El diario de aprendizaje de Rick Jones Extras -1-

Dos extras que iban a ser exclusivos de wattpad, pero que he preferido compartir también con mis fans de todorelatos. ¡Disfrutadlos!

El diario de aprendizaje de R̶i̶c̶k̶ Maggie Jones 2.5: Aprender a pillar a tu hermano mayor

El muy idiota del cabezón no me dejaba la PSP, ¡y yo quería jugar a los sims! Estaba ya redecorando mi casa y a punto de casar a lady Bragas Anchas con Sir Calzón Enrajaculo, así que tenía que conseguir ese aparato sí o sí. Mi hermano tiene una rutina muy sencilla de seguir, de modo que aunque se empeñara en esconderla, podría buscarla tranquilamente en su hora de la ducha.

De 8:15 a 14:45 estaba en el instituto, un horario un poco raro para los institutos de aquí, pero bueno; de 14:15 a 20:00, nada; a las 20:00 se duchaba y después hacía el vago hasta que se iba a dormir. Solía tardar casi una hora, para que luego digan que somos las mujeres las que más tiempo echamos en el baño. Aunque también es verdad que puede ser que hiciera cosas sucias ahí dentro. ¡Puaj! ¡Sólo de pensarlo me daban escalofríos! ¡Que ahí también me baño yo!

El caso es que estuve desde las 19:50 haciendo guardia en la puerta de mi cuarto, esperando a que saliera. Cuando salió del cuarto llevaba el móvil y estaba preparando la lista de reproducción que se iba a poner mientras se duchaba. Qué cara de alelado tenía, jaja. ¡Ni se esperaba lo que la gran Maggie Jones iba a hacerle! ¡El golpe del siglo! ¡Qué lista soy! ¡Jajajaja!

Una vez cerró la puerta del baño me colé con gran maestría en su habitación. Parecía una fortaleza bien protegida, pues tenía un campo de minas bastante ostentoso, ¡la mierda que tenía en el suelo el muy guarro! Creo que me encontré en ese cuarto trozos de pizza a medio de comer, chicles, dinero suelto, alguna que otra prenda y seguramente también algún misil de esos que enviamos a los rusos. Gracias a Dios no rocé nada al ir de puntillas.

Eché un vistazo una vez estaba a salvo sobre la cama, la cual estaba desecha y olía a… mejor no digo a lo que olía… Por más que mirara sólo había mierda y más mierda. Resoplé decepcionada y me tumbé en la cama, hasta que noté algo pegajoso en mi espalda. Me giré de un salto asustada y me encontré con que era chicle, lo mejor que podía ser, porque mi sucia mente había imaginado algo mucho más asqueroso y traumático.

Pateleé molesta porque no sabía dónde podía estar eso, y al hacerlo, noté que había algo bajo el colchón. ¡Bingo! Me bajé de la cama con cuidado de no pisar la colección de ácaros que tendría mi hermano en la alfombra y alcé el colchón.  Aquello fue una de las cosas de las que me arrepiento en mi vida. Un sinfín de revistas porno aparecieron ante mí, pero eso no era lo raro, porque eso no me hubiera sorprendido, ya que se encuentra en cualquier cuarto adolescente, lo que me sorprendió fue que eran de porno gay.

-¿”D-date la vuelta, chulo, qu-que te la meto por el culo?-leí uno de los títulos.

Los nombres de las revistas eran cada uno más perturbador que el anterior, “si quieres que grite, méteme un embiste”, “¿Para qué tomar leche de vaca, habiendo toros como estos?”, o algunos que optaban por cero sutileza, “Machorros meneándose la sardinilla mutuamente” y “Embistes metes con el pito”. Bajé el colchón despacio para asimilar el shock y salí del cuarto ida. Al cabo de un rato mi hermano salió de la ducha y volvió a su habitación sin darse cuenta de nada. ¡Ya no quería ni PSP ni mierda! ¡Quería que me devolviera mi inocencia!

________________________________________________________________________

No pude dormir apenas esa noche. Esos musculosos hombretones con esas miradas lujuriosas y esos falos encañonando gente me perseguían en sueños. Cuando bajé a desayunar, el cabezón ya estaba allí con mamá.

-Maggie, no es propio de ti retrasarte-se sorprendió mamá-. ¿Qué ha pasado?

Miré al cabezón mientras éste devoraba la tostada sin prestar atención a nuestra conversación, suspiré y me senté a beberme la leche (¡Aaaagh! ¡Salid de mi cabeza, pensamientos lascivos!).

-Nada, es sólo que estoy algo cansada.

-Hoy querías llevarte el almuerzo, ¿no, Rick?-preguntó mamá.

-Sí, porque hoy en la cafetería nos van a dar macarrones. Ya sabes que los odio.

-¿Y qué te preparo?

-Bah, no me hace falta nada. Cogeré un plátano, que eso siempre entra bien.

Eché toda la leche por la nariz y mi cara parecía un poema en ese momento.

-¡Maggie! ¡Mira cómo me has puesto!-me regañó mamá.

Mi hermano se rió, pero cuando mamá le echó una mirada asesina puso una expresión seria.

-Buena la has liado, enana. Más te vale limpiar esa leche.

-(Me temo que ahora sé que tú disfrutas de encargarte de eso).

Limpié ese desastre y me fui a clase aún algo desconcertada. A la vuelta, Rick ya estaba en casa, jugando a la play en el salón.

-¿A qué juegas?-murmuré.

-Al GTA 5. ¡Maldita puta!-le gritó a una prostituta del juego-¡A mí nadie me jode!

-(Uy que no…)

Cada vez me estaba comiendo más la cabeza, ¡me iba a volver loca!

-¡Enana! ¿Has visto dónde está mi vibrador?-me preguntó.

-¡¿Quéeeeeeeeeeee?!

-El cargador, que si lo has visto. Para cargar el móvil, ¿sabes lo que es? Vamos, ahí llegas hasta tú-se rió.

Esto no podía continuar así, ¡el día menos pensado me lo iba a imaginar vestido de mujer! ¡Y si imagino esa imagen, me moriré por dentro! ¡Se marchitará mi flor! ¡No, no, no! ¡Tenía que hablar con él! ¡Y deprisa!

________________________________________________________________________

Después de la cena el cabezón siempre se iba a su cuarto a escuchar música o a qué sé yo, así que decidí ir a hablar con él. Me paré ante la puerta de su habitación y toqué:

-¡Oye! ¿Puedo hablar contigo?

-¿Qué quieres? Molestas.

-¡Serás borde!

-Anda, pasa.

Abrí la puerta y me lo encontré en calzoncillos en la cama, con los casos puestos y bebiéndose un refresco con pajita. La verdad es que era una imagen muy patética, aunque habrá quien la encuentre sexy.

-Espero que sea importante-masculló molesto.

-Verás, el otro día quería coger la PSP para jugar a los sims y entré aquí… y…

-¡¿Entraste en mi cuarto sin mi permiso?!

-¡Lo siento, pero escúchame!

-¡No me da la gana! ¡Largo de aquí!-me gritó enfadado.

-Pero, hermano…

-Te tengo dicho que no entres aquí-me recordó severamente.

-Ya, pero lo que yo venía a decirte es…

-¡Que te pires!

-¡Que sé que eres gay, coño!-grité nerviosa.

Sus ojos se abrieron de repente debido a la sorpresa. Yo empecé a temblar por lo incómodo de la situación y entonces una sonrisa se dibujó en sus labios a la vez que fruncía el ceño.

-Así que no sólo has entrado, sino que has mirado el historial de mi ordenador.

-No. Es que levanté el colchón y…

-¡Jajajaja!-se rió.

-¡Oye, no te burles!

-¿Y qué opinas? ¿Te doy asco?-dijo sin dejar de sonreír.

-Si.

-Vaya…

-¡Desde que naciste! ¡Sólo hay que ver cómo tienes el cuarto!

-¿Y con eso quieres decir…?

-¡Que no me importa que seas gay, idiota!

De nuevo volvió a sorprenderse y yo me quedé mirándole ahí de pie, toda roja y temblando.

-Quién lo iba a decir… Si mi hermana puede ser mona y todo-se rió.

-¡C-cállate!

-Ven-extendió su brazo hacia mí.

-¿Q-qué quieres?

-Tú ven.

Extendí mi brazo y me agarró, atrayéndome hacia él. No podía creerlo, el frío y pasota de mi hermano mayor me estaba abrazando.

-Gracias por apoyarme, Maggie-susurró.

Me sonrojé aún más y me aparté de su abrazo.

-D-de nada…

-Pfff… ¡Jajajajajaja!

-¡¿De qué coño te ríes?!

-Es que te has puesto tan seria. ¡Tonta!-me sacó la lengua-Sólo he hecho eso para ponerte nerviosa.

-¡Eres un demonio!-grité furiosa.

-Bueno, ¿y ahora qué?-se llevó las manos a la nuca-¿Se lo decimos a papá y mamá, o les dará un infarto?

-Mejor lo dejamos un tiempo. Ya se lo diremos con calma.

-¿La chivata de Maggie Jones guardándole un secreto a su querido hermanito? ¿Se habrá congelado el infierno?

-No se ha congelado, ¡porque el infierno es tu cuarto! ¡Ya lo habríamos notado!

-Sí, sí, lo que tú digas. Anda, lárgate ya.

-¡Espera! ¡Tienes que compensarme por el trauma que me han causado tus revistas!

-¿Es que eres bollera o algo? ¿Te dan asco las pollas?

-¡No seas malhablado! ¡Y no digas bollera! ¡¿Te gustaría que te llamaran a ti maricón?!

-Es que es lo que soy.

-Conclusión: tacto más tú igual a incompatibilidad.

-Anda, toma-suspiró.

Se levantó y de la parte más alta del armario, a donde por cierto, no llego, sacó la PSP. Me la dio con una mueca de cansancio y me hizo un gesto para que me fuera.

-Ahora largo y déjame tranquilo.

Le eché una mirada asesina y me marché dando un portazo. Lo que yo no supe es que tras mi marcha el cabezón se quedó sonriendo porque yo era la primera persona a la que le había dicho lo que realmente era.

FIN

____________________________________________________________________

El diario de aprendizaje de Rick Jones 3.5: Aprender a imitar a Shakespeare

Estábamos en clase de historia y Mandy estaba explicando no sé qué mierda de que una emperatriz egipcia se bañaba en leche de burra para mantenerse siempre joven, así que como me aburría, me puse a imaginarme cómo sería Mandy en la época de Romeo y Julieta, pues no me podía sacar la obra de la cabeza. Mandy sería una simple criada pesada que siempre andaría gritando pero a la que nunca le harían caso, estaba claro. ¿Cómo iba a ser una gorda una bella doncella o una señora importante? Las gordas estaban hechas para ser carniceras, cajeras de supermercados, cocineras, es decir, cualquier oficio que se relacione con comida.

Bostecé enérgicamente y miré las pollas que tenía dibujadas en la mesa. La verdad es que tenía un talento muy prometedor para el dibujo, todas eran anatómicamente perfectas, y no era para menos, porque como estaba tan acostumbrado a ver revistas porno gay, sabía los diferentes tipos y cómo había que retratarlos. De repente miré a Peter, ¿de qué tipo sería su polla? Mmmm… Supongo que Julieta nunca hubiera pensado eso de Romeo, ¿no? No me la imagino: “Oh, inconstante Luna, dímelo tú, pues no puedo preguntar a mi amado tal blasfemia, ¿cómo es la polla de Romeo? Necesito saberlo. La curiosidad de una dama por la polla de su amante es insaciable, por tanto, te pido, no, te suplico, por favor, oh, Luna, ¿qué forma tiene la polla de Romeo?”. Con esa divertida en la cabeza y sin darme cuenta, me quedé plácidamente dormido.

-¡Rick! ¡Rick!-oí que alguien me gritaba.

-¿Eh?-abrí los ojos bostezando-Con lo a gustito que estaba durmiendo…

-¡¿Cómo osas, desarrapado visitante, interrumpir mi apacible día con tus molestos ronquidos y tus sonoros balbuceos?!

Miré a mi alrededor y me encontraba en una taberna típica de las de las películas de época. ¡Estaba llena de gente con extrañas ropas que parecían sacadas de la Edad Media! ¿Me había metido acaso en una convención de ésas en las que los frikis se disfrazan?

-Rick, levantaos, haced el favor, o el mesero nos expulsará sin más pesar-me pidió David.

Miré a David de arriba a abajo, ¿dónde iba con un traje de joven caballero, con espada y con capa? Me eché a reír.

-¿Esto es una broma o algo?

-Déjate de zalamerías, Rick. Bébete rápido el vino y vayamos presto a la fiesta de los Wright, que como sabes nos detestan, pero sirven unos sándwiches deliciosos.

-(Ah, me voy a jugar la vida por unos sándwiches, ¡qué guay! Un momento, ¿en esta época hay sándwiches?) Vayamos, pues-dije imitando su peculiar forma de hablar.

David cogió un par de monedas y pagó al mesero lo que habíamos bebido, añadiendo un poco más por las molestias causadas. Yo no pensaba pagar, que para eso ahora era un joven dandi de sabe Dios qué año.

Llegamos a un enorme casoplón en cuyo buzón ponía: “Fiesta. Menos los Jones, que vengan todos”.

-Me temo que no soy bienvenido-bostecé.

-¡Al menos finge, por la gloria de tu estirpe familiar, que te importa un poco!-protestó David.

Nos colocamos unas máscaras y entramos al interior de la casa, donde la gente ya estaba bailando y divirtiéndose. Había alcohol, drogas y hasta una banda de rock and roll. Anacronismos a raudales, pero supongo que como era un sueño mío, no podía pedir mucho rigor histórico. Mientras yo me maravillaba con lo poco elegante de la velada, en una de las habitaciones de la casa un joven se preparaba para salir a la fiesta.

-Decidme, oh, ama, ¿no creéis que es un poco precipitado que intente pescar una buena mujer con la que nuestras vivencias unir y nuestros seres casar?-preguntó el joven.

-¿Qué dises?-contestó la criada con un acento peculiar-Habla uzte’ ciempre mu’ enrevesao, ceño’ Pite’, no lo entiendo.

El chico suspiró ante la ineficacia de su criada y se limitó a ponerse el traje y salir por la puerta.

-¿Ande va’? ¡Que te orvida’ la flo’!

Al llegar a la fiesta el joven cogió una shakespi-cola (no me puedo creer que me metan publicidad hasta en sueños…) y se puso a beber observando a sus invitados. Uno en especial le llamó la atención, era un joven que iba con máscara, pero que parecía tener desparpajo con las damas y una gran sensibilidad. Ése, por supuesto, era yo.

-Ama, ¿vos sabéis quién ese joven de aspecto peculiar y porte fornido puede ser?

-¿Ece? El hío de la Raimunda, ¿no?

-Déjelo, mi deber es remitir estas cuestiones a alguien cuyo entendimiento sea capaz de resolverlas.

El joven fue en busca de su padre y éste le dijo que no sabía quién era yo, así que eso aumentó su curiosidad y fue a hablar conmigo.

-Disculpad, amable caballero, ¿puede saber quién vos sois?

-¿Eh? ¿Por qué hablas como Yoda?-pregunté extrañado.

-¡Yo no pronuncio vocablo alguno como Yoda, maleducado!

-Vaya, qué temperamento. Eso es interesante-sonreí.

-Dígame de una vez quién es usted, se lo imploro.

-Soy Rick Jones, el tipo al que no queréis por aquí.

Peter se quedó profundamente sorprendido, no esperaba que el enemigo natural de su familia estuviera ahí tan campante bebiendo y disfrutando de una fiesta a la que por cierto, no le habían invitado.

-Me gustas. ¿Quieres casarte conmigo?

Me miró en silencio, como pensando un respuesta.

-Hay un jardín ahí detrás que da a tu balcón, ¿no? ¿Y si luego voy a verte y hablamos?

-¡Padre!-gritó-. Un sucio aborto de los infiernos ha entrado en casa, ¡una bestia traicionera que absorbió entre sus fauces las extremidades de aquél que sólo quería auxiliarle!

-¿Qué?-espetó el padre.

-¡El puto traidor! ¡¿Por qué nadie me entiende?!

El padre gritó para que los guardias me apresaran. Miré hacia David, pero éste ya estaba muy borracho con varias señoritas, así que parecía que no podría ayudarme.

-¡Oh, Rick! ¿Por qué eres tú, Rick? ¡Renuncia a tu nombre o muere!-exclamó Peter.

-Renuncio, renuncio. Si yo no quiero morir. Morir por nada es tontería. Si pudiendo renunciar a mi nombre me salvo, pues renuncio sin ningún problema.

-¿Eh? ¿Ha escupido sobre su estirpe? Nunca había pasado, ¿qué hacemos, papá?

-Cortadle la cabeza.

-¡Juro por la Luna que os dejaré en paz!-grité.

-¿Por algo tan inconstante? La Luna, en su rápido movimiento, cambia de aspecto cada mes. ¡No hay quien te crea!-me replicó Peter.

-¿Mas por quién he de jurar?

-No jures por nadie-contestó molesto-. Ni siquiera por ti mismo, porque de todas formas vas a morir.

-Pero…

Antes de terminar la frase un guardia alzó su espalda contra mí y me cortó la cabeza de una vez. De repente, pegué un salto de la silla en la que estaba sentado durante la clase debido al final inesperado del sueño.

-¡Hijos de puta!-grité sin poder evitarlo.

Mandy me miró con una expresión de desaprobación total.

-A pesar de que al señor Jones no le guste, los británicos pudieron sobrevivir a los ataques de Hitler gracias a la invención del radar.

-¿Eh? ¡Ah, sí, claro! ¡Hijos de puta! ¡Muy bien por ellos!-sonreí.

La profesora suspiró y siguió explicando sus rollos. ¿Habíamos pasado de Egipto a la Primera Guerra Mundial? ¿O era la segunda? Da igual, el caso es que habíamos saltado muchos años años. Me acomodé en la silla echando el cuerpo hacia atrás y sonreí, puesto que sabía perfectamente que tal y como lo había soñado, es como hubiera terminado la historia de Romeo y Julieta si los dos amantes hubiéramos sido él y yo, y por eso es por lo que ese tío me parecía tan interesante.

FIN