadas en sus curvas pese a no ser excesivamente largas. Para eso llevaba los tacones, para resaltar su perfecta forma. Para eso y para que sus orificios siempre estuvieran al alcance de su polla cuando él lo deseaba.

  • Eres preciosa, pequeña zorra  -dijo suavemente mientras se acercaba a ella arrastrando la silla del escritorio sobre sus ruedas, Pudo ver como el cuerpo de ella se estremecía sin perder la posición que su amo le exigía como muestra de entrega. Esa forma de alagarla siempre producía el efecto deseado. La llamaba de una forma humillante, de una manera que le debería producir rechazo al tiempo que le concedía aquello por lo que ella se esforzaba constantemente, por lo que era capaz de pasar horas enteras trabajando los bajos del hombre que era su dueño con la boca o días enteros postrada a sus pies si él lo deseaba: el reconocimiento de que su amo la apreciaba.

Esos dos mensajes contrapuestos siempre originaban en su perfecta puta esclava esa conjunción de sensaciones encontradas que le hacía estremecerse.

Sin levantarse de la silla se pegó a ella. Su boca quedaba a la altura de su entrepierna completamente ofrecida y el hombre habló bajo, como si le susurrara al coño que era de su propiedad.

  • Habrá que comprobar si todo está en orden –dijo en un tono casi inaudible – Es momento para una revisión.

  • Esta humilde esclava siempre intenta estar en condiciones de serviros de la forma en la que lo desleís –contestó la hembra que tuvo que contener un suspiro y un estremecimiento cuando la lengua de su amo saludó su coño con un lametazo casi furioso.

Otros dos lametazos siguieron al primero y la esclava hizo lo que se esperaba de ella, abriendo más las piernas para facilitar a la boca de su amo el acceso a su entrepierna. Él pudo sentir los estremecimientos que su lengua producía en aquel sexo adiestrado para su placer y que eren enviados a todo el cuerpo.

Apartó la lengua de los labios y percibió la decepción de su esclava en la mirada que le ofrecía a través de la cuadrada y moderna montura de sus gafas

  • ¿crees que te has ganado que tu propietario te como el coño, pequeña?

  • No merezco ningún honor de los que el amo me proporciona –dijo ella al tiempo que se contraía de nuevo al recibir la caricia suave de varios dedos de su dueño en los labios de su coño – Solo vivo para servir al amo y a su maravillosa verga.

  • Veo que es cierto –sonrió el hombre-

Era cierto. Su esclava estaba completamente húmeda. Nunca dejaba de maravillarle como el solo roce de sus dedos conseguía que la mujer a la que había adiestrado para servirle se humedeciera hasta las entrañas

  • No hay nada que me excite más… que excite más a esta hembra esclava que el hecho de que uséis cualquiera de sus orificios para vuestro placer. –él decidió pasar por alto el lapsus de su esclava. Al fin y al cabo sus dedos seguían jugueteando con su coño, acariciando sus labios, penetrando dentro de su coño, acariciando las paredes internas, arañándolas suavemente con las uñas, masajeando su clítoris.

Se maravilló comprobando como el adiestramiento de su sierva la permitía resistir en la posición de inspección pese a que sabía que estaba a punto de correrse por los jugueteos que su amo había decidido regalarle a su coño.

  • De modo que te decidiste a ponerme cachondo para poder entrar en los reportajes –él sabía que su esclava estaba esperando su reacción a ese último párrafo que había leído de su diario antes de enviarla a preparar el baño. Sus dedos dejaron de acariciar el coño que le pertenecía y dos de ellos comenzaron a percutir fuerte y rítmicamente dentro de él, salían y entraban mientras la mujer que era de su propiedad apenas podía mantener ya la postura de inspección y se estremecía con cada furiosa acometida en su interior- Crees que basta mover esta maravilla delante de un tío para que haga todo lo que tú quieras, ¿verdad, magnifica zorra?

Para dar énfasis a su pregunta palmeó una de las cachas de su esclava. No podía evitar pensar que eran perfectas cada vez que las veía, que las disfrutaba, que las usaba o quelas castigaba. Duras, firmes, redondas y tersas se movían con la cadencia que él había adiestrado a aquel cuerpo esclavo en cada situación, ya fuera caminando sobre sus altos tacones o con la tranca que las dominaba en su interior.

Sabía que la hembra que le servía se estaba debatiendo en esos segundos por encontrar la respuesta adecuada. Normalmente le excitaban sobremanera las respuestas de su esclava en las que se humillaba ante él, le reconocía como su dueño y se mostraba dispuesta a ofrecerle cualquier placer que él deseara. Pero decir algo de eso sobre aquella situación hubiera sido mentirle. Y la mentira de una esclava era severamente castigada.

  • Tu propietario te ha hecho una pregunta, ¡contesta, esclava! –presionó mientras sujetaba a la mujer por las caderas y con un seco movimiento la obligaba a girar para que quedara cara a la pared y le mostrara en toda su excitante plenitud el culo que dominaba y que tanto le gustaba utilizar

  • Si esta esclava zorra hubiera sabido entonces que la felicidad de su vida iba a ser humillarse y dar placer ante su amo, se hubiera arrojado a sus pies para suplicarle eso y no se hubiera ofrecido solamente para entrar en el reportaje –dijo la mujer mientras giraba para poner su culo y el agujero de su ano a disposición del escrutinio de su señor. La rapidez del movimiento la hizo perder un poco el equilibrio y hubo de apoyarse con ambas manos en la pared – Este coño que os pertenece os agradece que pese a ese error aceptarais convertirlo en vuestro juguete y vuestro servidor.

El hombre propinó una fuerte palmada a una de las cachas esclavas que le servían. Estaba satisfecho. Ella había logrado demostrarle su completa sumisión, de reconocer su completo dominio sobre ella, su cuerpo esclavo y su vida sin mentirle, sin fingir que siempre lo había tenido. Eso merecía una recompensa.

  • Sigue manteniendo ese coño húmedo por si tu propietario quiere utilizarlo –le dijo mientras separaba con ambas manos las cachas del trasero del que era amo –tengo que inspeccionar otras zonas.

Ella le hizo caso. Con una mano aún apoyada en la pared para poder mantener el equilibrio y la espalda algo arqueada, elevó las caderas para ofrecer aún más su culo a los jugueteros de aquel hombre que la utilizaba como un juguete. Al tiempo bajo la mano hasta su vagina, separó con dos dedos los labios de la misma y con un tercero comenzó a acariciársela intentando reproducir el mismo ritmo que había seguido su propietario mientras se enseñoreaba de ella.

El amo le había dicho que mantuviera húmedo su coño. Eso significaba que no tenía permiso para correrse, pero los manejos del hombre dentro de ella y su masturbación la estaban llevando al límite del orgasmo.

Cuando entré en el despacho de Toni, él y Marta estaban discutiendo. Como siempre –las palabras le llegaron al tiempo que el dedo de su señor penetraba en el interior de su ano y empezaba a girar dentro de él. La excitación le hizo tardar unos segundos en darse cuenta de que el hombre al que servía como cuerpo esclavo y propiedad servil le estaba relatando lo ocurrido en la reunión a la que hacía referencia en su diario. Le estaba ayudando a completar su historia como esclava.

Se callaron cuando entre y el muy capullo de Toni me miró con esa mirada suya de “voy a perdonarte la vida por esta vez”

- Hombre –me dijo- el iluminado y sus ideas.

Yo me encogí de hombros y me senté en la silla que quedaba vacía frente a su mesa y esperé

- Venga, háblame de esos reportajes que salvarán mi culo

- El tuyo, el mío y el de todos –le dije- Algo tenemos que hacer para que el programa suba de audiencia. Es solamente una idea.

- Vale, vale. –hizo un gesto de hastío.

- Se trata de abordar temas escabrosos, temas oscuros. La gente está ávida de ese tipo de historias. Internet desata su curiosidad cuando encuentran referencias y nadie les muestra nada sobre ellos.

- ¿Qué temas?

- Fundamentalmente sexo y morbo.

- Ya tratamos esos temas –Marta seguía callada-

- Si pero es lo típico. Prostitución y mostramos una silueta diciendo lo que hace, chaperos que se esconden tras un biombo, esas cosas. No se trata de hablar de ellos. Se trata de infiltrarse. De enseñarlo.

Notó un nuevo estremecimiento de su esclava cuando arrancó el dedo del interior de su culo. Masajeo ambas nalgas y las estrujó. Ella seguía masturbándose cada vez con más intensidad.

  • ¿Me prestas atención,  o es más importante tu húmedo coño de esclava cachonda? –le preguntó interrumpiendo el relato.

  • Esta perra esclava cachonda os está escuchando, dueño y señor, pero os suplica permiso para correrse, no puede aguantar más. Vuestra generosa inspección la excita demasiado.

  • Nada de eso pequeña –le dijo él al tiempo que volvía a abrir sus chachas y estrujaba una con cada mano- no podría concentrarme escuchando tus gemidos de perra en celo al correrte- Y tras darle un sonoro beso en uno de los glúteos continúo, mientras sintió que ella se apoyaba más en la pared para contener el orgasmo como el hombre que regía su vida y su placer le había ordenado