El Diablillo

Cómo y cuanto imagináis?

El diablillo de nuestras mentes, siempre enreda y aprieta el botón en cualquier momento. Sé que os pasa, de repente miráis a alguien, bien sea hombre, mujer o pareja, y su vida sexual aparece en fotogramas mentales.

Personalmente e imaginado a hombres apuestos, con la camisa desabrochada, los pantalones en los tobillos, masturbandose frente al ordenador, o bien a otro menos apuesto, pero más varonil, follandose a su secretaria en la oficina, con ese empuje que perdió con su mujer hace años, al tiempo, la veo a ella en una cama, siendo penetrada por dos jovencitos en un hotel.

El caso es que nos hacemos una idea sexual sobre lo que vemos y nos transmite, fácil, sea más acertado o no, seguramente nunca lo sabremos y se queda en eso, un diablillo enredando.

Pero, que ocurre cuando sucede al revés? , cuando no ves a la persona, hablas con ella y según lo que te cuenta, te haces una idea, creas una imagen, es más fiel, o menos fiel a lo que el díablillo visual imagina?

De eso va mi historia con Sara y Pablo.

Conocí a Sara en un chat Bdsm, de inmediato y entre letras, congeniamos al instante. Hablábamos de lo mismo, de collares, de correas, de privaciones de sentido, de ser de esas, y al tiempo, de la devoción de ambas por nuestros hombres. Gustos afines, mentes afines, esa aguja del pajar que a veces te clavas en el culo al sentarte sobre la paja. Llegamos a la conclusión, y nos reímos juntas de ello, de que nos encantaba ser juguetes, de que habíamos nacido para dar placer. Para colmo, vivíamos en la misma ciudad.

Asombrada, nos intercambiamos los Skype y quedamos para vernos los 4 juntos por videollamada.

Nunca te puedes fiar de esos chat, todo fantasías, casi todo juegos, y un alto porcentaje de que la persona con la que hablas, no sea ni de lejos lo que dice ser. Ambas nos habíamos descrito, muy similares, en estatura, en cuerpo, y en mente, mujeres cuidadas con la prioritaria intención de agradar a sus hombres. Podría ser o no, pero incluso aunque no fuera así, también tendría su morbo descubrir lo que esperaba al otro lado.

El caso es que me forme una idea de Sara, sin verla, por sus gustos y descripciones, imagine a una mujer explosiva, guerrera, sin verla, sin escuchar su voz, visualizaba una rubia, de esas de discoteca, tatuada y asediada por lo hombres.

Resultó no ser así, y sin embargo, mucho mejor.

Aquella tarde, cuando se abrieron las cámaras, las dos dimos un grito de alegría. Allí estaba, era el mes de mayo, confinados, Sara llevaba una camiseta blanca que dejaba adivinar unos pechos naturales y generosos, sin sujetador, de las mías, unos pantalones de pijama y los pies descalzos sobre el sofá, un rostro de mujer de 44 años, precioso, dulce, y una melena morena, lisa, por los hombros. Un conjunto llamativo, elegante, sensual, acompañado de una voz dulce y agradable. Nada que ver con la imagen que yo me había creado; poco fiel y acertado el diablillo en esa ocasión.

Supongo que ella vio lo mismo, ambas, al margen de lo que imaginasemos previamente, nos habíamos dicho la verdad.

Charlamos los 4 , nuestros hombres eran de edad similar también, rondando los 50, parecidos, afines, Dominantes. Conversaciones de presentación, vidas vividas, cosas tontas, hasta que llegó el tema bdsm.

Sara y Pablo eran pareja desde hacía 6 años, divorciados ambos, habían encontrado su reflejo el uno en el otro, amantes del petplay, de las cuerdas, de la elegancia, el morbo y la sutileza. Como nosotros.

En un momento dado, Sara desprecio de la pantalla, y cuando volvió, descubrí lo que el diablillo no me había mostrado..

Aquella morena, exquisita, elegante, de voz dulce y cuerpo proporcionado, era mentalmente, todo morbo, apareció con un corsé, que dejaba libre sus pechos, un tanga negro y un collar ancho en el cuello, evidentemente rematado por una correa negra también.

"No suelo hacer esto, pero me ha dado tanta alegría que seamos iguales, que aquí me tenéis"

Puro morbo la morena. Yo, encantada de ver que Sara era, "tan de esas", tarde segundos en ponerme un sujetador, un tanga, y aparecer en la pantalla con mi collar y mi cadena.

Nuestros hombres se felicitaban mutuamente, por sus juguetes, por sus bellezas, por haberse encontrado y saber que en algún momento cercano, disfrutarán mutuamente, en vivo y en directo, de ellas.

Aquella videollamada termino con las dos de rodillas, chupando las pollas de nuestros hombres, sujetas por la correa y la cadena, sabiendo que desde el otro lado, 4 ojos miraban nuestros culos abiertos. Una video llamada larga, no es fácil dar placer cuando sabes que al otro lado hay una mujer como tu dándolo también. Nos follaron a 4 patas sobre las alfombras, más a modo de exhibición para que el otro viera los encantos de cada una, que centrados plenamente en ello. Competían ambos, por ver que azotes sonaban más altos, por ver que gemidos salían de nuestras bocas.

Caímos rendidos, con la firme promesa de que cuando pase la pandemia, será mejor.

Si, a veces el diablillo se guarda cosas, haciéndonos ver, una vez más, que la realidad supera la ficción.

Laura.