El destino “juega” de nuevo.

Tus creencias se convierten en tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras se convierten en tus acciones, tus acciones se convierten en tus hábitos, tus hábitos se convierten en tus valores, tus valores se convierten en tu destino.

No sé cómo explicarlo, porque no le encuentro explicación, pero si lo puedo contarlo. En febrero de 2020, antes de que declararan el estado de alerta por la pandemia, tuve que viajar unos días a Alicante, a resolver algunas cosas que me quedaron pendiente. En esos días, aparte de encontrarme con amigos y conocidos, de comidas y cenas entretenidas, divertidas, me dio tiempo a hacer las gestiones que quería. En una de esas gestiones hubo un contratiempo, el notario se excusó y me dijo que tardarían en solucionarlo una hora u hora y media, me ofrecían tomar algo para la espera y preferí ir a un sitio cercano que cuando vivía allí iba con asiduidad.

En la cafetería a la que fui me conocían bien, los saludos típicos por llevar sin vernos mucho tiempo y los deseos de que volviera a vivir a Alicante de nuevo, después del encuentro inicial me fui a sentar donde solía hacerlo siempre. Cogí el periódico y le echaba un vistazo cuando vi aparecer a una mujer que conocía de vista y que me encandilaba de siempre. De ella sabía pocas cosas, era casada, tenía cinco años más que yo, casi seis para ser más exacto, tenía la carrera de derecho y estaba interina donde fuera. De eso me enteré por el dueño de la cafetería, que sabía la vida y milagros de sus clientes habituales. Físicamente estaba más que bien, pelo rubio, casi blanco, larga melena, siempre lisa, con un flequillo muy bien cortado. Ojos claros, manos muy arregladas, manicura impecable. 1,68 o 1,70. Buen culito, bonitas piernas y lo único difícil de saber, el tamaño del pecho, porque siempre llevaba blusas del mismo estilo y bastante holgadas.

Como he dicho muchas veces, no siempre tengo éxito con las mujeres, lo que pasa que los fracasos no los cuento, porque no tendrían ninguna emoción. Pues este fue uno de mis grandes fracasos. Las señales que siempre había percibido de ella, eran señales de aceptación y nunca antes lo había intentado, pero esa mañana me dije por qué no intentarlo. Es necesario decir que yo iba con traje y corbata, el motivo ya mismo lo veréis. Cuando ella llegó esa mañana, nuestras miradas se cruzaron y me dio la sensación de que ella pensó lo mismo que yo… mira qué suerte y cuánto tiempo sin verla, me dan ganas de… y aquí entra la mente perversa de cada uno para imaginar lo que pensé.

Se sentó en una mesa pegada a la mía, porque no había otra y me dije que era la suerte. Decidí entrarla pero quería hacerlo sin ser vulgar ni en plan moñas. Se puso a trastear en su bolso, le llevaron el café que se pidió y sacó un paquete de Marlboro, en eso se le cayó un billete de 50 euros. Pensé que era una buena oportunidad para entablar conversación… “Oye disculpa que te moleste…” con su “dulce” voz me corto y no me dejo acabar… “Siempre tiene que venir a joder el café algún capullo… no se si es que la corbata os corta el riego a la cabeza, ¿No has observado que llevo una alianza de casada?” había gente en las mesas cercanas que me miraban y el dueño de la cafetería también, todo el mundo se quedó en silencio. Con mucha tranquilidad, me levanté y con la mayor serenidad le respondí… “Disculpa… no te quería decir si me la chupabas, no te confundas, solo quería decirte que se te ha caído un billete de 50 euros, solo eso”

Vi que se ponía muy roja, que algunas personas se reían y murmuraban, mientras ella recogía el dinero que se le había caído. Con la misma me marché. Di una vuelta y después de salir del notario pase de nuevo por la cafetería. El dueño me contó que Beatriz (así se llamaba) se había sentido muy mal por cómo me trató. Estuve un poco más y me marché. Esa fue la última vez que la vi. En mi vida hay algo que me sucede con mucha frecuencia. Todo lo tengo muy organizado y programado, cuando algo lo trastoca quiere decir que me va a suceder algo. Después de mi viaje a Madrid, me hice unos análisis que suelo hacer con regularidad, sobre todo para descartar ETS y normalmente ya me hacen un examen general. Como lo hago en un centro privado, los resultados los miro por un código que te dan por internet.

Pues al día siguiente por la tarde recibo una llamada de la clínica, para darme hora a las nueve de la mañana, que el médico quería hablar conmigo. Lo primero que pensé, fue que algo había pillado por ahí, aunque me parecía raro. Lógicamente dije que a esa hora estaría allí. Por la noche recordé que a esa misma hora tenía una importante reunión, con dos abogados especializados en patentes y marcas, uno de ellos muy amigo mío, el otro desconocido. Conmigo iba a asistir uno de mis técnicos, uno que llevaba trabajando conmigo desde siempre y donde yo aterrizaba le ofrecía venirse. Hable con él para decirle que iniciara la reunión hasta que yo llegara. Me hace pasar el médico y me dice… “Tranquilo que no es nada malo. Solo que has tenido una bajada importante de hierro y ya te lo avise en la última analítica” , la verdad que si me lo aviso y mi dieta últimamente era casi vegetariana. Entre otras cosas me recomendaron ternera, carne de caballo, legumbres, moluscos bivalvos… después de una larga charla me marché sin antes decirle que otra vez me lo adelantara por teléfono para no tenerme in albis.

Llegue tarde a la reunión pero el técnico ya lo tenía todo bien encaminado, como sabía que acabaríamos tarde, había reservado mesa para invitarles a comer y para allí nos dirigimos los cuatro. De los cuatro como he dicho tres nos conocíamos bien y el cuarto se adapta a nosotros, a nuestras bromas. Llega otro grupo de siete personas y se sientan tres en una mesa y en otra cercana los otros cuatro. Hablaban entre ellos y sin querer se les oía hablar, enterándonos de parte de la conversación, de tal manera que me hice una idea de a que se dedicaban. No lo he dicho era un grupo de seis mujeres de mediana edad, entre 35 y 44 años. El hombre tendría más de 60 años. Me llamó la atención dos de ellas, que estaban muy bien y en especial una morena con pelo corto estilo pixie, no era de los que más me gustan, pero le hacía una cara muy bonita, bastante sexy y su cara me sonaba mucho. Después de un lapsus me vino a la cabeza la “famosa” Beatriz. Pero estaba muy cambiada, si era ella, su gran melena rubia se había desaparecido y se había vuelto morena. Iba menos discreta en relación con su vestuario. Llevaba un traje de pantalón y chaqueta, color turquesa, debajo un top de encaje de color negro. Esa fue una de mis dudas, porque no era nada holgado y mostraba tener un pecho de mediano a generoso. Estaba casi seguro al cien por cien que era ella.

Las dudas desaparecieron cuando nuestras miradas se cruzaron, aunque ella lo disimulo o así me pareció, lo que me hizo dudar un poco de nuevo. Hasta que veo que le comenta algo a una de sus amigas o compañeras y esta nada discreta, se gira disimulando fatal. Mira hacia nuestra mesa y comenta algo con ella. Me quito la corbata y los dos que comían que me conocían, me preguntaron preocupados si me pasaba algo, al contestarles que no, que estaba bien… “Es la primera vez y mira que nos conocemos, que te quitas la corbata comiendo, porque te recuerdo que siempre dices que nada de quitarse la chaqueta o la corbata en una comida” y era verdad, manías que tenía, pero me había quitado la corbata por un motivo. En vez de irme con ellos, les dije que se adelantaran, me pedí otro café y me lo tomé solo en la mesa y mientras contestaba algún mail pendiente. De la mesa de ella se fueron todos menos ella y dos de las amigas. Se acercaron a mi mesa y me preguntó delante de sus amigas… “¿Sabes quién soy, te acuerdas de mí?” y sin cortarme le conteste… “Si me acuerdo de algo, pero me acuerdo porque me he quitado la corbata para que no me corte el riego a la cabeza, que me dijeron que eso le suele pasar a los capullos” . Solo me dijo con cara apenada… “Quiero que sepas que me sentí muy abochornada y estuve esperando encontrarte para pedirte disculpas”. Las invite a sentarse a las tres y nos estuvimos riendo, sus amigas eran muy simpáticas y en un momento determinado hicieron mutis por el foro. Desaparecieron sin dar tiempo a su amiga a reaccionar.

- Tus amigas te han dejado sola ante el peligro.

  • Si ya las daré yo. Qué casualidad habernos encontrado en Valencia, jajaja… dos alicantinos en Valencia. ¿A qué te dedicas?

- Casualidad o llámalo como quieras y no me ofende que amo Alicante, pero no nací en Alicante.

  • Y tu… ¿Como es que estás por aquí?

- Pues que algunas veces peco de ingenuo, me lanzo al vacío y… luego viene la realidad. Pero ahora en serio, un impulso me dijo que tenía que venir a valencia y aquí estoy, no me va nada mal. ¿Y tú?

  • Pues aprobé una oposición después de varios años y me destinaron aquí. Lo raro es que no me has preguntado a qué me dedico ni el nombre, porque al final no nos hemos dicho los nombres.

- Por lo que os he oído deduje donde trabajabas, aunque me ha sorprendido el cargo y como sabía que te llamas Beatriz, pues no he preguntado.

  • Vaya, vaya…

- Lo que sí me ha llamado la atención es tu corte de pelo.

  • Pues me lo deje lo más largo posible y luego me lo corte para una buena acción.

- No me digas más, algo me suena.

  • De verdad que he pensado mucho en ti, bueno entiéndeme, me supo fatal lo de mi patinazo ese día y la falta de reacción para pedirte disculpas, pero es que tu contestación, aunque merecida me dejo super cortada. Menuda confusión, eso me pasa por ir de lista.

- Pues no te flageles más, que mi intención era la que habías pensado, lo que pasa que no me salió bien.

  • Que morro y me lo dices tan fresco. Gracias por ser tan sincero, por lo menos sé que mi intuición no me fallo.

- No te fallo, pero fuiste muy borde y si me fije en tu alianza.

  • Ah… ¿Y te dio igual entrar a una casada?

- Pues sí, me dio igual.

  • Lo tuyo no es morro es morrazo.

- Pues será eso.

  • Y seguro que estarás casado y que tu mujer no te entiende.

- No estoy casado, ni tengo pareja y me parece que quien diga eso para estar con una mujer es un idiota.

Me contó la zona donde vivía y no tenía ni idea, hasta que me dijo lugares conocidos y ya supe donde, como también que vivía con las dos amigas que se habían ido deprisa y corriendo. Me enteré que los fines de semana que no tiene guardia, se va el viernes a Alicante y en otras ocasiones venía su marido. Se interesó por el color de mi piel y le dije que casi todos los días iba a la playa, lloviera, hiciera frio… me daba igual. Hablamos de playas y de alguna cala. Me dijo una en concreto que ya había ido y era nudista, me hice el tonto, diciéndole que me habían dicho que esa estaba muy bien, apartada pero gracias a ello solía ir poca gente. Fui liándola poco a poco o ella se dejó liar, el caso que quedamos para ir a esa cala dos días después. Dijo que sí y creo que ya se estaba arrepintiendo. Por eso le dije picándola… “Si te quieres echar para atrás, no pasa nada” . Nos dimos los número de móvil, mientras ella muy segura me decía que no tenía por qué echarse atrás. Íbamos a ir al mediodía y esa mañana, a las nueve,  le mandé un whatsapp con mucha intención… “Si no te has arrepentido a las tres en punto estoy en…” vi que lo leyó y que ponía escribiendo, escribiendo, pero no me llegaba nada, a las diez me contestó diciéndome que estaría esperando.

Llegué antes de la hora y la vi en la acera con una de las amigas con las que vivía. Se montó en el coche y no tardamos tres cuartos de hora pero casi. Me fui dejando indicar. Aparqué y anduvimos un rato para poder llegar. Había más parejas que gente sola. Todas desnudas y la cara de Beatriz era un poema. Me extrañaba que le sorprendiera y fueron sus amigas, que le gastaron una broma pesada, porque para no estar conmigo en una playa más concurrida, le dieron todos los detalles de esa, pero obviándole que era una playa naturista. Para que se quedara tranquila le dije… “Que buena idea que has tenido, con lo que me gustan este tipo de playas” y ella con una expresión de perplejidad me respondió… “¿Ah… si?” y le explique que era asiduo visitante de ese tipo de playas. Ella me reconoció que había estado en una de Almería y otra en Canarias, pero siempre con su marido. El caso que pusimos las toallas y ella se quedó en bikini, demostrando tener un cuerpo bien cuidado y yo en bañador.

Como haciéndose “fuerte” me dijo… “Oye que si quieres desnudarte, por mí no te preocupes” y mi respuesta fue inmediata… “No quiero que te sientas mal, o nos desnudamos los dos o ninguno” , no supo qué contestar o qué decir. Tampoco quise insistir ni tratar de convencerla. Quise que fuéramos a bañarnos y ella decía que el agua en esta época estaba muy fría para su gusto, por lo que me fui a bañar solo. Hice lo que hago siempre, nadar y nadar. El tiempo que estuve no lo sé, pero no fue poco. Decidí salir del agua y fui junto a Beatriz, que estaba tumbada boca abajo y desnuda. El culo era una verdadera tentación, daban ganas de caerse encima. Era una sorpresa muy buena, diría que extraordinaria. No quise desentonar y me desnude, me tuve boca abajo y su cabeza estaba hacia el otro lado, la mía mirándola a ella. Le costó pero al final giró su cabeza y nuestras miradas se encontraron. Me pareció un momento “violento” para ella y lo resolvió preguntándome… “¿Qué tal el baño, es que no te da frío el agua?” y no quise excederme en la respuesta, porque el cuerpo me pedía decirle otra cosa… “Me gusta el agua fría y estoy acostumbrado, el mar con alguna corriente pero fantástico” , encontró en ese tema de conversación un salvavidas y su siguiente pregunta… “¿Nunca te duchas con agua caliente?” lo pregunto con sorpresa y mi contestación esta vez no iba a ser un sí o un no… “Si me ducho solo, siempre con agua fría, ahora si es con compañía me adapto a que sea con agua caliente”

Esa última contestación la acompañe de una mirada especial y ella se dio cuenta, porque aunque lo disimuló lo noté. Se quedó en silencio y no quería que se quedara en silencio, por eso la anime a darse un baño y me decía que no borracha, pero mi insistencia dio su resultados. Acepto y lo que hizo fue darse la vuelta quedándose sentada, hice lo mismo. Adoptó una postura tanto al sentarse como al cruce de brazos estudiado, que poco pude ver. Me puse de pie y me quedé a poca distancia de ella. Me miro y trato de no mirar pero miró. Dio un apretón de labios y se levantó, extendí la mano para ayudarla y no la acepto. Lo que no me impidió hacerla un “chequeo” total. Los pechos estaban algo caídos, buen tamaño, mas grande que la media y los pezones muy oscuros y erectos. El coñito fue lo que en principio me llamó más la atención. Lo tenía con mucho vello, muy bien recortado, pero como digo bien poblado y completamente negro. Esta vez sí aceptó mi mano cuando estábamos dentro del agua, porque casi se cae, aunque enseguida se apartó. No duramos mucho en el agua, Beatriz se quejaba del frío, no estaba fingiendo se le notaba y nos salimos. Ese momento de estar en el agua hizo que ella se relajara un poco más. En vez de tumbarnos nos quedamos de pie junto a las toallas, ya nos mirábamos sin problema y de pronto le dio la risa nerviosa, no se podía aguantar y le dio casi un ataque de risa.

- Ahora si me cuentas de que te ríes seguro que nos reiremos los dos… jajaja…

  • Jajaja… es que me da mucha vergüenza.

- No me puedo creer que con tu trabajo te avergüence algo.

  • Pues si… ¿Qué pasa?

- Pues que no está bien que te rías de alguien en su cara. (Nuevamente la picaba, pero no tenía ni idea de sus risas )**

  • Está bien, me reía porque nunca había visto a un hombre con su “cosa” rasurada.

- Jajaja… no me puedo creer que nunca lo hayas visto.

  • Pregunto… ¿No es molesto cuando crecen los pelillos de nuevo?

- Jajaja… no que va. Para eso está el láser y ahora te pregunto yo… ¿Cómo te va estando de “soltera” aquí?

  • Muy bien, me adapté en poco tiempo.

- ¿Cuánto llevas casada?

  • Jajaja… Pues llevo doce años casada y cinco de novios.

- Joder toda una vida. Porque no te lo pregunto, si tienes 35 años, que era lo que aparentaba aunque seguro que tenía alguno más, doce más cinco, diecisiete, así que desde los 22 años.

  • ¿Y tú nunca te has casado? ( No quiso decir nada a lo que acababa de decir )

- Pues no.

  • Jajaja… que será lo que tienes malo y a todo esto gracias por quitarme años, tengo la fatídica edad de los 40 recién cumplidos.

- Es que no creo en la monogamia y es difícil compaginar eso. Por lo que me has dicho antes, os veis los fines de semana y no todos. No me digas que no os echáis de menos para un aquí te pillo…

  • Por si no lo sabes, el matrimonio es algo más que sexo. ( Esta vez me dio un ataque de risa a mi ) ¿Ahora de que te ríes tú?

- Cuando alguien dice eso y no es una pregunta, es que folla poco o nada, en este caso que follabais poco y la distancia no te hace echarlo de menos, ni a ti ni a tu marido. Eso es lo que pasa cuando se llevan tantos años juntos.

Se le puso mala cara, se tumbó en la tolla y miró hacia el otro lado. No me hizo falta que me confirmara nada, su actitud lo decía todo. Estaba ante una mujer codiciable. Me quede sentado y esperando a que en cualquier momento me dijera que nos íbamos. De perdidos al río es lo que pensé y girándome un poco hacia ella le pregunte…

- ¿Y nunca has tenido tentación de tener algo momentáneo con alguien? (Tardo en contestar, pero se levantó y se quedó sentada junto a mí, contestando sin mirarme )**

  • Claro que sí, una no es de piedra, pero para eso está la fidelidad, la lealtad y también que por mi trabajo, no puedo permitirme el lujo de una mala fama.

- Por lo que me dices no me he equivocado hasta ahora en nada y de lo de la mala fama me rio. Eso no es vivir y ya que hablamos, ¿De qué parte viene el “distanciamiento”?

  • No es eso, a ver cómo te lo explico para que no se me entienda mal… Mi marido es mayor que yo, tenía un magnífico trabajo, lo que pasa ahora recorte de plantilla, gracias por los servicios prestados y a la calle. A su edad es difícil encontrar un trabajo igual, por contactos lo conseguimos, pero ya había dado un bajón moral. Ahora no para de trabajar, está obsesionado con el trabajo… y eso poco a poco va haciendo mella en otras facetas de la pareja. De todas maneras no es que tuviéramos bacanales por las noches, muy normalito todo. Pero él es muy buen padre y muy buen marido.

- Ah vale, cosas de la vida.

  • Jajaja… te he dejado planchado. No esperaba que fuera tan sincera.

- Que va, no me he quedado callado por eso, que cuerda tengo un rato, simplemente que he preferido no decir nada.

  • Jajaja… te he asustado, jajaja…

- Que va, sigo pensando lo mismo.

  • ¿Qué es lo que piensas?

- Lo mismo que pensé cuando te vi la primera vez.

  • ¿Dame una pista?

- Pues que eres una mujer que estas para follársela sin descanso.

  • ¡HALA! ¿Así ligas tú? ¿Te da resultado?

- No sé si dará resultado, soy sincero y no doy pie a equívocos.

  • La verdad que no dejas lugar a que nadie te interprete mal.

- Pues que sepas que sé cocinar muy bien, cuando quieras te invito a cenar y ya de paso a desayunar.

  • Jajaja… que tío más descarado. Mejor gasta tus energías con otra, que conmigo pierdes el tiempo.

- Bueno mi invitación seguirá en pie, aunque no eternamente.

Nos reímos y recogimos las toallas, en el coche no hablamos de nada y no porque no quisiera, justo llegando al coche le llamo su marido, me monte en el coche y ella se quedó hablando fuera. Estaba seria y solo llegando a su lugar de trabajo, donde había dejado su coche, hablamos y me dijo que no sabía el motivo, pero que se sentía culpable. Saqué una tarjeta con mis datos y se la di… “Luego con calma te metes en internet, veras que soy de fiar y que tampoco me interesa estar en boca de nadie, aunque no me quita el sueño” cogió la tarjeta y se fue. Lo hice no para que me llamara ni nada de eso, lo hice por si estaba preocupada por haber ido con un hombre a una playa nudista que se quedara tranquila.

No tenía ninguna duda de que su marido sería un tío estupendo, un buen padre y muy buen compañero. Pero tenía claro por lo que había percibido, que Beatriz era de esas mujeres al igual que hombres, que están predispuestas a tener un encuentro. Como de esas personas da igual el sexo, que si su pareja supieran que era imposible que se enteraran, cometerían una infidelidad. En otro momento de mi vida la hubiera entrado a saco, pero tampoco me era necesario, si el silbato tenía que sonar… sonaría.

Y sonó, por lo menos en parte, recibí un whatsapp de Beatriz al día siguiente… “Hola. Te hice caso y te busque en Google. Me he quedado más tranquila y a la vez sorprendida, te tenía por un ligón ciclado de discoteca y vaya con don Carlos… porque cuando se dirijan a ti pondrán el DON delante” no espere mucho para contestarla… “Me alegro de que te hayas quedado tranquila y tampoco es para tanto, aunque me hubiera gustado más otro tipo de mensaje” , vi que lo leyó pero no llegó ninguna contestación. Ni el resto de la semana llegó nada nuevo, tampoco era mi intención insistir y ese fin de semana me fui para el campo. Fue un fin de semana de lo más entretenido con personas que me caen bien, pero aunque pensaba irme el lunes temprano, el domingo a mitad de la mañana recibo un whatsapp de Beatriz, que no veo hasta la hora de comer, porque no esperaba mensajes… “Hola. Si sigue en pie la invitación a cenar, ¿Te viene bien esta noche? Llegó de Alicante entre las siete u ocho de la tarde. ¿Qué me dices? Ah, solo a cenar” , mi contestación fue… “Disculpa no haberte contestado en el momento, no quería hacerme el interesante, es que no tenía el móvil. Me parece bien, mi dirección es… y lo del desayuno lo negociaremos” , me lleve el móvil y en la comida me vibro, eche un vistazo rápido… “Jajaja… soy muy dura en las negociaciones y siempre gano. Espero que seas en verdad buen cocinero” , en ese momento sabía que casi seguro que desayunábamos juntos.

Nada más comer y aunque todos sabían que iba a estar ese día con ellos, dije que me había surgido algo y me marché, eso sí antes “aguante” una larga charla de mi hermano especial Ray. Iba camino de Valencia y pensando que cocinar, porque no sabía lo que tenía en casa. Siempre tenía algo para un caso de emergencia. Llegue, miré lo que tenía y ya lo tenía claro, sería una cena ligera, nada copiosa. Hubiera sido bueno saber la hora exacta a la que vendría pero mis cálculos los había centrado en las nueve de la noche. A las ocho recibo un whatsapp… “Ya estoy en Valencia, me cambio y voy” , la duda la tenía si cenar en el salón, en la barra de la isla de la cocina o en la terraza, que aunque no hacía un día de verano no se estaba mal. Para acertar prepare todo en dos sitios, en la terraza y en el salón.

Llegó muy guapa y graciosa, no acerté en nada a como creía que vendría vestida. Traía unos pantalones leggins se mezclilla de color rojo, un rojo burgundy que le sentaban muy bien y un zapato cerrado con tacón de un color similar. Llevaba puesta una camiseta gracia de color blanca con una imagen de snoopy y una frase en inglés, la traducción… “De qué sirve vivir si no pruebas algunas cosas?” llamativa frase, es lo que pensé, la hice pasar y le indique con la mano el camino, Iba delante y ya sé que no se debe, pero mis ojos fueron a su culito, que se le marcaba con una forma muy bonita y me di cuenta de que había otra imagen en la parte trasera de la camiseta con otra frase… “La alegría está en tocar” y se me pasó tocar ese culito, pero no sabía si era una invitación o no. me contuve, no es plan de entrar una mujer en tu casa, casi desconocida y tocarle el culo así por las buenas.

Vino conmigo a la cocina, quiso tomar un vino y la cena estaba a punto de estar. Me dijo que olía muy bien, no sé si por compromiso y me añadió que ella era de buen comer, pero de cocinar era una nulidad. Quiso poner la mesa y me dijo dónde estaban las cosas, le dije que ya estaba preparada y dijo que prefería comer en la barra, en el único sitio que no prepare nada. “Parece un piso grande” le invite a conocerlo, mientras reposaba la cena. Llevaba la copa de vino y le gustó mi lugar de trabajo, porque decía que tenía mucha personalidad, le llamó la atención una habitación próxima a la mía, que estaba totalmente vacía y cuando llego a mi dormitorio, abrió enormemente los ojos y dijo… “Demasiada personalidad… jajaja…” y regresamos a la cocina. Como mucha otra gente dijo… “Lo que me llama la atención, es que el resto de la casa parece una casa inacabada, da esa sensación” y le aclare que no era una sensación, que no estaba terminada, con lo referente a la decoración.

La cena estaba siendo agradable, con alguna que otra mirada por parte de ella, que no me dejaba ver o yo no sabía ver, cómo continuaría la noche. Lo más importante que se reía y eso era bueno. Luego se interesó por mi trabajo y me di cuenta que en YouTube vio por lo menos una charla-debate que hay colgada. Después de explicar someramente de qué iba, se echó a reír, cogió su móvil, busco algo y enseñándomelo dijo… “No te imaginaba así… jajaja… la verdad que eres una caja de sorpresas” , era el video que también está en YouTube del baile de Jerusalema. Le explique el motivo de hacerlo y le explique donde lo hicimos. Me dijo que lo hacía muy bien y que a ella le gustaba bailar, pero que era un poco pato o que no la sabían llevar y que en concreto ese baile lo intentaba pero que no le salía bien, mi respuesta a todo eso… “Si te portas bien y lo comes todo, luego te lo enseñare” . Todo iba bien hasta que ella sin yo preguntarle me contó mucho de su vida y en eso soy más parco en palabras, inició un “interrogatorio” y me fui cerrando y no sintiéndome cómodo.

Supongo que se dio cuenta porque poco a poco fue cambiando la conversación. Tan prudente fue que al terminar de cenar me dijo… “¿Te importa que me fume un cigarro?” le dije que no y me explicó que cuando está nerviosa se fuma uno quiso fumárselo en la terraza. Pasamos por el salón y vio la mesa preparada se echó a reír… “Uy que pena, con lo cuqui que lo habías dejado, habérmelo dicho” y la carcajada fue mayúscula cuando vio en la terraza otra mesa preparada… “Así acertabas seguro… jajaja…” se encendió el cigarro y se apoyó en la barandilla para ver las vistas, se inclinó lo justo para que su culo fuera irresistible y que la tentación fuera imposible de dominar e hice caso a lo que estaba escrito… “La alegría está en tocar” y no me aguante, me acerque y acaricie ese culo tan bien colocado y le hice una pregunta…

“¿Y por qué se supone que estas nerviosa?” , dio una calada intensa a su cigarrillo y exhaló el humo diciéndome… “Por lo que acaba de pasar, nunca he estado con otro hombre, salvo alguna nimiedad y lo que nunca he hecho en nada, es ser infiel a mi marido ni un ligero tonteo, siempre he cortado cualquier inicio desde el primer momento” . Lo que me decía no me impedía seguir acariciando suavemente ese culito tan duro. Luego riéndose y ya teniendo claro los dos lo que queríamos, ella me dijo… “Y ya me empezaba a pensar si sabias inglés o no, porque esta camiseta me la ha dejado una de mis compañeras y me decía que sería un éxito… jajaja…” y en ese momento nos dimos un beso que no fue muy prometedor, estaba demasiado cortada. Me puse detrás de ella, me pegue y empecé a besar su cuello, mordisquear sus hombros. Fui notando como se relajaba y como se iba dejando.

Abracé su cintura y fui bajando con tranquilidad sus leggins, puede haber bajado las braguitas diminutas que llevaba pero no quise, no tenía prisas, nunca se sabe cuándo se va a poder estar en una situación igual, hay que saborear el momento. Me agaché para poder quitárselos mejor y ella se puso nerviosa… “Aquí no, aquí no… nos pueden ver…” y le hice saber que nadie podía vernos y aun así, no quería allí, pero ya era demasiado tarde, porque ya no era un no muy convincente. Sin necesidad de decirle nada, levantó un poco una pierna y luego la otra, ya no había leggins que molestaran. Al morder y lamer sus nalgas, se notaba que se había bañado antes de venir. Olía muy bien y algún tipo de crema se había puesto, un olor fresco, con un punto de coco. Después de jugar con mi lengua y mi boca en sus nalgas, fui quitándole sus diminutas braguitas lentamente, tan lentamente que pude comprobar como tenía ganas de que se las quitase, porque antes de llegar a sus tobillos ya levantaba un poco la pierna, facilitándome que se las quitara.

Una vez que se las quite, seguí “jugando” con sus nalgas y mis manos las puse en sus muslos, por la parte interior. Agarre con mis manos sus nalgas, con contundencia y las separe, metí mi cara, saqué mi lengua y lamí todo lo que tenía a tiro de mi lengua, de arriba a abajo y de abajo a arriba, se colocó mejor y me lo facilitó. Cuando empecé estaba un poco húmeda y al pasar mi lengua varias veces, es como si se hubiera abierto un grifo. Mi lengua no dejaba un rincón sin lamer, Beatriz aguantaba mucho, porque apenas se le oía, solo se notaba su respiración, que cada vez era más profunda y con vocecilla perdida pude entender… “Me estás matando… eso no me lo habían hecho nunca, por favor no pares…” y movía dulce y pausadamente su culito. No quise “putearla” en ese momento, sabía que lo había dicho porque se avecinaba su orgasmo y se puso totalmente en tensión, sus piernas las estiró al máximo y no mucho después, se oía un ruido contenido por su boca y unos pequeños movimientos, que luego fueron a más y luego esa tensión desapareció y oí un… “Uuuuuuuufffffffff…” , no me levante porque no había acabado, ella se dio la vuelta y con la cara congestionada me miraba sin encontrar que decirme.

Como he dicho, no había acabado, ahora me acerque y me puse a comerme su clítoris, se le escapó un pequeño quejido de placer y se apoyó con la espalda, dejándome todo el campo abierto. Estire mi mano y acerqué una banqueta baja, para colocar uno de sus pies y poder comérmelo mejor, el coñito ahora si estaba como quería. Mientras lamía su clítoris, lo absorbió, dejaba de hacerle nada, que eso hacía que se quejara, la follaba con mis dedos y daba igual los que metiera entraban suavemente por lo lubricada que estaba. No quise dejar de tantear su culito y sin dejar de comerme el coñito, fui hacia su ano, no quise ser agresivo, fui jugueteando con mis dedos hasta que intente meterle un dedo. Parecía asmática y se le oía más que al principio y me decía que no hiciera eso, pero no me quitaba la mano ni hacía nada más. No podía prácticamente ni la primera falange del dedo, porque apretaba y estaba en tensión. Hasta que otra vez estaba a punto y entonces se relajó, costaba pero metí casi todo el dedo, si me estaba costando meter la polla en ese culito tan estrecho iba a ser algo memorable.  Esta vez si la putee y me pare cuatro o cinco veces, hasta que sacó el genio y apretó mi cabeza contra ella, corriéndose más ruidosamente que la primera vez pero tampoco para tirar cohetes. Sonó su móvil y atendió la llamada era su marido. Aunque me aparte pude oír mientras me iban, que ya estaba en su casa con sus amigas, ya no oí más porque me fui a la cocina. Vino y le di un vaso del vino que habíamos tomado. No se tapó ni se puso nada, estaba cómoda y eso que iba medio desnuda, había cambiado.

- ¿Siempre eres así?

  • ¿A qué te refieres?

- Otro se hubiera quedado a escuchar con quien hablaba o me hubiera preguntado antes de ofrecerme el vino, quién era y que me habían dicho.

  • Con quien hables o lo que hables es problema tuyo, aunque tengo claro que hablabas con tu marido.

- Pues sí y ahora estoy confundida. Porque he tenido y tengo algo de remordimientos y porque me lo he pasado muy bien.

  • Eso último se lo dirás a todos.

- Oye que si te he dicho que no he estado con nadie, es que no lo he estado y es verdad que me lo he pasado muy bien, nadie me había hecho alguna cosa de las que me has hecho y nunca habían hecho que acabara tan rápido.

  • Me alegro que lo hayas pasado bien, pero podemos pasarlo mejor.

- Sabes una cosa… mis amigas cuando te vieron me animaban a tener algo contigo, es mas me decían que si yo no quería que ellas te violaban y es textual. Es más, sabía que si aceptaba venir a cenar iba a pasar esto y ahora viene el que quieres más.

  • Mujer, yo también sabía que si venias había muchas posibilidades y lo de querer mas… ¿Es que tu no quieres más? Porque si no quieres más, no hay problema, te puedes quedar en una de las habitaciones, porque ya no se puede estar por la calle.

- ¿Y tú qué harás?

  • Pues si no quieres que te folle a mi estilo, pues acabaré haciéndome una paja a tu salud.

- Jajaja… que bruto y te quedas tan a gusto.

  • No… a gusto me quedaré cuando me la haga.

- Pues cada uno a su habitación, que ya es tarde.

Nos fuimos a nuestras habitaciones y de la suya le indique donde estaba todo lo que podía necesitar. Desde un edredón hasta un cepillo de dientes nuevo. Había muchas posibilidades de que la noche no acabara así, pero mientras tanto, me fui a dar una ducha como hago todas las noches antes de acostarme. Mientras me duchaba pensaba que cuando saliera estaría metida en mi cama, estaba casi seguro, pero cuando salí de la ducha no había nadie en mi cama, salvo las almohadas. Me acosté como siempre desnudo, me eché la sábana encima, cogí uno de los libros que tengo para leer y me puse a leerlo. No llevaba un capítulo cuando en la entrada veo con una amplia sonrisa a Beatriz desnuda. Dejó el libro, se acerca, se mete debajo de la sabana y esta vez sí me planifica un buen beso, que se acaba convirtiendo en un muerdo tremendo. Me había fijado bien en sus tetas, eran de buen tamaño, con una caída que las hacía muy bonitas y de pezones grandes y puntiagudos.

Nada más terminar ese super beso que me dio. Me metí debajo de la sabana. Me comí sus pezones, los lamí, los estire, los acaricie, los apreté, todo lo que quise, sin prisas, teníamos toda la noche. Me ponía cachondo oír cómo se iba poniendo cachonda, no hay nada mejor. Pase a su tripa, me dedique a la zona que hay entre su ombligo y su pubis, lo acariciaba con mis dedos y también lo hacía con mi boca, con mi lengua. Me gustaba el movimiento involuntario de su cuerpo, que denotaban el placer que recibía. No podía ver su cara pero no me hacía falta. Otra vez mis dedos la follaban, primero con suavidad y atacando los puntos débiles dentro de su vagina, presionando suavemente en el sitio preciso, provocando que quitara la sabana y me mirara con cara de no aguantarse más, de estar recibiendo oleadas de placer. Pero justo cuando sus ojos me indicaban que iba a tener el orgasmo, me pare. Me tiro del pelo, maldijo y se revolvió ferozmente en la cama y era la primera vez que me tocaba, porque no me había visto tan siquiera desnudo.

Me miro con deseo pero mucho más a mi polla. Se fue por ella y me daba de mi medicina, no se la comía, la tocaba, la lamía y pasaba su lengua por todos los sitios. Agarre su cabeza y de forma tajante le dije… “Déjate de tonterías, abre la boca y come mi polla” como no quiso estire mi brazo y azote su magnífico culito. Mataba dos pájaros de un tiro, azotaba ese culito que me gustaba y comprobaba hasta donde aguantaba obedeciendo. De entrada solo se quejó un poco, más por la sorpresa del primer azote que por otra cosa, porque al quinto azote, se metía la polla en la boca y le costaba menos de lo que había pensado. Una vez que estaba obedeciendo, me gire hasta poner mi cabeza entre sus piernas e iniciamos un sesenta y nueve. Ella se corrió antes que yo y se quitó. Me pidió perdón, pero me dijo que no le gustaba que se corrieran en su boca. Se colocó boca arriba como invitándome a que la penetrara. Me puse un preservativo y justo cuando acabé, se puso roja y me dijo sin decir más, porque no hacía falta… “Siempre me coloco en esa posición, pero con eso que tienes y con lo bruto que eres… soy toda tuya” y se colocó a cuatro patas.

Me puse de cuclillas y me la folle sin “compasión” al principio suavemente y poco a poco, tome un ritmo de empotrarla sin prisa pero sin pausa, esta vez nada de contenernos, ni yo en follarla ni ella en gemir. No es que fuera una competición para ver cuántos orgasmos tenia, pero se volvió a correr y ahora sí me pidió que fuera un poco más suave, lo hice relaje mis movimientos y aproveche para azotar sin descanso su culito hasta que se corrió de nuevo. Se quedó tumbada boca abajo y seguí follándola en esa postura. Le dije que quería que me la mamara de nuevo y ella me dijo que sí, pero que le avisara cuando me fuera a correr, le dije… “Me correré en tu boca y si no lo aguantas te quitas” , no me contestó a nada y su puso a hacerme una mamada. Lo que es lamer lo hacía muy bien, lo que era comer no lo hacía tan bien aunque ponía su empeño, creo que porque pensaba más en que no se corrieran en su boca y eso la desconcentraba de lo que hacía. En todo momento estuve acariciando su cabeza y lo hacía porque me apetecía, pero también para evitar que se quitara. Me corrí y aguantó sin necesidad de impedirle que se quitara. Eso si cuando acabe, se quitó y cayo algo en sus tetas y me dijo… “Para una primera vez… me he tragado todo lo que no me he tragado en mi vida, si mi marido echa nada y menos” y luego se echó a reír.

Se fue al baño y yo me fui a preparar un cacao que ella me había pedido. Estando preparándolo Beatriz vino con una enrollada al pecho. Se quedó extrañada que no lo estuviera preparando en el microondas y que no fuera en polvo. Para mí era como el café, el cacao se tenía que preparar de una forma aunque se tardara más. Sin esperármelo, ella desabrocho el albornoz que yo llevaba y se agachó para comerme de nuevo la polla. Fue creciendo en su boca hasta que me la puso completamente dura. Pegue un tirón de la toalla y se quedó desnuda. Me gustaba verla de esa manera. Tire de ella para que se levantara, hice que se agarrar a mi cuello y la levante poniendo mis brazos por debajo de sus piernas, para follármela de pie. Sabía que de esa manera me sentiría aún más. Me la follaba sacándole verdaderos gritos, era un placer embestirla en esa posición, de abajo a arriba y notar como la levantaba para que luego por propia inercia ella parecía que caía, clavándose mi polla sin dejar nada fuera. En ese momento justo era cuando más gemía ella. Una vez se corrió hice que se bajara, se sentó medio sudando en una banqueta de la cocina, donde habíamos cenado y nos tomábamos un cacao cada uno.

- ¿Te gusta mi cacao?

  • Jajaja… desde que he entrado a esta casa me ha gustado todo… jajaja…

- ¿De qué te ríes?

  • Que me he dado cuenta de que eres muy detallista en todo. No tienes prisa en nada, ni en hacer un simple cacao y en microondas, como todo el mundo. Te gusta hacer las cosas bien.

- En todo soy así, mis tiempos me los marco yo, siempre que puedo.

  • Ya me he dado cuenta y como no encuentro la palabra exacta, no te molestes, pero eres como “bipolar” no digo haciendo el amor, porque no ha habido amor ha sido atracción sexual y punto, follas con una dulzura espectacular y cambias cuando menos te lo esperas, para follar salvajemente. Una mezcla que resulta algo prodigioso.

- Es que follar siempre al mismo ritmo es aburrido.

  • Jajaja… contigo no se aburre nadie y si ha sido espectacular lo de la cama, lo de hace unos minutos… sin palabras. Ha sido bestial, nunca me lo han hecho así y no creo que me lo hagan, porque pocos brazos hay como los que tienes. Como dijo una de mis amigas cuando te vio… “Tiene unos brazos como los pilares de un puente” bueno y dijo más cosas jajaja…

- Ahora que se supone que tengo que hacer o decir… ¿Me tengo que poner colorado? Jajaja…

  • No, que va, ya me extrañaría que te pusieras tu rojo. Para ti follar… ¿Es un deporte, una afición, una religión o…?

- Para, para… no es nada de eso, el sexo para mi es tan importante en mi vida como la música o bailar. Trato de aprender de todas las mujeres con las que he estado y hacerlo mejor la siguiente vez.

  • ¡JAJAJA…! Pues o has estado con muchas o eres muy buen alumno.

- Digamos que pongo empeño.

Acabó la conversación diciendo que había que descansar aunque fuera poco y se bebió lo último que le quedaba en su tazón. Nos fuimos para la habitación, apagamos la luz y a los pocos minutos estábamos follando de nuevo como desesperados. Estaba ella más agotada que yo y empezaba a clarear el día, hice que se levantara porque quería enseñarle una cosa. Se levantó con resignación y porque ya no podía quedarse dormida. Fuimos a una de las terrazas, donde se ve despuntar el día. Es una vista no idílica pero si bonita. Para salir a la terraza se había puesto su camiseta de snoopy que le llegaba justo al límite de su culito. La tenía abrazada por detrás y empecé a acariciar su cuerpo y me dijo con voz de sorprendida… “¿Es que no te cansas nunca?” y antes de que acabara me la estaba follando. Lo siguiente que me dijo fue que no me corriera dentro y le dije que me correría en su culito. Con una medio sonrisa me respondió… “No es cachondeo, por ahí nunca lo he hecho y no lo intentes, no estropees este momento” y me la folle de esa manera. Le quite la camiseta y estábamos los dos desnudos follando con la salida del sol como testigo. Se corrió, hice que se sentara y me hice una paja hasta correrme en sus tetas. Al acabar e irnos a la ducha me dijo… “Ahí abajo hay truco, jajaja… no es posible que te corras de esa manera, jajaja…”

Iba a preparar el desayuno y me dijo que prefería que desayunáramos en la calle. Fuimos a una cafetería que ella iba habitualmente y fuimos en su coche. Lo gracioso fue que llamó una de sus amigas, que además era compañera de trabajo y no le dio tiempo a decirle que no iba sola en el coche… “¿Que Beatriz te ha empotrado bien o era solo fachada?” el que se reía ahora era yo y sin hacer ruido. Beatriz se puso muy roja y medio tartamudeaba y entonces la otra le decía… “Si que ha tenido que ser bueno, que te ha dejado sin palabras, jajaja…” y ya Beatriz con tono serio pero de buen rollo… “Voy en el coche y él va conmigo” , la amiga terminó en un tono gracioso… “Hola amigo de Beatriz, espero que lo hayáis pasado bien, adiooooooos” y cortó la llamada. En la cafetería le llegaron avisos sin parar, eran el resto de las amigas, que ya habían sido informadas por la que había llamado. Eran mensajes de voz, al final los escucho delante mía y cada cual era más indiscreto. Como tenían un grupo al final les grabó un mensaje de voz, que decía algo así como… “Me ha dejado agotada y sí, me ha empotrado a base de bien. No hemos dormido ni un minuto, ya está… PESADAS”. Antes de irnos ella me dijo… “Bueno ya nos veremos… ¿Verdad?” y le dije que iba a estar un tiempo desaparecido, pero que hablar seguro que hablábamos y que en el momento que pudiera si ella quería nos veríamos. Nos dimos dos besos y nos despedimos.

De momento hasta aquí. Durante un tiempo, de momento no sé cuánto, no publicare mas relatos, por causas personales que me van a tener apartado de las redes y de internet en general. Lo digo para que no me llenéis el correo preguntando, porque no os voy a poder contestar y me sabría mal. En el momento que pueda publicaré un relato que tengo a medias. Que todo va de lujo, imponderables de la vida. Charles Chaplin decía… “Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra” y recordad una cosa… En esta vida se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Una historia muy simple y como es tan simple… ¿Por qué preocuparse tanto?.**

Mientras vuelvo os dejo una canción que me gusta mucho y que después de buscar en YouTube, encontré la versión que viví en directo en Madrid. Espero que os llegue a donde me llego a mi…