El día que me vestí de chica para otro tío

Esta es una fantasía sobre travestirme en publico. Siempre lo he hecho en privado pero me gustaría que alguien me viese alguna vez.

Hola. Este es mi segundo relato y se trata otra vez de una fantasía que tengo desde hace tiempo. Soy un chico argentino que vive en Madrid desde hace algunos años. Tengo 29 años, vivo con mi chica y nunca he tenido experiencias reales con otros tios, salvo algun que otro encuentro fugaz sobre el que escribiré alguna vez. Espero que os guste este relato. Esta es una fantasía que tengo hace tiempo. Muchas veces me visto con ropa de mujer, me excita mucho hacerlo, pero siempre lo he hecho estando a solas, nunca en presencia de nadie. No me atervo a que me vean así vestido aunque me encantaría enesñarme. Suelo llevar ropa interior femenina, generalmente tangas, me vuelve loco la sensación. Cuando entro a un wc pienso qué excitante sería que “accidentalmente” alguien descubriera que llevo tanga. Mi fantasía está relacionada con este tema. Se trata de ir a una tienda de ropa femenina cuando esté por cerrar y esperar a que no haya casi gente. Primero recorrería toda la variedad de ropa imaginando cómo me quedarían los vestidos, falditas, tops, tacones, medias y todo lo que hubiera en la tienda. Finalmente cogería una minifalda, en mi fantasía sería una mini vaquera no muy ajustada, más bien un poco suelta. Con la mini en la mano, juntando coraje, iría al vendedor y le diría: “¿Te importa si me la pruebo?” Así de directo, sintiendo toda la adrenalina por pedir algo así, como humillándome ante el chico que pone cara de sorpresa. Claro que en la tienda ya no queda nadie, sólo estamos él y yo. Su primer respuesta es la evidente. “Mira, es ropa de mujer y sólo se la pueden probar las mujeres. Si la compras ya es tu problema lo que hagas con ella en tu casa.” Pero yo no me iba a quedar ahí. El vendedor me lo dijo muy cortesmente, fue muy amable, casi cómplice, como esperando alguna reacción por mi parte. Yo tragué saliva y con la garganta seca le dije: “A lo mejor puedo hacer algo para convencerte. ¿Qué te parece si me la pruebo y vienes a verme? ¿Te espero en los probadores?” Me jugué a por todas y creo que salió bien, al menos eso parecía. Me sonrió y dijo “Vale, a ver cómo te queda. Mientras te cambias cierro la tienda, no vaya a ser que entre alguien a molestar no?” “Por supuesto. Te espero.” le dije. Y me fui a los probadores. Mientras caminaba no podía creer lo que acababa de hacer, el corazón me latía y no sabía cómo iba a acabar aquello. Estaba realmente nervioso, pero sumamente excitado. Llegué a los probadores y me metí en el primero que encontré. Cerré la cortina y me dispuse a cambiarme. Olvidé al vendedor por un momento, disfrutando del morbo de quitarme los pantalones y sentir cómo la mini se ajustaba a mi cadera y mis piernas. Me gustaba como se veía, incluso pensé en depilarme las piernas algun día para poder disfrutar de una mini sin molestias. Intenté mirarme desde atrás, a ver cómo se veía mi culito con la mini puesta, me ponía en puntas de pie, daba vueltas. En eso escucho unos pasos y la cortina se abre completamente. Era el chico que venía a ver cómo me quedaba. Yo me quedé de piedra por su determinación y además por la sensación de excitación que me producía el hecho de tener una falda puesta y que otro tío me estuviese viendo, cara a cara. Me miró de arriba a abajo, me cogió una mano y me dijo “a ver, date una vuelta” mientras levantaba mi mano como si fuera una chica. “Mmmm, nada mal” dijo enseguida, “pero creo que no es suficiente, espera un momento aquí”, y salió. Volvió al cabo de pocos minutos con un top, un conjunto de ropa interior compuesto de tanga y sostén de encaje, unas medias de rejilla y unos zapatos de tacon. Me dio todo el atuendo y me dijo “Pontelo todo y sal, yo te espero en la caja”. Cerró la cortina y me dejó ahí con toda la ropa, que era muy sexi por cierto. Durante un rato me dediqué a mirar lo que me había traido. Lo cierto es que era una combinación espectacular, se nota que el tio es vendedor de vocación porque combinaba todo muy bien. Además, no hizo falta decirle tallas de ninguna cosa, ni de los zapatos. Los adivinó solo mirándome los pies. Me desnudé por completo y me puse la ropa interior, me quedaba muy bien aunque el sostén estaba un poco vacío, lógicamente. Luego las medias, que eran de esas hasta los muslos, de regilla, negras. La ropa interior era negra también, de encaje, que me excitaba sólo de mirarla. Luego me puse los tacones y me miré al espejo otra vez. Era tan morbosa la situación que me gustaba mucho lo que veía, yo vestido con sostén, tanga, medias de regilla y tacones, una preciosidad. Al principio los zapatos me molestaron un poco, pero enseguida me acostumbré y comencé a sentirlos un poco mejor. No quise perder más tiempo y me puse el top y luego la falda otra vez. La falda tapaba justo el final de las medias, casi con precisión matemática. El top era negro, de tirantes, de una tela muy suave mezcla de algodón y lycra. Me miré otra vez al espejo y decidí salir del probador. Una vez fuera me dí cuenta de que debía ir hasta la caja, que estaba un poco lejos de los probadores. Pensé que quizás podría verme alguien de la calle, porque si bien la tienda estaba cerrada, a través de los escaparates se puede ver hacia adentro. Me asomé por el pasillo de los probadores y vi que realmente el camino hasta donde se encontraba el vendedor no se podía ver desde fuera, el tío sabía muy bien lo que hacía. Así que me decidí a salir, enderecé mi cuerpo y empecé a caminar hacia él, como una verdadera mujer, meneando las caderas y luchando para no caerme con los tacones. Me sentía tan bien, estaba encantado de haberme vestido así y de verme observado por un desconocido. Lo cierto es que no tenía ni idea de hasta dónde quería llegar él, pero yo estaba tan caliente que casi aceptaría cualquier cosa. Llegué hasta él y me quedé esperando su valoración, como si fuera un desfile o algo así. Con una sonrisa me recorrió de pies a cabeza, observándome desde todos los ángulos. Yo estaba excitadísimo y a la vez muy nervioso por toda la situación. Se me acercó por detras quedando a escasos centímetros de mi cuerpo y cogiéndome por la cintura me dijo al oído: “Estás preciosa putita, estarás disfrutando que te mire, verdad?”. Casi me vuelvo loco.... no sólo me trataba como chica sino que me llamaba putita... como si me conociera de siempre. “Pero vamos a ir poco a poco” continuó. “Voy a ir a los probadores, quiero que me hagas un desfile privado. Yo te iré diciendo lo que hacer. Tu espera aquí y cuando te llame, vienes”. Y se fue hacia los probadores. No tenía idea de lo que pretendía, pero yo decidí seguir jugando, ya estábamos en el baile.

Al cabo de un par de minutos escucho que dice “Ven zorrita”. Me dirigí a la zona de probadores y lo veo sentado en el probador del final, de cara al pasillo, semidesnudo... sólo se había dejado los boxers. “Veo que te has puesto cómodo” le digo mientras me acerco. Yo no tenía ganas de llegar muy lejos con todo esto principalmente porque no tengo nada de experiencia, soy todo un novato. Sin embargo, su calma y naturalidad me hacían sentir muy cómodo. “Quiero verte” me dijo, “quiero que desfiles para mi, que te muevas y hagas todo lo que yo te diga”. “Recorre el pasillo de una punta a la otra para que pueda disfrutar con tu cuerpecito” me repitió. Yo adopté el rol de modelo y comencé a andar, desde donde estaba él hacia la otra punta de los probadores meneando las caderas. Sé que me movía torpemente, pero el morbo de la situación nos ponía a ambos. Lo recorrí unas 3 veces mientras él se acariciaba por encima de sus boxers y su paquete se ponía cada vez más duro. Me preguntaba qué tan grande lo tendría.

Cuando ya parecía que iba a desfilar eternamente me hizo parar, mas o menos en medio del pasillo, y me dijo que quería ver cómo me movía sensualmente. A todo esto él ya se había quitado su ropa interior y estaba masturbándose sin cortarse delante de mi. Empecé a bailar suavemente, intentando recordar lo que había visto en la tele cuando una chica hace striptis, pero lejos estaba yo de hacerlo tan bien como ellas. Me pidió que me quitase el top, cosa que hice de la forma más erotica que se me ocurrió. Me di la vuelta y meneando mi culo subí el top hasta quitármelo, me lo pasé por entre las piernas y se lo arrojé. Estábamos los dos muy calientes. Él comenzó a decirme lo mucho que se alegraba de que yo hubiese entrado en su tienda y lo mucho que estaba disfrutando del show. Me pidió que me acerque a él, cosa que hice andando a 4 patas, moviéndome como una gata en celo. Cuando llegué a él puse mis manos sobre sus rodillas y me rocé contra su cuerpo mientras me ponía de pie. Luego me di la vuelta y me senté sobre su entrepierna, con suavidad, para moverme y rozar mi culito contra su polla dura y caliente.

Me dijo que estaba a punto de correrse y que quería hacerlo acariciando mi culo. Se puso de pie y me llevó hacia él. “Sigue rozandote contra mi” me susurró al oido mientras su mano derecha masturbaba su polla. Usó la izquierda para bajar hasta mi culo, levantar un poco la falda y apretarme las nalgas con fuerza. Yo intentaba no dejar de moverme, estaba tan excitado por la situación que no podía parar. Yo también tenía la polla muy dura. Empezó a gemir cada vez más, a llamarme “putita” y apretar mi culo con fuerza. Jugaba con mi tanguita, tiraba de él, me acariciaba el culo, se apretaba contra mi. Después de unos gemidos un poco más fuertes siento como su semen caliente empieza a brotar de su polla estrellándose contra mi tripa. Salía a borbotones al tiempo que él gemía más y más, llenándome de leche caliente. Me rozó la polla todavía húmeda y semi erecta por mi entrepierna, dejándome todo su semen por mi cuerpo. Para terminar me dio un beso profundo y me dijo al oido “Muchas gracias zorrita”.

Nos limpiamos, nos vestimos y nos despedimos quedando en que yo me pasaría por la tienda pronto para seguir jugando.

Esta es una fantasía, no es una historia real. Pueden escribirme a chicoentanga2000@hotmail.com