El diario de aprendizaje de Rick Jones 4

Al fin se estrena la obra en la que Rick hará de Julieta. Sin embargo, hay un grave problema. ¿Podrá Rick solucionarlo y ganarse así el corazón de Peter? No se lo pierdan.

Éste es el último capítulo de Rick y Peter de momento. En el próximo presentaré a la segunda pareja, o al menos a uno de sus miembros. No sé muy bien cuando cambiaré otra vez de personajes, pero seguid atentos por si acaso.

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Diario de una adolescencia gay

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Un relato del Enterrador

El diario de aprendizaje de Rick Jones 4: Aprender o no aprender, ésa es la cuestión

No soy de los que se ponen nerviosos, para qué lo voy a negar. Soy de esas personas a las que les dices que tiene que hablar ante un auditorio y responde con un bostezo. A veces pienso que soy un completo gilipollas, pero ya soy viejo para cambiar. En ocasiones eso pone a la gente nervioso. Por ejemplo, una vez cuando tenía 12 años tuve que leer un poema delante de toda la clase con una niña. Ella estaba de los nervios e intentaba estresarme a mí también, pero no lo conseguía, y eso le ponía más nerviosa. La gente siempre quiere que te sientas igual que ellos. Como alguien tenga frío, quiere que tú tengas frío, como alguien esté triste, ni se te ocurra sonreír. Qué pesada es la gente.

El caso es que aquella mañana me levanté como si fuera cualquier otro día y me puse mi ropa habitual, ya que después me cambiaría allí para hacer de Julieta. Bajé a desayunar y entonces se me ocurrió comentarle a mi madre lo del teatro.

-¡Por cierto!-exclamé-. Hoy salgo en un teatro de clase.

-¿Que qué? ¡¿Y me lo dices ahora?!-respondió mi madre escandalizada-. ¡Tengo que avisar a toda la familia!

-Por favor, no hagas eso-suspiré.

Madres… En serio, cuando creen que sus hijos han hecho algo medianamente decente, tienen que decírselo a todo el mundo. Seguro que en las guarderías hay madres que entran en el baño tras sus hijos y dicen: “¡Mira qué mojón ha echado el mío!” y la otra le responde: “¡Qué va! ¡El del mío es más grande! ¡Mira, mira!”. Luego suben las fotos de las mierdas de sus hijos a instagram y pobre de ti como no les des a “me gusta”.

-Espero que el abuelo pueda venir de Nevada…

Ni siquiera me estaba escuchando. En ese momento le pedí a Dios que por favor no trajera a mi abuelo. Mi abuelo es un anciano de esos que va en silla de ruedas y siempre te lo está restregando. Además, siempre está de mal humor y te recuerda lo hijo de puta que eres y lo perfectos que eran los críos de sus tiempos todo el rato.

-Con que vengas tú me conformo. Aunque si no quieres, no pasa nada.

-Buenos días-apareció la criaja en la puerta.

-Vaya, qué raro en ti levantarte tan tarde. No tendrás otro trauma, ¿no?-sonreí malévolamente.

-¿Quieres callarte? Mi vida no es asunto tuyo.

-Mami, mira cómo me habla-imité su voz.

Mi madre puso los ojos en blanco y le sirvió el desayuno a Maggie.

-¿Vas a venir a verme, hermanita querida?

-¿Verte? ¿Es que no tengo que soportar ya bastante tiempo tu feo careto?

Se le notaba que estaba de mal humor y a mí me encanta provocarla cuando está así. Todo el mundo saca su verdadera naturaleza cuando le provocas, si lo piensas bien.

-Me refiero a la obra de teatro en la que actúo.

-¿Vas a actuar en una obra de teatro? Seguro que es un honor representar el honorable papel de “Árbol 2”-frunció el ceño comiéndose los cereales.

-Para tu información, hago de Julieta-comenté sin darle importancia.

Mi madre y mi hermana se me quedaron mirando extrañadas, porque era evidente que aquello no era muy normal, pero yo ignoré sus miradas.

-¡Jajajajaja!-se descojonó la enana-. ¡Eso no me lo pierdo! ¡Mi hermanito saliendo del armario por la puerta grande! ¿O debería decir… hermanita?

Sonreí a su comentario, aunque lo que de verdad estaba esperando era un comentario de mi madre al respecto para ver qué opinaba del tema gay y tal, sin embargo, no dijo nada. Ojalá tuviera una lupa para leer la mente de las personas, así no tendría que molestarme en hablar con nadie y podría joder a todo el mundo cuanto quisiese.

Terminé de desayunar y me fui a clase. Les dije a las dos a qué hora debían estar para ver el teatro y ambas dijeron que irían a verlo. Me alegré un poco al pensar que mamá no invitaría a nadie de la familia porque yo iba a salir vestido de mujer. No me gustan las familias, con la excusa de que te quieren te joden constantemente.

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Una cosa buena de estar en el club de teatro era que los días en los que tuviera una función no tenía que asistir a clase, sino que tenía que ir al ensayo de la obra. Cuando llegué sólo estaba allí Rooney con un bocadillo metido en la boca.

-Hey-le saludé.

Alzó la mano en señal de saludo sin levantar la vista de ese bocadillo que devoraba con ansia.

-¿De qué es el bocadillo?-solté para intentar ser amable.

-Mantequilla de cacahuete-respondió.

Fin de la conversación. La verdad es que era un tío difícil de tratar, pero a mí me caía muy bien porque se la sudaba todo y siempre soltaba lo que de verdad pensaba. Ojalá todo el mundo fuera así, incluido yo. A veces pienso en lo maravilloso que sería un mundo sin mentiras, toda la peña siendo sinceros y eso, pero… ¿realmente sería mejor? Si yo le dijera a una gorda que es gorda o le dijera a un ciego “cegata”, ¿no se enfadarían? Cuando me rayo con un tema de esos, la verdad es que no hay quien me aguante.

-¡Siento llegar tarde!-gritó Peter abriendo la puerta.

-No pasa nada, amor mío-sonreí.

-Vaya, eres la persona a la que menos quiero ver tan temprano…

-¿Sois novios?-alzó la vista de su bocata Rooney.

-¿Yo? ¿Con este esperpento? ¡Ja!-se rió Peter.

-Yo sabía que Wright era marica, pero tú pareces muy macho.

-Perdóname por ser una diva afeminada-suspiró Peter.

Me reí y miré el reloj. Los demás tenían que estar ya ahí, ¿dónde demonios estaban?

-Ah, llamaron todos. No vienen-le dio otro mordisco a su bocadillo.

-¡¿Que qué?!-exclamó Peter.

-¿Cómo vamos a hacer Romeo y Julieta sólo con Romeo y Julieta?-suspiré.

-Qué desastre, qué desastre…

-¿Y si tú haces el resto de personajes, Rooney?-pregunté.

El director negó con la cabeza no haciéndome mucho caso. No se le ocurrió darme una explicación, ahora sí me empezaba a caer gordo el muy gilipollas.

-Rooney no puede actuar desde…

-En fin-se terminó el bocadillo-, vamos.

Peter puso una expresión extraña, como de preocupación, y Rooney nos repartió los guiones.

-Yo tenía un plan para que no se nos olvidara el texto: que un tío se pusiera entre el público con un letrero y lo fuera pasando.

-¡Esa idea es horrible!-exclamó Peter molesto.

-Bueno, yo me sé mi texto. Ayer estuve estudiando toda la noche.

Peter me miró un poco sonrojado cuando le dije eso, ¿acaso creía que no lo haría por él? Qué infantil.

-Da igual. Esta obra está abocada al desastre-prosiguió.

-Oye, ¿tú te sabes más o menos lo que dicen el resto de personajes, Wright?-pregunté.

-Sí. ¿Por?

-Tengo una idea-sonreí.

-Oh, hora del bocadillo-anunció Rooney.

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En aquella sala destartalada y al borde del derrumbe había más gente de la que yo esperaba. No me malentendáis, había cuatro gatos, pero es que yo esperaba cero. Estaban mi madre y mi hermana, el director con varios profesores, entre ellos, Brent y Mandy; un chico de un curso inferior y un extraño encapuchado. Lo del encapuchado me dio curiosidad, ¿quién coño se encapucha para ir a ver una obra de teatro? No, si voy a tener razón cuando digo que el instituto estaba lleno de chalados. No había tenido tiempo de invitar a David. Era mi amigo, el único que tenía en este pueblo, así que me hubiera gustado que estuviera.

Rooney salió de detrás del telón con su habitual cara inexpresiva para presentar la obra. Si yo no era nervioso, imaginaos él.

-Bienvenidos. Romeo y Julieta, nueva y psicótica adaptación-dicho esto se sentó en primera fila.

El telón se abrió y apareció Peter sentado en una silla. Yo le estaba observando desde atrás esperando al momento en que tuviera que salir. Peter tenía la cara totalmente cubierta por sus manos y empezó a reírse.

-Ja… ¡Jajajajajajaja! ¡¿Dónde está, oh, mi Julieta?!-gritó riéndose a más no poder.

Dio un paso hacia el público y se les quedó mirando como si fueran una amenaza.

-Habéis vuelto, oh almas purgadoras, para llevarme con vosotras y arrebatarme el alma, ¿verdad? ¡Pero antes dadme lo que mío es! ¡Dadme a mi Julieta!

Se arrodilló ante el público y comenzó a mover los brazos en todas direcciones llorando.

-Lo veo, lo siento. La Verona del siglo XIV aparece ante mí. Julieta, tu amor perpetuo muéstrame y yo, como tu siervo, te daré mi corazón.

El escenario cambió. Ahora se veía una de las calles de Verona y Peter empezó a hablar:

-A fe mía, Gregorio, que no hay por qué bajar la cabeza.

Acto seguida, se colocó al otro lado del escenario y se respondió a sí mismo:

-Eso sería convertirnos en bestias de carga.

Peter iba a hacer todos los papeles. Mi mente privilegiada había orquestado un plan genial: la obra iba a ir sobre un tío pirado de un psiquiátrico que soñaría con tener un amor, una Julieta, y de ese modo se imaginaría toda la obra en su cabeza.

La obra fue avanzando y el público no dijo nada, así que de momento íbamos por el buen camino.

-Iré, pero no quiero ver tal cosa, sino gozarme en la contemplación de mi cielo.

Cuando Romeo dijo esto llegó la hora de me fuera preparando para salir. Aunque hasta las de vestuario nos habían dejado tirados, Rooney demostró ser capaz de llevar bien la situación y me vistió perfectamente.

-Ama, ¿dónde está mi hija?-preguntó Peter.

-Sea en mi ayuda mi probada paciencia de doce años. Ya la llamé. Cordero, Mariposa. Válgame Dios. ¿Dónde estará esa niña? Julieta…-se respondió haciendo de ama.

-¿Quién me llama?-abrí y cerré los ojos para mover mis pestañas cual personaje de dibujos animados mientras salía.

El público me recibió con una ovación. Mi hermana se puso a gritarme lo buena que estaba, pero ya tendría tiempo de castigar a esa cabrona después, primero me centré en mi interpretación.

Pronto llegó mi más ansiada escena, la del beso.

-El santo oye con serenidad tus súplicas-pronuncié inocentemente.

-Pues oídme serena mientras mis labios rezan, y los vuestros me purifican-susurró Peter.

Me agarró de la mejilla y se fue acercando lentamente.

-Ni se te ocurra meter lengua-susurró.

-Eso lo veré sobre la marcha-le respondí también en un susurró.

Nos fundimos en un tierno beso de dos adolescentes que sólo se conocían de un par de horas. La verdad es que el tío no besaba nada mal. Creo que se me empinó un poco y todo con el beso.

-En mis labios queda la marca de vuestro pecado-sonreí malévolamente.

-¿Del pecado de mis labios? Ellos se arrepentirán con otro beso-frunció el ceño molesto.

Tenía que volver a besarme. Cómo lo estaba disfrutando… Esta vez sí le metí la lengua, porque no pude evitarlo. Si el público no llega a estar, me lo follo ahí mismo. Madre mía, qué calentón.

Se alejó asesinándome con la mirada y continuamos con la obra. He de decir que se me hizo larguísima la mierda de obra de sólo tres días. Menos mal que finalmente llegamos a la parte interesante, las muertes. Como me había bebido no sé qué mierda para parecer muerta, reposaba sobre mi tumba con los ojos cerrados. Romeo, al ver a su amada muerta se toma el veneno y se acerca a Julieta.

-Brindemos por mi dama. ¡Oh cuán portentosos son los efectos de tu bálsamo, alquimista veraz! Así, con este beso… muero.

Me besó con mucha suavidad y se dejó caer sobre mí. Yo me desperté y lo vi ahí a mi lado, muerto. Ya no quería vivir, así que dije:

-Con veneno ha apresurado su muerte. ¡Cruel! No me dejó ni una gota que beber. Pero besaré tus labios que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me salvará y me matará.

Me acerqué a él y comencé a llorar. Nunca supe que tenía esa capacidad, pero estaba llorando. Me metí completamente en el personaje. Me acerqué a sus labios y lo abracé, después lo besé de forma dulce.

-Idiota, no te aproveches-me susurró molesto.

Abrió los ojos y me vio llorando amargamente, abrazado a él. Sus ojos se abrieron como platos. Entonces, no sé por qué, lo empecé a abrazar más fuerte y seguí dándole un beso tras otro.

-¡Romeo! ¡Oh, mi Romeo! ¡Aún siento el calor de tus labios!

-Eso no está en el guión. Apártate ya-me susurró.

Volví a la realidad por un instante. Seguidamente, me dirigí hacia el público.

-Oigo pasos. Necesario es abreviar.

Cogí el puñal de Romeo y me lo hinqué, caí al suelo y cerré los ojos, siendo lo último que vi mi Romeo.

-¡Tardía amistad y reconciliación, que alumbra un sol bien triste!-se levantó Peter con una sonrisa psicótica-. Seguidme: aún hay que hacer más: premiar a unos y castigar a otros. Triste historia es la de Julieta y Romeo.

Entonces fui yo el que me levanté y me dirigí a él. Perdió la sonrisa y me miró con miedo, agachando la cabeza.

-Si tanto me querías, “mi Romeo”, ¿por qué me mataste?-sonreí.

-Ahora en este centro estoy por culpa de ese pecado, mas mi amada, te digo que no me arrepiento, porque ahora tenemos un amor como el de Romeo y Julieta. ¡Los dos muertos! ¡Jajajajajaja!

Miré hacia el público sonriendo y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Entonces se bajó el telón.

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Pudimos escuchar los aplausos del público al otro lado. No os voy a engañar, muy pocos, pero sí muy efusivos, aunque yo me conformaba con salir del paso. Peter no me miraba a la cara, de modo que le di una palmadita en el hombro para llamar su atención.

-Has estado genial, estrella.

-¿Por qué estabas llorando?-continuó sin mirarme.

-Supongo que me he metido mucho en el papel.

-Tú eres de esa clase de desarrapados hippies que no sienten nada, ¡¿y ahora te pones a llorar?!

-No es necesario que grites.

Seguía sin mirarme, así que le cogí de la barbilla e hice que me mirara. Estaba todo rojo, lo cual me parecía increíble. ¡El gran Peter Wright colorado!

-¡Suéltame!-me gritó apartándome.

-Bésame.

-¿Es que eres tonto?

No pude controlarme, lo cogí del brazo y lo acerqué a mí. Lo besé porque quería besarlo, porque necesitaba besarlo, y nadie podía haberme detenido en ese momento, ni siquiera yo mismo. Estaba furioso. Me apartó bruscamente y me miró con odio.

-¡No quiero que un salido como tú me toque!

-Estás muy nervioso. Cálmate, Wright, yo mientras voy a cambiarme-suspiré.

Se quedó solo mirando al suelo. Él no quería mirarme, y yo no le iba a obligar, claro está. En el camino al vestuario me encontré a Rooney, quien sólo con verme me alzó el dedo pulgar y me lo puso en la cara como señal de aprobación. Sonreí y le pedí que me ayudara con el traje, a lo que él aceptó.

-¿Hermanito?-oyó Peter una voz.

-¿Justin?-dijo tratando de calmarse.

-¡Lo has hecho genial! ¡Me ha encantado!-sonrió el niño apareciendo en la puerta.

-Gracias.

-Pero había muy poca gente en la obra, sólo tú y esa chica. ¿Y Penélope y los otros?

-¿C-chica?-un escalofrío recorrió el cuerpo de Peter.

-¡Sí! ¡Julieta!

-Oye, ya tienes 15 años, deberías saber que a veces la gente te falla. Los demás se han ido-intentó cambiar de tema.

-Pero es bonito que tuvieras a esa chica. Es muy guapa y muy agradable. ¿Es tu novia?

Un escalofrío de asco y odio recorrió el cuerpo entero de Peter sin que pudiera remediarlo.

-¡No lo es, y nunca lo será!

-Jeje-se rió irónicamente-. Bueno, hermanito, me tengo que ir a clase. ¡Te veo en casa!-se despidió Justin saliendo por la puerta.

Peter se despidió y otro hombre entró dentro de la sala. Era August Rabbit, el director del instituto. August era el típico gordo con bigote que siempre está haciendo bromas que no tienen gracia pero que es muy amable y se gana el cariño de todos.

-¡Peter! ¡Ha sido excelente!

-Gracias, señor-forzó Peter una sonrisa.

-Esa chica... esa chica... ¡esa chica! ¡¿Dónde está!? ¡Debo darle mis felicitaciones y un ramo de rosas!

-Pues… esto… está en…

-Acaba de marcharse-aparecí con Rooney, quien ya se estaba comiendo otro bocadillo.

-¿Cómo? ¿Tan pronto?-dijo el director decepcionado.

-Sí. Es que mi prima es muy tímida.

-¿Es su prima, Jones?-se sorprendió el director.

-No te eches flores, que la descubrí yo-alegó Rooney.

Tendrá cara dura el muy mierda. Aunque por una parte tenía razón, si estaba ahí era porque él me había dejado entrar.

-La verdad es que me ha parecido muy original esta versión, no es la típica de siempre que ya se sabe todo el mundo-sonrió el director.

-Idea mía-volvió a hablar Rooney.

En serio, todo lo bien que me caía el capullo éste se estaba disolviendo rápidamente.

-De hecho, sí es la obra de siempre-murmuró Peter-, sólo hemos añadido un loco.

-Sí, bueno. Por cierto, una pregunta, ¿y los demás del club? Porque sólo habéis salido esa joven y tú, ¿no?

-Diarrea explosiva-pegó un bocado a su bocadillo Rooney.

-Oh, pobres criaturas.

Diarrea explosiva mis cojones…

-Señor director, le quiero hablar de la nueva obra-empezó Rooney.

-Oh, claro. Acompáñeme, señor Rooney.

Ambos se fueron y nos dejaron solos a Peter y a mí.

-G-gracias…

-¿Eh?-solté sorprendido.

-Gracias por salvar el club de teatro.

Su cara estaba de nuevo toda roja. Seguía sin mirarme, pero se notaba que estaba poniendo todo su empeño en hacerlo. Aún así, decidí tomarle el pelo.

-Vaya, qué afeminado te has vuelto. Ya no me gustas-inflé los mofletes.

Me echó una mirada asesina y yo me reí.

-Haría cualquier cosa por ti, Peter.

-¿Ahora tengo que caer rendido a tus pies porque has dicho mi nombre y esa frase tan cliché?

-No estaría mal.

-Anda, bésame-se sonrojó.

-¿E-en serio?-exclamé emocionado.

-S-sí… Ven aquí, mi Romeo.

Caminé despacio hacia él para crear expectación y cuando me coloqué a su lado se abrazó a mí. Entonces alzó su cabeza porque era un poco más bajito que yo para besarme. Acerqué mi boca a la suya y saqué la lengua, entonces el muy hijo de puta me la mordió.

-¡Aaaaaaagh!-grité.

-Soy actor, Jones. Puedo fingir con facilidad-sonrió de forma malévola.

-Bah, yo sé que estás loquito por mis huesos-sonreí aún dolorido.

-Piensa lo que quieras. En fin, un placer, ¿eh? Ahora me voy a casa.

-Espera, ¿no te apetece tener una cita?

Se giró y me sonrió.

-No.

Después cerró la puerta en mis narices. Este tío cada vez me gustaba más.

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-¡No puedo! ¡Jajajajajaja! ¡Es que… es que…! ¡Jajajajaja!-se descojonó la enana.

-Qué aburrida… ¿Vas a estar toda la vida recordándomelo?

-¿Toda la vida? No. Sólo hasta que te mueras-sonrió.

Íbamos en el coche porque ya que había venido a ver la obra, mi madre se dignó a recogernos. Normalmente no es así porque le da pereza ir a por nosotros. Yo y Maggie íbamos atrás y ella conducía.

-¿Y a ti qué te ha parecido, mamá?-le pregunté alzándome en el asiento.

-¿Que un hombre haga papeles de mujer? Pues no sé qué decir.

-¡Pero si has llorado con la obra y todo, mamá!-se rió la enana.

-¡Eso es porque salía mi hijo!

-Así que te ha gustado-sonreí-. Me alegro.

-¿Qué aires son esos?-infló los mofletes la enana-. Tampoco ha sido para tanto. Hasta la versión que hicimos en mi clase de Romeo y Julieta fue mejor. Eso sí, ¡Qué buenorro que estaba ese Romeo!

-¡Maggie!-le regañó mi madre.

-¿Qué pasa? ¡Estaba macizorro!

-¿Eso crees?-le pregunté.

-¡No lo creo, lo sé!

-Yo también lo sé-murmuré.

-Por cierto, mamá. Necesito dinero.

-¿Dinero para qué?-frunció el ceño.

-Es que quiero invitar a una chica a cenar por ahí. ¿Puedo?

-Sí, claro. Ya tienes edad.

Aún me faltaba un largo camino por recorrer con Peter Wright, pero el primer paso ya estaba dado. Al menos ya sabía que existo, y eso, aunque parezca una tontería, es muy importante.

CONTINUARÁ…

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Me siento más tranquilo con la personalidad de Rick gracias a vuestros comentarios, pero sigo teniendo la sensación de que se está ablandando, y creo que no se me va a ir xD

OS SALUDA

EL ENTERRADOR