El diario de Nico: una tarde con Maxi
Maxi es un compañero de clase, una tarde cualquiera quedamos para estudiar y lo que sucedió después sería inolvidable para mí...
Me llamo Nico, tengo 27 años. Soy un chico alto de 1’80 y complexión fibrada. Pelo negro y ojos marrones. Actualmente entreno para policía y trabajo en una tienda como dependiente, por lo que acabo muy estresado y, por ende, cachondo en mis ratos libres.
Estudio en una academia para ser policía en un futuro, con lo cual estoy rodeado de hombres que hacen deporte, se cuidan y serían el morbo de muchos. Esta historia ocurrió unos días después de que comenzara el curso, era la primera vez de muchos en clase e intentamos que haya buen rollo entre todos y, lo típico, hablas con unos y con otros.
A mi lado, se sentó Maxi, un chico muy ancho, musculoso, tan alto como yo, vestía una camisa azul, tenía desabrochados tres botones, pues en clase hacía bastante calor y dejaba entrever sus pectorales con bastante pelo.
A medida que va avanzando la clase, él y yo comenzamos a hablar sobre el temario y un poco de nosotros, cosas como: ¿Por qué viniste aquí? ¿De dónde eres…?
De repente, hice un chiste bastante malo sobre el temario, y sonrió. Vi una sonrisa pícara que hizo que recorriera por mi cuerpo un escalofrío que hizo que empezara a ponerme cachondo…
Para mi sorpresa, vivíamos en el barrio de al lado, con lo cual al regresar a casa nos fuimos juntos y le dije:
–¿Te apetece que quedemos para estudiar un día de estos?
A lo que él me respondió que un día quedaríamos, sin más, lo hizo por ser simpático y por lo tanto asumí que no tendría oportunidades y, por lo tanto, se quedaría en mi imaginación para cuando me hiciese una paja.
Dos semanas después, habíamos dado en clase un tema bastante complicado, y cuando volvíamos a casa, me dijo:
–¿Tienes algún plan hoy? – Me preguntó
Yo le respondí:
–No, en verdad estudiaré y me iré al gimnasio
–Si quieres, podemos quedar hoy para estudiar, si no te importa... – Me respondió, intentando ser amable
–Por mi perfecto, si quieres podemos tomarnos una cerveza después si no te descuadra mucho el día- Dije yo, un poco nervioso
A lo que él sonrió y me dijo:
-Según como llevemos el estudio y si salimos temprano de la biblioteca
Quedamos en un par de horas y estuvimos estudiando, en un descanso que hicimos para un café, sonó en mi teléfono una notificación de Grindr, retiré un poco el móvil de su vista por si me mandaban alguna foto comprometida y me fijé que él estaba intentando mirar, y yo me pregunté si quería saber qué hablaba o con quién.
Subimos de nuevo a retomar el estudio y, para saciar mis sospechas, quedo el Grindr abierto, aun a riesgo de que él pudiera ver algo; quedé el móvil a la vista para que pudiera leer vagamente alguna conversación y de repente, me dice:
–Estas que lo petas en Tindr
Yo le respondo:
–No es Tindr, es Grindr– comencé a reírme
–Grindr? ¿Pero es lo mismo? – dijo él mirándome con curiosidad
–Sí, pero solo para hombres…
De repente, noto como el ambiente se ponía un poco tenso, y me pregunta si soy gay, a lo que le respondí que era bisexual, pero me entiendo muchísimo mejor con un tío.
Después de explicarle, asintió con la cabeza haciendo una mueca y se quedó callado un buen rato y seguimos estudiando, cuando acabó el estudio me preguntó si quería tomarme esa cerveza… obviamente le dije que sí y fuimos a un bar cercano.
Lo conocí un poco mejor, un chico de derechas, amante de los toros, tradicional y un poco terco. Pero empecé a tontear con él, preguntándole si no le importaba tomarse una cerveza conmigo sabiendo que me puedo aprovechar de él cuando este borracho. Él comenzó a reírse y me dijo: -bebe, a ver si dejas de tirarme indirectas.-
Cuando llevamos siete cervezas, noté como su mano estaba en su miembro la mayoría del tiempo y solo la movía para apretarlo de vez en cuando. Los dos estábamos bebidos, pero las miradas habían cambiado, él me miraba como si supiera que en algún momento me lanzaría a él y yo lo miraba esperando que me lanzara alguna indirecta para rematar la noche.
No sucedió así, miró el reloj y me dijo:
–Es la 1 de la madrugada, mañana tenemos clase, ¿la última y para casa? –me preguntó
–¿La tomamos en mi casa mejor? Total, no hay nadie y vivimos cerca el uno del otro, te puedes ir andando incluso. –le sugerí de la manera más inocente posible
Se lo pensó durante unos segundos, pero accedió, y me propuso beber fuerte y compró una botella de ginebra en una tienda que estaba abierta. Cuando llegamos a mi casa, nos quedamos en el salón y empezamos a beber, él me preguntó que cómo fue mi primera vez con un tío después de haber probado únicamente con mujeres, le conté mi experiencia ahorrándome los detalles más íntimos e intentando no incomodarle.
Cuando me quise dar cuenta, estábamos tan cerca el uno del otro que me percaté de que hacía calor porque veía su pecho húmedo entre la camisa y mi vista se fue sin darme cuenta a su miembro. Cuando me doy cuenta, él me estaba mirando y me dice:
–Sospechaba algo, pero no que fuera tan evidente – dijo entre risas
–¿A qué te refieres? – pregunté un poco avergonzado
–Te pongo cachondo, y te gustaría que me bajara los pantalones. ¿Cierto? – dijo con mucha seguridad
–No te voy a mentir, me encantaría, pero respeto que...
En ese momento se lanza a mi boca y me da un beso, yo le respondo con otro y la intensidad de los besos subió de cero a mil en solo dos segundos. Una de mis manos estaba en su cuello y la otra bajando suavemente hacia su pecho. Estaba deseando de tocarlo, cuando le desabrocho un botón de su camisa y él se lanza sobre mí y me dice:
–Hay una cosa que no sabes, soy muy dominante– me dijo mientras apretaba mi mano con fuerza y me miraba morbosamente
Yo seguí besándole y desabrochándole los botones de la camisa. Cuando ya estaba abierta completamente, se echó para atrás y se la quitó al tiempo que agarraba mi camiseta y casi la desgarra al quitármela.
Me excitó bastante la imagen de “macho dominante” de ese momento: pantalones vaqueros, torso musculado, peludito, brazos grandes y esa sonrisa que hizo que el primer día que lo vi me pusiera mil.
Después de recorrer toda su espalda y su pecho con mis dedos, entre gemidos, empecé a palpar su miembro, y notaba cómo le palpitaba cada vez más que lo acariciaba y lo agarraba a través del pantalón. Comencé a agarrarlo con más fuerza e iba haciéndome una ligera idea de cómo era.
Con la rigidez del pantalón, notaba algo muy duro y muy gordo entre sus piernas, yo comencé a excitarme aún más porque quería sacarlo del pantalón, pero me tenía tan aferrado besándole y tocándole que solo con frotarme su miembro por mi pantalón, sentía que mi culo se dilataba sin hacer nada.
Pero mi excitación se hizo latente y comencé a desabrochar el cinturón y después el botón del pantalón. De repente, me coge la mano y me dice: – Espera – mientras se ponía de pie frente a mi cara y mordiéndose los labios se bajaba lentamente la cremallera y me dijo: – Estoy bastante húmedo – mientras poco a poco se desabrochaba el pantalón y puedo ver sus calzoncillos blancos, cuando ya los tiene por debajo de su bulto, mi mirada se fija en una sombra oscura de aspecto húmedo en sus calzoncillos blancos y pensé: – Wow, está cachondísimo –
Fui a bajarle el calzoncillo para ver su verga, pero me quita las manos y empuja mi cabeza hacia la sombra húmeda, y me dijo: – pasa la lengua –
Le obedecí y, pasé toda mi lengua por su pre seminal en el calzoncillo, mientras notaba como latía en mi lengua su miembro. Le pasé la lengua tantas veces que prácticamente el calzoncillo quedó mojado. Alcé la mirada y mientras lo miraba le fui bajando el calzoncillo. Él me miraba con una mirada de hazlo, mientras se mordía la lengua, no podía evitar que se le escaparan algunos gemidos tímidos.
Sin apartar la mirada, me metí la cabeza de su verga en la boca, estaba húmeda y el sabor era familiar, igual que el del calzoncillo, pero esta vez más intenso. No paraba de mirarle y chuparle la cabeza hasta que me percaté del tamaño de su verga.
Era bastante ancha, prácticamente me llenaba casi toda la boca; y para medirla de largo, empecé a mojarle con mi saliva todo el tronco, poco a poco, mirándole varias veces para ver cómo se mordía los labios y me miraba con cara de que no parase.
Cuando empiezo a sentirme más cerdo, comienzo a intentar metérmela toda entera hasta la garganta, poco a poco para que no entre tan seca, al segundo intento la tengo toda dentro de mí, sentía que me había llegado a las cuerdas vocales y como encajaba en mi garganta y la ensanchaba.
Cuando le hice eso, soltó un gemido tan fuerte que me volvió a mirar, me acarició la cara y me dijo: – muy bien, ahora me toca – mientras me cogía la cabeza con sus manos y comenzó a apretar mi cabeza contra su rabo cada vez más rápido y cuando la tenía dentro la dejaba ahí para ver cuánto aguantaba. Llegué hasta que él contó 13
De repente, se sienta en el sofá me mira mientras se masturba un poco y me pregunta:
–¿Quieres sentarte? –
Le miré fijamente y le contesté que sí. Entonces coge mi cabeza y vuelve a querer otra mamada, esta vez con la diferencia de que se estaba mojando los dedos de la mano con su saliva y comenzó a jugar con mi culo. Primero hacía círculos en el esfínter y cuando notaba que estaba húmedo, comenzó a introducir un poco el dedo corazón hasta que poco a poco introdujo el dedo entero. Comenzó a moverlo dentro y yo comencé a gemir más mientras seguía mamando su verga cada vez más excitado cuando la tenía hasta el fondo de la garganta.
Comenzó a meter el dedo anular también, y entonces me dijo: – Si sigues así voy a correrme y tengo ganas de metértela – Entonces, me senté encima de él, comencé a besarle y a jugar con su rabo y mi culo, haciendo intentos por meterme esa enorme verga poco a poco, cada vez iba entrando más y más Maxi comenzaba a ponerse más caliente y más bruto.
Cuando ya empezó a entrar la cabeza dentro, Maxi empezaba a empujar hacia abajo mis muslos para que entrara entera. En una de estas no me resistí demasiado y me dejé llevar, entró hasta el fondo que notaba como estaba sentado encima de sus enormes huevos.
Solté un grito, una mezcla entre placer y dolor que Maxi apaciguó besándome y con sus manos en mis muslos acariciándolos me dijo: –he sido muy bruto, pero ahora lo seré más– mientras yo le decía que me dejara un momento que me acostumbrara que era demasiado.
Segundos después comencé a moverme lentamente, cabalgándole poco a poco mientras él tenía sus manos en mis caderas e iba siguiendo el movimiento. Cada vez iba más y más rápido, los besos se iban haciendo más intensos hasta que me coge de las manos tira hacia debajo de mí y comienza a darme más y más fuerte. Sentía como si me tocara el estómago con cada embestida. Cada vez estábamos más y más sudados. Me puso la cabeza en su axila y siguió dándome embestidas mientras yo me excitaba con su olor corporal entre gemidos y sudor.
Después, me dijo, ponte a cuatro que quiero terminar así. Me saqué su verga e hice lo que me pidió. Cuando me tenía delante de él exclamó: – ¡Joder, vaya culazo tienes! – escupió un poco y comenzó a restregarla poco a poco. Como ya sabía lo que venía, comencé a abrir un poco más el esfínter hasta que comenzó a entrarla poco a poco.
Cuando ya lo tenía dentro soltó un gemido y me agarró del culo y comenzó a follarme de tal manera que sentía que me iba a correr sin tocarme. Cuando me agarra del pelo, me pone su pecho contra mi espalda y me dice: – Mira, estamos reflejados en los cristales, mira como me tienes y mira tu cara –
Al ver mi reflejo y el de él detrás de mí, ver como ya estaba totalmente dominado sin que pudiera resistirme, sus músculos tensos y sus brazos agarrándome de tal forma que no tenía escapatoria… Comenzó a nublarse mi mente y solo sentía su polla dentro de mí, comencé a sentir más y más placer, era exponencial, hasta que escucho su voz diciéndome: – Te has corrido sin que te toque –
Miré hacia abajo y había manchado todo el sofá con mi corrida, entonces sus embestidas comenzaron a ser cada vez más violentas y más profundas, sentía como si el sofá fuera a romperse en cualquier momento, pero no me importaba.
De repente, entre esas embestidas violentas le oigo gritar de placer y comienza a bajar la intensidad de sus embestidas, pero aún la tenía dentro de mí y seguía follándome. Yo me retorcía de placer mientras sentía como su corrida bajaba por mis muslos y llegaba hasta mis huevos, cayendo en el sofá, mezclándose con la mía.
Cuando saca su verga dentro de mí, me abraza por detrás y me besa el cuello, comienza a acariciar mi torso con sus manos y siento el sudor de su torso en mi espalda. Y me susurra al oído: – Me ha encantado y me gustaría repetir – asentí con la cabeza mientras le besaba. Le cogí del brazo y lo llevé a la ducha. Mientras estábamos duchándonos no parábamos de besarnos y tocarnos.
Limpiamos el sofá y nos sentamos a terminar de beber la copa. Cuando le pregunto:
–¿Te quedas a dormir?
Y él me responde – Por supuesto, mañana desayunamos juntos y vamos a clases–
Cuando nos fuimos a la cama, él se quitó la ropa y se quedó en calzoncillos tumbado bocarriba, yo me metí en la cama en calzoncillos y le puse mi cabeza sobre su pecho. Así nos quedamos dormidos hasta que sonó el despertador.
Continuará…
El diario de Nico