El diario de Álex

Una historia real que narra el reencuentro de Álex y Sandra, ¿Volverán a mantener relaciones sexuales después de tanto tiempo?

En la vida hay ciertas situaciones que tenemos reservadas para los famosos caprichos del destino. Me llamo Álex, soy de Vigo y así comienza esta historia de amor en la que os contaré cómo y por qué terminé con Sandra aquella madrugada en un hotel de su ciudad.

Sandra es una chica preciosa con la que había mantenido varias relaciones sexuales en mi juventud usándola única y exclusivamente para satisfacer mis alocadas ansias de sexo. Los dos guardábamos muy buenos recuerdos de esa etapa, follábamos a todas horas como perros y fuera el momento que fuera ella siempre estaba disponible para hacer el amor conmigo.

En ciertas ocasiones actuaba como si fuera una auténtica sumisa y eso me ponía una barbaridad. Además, estoy seguro de que esa obsesión por el buen sexo que practicábamos era el principal motivo de nuestro enganche.

Teníamos una complicidad tremenda, el coche era nuestro sitio favorito pero si la situación lo requería nos lo montábamos en cualquier rincón por muy excéntrico que pareciera.

Recuerdo un polvo realmente espectacular en mi casa, pero podíamos hacerlo en el ascensor, en un baño público, encima de la mesa, en la ducha, en el portal de su edificio... Corrernos juntos y ver lo bien que nos entendíamos era verdaderamente una locura, cierto es que cualquier ubicación nos valía para saciar el hambre de sexo que sentíamos el uno por el otro. Con todo esto, he de reconocer que Sandra me había marcado mucho, le guardaba un especial cariño y a pesar de llevar tantos años sin verla la recordaba con frecuencia al masturbarme, en fin, cosas del pasado que nada tienen que ver con este hermoso reencuentro que a continuación voy a escribir.

Así empezó todo…

Había quedado con algunos amigos para ir de fiesta a Pontevedra, no voy a negar que encontrarme accidentalmente a Sandra en su ciudad me haría muchísima ilusión. ¡Y así fue! De forma improvisada apareció a mi lado en el Aranda, uno de los últimos locales que pisamos esa noche, al verla me puse muy cachondo, mi corazón se aceleró y con nerviosismo me acerqué a su oído para decirle “lo último que me esperaba era poder verte esta noche”.

Estábamos en aquel famoso pub de copas y el nivel de alcohol iba subiendo a la vez que las ganas de rozarme contra ella se iban incrementando, sonaba muy buena música y la aglomeración de gente era tremenda. Sandra llevaba un vestido negro muy discreto con un elegante zapato de tacón que realzaba al máximo su figura, yo vestía con camisa a cuadros, jersey azul celeste, vaqueros y unas zapatillas de moda en color blanco.

Nos saludamos efusivamente y comenzamos a charlar sin darnos cuenta de lo que iba a suceder aquella fría noche de invierno. Habían pasado muchos años desde la última vez que estuvimos juntos, Sandra ya se había casado y eso le impedía comportarse como siempre lo había hecho conmigo. Pero, era evidente de que algo especial seguía existiendo entre nosotros y ese encuentro casual tenía que acabar como ambos deseábamos.

Poco a poco y después de una charla distendida, Sandra aceptó mis insinuaciones y decidimos abandonar el establecimiento. El plan era encontrar una disculpa y escaparse de sus compañeros de trabajo, ella había disfrutando de una divertida cena navideña y no quería levantar sospechas. Teníamos que aprovechar una oportunidad en la que nadie nos mirara para salir y disfrutar la madrugada recordando viejos tiempos.

Creo que lo hicimos bien y fuimos muy discretos, para ello Sandra me pidió que la siguiera sin dar lugar a suspicacias, acepté el plan y la seguí hasta que me ordenó subir a un taxi, inmediatamente le pidió al conductor que nos llevara al Motel Venus. Fue un tramo corto en el que casi no nos dirigimos la palabra, en menos de 10 minutos estábamos allí, recuerdo que pagó ella la habitación y el taxista nos dejó justo en la entrada del garaje. Al bajarnos del coche se abrió el portalón y rápidamente entramos a la habitación.

Yo ya no podía resistir más, al instante comencé a besarla, necesitaba que mi lengua se reencontrara con la suya, volvíamos a estar a solas en un ambiente óptimo para dar rienda suelta a nuestra excitación y eso había que aprovecharlo. Rápidamente la empujé contra la pared y sin dudarlo comencé a besarla de forma apasionada, quería recuperar el tiempo perdido y que nuestras lenguas  chocaran una y otra vez transmitiendo aquel deseo que yo tanto añoraba.

Notaba su aliento caliente dentro de mi boca y eso provocaba que mi excitación fuera en aumento, ella acariciaba el torso de mi cuerpo mientras yo lo único que buscaba era recorrer su silueta con mis manos sin desaprovechar ni un centímetro de su figura.

Teníamos una conexión tremenda en la intimidad, su boca y su mirada me incitaban a la perversión mientras que sus pechos me transformaban en una auténtica bestia hambrienta de sexo.

Aquella fría habitación de hotel se había convertido en el cuarto más caliente que recuerdo. Nos miramos fijamente y sin mediar palabra sujeté su preciosa cara con las palmas de mis manos, a Sandra se le notaba muy excitada, había bebido un poco y eso le ayudaba a perder la timidez, le obligué a mirarme y enseguida entendimos que lo mejor era comenzar a desnudarnos.

Sandra empezó desabrochando cada botón de mi camisa besando y manoseando mi pecho con cierta lentitud, mi corazón se aceleraba provocando una respiración incrementada al ritmo de sus caricias, tenía la polla a punto de estallar, cogí su mano y la coloqué sobre mi miembro para que se percatara de la erección que me estaba provocando, su roce me estaba produciendo un placer inmenso, necesitaba que continuara y  disfrutar de su cuerpo cuanto antes.

Ella reaccionó con naturalidad  y entendió lo que yo buscaba, inmediatamente se arrodilló, mordió con suavidad el bulto que sobresalía de mi pantalón, desabrochó mis jeans y retiró con mimo mi miembro hacia su boca. La escena era increíble, Sandra se encontraba una vez más arrodillada ante mí con toda mi polla erecta enfrente de su rostro, había llegado la hora para disfrutar y repetir esas vivencias que tanto echábamos de menos.

Muy despacito comenzó a lamer mis partes íntimas masturbando con su mano izquierda el tronco de mi glande, besó mis huevos e introdujo de un tirón el 100% de mi miembro en su boquita, era indescriptible aquella sensación de placer, mi polla iba creciendo dentro de su boca con un vicio inconfesable. Ella disfrutaba una barbaridad chupando y yo ya no podía aguantar más, lo único que deseaba era atragantarla con mi polla, quería conseguir que su lengua nunca se apartara de allí. Me encantaba follarme esa boquita de principio a fin, la cogí por la cabeza y acariciando su cabello al ritmo de sus movimientos la obligué a chuparla diciéndole "trágate hasta el último centímetro y cómeme la polla como lo llevas deseando todo este tiempo"

Era una locura, durante toda mi vida nadie me había hecho una mamada como esta, solamente Sandra conseguía que perdiera la cabeza, mis ojos le advertían de que estaba a punto de correrme y aunque ella deseaba saborear mi leche yo no quería que lo hiciera tan deprisa. De manera fugaz aparté mi polla de su boca y completamente empapada de saliva le ordené que no siguiera, no podía correrme tan rápido.

Sandra obedeció e inmediatamente se detuvo, golpeó su cara con mi duro miembro y besó con dulzura los bordes de mi polla, me miró fijamente y de manera obscena olió mi polla a la vez que se la restregaba por toda la cara, "me vas a dar tu leche" susurró. Yo no daba crédito a lo que estaba viendo, se había generado una sensación de morbo y pasión fuera de lo común, en ese instante Sandra podía hacer conmigo lo que le diera la gana, su boca me dominaba y esos golpecitos con su lengua me atrapaban en un mundo lleno de placer y perversión en el que lo único que me importaba era recuperar el mando de la situación.

Debía demostrarle que yo era el único hombre capaz de follarla como ella merecía, le ordené levantarse y con mucha autoridad la tumbé en la cama boca arriba. Observando su rostro y con una mirada lasciva la abrí de piernas, en un segundo le quité el vestido dejándola completamente entregada a mi persona. Jamás la había visto tan excitada, posé mi boca en el medio de sus piernas, aparté su tanga hacia un lado y dirigí mi lengua hasta su clítoris clavándole dos y tres dedos a la vez que saboreaba su sexo, no tardó un segundo en invadir mi boca con un intenso orgasmo, un sabor riquísimo se mezclaba con el calor inmenso que brotaba de sus zonas íntimas, su respiración era cada vez más fuerte e incontrolable, yo estaba fuera de control, la estaba follando con la lengua y ella se retorcía de puro placer, no lo pensé y en ese instante decidí romper violentamente su tanga en lugar de retirarlo con delicadeza, ella pareció asustarse pero conocía perfectamente mis reacciones y sabía mi manera de actuar en una situación así, le saqué el sujetador y completamente desnuda acaricié sus pechos con un ímpetu atroz.

Ahora era yo el que mandaba, Sandra estaba totalmente entregada a mi lengua, se llevaba las manos a la cabeza y empujaba su cadera contra mi cara obligándome a comerle todo el coño en una situación de éxtasis total, acababa de conseguir su primer orgasmo y no iba a ser el último.

Necesitábamos una pequeña pausa, así que coloqué mi polla en el medio de sus tetas y me senté sobre su cuerpo. Era el momento de empezar a follarme sus pechos como tantas veces lo había hecho, la tenía dura como una piedra y estaba disfrutando una barbaridad, me encantaba contemplar su cara, verla desde arriba completamente desnuda con la boca abierta esperando la llegada de mi verga mientras Sandra se tragaba un trocito de mi polla a la vez que resbalaba entre sus senos.

¿Te vas a correr en mi cara? Preguntó mientras sus manos apretaban muy rico mi miembro entre sus tetas.

Le dije no y froté mi polla contra sus pezones, volví a pajearme en el medio de sus tetas y a pesar de que correrme encima de su rostro sería lo más adecuado, decidí que debería de parar, tenía la polla hirviendo e iba a penetrarla de una vez por todas.

Al fin había llegado la hora de recuperar el tiempo perdido, me incorporaré y coloqué sus tobillos en mis hombros, esa postura era perfecta para conseguir una penetración profunda, tenía la polla a punto de estallar y sabía que no tardaría mucho en correrme, con la mano sujeté mi polla y mirándonos a los ojos recorrí en círculos todo el contorno de sus empapados labios vaginales, golpeé un par de veces su clítoris con mi miembro y de un solo empujón la clavé hasta lo más hondo de su cuerpo, Sandra estaba totalmente abierta de piernas para mí, sus gritos eran ensordecedores y yo no era capaz de detenerme, mis manos la atrapaban por los muslos y eso provocaba que la penetración ganara intensidad, tanta que Sandra no pudo aguantar más y se corrió como una auténtica loca expulsando un líquido realmente caliente en una de mis fuertes embestidas, me había empapado la polla muy pero que muy rico.

Estábamos fuera de control y ese orgasmo la mató, Sandra ya no tenía fuerzas para continuar, sus piernas se desvanecían y su mirada reflejaba el enorme placer que acababa de sentir. Aun así yo no había terminado, esta vez no me conformaría con un simple polvo y la iba a deshacer. "Nadie sabe follarte como yo" le dije.

Nos tumbamos hacia un lado colocando nuestros cuerpos en posición fetal, ella parecía estar desmayada y pegando mi pecho a su espalda la volví a penetrar muy despacito, "estás empapada" le dije. Esta vez sin tanta violencia y con mucha más dulzura abracé su cuerpo para que notara los latidos de mi corazón contra su espalda, besé sus hombros y cogiendo nuestras manos empecé a darle polla disfrutando ese momento de una manera mucho más romántica, me excitaba su voz, escuchar de cerca sus gemidos, sentir como sus pies chocaban con los míos.

Sabía que era muy viciosa y ese vicio me tenía enganchado, hacía con ella lo que me daba la gana y estaba seguro de que nunca se opondría a un tema sexual, así que comencé a introducirle mis dedos en su boca para que me los lamiera como si de una polla se tratara, disfruté jugando a simular un trío durante un buen rato, creo que ella los chupaba pensando la polla de Iago, Sandra gozaba mucho en esa situación y yo estaba súper excitado, "no me cansaré nunca de follarte" le susurré al oído mientras la penetraba una y otra vez con mucha parsimonia, sin dejar ni un centímetro de mi polla fuera de su cuerpo a la vez que sobaba sus increíbles tetas la puse a cuatro patas y me decidí a finalizar la noche como a los dos más nos gustaba.

"Te voy a partir en dos" estaba obsesionado con su culo, le giré ligeramente el cuello para ver su cara de placer y observé sus nalgas con detenimiento, Sandra elevó su culito y entregada completamente a mi comenzó a recibir infinitas embestidas, la trataba como a una auténtica puta, su cabeza se golpeaba con fuerza contra el cabecero de la cama mientras yo azotaba su trasero con violencia, me la follaba a un ritmo tan salvaje que nuestros gemidos retumbaban por todo el hotel.

Se acercaba el final y ella no paraba de inundar mi polla con sus jugos, yo no aguantaba más y ya no podía contener tanta excitación, había llegado la hora de correrme, retiré mi polla de su coño a punto de estallar y ella se mantuvo firme en esa misma postura para recibir mi semen por toda su espalda, no me contuve y expulsé unos enormes chorros hasta que terminé de derramar la última gota.

Sinceramente, fue increíble.