El diario de Alicia (3)

La vida diaria de mi esposa continua sorprendiéndome al darme cuenta de todo lo que es capaz de hacer cuando el deseo y la calentura siegan su razón.

Día 32

Por la tarde platique con ramón sobre los cambios en la empresa, le dije que estaba algo preocupada ya que el nuevo jefe se veía que no era una persona fácil de sobre llevar, sin mencionar el riesgo latente de perder mi empleo, después de todo mi entrada a la empresa no había sido muy normal que digamos, nunca tuve una entrevista de trabajo... ¡real!, ni mucho menos, en un intento por tranquilizarme ramón me decía que no me alarmara y pensara lo peor, quizás solo serían cambios menores y si llegaran a despedirme no sería el fin del mundo. Fuera de nuestra plática el día transcurrió con cierta normalidad, para celebrar mi primer mes con trabajo a mama se le ocurrió organizar una comida con toda la familia.

No puedo negar que al principio me sentí nerviosa, incluso incomoda de tener a mis cuñados Rogelio y Roberto en casa, después de todo aún no he podido quitarme la culpa de lo que paso la última vez que se reunió toda la familia, claro que había bebido más de la cuenta… Y ¡ese par! que no dejaba de recorrerme con la mirada cuando mis hermanas no los veían, pero sobre todo sus constantes roses y sobadas, sé que no tengo disculpa por haberlos dejado que me hicieran suya, aunque una parte de mí no se arrepiente de lo que paso, más al recordar como disfrute con esas ricas cosotas taladrándome y haciéndome ¡gozar! Por desgracia cuando la calentura desapareció y la lucidez volvía, la otra parte de mi aparecía, haciéndome sentir como una puta sucia, pensando como fui capaz de hacerle eso a mis hermanas.

Como era de esperar, los días y semanas siguientes mis cuñados buscaban cualquier pretexto para ir a casa, recuerdo que al principio como sondeando el terrero me preguntaban cómo me la había pasado el fin de semana a lo que enseguida les decía que no recordaba absolutamente nada de esa fatídica noche. Por suerte y gracias a que todos sabían que era mala para la bebida, ambos me creyeron, claro que desde ese día siempre que alguno venía a comer o de visita buscaba la forma de emborracharme, más al ver que yo me negaba a beber y no me separaba de las mujeres poco a poco fueron perdiendo el interés o al menos eso pensaba.

Durante el día al observar a ambos, me sentía mas aliviada al darme cuenta que habían vuelto a los piropos y miradas cuando nadie los miraba, haciéndome pensar que ¡al fin! se habían resignado a la idea de cogerme de nuevo. Así que tenia que ser fuerte y no permitir que pasara nada o al menos, no de nuevo… Además, con ramón no contaba para ahuyentarlos, al contrario si él estaba presente su trato y roses se volvían incluso más atrevidos dado que el nunca les decía nada, provocando en consecuencia que yo tampoco lo hiciera, como hoy, apenas vieron que mis hermanas entraban a ayudar a mama con las cosas para la comida, pusieron música y enseguida se acercaron a ramón y a mí con una sonrisa de oreja a oreja.

Ramón, ¿te importa si invito a bailar a esta belleza de mujer? Va para largo la comida así nos entretenemos mientras.

En absoluto Roberto, le contesto ramón, haciendo que enseguida me pusiera en alerta, al mismo tiempo que maldecía mi completa falta de habilidad en la cocina, razón por la cual mis hermanas no me habían pedido que las ayudara con la comida.

Que dices Alicia, ¿quieres bailar?

Mejor al rato, voy con mis hermanas haber en que las ayudo, les decía levantándome enseguida de la silla.

¡No te preocupes por eso cuñada y Relájate!, toda la semana trabajas ¡mucho! …para que todavía trabajes ¡más! deja a ese par que hagan algo para variar.

Jajá… ¡que malo! Roberto, pero no te preocupes, descansen ustedes, yo estoy bien, le respondí.

¡Hazme caso! cuñadita, te hace falta una distracción, te ves muy tensa.

Roberto tiene razón amor, toda la semana trabajas mucho, te mereces un descanso, además… Se te quema ¡hasta el agua! Si vas, seguro comemos más tarde jeje.

Jajaja… Ya ves Alicia haznos caso, todos nos preocupamos por ti.

juff… ¡Está bien! pero solo un rato, le respondí resignada. Sin saber que más hacer tomaba la mano que había extendido Roberto levantándome y siguiéndolo.

Cruza los brazos en mi cuello Cuñadita.

Nerviosa al ver cómo clavaba su mirada en mi escote lo hice, mientras con firmeza el me sujetaba de la cintura empezando ambos a bailar.

Qué bonita cuñadita tengo, me repetía una y otra vez aun con su vista fija en el sensual canalillo que formaban mis pechos mientras sentía sus manos bajar desde mi cintura hasta las caderas.

Entre risas y apenada por sus palabras, lo miraba dándole las gracias por el cumplido.

Es la verdad cuñada, además ¡te quiero mucho!

Sabes… Cuando te veo siempre pienso que deberías de darle algunos consejos a mi esposa para que se cuide y arregle como tú, ya ves cómo se viste.

Cómo crees Roberto, si Patricia es muy bonita.

No me malentiendas Alicia, claro que es guapa, me refería más bien a su forma de vestir, no me negaras que usa cada modelito… ¡más feo! Como de viejita, no vayas a decirle que te dije esto porque ¡me mata! pero… Claro que tampoco le caería mal cuidar su cuerpo así como tú... jeje.

Bueno… Es verdad que usa ropa muy pasada de moda, pero desde siempre a Patricia nunca le gustó nada de eso, es muy recatada y a la antigua.

¡Ya te diré yo! Sabes que desde que nos casamos ¡Nunca! Me ha dejado metérsela por atrás y con lo nalgona que está tu hermana, es una tortura cada vez que imagino como seria romperle la cola, pero en fin… ¡Todo un Desperdicio! Es más ni siquiera cuando tenemos sexo le gusta usar ropita sexy, solo una vez se puso un conjunto que le compre, eso sí, se la pasó toda la noche diciendo que esa ropa era vulgar y no sé qué tonterías más…

¡Que cosas dices Roberto! le decía visiblemente sorprendida y completamente roja de la pena.

¿Porque esa cara cuñadita? Ramón seguro te la mete por ahí seguido ¿O me dirás que nunca han practicado el sexo anal? Mira que no te voy a creer si me dices que no… Con estas nalguitas tan redondas y paradas que tienes, ya me imagino como a de disfrutar mi cuñado...

Bajando en ese momento sus manos hasta mi colita me daba dos ligeros apretones en las nalgas haciéndome brincar y perder el rimo del baile.

¡ay! Roberto… Como me preguntas esas cosas tan intimas, le decía ya muy acalorada. Apartando en ese momento mis manos de su cuello tomaba las suyas que habían empezado a sobarme las nalgas regresándolas hasta mi cintura, mientras titubeante lo miraba sin saber que decirle.

Sabes que entre la familia hay confianza cuñadita, nos podemos contar lo que sea porque confió en ti y tu en mí… ¿verdad?

Bueno si… Pero, me da pena hablar contigo de ese tipo de cosas, mas, si es de mi hermana de quien hablamos, deberías decirle a ella esto que me estás contando, quizás estaría dispuesta a probar cosas nuevas si sabes convencerla. Y bueno… De lo otro, aunque no lo creas nunca hemos hecho el amor de esa forma. El, bueno… Siempre me lo hace por mi conchita. Roja de la pena y sin mirarlo a los ojos el resto de la canción me la pase regresando una y otra vez sus despistadas manos a mi cintura hasta que volvimos a sentarnos, el alegre y yo aún roja como tomate.

Ramón… ¿te importa si vas a la cocina por una jarra de margaritas?, le dije a Antonia que la pusiera a enfriar.

¡Claro Rogelio! Le dijo Ramón obediente, levantándose y caminando hasta entrar a la casa.

Bueno, en lo que llega la bebida, vamos a bailar Alicia, no te olvides de tu otro cuñadito que tanto te quiere, me decía Rogelio levantándome nuevamente de la silla.

¿Qué te estuvo diciendo el sin vergüenza de Roberto? me preguntaba curioso mientras me sujetaba de las caderas pegando mi cuerpo al suyo empezando a bailar.

Nada importante Rogelio, solo quería que le diera unos consejos de moda a mi hermana.

ah… ¿Sí? Porque te pusiste muy roja… Como si hubieran hablado de otra cosa, te pregunto porque si Roberto te falto al respeto ¡ahorita me lo chingo! todo por defender a mi cuñadita hermosa.

¡Cómo crees Rogelio! Es solo que me contó un par de cosas íntimas de él y patricia.

puf… También te aburrió con sus problemas, y conste que no juzgo a mi cuñadita pero por lo que me contó Roberto es ¡súper! sosa en la cama, lastima del cabuz que se carga.

¿Te lo dijo? ¡Valla! que se tienen confianza si se cuentan ese tipo de cosas tan íntimas y personales.

Pues claro que nos tenemos confianza. Él sabe de mi vida sexual con Antonia, la cual debo confesar, hasta hace poco... No estaba ¡nada mal! una o dos veces al mes me dejaba metérsela por atrás y diario le tocaba su ración por la vagina, además me dejaba jugar con sus domingas, eso sí, rara ves me dejaba terminar en su boca cuando me la mamaba. Pero como dije… Hasta hace poco, desdés hace unos meses se redujo mucho la cantidad de sexo y para un hombre con mis ¡necesidades! eso es infernal. Las mujeres de esta casa pueden ser muy… ¡malas! Si se lo proponen jeje.

Sabes, ahora que lo pienso Ramón y yo “éramos” los afortunados de la familia… Aunque dada mi actual condición, ahora el único afortunado es el, con una mujer tan hermosa y sensual como tú, seguramente se la pasa con el pene atorado en tus intimidades jeje.

Viéndome a los ojos bajaba sus manos hasta mi colita apretando esta vez cada cachete con fuerza, dandose cuenta de que solo lo miraba muda sin saber que hacer o decir me soltó y dándome la vuelta me abrazaba por detrás restregándome su miembro duro como piedra, al mismo tiempo que me decía al oído “Te gusta… Como me muevo”.

¡Ya regrese! Escuche la voz de Ramón, haciendo que abriera los ojos y de un empujón apartara a Rogelio que volvía a abrazarme solo que ya sin restregar su cosota tan descaradamente entre mis pompas retomando el baile.

Por más de media hora de constantes manoseos y roses de parte de ambos, sobre todo cuando mandaban por algo a Ramón, al fin y casi al borde de cometer una locura escuchaba la voz de Antonia llamándonos para cenar.

Con mucho ¡pero mucho! esfuerzo logre sobrevivir la noche sin sucumbir ante ese par, eso sí dejándome muy… ¡excitada y caliente! provocando que apenas todos se fueron subiera a nuestra habitación empeñada en hacer el amor con mi esposo esa noche. Buscando entre toda mi ropita de noche intentaba elegir la prenda con la cual Ramón no se resistiría a mis encantos decidiéndome por un sexy babydoll semi transparente en color rojo junto con una tanguita y ligero a juego, medias blancas y unos tacones de aguja, recostándome provocativa y sensual sobre la cama esperaba ansiosa a Ramón para que hiciéramos el amor escuchando a los pocos segundos que la puerta se abría y pensando que era él le decía, amor mira lo que me puse ¿te gusta…? Valla ¡sorpresa! me lleve al ver que era mi cuñado Rolando que al verme casi se le salen los ojos de su lugar, con la boca abierta me miraba atónito sin creer el monumento de mujer que tenía en frente, nos quedamos mirando por unos incómodos segundos hasta que él se giró bruscamente pidiéndome disculpas y diciendo que se había olvidado un juguete de su hijo por la tarde y había empezado a llorar en el camino, ¡ya van dos! cuñadito, le decía recordando que nos había pasado algo similar hace un tiempo, cubriéndome el pecho con una sábana lo miraba divertida y excitada.

Si lo sé cuñada… Discúlpame ¡otra vez!

Nervioso y sin saber a dónde mirar se cubría con el juguete de su hijo la visible erección que se había formado en sus pantalones saliendo enseguida totalmente rojo de la cara.

Amor, rolando iba muy raro sabes porque… ¿no me digas que te vio vestida así?

Si papi… Pensando que eras ¡tú! hasta le dije que mirara lo ¡sexy! que me había arreglado, ¡qué pena me dio! le respondí angustiada.

Bueno… Pero no te preocupes es el esposo de tu hermana ¡nunca! te miraría de mala forma y menos con lo serio que es… No te preocupes seguro que no le da importancia.

Si verdad… Tienes razón amor, él ¡nunca! me miraría de forma vulgar es todo un caballero.

Pero dime ¿te gusta? lo compre para una noche especial, le preguntaba coqueta levantándome de la cama y modelando la pequeña y transparente lencería acercándome hasta besarlo de forma sensual en la comisura de los labios fundiendo enseguida nuestras bocas en un largo y candente beso.

¿A qué se debe tanto derroche esta noche cariño? Me preguntaba ramón con una mirada que irradiaba amor y al mismo tiempo deseo, la ropita había hecho su trabajo. No es por nada en particular, solo que con el trabajo nuevo te tengo algo descuidado, cuando llego del trabajo estoy muy cansada y cuando me despierto tu sales a buscar trabajo, creo que te mereces un regalo… Tomándolo de la mano lo llevaba de nuevo a la cama dejándolo caer sobre ella, sentarme enseguida en sus piernas nos miramos fijamente por unos segundos fundíamos nuevamente en un largo beso al tiempo que movía en círculos las caderas dándole un rico masaje a su pequeña verga por arriba de su Bermuda en la cual lentamente sentía que se formaba un bulto.

Con tanto amor en sus ojos y llevado por la calentura que mi cuerpo le producía posaba una de sus manos en mis redondos cantaron de carne acariciándolos suavemente. Esa noche hicimos el amor como pocas veces entregándonos por completo expresándonos todo el amor que sentíamos el uno por el otro, si bien su cosita había escupido toda su carga en mis entrañas minutos después de empezar a penetrarme al cabo de un rato y tras varios placenteros orgasmos, producto de sus manos y lengua me pegaba a él como gatita mimosa quedándome dormida.

Día 34.

Cuando desperté pensé que el día sería lo más tranquilo posible después de todo ya se habían terminado las visitas con el licenciado campusano. Por la noche y como de costumbre salía de casa junto a ramón platicando ambos de cualquier trivialidad en el camino hasta que llegábamos al trabajo, despidiéndome con un tierno beso me daba la vuelta mirando que apenas Hugo me veía llegar sin importarle que mi marido estuviera presente su mirada me recorría llena de lujuria y morbo completamente libre de preocupación, ignorándolo pasaba de largo teniendo en mente que ese día tenía que ir a la sala de conferencias para el nuevo nombramiento del jefe de la empresa, al llegar todo el personal estaba reunido esperando que diera inicio la reunión, en ella anunciaron oficialmente al ingeniero Cesar Robledo como el nuevo jefe de la empresa y a su vez, el anuncio cambios en ciertos puestos como recursos humanos en donde se quedaba el licenciado Ramiro Pimentel que se decía era su gran amigo, en el área de inventarios que era mi área el encargado seria el licenciado Omar Molina, los demás cambios fueron con respecto a los horarios de trabajo y anunciaron que quizás también habría algunos recortes de personal, por último se anunció que a partir de mañana los empleados vendrían uniformados con excepción de los jefes de áreas así que todos teníamos que pasar a recursos humanos por nuestros respectivos uniformes.

Apenas termino la reunión todos se secreteaban unos a otros dando la impresión que a más de uno no le habían gustado los nuevos cambios en la empresa, yo simplemente escuchaba atenta a Raúl uno de mis compañeros en el departamento que empezó a hablar conmigo preguntándome que me parecían los nuevos cambios a lo que simplemente le dije que no le daba tanta importancia, eran decisiones tomadas y no podíamos hacer nada, además para que meternos en problemas con el nuevo jefe, nada convencido con mi explicación me decía que quizás no le daba mucha importancia por el poco tiempo que tenía en la empresa pero que las nuevas personas que el ingeniero había escogido todos eran sus amiguitos, una bola de altaneros mañosos y transas en especial el licenciado Ramiro que era un ¡sin vergüenza! estaba a punto de seguir hablando pero de pronto se quedó callado, el ingeniero Robledo había empezado a caminar hacia nosotros de forma amenazante.

¿Que le parecieron los cambios Alicia? me pregunto el ingeniero.

Mirando a Raúl pensaba en lo que hacía un segundo me había dicho. Aun no se ingeniero… Tendrá que pasar un tiempo para saber si los cambios fueron para bien o mal.

Por supuesto Alicia, pero confié en mí, los cambios son para bien… ¿le puedo pedir un favor? no sea tan formal conmigo, dígame Cesar después de todo usted entro altamente recomendada por el licenciado Campusano.

Gracias… Cesar le decía sonriendo y mirando a Raúl que parecía extrañado en ver tanta amabilidad de parte del ingeniero.

Bueno me retiro, les recuerdo a ambos que en el transcurso del turno deben pasar a recursos humanos a recoger su nuevo uniforme para que mañana se presenten con él.

Sin más abandono la sala seguido de todos sus nuevos jefes de área, sin pensar más en el tema todos regresamos a nuestros respectivos lugares de trabajo, durante todo el turno llamaron al personal a recursos humanos para recoger sus uniformes dejando a nuestro departamento en último lugar así que al final del turno todos nos dirigimos a recursos humanos, al llegar uno de mis compañeros toco la puerta y el licenciado Pimentel nos pedir pasar, dejando de inmediato sus papeles a un lado y sin dejarnos decir nada me pidió esperar afuera en lo que atendía a todos, cerrando al salir la puerta me senté en una silla que estaba pegada a la puerta esperando por varios minutos hasta que la puerta se abría y todos salía con varias bolsas en la mano, Raúl me miraba con cara de no es para tanto te entregan y sales, aliviada por su gesto de confianza entre y sin que el licenciado me lo pidiera cerraba la puerta caminando hasta las sillas frente a su escritorio sentándome y saludándolo.

Buenos días Señora Alicia ¿qué tal le parecieron los cambios a nivel interno? Es la primera vez que vamos a trabajar juntos… así que espero que nos llevemos ¡muy bien! además entiendo por Cesar que usted fue contratada especialmente por el licenciado Campusano.

Si licenciado es verdad eso.

No me diga licenciado… Es muy formal, me hace sentir viejo llámeme Ramiro. Por favor.

Está bien, Ramiro… El licenciado campusano me dio una oportunidad de trabajar cuando más lo necesitaba y no tengo forma de pagarle lo bueno que fue.

Con un tono sarcástico y mirándome con una sonrisa pícara y de burla decía Siiiiii… el licenciado era taaannnnn… Buena persona verdad… Por un momento me le quede viendo extrañada y algo confundida con el tono de sus palabras.

Bueno, eso ahora ya no importa, ese viejo es el pasado Alicia y nosotros somos el presente, me respondía al ver mi cara de confusión con sus palabras.

Se levantó y camino hasta el final de la oficina que debo decir era bastante grande dando la impresión que más que oficina era una bodega toda llena de cajas y muebles viejos, saco dos cajas negras una larga y la otra más pequeña, regresando me las entrego con una extraña sonrisa en su rostro.

Como sabes Alicia eres la única mujer que trabaja en el departamento de inventarios y los uniformes son diferentes por departamento, en un principio se habían mandado a hacer solamente para hombre pero me dijeron que había una mujer trabajando en el departamento así que tuve que mandar a hacer especialmente tu uniforme a un lugar distinto al de los demás por las razones que ya mencione, como no sabíamos bien tu talla pedimos el estándar para una mujer… con tu cuerpo, solo me quiero asegurar que te quedan bien, si fueras tan amable de pasar al cuarto del fondo y probártelo, al terminar sales para ver que en efecto es de tu medida.

La propuesta me tomo más que por sorpresa ¿probármelo… Ahora? cuando podía hacerlo en casa más a gusto y si había algún problema comentárselo al día siguiente, viendo mi cara de completo desacuerdo comenzó a decirme que si la ropa no me quedaba, en ese momento llamaba y pedía que le hicieran un juego nuevo y se lo mandaran en el transcurso del día así no se perdía tiempo, más en cambio sí me lo probaba en casa se perdía más tiempo y además tenía que traer de vuelta el uniforme al siguiente día, incomoda aun con la situación aceptaba probármelo ante la presión del licenciado.

Puede cambiarse tranquila en ese lugar… Señalándome una especie de cuartito al final de su oficina que parecía un baño, sin puerta y que se cerraba corriendo una vieja cortina de oficina, al entrar al pequeño lugar había una cámara apoyada en un pedestal y un fondo blanco en la pared junto con un banco en medio, para colmo la cortina no cerraba del todo dejando un espacio considerable de visibilidad desde afuera.

Con bastante sorpresa miraba el contenido de la primera caja, dos conjuntos que constaban de una falda tableada extremadamente corta y un saco con filos blancos en el cuello y puños ambos en color azul marino, en la segunda caja dos blusas blancas casi transparentes de seda, aun sorprendida comenzaba lentamente a quitarme la ropa hasta quedarme únicamente en ropa interior, tomando la diminuta faldita me inclinaba metiendo ambas piernas dentro y subiéndola hasta llegar a mi cintura, la prenda en verdad era ¡pequeña! a duras penas me cubría un poco más abajo de mis pompis, eso si mis piernas se veían largas y sexys enfundadas en la pequeña prenda, al ponerme la blusa gire hacia la cortina con la mirada baja abotonándola sin darme aun cuenta que entre el espacio de la cortina Ramiro se encontraba pegado a la pared mirándome totalmente cautivado con la vista ya que tardo un par de segundos en darse cuenta que lo había descubierto, girando su cabeza a otro se hacía el distraído, sin darle importancia continuaba tratando de cerrar la blusa que por más que lo intentara solo cerraba hasta apenas la mitad de mis pechos, tome el saco y aunque este si me cerraba bien por el pronunciado escote que tenía no ayudaba mucho que digamos dándome por instantes la impresión que en cualquier momento mis pechos saldrían disparados por lo apretado de la blusa.

De un tirón corría la cortina encontrándome sentados en el escritorio tanto al ingeniero Cesar como al licenciado Ramiro los cuales al verme salir se giraron completamente hacia mí deleitándose con las pronunciadas curvas que mi cuerpo y esas pequeñas prendas les mostraban por lo que me pareció una eternidad, hasta que tomando la iniciativa algo apenada por sus miradas les preguntaba qué tal me quedaba la ropa, aunque era obvia su respuesta.

Se ve muy… Bien Alicia, sin duda es una mujer muy hermosa y si me permite con un cuerpo divino, Ramiro le atino perfectamente con la medida del uniforme.

Efectivamente Alicia, le queda ¡perfecto!, aunque usted se ve que con cualquier cosa se vería muy hermosa, su esposo es muy afortunado, mujeres como usted ya no hay.

Ambos se desvivían con palabras de alabanza y piropos poniéndome enseguida animada y de buen humor haciendo que por iniciativa les modelara las pequeñas prendas, claro, aún con algo de recelo sobre su muy dudoso punto de vista, ¿Ustedes creen? Les preguntaba mordiéndome el labio, Porque la verdad… yo veo la falda bastante rabona y la blusa no me cerró del todo, quizás una talla más grande me quedaría mejor, de inmediato un fuerte ¡¡¡Noooo!!! Resonó por toda en la habitación.

Para nada Alicia, creemos que el uniforme le queda perfecto, recuerde que las telas con el tiempo dan de sí, seguramente en unas semanas se ajuste a su cuerpo.

¿Usted cree?

De nuevo y al mismo tiempo me contestaban que ¡sí! Haciéndome reír, una última vez me daba la vuelta esta vez de forma sexy revisando la ropa, percatándome de un evidente deseo en sus rostros, bueno… ¡está bien! les decía contenta, voy a cambiarme de nuevo y regreso, caminando esta vez de manera sensual contoneaba las caderas hasta entrar al pequeño apartado cerrando de nuevo la cortina, a los pocos minutos salía ya con ambas cajas en mano.

Antes de que se retire firme de recibido por favor, me pedía el licenciado Ramiro, dejando las cajas sobre el escritorio me inclinaba a firmar parando intuitivamente mis nalguitas.

Justo cuando estaba a punto de tomar nuevamente las cajas por sorpresa Cesar me abrazaba poniendo ambas manos en mi cadera y dándome un beso en la mejilla se despidió, envalentonado quizás porque no le dije nada a cesar de igual forma ramiro me abrazo pero el de forma más descarada ponía ambas manos peligrosamente cerca de mis redondas nalgas plantándome un beso a escasos milímetros de los labios, ¡¡adiós Alicia!! me decían ambos en coro mientras salía de la oficina rumbo a los elevadores percatándome al voltear por unos segundos que Ramiro se acomodaba despreocupado una enorme carpa que se había formado en sus pantalones, girando nerviosa al ver que se dio cuenta que lo miraba. Ya en el patio caminaba algo cansada rumbo a la salida cuando alguien me abrazo por detrás hasta pegarse a mi cuerpo ¡era Hugo! ¿Quién más podría ser? pensé, sintiendo como el muy descarado se frotaba contra mi cuerpo.

Permíteme ayudarte mami, estas cajas se ven pesadas, me susurraba al oído sujetándome de ambos brazos fingiendo que soportaba el peso de las cajas sintiendo en ese momento que algo en sus pantalones crecía clavándose en medio de los cachetes de mi colita, ¡suéltame! no necesito tu ayuda las cajas no pesan solo traen los uniformes que nos entregaron hoy a todos.

Es cierto…. No me acordaba del uniforme, ¡me muero! por ver que tal te queda… ¡preciosa!

Incomoda intentaba inútilmente zafarme sintiendo como incansable su pene luchaba por embarrarse más y más entre los cachetes de mi colita hasta que el mismo se separó corriendo a abrirme el zaguán, ¡servida mi reina! Me dijo mirándome tranquilamente y sin importarle un comino se llevaba una mano a su entrepierna acomodándose la carpa en sus pantalones, sin poder evitarlo con sorpresa miraba el ¡tamaño! de esa cosota hasta sentir su mirada acompañada de una sonrisa que se forma en su rostro al sorprenderme, provocando que me pusiera roja de pena, uno de estos días… Me vas a agarrar de malas y enserió te voy a reportar le gritaba molesta y acalorada saliendo rápido hacia la calle sin darle tiempo a una contestación.

Al llegar a casa todos dormían incluido ramón que descansaba plácidamente, dejando mis cosas enseguida me desnudaba procurando no despertarlo, cansada me acostaba sintiendo a los pocos segundos su cuerpo pegarse al mío abrazándome por debajo de las sabanas.

Hola… Cariño, no te sentí cuando entraste.

Trate de no hacerte ruido papi, llegue muerta… Al rato te cuento como me fue, le decía pegando mi cuerpo al suyo acurrucándonos de cucharita.

Día 35

Despacio abría los ojos mirando a un lado la cama vacía y el reloj que marcaba medio día, aun somnolienta me levantaba agarrando una bata blanca y amarrándola a mi cintura salí de la habitación.

Hola… ¿Antonia? salude sorprendida a mi hermana al verla en la cocina tomándose despreocupada un café.

¡Me ganaste corazón! estaba a punto de subirte el desayuno a la cama, escuche la voz de Ramón detrás de mí.

No te preocupes amor, le respondía cariñosa acercándome y besándolo con ternura.

Haces mal consintiendo a mi hermanita tanto cuñadito, no veas lo ¡floja! que se puede volver.

Volteando a la barra, Antonia nos miraba con una sonrisa de burla y al mismo tiempo de envidia, seguro que mi cuñado no la consentía igual, pensaba feliz abrazando a ramón.

Cómo crees cuñada… es lo menos que podría hacer por mi esposa. Le respondió Ramón cariñoso.

Las horas habían pasado volando, apresurada bajaba las escaleras mirando el reloj y a ramón que esperaba junto a la puerta ¿ese es el uniforme Alicia? me pregunto claramente sorprendido.

No crees que es un poco… No se… ¡Llamativo! amor.

Como si fuera lo más normal del mundo ir vestida de esa forma intentaba no darle tanta importancia al tema respondiéndole tranquila que si estaba un poco corta la faldita pero en el trabajo me habían dicho que era la talla promedio, solo que como soy más alta que mis compañeras por eso me quedaba más corta, en cuanto a la blusa le daba la razón sobre lo pequeña, aunque en el fondo siendo honesta era más que entendible su sorpresa incluso hasta molestia al verme salir a la calle enfundada en una diminuta falda tableada la cual como ya dije resaltaba divinamente mis paradas nalgas y dejaba al descubierto mis largas y torneadas piernas pero era muy provocadora, en la parte de arriba un prominente escote mostraba en todo su esplendor mis firmes y orgullosos pechos los cuales amenazaban con salir en cualquier momento de su cautiverio.

Si te sientes cómoda… ¡supongo! que está bien... Cariño, me respondía ramón más calmado al ver que yo no le daba tanta importancia a la ropa logrando que dejara el tema de lado. Con tiempo de sobra decidimos irnos caminando, tomados de la mano como un par de enamorados platicábamos de cualquier tontería en el camino y como era inevitable las miradas masculinas a nuestro alrededor se clavaban en las sensuales curvas que mi cuerpo mostraba sin pudor alguno denotándose un deseo manzano pero sobre todo asombro al verme junto a un hombre como ramón, apenas llegamos al trabajo me despedí rápido de mi papito previniendo que Hugo apenas me viera empezara con sus majaderías frente a él, besándonos más apasionadamente de lo normal nos despedimos.

Buenas noches… Hugo, le decía secamente pero el parecía haber quedado en transe atinando solamente a seguir con su mirada el vaivén de mis caderas mismas que inconsciente o conscientemente había comenzado a mover de manera sensual sabedora del efecto que había producido en el muchacho dibujándose una pícara sonrisa en mi cara. Apenas cruce la puerta de mi piso, me sentía observada por todos mis compañeros con el mismo rostro de lujuria y deseo con el que hoy todo el sexo masculino me había visto (y no era para menos) incluso mi amigo Raúl que apenado veía a otro lado al verse descubierto.

La noche había avanzado y desde mi lugar miraba ansiosa el gran reloj que había justo arriba de la salida esperando que marcara en cualquier momento el final del turno, escuchando en ese instante el sonido de la campana… ¡Por fin! Termino, pensé. Tomando mi bolso a paso veloz salía de ahí excitada y caliente a causa de todas las miradas de esos hombres, sus constantes piropos y roses, en un intento por refrescarme antes de ir a casa pase rápido al baño mirando en el espejo el rostro de una Alicia muy… Muy... ¡excitada! Al ver que me encontraba completamente sola en el baño, sin poder evitarlo metía una mano entre mis piernas sintiendo mi ropa interior mojada, logrando que olvidara por unos instantes donde estaba y a merced de mi propia calentura frotaba por encima de la tela mi coñito una y otra vez cerrando los ojos disfrutando de mis caricias, pero fui interrumpida de pronto por dos mujeres que entraban al baño platicando, tomando esa intromisión como una señal de que no debía estar haciendo eso acomodaba de nuevo mi falda saliendo del baño más caliente de lo que había entrado, frustrada marque mi tarjeta caminando rumbo a la caseta de vigilancia notando extrañada que Hugo no estaba en su acostumbrado puesto, por un momento hubiera jurado que me estaría esperando, pensé, pero sin darle importancia y a la ves aliviada de que no estuviera seguía caminando hasta la puerta la cual por alguna razón estaba cerrada con seguro, por un momento pensé en regresar y salir por la entrada principal pero la flojera de dar toda la vuelta me hacía mirar hacia el pequeño puesto de vigilancia esperando que quizás las llaves estarían dentro, sin pensarlo mejor entre, sintiendo de pronto como un par de manos me sujetaban con firmeza desde atrás empujándome bruscamente al interior hasta chocar con la pared, asustada trataba de mirar quien era la persona que respiraba en mi nuca y sin reparo alguno movía sus manos de mis caderas hasta mis pechos estrujándolos con fuerza.

Joder… No sabes cómo me moría por sentir estas ¡chichotas! Mami…

Reconocí de inmediato a Hugo que continuaba manoseándome a placer mientras sentía como se formaba un bulto en sus pantalones mismo que frotaba descarado en mis pompis moviendo sus caderas de atrás hacia adelante simulando que me cogía, ¡eres un bestia! Hugo, suéltame… ¡ya!, esto no es gracioso le gritaba tratando inútilmente de escapar de mi captor quien me tenía totalmente sometida recargando todo su cuerpo impidiendo que me liberara. En un último intento por asustarlo con voz firme le decía, suéltame…. ¡¡Yaaaa!! o voy a comenzar a gritar, pero en lugar de sentirse intimidado por mis palabras parecía más excitado ya que una de sus manos se deslizaba hasta sobarme el culo sobre la falda una y otra vez. Con la vos ronca de la excitación lo escuchaba decir, ya mami... No te pongas así, es solo… Que ¡casi! Me caigo, por eso te abrace solo que ya entrado en gastos quería sentir este cuerpecito de puta que tienes, soltándome se hacía para atrás saliendo del pequeño puesto de vigilancia mientras sacaba de su pantalón las llaves que hace un instante yo buscaba, caminando hasta el zaguán abrió la puerta haciéndome señas con las manos que ya podía salir.

Aun desde dentro de la casilla abrumada por las caricias del muy sin vergüenza, lo miraba con mucha rabia, caminando hasta el levante la mano propinándole una fuerte cachetada en su cara.

¡¡Mañana voy a hablar con cesar para que te corra Hugo!!

Enfurecida salí a toda velocidad parando el primer taxi que vi.

De regreso en casa aun le daba vueltas a lo sucedido con Hugo, no podía negar que las caricias de ese tonto adolescente, aunque toscas a mi cuerpo le habían gustado, pero sobre todo no podía dejar de pensar en el tamaño de su pene, recordando la sensación de haberlo tenido entre mis nalgas, sin poder evitarlo una sonrisa se dibujó en mi mente al mismo tiempo que me mordía el labio por un segundo imaginando esa rica cosota haciéndome gozar umm… ¡NO! ¡NO! ¡NO! me repetía a mí misma, tenía que ponerle un alto a ese niño y si eso significaba que lo corrieran... Ni modo.

Segura de la decisión entraba a la habitación exhausta y excitada a la vez desplomándome en la cama sin cambiarme de ropa, al despertar ramón ya no estaba, me encontraba boca abajo tapada con una sábana que seguramente él me había puesto. ¡Un ratito más! y bajo a desayunar, pensaba mientras veía el reloj que marcaba las doce, volviendo a dormir sentía como lentamente el sueño me ganaba pero el sonido de la puerta abriéndose lo retrasaba unos cuantos segundos más, casi con los ojos cerrados miraba una silueta que entraba distinguiendo enseguida a mi cuñado rolando que por alguna razón había llegado antes de tiempo con su pequeño hijo que recostaba en una cama que teníamos pegada a la nuestra. Con esa imagen me quedaba profundamente dormida.

---DIA 44---

Los días se han pasado volando, tanto en casa como en el trabajo todo sigue igual a excepción de la situación con Hugo, a pesar de mis constantes amenazas el muy sinvergüenza seguía pasándose de la raya, incluso se comportaba más descarado, recuerdo que al comenzar la semana llegaba como de costumbre acompañada de ramón y ya me estaba esperando en la entrada devorándome con la mirada.

Qué... ¡Buena! esta su esposa señor, le dijo Hugo a Ramón mientras descarado me recorría con la mirada de punta a punta. Siendo Ramón de naturaleza tímida y débil no le dijo nada, ni por el comentario, ni por la forma en que me veía, únicamente asintió con la cabeza como agradeciendo el comentario. En ese momento como si se hubiera sacado la lotería, una sonrisa se formó en la cara de Hugo al ver la reacción de mi marido. Adiós amor le decía a Ramón besándolo como siempre y apenas nos separamos las manos de Hugo me tomaban de la cintura jalándome hacia él, quedando pegada a su cuerpo sentía una de sus manos deslizarse tranquilamente hasta mis caderas, todo en las narices de Ramón, quien si más se dio la vuelta como si nada, forzándome a caminar cruzábamos abrazados la puerta, pero apenas cerro, me separe girando bruscamente para soltarle una cachetada que por desgracia detenía en el aire, sujetándome de la cintura me atrajo de nuevo hacia él, pegando su cuerpo al mío frotando en mis piernas el bulto que ya se había formado en sus pantalones.

Que grosera preciosa, si nada más te quería saludar.

Bueno, ya me saludaste... ¡suéltame!

¡Cómo crees! Yo saludo así…

En ese momento me sujeto de la nuca con ambas manos y sin más me planto tremendo beso en los labios que tarde en reaccionar y comenzar a forcejar hasta que me soltó.

Con mucho coraje, en esta ocasión mi mano lograba impactar en su rostro una sonora cachetada marcándose en su cara, sin mirarlo me daba la vuelta caminando apurada hasta entrar al edificio cuando de pronto un fuerte golpe en mi retaguardia me hacía dar un salto ¡el muy cabrón! me había nalgueado.

Cachetada por cachetada, decía Hugo con una sonrisa simplona fingiendo dolor en su mano por lo fuerte del golpe, ¡ahora si Hugo! tú no entiendes, ¡me tienes harta! intente hablar contigo pero no me dejas de otra, voy a hablar en este momento con el ingeniero cesar. Sin más camine tan rápido como pude mirando de reojo que no se acercara de nuevo hasta entrar al edificio , durante el turno no podía sacar a ese crío de mi cabeza, era un adolescente idiota y prepotente si él creía que le tenía miedo estaba muy equivocado. Por fin al llegar la hora de la salida sin dudas me dirigí rumbo a su oficina, tocando la puerta, enseguida su voz me pedía pasar, al entrar me hacía señas que lo esperara un minuto mientras terminaba aun llamada.

En que puedo ayudarla Alicia.

Vera cesar, tengo un problema con una persona del trabajo… Dude mucho en venir con usted pero creo que es lo correcto.

Claro que es lo correcto Alicia, dígame de quién se trata para solucionarlo ahora mismo.

Es… Hugo el vigilante, ya en varias ocasiones me ha faltado al respeto y por más que intento hablar con él no entiende, al contrario se ha vuelto más descarado al verme hasta el punto de sentirme muy incómoda, no quisiera que perdiera su trabajo pero… si es necesario para que aprenda a respetar a los demás que así sea.

¡Tenía que ser! Vera… Con Hugo es un tanto… Complicado, es natural que usted no lo sepa… Pero ese muchacho es hijo de uno de los dueños de la empresa, está en ese puesto como castigo, por eso siempre está molestando a todo el mundo intentando que lo corran, evidentemente no lo puedo despedir pero despreocúpese voy a hablar personalmente con él para que la deje de molestar se lo prometo.

Qué suerte la mía, pensé, el vigilante, hijo de uno de los dueños, ¡nunca! se me habría pasado por la cabeza esa posibilidad, sin salir aun del asombro escuchaba la voz de cesar preguntando si había otra cosa que necesitara a lo cual negaba con la cabeza aun pensativa y dándole las gracias por la ayuda me disponía a salir.

Espere Alicia… Una cosa más, casi se me olvida comentarle algo importante, la próxima semana se van a festejar los 50 años de la empresa, todos los dueños asistirán, también el personal ejecutivo, me pidieron invitar de toda la plantilla a tres empleados que yo considere especiales y de inmediato pensé en usted ¿le gustaría asistir a la cena? Obviamente puede venir acompañada de su marido o algún otro acompañante.

De inmediato una sonrisa se dibujaba en el mi rostro, feliz acepte la invitación pensando que con tan poco tiempo en la empresa ya me consideraban… ¡especial! dándole nuevamente las gracias me despedía saliendo de su oficina rumbo a los elevadores para salir por la entrada principal, quería evitar encontrarme con Hugo a toda costa después de todo venia feliz como para terminar discutiendo con ese crío.

--- Día 45 ----

Me sentía temerosa cuando llegue a trabajar, pensando que seguramente cesar ya había hablado con Hugo quien me estaría esperando para recriminármelo, por suerte en ese momento la puerta se encontraba abierta y no había ni rastro suyo, bajando la guarda unos instantes me sentí tranquila despidiéndome de mi papito para entrar lo más rápido posible, antes de que ese mocoso regresara y me viera, pero apenas cruce la puerta, esta se cerró de golpe, logrando asustarme por el fuerte ruido provocando que saltara y volteara temerosa encontrándome con Hugo que estaba pegado a la pared mirándome con rabia en los ojos.

Te Atreviste a ir de perra con cesar... Por tu cara, me supongo... Ya te dijo quién soy y entenderás que ese ¡pendejo! me hace los mandados, quien diablos se cree para darme órdenes, si el imbécil cree que voy a esperar hasta que él diga… ¡Esta equivocado!

Sin entender a qué se refería con esas palabras, asustada lo miraba acercándose con una mirada siniestra, con fuerza me sujeto de los brazos empujándome hasta el interior de la pequeña caseta del vigilante, ¡me haces daño Hugo! le decía cada vez más asustada al ver sus ojos llenos de rabia y deseo.

Sabes puta… Mujeres no me hacen falta, puedo tener a la que yo quiera ¡cuando quiera! y ¡como quiera! ¡Tú! vas a ser mí… ¡perra!

Cuando te vi por primera vez me la pusiste tan dura con ese cuerpecito tan… ¡umm! que dije… Esa pendeja tiene que ser ¡mía! A como de lugar.

Sin dejar de decirme guarradas me fue acorralando hasta tenerme sometida en una esquina quedando a escasos milímetros uno del otro, al ver que me tenía en sus manos y que yo no decía absolutamente nada, lentamente fue bajando sus manos de mis brazos pasando por mi cintura hasta llegar a mi colita, ansioso colaba ambas por debajo de la falda apretando con deseo los caches de mi culo, sin perder tiempo una de sus manos velozmente se movía de las nalgas a mi intimidad frotándola bruscamente por encima de las bragas sin importarle una mierda que alguien nos viera, Por favor… Hugo ahh… De… Déjame… Le suplicaba repetidamente. Y haciendo caso omiso a mis suplicas su otra mano también abandonaba mi trasero subiendo y cubriéndome la boca al mismo tiempo que su dedo corría a un lado la delgada tela que se interponía entre él y mi coño. Clavando dos dedos en su interior iniciaba un saca y mete violento, nada agradable al principio ya que mi rajita no estaba lubricada y sus dedos tampoco lastimándome por unos segundos, pero al darse cuenta de mi cara de molestia los sacaba subiéndolos hasta mi boca y quitando su mano los hundía dentro.

Déjalos bien ensalivados mami, si quieres que se deslicen en tu coño.

Sin entender porque, lo obedecí, chupando sus dedos hasta dejarlos escurriendo.

Así me gusta, que seas una puta ¡obediente!. Me respondía complacido.

Auhh… ah... ahh... Nuevamente sus dedos volvieron a la carga haciendo que me retorciera en sus brazos con cada rítmico movimiento. Hugo… ¡para!, ¡por favor! si alguien ve lo que estás haciendo… Sin dejarme hablar más volvía a taparme la boca mientras sus hábiles dedos continuaban su labor.

La angustia de ser descubiertos había comenzado a tener un inesperado efecto en mí, tanto que ya era inútil esconder las reacciones que mi cuerpo estaba comenzando a sentir, dándose cuenta de ello quito su mano de mi boca provocando que ahora fuera yo la que intentara acallar los gemidos que sus dedos provocaban con el violento castigo a mi conejito. Podía hacer conmigo lo que quisiera en ese momento y él lo sabía ya que separo su cuerpo del mío, y con su ahora libre mano amasaba mis pechos por encima de la ropa sin importarle nada.

Qué coño tan estrecho se siente Alicia y tus tetas… ¡pero que tetas! Más suaves y a la vez firmes, ya me muero por correrme en ellas.

En un arranque de locura, se detuvo y mirándome a los ojos con ambas manos empezó a jalonear el saco y la blusa de una forma tan animal hasta que los botones de la blusa salieron disparados, dejando mis pechos para su deleite, cubiertos únicamente por el sujetador, mismo que de un tirón corría hacia arriba liberando mis cantaros de carne los cuales saltaban libres y majestuosos frente a su cara, sin esperar un solo segundo como un lobo hambriento se abalanzó sobre su presa devorándolos con vehemencia, concentrándose primero en lamber y chupar todo el contorno hasta dejar cada seno perfectamente ensalivando y enseguida cual infante se metía el pezón a la boca succionándolo por lo que me parecía una eternidad hasta que remataba con un electrizante pero doloroso mordisco en el pezón el cual me hacía gemir de placer y dolor. Sin poder contener más tiempo, la llegada de un inminente orgasmo, me dejaba llevar sintiendo como me invadía en cuestión de segundos Ahhh… Umm… Echando la cabeza hacia atrás cerraba los ojos y clavando las uñas en sus brazos sentía como las fuerzas me abandonaban por instantes haciendo que me desplomara de rodillas frente a él respirando agitada tratando de recuperar el aliento.

Hugo... Ya fue suficiente déjame ir ¡por favor! le rogaba una y otra vez aunque en el fondo no estaba para nada convencida de mis propias palabras.

Claro… Puedes irte Alicia, pero primero tienes que devolverme la corrida, Upps… ¡el favor! quise decir.

Sacando de su pantalón una gorda, morena y lampiña verga, la tomo de la base completamente erecta diciéndome, ¡di! aaaaaaaahh...

Si bien, al principio me había sometido en contra de mi voluntad, con ver ese pedazo de carne caía en una especie de hipnosis y sin poder evitarlo mojaba mis labios contemplando el delicioso ejemplar masculino con el que estaba a punto de deleitarme, sin reprochar más, ansiosa abría por completo la boca y de una solo embestida clavaba la mitad de su aparato hasta mi garganta.

Vamos… ¡chúpamela con ganas! que de buena fuente sé que eres toda una maestra cuando se trata de chupar vergas.

Sin darle importancia a lo que acaba de decir, tome su pene de la base sacándolo de mi boca, por un momento subí la mirada viéndolo a los ojos y sin dejar de verlo ponía ambas manos en sus piernas bajaba la cabeza y desde la base hasta el glande le propinaba una sensual lambida como si de una paleta se tratase. En ese momento su cara de excitación era todo lo que entendía y sabia, lo demás había desaparecido, concentrada me enfocaba en su enorme herramienta comenzando a chuparla como si la vida se me fuera en ello hasta dejarla perfectamente ensalivada, maravilla con mi obra de arte por unos segundos me dedique a contemplarla, pero el trabajo llamaba así que con una mano empecé a masturbarlo mientras dirigir mi atención hasta sus huevos los cuales desaparecieron en un instante dentro de mi boca la cual se desvivía en caricias y masajes. Aunque pensaba que me gustaría tomarme mi tiempo con ese rico manjar no podía olvidar en donde estábamos y necesitaba que se corriera lo más rápido posible, así que apurada volvía a meterlo a mi boca empezando a mamarlo como loca buscando con desesperación que se corriera, sintiendo en todo momento ese miedo latente a ser descubiertos, de pronto con ambas manos, me sujeto de la nuca enterrando lo más que pudo, su rabo en mi boca y moviendo sus caderas empezaba a follarme lentamente, aumentando las embestidas cada vez con más fuerza empujando mi cabeza hasta quedar pegada a la pared.

¡Se siente exquisito! Como la chupas mami, tenía razón, cuando me dijo que eras toda una experta, ya me imagino cuando te tenga ensartada… ¡por el culo!

Entre gemidos y gruñidos me decía guarrada y media en clara señal que ya no debía tardar más en correrse, casi enseguida saco su aparato de mi boca y tomándolo con ambas manos lo pelaba con furia expulso cuatro potentes y espesos chorros de semen que impactaban en mis tetas cubriéndolas con su caliente leche.

¡Se ven todavía mejor! Llenas de mi lechita Alicia. Me dijo burlonamente al ver mi rostro aterrado al caer en cuenta de lo que acababa de hacer.

Como si le pareciera poco lo que acababa de hacerme aparentemente buscaba terminar de humillarme pues con una sonrisa diabólica tomo su verga y como si fuera un pincel la usaba para extender el viscoso fluido por todas partes parando por un momento para contemplar maravillado su obra de arte. De pronto el timbre de la puerta comenzó a sonar, asustada lo miraba a los ojos sin saber qué hacer completamente paralizada.

¡Pero qué esperas! arréglate la ropa… o será que quieres que vean lo puta que eres, mira que por mí… no hay problema.

Sin decir ni media palabra me levante cubriendo mis pechos sintiendo enseguida como se pegaba el viscoso semen de Hugo a mi blusa y salí corriendo de ahí no sin antes escucharlo humillarme una última vez.

–“

No quiero que te limpies las domingas” cuando salgas quiero verlas como las deje y ¡¡cuidado si me desobedeces!!

Esa forma tan dominante de hablarme me dejo helada haciendo que un escalofrió me recorriera por el cuerpo, sin detenerme para nada llegue al primer baño que encontré encerrándome en un apartado tratando de entender que había pasado momentos atrás, como era posible que un adolescente me sometiera hasta ese punto, las lágrimas escurrían por mi rostro era tan débil no podía resistirme a las caricias de un hombre y mucho menos a ver una verga dura y jugosa, muy en el fondo lo que más rabia me daba era saber que lo había disfrutado deliciosamente, al bajar la mano y sentir totalmente empapada mi ropa interior recordaba el intenso orgasmo que había tenido producto de las caricias de ese crio.

Alrededor de quince minutos me quede en el apartado dándole vueltas y vueltas a las palabras de Hugo, cuando al fin me anime a salir me mire en el gran espejo que estaba en el baño viendo el reflejo de una Alicia despeinada, confundida y con las bubis completamente ¡llenas! de semen, recogiendo con el dedo índice una parte de su abundante descarga lo miraba decidiendo si debía limpiarlas o no, aún que en mi mente trataba de negarlo mi cuerpo aún se sentía caliente y con cada segundo que pasaba mirando mi dedo colmado de ese manjar mi calentura volvía haciendo que lo subiera hasta mi nariz oliendo encantada ese fuerte olor y cerrando mis ojos acercaba lentamente el dedo hasta mi boca la cual como si tuviera vida propia lo engullía, saboreándolo muy… Despacio. Bueno… si, después de todo voy a limpiar mis bubis sería una pena que se desperdiciara, pensé, mirando pícara mi reflejo en el espejo, pero justo cuando empezaba a recolectar más de ese delicioso y salado manjar caía en cuenta de lo que estaba haciendo ruborizándome por completo de la vergüenza, claro que eso no me impidió saborear cada preciada gota hasta limpiar perfectamente ambos pechos. Ahora el siguiente problema era el uniforme, el muy bestia había roto todos los botones de mi blusa y una parte de la tela dejando inservible la prenda, sin otra solución aparente mas que quitarme la prenda nerviosa me detenía a pensar que tendría que trabajar todo el turno únicamente con mi saco el cual sin mucho trabajo por no decir ninguno mostraba indecoroso mi lencería, me retoque el maquillaje y peine saliendo del baño a paso veloz, después de todo tenía que haber estado trabajando desde hace ya varios minutos.

Cuando llegue a mi departamento todos como de costumbre me miraron apenas entre produciéndole a todo el mundo una vista aún más deseable de mi sensual figura que hoy en especial mostraba aún más de sus encantos, al verme el licenciado Molina se acercó mirando de forma no tan discreta mis pechos preguntando con voz ronca el porqué de mi retraso, discúlpeme licenciado pero tuve un accidente con el uniforme al llegar al trabajo y tuve que pasar al baño a arreglarme de nuevo, fue lo único que se me ocurrió inventarle como excusa.

Comprendiendo el incidente me decía que estaba bien, pero que a cambio tendría que quedarme más tiempo al final del turno, aceptando su condición llegaba hasta mi lugar dejando mis cosas lista para empezar a trabajar. El resto del turno paso con normalidad todos como de costumbre se mostraban muy atentos conmigo sin perder la oportunidad de contemplar mi escote que hoy especialmente mostraba mucho más de lo normal.

Al Terminar el turno uno a uno todos en el departamento se iban retirando hasta quedar a solas con el licenciado Molina que tras varios minutos hablando por teléfono me miro y camino hacia una larga mesa de metal llena de cajas al final de la habitación donde yo me encontraba terminando de llenar el último informe del día.

Ya casi cubre el tiempo que debía Alicia, termine de llenar esos papeles y seria todo por hoy.

No hay problema licenciado le decía esbozando una sonrisa y volviendo al trabajo.

En cuestión de minutos tuve lista la caja con todos los informes del día, tomándola de ambas asas caminaba hasta los estantes disponiéndome a acomodarla, justo en ese momento caía en cuenta que nunca subía las cajas en los estantes ya que irremediablemente siempre que había intentado hacerlo sentía que me iba para un lado u otro, por suerte Omar al ver que batallaba, desde atrás me sujetaba de los brazos ayudándome a subirla. En un instante pude sentir su respiración en mi nuca y su cuerpo pegarse al mío, restregando entre los cachetes de mi trasero un grande y duro bulto. ¡Ya quedo Licenciado! Le decía un tanto nerviosa e incómoda al ver que no me soltaba pero si continuaba moviendo lentamente sus caderas. Soltándome después de unos segundos me di la vuelta para darle las gracias por la ayuda pero como si no pudiera evitarlo por unos instantes mi vista descendió hacia la enorme erección que se le había formado en sus pantalones, dándose cuenta enseguida de a donde miraba con sus manos se acomodaba despreocupado la erección provocando que nerviosa y apenada mirara a otro lado.

Pues vamos Alicia... Que ya se hizo tarde, me decía tranquilamente.

Encantada, le respondí tomando con prisa mi bolso. Te molesta si te acompaño, tengo que ir a comprar unas cosas y no quiero rodear el edificio si salgo por la puerta trasera.

No hay problema encanto, me dijo ofreciéndome su brazo para salir.

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Ya me era difícil sorprenderme con las cosas que Alicia hacía, después de todo tenía una calentura en la sangre capaz de nublar su juicio. Claro que sabia de su desliz con mis cuñados y aun que eso había sucedido antes de que le diera el diario parecía que incluso a ella le daban remordimiento de conciencia al dejarse empinar por sus propios familiares. Sin mencionar… Que todo este tiempo me había estado ¡mintiendo! asegurándome que había más mujeres trabajando con ella siendo que en realidad ella era la única mujer entre puros hombres, quizás y pecando de inocente lo había hecho para no preocuparme.

Aun que todo lo que había leído claro que me molestaba, sin duda lo que mas me hizo enojar fue todo lo escrito en estas últimas páginas, me sentí como un gran idiota. Fui tan iluso en pensar que había hechos amigos de verdad, cuando igual que todos lo único que buscaban era tener ensartada a mi caliente esposa.

Una serie de sensaciones como enojo, tristeza e incertidumbre me invadieron al volver a mi mente todas las salidas que había hecho con mis “amigos” en las últimas semanas pero sobre todo la noche que los conocí... Esa ¡maldita noche! cuando asistimos a la cena por el aniversario de la compañía donde trabaja Alicia, esa noche pensé que había congeniado de maravilla con ellos pero sobre todo con Hugo quien me parecía el más educado y con quien mejor me había llevado. ¡Imbécil! de mí, el tipo resulto ser el más cretino además de que estaba seguro de que había descubierto la verdadera naturaleza de mi esposa logrando someterla a su antojo.

¡Maldito!… Se había estado burlando de lo lindo en mi cara y pensar que apenas ayer estaba emocionado ya que había quedado con mis nuevos “amigos” para que todos saliéramos a tomar un trago el fin de semana.