El Detective IV

El Inocentón

CAPÍTULO 4: EL INOCENTÓN


Mientras miraba a estas bellezas armadas mi miedo se mezclaba con una cierta emoción erótica. Estaba completamente seguro que ninguna de aquellas mujeres era muy experimentada en armas de fuego lo que hacía más real la amenaza que representaban sus dedos en el gatillo. Sin embargo ni la oscura Chantell ni la pálida Sheila se habían preocupado de ponerse ninguna ropa antes de su representación, y el pensamiento de que mi vida terminara con esta visión como la última me estaba poniendo de nuevo a punto.

"En primer lugar, yo nunca me acerqué a Sheila en aquel bar. Segundo, había intentado contarte, Chantell, todo respecto a mi relación con ella antes de nuestro propio encuentro sexual. Nuestro compromiso íntimo después del informe hizo difícil decírtelo después."

"Sigue," gruñó Chantell.

"Nunca quise haceros daño a ninguna de las dos. Las situaciones sexuales en las que hemos estado envueltos han sido completamente espontáneas."

"Sigue," soltó Sheila.

"Nunca me he visto envuelto en situaciones sexuales con un cliente, nunca, en el pasado. Puedo probaroslo si vamos a mi oficina."

"Sigue," entonaron al unísono las dos.

Estaba empezando a aterrarme. Normalmente podía decir lo que alguien quería oír. En mi negocio no llegas muy lejos si no eres capaz de leer en la gente. Desesperado intenté otra estrategia, diciendo, "Y lo siento mucho, mucho."

"Y," repicaron a la vez.

"Y, soy rastrero, sucio y despreciable por hacer lo que hice."

"Y," volvieron a decir.

"Y, lo arreglaré con vosotras, lo prometo. Pero por favor, no me matéis."

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Chantell, y, cuando miró a Sheila, también se formó otra sonrisa en el suyo. Estaba empezando a sentir que había esquivado con éxito la debacle, cuando Chantell me informó de hasta que punto iba a tener que pagarlo. Dijo, "Esto como aperitivo, pero al final verás lo realmente malo que es hacer frente a una deuda."

Sacó una grabadora del vestidor, y se acercó a la cama con la pistola apuntando todavía a mi cabeza. Me dijo que me pusiera a cuatro patas, y en cuanto lo hice me colocó el cañón de mi pistola delante de la boca. "Chúpalo, despreciable cabrón."

No abrí la boca enseguida y pagué por ello. Sheila se había deslizado detrás de mí y me golpeó el lateral de la cabeza con la culata de su pistola. La cabeza me quedó haciendo chirivitas por el impacto, mientras abría la boca. Chantell me metió la punta de la pistola en la boca abierta, diciendo, "Vas a estar chupando esta pistola hasta que tenga evidencias de que disfrutas con ello."

Deslizó el cañón dentro y fuera de mi boca, con el dedo en el gatillo todo el tiempo. Agradecí que el cañón no tuviera más de 4 pulgadas (unos 10 cm). Por ello nunca me provocó ahogo cuando lo metió hasta el final. Estaba completamente acojonado. Había pasado antes por escenas de tiros entre bandas y me había dado cuenta de que una pistola disparada en la boca de una persona puede provocar una muerte lenta y dolorosa.

Me estaba preguntando que era lo que iba a hacer para demostrar a Chantell que estaba disfrutando con ello cuando, de repente, por la parte de atrás sentí que un objeto empujaba contra mi ojete. Sabiendo que si gritaba o intentaba volver la cabeza para ver que era, se podía disparar la pistola que tenía en la boca, me limité a cerrar los ojos y concentrarme en asumir el dolor. El objeto de mi culo era obviamente un objeto largo de grosor medio. Supe lo que era mucho antes de que Chantell animara a gritos a Sheila, "Empuja con fuerza, muñeca. Fue una buena idea no lubrificarlo antes de empujarlo dentro."

La pistola de Sheila tenía un cañón de entre 5 y 6 pulgadas (13 a 15 cm) y ya me había metido la mayor parte de él. La idea de una bala abriéndose paso por mi colon y mis intestinos no era una idea placentera, pero me di cuenta de que cuanta más resistencia ofreciera mi recto, más probable era que su dedo empujara con demasiada fuerza el gatillo. Por tanto me concentré en aflojar el esfínter. Al poco ya lo había metido entero y después de algunos empujones y tirones más mi agujero estaba lo suficientemente relajado para una penetración fácil y sin obstáculos.

"¿Estás asustado, ser despreciable?" preguntó Chantell, sabiendo que no podía contestar.

"Sí, ¿disfrutas con esta doble penetración, querido?"

"Sheila, mira que eres ligona. Apuesto a que si te estuviéramos haciendo esto a ti ya habrías tenido un par de orgasmos hasta ahora." Sheila no contestó nada, y pude imaginármela considerando la propuesta de Chantell.

"Vale precioso, aún no me creo que estés disfrutando con esto." Al decirlo empujó la pistola delantera con fuerza contra mi garganta. Parte de la culata de la pistola me golpeó con fuerza en la barbilla, pero mantuve la compostura y seguí chupando.

Pensé para mi mismo, "Piensa, estúpido hijo de puta. Antes o después una de ellas se va a cansar y si se le dispara la pistola esto va a ser el reino del dolor." Caí en la cuenta de que estaba flácido como la pasta pasada. Obviamente estas chicas querían que me pusiera a tono con todo esto antes de pararlo. A pesar de ser violado oral y analmente por estas armas de fuego, empecé a sentir como si me estuvieran follando. Fijé mis pensamientos en la acción de los cañones de las pistolas y lentamente empezó a ponérseme dura.

Podía saborear y oler los vestigios de la pólvora e intenté pensar en ella como afrodisíaco. Mientras, la pistola de mi culo entraba y salía con tanta suavidad que finalmente empezaba a gustarme. En un poco más de dos minutos tuve la confirmación de que la cosa marchaba cuando Chantell comentó, "Bien, bien, bien, al sucio perro se le está poniendo una polla repugnante. Después de todo le debe estar gustando."

El alivio empezó a fluir por mi cuerpo porque pensé que la violación podría terminar. Sin embargo, muy a mi pesar, Channie ordenó, "Vale Sheila, puta, ponte abajo y chúpasela, pero no dejes de mover esa pistola adentro y afuera."

El entusiasmo de Sheila podía suponerse a partir de la velocidad de sus movimientos. Rápidamente se deslizó debajo de mí y colocó la boca en mi miembro. Por un momento temí que sus atenciones me fueran a provocar una poderosa erupción en el culo. Pero pronto su boca y su garganta estuvieron llenas con mi carne y fui ajeno a todo lo demás. Me llevó menos de cinco minutos conseguir una carga de semen, y, cuando solté la carga en la boca de Sheila, tuvo que ser mi orgasmo más poderoso en las últimas 24 horas.

Chan me quitó el cañón de la boca y se cambió para hacerse cargo del gatillo de mi culo, diciendo, "No sabía que el bastardo pudiera correrse tan rápido." Sheila se tomó un tiempo para limpiar hasta la última gota de corrida, y luego se puso junto a Channie para pasarle una carga de lengua de mi simiente. Me volví a mirar a estas dos tortilleras durante un instante, con la pistola todavía metida en el culo.

Cuando terminaron con el beso, Channie dijo, "Ahora me vas a decir el nombre de la mejor pistola de alquiler que no tenga problemas éticos en disparar a alguien por una pequeña suma de dinero."

Mi mente daba vueltas. ¿Para qué necesitaría ella un pistolero? Si iba a matarme ¿no lo haría ella misma? O ¿odiaría de verdad tanto a Bernard que iba a hacer que le asesinaran? Pregunté en alto, "¿Para qué necesitas un pistolero?"

Sheila me agarró del pelo y me empujó la cabeza hacia atrás. "¡Contesta a la pregunta!"

"Vale, vale. Mike Fanelli."

Sheila había levantado mi pistola y golpeó con la culata la parte trasera de mi cabeza, gritando, "¿Es el mejor que puedes aportar?"

Veía las estrellas pero respondí "Sí, sí, es muy bueno. Solía trabajar a tiempo parcial con la Mafia. Ahora se ha hecho independiente."

Channie se rió entre dientes ante la acción violenta de Sheila. Preguntó, "¿Qué tal es en las vigilancias?"

"Muy bueno. He trabajado con él en el pasado y es muy profesional."

Finalmente me retiró la pistola del culo. Sheila se echó a mi lado, buscó mi abrazo y empezó a besarme. Estaba tan aliviado que le devolví el beso. Chan lo dejó ir durante un par de minutos antes de ordenarnos, "Vamos, puta. Levántate. Tenemos trabajo."


"Probablemente te estarás preguntando que coño pasa, así que déjame que te ponga al tanto. Sheila, aquí presente, no conoce muchos detalles pero si lo suficiente como para saber que Bernard está fuera de su vida. Le he hecho a la zorrita una oferta que no pudo rechazar. Oh, sí, seguirá siendo una mujer mantenida, pero su vida consistirá en darme placer y tenerme contenta."

"En cualquier caso ¿a quién le gustaba ese mojigato pichicorto," preguntó retóricamente Sheila, refiriéndose, obviamente a Bernard.

"Cierra el pico, Sheila," replicó ácidamente Channie. Continuó, "Originalmente iba a retirarme con mis ingresos a una villa en México después del divorcio, pero siempre he pensado que resultaría agradable tener una segunda vivienda en las Caimán y ahora conozco una manera de conseguirla."

Channie se relamió los labios y dijo, "Aquí es donde entráis tú y tu amigo Mike Fanelli..."


Hoy, el pensar en esas doce horas cargadas de sexo, siempre parece traerme a la cara una sonrisa, y no he tenido mucho de que sonreírme en los últimos dos años en la penitenciaría del estado. Hace dos años, Chantell había contratado a Mike para seguirme a distancia con un rifle de gran potencia a mi espalda, mientras realizaba su plan. Un falso movimiento por mi parte y sabía que la puntería de Mike me provocaría una muerte rápida.

Parecía que el tal Bernie tenía debilidad por el juego y tras unas semanas en el tema de los caballos me las apañé para ganarme su confianza. Utilizando un par de jockeys amigos míos conseguí amañar una carrera. Sugerí a Bernard invertir en el proyecto y se puso tan excitado que casi se corre en los pantalones. Sin que fuera precisamente una sorpresa, alguien había informado a la policía de nuestro proyecto antes de la reunión final. La policía había cazado antes a los jockeys y les había ofrecido un trato por su participación en el asunto. Yo no tuve tanta suerte. Lo mejor que pudo conseguir mi abogado fue una ganga de 5 años en prisión con posibilidad de salir con la condicional a los 2.

Mientras, después de dos años de apelaciones y triquiñuelas legales por parte de sus abogados, Bernie todavía estaba por pasar una noche en la cárcel. Sin embargo, desafortunadamente, su comportamiento criminal costó al clan McLemore una buena suma de dinero para una tal Chantell McLemore en su procedimiento de divorcio. Los actos delictivos de Bern violaban un apartado del acuerdo prematrimonial y Channie pudo conseguir una asignación de 30 millones de dólares. Supongo que podía fácilmente comprarse una casa de ensueño en las Caimán.

Cada vez que me sentaba a comer la comida de la prisión me imaginaba a Chantell y Sheila sentadas en algún sitio bebiendo margaritas y riéndose a mi costa.


Hoy el estado me dio 200 dólares cuando salí de la prisión. Me advirtieron muchas veces de la obligación de ir a ver mañana a mi oficial de custodia. Me metí directamente en un bar y le dije rápidamente hola al culo de cuatro chupitos de burbon. Después de tres o cuatro cervezas entró un tío al bar y se sentó a mi lado. Me llevó un rato enfocar la cara del tío, pero parecía ser Mike Fanelli.

Con todo el sarcasmo que pude reunir dije, "Mikey, amigo. Gracias por no dispararme hace un par de años."

"Era solo un trabajo Frank, igual que el que estoy haciendo ahora."

"¡Qué! ¿Te contrató la muy zorra para que me mataras cuando saliera?" La sensación de borrachera me había pegado con fuerza pero no creo que hubiera sentido ningún miedo aunque hubiera estado sobrio. La muerte hacía tiempo que no me preocupaba.

"Vamos, Frank. Te llevaré a algún sitio mejor que este antro."

Seguí obedientemente a Mike y me llevó a un aeropuerto privado. Eché un vistazo al avión privado y me di cuenta de que violaría mi libertad condicional si salía del estado. Me di la vuelta para echar a correr, pero estaba demasiado bebido y Mike era muy rápido. Me inyectó con una larga aguja hipodérmica y tardé unos diez segundos en quedar inconsciente.

Me desperté con un tremendo dolor de cabeza en un costoso reactor privado. Era pequeño pero tenía varios asientos, un mesa de comedor, la cama en la que estaba y un bar muy bien surtido. Miré por la ventana y comprobé que era de noche.

¡Otra vez jodido! No había manera de que acudiera a mi cita de libertad provisional. Tendría que pasar un mínimo de otros 6 meses con los tipos del traje a rayas por esta mierda. Fui hacia delante y encontré cerrada la puerta de la cabina. Una pequeña ventanilla mostraba a un piloto pelirrojo de pelo largo. No le podía ver la cara, pero sabía que tenía que ser Sheila. Aporreé la puerta y grité su nombre sin ningún efecto. Finalmente grité, "Necesito una aspirina."

Me volví y encontré una aspirina que ya estaba preparada para mí sobre la mesa. Me la tomé y esperé que terminara el largo vuelo. Cuatro horas más tarde aterrizamos en lo que calculé que sería una pequeña ciudad de la costa oeste de México. Me puse en tensión y me preparé para saltar. Iba a conseguir algunas respuestas, por dios. Cuando el avión se paró un gas se introdujo en el compartimento a través del sistema de ventilación. Me cubrí rápidamente la cara pero era demasiado tarde y perdí la consciencia.


Tuve algunos sueños muy agradables, pero al final entré en un estado de semiinconsciencia. Podía sentir una boca lamiéndome y besándome los huevos. De vez en cuando unos dientes tiraban suavemente de la piel de mi escroto. La boca se abría luego y envolvía por completos mis gónadas y luego acariciaba todo el saco de los huevos con una lengua maravillosa. Mi polla también estaba envuelta, pero obviamente por una boca distinta. Cada par de minutos la boca besaba la cabeza de mi polla, y luego se deslizaba a todo lo largo de mi erección. Los labios se sentían espléndidamente en su descenso hacia mi vello púbico. Luego, con mi pene firmemente instalado en esta garganta, una lengua increíble se deslizaba entre los labios y lamía la parte de arriba de mis huevos, a menudo encontrándose con la otra boca que estaba dedicando tanta atención a mis testículos.

Con los ojos todavía cerrados en duermevela, reconocí aquella maravillosa técnica de mamada. ¡Sheila! Abrí los ojos y solté un gruñido de sorpresa al ver toda una cabeza de hermoso pelo negro. La mujer levantó la cara de mi polla y se volvió a mirarme a los ojos. Apenas susurré, "¡Channie!"

Sonrió y se subió hasta mi pecho. "Estoy contenta de que todavía quiera usar mi apodo con afecto." Sus pezones estaban duros y se clavaban en la carne de mi propio pecho.

Estaba atónito. Miré hacia abajo y comprobé que Sheila se estaba trabajando el clítoris con fuerza mientras seguía lamiéndome los huevos. Mientras miraba a mi alrededor, pude comprobar que estaba en el gran dormitorio de una casa enorme de estilo español.

"Seguramente piensas que te has muerto y te has ido al cielo."

Asentí con la cabeza, entumecido.

"Odio pincharte el globo, pero no estás en el cielo. Conoces, tan bien como yo, las consecuencias de violar la libertad provisional saliendo del país. Eres tan esclavo mío ahora como lo eras cuando tenías bien metidas las dos pistolas por tus orificios."

Finalmente caí en la cuenta de todos sus planes respecto de mí, pero en lugar de intimidarme me enfurecieron. Me incorporé hasta sentarme y crucé la cara de Chantell con el revés de mi mano. La fuerza del impacto la tiró prácticamente de la cama. Sheila dejó las lamidas y me miró con asombro. Chan se sentó con fuego en los ojos, y una gota de sangre le goteó del labio inferior.

"¿Qué te hace suponer que no pueda romperte el cuello antes de que esta furcia pelirroja pueda apuntarme con una pistola?"

"La mamada doble," respondió Chan.

"¡Qué!"

"La mamada doble. No es la primera y estoy aquí para decirte que no será la última siempre y cuando no me rompas el cuello."

Había tenido bastante y agarré un puñado del largo y rizado pelo negro de Chan. La puse de rodillas y gruñí, "¡Voy a violarte zorra negra!"

Sin esperar lubricación previa empujé directo a su coño. Aulló de dolor. Pero la volví a tirar del pelo y le respondí con unas palmadas en sus redondas nalgas. Empezó a lloriquear, pero pronto empezó a fabricar su propia lubricación como respuesta a mis duros y prolongados ataques. Después de dos años su chocho estaba tan prieto como siempre. Había imaginado que lo habría tenido lleno de tipos con pollas grandes durante mi estancia en prisión, pero ahora me preguntaba si habría tenido sexo con alguien que no fuera la ninfa de su amiga pelirroja.

Sheila no perdió el tiempo y se añadió al efecto colocándose debajo de Chan y lamiendo alternativamente su clítoris y mis huevos. El prieto coño de Channie empezó a tener contracciones esporádicas. El efecto en mí resultó abrumador. Retuve el orgasmo todo el tiempo que pude, mientras seguía tirándole del pelo y palmeándole el culo. Pero finalmente Channie empezó a gritar y a tener convulsiones corporales y no pude más. Para cuando hube vaciado toda mi semilla en su vagina volví a caer en la cama mareado. Seguí intentando recordar, pero parecía que Chantell no solo había aprendido la excelente técnica chupadora de Sheila sino también su propensión a los orgasmos violentos. Mientras estaba perdido en mis pensamientos, Channie gateó por mi pecho, haciendo una pausa para reinsertar mi picha semirígida en su coño, y puso su bonita cara junto a la mía. Coloqué distraídamente las manos en sus suaves tetas y empecé suavemente a estrujarlas con ritmo.

¿Quieres preguntarme alguna otra cosa, cariñito?"

"Sí, ¿no habías dicho que esto no era el cielo?"

"Lo hice y lo mantengo. Puede ser un paraíso, pero no será el cielo para ti. Como te dije, eres mi esclavo. Por no decir que serás violado y follado y que satisfarás montones de otras fantasías conmigo y con mi chófer, pero tendrás algunos deberes específicos como nuestro guardaespaldas. Si pensabas que ser investigador privado era duro vas a encontrar aún más duro protegernos durante nuestras orgías, espectáculos de baile, y exhibiciones públicas atrevidas con las que nos divertimos.

Hizo una pausa para dejar que asimilara sus palabras. "Y, si vas a estar fuera de tu sitio, una rápida llamada a las autoridades mexicanas o de Caimán y tendrás tu culo deportado de vuelta a los Estados Unidos en nada. Estoy en buenos términos con algunos polis listillos en ambos sitios, ya sabes a que me refiero."

La pillé por sorpresa cuando dije, "¿Chófer?"

Los ojos grises de Chantell se abrieron como platos y luego se echó a reír mientras se bajaba de encima de mí. Colocó a Sheila a los pies de la cama, y le retiró afectuosamente el pelo de la cara. "¿Tuviste un buen viaje hasta aquí con Sheila?"

"Desde luego," repliqué.

Sheila había empezado a estrujar el culo de Chan y a lamer sus bonitas tetas, mientras Channie cerraba los ojos. "Bueno, más vale que sea así. Pagué una buena pasta en lecciones de vuelo y ahora me lleva en coche o avión a cualquier sitio al que quiera ir. A Sheila le encanta servirme, ¿verdad mi pequeña esclava?"

A través de un bocado de teta Sheila replicó, "Mmmmm Hmmmm, sí jefa."

Estos dos bellos cuerpos, tumbado el uno contra el otro, estaban ahora mirándome de tal manera que podía ver sus cuatro agujeros formando una línea: culo, chocho, chocho, culo. Era un visión bella y erótica. Me detuve a considerar mi situación, rascándome los huevos mientras tanto.

Finalmente dije, "¿Cómo dice el refrán? '¡Si no puedes lamerlas, fóllatelas!'"

Hicieron una pausa en su abrazo mutuo para volverse a mirarme, y dijeron ambas, "¡Lámenos y fóllanos!"

Ante tal invitación sumergí mi cara en el paraíso.

* FIN *