El despertar y entrenamiento de Carolina: día 1.

La fantasía de una chica que desea explorar el mundo de la mano de otra chica sin que el cuerpo masculino que la contiene, sea un obstáculo. Sumisión, sensualidad, dominación, fantasías y Bdsm, vestirán la historia.

El despertar y entrenamiento de Carolina: día 1.

Todos los relatos son producto de la imaginación y no tienen otra función más allá de entretener.

Inspirado en los relatos, novelas y demás material propio de relatos eróticos y BDSM.

Aunque no negaré que me gustaría que de cierta manera, se hiciese realidad.

Agosto 1

Espero que ella llegue en su coche justo en la misma esquina donde nos encontramos la vez que nos conocimos. Los nervios están presentes pero esa primera cita ha sido fundamental para confiar en ella y que ella confíe en mi.

Hoy me llevará a su casa, tiene todo listo para empezar esta experiencia y que mejor, que de la mano de una chica como ella.

Yo 25, ella… digamos que entre 30 y 60, sí puedo asegurar que es muy atractiva, madura, con experiencia, mucha imaginación y con cierta fascinación hacia chicos y chicas más jóvenes que ella, si tienen aspecto de osito de peluche, mucho mejor. Al menos eso fue lo que me dijo en nuestro primer encuentro.

Llega en su coche, su atuendo tan veraniego la ayuda a resaltar sus curvas, la obra maestra que es su cuerpo, luce mucho mejor en verano.

Vestido azul, con un escote que deja mucho a la imaginación ya que limita en el punto exacto donde la vista se queda con el deseo de ver un poco más allá. El vestido cubre tres dedos más abajo del culo y sus largas y perfectas piernas, levantan sus 170 cm, sobre unos tacones de color rojo de charol proporcionando 10 cm a su escultural figura.

Es blanca y de pelo castaño aunque por efecto del sol, puede verse en tonos rojizos y cubre la mitad de su espalda enmarcando su imagen de mujer atractiva, sofisticada y con clase.

Se acerca a mí, me da los dos besos de protocolo y me invita que entre al coche con ella.

Dentro, me da un antifaz para cubrir mis ojos. No quiere que conozca y aprenda el camino a casa y aunque esto me hace estar alerta, cuando pone su mano sobre mi rodilla y me dice al oído: -“Tranquila cielo, todo está bien y gracias por confiar en mí.”

Enciende el coche y nos dirigimos a su casa. Después de unos 40 minutos, llegamos. Me dice que puedo quitarme lo que cubre mis ojos y puedo ver su casa. Un Chalet, quizá de unos 200 o 300 metros cuadrados. Conforme entramos, puedo ver una piscina, un pequeño jardín y las mesas y sillas típicas para tomar un aperitivo disfrutando del clima en verano.

Abre la puerta y justo antes de entrar me mira fijamente, puedo ver autoridad en su mirada pero dulzura y tranquilidad en su sonrisa.

“A partir de hoy, empezará nuestro juego, nuestra aventura. No eres la primera zorrita que entra a mi casa pero si serás la primera de tu tipo con la que pueda experimentar esta fantasía. Jamás lo he hecho con alguien como tú pero creo que ambos queremos que esto sea divertido y significativo. En este bolso, dejarás toda tu ropa y entrarás desnuda a casa y cuando cruces la puerta serás… ¿quién serás? ¿Carolina?, ¿Mónica?, ¿angélica? Los tres nombres me gustan para ti.” -Al decir esto, su cara mostró una expresión de niña pequeña que quiere todos los caramelos pero sabe que solo puede comerse uno.- -Sabes que para mí el nombre de Carolina es: erótico, elegante, dulce; puede ser tanto de princesa como de putón pero a ti te gustan los otros dos así que podemos combinarlos dos de ellos para que no parezca nombre de protagonista de culebrón. - Los dos nos echamos a reír y decidimos que Mónica Carolina sería el nombre completo, así ambas estaríamos conformes.

Hice exactamente lo que me dijo. Me desnudé y con vergüenza que ella me mirase, con   mi cuerpo expuesto fuera de casa aunque dentro de su chalet; Me despojé de todo y con esa risa de pasar un apuro muy grande, me cogió de la mano y me invitó a entrar, dejando el bolso justo al lado de la puerta.

-“Cuando termine tu entrenamiento, podrás coger tu bolso nuevamente aunque sinceramente te digo que no creo que quieras hacerlo.” -Terminó esta frase y me miró como si mirara a un gatito indefenso. Deslizó lentamente su lengua por sus labios como saboreando lo que en su mente ya se imaginaba.

Nos sentamos en el sillón. Ella sin soltarme de la mano, podía percibir como temblaba por los nervios pero su mirada, su sonrisa y como me hablaba, ayudaba a relajarme.

-“Mónica o Carol, ¡me encanta! ¡No puedes imaginarte el morbo que me da, el tener la oportunidad de moldear como una artista, a alguien como tú! Muchas que han entrado por esa puerta, saben lo que quieren ser, ya lo han experimentado antes pero la diferencia es que tú tienes a una chica dentro de ti, y esa chica puede ser todo lo que quiera ser porque nunca ha visto la luz. ¡Puede ser una princesa!, ¡puede ser una puta!, ¡una adolescente de colegio!, ¡toda una ejecutiva! Gracias por querer jugar conmigo este juego y sé que nos vamos a divertir mucho.”

Me besó en la mejilla y solo pude decirle: -Gracias.

-“Bien. Primero debemos depilarte cielo, dejar tu piel como el culo de un bebé. Después te maquillaré y te enseñaré a hacerlo. Dependiendo del maquillaje junto con la ropa, será el aspecto que mostrarás a los demás. He pensado maquillarte de tal forma que tengas la apariencia de una chica adolescente, como esa chica de 17 o 18 años que va a la fiesta de graduación con el deseo de ser desvirgada y tener la mejor noche de su vida.”

Mientras hablaba, yo la miraba fijamente, con atención y devoción. Imaginaba el atuendo que quería para mí y lo deseaba, deseaba mirarme así y tener esa primera vez con ella porque realmente, quería estar con ella.

Antes de entrar al baño, sacó de su bolso un spray y lo apuntó hacia mi sexo. Antes de poder hablar y preguntar qué era lo que hacía me miró y con toda ternura cogió mi sexo y me dijo. -“tranquila. Es solo algo para evitar que te empalmes, su efecto es de 24 horas y es para que vivas otra forma de tener placer.

Entramos al baño, empezamos con la depilación y no podía ser de otra forma que con cera caliente y mucho dolor. Ha sido una de las experiencias más dolorosas de mi vida y poco a poco iba comprendiendo a todo lo que las mujeres se ven sometidas por cumplir determinados cánones de belleza. Además de lo admirable que resulta para mí el tener que vivir los dolores, las molestias derivadas de la regla y lo que significa un parto y el riesgo para la vida de una mujer, seguir los parámetros de belleza también es parte de esa lista de cosas propias de vivir por parte de las chicas y admiro su resistencia.

Al terminar de depilarme, la crema que retarda el crecimiento del bello y la crema para hidratar y calmar mi piel, me cubrían en cantidades industriales. El depilar mi sexo y el culo, fue lo más complicado y lento que hicimos ya que tenía miedo de sufrir un dolor mayor.

Después de esto me duché. El agua sobre mi piel ayudaba a calmar el escozor que sentía y sabía que poco a poco todo esto, tendría su recompensa.

Salí de la ducha y caminé hasta la habitación destinada para mí mientras estuviese en su casa.

Frente a un gran espejo, estaba una mesa con todo el equipo de maquillaje, dos sillas, una frente a la otra, toda la ropa para esa noche y ella esperándome.

-“Bien Carolina, ¿lista para la siguiente fase? Ahora vamos a mirar, los colores que mejor se ajustan para el look que quiero para esta noche. Creo que los tonos pastel, se verán muy bien.

Las mejillas, los ojos y los labios, todo en color rosa, nada exagerado, solo lo suficiente para acentuar los rasgos femeninos y ocultar imperfecciones.” -Mientras realizaba su labor, me deleitaba mirando el esfuerzo y lo divertida que se la veía. -“¡Pero qué guapa estás quedando Mónica!” Esta noche serás todo un bombón, y un bombón que solo yo podré comer.”

Finalmente me ayudó a pintarme las uñas, de color rosa y con puntitos morados sobre la misma. Lo mismo hizo con las de los pies y la imagen que veíamos en el espejo era la de toda una chica, exceptuando mi entrepierna, todo lo demás era de esa chica deseando salir, finalmente, Carolina salía al mundo y lo hacía con estilo.

-“Ahora, de todo lo que compramos la semana pasada, creo que lo más adecuado para esta noche, es lo que está en la cama, Iré a la cocina para ver si está lista la cena. Deseo mirar el resultado final Mónica y que cenemos juntas. Por cierto. En la mesa está un collar, una pulsera y un anillo, quiero que los uses esta noche,  tendrán un significado especial.” -Me dio un beso en la mejilla y salió de la habitación.

Mirar toda la ropa en la cama, fue como un regalo para mí, había encontrado a una chica que en vez de pensar que era yo una persona enferma, también veía divertido mi fetiche, mi fantasía y solo deseaba estar a la altura de las circunstancias.

Primero cogí las braguitas. Eran de color rosa, de satén con un lacito al frente que se alineaba con mi ombligo, tenían encaje negro tanto en la cintura como en la entrepierna.

Unas medias de color rosa, acorde con las bragas, que se sujetaban con un liguero muy sexi. Me encantaba que toda la ropa dispuesta para mí, era sexi pero sin ser vulgar, solo una nena, una chica adolescente revivía en mis carnes, con buen gusto y mucho rosa en su estilo.  Después cogí un par de tetas justo de la misma medida que las de ella, 95 d. estas tetas estaban unidas por un elástico el cual las sujetaba y ajustaba a mi cuerpo y en su base, se veían dos tenazas de goma, que estaban a la altura de mis pezones. La textura al tacto de esas tetas, era casi como de piel de verdad. Los pezones eran perfectos, redondos, semiesféricos no cónicos como los he visto en algunas chicas, parecían como dos cerezas coronando esas tetas que eran mías y solo mías.

El elástico las ajustaba perfectamente y podía respirar sin dificultad pero ellas seguían en su sitio.

Después cogí el sujetador; Rosa con encaje negro y un lacito rojo entre las tetas, el conjunto perfecto que conjugaba, la parte inocente y la parte de zorra que quería salir.

Antes de ponerme el vestido, me miré al espejo, La imagen que tenía ante mí, me sorprendía pero algo faltaba, algo no me brindaba esa imagen de Mónica Carolina como yo quería.

Cogí el vestido. Era rosa de seda con un escote en pico donde casi podía verse parte del sujetador. Prácticamente toda la espalda estaba al descubierto y la falda era tan corta que de tenerlos, podrían verse los labios del coño.

Por último cogí la peluca rubia de pelo liso que llegaba a media espalda. Llevé mi mano hasta la mesa y cogí las tres cosas que me indicó que me pusiera esta noche. El collar, el anillo y la pulsera. Los tres eran de plata y tenían como adorno, una mariposa.

Los zapatos eran de color rosa y dejaban al descubierto mis dedos y al igual que lo anterior, tenían una mariposa en la punta por encima de los dedos.

Me miré de nuevo en el espejo y ahora si podía ver a Carolina, sí podía mirar a esa chica que deseaba conocer el mundo, mirarlo con sus ojos y que el mundo la mirase. No debía llorar porque se estropearía el maquillaje pero una ola de emociones cruzaba mi cuerpo.

Visualmente, la imagen me cautivaba, sentir el roce de las braguitas en mi sexo y en mi culo, sentir como me levantaba del suelo por los 10 cm de los tacones, caminar y sentir el roce de la falda tan ajustada y como ascendía sobre mis muslos provocando que se vieran mis braguitas al menor descuido. Sentir sobre mi pecho el peso y volumen de esas tetas que no paraba de tocarlas, de imaginar cómo tocaría las tetas de ella, como se acariciarían entre ellas durante toda la noche. Mis ojos, mi piel, mis manos, todo era de Carolina, ella estaba aquí y yo era y soy a partir de este momento, La chica que deseaba conocer.

-“¿estás lista cielo?” -Escuché su voz desde el salón que me llamaba. Debía salir y que alguien además de mí, me mirara y me diera su opinión. Salí de la habitación;  el golpe de cada tacón sobre el suelo, marcaba el ritmo de mi andar. Caminaba con lentitud, no estaba acostumbrada a los tacones así que preferí ir lento y no quedar en ridículo además, incrementaba la incertidumbre.

Cuando llegué al salón, nuestras miradas se cruzaron, yo me perdía en su imagen y ella en la mía, su vestido negro palabra de honor, era todo un poema y no deseaba otra cosa más que perderme en su escote, fundirme en su cuerpo y entregarme totalmente a ella.

Caminó hasta mí, su sonrisa brillaba, sus ojos estaban tan abiertos como los míos y solo pudimos decir al mismo tiempo. –“¡Estás fantástica!”

-Me besó, sus labios dulces, suaves, se unían a los míos en un beso tierno, lento, donde el mundo de las dos, se transformaba en uno solo y el tiempo se detenía para contemplarnos.

El beso terminó y cogiéndome de la mano, nos acercamos a la mesa. Dos platos con pasta al más puro estilo italiano, un elegante mantel, la botella de vino sobre la mesa, las velas dando el toque romántico y su rostro, eran el cuadro perfecto que, ni el mejor artista de la historia, podría crear.

-“Espero que te guste, a las dos nos gusta la comida italiana pero el vino si es español, es catalán, como te gusta.” -Había pensado en esos detalles y tenía presente las cosas que a mí me gustaban, tanto las que coincidían con sus gustos y las que no.

Después de lo que me dijo, agradecí todo lo que estaba haciendo por mí.

-Cielo, quiero que sepas, que disfruto mucho de tu compañía, Gracias por permitirme ser Carolina a tu lado. Eres hermosa pero con ese vestido negro, tu belleza resalta aún más y la cena está deliciosa. -Gracias.

-Me acerqué para besarla y mi pecho izquierdo tocó la botella de vino que se movió de un lado a otro pero afortunadamente evité la posible caída de la mesa. Ambas reímos por la escena y nos besamos.

Solo pude tomar una copa, no quería estar mareada el resto de la noche, mi cuerpo tiene poca resistencia al alcohol y quería estar dispuesta para ella en todo momento.

La cena terminó con una deliciosa tarta de chocolate que despertó el deseo y el juego entre nosotras.

-“¿Vamos al sillón?” -Me preguntó y yo afirmé con la cabeza. Cogidas de la mano nos sentamos y cada una, posó su mano en la pierna de la otra.

-“¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?”  -bien. Más tranquila, feliz, es todo un mar de sensaciones, me encanta estar contigo y poder ser yo, sin miedo, sin prejuicios, solo tú y yo. –“Si te soy sincera Carol, también tenía temores y nervios pensando que esto no podría funcionar pero creo que todo está resultando muy placentero para las dos. ¿Qué opinas de todo lo que encontraste en la cama?” -Lo que más me mola, son las tetas, ¡son geniales! Aunque ningunas como las tuyas. –“¿te gustan mis tetas pillina?” –Sí. –“a mí también me gustan jeje.

-“Mónica, ¿quieres otra copa de vino?” -No, no podría, mi cuerpo no tolera el alcohol y no quiero estar mareada y torpe contigo esta noche, mira mi mano, no puedo moverla con rapidez. El vino es muy fuerte. –“No Carolina, no debes preocuparte por nada, me encanta esa carita tierna que tienes y el alcohol ha acentuado ese gesto inocente que me cautivó de ti.”

Nos besamos y sus manos se posaron en mi cuello. Al acariciarme detonó en mi cuerpo una corriente, una chispa de energía que puso alerta todos mis sentidos, esto había dado inicio y no había marcha atrás.

Una de sus manos, bajó hasta mis muslos y explorando en mi vértice, llegó a mi sexo, lo acarició un poco pero ese roce, fue suficiente para que las primeras señales de excitación y de humedad, se mostraran ante lo que estaba pasando.

-“Caro, te estás mojando, ¿te gusta lo que te hago verdad?” -Me encanta lo que haces.

-También llevé mi mano a su entrepierna y con la otra, acariciaba sus tetas por encima del vestido. Mis dedos dibujaban círculos alrededor de sus pezones y comprobé que no tenía sujetador; tan firmes, tan apetecibles, deseaba saborearlos, tenerlos en mi boca y no parar.

Mi mano entre sus muslos podía sentir el calor que emanaba de su sexo, su humedad mojaba el tanga bañaba mis dedos y llegaba hasta el sillón, el torrente de sus jugos incrementaba al ritmo de mis caricias y mi excitación también.

Nos besábamos tiernamente, su lengua se filtraba en mi boca, la exploraba, reconocía cada rincón de mi interior pero todo tendría un giro distinto cuando su mano se introdujo en mis braguitas, cogió mi sexo y solo con la punta de su dedo índice acarició mí ahora clítoris. Esa descarga de placer, provocó que yo echara el cuerpo hacia atrás, ella se inclinó conmigo y ahora ya no era el cuadro de dos amantes que se demuestran afecto. Me sentía la conejita en las garras de la leona que está a punto de devorarla y que al mirarla a los ojos, como a todo condenado, está dispuesta a otorgarle un último deseo.

-“Dime Mónica, ¿quieres que siga?” -A esta pregunta solo pude responderle, presionando su mano con mis muslos, acostada sobre el sillón, mi excitación desbordándose, el roce de sus pechos sobre los míos y su piel cubriendo cada centímetro de la mía. Mirándola fijamente solo pude decir.

-Soy tuya.

Rápidamente, nos levantamos del sillón, mientras caminábamos, reíamos, nos abrazábamos, nos besábamos y nuestras manos exploraban nuestros cuerpos.

En su habitación, solo estábamos iluminadas por dos candelabros con cinco velas cada uno, la cama estaba cubierta de pétalos rojos y el ambiente tenía un dulce aroma a vainilla.

Me quité los tacones y así podía estar con menos estatura respecto a lo que mide ella.

A los pies de la cama, nos besábamos y acariciábamos dejando que esa atmósfera de romanticismo, nos envolviera y despertara nuestro deseo, nuestra pasión.

-“Sube  a la cama cielo”. -Al decirme esto al oído, me cogió de la cintura y como un amante en celo, me arrojó como una muñeca para darle a la escena, un poco más de fuerza y autoridad.

Inmediatamente su cuerpo cubría el mío y yo me derretía bajo ella. La intensidad de mis besos, mis manos explorando su cuerpo, mis sentidos impregnándose de su aroma, su mirada, la melodía de su cuerpo creada por el latir de su corazón, su respirar, los gemidos de placer, todo era una sinfonía que me atrapaba lentamente.

Quitaba su vestido y solo con su tanga, ella me montó. –“Disfruta esta noche Carolina, porque esta es tu noche y puede que no se repita. Hoy es el comienzo de un largo y placentero camino que recorreremos juntas y esto solo es una pequeña prueba de lo que te espera.”

-Al terminar de decir esto, bajó los tirantes de mi vestido, después sacó mis tetas del sujetador sin quitarlo y empezó a tirar de los pezones.

Su acción me pilló por sorpresa, el dolor era una nueva sensación en aquella habitación que no esperaba encontrar esta noche. Grité e inmediatamente, un guantazo en mi mejilla derecha me hizo entender que debería callar porque así le gustaba jugar.

-“Mónica, ¿nunca sospechaste para que eran las pinzas de las tetas? Al tirar de los pezones de estas tetas, esas pinzas, presionan tus sensibles y pequeños pezones y no solo eso, como pequeños mandos de consola, puedo tirar en todas direcciones, hacerlos girar y muchas otras cosas más que conocerás a lo largo de todo el tiempo que estemos juntas.”

-¡Para por favor! Me duele. –“Claro cielo, de eso se trata porque tu dolor es mi placer. Esta es una de las tantas reglas que aprenderás y deberás recordar cada una.”

-“Ahora me darás placer mientras yo te doy dolor ¿entendido nena?” -Asentí con la cabeza y a pesar del dolor, la amenaza en su voz y la inquietud por lo que me esperaba, la excitación y el deseo de vivir todo lo que en mi imaginación estaba guardado, me hacía continuar con esto.

Cambió su postura sin dejar de estar encima de mí. Ahora el vértice de sus piernas, el centro de su cosmos, se posaba sobre mi rostro. Sus labios delgados, dos líneas en paralelo que forman la entrada a su placer y el punto de no retorno para mi deseo y mi perdición.

-“¡Venga cielo, dame placer, come mi coño como si fuera tu último alimento! Llena tu boca del elixir de tu guía, tu mentora. ¡Come el coño solo como las buenas nenas saben hacerlo!”

Su aroma llenaba el aire, sentir su culo en mi frente y sus labios alineándose con los míos, era algo que deseaba vivir hace mucho tiempo.

Poco a poco, mi lengua se movía entre sus labios, movimientos en horizontal y vertical, eran el previo para mi labor. Succionaba como si fuese un chupete todo su sexo y el resultado que obtenía era más miel emanando de su interior y sus gemidos incrementando su intensidad.

Al aumentar su excitación, también aumentaba mi dolor. De acuerdo a mis movimientos y lo que disfrutaba tiraba de los pezones y entendí que como ella lo dijo antes, como dos mandos de consola, ella marcaba el ritmo de mis movimientos en su vulva.

El dolor incrementaba y también sus jugos. Significaba que su orgasmo estaba cerca y quería terminar antes que mis pezones se desgarrasen por los tirones que daba. Mi lengua penetraba en el fondo de su sexo explorando sus paredes, saboreando el sabor de su cuerpo y rozando su piel tanto dentro como fuera de la vagina.

Un largo gemido, su eyaculación entrando a raudales a mi garganta, su cuerpo inclinándose sobre el mío y dejar de tirar de mis pezones, eran las señales de que su orgasmo había llegado, fue intempestivo, ruidoso, líquido, abundante.

-“¡qué bien!, ¡qué buena eres! ¡Cielo me has dejado seca!” -Sus manos se aferraban a mis muslos y sentía su aliento en mi entrepierna, intentando respirar para recuperar energías y continuar con la noche.

-“Te falta experiencia Carolina, pero para ser virgen y tu primer coño en esta nueva faceta tuya, ha sido un trabajo genial. Ahora cielo me vas  a dar otra cosa, claro, si tú quieres.”

La miraba desnuda frente a mí, su tanga estaba mojado tanto por toda la excitación previa como por su primer orgasmo, fue excitante hacer sexo oral con el tanga de por medio.

Finalmente se quitó el tanga y mientras lo sujetaba con la mano izquierda, subía la falda de mi vestido y bajaba mis braguitas.

El instinto de conservación me hizo juntar las piernas lo más posible intentando mostrar un poco de resistencia pero ambas sabíamos que eso era inútil.

-“típico en una virgen. Creéis que las braguitas se convierten en una cortina de acero, capaz  de protegeros el culo o el coño de la invasión de vuestro fálico verdugo pero no, solo son finas telas que sucumben a la humedad de la entrepierna y mientras se deslizan eróticamente por los muslos, van incrementando el deseo de la inocente chica de ser poseída. ¿Verdad Mónica?”

-No supe que decir, tenía toda la razón con ese comentario y yo ahora mismo era esa chica que la razón la hacía cerrar las piernas y el instinto decía que quería ser follada de una buena vez.

-“La que calla otorga Carolina y tu silencio me confirma que he acertado con lo que estás pensando.”

Tenía en su mano tanto su tanga negro como mis braguitas rosas, un perfecto simbolismo de lo que ocurría en esa cama, la inocencia con el fuego y lo oscuro del deseo, fundiendo sus esencias en una sola.

Sus dedos jugaban con mi sexo, cogían ese clítoris superdesarrollado que tenía ahora entre las piernas y entre más caricias, más líquido emanaba de él. Sus dedos trazaban círculos sobre la cabeza, la piel que lo cubría era desplazada hacia atrás para descubrir ese punto del placer que se entregaba sin resistencia alguna a sus caricias. Mi más pronunciado gemido se presentó cuando sus dedos se hicieron los dueños del frenillo, debajo de la cabeza de mi encogido miembro  y una chispa de placer recorrió mi cuerpo desde mi sexo hasta mi cerebro. Esa fue la señal para incrementar sus caricias en todo mi sexo. Acercó su boca a mi clítoris y el calor de su boca hacía que mi cuerpo se entregase cada vez más rápido a sus dedos, a su lengua y a la sutil caricia de sus dientes sobre mi piel.

-“Mónica, lo estás disfrutando, tu sexo se entrega a mí y veo que el espray ha funcionado perfectamente. Quería que tu experiencia como chica, fuese lo más real y lo estoy logrando.”

-Me giró                             sobre la cama y ahora tenía a su disposición mi culo. Sus manos subieron la falda de mi vestido ha media espalda para tener una mejor vista de mis nalgas que ahora la pertenecían.

-“Me encanta tu culo, pequeño, redondo, estrecho y dan ganas de comerlo a mordiscos.” -Al terminar de decir esto, Empezó a dar mordiscos en todo mi culo, sus dedos intentaban abrir mi estrecho y virgen agujero y los azotes en cada nalga, se incrementaban de acuerdo a lo que ella deseaba escuchar de mi. Mi entrega y dolor, no se hicieron esperar a lo que ella solo pudo decir: -“Carolina, hasta ahora tu comportamiento era excelente y con tan poco ya te estás quejando y estás de llorica. Cielo, esto no me gusta así que te haré callar para divertirme más.”

-Cogió su tanga y mis braguitas, hizo una bola con ambas prendas e inmediatamente me hizo tragarlas. Estas tenían su aroma y parte de los jugos que habían salido de mi sexo. Con sus dedos ajustó la improvisada mordaza para que cubriese mi boca perfectamente y dispuso la parte frontal de mis braguitas para que el lacito que las adornaba, quedase justo entre mis labios y fuese la única parte visible de las bragas.

-“¡que graciosa te ves! Como una muñeca, como mi juguete.”-Continuó con su labor, me obligó a mirarla mientras azotaba mi culo de manera arrítmica por lo que tenía que girar la cabeza en una posición incómoda mientras ella me castigaba.

Gracias a la mordaza solo gemidos se escuchaban desde mi garganta, sentía como mi culo ardía por los golpes y quería llorar porque no cesaba en ese castigo. A veces con ritmo, otras veces caían sin una sincronía los guantazos en cada nalga; los descansos entre cada bloque de azotes, eran aprovechados para dilatar mi culo y prepararme a lo que se avecinaba. También tiraba de mis gónadas, cada vez más grandes, parecía que reventarían de toda la leche acumulada que quería salir pero aún no podía hacerlo.

Finalmente, su castigo terminó, me giré nuevamente y sin quitarme la mordaza, lentamente, deslizó hasta la punta de mis pies, cada media y con total sensualidad, llevaba las medias hasta mis manos y yo como una muñeca sin voluntad alguna, dejaba que atara mis manos a la barra que estaba justo en mi cabeza y formaba parte de la estructura de la cama. El roce de las medias en mi piel sabiendo que era vulnerable e indefensa al estar atada, daba aún más morbo a la situación.

Se giró, a sus espaldas había una cajonera y con su cuerpo, cubría perfectamente lo que sus manos hacían en el interior de uno de los cajones por lo que no me fue posible, mirar que era lo que deseaba encontrar. Solo pude ver como cogía un tanga de plástico transparente y un frasco pequeño, aunque desconocía su contenido.

Al mirarme nuevamente, mi sorpresa fue súbita, mis ojos no podían creer lo que estaban viendo y pedí que no se atreviera hacer lo que ambas sabíamos. El tanga no era más que un arnés, una polla de casi 20 cm, muy real a la vista, con las venas y cada detalle de la anatomía masculina bien definido. Esta polla se mantenía en su sitio gracias a un pequeño vibrador introducido en su sexo y las tiras de plástico que rodeaban su cintura y formaban un tanga con la tira inferior. En sus manos un frasco de lubricante estaba listo para cumplir su función.

-“muy bien cielo, ya has comido el coño de mami pero ahora quiero que comas mi polla. He visto como tus ojos la deseaban y tranquila Carolina que muy pronto será toda tuya pero antes, tienes que prepararla para tu culito.” -Sacó de mi boca la mordaza que pesaba por la saliva que tenía. Restregó ambas prendas por mis muslos para quitar el exceso de líquido y las ató a mis muñecas solo como algo simbólico.

Antes, cogió el pintalabios rosa que estaba en la mesa y aplicó una capa de éste sobre mis labios para retocar el maquillaje.

-“Quiero que tus labios dejen huella en mi polla así te verás más mona, chupando una gran polla como si fuese una piruleta, ¿verdad Mónica?”

-Inmediatamente colocó el glande entre mis labios e hice lo que ella esperaba de mi, el sabor a goma, no era muy agradable para mí pero prefería eso a una de verdad aunque después aprendería que una polla así, puede ser peor que una de verdad. -“Perfecto Carolina, chupa, deja que tu lengua dibuje cada parte de mi polla y poco a poco irá entrando en tu boca, esa boquita de fresa que tanto desea esta polla.” -Centímetro a centímetro fue entrando ese ariete y empecé a tener complicaciones para tragar más polla. Ella lo notó y rápidamente sus manos cogieron mi cabeza y empujó más y más para que la polla no saliera de mí.

Cuando vio mi gesto de agobio, se detuvo, sacó la polla de mi boca y soltó mi cabeza.

-“Muy bien, es tu primera vez así que no quiero dejarte sin respirar esta noche pero te entrenaré para que sin importar el grosor y lo largo de una polla, te las comas como caramelos, una buena mamada es bien pagada y te recuerdo que tus vestidos, tus bragas, toda tu ropa y el entrenamiento, no son gratis”. -Esto que había dicho me inquietó. ¿Pretendía prostituirme? No sabía que pensar y quería reclamarle pero antes de hacerlo, su boca nuevamente hacía presa a mi sexo de sus caricias orales. Mi razón se nubló y el instinto nuevamente me controlaba.

Conforme aumentaba sus caricias y aceleraba la llegada de mi corrida, con sus dedos lubricaba y dilataba lentamente mi culo. Cuando mi orgasmo estaba por llegar, cogió mi sexo y ejerció presión sobre él, sus manos como dos planchas, lo trituraban por lo que mis gemidos de dolor no se hicieron esperar. Antes de tener oportunidad de decir algo, cogió una pinza del cajón donde había extraído el arnés y llevó esa pinza a mi clítoris. El dolor era indescriptible, jamás había experimentado tal dolor en mi sexo. Esa pinza, tenía forma circular. Cada tenaza, era un semicírculo que se ajustaba perfectamente a la circunferencia de mi clítoris y cada punta, estaba cubierta de goma por lo que el dolor era la presión ejercida y no había laceración.

-“Espero que no hayas pensado que te dejaría correr a las primeras de cambio. Quiero que me ruegues, quiero que me pidas tu orgasmo, quiero que me digas que me deseas dentro de ti y que necesitas, que mueres por correrte.”

-Subió a la cama, se colocó entre mis muslos y su polla se alineaba con mi entrada. Con ternura en sus movimientos, deslizaba sus dedos por mis muslos, cintura, estómago, llegaba a mis  tetas y tiraba de los pezones lo que acentuaba el dolor de mi clítoris. Mi cuerpo era un cóctel de sensaciones, dolor, placer, ternura, todos en uno solo, llevaban al límite mi razón, potenciando mi instinto.

-“sé que te duele cielo pero esto es solo el principio, no sabes lo que te aguarda aún pero después del dolor, solo el placer será lo que alimente tu cuerpo, tu espíritu y me pedirás cada vez más de esto.”

-Por favor, quita la pinza de mi sexo -no, aún no, tienes que aprender que existe dolor, incomodidad antes de todo desvirgamiento, no es fácil para una chica, su cuerpo no está preparado para experimentar las emociones y sensaciones de una primera vez”  -haré lo que quieras pero quítala por favor –“no y procura callar y disfrutar Mónica que no quiero enfadarme contigo. Agradece que estoy siendo delicada y paciente, normalmente ya hubiese perforado tu culo sin ningún tipo de contemplación, tu saliva como único lubricante y con tanta fuerza que no podrías sentarte en todo un mes y ¿sabes por qué no lo he hecho? Por qué te quiero y no deseo hacerte ningún daño. Me encanta que a pesar del dolor, y tus muecas de sufrimiento, aún conservas esa carita de ternura que me encantó de ti. El morbo que despierta la combinación de tu dulzura con lo puta que serás, me hará ganar mucha pasta – no me habías dicho que pensabas ofrecerme como puta – lo sé, pero de alguna forma tienes que pagar esto y tengo una cartera de clientes perfectos para ti – pero tú... – Calla Mónica, no es momento para hablar de eso.

Quiero que me digas si me entregarás tu inocencia esta noche, dime si seré yo la que te lleve al placer y tendrá el honor de profanar la estrechez de tu culo” -sí, quiero que seas tú, quiero entregarme a ti.

-“Entonces me quedaré con este anillo, esta pulsera, símbolos de tu entrega y de esa mariposa que ha salido de su capullo, que hoy ve la luz y que empieza su vuelo en la senda del placer. Eres mi mariposa, eres la chica que esculpiré y me dará todo el placer que quiero y merezco recibir” -yo quiero ser quien te de ese placer que mereces, quiero ser tu chica, tu muñeca, tu nena, tu juguete y tu puta. –“Bien mi niña, ¿lista para ser mujer?”

Su polla dio la primera señal de su presencia, logró cruzar la primera parte de mi entrada y mi gemido de dolor fue casi desgarrador. Solo la punta estaba dentro pero para mí eran como mil agujas perforando mi piel. Lentamente, su polla se deslizaba en mi interior, milímetro a milímetro, abría, perforaba, invadía mi interior y atada a la cama, no podía hacer nada para defenderme. Intentaba concentrarme en otra cosa para no prestar atención al dolor de mi culo. Miraba sus pechos, su balanceo erótico que con parsimonia, marcaban el ritmo de cada envestida.

-Por favor para, me duele mucho –“sí Carolina, sé que duele, soy chica también. Pero siempre la primera vez duele. Los tíos no lo entienden, solo piensan en su placer. Primero te abren como si fueses una lata de cerveza, sin ninguna consideración.” -Ella por cada frase, avanzaba un poco más en mi interior y acompañaba cada empuje, con algún tirón de mis pezones o de la pinza de mi clítoris.

-“Después que ya te han abierto, se detienen un momento pero no por pensar en una. Se detienen para disfrutar de lo apretada que es una vagina virgen, para sentir el calor que envuelve su capullo y piensan que los primeros gemidos son de placer cuando en realidad, nos estamos muriendo y pensamos que nos vamos a partir en dos.” -Una envestida más, desplazando mis paredes anales a los extremos, dilatando con agonía mi interior. -“Después, entran un poco más, ahora no es solo la cabeza, te perforan metiendo hasta la mitad de su falo y dicen que es para que no nos duela tanto. Paran un poco e inútilmente, muerden tus pezones, juegan con el clítoris, supuestamente para darte placer y que no pienses en el dolor. Y después, como si de un premio se tratase, meten el resto de su polla y sin importarles el dolor, desgarran el himen como si fuese el hallazgo del mayor tesoro jamás encontrado.”

-Cuando terminó esta frase, su polla se alojó definitivamente dentro de mí, el dolor era infinito y solo pedía que saliera porque el sufrimiento era extremo.

-“¿Qué sientes cielo?” -Mucho dolor, por favor sácala –“no, es mi placer no el tuyo, quiero que me digas lo que sientes, como eres abierta por mi polla de 20 cm y 5 de grosor, quiero que me digas cada sensación, cada sentimiento en tu primera follada.” -Siento dolor y también un poco degradada, como si no importase mi dolor y mis sentimientos. Siento como si algo que era mío ha sido arrancado y que no volverá a estar. Mi culo me palpita, como si mi corazón estuviese allí abajo y quisiera salir. Tengo las piernas abiertas lo más que puedo y no logro minimizar el dolor. Me siento como una puta aquí atada, follada, humillada, degradada, desvirgada y sin un rastro de placer. –“Todo eso Carolina, es lo que muchas chicas sienten en su primera vez y por esa razón me hice bisexual. Tenerte aquí, es una oportunidad para hacerte ver todo esto y que aprendas a ser sensible, entregada y claro, existen chicas que han nacido para ser damas y otras para ser zorras. Espero que puedas ser ambas pero te divertirás más como zorra.”

Quitó la pinza de mi clítoris y con sus dedos, desapareció el dolor. Ahora el placer nuevamente llegaba a mi sexo, las lágrimas de mi rostro se secaban en mis mejillas y otras en la palma de sus manos.

Su polla estaba toda dentro de mí, su cuerpo se pegaba al mío y suavemente me dijo rozando sus labios a los míos.

-“¿Quieres ser mía?” -Mis ojos la miraban fijamente, nada existía en el mundo más que ella y yo y con toda dulzura solo pude responder que sí.

-“¿quieres correrte conmigo Carolina? -Sí quiero correrme contigo.  –“¿quieres ser mi juguete?, ¿quieres ser mi nena?, ¿quieres ser mi zorra?” -Quiero ser todo eso y más. –“Pide a tu ama que te folle anda, pídelo.”  -Fóllame, hazme tuya, quiero sentirte en lo más adentro de mí. Quiero entregarme a ti, mi culo es tuyo, mi cuerpo es tuyo, haz conmigo lo que quieras. Fóllame, por favor fóllame. Estoy muy caliente, no puedo más, ¡fóllame! – -“Tus deseos son órdenes putita mía.”

Empezó a follarme, cada envestida era como una estaca que se clavaba en mi. Gemía y gemía al ritmo marcado por su follada y poco a poco, el dolor se convertía en placer. Mi culo se ajustó al tamaño de su polla. Sentía como incrementaba el calor dentro de mi culo, una sensación que jamás había experimentado. El roce de su polla con mi punto G, generaba diferentes sensaciones.

Un breve pinchazo a la altura de mi sexo daba paso a un cosquilleo sutil, ese cosquilleo, se incrementaba y en la parte externa de mi sexo un hormigueo, era perceptible en el clítoris, en la piel de mis gónadas, en el cuerpo de aquello que alguna vez fue un miembro y que ahora solo era un instrumento de placer femenino.

Paraba en sus envestidas para inclinarse y poder comerle las tetas. Mientras yo chupaba con deleite cada pezón, la piel de esas esferas perfectas, ella tiraba de mis pezones pero con pausa, sin pretender provocarme dolor, solo el gustirrinín de sentir esos tirones en mis pezones.

Nos besábamos y cuando ella creía que era suficiente, volvía a follarme con fuerza, con ímpetu.

-“¡”que estrecha eres!, bajo ese vestido de princesa, había una zorra esperando ser follada ¿no es así Carolina? Dame tu culo, dame tu cuerpo, eres mía, puta, ¡no lo olvides!”

Me giró en la cama nuevamente y me puse en cuatro. Me follaba mientras azotaba mi culo y me decía toda clase de halagos.

-“¡que culo!, ¡que nalgas! Perfectas para azotar hasta la saciedad. Que gustazo romperle el culo a una chica como tú Mónica. Un culito caliente, estrecho, virgen, no lo olvides, un culito que era virgen y ahora ha perdido toda pureza y ha sido profanado, ultrajado desvirgado por mí cielo. Podrán pasar miles de pollas por este culo pero siempre recordarás que la primera polla que chupaste y que te desvirgó, fue la mía.”

Disfrutaba con sus humillaciones, sus azotes me hacían sentir cada vez más puta, más entregada, más sumisa y más mujer. No quería que terminase pero quería correrme pero parecía que mi orgasmo estaba contenido como si no quisiera formar parte de esta fiesta de placer.

-“¿Te gusta lo que te hago zorra?” -Me encanta. –“Dilo más fuerte puta” -¡me encanta! ¡Fóllame, no pares! –“¿Qué eres Carolina?”  -Una zorra. –“Mi zorra, que te quede claro”  ¡sí!, ¡soy tu zorra!, ¡tu puta! –“¿Te gusta cómo te rompe el culo mami?” – -Me gusta, me encanta sentirme abierta, perforada, partida por la mitad, siento como mi culo se entrega, se abre a tu polla que lo invade, se adueña de mi culo y de mí – -“Me encanta montarte cielo y pellizcar este culo de zorrita dispuesto para mí” -es tuyo, azótalo, pellízcalo, muérdelo, penétralo, puedes hacer con él lo que quieras –“me encantan las zorritas tan entregadas como tú Carolina, sumisas, bellas y muy muy muy putas.”

-Ahora un nuevo invitado a la fiesta, el vibrador de su coño era activado y el placer se incrementó exponencialmente. Realmente era la pequeña polla incrustada en su vagina la que tenía el dispositivo pero las vibraciones se transmitían al misil que me perforaba por lo que también recibía parte de ese placer mecánico.

-“¡Me corro puta, me corro!” -Mis gemidos aumentaban de volumen y de intensidad, sus envestidas, el movimiento de mi culo que no quería dejar escapar al intruso, deseaba exprimirlo y que terminase dentro de mi culo como una polla real. Nuestros cuerpos bañados en sudor, eran la imagen perfecta de la lujuria, el deseo, ningún artista podría pintar un cuadro tan perfecto al intentar plasmar los más bajos instintos del ser humano. El placer más erótico, más pasional, era entre dos mujeres, dos hembras cegadas por la sensualidad y el placer.

Ella cogía mi vestido como si fuesen las riendas de un caballo al que se monta y con su fuerza lo desgarraba. Podía sentir como más y más líquido salía de mi polla, como si fuera a mearme pero eran los jugos almacenados en mi sexo que salían a raudales de mi interior.

Dejó de montarme y ahora estábamos frente a frente. Con las piernas muy abiertas, seguía con las envestidas y sus tetas bañadas por su sudor, eran mi espectáculo visual. Su pelo liso, a media espalda, bailaba en el aire, enmarcando su cara de ama, de dominante, ese rostro de autoridad, poder, que sabía que entre sus manos, tenía a esa presa fácil que podía usar a su antojo.

-“¡Me corro puta!” -Crucé mis piernas en su cuerpo, caía exhausta sobre mis pechos y entre mis muslos, caía la  cascada de fluidos que brotaba de su vagina. Un nuevo orgasmo, más intenso que el primero, se sumaba a la cuenta de corridas de esta noche.

Mi imagen era la de toda una puta bien follada. Sin bragas y con el sujetador descolocado con las tetas fuera. Mi vestido desgarrado y enrollado en el estómago porque quien me había follado no quería perder tiempo en desnudarme. Las manos atadas y el cuerpo de ella, sobre mí, mezclando su sudor con el mío con su cabello en mi cara.

A pesar de todo el líquido segregado por mí, en mi clítoris, en mi culo, aún quedaba una sensación de cosquilleo que se apagaba poco a poco para dar paso a la incomodidad de la polla alojada en mi interior. Algo no estaba bien y cuando reaccioné tras el esfuerzo, me percaté que yo no me había corrido.

-“¿Qué ocurre Mónica?” -Nada, solo que ciento que algo se ha quedado contenido en mí, como si algo estuviese por salir pero no lo hizo. –“Bienvenida al mundo de las chicas insatisfechas Carolina. Lo que sientes es que yo si llegué a mi orgasmo y tú no. Más bien, mi orgasmo llegó antes, me corrí primero y ahora estoy agotada.” -¿No puedo correrme? –“No Mónica, esto también pasa una primera vez, los tíos se corren pero nuestro placer parece no importarles. Yo me he corrido dos veces pero tu ninguna y por cierto, ¿sabes por qué es mejor una polla de tía que la de un tío?” -No lo sé – -“porque una polla de tía, no se cansa nunca.”

Después de esto, me besó en los labios con ternura, se levantó y del armario sacó un camisón de satén negro, con encaje en el escote de color rojo y un lazo entre las tetas. En el pecho, tenía un decorado de mariposas rojas con puntitos brillantes y los tirantes eran anchos y con encaje también. Del cajón inferior, sacó un culottte negro con encaje rojo y una mariposa al frente. -“Bien Carolina, esto es para dormir, ha sido una noche larga y debemos descansar.” ella se pondría un camisón negro pero solo con un lazo entre los pechos y dos mariposas que al vestirse con él y acostarse en la cama, esas mariposas se posaban en sus pezones.

Apagó las velas y todo quedó a oscuras. nos abrazamos como dos tiernas amantes que solo deseaban la dulzura de sus labios, la ternura de sus manos, tras el fuego que las había consumido hace unos instantes. Unas lágrimas brotaron de mis ojos y ella las secó con su lengua, sus manos sujetaban mi cara y después de besarme me preguntó.

-“¿ocurre algo Mónica?” – -Nada, solo que soy muy feliz a tu lado y gracias por esta noche. –“Has estado a la altura cielo y te prometo Carolina, que tendrás tu recompensa.”

Nos besamos, abrazadas cerramos los ojos y juntas, nos fundimos en un sueño profundo y el más cálido de mi vida.

Desperté. En los primeros instantes me sentía rara, sabía que no estaba en mi cama, alguien estaba a mi lado y sobre mi pecho, sentía el peso de algo que no recordaba que era.

Mis manos inmediatamente fueron a mi pecho y al tocar eso que estaba pegado a mi cuerpo, como si un botón fuese presionado, todo lo ocurrido durante la noche, venía a mi mente. Era yo, era Mónica Carolina.

Movía la cabeza sobre la almohada, me gustaba sentir el roce del pelo rubio, largo, liso, que cubría mi espalda, mi cuello y era mío. El calor de ese cuerpo femenino a mi lado, era un regalo, un privilegio del que podía disfrutar.

Decidí despertarla y que mejor manera de hacerlo de la siguiente forma: Me senté en la cama y con mucho cuidado de no despertarla con mi movimiento, sigilosamente, bajé hasta su entrepierna. Su torso subía y bajaba por su respiración y su coño, emanaba ese aroma de mujer satisfecha, que ha gozado de una noche caliente y agotadora.

Levanté su camisón con mucho cuidado y mi lengua encontró su sexo casi al instante. Era sutil el movimiento circular que dibujaba sobre sus labios, sólo pretendía tocar su piel, impregnarme de su sabor, su aroma y con el paso de los minutos, intensificaría mis caricias orales.

Incrementé el ritmo. Los surcos sobre sus labios, el clítoris y el interior de su vagina, eran la sinfonía que intentaba componer sobre ella.

Sus piernas reaccionaron a mi caricia, su respiración cambió súbitamente. Sabía que había despertado.

_”me he ganado la lotería contigo perrita. Nadie por miedo a mi enfado, me había despertado con una comida de coño y tú has sido la primera.” –Sonreí al escuchar lo que decía y mirando sus ojos entreabiertos con flujo de ella en mis labios solo dije: -Buenos días. La luz del sol entraba por la ventana iluminando su rostro, su cuerpo cubierto de ese sexi camisón. El de ella, elegante y erótico. El mío, dulce, sexi, entre virginal y calienta-pollas.

-“creo que tu culito y tú, estáis preparados para lo que sigue. Quiero que con tu boca, saques el vibrador del último cajón, es negro y tiene tiras para sujetarlo a mi cintura. Sácalo y quiero que tú lo ajustes a mi cuerpo.” –Hice lo que me dijo. Con la boca abrí el cajón sin bajarme de la cama; miré el interior del mismo y mis ojos se desorbitaron al ver el único vibrador que cumplía las características que ella había dicho.

No quise quejarme, no quise mostrar desacuerdo, me limité a cumplir con mi tarea.

-“puedes usar las manos para unir las tiras cielo, hasta ahora todo lo has hecho perfecto” –Me gusta complacerte es mi única razón de existir. –Cumplí con mi tarea, la parte pequeña del vibrador estaba dentro de su sexo. Medía unos 20 centímetros y probablemente tres de grosor pero lo que me aguardaba era algo descomunal.

-“veo que te ha sorprendido el tamaño de lo que tu culito tendrá que comerse pero una buena puta, es capaz de engullir todo tipo de polla sin importar el tamaño, grosor, textura o función” –Sonrió al terminar la frase y eso solo podría augurarme dolor, tortura y espero que placer. –“lubrica mi polla con tu saliva cielo, no quiero que te duela” –Empecé succionando la punta de la polla. Era de buen tamaño y si la cabeza despertaba temor al mirarla, el resto del tronco me dejaba sin aliento. Tenía 30 Cm de largo, cinco de grosor. La punta, era más ancha que el inicio del tronco la cual tenía como objetivo, abrir el culo para que la entrada se ajustase perfectamente, a la base de la polla. A lo largo del tronco, una espiral descendía dotando de textura a la polla para incrementar su presencia en el culo profanado. Eso me rompería y dudaba si lograría sobrevivir a la follada que ella pretendía con ese juguete.

El orificio del glande parecía extraño, a diferencia del primer vibrador que empleó para desvirgarme, era solo un decorado. En este vibrador, parecía hueco.

La metí a mi boca, mi lengua hacía círculos pero aunque lo intenté, la garganta profunda no era una cualidad mía. –“tranquila Carolina, ya habrá tiempo para que te canses de comer polla por esa boquita, hoy solo quiero que la chupes, la cubras de tu saliva para que te duela lo menos posible ya que te puedo asegurar, que te dolerá.”

-“Da la vuelta y dame tu culo mientras chupas la polla.” –Hice lo que me dijo. Podía sentir como con sus manos, abría mi culo y tiraba de lo que tenía en mi interior. Mi culo ya no percibía lo que estaba dentro de él, se había adaptado perfectamente a las dimensiones de ese falo plástico y cuando lo sacó, además de estar limpio, mi culo se sentía vacío, dilatado y tan grande que un tren podría entrar por él.

-“Por esto, quiero usar la polla que estás preparando putita. Tu culo no se ha enterado de lo que te he sacado y para lo que quiero hacerte, no tendría gracia.” Su lengua se incrustaba en mi culo y mientras quitaba una mano de mi muslo, yo continuaba con mi tarea. No sé qué era lo que tenía pensado pero estaba segura que sería muy doloroso para mí.

Nuevamente su mano va a mi culo pero ahora siento algo frio, viscoso, se desliza dentro de mí y un frescor, se apodera de mi culo. –“esto es para preparar tu culo, ayudar a tu saliva para que entre mejor mi polla.””

Mi culo se entregaba a sus caricias, su lengua, al lubricante. En ningún momento me quitó el culotte y mi sexo en su estado de reposo desde la tarde del día anterior, se excitaba con el roce del satén y las caricias de ella. Con un azote en el culo que me hizo gemir, cambié de posición y ahora yo estaba sobre ella, alineando mi entrada a su polla. Con mis manos, separaba mis nalgas, preparando la entrada de ese misil y relajando mi ano lo más posible.

-“venga Carolina, lo estás deseando. Sé que quieres mi polla en tu culo, sé que quieres sentir como entra, como roza tu interior, abre poco a poco tu culo y se apodera de él. Quieres sentirte llena, quieres que tu cuerpo se entregue a esa polla que te dará mucho placer, te hará más puta, más perra, más zorra.” –Sus palabras me excitaban pero al mismo tiempo me hacían sentir sucio, un juguete, su juguete.

Colocó sus manos en mis caderas y sin darme tiempo a reaccionar, bajó mi cuerpo para que mi culo fuese perforado por su polla.

-“¡pero qué guapa te ves siendo follada por la mañana!” –El dolor era más que el que sentí al ser desvirgada. Las venas de mi culo, latían, se dilataba todo mi interior y yo, me sentía destruida, abierta, rota. No había razón, lógica, todo era instinto, deseo, placer. –“Solo mírate. Ese camisón muy cuco, pegado a tu piel por el sudor; tu carita de chica dulce, transformada en el rostro de todo un putón. Tu pelo, tus tetas, tus ojos cerrados intentando banalmente minimizar el dolor de tu culo. Esta entrega deseo de ti Carolina, esta entrega es lo que necesito y tu entrega, tendrá su recompensa.”

Sus manos se apoderaron de mis pezones, el dolor de las pinzas, se sumaba al de mi culo pero esa era la señal de empezar a cabalgar. Subía y bajaba con lentitud. Al menos ella era paciente y entendía que debía adaptarme al tamaño de su polla pero después de unos minutos que creía suficientes, me indicó que acelerara mis movimientos con los azotes a mi culo y los pellizcos a mis tetas. –“sube y baja Mónica. Quiero ver tu cuerpo jugando con mi polla, dando tu culo la caricia más íntima entre tú y mi juguete. –Me excita ver como tu pelo flota en el aire y los gestos de dolor de tu cara cuando tu culo traga con ansiedad la polla.”

Poco a poco mi culo se adaptaba a ese misil. Mi clítoris segregaba más y más jugos y mi excitación aparecía. Gemía gradualmente, disfrutaba de lo que estaba haciendo porque era lo que deseaba desde hace mucho tiempo. Sentía los mechones de mi pelo saltar en el aire y rozar mi espalda, el sube y baja del camisón sobre mi cuerpo, el movimiento de las tetas al ritmo de mi cabalgata, la succión de mi culo al pollón de ella que con cada envestida, me decía sin palabras que la pertenecía, que era suya y estaba para servirla. –“gimes como toda una puta. Disfrutas de lo que estás haciendo y yo disfruto mirándote.” –Me llamaba puta, me decía cerda, perra, y en vez de sentirme insultada, la situación y sus palabras me excitaban.

Llevó su mano a la base de la polla y activó el modo vibración. El placer se intensificó, aunque solo vibraba la parte introducida en su coño, estas se reflejaban en la tranca que me perforaba. Un segundo movimiento y la vibración se hacían oscilatorios y en espiral, el cambio de ritmo, hacía impredecible la vibración por lo que aumentaba el placer. El cosquilleo en mi sexo aumentaba, mi sexo se mojaba cada vez más y una presión en toda la parte baja de mi pelvis, crecía deseando salir.

-“¡Lo haces muy bien putita Vamos a corrernos juntas!, vamos hacerlo cielo. -¡No puedo más! –“Sigue así Mónica, no pares, ¡no pares!” –“Dime lo que quiero escuchar Carolina, dime lo que quieres pedirme” -¿puedo correrme ama? –Era la primera vez que la llamaba ama, pedía correrme. No entendía de razones, solo deseo e instinto estaban presentes desde la entrada de mi culo la punta de mi sexo y mi última neurona.

-“Córrete para mí Carolina, Córrete para mí putita. Hazlo, libérate.”  Subía y bajaba como una posesa, Mis muslos abiertos, enmarcaban su figura postrada en la cama. Nuestros gemidos, como dos perras en celo, aumentaban y se armonizaban entre sí. Su cara de deseo, autoridad, poder sobre mí, me excitaba y me gustaba servirle así. –“Succiona mi polla, que tu culo la trague hasta el fondo, hazla tuya, dile que la deseas, dile que te haga más puta, más perra, más mujer. Pide que te entregue toda su leche, esa leche calientita que las niñas buenas toman para crecer más putas y más sumisas” –“Dime cómo se siente mi polla en tu culo Carolina.” –Me parte, me arde pero al mismo tiempo me gusta, me gusta sentirme follada, perforada, usada. –“sigue así cielo, es toda tuya.”

¡Me corro! Cuando dije esto, sentía como la presión de mi sexo salía expulsada, golpes internos en mi sexo, sacudían todo mi interior, terminando con un torrente de mis jugos, cubriendo mi culotte, manchando el camisón y bajando por mis ingles, llegando a su sexo. Mi culo se contraía y hacía más intensa la presencia del invasor. Cerraba los ojos, ejerciendo más presión en mi culo como si no quisiera que esa polla saliera de mí. La deseaba muy adentro, hasta el fondo.

Me abrazó con fuerza, nuestras tetas se rozaban y acariciaba mi pelo como si de una perrita se tratase. –“Córrete cielo, vive tu orgasmo, tu primer orgasmo Carolina. Es tuyo y lo has tenido conmigo. Suelta todo lo que tengas dentro, siente como te descargas, como te desbordas de placer y tu sexo se moja abundantemente. Eso sentimos todas en nuestro primer orgasmo. Perdemos la razón, nos olvidamos que existimos y desde nuestro sexo, explota una fuerza única, súbita, que hace vibrar todo nuestro cuerpo y lo mejor de esto, está por venir.

Sin sacar su polla de mi culo, ahora yo estaba de espaldas a la cama. Ella sobre mí empezó a envestirme. Sus movimientos eran rápidos, fuertes, contundentes y ese roce en mi interior, nuevamente activaba el placer en mi cuerpo. –“Ahora sí que vamos a corrernos juntas.” –La vibración aumentó, nuestros gemidos, también. Cuando sus ojos se abrieron mucho más, y paró su follada abruptamente, se corría junto conmigo y con nosotras, su polla descargaba toda su leche dentro de mí. Sentía los espasmos de la leche que se alojaba en mi culo y las 7 u 8 descargas que se vertían. Su polla, era hueca para guardar líquido y con un botón, era disparada a mi interior.

-“¿estás bien follada Carolina?” –sí ama. –“Así quiero que me llames siempre Carolina.” –Estaba con las piernas abiertas, sudada, con aroma a sexo en la habitación, el culo destrozado, abierto, entregado y más desvirgado. Mi sexo se relajaba y lo sentía húmedo, empapado, sensible y satisfecho. Sus flujos y los míos, mancharon nuestra ropa pero eran las marcas de una guerra de fuerza, deseo, pasión, entrega y superioridad de una hembra sobre otra.

Nos fundimos en un beso y así como su coño y mi culo seguían unidos por el arnés, nuestras lenguas se alojaban en la boca de cada una, sellando mi entrega y marcando su seña de propiedad sobre mí.

Continuará.

Nota:

Este es mi primer relato, agradeceré críticas y opiniones que me ayuden a mejorar. En especial agradeceré vuestra ayuda en cuestiones de redacción y estructura de relatos, el uso de comillas y guiones no lo tengo dominado y no sé si realmente he logrado transmitir la idea.

Espero que sea divertido y que tengáis unos minutos de erótico entretenimiento.

Gracias a las autoras y autores de esta página que han sido inspiración para animarme a escribir.

Quiero dedicar este relato a las chicas que sin conocerme y sin ningún prejuicio, me han orientado y conversado conmigo en esta página. Para vosotras es este relato y deseo que alguna vez se haga realidad.