El día que Dani y yo follamos en el tren
Comenzó a calentarme desde antes de montarnos y al final la cosa acabó desmadrándose
Hola de nuevo, ya os hablé en el otro relato de mi amigo Dani, para los que no lo hayáis leído os hago un pequeño resumen. Mi amigo Dani está tremendo, tipico niño de gimnasio rubio y de ojos claros, tiene 24 años, dos más que yo, y nos liamos a menudo aunque no tenemos nada serio.
Bueno pues hoy os voy a contar lo que nos ocurrió un día que veníamos de tomar unas cañas con unos amigos en el centro. Habíamos estado por ahí bebiendo de bares y tal con más amigos y antes de que cerrase el tren decidimos volvernos a casa. Ibamos bastante tocados y en total eramos un grupo de 5 los que ibamos juntos en el tren. Dani y yo vivimos muy cerca el uno del otro casi al final de la línea de tren en la que ibamos montados y el resto de nuestros amigos se bajaba antes.
Ya en el bar, Dani me había estado metiendo mano por debajo de la mesa y lanzándome miraditas, pero yo pensé que iba a esperar hasta que llegásemos a casa para que las cosas se pusieran serias. Pues bien, no fue así. En el tren iba mucha gente, sobre todo gente que venía de copas de nuestra misma zona ya que era el último tren. Como no pudimos sentarnos, ibamos de pie y bastante apretados. Mis amigos iban bromeando y riéndose pero la verdad que no llamabamos mucho la atención porque había bastante jaleo en el tren.
Yo llevaba puesto un abrigo largo que me llegaba un poco más arriba de las rodillas y debajo llevaba un vestido muy corto. Dani me separó un poco del grupo y se colocó detrás de mí. Se arrimó por detrás a mi culo y empezó a frotarse contra él con su pene. La tiene enorme (18 cm) y en cuanto se empalmó lo noté enseguida. Empezó a decirme guarradas al oído como que le había provocado toda la noche y que me iba a dar de lo que me gusta. Me dijo que me iba a hacer gemir delante de todos en el tren y lo reté a que no iba a ser capaz. El tonteo siguió un poco más hasta que vino un amigo a hablar con Dani, yo aproveché y dije que tenía que ir al baño. Ya estaba más que cachonda y tenía ganas de ver hasta donde llegaba Dani con aquello. Así que me quité las bragas en el baño del tren y volví hasta donde estaba Dani. Mi otro amigo ya había vuelto con el resto del grupo y Dani había conseguido sentarse en un sitio muy discreto entre la pared del final del vagón y un asiento alto que daba en la dirección opuesta.
Me puse frente a él y me desabroché el abrigo, le dije que metiera la mano en mi bolsillo y allí encontró mis bragas. Lanzó un suspiro y tras echar un breve vistazo alrededor para comprobar que nadie nos estaba mirando me subió el vestido hasta la cintura. Como mi abrigo era largo por detrás no se notaba nada y por delante estabamos cubiertos y no se veía nada. Se metió los dedos en la boca y comenzó a masturbarme en el tren abarrotado. No introdujo los dedos en mi vagina porque yo tenía las piernas cerradas pero me tocaba el clítorís, me lo masajeaba y lo humedecía con su saliva. Me estaba costando verdadero esfuerzo no gemir y retorcerme de placer, ese chico sabe lo que me gusta. Me senté encima suyo, de frente y abriendo las piernas. Empezó a meterme los dedos hasta el fondo, yo estaba tan cachonda que le estaba mojando los vaqueros de lo que chorreaba pero no nos importó. Así fueron pasando las paradas, yo le comía la boca y el me masturbaba. Al cabo de un rato le desabroché el pantalón y empecé a masturbarle yo también. Ni siquiera estaba prestando atención ya a si la gente nos miraba o no. Mis amigos se fueron bajando en sus paradas despidiéndonos con la mano desde lejos.
Ya solo quedaban tres paradas para la nuestra cuando nuestro vagón se vació por completo. Dani me tumbó en el suelo en cuanto se bajó la última persona y me folló como un loco. Luego nos pusimos de pie y contra los asientos me la metió por detrás. Estabamos gimiendo bastante y nos quedaba apenas una parada cuando Dani empezó a follarme con mucha más fuerza, me la estaba metiendo hasta dentro y con embestidas rápidas. Supe que se iba a correr así que la saqué de mi coño y me metí su polla en la boca. Se corrió casi al momento. Me la tragué toda, me bajé el vestido, se subió el pantalon y nos bajamos en nuestra parada. Me dijo que se había quedado con ganas de más así que aún así subimos a su casa para echar otro. Pero no fué ni por asomo tan placentero y morboso como el primero.