El diario de Alicia (2)
De regreso en casa, continuo leyendo pagina a pagina el diario de mi caliente esposa sorprendiéndome con las palabras escritas en cada pagina.
–
No sé porque... aún me costaba trabajo creer en las cosas que hacia mi esposa y aun mas lo mucho que me gustaba ser un cornudo, había terminado de leer unas cuantas páginas de su diario y ya tenía la mano en mi pene masturbándome con vehemencia hasta eyacular en mi mano, pensaba en la forma tan fácil que entrego su hermoso y sensual cuerpo a un anciano que bien podría ser su padre pero sobre todo lo mucho que disfrutaba haciéndose la tonta o despistada. Con tan pocas hojas de su diario muchas cosas ahora se aclaraban, pero sobre todo confirmaba las sospechas que tenía sobre su trabajo, lo único que aún no sabía era como paso de abrir las piernas con su jefe a dejar que el vigilante abusara de ella... quizás sentía debilidad por los viejos verdes y calientes.
–
Dejando su diario a un lado de la cama me tomaba un descanso para limpiarme y comer algo, la noche aún era joven y quería enterarme de todas las guarradas que Alicia hacía en su trabajo, incluso de alguna otra cosa.
Día 19
–
Ya han pasado más de dos semanas desde que comencé en mi nuevo trabajo, las cosas van bien en casa, el dinero nos ha ayudado mucho, aunque no pagamos renta si procuramos contribuir en los gastos diarios, lo único que aún me hace sentir mal es la pésima suerte que ramón tiene con los trabajos todos los días el pobre sale a buscar empleo pero siempre regresa con las manos vacías, se debe sentir muy frustrado al depender de mí sabiendo de antemano que mama lo mira de mala manera a tal punto que en varias ocasiones me ha dicho que es un bueno para nada y lo mejor sería dejarlo.
–
Después de una larga semana al fin era último día de trabajo, esperaba descansar todo el fin de semana y pasar tiempo con ramón o al menos eso deseaba ya que el fin de semana pasado el licenciado campusano me había hecho trabajar o mejor dicho me había tenido trabajando arriba de él, debo confesar que en un principio me había sorprendido toda la vitalidad que el viejo tenía a pesar de su edad haciendo que inevitablemente hiciera una comparación con ramón que siendo mucho más joven que él no aguantaba mucho tiempo una erección sin mencionar que una vez eyaculaba era imposible que se volviera a poner duro su pequeño pene por más que me esforzara al estimularlo.
–
Como todos los días hasta el momento siempre me presente con jeans ajustados o pantalones de vestir pegaditos, blusas de vestir y en ocasiones ropa de oficina un poco más formal, al final como dije no podía quejarme, el trabajo era sencillo aunque el licenciado me había dicho en un principio que era muy pesando, siendo honesta terminaba más cansada por nuestras sesiones de sexo en su oficina que por el trabajo, eso sí... tengo que admitirlo, el viejo me tiene bastante satisfecha tanto que ya no le ruego a ramón para hacer el amor, ahora es el quien me pide que lo hagamos, pareciéndole al principio muy extraño más al conocer mis… necesidades, por suerte logre convencerlo que era debido al estrés en el trabajo. El pobre ni se imagina que lo que menos me falta es una verga dura y gorda enterrada en mi almejita, desde los primeros días me presentaba al terminar mi turno en la oficina del licenciado campusano y lo hacíamos hasta que él se corría copiosamente en mi vagina, tetas o en mi boca, claro que antes lo primero que hizo fue cumplir su promesa derramado toda su leche dentro de mi conchita obligándome a trabajar ese día sintiendo su espeso semen embarrado en mis bragas, conforme avanzaron los días una especie de rutina se había formado, al iniciar el turno me hacía que se la chupara bajo el escritorio hasta correrse en mi boca que encantada saboreaba su semilla mientras el atendía sus pendientes, a mitad del turno me volvía a llamar alegando que la primera chupada lo había dejado caliente y no se aguantaba las ganas hasta el final del turno para poseerme, tras varios días llegamos a una especie de acuerdo, al entrar le hacía sexo oral, a la mitad del turno lo masturbaba de nuevo usando mis pechos incluso dejándolo en algunas ocasiones penetrarme pero siempre al terminar el turno se tomaba el tiempo de desnudarme completamente y disfrutar con más tranquilidad cada centímetro de mi cuerpo que poseía como una bestia arriba de su escritorio, en su pequeño sofá he inclusive en el piso.
Día 22
–
Igual que todos los días el despertador con su molesto sonido me anunciaba que era hora de levantarme, con flojera lo miraba marcando las seis de la tarde y como venía escurriéndome desde que entre a trabajar un rico calorcito en mi rajita me acompañaba, en un principio pensaba que era culpa de los encuentros con el licenciado o mi subconsciente que me traicionaba pensando en lo que me esperaba ese día en el trabajo, lo único raro era que siempre despertaba con mis shorts o batas ligeramente fuera de lugar, sin darle importancia, me levante, agarre una toalla y salí rumbo al baño para ducharme. Bajando poco a poco mis pequeños shorts notaba que mi tanguita estaba a la mitad de las nalgas como si alguien me la hubiera bajado pero por lo ajustado de la prenda no lo había sentido, seguramente ramón se había colado en nuestro cuarto y dormida había estado jugando con mi colita, ¡picaron! pensé sonriendo y entrando a la ducha tomando un baño rápido, al cabo de unos minutos me encontraba de regreso en la habitación secándome el cabello, decidiéndome al fin por la ropa para el trabajo elegía una blusa negra y un pantalón blanco entallado a la cadera el cual delineaba perfectamente mis redondas pompis. Las horas había paso volando y apresurada miraba por un instante el reloj sin dejar de preparar mi bolso imaginando que ramón ya estaría esperándome abajo para irnos al trabajo, cosa que era cierta, al verlo impaciente en la entrada de la casa mientras bajaba las escaleras.
–
Amor... he notado que últimamente llegas más cansada del trabajo, no será que te hacen trabajar más de la cuenta o que el trabajo es demasiado pesado para ti… no quiero que te enfermes por mi culpa, nunca me lo perdonaría, si sientes que es demasiado renuncia ya veré como le hago para conseguir trabajo o dinero, me decía ramón preocupado al ver lo apurada que bajaba las escaleras.
–
Para nada amor, el trabajo es... algo pesado pero no es tanto eso, más bien es por el cambio de horario al trabajar por las noches y dormir en el día aun no me acostumbro del todo, le respondía mirándolo tiernamente pensando en cuanto lo amaba cada vez que se preocupaba por mi haciéndome recordar que quizás yo sea demasiado fogosa para el ¡pero eso no importa! nuestra relación no se basa en el sexo si no en el amor siendo para mí lo más importante.
–
¿Sabes que te amo mucho verdad? ...y más cuando te preocupas por mí.
–
Yo también mi vida.
–
De verdad lo amaba, por eso… cada vez que lo engañaba me sintiera como una puta que no lo merecía, aunque muy en el fondo quería o más bien ¡necesitaba! creer que a ramón no le molestaban las miradas y abusos que otros hombres tenían conmigo al contrario le gustaban de lo contrario no podría entender la razón por la cual nunca me había armaba escándalos... ¡y valla! que tuvo oportunidades.
–
Está bien Amor pero quiero que me digas si llegas a sentir el trabajo demasiado agotador en el futuro.
–
Claro que si papi, le respondía enamorada y feliz mientras nos tomábamos de la mano como dos enamorados.
–
Durante el camino hablamos de todo un poco hasta que llegamos a la entrada principal del edificio siendo esta para ejecutivos y visitantes, dimos la vuelta al edificio rumbo a la entrada del personal que constaba de una casilla de vigilancia y un gran zaguán negro los cuales estaban a cargo de Hugo un joven muy mal encarado, toque el timbre y de inmediato el comunicador sonaba preguntando quien era, mientras la puerta se abría como de costumbre me despedía de mi papito abrazándolo y dándonos un tierno beso de despedida, al salir Hugo de forma descarada contemplaba con lujuria mi cuerpo recorriéndolo a detalle sin importarle que mi marido aun estuviera presente, cuando volteaba y lo sorprendía mirándome nunca retiraba la mirada o se hacia el disimulado al contrario me miraba a los ojos con una mirada retadora, al principio intente no darle importancia siempre procurando saludarlo mirando a otro lado nerviosa pero últimamente apenas la puerta se cerraba lo que había comenzado como piropos y miradas avanzo a frases como “que chichotas se te ven hoy” o “que rico mueves el culo corazón”, por eso al entrar aceleraba el paso lo más rápido posible tratando de ignorarlo. Al iniciar el turno como todos los días Iba de camino a hacerle la visita de costumbre al licenciado campusano tomando un pasillo que conecta con las escaleras encontrándome al ingeniero robledo el encargado de recursos humanos un hombre de unos cuarenta años piel blanca, alto, delgado y algo fornido con una mirada fría y trato prepotente hacia los demás, dirigiéndonos aparentemente ambos a las escaleras.
–
¡Hola Licenciado! le decía al mismo tiempo que un seco hola salió de su boca, al llegar a las escaleras me hizo la señal que primero subiera yo al ser unas escaleras no tan anchas solo podía subir una persona, un gesto de amabilidad completamente extraño en él, pensé dándole las gracias por su caballerosidad pero al subir las escaleras entendí en segundos porque tanta amabilidad, ¡hombre al final! lo que quería era verme el culo mientras subía las escaleras, dando la vuelta lo miraba de reojo el muy bribón no perdía detalle del conteo de mi colita con cada escalón que subía hasta que llegamos al tercer piso y nos separamos.
.-¡Hola papi! le decía en tono cachondo al licenciado campusano que ya me estaba esperando con una mirada de extraña preocupación la cual al verme cambio por una de completa lujuria.
–
Te estaba esperando ansioso Alicia, no sabes cómo te necesito, hoy será un día... ¡difícil! y necesito relajarme.
–
Sin decir más se levantó y comenzó a desabrocharse el pantalón quitándoselo y sentándose de nuevo en la silla
–
Ya sabes cómo ¡me gusta! Encanto...
–
Si papi, le respondí sumisa mientras me hincaba hasta quedar de rodillas, yendo a gatas movía las caderas sensualmente hasta llegar a su silla la cual el movía a un lado dejándome entrar en el espacio bajo su escritorio, sujetando su flácido aparato aspiraba ese fuerte olor a macho dándole un rico masaje con mi mano sintiendo como cobraba vida poco a poco en mi mano, con cierta desesperación la metía en mi boca saboreando cada milímetro de carne hasta sentir que llegaba a mi garganta, sensación que me fascinaba, después de unos segundos la sacaba por completo mirando su rojizo y brilloso glande el cual sin poder contenerme comenzaba a lamer como una paleta haciendo que el cuerpo del licenciado se estremeciera con cada caricia que le daba.
–
siiiii… ¡vamosss! continua así… así… preciosa ¡eres la mejor! chupando vergas ahhh… ahhh...
–
Lo escuchaba quejarse y soltar uno que otro gruñido cuando sin avisar alguien entro en la oficina justo cuando estaba a punto de acelerar la mamada, me quede congelada y aterrada de que la persona descubriera que había alguien bajo el escritorio mamándosela al jefe, rápido solté la verga del licenciado quien se acomodó de nuevo en la silla tratando de aparentar que no estaba pasando nada raro.
.- ¿Porque no ha tocado Ingeniero? ! Aun soy su jefe! y hasta que lo sea tiene que tocar primero.
–
Tranquilo no se enoje, veo que está muy… ¡ocupado! solo quería comunicarle que ya es oficial, su jubilación esta lista y el cargo pasara a mí a fin de mes tal y como la junta me lo ha hecho saber hace un momento.
–
Lárguese de aquí… ¡Ahora!
–
Se escuchaba completamente enfurecido, nunca antes lo había escuchado así de molesto y todavía más importante… ¿se jubilaba?
–
Está bien “Jefe” no se ponga así no sea que le dé un ataque al corazón y no llegue a jubilarse... ya sabe que las emociones fuertes no son buenas para una persona de... ¡su edad! Asi como...“tampoco lo es el agitarse diario”
–
Era como si supiera lo que estaba pasando bajo su escritorio y con quien pasaba, por un momento pensé que me llamaría para que saliera de debajo pero en un arranque de ira del licenciado amenazo con levantarse de su escritorio a lo que el ingeniero prefirió abandonar la oficina al instante no sin antes soltar un par de carcajadas al cerrar la puerta.
–
Lo siento… me olvide de cerrar la puerta con seguro cuando entre, le decía al licenciado todavía con algo de miedo al pensar lo que podría haber pasado si nos hubieran sorprendido.
–
No te preocupes Alicia... por esta razón era por la que te necesitaba con tanta urgencia, pensaba decírtelo yo pero... ¡ese idiota! se me adelanto, prometo contarte todo pero por favor... antes ¡termina! con lo que estabas haciendo.
–
Volviendo a bajar su pantalón se recostaba en el respaldo nuevamente, está bien... le dije sonrojada, su erección había desaparecido por completo solo quedaba un pequeño pene oscuro y flácido cubierto completamente por su abundante mata de bello frente a mí, lo tome de nuevo devorándolo por completo sintiendo sus bellos introducirse por mi nariz con cada caricia que le propinaba a su miembro masajeando al mismo tiempo con una mano sus peludos huevos logrando al cabo de unos minutos que reviviera por segunda vez, contemplándola dura y hermosa me concentraba enseguida en su glande chupándolo extasiada mientras masturbaba con la mano el resto de su miembro haciendo audibles los gruñidos y gemidos provenientes de la boca del licenciado hasta que su pene comenzó a hincharse en mi boca escupiendo a borbotones su caliente y espesa leche la cual tragaba con placer, formándose un sensual hilo de esperma al sacarlo de mi boca.
–
Eres increíble Alicia, es una lástima que en poco tiempo no pueda seguir disfrutando de ti, él continuaba hablando pero yo solo me concentraba en dejar reluciente su rica cosota exprimiendo todo resto de leche de su aparato sin prestar mucho caso a sus palabras hasta que la deje reluciente, pidiéndole que me permitiera levantarme me sentaba frente a él, contándome enseguida que había estado retrasando su jubilación desde hace ya un buen tiempo, que el ingeniero de recursos humanos estaba tras su puesto y había metido presión con la junta de la empresa para que le retiraran del cargo.
–
¡Lo siento mucho! por usted licenciado… le respondía sinceramente triste con la noticia por un lado aunque por el otro me daba algo de gusto al pensar lo que eso implicaba.
–
Antes de irme quería advertirte que tengas... ¡mucho cuidado! con el ingeniero, él no es de las personas que aceptan un no por respuesta, trata de no entablar mucha amistad y sobre todo !cuídate! nunca creas en nada que te diga, ahora vete, no queremos que sospeche de ti... después de todo ya no voy a estar para cuidarte.
–
Este bien licenciado, le decía saliendo de la oficina a punto de tomar las mismas escaleras de la última vez pero me quede pensando que tal vez el ingeniero estaría esperándome y no tendría forma de explicar porque estaba en ese piso en horas de trabajo así que mejor tome el ascensor y decidí darle toda la vuelta hasta llegar a mi lugar de trabajo.
–
El resto de la noche transcurrió con normalidad solo por el detalle que veía al ingeniero pasease más veces de lo normal por mi área sintiendo su mirada de vez en cuando, al terminar el turno fui a los sanitarios a refrescarme para después ir de nuevo con el licenciado, con rumbo a las escaleras el sentimiento de ser vigilada me hacia mirar lo más cautelosa posible detrás y por un segundo me pareció ver al ingeniero, seguramente me estaba siguiendo para atraparme con las manos en la masa o más bien en la verga, quizás buscaba una razón más para quitar al licenciado de su puesto y a mi seguramente despedirme. ¡No! …no estaba dispuesta a perder mi trabajo por un descuido, el licenciado tendría que perdonarme pero no me vería sino hasta el lunes, además así no me pediría que viniera el fin de semana.
–
Aparentemente dejo de seguirme al darse cuenta que marque mi tarjeta y me dirigía a la salida.
–
Adiós... ¡mi Reyna! vas a venir mañana verdad… para que me alegres el día con ese cuerpecito.
–
Cuando mire a Hugo el muy sínico hacia la forma de unas curvas con sus manos. ¡Pues no! mañana no vengo a trabajar y por favor ya no me faltes al respeto... no quiero tener que acusarte con el licenciado campusano.
–
¡¡uhhh!! ¿Pero porque lindura? si es la pura verdad, estas que te caes de buena... con ese culito ¡tan... paradito! y ¡esos melones! ummmm… que daría por estar entre ese par ¡ahora!
–
Conste Hugo, le respondía en tono amenazante.
–
Eran las siete de la mañana y ramón aún seguía dormido, tratando de no despertarlo me acosté abrazándolo amorosa y cansada venciéndome el sueño casi al instante olvidándome de todo… al menos por unas horas.
Día 31
–
Últimamente tengo que ser muy precavida cuando visito al licenciado campusano ya que el ingeniero robledo me ha estado siguiendo a donde sea que voy, en cada descanso o al salir y entrar del turno aunque algunas veces no se aparece y otras si, le había comentado esto al licenciado y ambos coincidimos que seguramente era otra excusa para sacarlo de la empresa pero para mala suerte suya nunca lo logro y hoy era el último día del licenciado, ambos habíamos quedado que ese día solamente nos veríamos al final del turno y seria a manera de despedida. Durante el turno todo había transcurrido con normalidad pero el saber lo que me esperaba al terminar la jornada había hecho que permaneciera excitada toda la noche, al final mi cuerpo lo necesitaba tanto como él suyo y contando que los últimos días muchas veces no logre ir a verlo por culpa del ingeniero mis partes íntimas no estaban recibiendo la atención necesaria así que esta vez había tomado precauciones extras como salir antes para evitar que el ingeniero me estuviera esperando y funciono de maravilla no había ni rastro suyo. Con mucha cautela entre tan rápido como fue posible a la oficina del licenciado que me miro curioso al ver la prisa con la que entre y puse el seguro.
–
¿Que pasa mi niña? esta vez llegaste antes de tiempo.
–
Si papi así evite que el ingeniero robledo me estuviera esperando a la salida, quería despedirme… como se debe y no quería que ¡nadie! me lo impidiera.
–
Con un sensual vaivén caminaba hasta el arrebatándole los papeles que revisaba y con una sonrisa picara los tiraba al piso, sentándome enseguida en sus piernas lo besaba con pasión y deseo siendo corresponderme de igual manera, posando sus manos en mi cintura las subía lentamente hasta mis pechos, apoderándose de ellos, con fuerza los amasaba y estrujaba a su antojo.
–
Vienes muy... ¡caliente! Alicia.
–
si papi umm… todo el turno me la pase pensando en ti, ya no aguanto más...
–
Una de sus manos abandonando mis pechos se posaba entre mis piernas abriéndose camino entre ellas hasta mi coñito el cual masajeaba por encima del pantalón, ummmm… siii... ahh… sin perder un solo segundo hábilmente desabrochaba botón a botón de mi blusa hasta que su mano palpo mis senos sobre el sujetador el cual corría a un lado dejando mis senos desnudos y a su merced, con la mirada clavada en mis niñas se mojaba los labios contemplado el manjar que estaba por degustar, hasta que saliendo del trance sus dedos comenzaron a apretar mis delicados pezones uno a uno haciéndome jadear y gemir ante esa ola de exquisitos choques eléctricos que me obligaban a recargar en su pecho disfrutando cada caricia.
–
Te toca ti encanto... me decía el licenciado, ni lenta ni perezosa me levante tomándolo de la mano caminando ambos hasta su pequeño sofá, excitada y controlando la situación lo arrojaba encima y de forma erótica me inclinaba buscando desvestirlo mientras él me miraba complacido dejándose quitar la camisa, arrodillándome desabrochaba enseguida la hebilla de su cinturón bajando con algo de trabajo el resto de su ropa hasta dejarlo completamente desnudo, con una sonrisa pícara en mi cara me llevaba un dedo a la boca contemplando golosa esa rica y peluda verga como si fuera el más exquisito manjar deseando tenerlo ya dentro de mí.
–
Nuevamente de pie y en forma de striptease movía sensualmente mis caderas recorriendo con ambas manos todo mi cuerpo, dándome la vuelta desabrochaba el botón de mi pantalón al mismo tiempo que me inclinaba dejando mi colita a centímetros de él y moviendo lentamente mis caderas en círculos poco a poco me bajaba la prenda hasta que caía al piso dejando para su deleite mis redondas y paradas nalgas cubiertas únicamente por una diminuta y transparente tanguita rosa, sin dejar de mover mi cuerpo me giraba llevando las manos hasta mi blusa terminando de desabrocharla hasta que caía al piso.
–
¿Te gusta amor? Lo compre especialmente para ti… le preguntaba coqueta modelándole un sexy coordinado en color rosa pastel con transparencias y encajes.
–
Se te ve increíble Alicia, me decía ya impaciente.
–
Sin hacernos esperar más a ambos llevaba las manos al sostén desprendiéndome de la prenda observando al licenciado que comenzaba a sobarse su verga despacio listo para lo que se venía, por último fue el turno de la tanguita, tomando de cada lado la prenda y sin doblar las piernas me inclinaba comenzando a bajarla.
–
¡Déjatela puesta! Me pidió completamente ronco de excitación.
–
Lo que digas... ¡amor! hoy hacemos todo… lo que quieras umm… le decía dándome una última y coqueta nalgada en mi colita, girando nuevamente hacia el me hincaba por completo impaciente por saborear de nuevo ese delicioso pedazo de carne el cual tomaba de la base y acercándome poco a poco olía fascinada su esencia de macho, dándole tiernos besitos desde la base hasta el glande, en un instante desaparecía casi la mitad dentro de mi boca mientras con la otra mano corría a un lado la delgada tela de mi tanguita metiendo dos dedos en mi rajita masturbándome frenéticamente, ahogando cada gemido con el trozo de carne que ahora invadía mi garganta aceleraba aún más la velocidad de la mamada viéndolo debatirse entre el placer y la agonía que le causaba mi boca escuchando sus gruñidos acompañados de gemidos sintiendo en ese momento un potente orgasmo que se hacía presente en mi coñito empapando por completo mi mano, al darse cuenta que me había corrido con ambas manos me sujeto de la nuca iniciando un frenético mete y saca del cual tras varios segundos de follar mi boca sentía su verga contraerse dentro escupiendo a borbotones ese delicioso manjar salado que tanto me fascinaba sintiéndolo recorrer todo el camino desde mi garganta hasta el estómago provocándome un nuevo orgasmo que sentía me quitaba el aire obligándome a sacar su aparato de mi boca en un intento por recuperar aire.
–
Alicia quiero sentirte ¡¡Yaaaa!!
–
Completamente desesperado se paró del sofá con su verga dura como un fierro y con restos semen, tomándome de la mano me ayudo a subir al sofá dejándome con el rostro mirando hacia la pared, separando ambas piernas y apoyando mis manos contra la pared me inclinaba lo más posible dejando mis redondas y firmes nalgas a su disposición parándolas lo más que podía. ¡Papito ya métemela! por favor… hazme tuya, quiero sentir tu cosota hasta mi útero, le suplicaba casi gimiendo al sentir sus ásperas manos recorrer todo mi culo apretándolo y masajeándolo hasta llegar a mi rajita, de pronto sus caricias se detuvieron por lo que me pareció una eternidad haciendo que estuviera a punto de voltear para ver qué pasaba cuando de pronto su cara se incrusto por completo entre mis nalgas moviendo hábilmente su lengua entre los labios de mi coño arrancándome tiernos gemidos ahh... ahh... umm... ahh… siiiiii papi así ¡que rico! Era obvio que estaba haciendo lo mismo que yo hice… y quería ¡Calentarme! Haciéndome sufrir retiraba su cara por instantes de mi colita obligándome a suplicar para volver a sentir su lengua lamer desde mi rajita hasta mi ano el cual no perdía oportunidad de presionar con su lengua.
–
Ahhh... Ummm… papi te lo ruego métemela, ¡¡no aguanto más!! Le suplicaba fuera de mí moviendo en círculos mis caderas.
–
jajajajaja… Así me gusta que supliques a tu ¡macho! Vamos… dime que quieras la verga de este viejo en tu mojada panocha.
–
Ahí papi…. ¡como serás! ahhh…ahhh… Umm… sentía como volvía a la carga besando y chupando mi ano intentando penetrarlo con su lengua mientras sus dedos me masturban frenéticamente sin parar, ahhh… ahhh… ¡¡quiero que me llenes mi vagina con tu gordo aparato!! Me encanta que me cojas y me la entierres hasta el útero… le repetía una y otra vez al borde de la locura.
–
Bueno… si tanto la quieres... no puedo negarme jeje.
–
De una solo embestida todo su aparato desapareció en mi coñito que lo recibía encantado y sin problemas gracias a mí ya bien lubricada vagina empezando un fuerte bombeo al mismo tiempo que un chac… chac… chac… chac salía del choque de su pelvis contra mis nalgas haciéndome disfrutar en total éxtasis el castigo de sus fuertes embestidas mientras él se deleitaba escuchando los gemidos de la hembra que tenía sumisa recibiendo el castigo que le propinaba su falo.
.- ¡Si papi! ¡Más fuerte! dale con todo a tu putita ¡cabrón! le decía fuera de mí sumergida en mis deseos y calentura. Dejando caer su vientre sobre mis nalguitas y espalda estiraba sus manos hasta mis pechos estrujándolos y pellizcando mis pezones produciéndome deliciosos choques eléctricos al mismo tiempo que mis piernas estaban a punto de sucumbir al peso de su cuerpo y encima resistir sus fuertes embestidas.
.-Notando que cada vez me doblaba más en el sofá se levantó y retiro su aparato de mi hinchada y humeda vagina, haciéndome señas que me levantara me tomo del brazo y me llevo hasta un extremo del sofá dejándome caer de nuevo boca abajo con las nalgas en el filo del sofá totalmente expuestas, colocándose enseguida detrás mío corría mi tanguita penetrándome de un solo golpe recargando nuevamente su peso sobre mí solo que ahora el respaldo nos sostenía a ambos provocando que arremetiera de nuevo a una velocidad ¡sorprendente! Y aún más para su edad… contra mi pobre coñito que soportaba encantado el castigo del licenciado, sus ásperas manos por otro lado volvían al ataque sobre mis pechos apretándolos con furia, al poco rato y casi gritando lo escuchaba decir entre gruñidos, me vengoooo… Alicia... me… vengoooo… acertando las últimas estocadas en mí chochito podía sentir contraerse esa gorda boa en mi interior escupiendo su veneno tapizándome las entrañas por completo de su caliente y espesa semilla la cual provocaba en mí un nuevo y aún más intenso orgasmo. Sentía mi vagina contraerse en deliciosos espasmos, invadida aun por su gorda verga y tratando de no olvidar donde me encontraba intente contener el ruido de mis gemidos hundiendo la cabeza en el sofá entregándome por completo al placer de ese instante.
.-Poco a poco su cuerpo se iba levantando del mío sacando su ya flácida verga de mi interior dejándose caer del otro lado del sofá totalmente exhausto y bañado en sudor.
.- ¡Carajo Alicia! es la mejor cogida que hemos tenido hasta ahora.
.-Resoplando trataba aun de recuperar aire, verlo totalmente satisfecho inconscientemente me hacía feliz dibujando una sonrisa en mi cansado y sudado rostro, en un último intento por complacerlo me arrastre por el sofá hasta apoyar mi cabeza en sus peludas piernas tomando su miembro flácido y llevándolo a mi boca limpiando los restos de su esperma como si fuera el más delicioso manjar, mirándolo completamente satisfecha le propinaba las ultimas chupadas a su ya pequeño pene.
.-Eres increíble Alicia, nunca había conocido a una mujer tan caliente como tú, lástima que ya estoy tan viejo si no hacia que dejaras a tu pendejo marido y fueras mi mujer.
.- ¡Nunca! dejaría a mi marido, lo amo mucho y lo que hice contigo es solo sexo.
.- Como digas putita, vamos… ¡levántate! ya se nos hizo tarde, tu maridito se va a preguntar porque aún no llegas.
.- Tenía razón eran casi las siete treinta y se suponía salía a las cinco, a esta hora debía estar ya en casa con ramón, levantándome del sofá me limpiaba en silencio con un par de pañuelos mi cansado pero satisfecho cuerpo impregnado del sudor de ambos, poniéndome sin más remedio solo el pantalón al estar empapadas mis bragas al terminar empezaba a arreglar mi cabello y retocarme el maquillaje.
.- Adiós licenciado… fue bueno mientras duro.
.-No creo poder venir a la oficina a diario sin levantar sospecha aunque no significa que no podamos seguir viéndonos, claro… si tú quieres.
.-No lo sé… licenciado le respondía sinceramente, aunque muy en el fondo no me interesaba volver a verlo después de todo ya no tenía sentido acostarme con él si ya no iba a tener ningún poder sobre mí, obviamente no le dije esto de habérselo dicho quizás buscaría alguna forma de obligarme y preferí dejarlo en lo incierto.
.- Cuidadosamente al salir de su despacho miraba a todas partes dando gracias que mi nuevo jefe no se veía por ningún lado, ya era tarde y pensé que no habría problema si tomaba el ascensor para salir por la puerta principal, tranquilamente caminaba cruzando el obvie hacia la salida del edificio cuando de pronto el ingeniero robledo entro por la misma puerta cruzando nuestras miradas lo salude lo más tranquila posible.
.- Que hace a esta hora todavía por aquí Señora Alicia.
.- Por un momento no supe que contestar; me demore un poco terminando el trabajo ingeniero.
.- Pero si yo no la vi en su puesto de trabajo y… de hecho vengo de su departamento.
.-Más nerviosa esquivaba su mirada pensando en una mentira lo más rápido que podía, ah... Seguramente cuando usted pasó recién me había ido. Le respondía notando que por alguna razón no le quitaba la vista a mi entrepierna pero por el nerviosismo no le preste mas atención.
.- Si… Seguramente fue eso Alicia, que tenga un buen fin de semana y el lunes la quiero ver en la sala de conferencias, como ya debe saberlo su jefe se va a jubilar y yo voy a ocupar ese puesto así que habrá una reunión con todo el personal ya que habrá ciertos cambios en la empresa, así que la espero junto con los demás muy puntual.
.-Claro licenciado, despidiéndome rápido emprendía la caminata de nuevo hasta llegar a la salida del edificio, aterrada en ese momento me daba cuenta porque no le quitaba la vista de encima a mi entrepierna, restos de semen en mi vagina habían mojado la tela del pantalón haciendo que se marcaran y transparentaran los labios de mi vagina, cubriéndome enseguida con la bolsa de mano paraba un taxi para irme a casa.