El día de mi 37 cumpleaños

No esperaba ese dia tener un regalo de este tipo, ahora disfruto de mi regalo cada dia que pasa.

MI 37 CUMPLEAÑOS

A pesar de que me acerco a los 40, siempre procuro el día de mi cumpleaños salir pronto del curro, procuro si ese día trabajo, dejar espacio para dedicarlo a mi familia.

Ese día, cuando llegué a casa, no encontré diferente a mi mujer, me felicitó, salimos a tomar una copa, y después nos fuimos a casa.

Ella preparó la cena, yo estuve jugando con mis hijos un rato, después nos sentamos a la mesa a cenar, recogimos la cocina, y nos fuimos a sentar frente al televisor un rato, como todos los días. Después de un rato empezó la lucha para acostar a los hijos, y conseguido el propósito, nos quedamos solos y relajados un rato.

Yo no tengo secretos hacia mi pareja, sabiendo de sobra mis gustos y tendencias hacia el sexo.

De repente, se levantó del sillón, y se dirigió hacia el baño, de donde tardo en salir. Cuando escuche que abría la puerta, dirigí la mirada al pasillo, esperando verla pasar desnuda después de ducharse.

Ella pasó hacia nuestra habitación, con el pelo aún mojado, pero cubriendo su cuerpo con un albornoz, dejando mi mente calenturienta desplomada.

Escuché los movimientos de puertas y cajones del armario, sin darle más que la importancia que tiene.

De nuevo pasó hacia el baño otra vez, pero vi que llevaba algo en las manos, sin saber qué.

No pasaron más que 5 minutos, cuando se dirigió al salón, aun tapada con el albornoz y llevando en las manos la caja de costuras, que dejó sobre la mesita del salón.

Al cabo de un rato, su mano se posó sobre el muslo de mi pierna, y su mirada se clavó en mis ojos, empezamos a besarnos con delicadeza, y nuestras manos recorrían nuestros cuerpos.

Ella se incorporó y se puso de pies, se quitó el albornoz, y mostró sus pechos al aire y un minúsculo tanguita que cubría su rajita.

Se volvió a sentar, esta vez con su mano en mi endurecido pene, y volvimos a besarnos como novios. Despacito y haciéndolo como solo ella sabe, empezó a chuparme la orejita y el cuello, deslizándose con su boca por mi cuerpo hasta casi, llegar a mi pene, dejando mi cuerpo a punto de estallar. De nuevo empezaba a besarme y de nuevo volvió a deslizarse hasta que por fin se tragó todo el miembro y me hizo estallar de placer. Después nos acariciamos, besamos, lamimos e hicimos el amor en varias posturas hasta que rompimos de placer.

Me recosté en el sofá, con la intención de descansar mi cuerpo. Ella se estuvo limpiando y se sentó después a mi lado.

Hacia mucho tiempo que no lo hacíamos dos veces seguidas, y aquel día yo no esperaba tampoco hacerlo.

Yo estaba totalmente estirado boca abajo en el sofá, exhausto después del polvo, y ella sentada a mi lado, empezó a acariciarme la espalda, yo tumbado, agradecí esas caricias.

Estuvo acariciándome la espalda unos cinco minutos, y al cabo de ese rato, su mano empezó a bajar hacia mis nalgas, haciendo que me entrasen unos escalofríos que hacían que gimiese de gusto.

Yo pensaba que era casualidad, pero ella lo tenía más que preparado. Hoy como abría la caja de costura que había traído, sin dejar de tocarme las nalgas, acariciándome el ano.

Ella sabe lo que me gusta, y accedí a dejarla hacer lo que deseara conmigo, lo que agradecí después.

Sacó de la caja de costura, una brocha de las que usan para maquillarse las mujeres, pero que la compramos anteriormente para estas ocasiones.

Empezó a acariciarme las nalgas y el ano con la brocha, y hacia que mis piernas se separasen más y más para dejarla acceder mejor a mis zonas más intimas. Después de unas caricias con la brocha, dejo de acariciarme y podía escuchar ruidos que hacia al coger cosas de la caja. Yo estaba impaciente, cuando de pronto una de sus manos separaba delicadamente mis nalgas, dejándome muy a la vista mi agujero. De repente un gel muy frio cayó sobre mi agujerito, el cual empezó a extender delicadamente sobre él para impregnármelo todo, a continuación uno de sus dedos se colocó en la entrada de mi culo, y suavemente se fue introduciendo en él, dándome unos escalofríos que no puedo olvidar. Los movimientos iban acelerando y cambiando de ritmo, y algo mas cogió de la caja.

Tenemos un buen surtido de material vibratorio en casa, y ella pensaba utilizarlos todos.

De nuevo echo sobre mí, más gel y algo frío se disponía a meterse dentro de mí. Cogió y me penetro con un plug anal que medirá 15 cms y será como un dedo de grueso, y me lo metió hasta el fondo, le volvió a sacar y ha meter, y yo estaba resoplando de placer.

Poco después un nuevo instrumento se ponía a tiro en mi culo, en esta ocasión y nada más apuntarlo sobre mi culo, me di cuenta de lo que era, para mi, el más deseado, y muy despacito hizo que entrase haciendo de mi culo una máquina de darme placer, este es algo más grande, bastante más grande, de tal manera que si yo la tuviese así, seria la envidia del mundo. Es uno de esos penes que les llaman realísticos, por su textura y formas, claro, que el tamaño brutal que tiene es más de fantasía que de realidad.

Poco a poco lo metió entero en mí, y empezó ha moverlo despacio, despacio. Subiendo el ritmo poco a poco, como si de una profesional se tratase, cuando ya tenia bien abierto el culo, ella sacaba entero el pene, y lo metía entero de nuevo una y otra vez, yo las gozaba como un loco y también lo hizo que estalle en un orgasmo que no me esperaba ese día, dejándome rendido de nuevo.

Ella se recostó conmigo, nos besamos, nos dijimos que nos queríamos, ella me pregunto: ¿te ha gustado mi sorpresa de cumpleaños?

Menudo pedazo de regalo, la dije, ojalá se repitiera esto una vez por semana.

De vez en cuando ella celebra de esta manera mi cumpleaños, aún que no lo sea de verdad, es una tía genial. La quiero de verdad.

Realmente esta historia es verídica, pero si os la cuento, es porque aunque lo hacemos esto de vez en cuando, ese día no tuve que estar rogándola a que me lo hiciera, como siempre tengo que hacer, y eso es lo que de verdad me pone.