El Detective II

El Cliente.

CAPÍTULO DOS: EL CLIENTE


Me escapé del abrazo de Sheila y la arropé entre las mantas. Cogí mi reloj y marcaba las 3 de la madrugada. Me llevaría al menos diez minutos correr hasta mi coche, en el bar, y otros quince llegar a la oficina. Me vestí deprisa, pero se me cayó el cinturón haciendo ruido contra el suelo en el proceso. Sheila se despertó y adormilada me llamó. Estaba realmente volado y casi fuera, pero volví al dormitorio y me senté en la cama a su lado.

"¿Adónde vas tan deprisa?"

"Me iba. Le prometí a alguien que nos encontraríamos esta mañana temprano."

"¿Así que no puedo prepararte el desayuno o extraer un zumo matinal de tu instrumento?"

Meneé la cabeza y la besé en los labios. Me agarró por la camiseta después del beso y me pidió, "¿Puedes volver después de tu reunión?"

Mi cabeza estaba nadando. Dije, "puede ser..."

A lo que replicó, "¡Bien!" Toma la llave de mi apartamento y vuelve. Si todavía estoy durmiendo quiero que me despiertes con una lamida de coño realmente buena."

Mi respuesta fue mirarla sorprendido, y ella preguntó, "¿Lo prometes?"

La representación mental de despertarla comiéndomela se me hizo muy vívida. Murmuré, "de acuerdo".

Se volvió a hundir en la cama con una sonrisa soñadora y seguro que estaba dormida cuando dejé el apartamento.


Cuando escapé del apartamento, me puse a trote corto hacia el bar. La temperatura finalmente estaba empezando a bajar y la brisa estaba empezando a fluir hacia la isla desde la bahía. Tras algo de concentración recordé que el nombre de mi cliente era Chantell McLemore. Mi mente lentamente empezaba a rellenar los detalles de la persona que eran importantes. La Srta. McLemore parecía casi lo opuesto de la astuta Sheila con la que acababa de follar. Tenía aspecto sombrío. Era una profesional seria. Era inteligente y rica. Y lo que era quizá la diferencia más importante: era más mayor y más prudente. No era una mujer que debiera subestimarse.

Llegué a mi coche y continué con mis procesos mentales camino de la oficina. Me había puesto definitivamente en situación precaria con respecto a mi cliente. Montándomelo con Sheila había interferido con los asuntos de Chantell, en vez de ser un observador objetivo de los acontecimientos, como requería la profesionalidad. Así que tenía dos opciones. Una, podía admitirle que me había envuelto en el asunto y recomendarle algún otro sabueso; o dos, podía intentar ocultar que me había envuelto y esperar que ella no se diese cuenta. Considerando mi mermada cuenta bancaria, la opción uno no parecía muy atractiva por el momento.

Eran las 4 apenas cuando lo dejé en el aparcamiento trasero. Razoné que si su turno era hasta las 4 no estaría lista en al menos otros diez minutos. Corrí escaleras arriba y encendí la luz. Tras otros cinco minutos pensando llegué a la conclusión de que ella tenía demasiada clase para confiar en una mierda infiel como yo, como su detective. Le daría mi informe completo, ajustaría la cuenta con ella, y le contaría mi forma accidental de liarme con Sheila. Quién sabe, tal vez se apiadara de mí y me mantuviera en el caso, a pesar de todo.

La llamada a la puerta llegó cinco minutos antes de lo que esperaba. Fui a la puerta y la abrí. Chantell llevaba al brazo la chaqueta del traje y los dos botones superiores de su blusa desabrochados. Parecía como si hubiera tenido una noche dura en el trabajo.

"Entre Srta. McLem... esto, quiero decir Chantell."

Una sonrisa se dibujó en su cara mientras extendía la mano, "Encantada de volver a verle Frank."

"¿Le gustaría sentarse en el sofá mejor que en el despacho?"

"Me encantaría si no le importa que me quite este calzado. Los pies me están matando. Estuve de pie toda la noche porque las conexiones de nuestro ordenador con Hong Kong se cayeron y me vi obligada a usar nuestros teléfonos con descuento internacional desde el hall para hacer desde allí nuestros negocios."

"No me importa en absoluto," y mientras lo decía se acercó y puso una mano en mi hombro mientras doblaba una pierna y se quitaba el zapato de un pie. Luego puso la otra mano en mi otro hombro para librarse del otro zapato. Cuando terminó me estaba dando la cara directamente y pude juzgar que era todavía una estatua de 5 pies 8 pulgadas (1,70 m) aún estando sobre los pies desnudos. No usaba ningún perfume perceptible, pero obviamente usaba algún tipo de jabón o loción que tenía un olor muy natural.

Cuando bajé la mirada a su cara sonrió y dijo, "Gracias."

Tomó asiento en un extremo del sofá y estiró sus largas piernas curvilíneas. Me senté en el extremo opuesto, y ella dobló las rodillas ligeramente para que sus pies, con calcetines blancos, no pudieran tocar mi muslo. Su apariencia informal en el sofá presentaba un atractivo aún más pronunciado para mí. Me concentré mentalmente y empecé mi informe. Además de su apariencia, su aire parecía también muy informal. Aquí estaba yo informando de los aspectos básicos de la infidelidad de su marido y parecía no importarle en absoluto. No podía ayudarla pero noté que parecía estar respirando fuerte conscientemente. La elevación y caída de su pecho extendiéndose hacia fuera desde su blusa estaba sometiendo  a mucho esfuerzo a mi visión periférica. Cuando terminaba mi informe movió sutilmente su pie contra mi muslo, y meneó con rapidez y ocasionalmente sus dedos. Esto se convirtió en una puesta en marcha para mí lo que, como consecuencia, era en un problema considerando la restricción del creciente instrumento dentro de mis calzoncillos.

"... y esto es más o menos el resumen de lo que ocurrió con su marido la noche pasada, Channie."

Al oír su diminutivo miró hacia arriba y sonrió de nuevo. "Tengo las fotos en negativo, y puedo hacerlas revelar por un amigo fotógrafo de mi confianza. Puedo tener las fotos junto con el informe escrito para ti para el fin de semana, pero puedes querer algo más de vigilancia antes de ir a los abogados divorcistas con todo esto."

Plegó su pierna izquierda debajo de ella y empezó a darse masaje en su pie cubierto por el calcetín. Al rato respondió, "Si, pienso que estás en lo cierto Frank. Creo que necesitaremos espiarlos más en Berna."

"Discúlpame por interrumpirte, pero ¿te gustaría que te diera masaje en los pies, Chan?"

"¡Oh dios! Esperaba que captases la señal, Frank. Pero sólo si no es una molestia. ¿No te resultará desagradable o algo así, verdad?

"No, no, en absoluto. Siempre he disfrutado dando y recibiendo masajes. He estado sentado en el coche toda la noche, de modo que seguramente no los necesito para mí mismo, pero siempre estoy a disposición de un amigo que lo necesite." Me despojé de mis propias botas y me volví de cara a ella en el sofá. Deslizó su atractivo pie derecho en mis manos mientras estiraba la pierna izquierda hasta que su pie izquierdo quedó extendido entre mis piernas. Realmente no podía creer lo que estaba ocurriendo, pero mantuve la compostura y empecé a frotar las suaves curvas de su pie y dedos.

Ella empezó de nuevo con sus instrucciones, diciendo, "Creo que necesitamos seguir a Bernard durante el día. Podría tener otra ama. ¿Quién sabe?" Echó la cabeza hacia atrás y gimió, "¡Dios, que bien sienta! No serás un profesional ¿verdad?"

Yo estaba masajeando los músculos del pie con bastante fuerza en ese momento y parecía estar disfrutando aún más. "No, yo no, pero, como decía, hubo un tiempo en que disfrutaba dando masajes de pies, por eso tengo algo de experiencia en ello." Mientras decía esto solté el pie derecho y empecé con el izquierdo. Hábilmente colocó su pie derecho directamente contra mis partes y ahora tuve que forzar al máximo la compostura para mantenerme frío. Afortunadamente mi informe formal estaba hecho.

"Bien, de todas formas, creo que has hecho un trabajo muy bueno hasta el momento... en la vigilancia de Bernard, me refiero. Oh, con los pies también." Sonrió al decir lo último, mostrando sus dientes blancos y brillantes. Existía una pequeña separación entre sus dientes frontales, y esta ligera imperfección resaltaba su atractivo. "De modo que ¿qué se ha roto? ¿Qué te debo?"

"Los gastos ascienden a 27 dólares y mi tiempo, incluido este informe, vale 300."

"Parece bien." Y mientras decía esto, se inclinó para coger su bolso del suelo, pero mientras lo hacía meneaba sus dedos en mis partes. Parecía imposible que pudiera contenerme mientras sentía y miraba aquellos dos atractivos pies. Todo lo que quería era agarrar uno y empezar a besarlo por todas partes. No prestaba atención al resto de ella, y tras unos pocos momentos de silencio me encontré con que estaba frotando la planta de su pie derecho directamente contra el bulto de mis pantalones. La miré rápidamente.

"Hmmmm. Parece que tenemos aquí entre manos, un poco de fetichismo, ¿no es así?"

Solté su pie izquierdo, ignorando el juego de palabras, y tartamudeé, "Yo-uh, disculpe Srta. McLemore. Tiene razón. Tengo un problema de fetichismo. Nunca debí ofrecerme para darle masajes en los pies." Pero su pie derecho no paraba de masajear mis partes, mientras su pie izquierdo se movía ahora abajo y arriba por mi muslo.

"¿Me referí a tu fetichismo como problema? No pienso así," dijo con los ojos muy abiertos y sus elegantes pestañas arqueadas. Era una mirada inflamada que me encendió de inmediato. Cogí su pie izquierdo e inmediatamente empecé a bañarlo en besos. La mezcla del olor del cuero del zapato y del sudor constituía un poderoso afrodisíaco para mí. Mientras besaba y lamía la adorable curva de su talón, ella meneaba los dedos ante mis ojos. Besé todo el recorrido a través de su arco hasta la parte delantera de su pie y me tomé el tiempo necesario para besar cada uno de sus dedos. Se inclinó hacia delante para tener mejor acceso a mi paquete, moviendo su pie derecho hacia atrás y hacia delante sobre la cubierta material de mi polla y huevos. Le cogí la pierna por la pantorrilla y masajeé suavemente el músculo mientras besaba sus dedos. Esto le produjo otro gemido, y mientras dejaba caer la cabeza hacia atrás, tuve mi primera panorámica de la parte alta de sus medias, el liguero y las braguitas de encaje.

Me pilló mirando mientras decía, "No Frank, creo realmente que no es ningún problema." Me guiñó un ojo. "Pero realmente quiero devolverte el maravilloso favor que has hecho a mis pies. Aquí, déjame que te alivie la presión aquí." Se acercó y me desabrochó el cinturón y la bragueta. Luego me bajó los pantalones y ropa interior y soltó un golpe de aire por la separación entre sus dientes que sonó como un silbido.

"¡Oh vaya, Sr. Chase! Es usted un gran hombre." Pensaba que me iba a hacer una simple paja, pero, para mi deleite, se sentó de nuevo y me hizo una paja sin restricciones con los pies. Ahora podía deslizar su excitante pie atrás y adelante a lo largo de toda la longitud de mi hueso palpitante, deteniéndose a cosquillear mis huevos con sus dedos. Reinicié mis besos en su otro pie dejando una mano moviéndose arriba y abajo por toda la pierna, hasta donde pude llegar. Mi mano acarició su pierna desde el tobillo, a través de la rodilla, bajando por el muslo hasta la parte alta de su media. De paso me atreví a liberar los enganches entre su media y el liguero.

"Sabes Frank, que el pie de una mujer negra tiene dos tonos de color. Muchos hombres piensan que el aspecto más blanco de la suela es feo. Si fueras a quitarme la media, podrías no resultar tan excitado por mis pies." Lo tomé como una clara invitación a hacer eso precisamente. Me incliné hacia delante y la alcancé entre las piernas. Dejé que mis dedos vagaran por sus bragas un momento, y sintieron bastante humedad junto con sudor y jugo de coño. Sólo esperaba que pudiera ingerir tan dulce elixir antes de que la noche acabara. Llegué a la banda superior de su media y empecé a enrollarla hacia abajo a lo largo de su pierna. Desvié momentáneamente la mirada de su pierna para dirigirla a su cara. Me estaba mirando intensamente y me dio el aspecto de estar tan patentemente lujuriosa que tuve que tragar saliva debido a la sequedad de mi garganta.

Volví a mirar a su pierna y me encontré con que había colocado su pie izquierdo sobre mi hombro y estaba recorriendo la línea de mi mandíbula con sus dedos. Procedí a enrollar la media a lo largo de su muslo y sobre su rodilla. Mientras lo hacía mis dedos se arrastraban a lo largo de la piel oscura, suave y uniforme de su pierna. Pasé la fina media blanca a través de su pantorrilla y tobillo mientras le levantaba el pie de mi hombro. Con su pie en equilibrio delante de mi cara, retiré lo que quedaba de la media sobre el talón de su pie, a través del arco y la dejé caer desde los dedos. La piel oscura y suave de la parte superior de su pie contrastaba con la más resistente y clara de la parte inferior. La calidad ying/yang de su pie me llevó a besarlo por todas partes, de nuevo. Después de cubrirlo a besos, volví y empecé a lamer cada pulgada de su pie izquierdo. Ella estaba disfrutando realmente con las atenciones y mantenía sus ojos negro azabache clavados en mi cara. No estoy seguro si ella lo pilló pero finalmente me sonrojé como consecuencia de todos estos acontecimientos.

Finalmente, alcancé sus dedos e introduje cada una de estas maravillas bicolores individualmente en mi boca. Chupé cada uno mientras enrollaba la lengua alrededor de estos adorables deditos. El poner cada uno en mi boca le provocó un pequeño aullido de placer. Mientras tanto, yo me iba calentando por minutos. Mi polla estaba absolutamente rellena de sangre. La miré mientras le chupaba el último dedito. Ahora estaba concentrada en llevar a mi pene erecto a situación extrema. La visión de su trabajo para llevarme al orgasmo era demasiado para mí. Sabía que sólo me quedaban momentos, así que me llené la boca con todos los dedos tan adentro como pude. Me miró a los ojos y me perdí. Podía sentir la marejada de mis huevos, así que le mordí ligeramente el pie y sus ojos se abrieron mientras soltaba un gemido sostenido.

Para evitar amordazarla, saqué su pie de mi boca y lo puse contra mi cara. Mi orgasmo era poderoso, y lancé el primer par de chorros sobre mi propio pecho. No podía recordar cuando se habían desabrochado los botones. El esperma restante se extendió pródigamente a lo largo de su pie derecho cubierto por la media. En una respuesta instintiva, solté su pie izquierdo y nuestros cuerpos se movieron acercándose. Nuestras bocas se juntaron en un beso fuerte, y prácticamente me sentí derribado por lo dulce que sabían su lengua y sus labios. Me quedé pensando cuanto había deseado besar esta boca desde el momento en que la conocí. Fue un beso lánguido que incluyó mucho movimiento de nuestros labios y lenguas.

Cuando salimos del beso, advirtió, "Ten cuidado, no quiero perder nada de tu semilla." Mientras la miraba burlonamente, sonrió maliciosamente mientras se quitaba la media de su pierna derecha cuidadosamente, para permitir que todas las gotas de mi corrida se escurrieran hacia el final cuando se la quitó del pie. Con los ojos fijos en mí empezó a lamer la corrida de su media. Nunca había visto tal cosa y la miré con mudo asombro. Cuando terminó, se movió a mi pecho y lamió y tragó el rastro de corrida que conducía hasta mi polla. Usó su lengua con afecto sobre mi polla para asegurar que se llevaba hasta la última gota.

Recostó la cabeza sobre mis muslos y me miró a los ojos. Yo aún estaba sin habla cuando dijo como cosa hecha, "Sabía que olía algo como a pescado en ti, pero después de haberme pegado una buena bocanada de tu polla y de haberla lamido hasta limpiarla, sé que has tenido a otra mujer esta noche."

No hace falta decir que aún no podía hacer trabajar a mis cuerdas vocales. Pero estoy seguro que vio el nuevo golpe en mi cara mientras seguía, "Olía y sabía como una puta rancia, Frank. Pensaba que el olor acre era malo, pero el sabor amargo era casi predominante." La sangre se fue de mi rostro cuando caí en la cuenta que el último sitio donde había estado mi instrumento antes de entrar en la boca de Chantell había sido el culo de Sheila.

Chantell se sentó y dijo, "Frank, ¡estás blanco como un muerto! Por favor, no me has ofendido lo más mínimo. De hecho es más bien al revés. Estos olores y sabores son un afrodisíaco para mí. No sé si lo notaste, pero tuve un orgasmo durante todo este asunto. Mi sentido del olfato es tan agudo que puedo ponerme a tono sin ninguna estimulación manual, ¡sea lo que fuera! No quería insinuar que duermas rodeado de putas, sólo quería decir que quienquiera que fuera obviamente le hiciste alguna acción bastante curiosa. Me ha favorecido bastante que no te lavaras después. Esto indica claramente que no tenías intención de hacérmelo. Desde que dejé de follar con mi marido, hace cinco años, nunca he aceptado sexo de ningún hombre a menos que sea totalmente espontáneo. Si me huelo (perdón por el juego de palabras) que el tipo espera sexo, no le daré ni la hora. Desdichadamente esto significa que he estado prácticamente sin sexo. Bueno, supongo que hubo un par de veces." Sonrió.

Me recuperé y dije, "Vaya desperdicio," y ella se puso positivamente radiante por mi elogio repentino. Fue entonces cuando me di cuenta de que, por encima de cualquier otra cosa, me había pasado la noche sudando, sudando durante la vigilancia, sudando durante el sexo, y sudando aquí, en mi oficina. Verdaderamente era una suerte que esta mujer disfrutara con olores especiales porque verdaderamente tenia que apestar a sudor.

"Bien, aunque te gusten este tipo de cosas, se me debe permitir disculparme por no lavarme. Suelo tener mejores modales que en esta ocasión."

"Disculpa aceptada. Y si realmente quieres hacérmelo fácil me dirás todo sobre tu aventura sexual de esta noche."

En este punto comprendí que toda la idea de tirar para delante con la verdad sobre Sheila no iba a funcionar. Ya merecía una muerte dolorosa, por parte de Chantell, por hacerle paladear los olores y sabores de la ama de su esposo. Seguramente no le iba a causar dolor por hacerle saber la verdad. Rápidamente empecé a patinar alrededor de la verdad, y le dije que mi última amante de la noche era una novia mía normal.

"¿De verdad? No das aspecto de tener-una-novia."

"Bueno, no es realmente una novia, es más bien una amiga para polvos... er, perdón por la vulgaridad."

Chantell se inclinó hacia delante y me besó ligeramente en los labios, diciendo, "No me trago ese dulce. Te darás cuenta de que puedo jurar como el mejor de los marineros, así que si no me ofendes, no te ofenderé." Hizo una pausa antes de seguir. "De modo que tu amiga de polvos, ¿trabaja las dos aceras? ¿Es bi?"

Me pilló con la guardia baja. No estaba seguro adonde iba a parar con esto, pero tenía la sensación de que no me iba a gustar. "Bueno, realmente no lo sé. Creo que no, pero supongo que podría serlo."

"¿Cuándo la verás de nuevo? ¿Le prometiste reunirte con ella después de darme el informe?"

Ahora mi cabeza daba vueltas. Decidí dar a la verdad una correa muy corta porque probablemente vio la sorpresa en mi cara. "¿Por qué? Sí, ¿cómo lo has adivinado?"

"Intuición. ¿Puedo ir yo?"

¡Hija de puta! Ahora me entierro en un agujero tal como va la cosa. "Realmente no creo que sea una buena idea."

"¿Por qué no? No puedo imaginar que te hayas convertido en algún tipo de amante progresivo. Estoy segura que no tendrá problemas si yo miro."

Cuando estoy acorralado, a veces soy creativo, de modo que era el momento de cambiar de táctica. "¿Eres bisexual, Chantell?"

"Me lo he preguntado con frecuencia, pero nunca he estado con una mujer hasta ahora. Es divertido, ahora que lo mencionas puedo recordar a mi tía Tessa dándome besos lánguidos en los labios. Nunca pensé mucho en ello hasta que me hice mayor y entonces los encontré divertidos."

Esto iba bien. Distráela provocando reminiscencias y algún camino encontraré a partir de éste. "Bueno, los besos son una cosa, pero estoy seguro que la decisión del sexo lesbiano sería un buen gran paso a dar."

"Oh, no sé sobre eso." Se detuvo y luego dijo, "¡Ya sé! Iremos a  casa de tu amiga de polvos y le preguntaremos si le gustaría hacer sexo conmigo por primera vez. Si no quiere, te prometo que me iré. Si acepta y me quedo cortada, también me iré. Pero si acepta y sigo adelante, ¡tendrás que mirar, Frank! ¡Perfecto! Sé que es el sueño de todos los hombres mirar a dos mujeres haciendo el amor. De otro modo, ¿por qué todas las  películas porno tienen escenas lésbicas?"

Me tenía. Estaba muerto, pero intenté una última finta. "Estoy seguro de que ella probablemente no tragaría por nada de esto."

"¡Oh, vamos! Me acabas de decir que no sabes  si es bi o no. ¿Qué mal habría en preguntárselo? Te prometo que se lo pediré muy amablemente de modo que no pensará nada malo de ti."

Mi gambito final estaba a punto de producir el efecto contrario al que pretendía, pero tenía que hacérselo saber de algún modo. "Está durmiendo y le prometí despertarla con un cunnilingus."

"Perfecto. La despertaré de esa manera. Si se despierta y está horrorizada, me disculparé profusamente. Si no siento que pueda seguir con ello, te dejaré en paz."

Recordé antes que era difícil decir "no" a esta mujer negra mágica, y las cosas no habían mejorado para mí en este sentido. Finalmente me encogí de hombros y dije "de acuerdo."

Respondió lanzándose en mis brazos y besándome durante unos minutos. Era la primera vez que sentía su amplio pecho estrechándose contra mí, y tuve que admitir que con lo miserable que me sentía este beso me resultó especialmente placentero.


De camino al apartamento de Sheila, intenté rebobinar mejor de lo que pude hacerlo a lo largo de la noche. Dije a Chantell que mi amiga de polvos y yo teníamos una relación de mucha confianza y que no queríamos que otros supieran de ella, así que nunca nos dábamos los nombres de los otros, para que no esperara ninguna presentación. Pareció aceptarlo. Afortunadamente Chantell no vería las fotos de Sheila y Bernard en una semana aproximadamente, lo que me daría tiempo antes de que Chantell descubriera quien era realmente Sheila. La voz de Sheila estaba bastante amortiguada e indistinguible en la cinta que le había puesto a Chantell, así que dudaba que la reconociera en persona. Llegamos al apartamento en el momento en que amanecía. Chantell me detuvo antes de salir, porque, obviamente, había estado pensando algo durante el camino.

"Dime la verdad ahora, Frank. ¿Le diste por el culo antes de venir a darme el informe?" Gruñí en respuesta y eso le dijo todo lo que necesitaba saber. "¡Lo sabía! Sabía que había algo más fuerte en tu pene que simple jugo de coño." Estaba resplandeciente cuando continuó, "Quizás debería ser yo el detective aquí."

Declaró, "Bien si seguimos con esto y ella juega, le voy a pedir que me lama el culo a cambio. Veremos si le gusta." Gruñí de nuevo, mientras continuaba, "De hecho, pienso que tu deberías ser el que lamiese nuestros anos."

Cuando repliqué mi cara no tenía un aspecto feliz, "Ya le he lamido el ano y estaría más que feliz de hacértelo a ti."

Salió del coche y declaró, "Realmente. Nunca me lo han hecho. ¡Sería divertido!"


Me metí en el apartamento de Sheila con Chantell siguiéndome de cerca. Miré a través de la ventana abierta del dormitorio y la encontré totalmente dormida en la cama. Estaba sobre el cobertor así que el despertarse con un cunnilingus iba, obviamente, a funcionar.

Chantell susurró a mis espaldas, "¡Está desnuda!"

"Sí, lo he notado."

"Bien, mejor me desvisto yo también."

Cuando se quitó la ropa tuve la primera oportunidad de contemplarla al completo, y una vez más, me quedé volado por la belleza de esta mujer. Sus pechos eran altos y muy llenos. No cedían, lo que parecía realzar su plenitud. Sus aureolas eran del tamaño de una taza de café, y tan oscuras como un grano de café negro. Sus pezones se levantaban como el extremo de un taco de billar. La perfección de estas tetas me dejó atontado, pero su cuerpo no se paraba ahí. La cintura era muy delgada, pero se ensanchaba grandemente en unas caderas anchas y llenas. La raja de su culo era muy pronunciada y se extendía verticalmente al menos diez pulgadas (25 cm) sobre el fondo de su coño. Mantenía su mata muy arreglada, y el coño parecía como una comida de diez tenedores. Los grandes labios de su coño sobresalían como alas de mariposa y no tapaban del todo la entrada rosa de su vagina. Su clítoris estaba colocado como un centinela sobre todo ello. Finalmente sus largas piernas bellamente curvadas suspendían todo el paquete bien por encima del suelo de la habitación.

"Bien, ¿cómo se me ve?"

La tomé en mis brazos y susurré, "Eres una diosa." Resplandeció y me dio un beso largo, lento y húmedo. Mientras mis manos no paraban de acariciar toda la longitud de su cuerpo. Cuando nos separamos, le susurré al oído, "Si lo vuestro tira para delante, recibirás un trato especial. Tiene la lengua más increíble con la que me haya cruzado nunca."

Chantell arqueó sus cejas y replicó, "Oh, ¿realmente?" Obviamente había captado el doble sentido.