El diario de aprendizaje de Rick Jones 11

"Ambos pegaron un salto de la cama debido al susto que les dí"

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Diario de una adolescencia gay

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Un relato del Enterrador

El diario de aprendizaje de Rick Jones 11: Aprender a tener conflictos familiares

Ambos pegaron un salto de la cama debido al susto que les dí. Automáticamente, se taparon las pelotas, supongo que por pudor. Cuanto más contemplaba la escena, más se me calentaba la sangre. Justin, mi adorable y querido cuñadito, estaba desnudo junto a Jared Davis, uno de los tíos más cabrones y miserables de todo el pueblo. Ambos estaban ahora sentados sobre la cama con los ojos abiertos a más no poder, esperando a que yo hiciese algún movimiento más.

No sabía aún si ese hijo de puta asqueroso le había hecho eso a Justin contra su voluntad, lo cual, conociéndole, no me extrañaría en absoluto. Quería creer que así era, porque el chico no me había parecido en ningún momento de los que van detrás de los malotes, de ésos que quieren cabrear a su padre y eligen al macarra más marginal para enrollarse con él y darle un disgusto.

Cambiando su expresión de desconcierto por una sonrisa amistosa, Jared se levantó y se acercó hasta mí. Me ofreció la mano y pronunció mi nombre. En ese momento la rabia y el asco se apoderaron de tal manera de mi cuerpo que, sin poder evitarlo, le pegué un puñetazo con todas mis fuerzas en la mejilla izquierda. Cayó al suelo en el acto.

Justin se asomó agarrado en la madera de la cama y observó horrorizado a esa escoria en el suelo. Yo mismo quedé sorprendido por lo que había hecho. Joder, le había echado un par de huevos. Cuando quiero, puedo ser la polla. Sin tiempo para celebraciones, corrí hasta Justin y le agarré del brazo nervioso.

─¡¿Qué te ha hecho, Justin?! ¡¿Estás bien?!─grité.

─¡¿Se puede saber qué haces en mi casa?!

─Peter me mandó a recogerte─respondí jadeando por la prisa que tenía en que respondiera─. ¡Ahora contesta!

─Él no me ha hecho nada que yo no le haya pedido─sentenció.

Dicho esto, Jared se levantó del suelo. Su boca sangraba por el lado izquierdo. Molesto, inclinó la cabeza hacia atrás con la boca abierta, haciendo una pose amenazante, y se llevó la mano a la mandíbula para recolocársela. Hizo como que masticaba algo, aunque en realidad no tenía nada en la boca. Sería para acojonarme, pero no lo iba a conseguir. Se había aprovechado de la inocencia de Justin y lo iba a pagar.

Solté a Justin y me preparé para lo peor. No había estado en una pelea en mi vida, sin embargo, hay veces en la vida en las que no queda otra opción. Se pasó la lengua por el interior de la boca, haciendo que se notara el bulto a través de los labios y después la sacó para limpiarse la sangre. Era un puto pirado. Probablemente era un skinhead de ésos, sólo que con pelo.

Estiró los brazos con mucha calma, como si estuviera alimentando mi agonía para disfrutar después de mi desesperación y de mi dolor con más placer. ¿Tantos preliminares tenía que hacer para meterle a alguien? ¿Quién se creía? ¿Bruce Lee? Era obvio que era más fuerte que yo, pero, por una vez, yo era el que estaba haciendo menos el ridículo.

Dio dos pasos dejando caer el peso de su cuerpo sobre sus pies, con movimientos lentos. Cuando estuvo justo a mi lado, pude ver en su mirada la calma más absoluta, la que debía de aparecer en los ojos de las fieras cuando tienen acorralada a una presa. Justo en ese momento, desvió su mirada hacia Justin. La mantuvo durante unos segundos y, después, cogió su ropa, que estaba en el suelo, cerca de mí, y se marchó por la puerta sin decir una palabra más.

¡Joder, qué tensión! Volví a centrar mi atención en Justin, quien, por cierto, ya se había vestido para evitar que le viera sus partes. La situación me estaba rayando mucho, de modo que me senté en la cama, exhausto.

─Joder, joder, joder, Justin, ¿qué coño has hecho?─me llevé la mano a la frente mientras suspiraba.

─No hago daño a nadie─susurró sin poder mirarme a la cara.

─A nadie más que a ti mismo. ¿Sabes quién es ése? He tenido una potra tremenda de que no me sacara las tripas y se hiciera un bonito collar con ellas.

─¿Y qué si me hago daño a mí mismo? De todas formas ya no importa. Yo ya no importo.

─Vaya par de hermanos─tensé los labios cerrándolos fuertemente─. Váis a acabar conmigo. ¿Se puede saber por qué dices que no importas?

─La única persona a la que quería me ha utilizado como un simple juguete, así que, ¿qué más da que me convierta en ello? Es lo único para lo que sirvo─soltó triste.

Se encogió juntando la cabeza con las piernas y abrazando éstas con las manos, de tal manera que podía alejarse del mundo, olvidarse de todo, encerrarse en su interior ajeno a todo. Me tranquilizó un poco saber que no estaba enamorado de Jared ni nada por el estilo, pero tampoco veía bien que se vendiera de esa forma.

Le di un par de golpecitos en la espalda y me tumbé a su lado, con las manos en la nuca. Me quedé unos segundos observando el techo. Él no dijo nada y yo tampoco. Dejé que el silencio hiciera un poco de mella en él. A veces, lo único que necesita un corazón para ser escuchado es silencio absoluto. A lo mejor ahora podía entenderse mejor.

─Tú vales mucho, Justin. Eres un chico alegre y positivo, algo que no abunda hoy en día. Eres de los que alegran el día a los demás con una sonrisa. Si esa sonrisa tuya desaparece, los que nos sentimos felices al verla nos sentiremos tristes, ¿no crees?

─Sonreír no arregla nada. Sólo sirve para que te duela la cara─añadió tajante.

─A veces sí, pero, aunque esa sonrisa no te alegre a ti, ¿no crees que es suficiente con que alegre a alguien de tu alrededor?

─¿De dónde has sacado esa cursilada? ¿De un anuncio de coca-cola?

─Te mereces algo mejor que ser la puta de Jared, Justin─dije algo alicaído, pues lo sentía de verdad.

─Tú no sabes nada de mí.

─Entonces cuéntamelo─respondí rápidamente.

─¿Le vas a contar esto a mi hermano?─preguntó nervioso. Sus piernas temblaban, y sus manos también. Parecía tan indefenso… Me recordaba a su hermano cuando dejaba a un lado su jodido orgullo.

¿Y ahora qué? ¿Qué debía decirle? Por una parte, Peter era mi novio y no me gustaba ocultarle cosas (menos aún algo que pone en peligro a su hermano), pero ese chico estaba tan asustado, tan triste. No quería herirlo, no quería chivarme. Sin embargo, en el fondo era por su bien, ¿no?

Si me chivaba, Peter le echaría la bronca; y, si no lo hacía, puede que no dejara de ver a Jared y acabara con un joven traficante de hachís a los 15 años. No estoy de coña, he visto casos. No quería esa vida para Justin. Es curioso, aunque sólo lo había visto un par de veces, ya lo sentía parte de mi propia familia. Era un hermano para mí. ¿Tanto era el amor que sentía por Peter que hacía que considerara a su familia una extensión de la mía? Eso me hizo sonreír.

Me bajé de la cama y me acerqué a él de frente, de pie. Le agarré de las mejillas con las dos manos y le saqué la cabeza de entre las piernas. Estaba llorando, y lo entiendo. No obstante, yo no tenía otro remedio.

─Lo siento─cerré los ojos─, pero tengo que contárselo. No puedo ocultarle algo así.

─Lo entiendo─aparté las manos y él sonrió mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de la camisa─. Me alegro mucho de que Peter haya encontrado a alguien como tú, Rick.

Mierda. Me estaba partiendo el alma. ¡Yo no quería, pero seguro que si se enteraba de que lo sabía y no se lo conté, aparte de cortar conmigo, Peter me cortaría en trocitos y me arrojaría al océano! Puto complejo de culpa…

─Pero, no te preocupes, que estaré a tu lado en todo momento, ¿vale?

─Gracias─dijo apenas audiblemente.

Le mandé un mensaje a Peter pidiéndole que viniera inmediatamente, pues Justin necesitaba hablar con él. Respondió preguntando acerca de lo que pasaba, sin embargo, aunque sabía que eso le iba a preocupar más, no dije nada. No era algo que se pudiese contar por mensaje. Peter dijo entonces que iba vendría enseguida.

El pobre Justin se tumbó en la cama dejando el cuerpo totalmente muerto, como lo hace alguien que no tiene ningún interés en vivir, alguien inerte, vacío. Le pregunté que si estaba bien y, a pesar de que respondió que sí, no me quedé tranquilo. Me senté a su lado a esperar y dejé que el silencio volviera a apoderarse de la habitación.

De repente, rompiendo el silencio con un ligero quejido, Justin me pidió que lo abrazara. Lo podía ver en sus ojos: estaba tan alterado que no sabía ni quién era yo, sólo sabía que necesitaba un abrazo y por eso se lo había pedido a la primera persona a la que había visto. Le acaricié el pelo dulcemente y asentí. Acto seguido, me tumbé delante de él (detrás hubiera puesto celoso a Peter seguramente) y coloqué su cabeza en mi pecho para que pudiera llorar a gusto.

─¿Tú crees que no valgo para nada? ¿Que soy una mierda?─preguntó en tono calmado.

─¿Qué coño...? ¡Por supuesto que no! Como ya te he dicho, alegras a los demás.

─Sólo debes mostrar al mundo aquello de ti que consideres perfecto─pronunció de memoria.

─¿Justin?

─Eso solía decir mi padre.

Preocupado, llevé mi mano de nuevo a su cabello, acariciándolo con suavidad, peinándolo, disfrutándolo. Su pelo me recordaba al de su hermano, aunque el de Peter era mucho más suave, claro está. Cerré los ojos y me imaginé que era Peter. No me fue difícil hacerlo, pues, en realidad, ambos hermanos no eran tan diferentes.

Así nos quedamos un buen rato, esperando la llegada de Peter. Finalmente, oí ruido abajo, de modo que dejé a Justin suavemente sobre la cama, pues se había dormido, y bajé para hablar con Peter antes de que lo viera. Necesitaba prepararlo un poco para que no estallara como había hecho yo.

Bajé las escaleras a toda prisa, aunque intentando pisar con suavidad para no despertar a Justin, y me encontré con Peter, que me observaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados desde el último escalón. Le puse buena cara, pero la suya no lo era tanto. Parecía bastante encabronado, y no me extraña, porque le había preocupado sin contarle lo que pasaba.

─¡¿Cómo se te ocurre preocuparme así?! O me cuentas ahora mismo lo que ha pasado o me voy a cabrear seriamente─me señaló con el dedo, llevando la mano hacia delante y hacia atrás.

─Sentémonos en el sofá.

─¡Y una mierda! ¡Voy a ver a Justin!─gritó.

─Shhhh… Está durmiendo. Ahora subimos a hablar con él. Antes tengo que contarte lo que ha pasado, ¿no crees? Siéntate en el jodido sofá─aclaré bajando los últimos escalones y colocándome cara a cara ante él.

Gruñó, pero acabó haciéndome caso y se sentó en el sofá. Me froté la frente algo nervioso. ¿Cómo se supone que iba a contarle lo que acababa de ver? Qué marronazo. Sin embargo, no me quedaba otra. Me senté en el sofá, a su lado, y comencé a relatarle lo que había visto al entrar en la casa.

─────────────────────────────────────────────────────────

Peter le arreó otra patada a la puerta de Justin y ésta volvió a chocar contra la pared. Me daba un poco de pena, porque había pagado el pato dos veces sin comerlo ni beberlo. El estruendo despertó a Justin al instante, que miró con pavor en dirección a su hermano. La expresión de Peter era la más terrible que había visto en mi vida. Su cara estaba tensa, sus cejas curvadas en forma de arco, proporcionándole una expresión amenazante; sus ojos, grandes y saltones parecían los de un loco. Joder, se podía ver claramente que estaba furioso.

Había intentado detenerlo, pero me dio un empujón y corrió escaleras arriba en cuando le conté lo de Jared. Peter se quedó un rato de pie, inmóvil, ante la cama de su hermano. Sus brazos caídos hacia abajo terminaban en un puño que se agitaba. Justin dirigió su mirada hacia mí, supongo que buscando un apoyo. Yo, tras colocarme detrás de Peter, asentí dándole a entender que dejaría a su hermano hacer, pero que permanecería ahí para darle mi apoyo.

Peter parecía estar meditando su siguiente movimiento con mucha cautela. Creía que intentaba tranquilizarse para hacer las cosas bien. Sin embargo, se acercó a su hermano y le dio una bofetada que lo hundió en la sábana. Iba a acercarme, no obstante, vi que Justin estaba bien y que no debía intervenir en asuntos de familia tan a la ligera. Justin volvió a llorar, esta vez más desesperadamente que la anterior. Mierda, verlo así no me gustaba nada. ¿Que a quién me refiero? Pues ahora que lo pienso, a ambos.

Peter le agarró del cuello de la camiseta y lo arrastró hasta él de forma que sus caras quedaran muy juntas, para obligarlo a que le mirara. Justin miró hacia abajo, huyendo de los ojos de su hermano, pero Peter le alzó la barbilla y le gritó con voz histérica que le mirara. El pobre chico, temblando, así lo hizo.

─Te dije que no me fallaras tú también, Justin. ¡Y lo has hecho! ¡Ya no puedo confiar en ti! ¡Ya no puedo confiar en nadie!

─L-lo siento. ¡De verdad que lo siento!─gritó desesperado, cerrando los ojos con fuerza.

─¡¿Te das cuenta cuenta de lo peligroso que es ese tío?! ¡¿Cómo se te ocurre?!─le zarandeó con rabia.

─¡Me sentía solo! No tengo amigos, no tengo novia ni novio, no tengo padres. ¡No tengo a nadie!

¿Qué quería decir con que no tenía padres? Cuando dijo esto, me pareció ver que Peter desviaba su mirada hacia mí una milésima de segundo, pero creí que había sido mi imaginación. Tenía mucha curiosidad sobre ese tema, pero no iba a interrumpirlos en ese momento, claro está. Simplemente me hice el sordo y me apoyé en la puerta con los brazos cruzados.

Justin, ahora enfadado, agarró a su hermano del brazo e intentó librarse de su agarre, pero él no lo soltó ni por un instante. Era como si pensara que, al soltarlo, se escaparía de su lado y no volvería jamás. Lo sujetaba con desesperación, con ahínco, con todas sus fuerzas. Y todo porque tenía miedo a perderlo.

─¡No estás solo! ¡Me tienes a mí, Justin!─gritó agarrándole del brazo con la mano que tenía libre para que se estuviera quieto.

─¡¿A ti?! ¡Jajajajaja!─se rió irónicamente─. ¿Hablas del Peter que me mantiene encerrado y que apenas me habla? Y, cuando lo hace, siempre es para hacer un comentario hiriente. No, Peter, yo no creo que te tenga a ti.

─¡Mira, niñato! Me importa una mierda lo que te pase, pero no te voy a consentir que te abras de piernas para los delincuentes del pueblo.

─¿Y qué vas a hacer para impedirlo? ¿No dejarme salir? Oh, espera, ya lo haces─se burló.

─Justin, escúcha…

─¡No, escúchame tú! ¡Estoy harto de que te creas que eres mi padre! ¡Tú no eres mi padre! ¡Eres mi hermano, y por tanto, no me mandas! Si vas a seguir con tus estúpidas normas de Guantánamo, me iré de casa y no volveré jamás. ¡¿Me oyes?! ¡Me iré y nunca más volverás a verme!

Cuando Justin dijo esto, Peter sintió como si todo su cuerpo se durmiera, como si la sangre de su interior ya no fluyera a través de él, como si esas palabras le hubieran matado. En un movimiento lento soltó suavemente la camiseta de Justin y se dejó caer de rodillas sobre la cama. Comenzó a llorar sin poder evitarlo. Reaccioné rápidamente e iba a ir corriendo a su lado, pero Justin me hizo un gesto con la mano abierta para que me detuviera. Parecía decidido, con el ceño fruncido y la mirada serena.

Joder, yo quería abrazar a Peter, pero supuse en ese momento que eran cosas de hermanos y no debía entrometerme. Justin miró a su hermano, que tenía la cabeza agachada, por lo cual no podía verle la cara, y cuyas lágrimas caían en la sábana.

Peter, temblando, posó su mano en la de su hermano y, como si fuera un dulce susurro, la deslizó suavemente por ésta. Pensé que aquello le venía bien a Peter. No sólo era cruel con el resto del mundo, también lo era con su propio hermano. Aunque, seguramente es por la soledad, la soledad que debió de sentir sin padres. Como he dicho, eso tenía que hablarlo con él, pero me olía que no era agradable para él hablar de eso.

─Justin… Sniff… Eres lo único que tengo─soltó Peter con un hilo de voz─. Por favor, no me dejes. Por favor…

─Tú también eres lo único que tengo, Peter─susurró emocionado.

Justin, más tranquilo, envolvió a su hermano entre sus brazos, y éste, se dejó llevar, juntando la cabeza con el pecho del otro. Qué escena tan tierna. Aunque he de decir que me puso un poco celoso. Vale, que es su hermano y eso, pero a mí me gustaba abrazarlo, de modo que quería que mis abrazos significaran mucho para él. ¡Más que los de su hermano, incluso!

─Peter─dijo Justin mirando por encima de la cabeza de Peter─, me he enamorado de un chico.

─Por favor, dime que no es Jared─suspiró.

─No, no es él. Es… Axel. Pero no tienes que preocuparte. Él ya me ha rechazado. De hecho, de una forma muy cruel.

Tanto mis ojos como los de Peter se abrieron como platos. ¿Axel? ¿Axel McArthur? ¿El tío más chungo del instituto? ¿El que mató a un tío en Texas? ¿El jefe de todas las bandas? Creo que a los dos nos dio un puto infarto mental en ese momento. Al menos, le había rechazado y la cosa no había llegado a más. Si salía con ese monstruo, el futuro que le aguardaba, en el mejor de los casos, era que lo encontraran descuartizado en un contenedor.

Nadie dijo nada durante unos minutos. Después de todo, ¿qué coño se podía responder a eso? Justin, confiado después de no recibir reproche alguno, frotó la espalda de su hermano como muestra de aprecio. Después sentenció:

─Sé que todos creéis que es un monstruo, pero yo sé que en el fondo es bueno.

─¿Qué pretendes decir con esto, Justin?─preguntó Peter.

─Que voy a intentarlo, voy a intentar que salga conmigo. No me rendiré. Aun si me rechaza, no pienso rendirme, porque lo amo.

Peter hizo una mueca de disgusto, pero, no sé por qué, a mí me conmovió. Me recordaba a mí cuando Peter me rechazaba una y otra vez. ¿Me rendí? No, seguí acercándome a él y hablándole de las maravillas que podía hacerle mi instrumento. Y, mira por dónde, al final lo conseguí. El camino no fue fácil. Sin embargo, el resultado mereció la pena totalmente.

Si nos rindiéramos a la primera de cambio, nunca obtendríamos nuestro objetivo. Sólo hay que rendirse cuando alguien te dice: “Jamás saldría contigo” o “Ya tengo pareja”. Si no te dice eso, tienes que seguir intentándolo. Sin acosar, claro, porque luego vas a la cárcel y lo pasas muy mal. Bueno, Tom no lo pasaría mal en la cárcel, eso seguro. En un par de días, lo nombrarían reina de la trena.

─Justin─le reprendió Peter─, ni se te ocurra acercarte a…

─Espera─intervine.

Ambos me miraron algo confusos, como si hace rato que hubieran olvidado que estaba ahí. Me separé de la puerta y caminé hasta ellos.

─¿Qué haces todavía aquí?─dijo Peter molesto.

─Estoy aquí para evitar que te vuelvas loco y hagas una tontería─sonreí.

─No quiero verte. Todo esto es culpa tuya.

─¿Culpa mía?─pregunté sorprendido.

─¡Si no me hubieras hecho ir a tu maldita casa, Justin no habría sido profanado por ese aspirante a mafioso!─gritó otra vez alterado.

En eso tenía razón. Prácticamente le había obligado a que viniese conmigo. Joder, pero era natural que quisiese estar con mi novio, ¿no? Yo no sabía lo de Justin. Si no, no lo habría hecho, claro está. Ahora, por lo gilipollas que era, Peter me miraba con odio. No me importaba que me mirara así antes, cuando lo único que quería con él era un intercambio de fluidos, pero ahora me dolía, me dolía mucho.

Yo jamás haría nada que pudiese hacerle daño, porque jamás me lo perdonaría. De hecho, ese incidente con Justin me estaría dando vueltas en la cabeza mucho tiempo, lo sabía. Lo sentía mucho, de verdad.

Justin soltó a su hermano y se echó un poco hacia atrás, avergonzado. Entonces, con la cabeza agachada y la mano en la frente, confesó que no era culpa mía, porque no era la primera vez que lo hacía. Dijo, incluso, que ya tenía encuentros con Jared antes de que Peter y yo comenzáramos a salir. Eso pareció hervir la sangre de Peter, porque alzó de nuevo el brazo para pegar a su hermano. No obstante, ésta vez sí que lo detuve, agarrándolo antes de que lo hiciera.

Se giró hacia mí molesto y comenzó a gritar para que lo soltara. Pero no lo hice. En su lugar, miré a Justin y, sin dejar de contener a Peter, le dije:

─¿Le hará daño a alguien?

─No─respondió cambiando su expresión de sorpresa por una sonrisa─. Lo prometo.

─Entonces no veo el problema.

─¡¿Quién demonios te crees que eres?! ¡Es mi hermano! ¡Tú no tienes derecho a darle permiso a nada!─gritó Peter.

─Ni tú tampoco, Peter─sentencié agarrándole ambos brazos y acercando mi cara a la suya.

Yo estaba de pie y él sentado en la cama, así que tuve que inclinarme. Lo que más le molestó, a mi parecer, es que ambos, Justin y yo, estábamos sonriendo, y él era el único que estaba exaltado y cabreado. Le di un beso en la mejilla para burlarme un poco de él y continué:

─El chico tiene razón. No eres su padre. Un hermano no puede meterse en esas cosas. Bueno, a decir verdad, un padre tampoco puede. Sólo puedes aconsejarle cuando lo necesite y esperar que todo le vaya bien. Si le obligas a reprimirse, sólo harás que se aleje más de ti. Y tú no quieres eso, ¿verdad?

Se calló. Le solté los brazos despacio, un poco alerta, y, afortunadamente, no hizo ningún movimiento peligroso. Se giró hacia Justin y, algo colorado, dijo:

─Mientras solo lo hagas en horario escolar, puedes acercarte a él.

─¿En serio?─exclamó Justin emocionado, con una sonrisa amplísima.

─También dejaré que vayas y vuelvas solo. Sin embargo, quiero que te pongas el despertador y no te quedes dormido, ¿vale?─suspiró.

─¿En serio? ¿En serio?─repitió incrédulo el pobre chico.

─Pero, al menos de momento, te quiero en casa toda la tarde, ¿entendido?

─¡Sí, lo prometo, lo prometo!─gritó con alegría.

Justin pegó un salto y abrazó a su hermano con júbilo. Yo me alejé de nuevo, como haría un héroe que ya ha cumplido con su deber, y los observé desde la distancia. Peter cubría a su hermano con sus brazos haciendo gala de una gran dulzura. Mierda, iba a llorar y todo… Me la sudaba que me vieran hacerlo, pero, al menos para Peter, quería mantener una imagen de machote.

Justin prometió que jamás volvería a tener sexo con Jared, por muy desesperado que se sintiera por el despecho de Axel o por muy solo que se sintiera. Dijo que lucharía por ese macarrilla con todas sus fuerzas. Sin embargo, Peter le hizo jurar que, si veía peligro o le pasaba algo malo, tendría que dejar de verlo inmediatamente.

Al final, dejamos a Justin sólo y nos fuimos de la habitación juntos. Estaba orgulloso de Peter. Al fin había aprendido a ser más tolerante y a tratar mejor a los demás. Le rodeé con el brazo, pero me lo apartó bruscamente.

─Sigo enfadado─frunció el ceño.

─Vamos, no es culpa mía. Yo no sabía que el chaval estaba aquí con ese hijo de puta.

─¿Sabes?─dijo pensativo─. Antes seguramente me hubiera vuelto mucho más loco ante esta situación, pero, debido a que tú estabas delante, me sentía como… respaldado, como más tranquilo.

─¿Así será cuando le echemos la bronca a nuestros hijos?─sonreí de forma burlona.

─Qué idiota eres. Anda, vamos a mi cuarto, tonto─sonrió.

─¿No seguías enfadado?─le saqué la lengua.

─Desgraciadamente, los enfados contigo no me duran tanto como me gustaría─suspiró.

─Eso es que me quieres demasiado.

─Supongo. ¿Vamos o no?

─Como quieras─le pasé la mano por encima del hombro y esta vez no la apartó─. Te prometo que yo nunca te fallaré─sentencié serio.

─Ja. Eso dicen todos─soltó irónico─. Pero… gracias.

Me agarró del brazo de nuevo, pero esta vez para conducirlo a su cadera y colocarlo alrededor de ella. Entonces, con su expresión habitual de picardía, me besó. Con Peter, todos los besos sabían a gloria, todos me hacían sentir como si él y yo estuviéramos solos en el mundo y no hubiera ningún problema que importara.

Los besos de Peter eran lo que mejor me hacía sentir en el mundo.

CONTINUARÁ…