El despertar sexual de cassandra
Cassandra, una sexy y coqueta estudiante, conoce a un señor tendero cuyo principal pasatiempo es observar a las jovencitas más desarrolladas e imaginarse pensamientos morbosos con ellas.
EL DESPERTAR SEXUAL DE CASSANDRA
EL SEÑOR DE LA TIENDA 1
Empecemos por describir al pervertido protagonista:
Don Marce es un viejo que ronda por los 50 años, dueño de un local de esos conocidos como “tienditas de la esquina” donde también funge como el que despacha, dicha tienda se encuentra enfrente de una escuela de bachilleres, ambos locales separados solo por una calle de doble sentido muy poco transitada, la escuela tiene dos turnos, el matutino y el vespertino, siendo este último el que concentra a las muchachitas más desarrolladas.
Don Marce se recrea la pupila día a día, excepto los fines de semana, con las jovencitas que allí estudian y una que otra maestra, las hay de todas formas y tamaños; altas, chaparritas, gorditas, delgadas, güeritas, morenitas, etc.; pero las que más llaman la atención de nuestro mirón protagonista son aquellas que la naturaleza ha dotado de cuerpos perfectos y muy desarrollados para la edad con la que cuentan, y más aquellas niñas que gozan de provocar tanto a estudiantes, maestros y cualquier hombre que las vea con esas falditas tan cortas que prácticamente no les cubren nada.
Cada día Don Marce presume la mejor de sus cariadas sonrisas cuando las niñas se pasean por su acera o entran a su tienda, le encanta ver como a algunas de ellas el viento les juega malas pasadas con sus falditas, que ante la mas mínima brisa tienden a levantarse, enseñando desde shorts cortitos, licras ajustadas, pasando por pantys sexys, hasta las que llevan tangas provocativas o incluso las que se atreven a llevar apenas un divisible hilo que se pierde entre sus carnosas nalgas, el pobre hombre casi siente que se la va a salir el corazón cuando le toca ver a una de esas.
-ay niñas, deberás que la piden a gritos- dice para si nuestro anciano amigo, recordando esos momentos mientras se masturba a salud de las jovencitas en la soledad de su cuarto.
A Don Marce le encantan los días lluviosos, pues las niñas que entrar a su tienda a refugiarse del agua le enseñan sin querer una visión traslucida de sus cuerpos a través de la mojada tela de popelina del uniforme; además, es en estos días lluviosos y fríos cuando los pezones de las jovencitas parecieran no querer esconderse y sobresalen notoriamente por sobre sus blusas escolares.
Don Marce sabe que con su edad y aspecto físico no tiene la mínima oportunidad de lograr algo con alguna de esas señoritas, es feo, viejo, una panza cervecera y peluda, casi no tiene pelo en la cabeza excepto a los costados y un pequeño mechón que sobrevive a la calvicie arriba de su frente, una nariz que asemeja la forma de un hueso de mango, muchas verrugas en su rostro, incluso pareciera como si tuviera un ojo más grande que otro, ni siquiera tiene fortaleza física, su físico es flácido, sus piernas y brazos son escuálidos señas de que nunca en su vida ha hecho ejercicio o practicado algún deporte, casi no se afeita lo que hace que por semanas enteras luzca un aspecto facial muy descuidado, en fin, no llamaría en lo más mínimo la atención de alguna mujer, sin embargo, como él dice, la esperanza es lo último que se pierde.
En el trato es algo maleducado, principalmente con los muchachos, a quienes pone cara de pocos amigos, regaña y despacha de mala gana, no así con las niñas, a quienes les sonríe muy coqueto, como todo un galán de novela, intentando hacerles plática a las que se dejen, que casi siempre son las menos agraciadas, a las más bonitas tiende a agarrarles las manos a la hora de darles el cambio, incluso les da el producto si a la niña le falta que dos o tres pesos, cerrándoles el ojo y lanzando su mirada más seductora, teniendo como respuesta de las jovencitas por mucho las gracias, en ocasiones una forzada sonrisa o simplemente nada por el miedo que les da y lo morboso que se ve.
Hay muchas niñas que llaman su atención, y cada generación que entra significa unos 4 o 5 nuevos prospectos, de las muchas que le levantan el ánimo con solo verlas, esta Cassandra, una jovencita que se encontraría entre las cinco más deseadas del plantel, tanto por alumnos, maestros e incluso padres de familia, quienes piensan que esa jovencita seria mucho para alguno de sus pubertos hijos.
Cassandra es, de cuerpo, una de las más desarrolladas, poseedora de un rostro que envidiarían los ángeles más bellos, blanca, su cabello negro azulado, lacio y largo, a veces se hace unos rizos en la parte de enfrente, y es que esta niña demora mas para peinarse que lo que dura un partido de fútbol, sus labios se ven siempre húmedos gracias al brillo labial, un cuerpecito bien formadito, no le falta ni le sobra nada, ni siquiera el uniforme de la escuela puede tapar esas espectaculares curvaturas, unos senos muy desarrollados, unas piernotas que cualquiera quisiera morir ahorcado entre ellas, Cassandra usa las faldas algo cortas y eso hace lucir mucho mas sus torneadas piernas.
Como es de suponerse, Cassandra siempre está rodeada de chicos, siempre, en la cooperativa, en el salón de clase, a la hora de entrada, a la hora de salida, hasta en el baño ahí quienes ya la están esperando afuera a que salga, todos con las mismas intenciones, parecen perros cuando andan atrás de una perra que está en celo, esto desanima mucho a Don Marce, porque cuando Cassandra va a la tienda rodeada de tantos muchachos que superarían en número la escolta del presidente, no dejan que nuestro protagonista arme algo con semejante belleza, maldiciéndolos a todos y recordándoles a su progenitora en su morbosa mente.
-pinches chiquillos hijos de la chingada, parecen pájaros nalgones, ni pichan, ni cachan, ni dejan batear- dice para sí el pervertido viejo.
Cassandra es una niña algo ingenua en cuestión del sexo (no sé qué tipo de educación se dé en España o en los hermanos países latinoamericanos, pero acá en México, no en todo, la orientación sexual en las escuelas es prácticamente nula, muy pocos maestros tocan esos temas con sus alumnos, yo creo por temor a malentendidos con los padres de familia), su cuerpo nunca había sido manoseado por otra persona que no fuera ella, muchos chicos se habían aventurado pero terminaban con una cachetada por parte de la jovencita, era una niña que a pesar de vestir sexy se daba a respetar y no andaba haciendo desfiguros en público.
Sin embargo, detrás de esa mirada inocente, de esa niña que parecía no romper ni un plato, se encontraba una jovencita que ya sabía lo que era la pornografía, pues una de sus amigas le mostraba videos en sus celulares, de esos que duran pocos minutos, ella veía eso como algo prohibido, si bien era cierto que esos videos le provocaban cierta curiosidad ella se limitaba a verlos solo porque sus amigas los veían y como todas, no quieren quedarse atrás.
Había aprendido a masturbarse imaginándose situaciones morbosas, excitantes, pero también muy fuertes para ella y que precisamente había aprendido en tales videos, Cassandra guardaba situaciones que en lo más profundo y pervertido de su joven mente le gustaría en algún momento realizar, como chupar un miembro, que se corran en su boca, hasta en algún momento el de tener sexo con un viejo pervertido, veía en la tele noticias sobre que la policía había atrapado a un violador o a un pedófilo y en la soledad de su cuarto se imaginaba a ella teniendo sexo con el depravado.
Don Marce tenia afuera de su tienda dos banquitas, que eran aprovechadas por los muchachos que compraban algo para sentarse y platicar un rato, a Cassandra le gustaba sentarse allí pues aparte siempre daban sombra, Don Marce aprovechaba cuando había poco chamaco para estar parado ahí afuera viendo a la niña mover sus sensuales labios al platicar con su amiga o cruzando las piernas para no enseñar de mas, llevando a cabo sus primeros intentos por hacerle plática con frases como:
-que tal la escuela niñas?-
-descansando?-
-pero que calor está haciendo verdad?-
Ganando ciertas respuestas de algunos muchachos o incluso de la amiga, pero Cassandra era más reservada.
Cierto día la escuela abrió una convocatoria para seleccionar un equipo femenil de voleibol, deporte favorito de Cassandra, desde luego se inscribió y quedo entre las seleccionadas, mas por su cuerpo que por su talento, pues el entrenador era otro viejo pervertido igual que Don Marce, lo malo era que las prácticas eran después de clases, y como Cassandra asistía en el turno vespertino, tenía que regresar a practicar de 8 pm a 9 pm, y pues eso como que no le gustó a sus papás por que ya era algo tarde, sin embargo a Cassandra no le molestaba pues vivía como a 20 minutos de la escuela caminando; como la niña era seria, estudiosa, llevaba muy buen promedio y nuca les había causado problemas accedieron a su capricho.
Don Marce casi siempre cerraba la tienda a las 9 pm, a él le valía pues era el dueño, hasta que un día, una vez cerrado el negocio, Don Marce se dispuso a barrer su banqueta, estaba por meterse cuando vio a Cassandra que venía caminando sola, con su playerita blanca y su short deportivo sumamente ajustado a sus caderas, culito y entrepierna, al verla Don Marce primero dijo para él:
“mira nada más lo que viene por ahí, tanta carne y yo chimuelo mmmm, cosita rica”
Pero a Cassandra le dijo:
-buenas noches niña, que andas haciendo tan tarde?- con el tono más amable y respetuoso que pudo disimular.
-buenas noches señor, vengo de mi práctica de voli- dijo Cassandra
Don Marce como la vio algo sudada rápidamente pensó en invitarle una bebida.
-no quieres un agua o un refresco niña?-
-asu, si me gustaría pero, no traigo dinero- contestó la chica
-yo te lo invito, no te preocupes, pero nada más a ti ehhh, no vayas a decir en la escuela a tus amigos porque después los voy a tener a todos aquí queriendo que les invite algo y me van a dejar en la quiebra- decía el viejo.
-jejejeje, ay señor que cosas dice- decía Cassandra mientras se reía.
-me llamo Marcelino hija, y tu cómo te llamas?- preguntó el viejo, aunque ya sabía su nombre pues había escuchado como la nombraban los demás jovencitos.
-Cassandra- respondió la nena
-Cassandra, que bonito nombre, espérame voy por el refresco o quieres agua?- ofreció el viejo.
-ay señor me da pena- decía Cassandra no muy convencida.
-que no te de pena hija, con confianza,- insistía el viejo.
-bueno, un agua porfa- dijo Cassandra pues como cuidaba su cuerpo casi no tomaba refresco.
Don Marce regresó con una botella de Bonafont de a litro, (marca de agua preferida por Cassandra), de las más frías que tenia, Cassandra comenzó a tomar mientras Don Marce no perdía detalle de cómo se empinaba el envase, como esos sensuales labios rodeaban el chipo de la botella, intentando abrir más sus ojos para observar mejor el espectáculo, así como también observaba los tragos que bajaban por su garganta, en esa posición que había adoptado la nena podía apreciar cómo se elevaban sus senos, redonditos y paraditos.
-ay, muchas gracias Don Marce, moría de sed, mañana se la pago- decía la nena quien ya se había quitado lo acalorada.
-no te preocupes hija, la casa paga- respondía Don Marce queriendo quedar bien con la muchachita.
-muchas gracias, bueno Don Marce me tengo que ir, me gustaría seguir platicando con usted pero se me va a hacer más tarde,- decía la nena.
-si hija te entiendo, te vas con cuidado, nada de platicar con extraños ehh- decía el viejo Marcelino.
-hasta mañana Don Marce, otro día platicamos, sale- se despedía la niña sonriéndole agradecida.
-si hija, para mi será un honor platicar con una belleza como tu- dijo el viejo Marce, sonrojando a la nena y logrando que esta le regalara una atractiva sonrisa.
Cassandra continuo su andar con esa coquetería que distingue a las mujeres que saben que son dueñas de un cuerpo que no puede pasar desapercibido, Don Marce no perdió detalle de eso, veía embelesado como se le marcaba el calzoncito a la jovencita debido a su ajustadísimo short y solo se metió a su casa hasta que Cassandra se le perdió de vista.
-hija de la chingada si estas rebuena, pendeja rica, mmmm,-
Decía Don Marce mientras cerraba su puerta, lo más seguro es que antes de dormir se haría una chaqueta a salud de la ingenua Cassandra.
Al otro día, a las 6: 30 pm, la hora que salía Cassandra junto con el resto de los escuincles, Don Marce esperaba ansioso a ver si la niña pasaba por su acera, entre tanto chiquillo y padres de familia logró distinguirla, como siempre con uno que otro chico al lado, pero Cassandra con la única que platicaba era con su amiga, una muchachita también muy bonita aunque con un cuerpo menos desarrollado que el de Cassandra.
Don Marce pensó que a lo mejor la niña no se acordaría de lo de ayer, y que pasaría por ahí como si nada, no fue así, pues Cassandra al pasar cerca de la tienda volteó hacia adentro, y cuando sus hermosos ojitos visualizaron la nada atractiva figura de Don Marce lo saludó con la clásica señal de adiós con la mano, recibiendo la misma seña por parte del viejo tendero además de una sonrisa de oreja a oreja.
-a quien saludas?- preguntó la amiga de Cassandra.
-a Don Marce- respondió la jovencita.
-Don Marce?, ese quién es?- volvió a preguntar su amiga.
-pues Don Marce, el señor de la tienda- respondía Cassandra.
-¡el viejo pervertido ese!,- decía su amiga.
-ay Lupe no le digas así, ese señor se ve que es bien buena gente, anoche me invitó un agua cuando salí de mi práctica de voli- contestó la jovencita.
-¡buena gente!, ese señor es bien pervertido, a mi luego me quiere agarrar la mano cuando me da el cambio, por eso mejor siempre le pago con lo exacto y es más, se lo dejo ahí que él lo agarre, te voy a contar algo pero no vayas a decir nada, me contaron por ahí que ese señor intento manosear a Karina la del C- decía Lupe a Cassandra, esta última frase en una voz muy bajita para que no escucharan los que iban al lado de ellas
-ay tú que les crees a los chamacos, además Karina es bien encimosa, además conmigo nunca se ha querido pasar de listo, anoche platique con él y se ve un señor muy respetuoso- respondía Cassandra mientras era mal vista por su amiga.
-pues yo nada mas te digo para que no te confíes, y si puedes mejor no pases a su tienda en las noches- advertía su amiga
Cassandra siguió caminando y platicando con su amiga mientras Don Marce no la perdía de vista hasta que su mirada se desvió hacia una muchachita morena bien piernuda, quien se estaba bajando las calcetas a los tobillos, y de paso le daba una espectacular vista a Don Marce pues al estar agachada y con su faldita corta se le veían los calzones.
-ay niña no me pongas esa cara- decía Don Marce mientras se recargaba de frente a la pared al mismo tiempo que punteaba la pared con su empalmada verga, Don Marce se dio cuenta que era visto por un niño, quien se le quedaba viendo muy raro.
-que estás viendo chamaco metiche, deja de estarme ensuciando la entrada- decía el viejo mientras se metía para su tienda, metiendo una mano dentro de su bolsillo para acomodar su verga dentro del pantalón para que la gente no se diera cuenta que la llevaba excitada.
Don Marce siguió topándose con Cassandra en las noches, no todas pues había veces que sus padres iban por ella, sin embargo las poquitas noches que se la topaba trataba de aprovecharlas al máximo para hacerle plática, platicaba sobre la escuela, sus gustos, ahí se enteró que no tenia novio, aunque se daba cuenta de que pretendientes le sobraban, la niña no había hecho caso a su amiga, pensaba que todo era invento de los chamacos.
Don Marce comenzó a cerrar más tarde, para así platicar con Cassandra adentro del negocio, de vez en cuando le invitaba galletas, sabritas, pocas veces chocolates pues Cassandra casi no los comía porque decía que le salían espinillas, como Don Marce vendía cerveza, varias noche llegaba uno que otro borracho por su medicina, y se iban no sin antes darle un repaso al cuerpecito de Cassandra, apenas cubierto por una playerita que cuando levantaba los brazos enseñaba el ombligo y su cinturita; su cortísimo short mostraba sus blancas piernas, sin ningún tipo de bello y ninguna especie de grano, se le ajustaba tanto que casi parecía bóxer y nos daba una idea de cómo era Cassandra desnuda.
Otra cosa que vendía Don Marce eran revistas, desde las de Cocina Fácil, Muy Interesante, Disney para Colorear, hasta las Playboy, Maxim, y las mexicanas para adultos de las Chambeadoras, Microbuseros en Paradas Continuas, Almas Perversas y todos los demás títulos que conforman el extenso surtido de revistas eróticas mexicanas, según tenía prohibido exhibirlas a la vista de los jovencitos pero estos eran los que más consumían ese producto.
Cassandra no pudo voltear a ver para otro lado cuando las vio, una vez había encontrado tirada en la calle una de esas revistas, la repasó y le había parecido interesante, sin embargo ella no podía comprar una pues le daba pena ir a las tiendas y pedirla.
Una noche mientras Don Marce atendía una clienta, Cassandra se acercó al revistero, y de reojo trataba de memorizar las portadas tan excitantes a la vista, simulaba que leía una revista de recetas mientras sus ojos se dirigían a esas revistitas tan conocidas acá en México, sin darse cuenta que Don Marce la veía e intuía la dirección de su mirada.
Una vez que la señora que atendía Don Marce se fue, el viejo y la jovencita siguieron platicando, a Don Marce se le hizo fácil tomar una revista de esas y ojearla enfrente de Cassandra, mientras a ella se le veía que se la comía la curiosidad, estaban en silencio hasta que Don Marce dijo:
-sabes Cassandra, cuando necesites algo, cualquier cosa, ya sabes, con confianza puedes pedírmela , incluso si algún día ocupas una revista para hacer tarea te la puedes llevar y luego me la traes- decía Don Marce con un acento cómplice.
-ajaa, si gracias, ehhhh Don Marce ya me tengo que ir, ya es tarde- dijo la nena
-si hija, vete con cuidado- la despidió el viejo.
Cassandra se despidió y salió inmediatamente, quería llegar a su casa lo más rápido posible pues pensaba masturbarse con las imágenes que tenía en mente de las revistas aprovechando que estaban frescas, y cuando llegó así lo hizo, se desnudó para imaginarse que era ella la muchacha de la portada, y comenzó a darse placer ella misma, metía dos dedos rítmicamente dentro de su juvenil sexo, en toda su habitación se sentía un calorcito propio del cuerpo de Cassandra, ella aprovechaba que sus padres no se encontraban en casa para darse gusto.
Se tiró boca arriba en la cama con las piernas bien abiertas, imaginándose un cuerpo masculino entre ellas, se tallaba su juvenil coñito a ritmos acelerados, en un momento colocó una almohada entre sus piernas y empezó a usarla simulando que era un hombre, realizaba con la almohada movimientos tan naturales como si la almohada la estuviera penetrando, Cassandra jadeaba y jadeaba hasta que estalló en un orgasmo riquísimo y tuvo que apretar sus muslos contra la almohada dejándola empapada en jugos vaginales.
Cassandra respiraba agitadamente, se recuperaba de su orgasmo, su sexo le comía y ella lo rascaba con sus dedos, si bien sus masturbadas la dejaban hasta cierto punto satisfecha, ella misma se daba cuenta que no eran lo suficiente para calmar su calentura, faltaba algo mas, algo que su cuerpo le reclamaba, sentía un hueco en su panochita cada vez que terminaba de masturbarse, un hueco que sentía que debía rellenar con algo, ella misma ya sabía de que se trataba, su juvenil cuerpo ya le exigía una verga dentro de ella.
Cassandra se masturbaba muy seguido, contaba con la ventaja de que dormía en un cuarto independiente y no tenia hermanos molestos que la interrumpieran, además sus padres caso todo el día estaban fuera de casa, así como para muchos el cigarro o el alcohol es su vicio para Cassandra se había vuelto el auto complacerse, una maña que no iba con la inocencia que el rostro de Cassandra exhibía al exterior.
Pasaron varios días para que Cassandra pudiera volver a entrar a la tienda de Don Marce porque sus padres iban más seguido por ella, además las prácticas y los partidos oficiales no eran de todos los días.
Un día estando en la tienda con Don Marce, aprovechó que a nuestro maduro amigo le hablaron por teléfono, teniendo que ir a contestar adentro, en la parte donde acaba la tienda y empieza la casa, pidiéndole a Cassandra que le cuidara el negocio, esa noche hacia un calor tremendo y la chiquilla se había quitado su playera de prácticas y se había quedado con un sexy top que dejaba a la vista su cintura y una buena parte de sus senos.
La joven Cassandra agarró una revista de la National, según para leerla, pero dentro de ella colocó una revista erótica de las mexicanas ya que por su tamaño caben perfectamente, así daba la impresión de que lo que estaba leyendo era la conocida revista amarilla.
Ya una vez desocupado el tío, continuo preguntando a Cassandra sobre temas personales y recorriendo con su lasciva mirada toda la anatomía de la jovencita, en un descuido de la chiquilla, el viejo pudo ver que no estaba leyendo tal revista, la verga se le paró instantáneamente con el simple hecho de saber que Cassandra se estaba cultivando mentalmente.
“ ahhh, que niña de curiosa ,” decía el viejo en su puerca mente mientras Cassandra ponía su faceta más inocente que tenia.
-Cassandra que estás viendo?- dijo el viejo Marce.
-ehhh, nada, esta revista- contestó Cassandra muy nerviosa levantando un poco la revista amarilla.
-a ver- dijo Don Marce mientras le arrebataba la revista de la mano, la revista erótica cayó a los pies del viejo.
Don Marce se dio cuenta de lo que Cassandra estaba viendo, la nena estaba entre asustada y nerviosa, pensaba que Don Marce le diría a sus padres o que se enojaría y ya no la dejaría agarrar mas las revistas, además no cabía de la vergüenza que sentía en ese momento, algo tan natural para nosotros significaba mucha vergüenza para esta jovencita.
-perdón Don Marce, no lo volveré a hacer, pero por favor no le diga a mis papas- decía esto la niña pues Don Marce ya conocía a sus padres, ya que como la escuela se quedaba vacía después de las prácticas, en ocasiones Cassandra esperaba a sus progenitores sentada en las bancas de la tienda de Don Marce.
Don Marce jaló a la niña hacia la parte donde es su casa, se asomó para su tienda asegurándose de que no entraba nadie y volteó a ver algo serio a la apenada Cassandra.
-no mi niña como crees,- decía Don Marce de una forma algo paternal, acariciando el cabello de la jovencita y aprovecho la situación para darle un abrazo, al oír esto el alma de Cassandra regresaba a su cuerpo así como una sensación de tranquilidad en su mente.
-gracias Don Marce, por eso es mi vendedor favorito- dijo la nena, intentado encontentar al viejo pues pensaba que se había molestado.
-de veras mi niña- dijo Don Marce esbozando una amarillenta sonrisa, un prolongado silencio reinó entre ellos, mientras el viejo seguía abrazándola, ella por lo tanto con los ojos cerrados aceptaba ese abrazo, sentía las pasadas manos del viejo en su espalda así como la abultada panza de Don Marce en su esbelto y firme abdomen.
-si quieres te puedo prestar las revistas para que las veas más tranquila en tu casa y luego me las regresas, solo te pido una cosa, no le vayas a decir a nadie que yo te las presto, ehh- le decía el viejo casi en el oído, pues ambos seguían abrazados.
-no Don Marce, me da pena con usted, que va a pensar de mi?- decía la jovencita en un tono muy bajo y parándose de puntitas para alcanzar a decírselo a Don Marce a su peludo oído.
-pena de que mi niña, y que no te preocupe eso, como voy a pensar mal de una niña tan bonita como tú, yo sé lo que se siente querer ver una revista de estas y no poder, yo también tuve tu edad y fui curioso, y me hubiera gustado encontrarme a alguien que me ayudara de la manera en que yo te quiero ayudar a ti- decía el viejo más cerca de su oído, mientras sus manos ya tomaban a Cassandra de su cintura y la apretaba hacia su flácido cuerpo.
Cassandra se quedó pensando un poco, muy sexy con un dedo en sus labios, hasta que dijo.
-de veras me prestaría una revista de esas Don Marce?- dijo la nena, al tiempo que sus delicadas manitas se posaron en el pecho del viejo pervertido, todo esto lo decía Cassandra sin voltear a ver a Don Marce, aun sentía algo de pena.
-si mija, nada mas no le digas a nadie, porque me puedo meter en problemas con tus padres, que sea nuestro secreto- decía el viejo sabiendo que ya tenía un secreto que guardar y que era cómplice de nada más y nada menos una de las jovencitas más deseadas del plantel, y porque no decirlo, de la ciudad entera.
El viejo Don Marce ahora jugaba con el elástico del shorcito de Cassandra y bastaba con que volteara un poco hacia abajo para que pudiera admirar lo bien que su top apretaba sus antojables senos.
-no Don Marce como cree, no soy tonta- dijo la nena
-entonces si quieres puedes llevarte una desde ahorita- dijo el viejo.
-sí, creo que me llevaré una Don Marce- dijo Cassandra separándose del viejo pues sentía que ya llevaban mucho tiempo abrazados, además de que sintió algo extraño en los toqueteos de Don Marce, malicia, Don Marce tocaba la piel de su femenina cintura directamente, además una de sus manos se aventuraba a ir debajo de su shorcito y jugaba ahora con el elástico de la sexy panty de la niña.
Ese descarado movimiento casi la hace rechazar la oferta del viejo Marcelino, sin embargo su curiosidad era más fuerte.
-llévate las que quieras Cassandrita- decía el viejo tendero.
Así que en la pequeña mochila donde guardaba su camisa de entrenar se llevaba las revistas para que sus papas no las vieran, así pasaron los días, semanas, meses, cada vez Don Marce se las iba subiendo de tono.
Se llegó el día del estudiante, ese día la escuela tendría una tardeada y se había permitido a los alumnos ir de civil, Cassandra sabía que era oportunidad de lucirse, se arregló como solo ella sabe, su cabello planchadito, bien maquilladita, su rostro sin ningún tipo de imperfección junto con su desarrollado cuerpo le daban la apariencia de ser de una muchacha de unos 22 años y eso que Cassandra era cinco años más chica, se pinto sus sensuales labios con su brillo, los relamía degustando ese sabor cereza y los juntaba muy coqueta dispersando el cosmético de belleza.
Incluso ella misma se sorprendió al verse, era tan bella que hasta las diosas del Olimpo deberían de estar celosas, se veía su rostro en todos los ángulos que el espejo le permitía, entonces al verse tan mujer, decidió vestirse como una y empezar a olvidar todo lo infantil que en ella aun se encontraba, se dijo que ese día se iría vestida lo más sexy posible.
Se puso una blusa roja escotada, que dejaba ver buena parte de sus redondos encantos, ya desarrollados, y un brasier ajustado que los hacían ver aun más voluminosos, abajo se puso primero una lickra roja y una minifalda negra tableada, la más mini que tenia, se observó en el espejo ahora de cuerpo completo, se daba vueltas haciendo que los tablones de su falda se elevaran y enseñaran de mas, pero como que no se sentía muy sexy a pesar de que vestida así cualquier hombre se la aventaría encima.
Optó por sacar una pantaletita mas chica, se quitó la lickra y se puso la pantaleta, se volvió a dar de vueltas sobre su propio eje, pero como que igual que con la lickra, no se sentía sexy; se dirigió a su cajón de ropa interior y ahora sacó una pequeñísima tanguita rosa pastel, Cassandra casi no usaba tanga, solo se la puso porque quería ver qué tal le quedaba, se daba de vueltas y veía todo lo que enseñaba, se agachaba simulando que recogía algo mientras veía en el espejo que tanta carne enseñaba, estaba en uno de esos momentos en que su joven mente la ponía a fantasear, claro que no pensaba llevarse la tanguita puesta, solo era para probársela y después ponerse algo más discreto, pues ella misma se daba cuenta de lo micro de su falda.
Se colocó unos zapatillas de tacón que lo único que hacían era realzar sus ya formidables piernas y elevar mas su deseable culito, se miró al espejo y estaba por demás impresionante, todo un mujeron, terminaba por afinar los últimos detalles y ponerse unos llamativos aretes cuando en eso recibió una llamada de su amiga Lupe que ya estaba abajo esperándola, se le había ido el tiempo arreglándose, agarró su mochila pues tendría unas cuantas clases y salió lo más rápido posible para treparse a la recién comprada moto de su amiga Lupe, su madre estando embobada viendo la tele no se dio cuenta de cómo iba su hija vestida y solo la despidió con un “te regresas temprano”; Cassandra, por las prisas se le olvidó cambiarse la tanga y se acordó ya cuando había llegado a la escuela, y eso porque cachó a un maestro viéndola mientras ella se abría de piernas para bajarse de la moto.
Ya en la escuela, Cassandra era la sensación del momento, tanto alumnos como maestros y uno que otro padre de familia que llevaban a sus hijos a la escuela desviaban la mirada con la intención de no perder ni el más insignificante detalle de sus movimientos, y porque no, tratar de ver más allá de lo que tapaba esa faldita, que de por si no era mucho, solo los glúteos; caso contrario las alumnas, maestras y una que otra madre de familia, quienes la tachaban de otra muchachita que se estaba haciendo mala fama, y es que el modo en que Cassandra iba vestida no era el más adecuado.
Se llegó la hora de la música y como es de esperarse Cassandra era rodeada por un número considerable de muchachos invitándola a bailar, que de por si ese tipo de música más que bailar se trata de arrimar, parecían buitres cazando un animal moribundo, llegó un momento en que cansaron a nuestra protagonista con tanta galantería y presumidez que prefirió irse con su grupito de amigas, las horas pasaron y Cassandra bailaba con una amiga muy sensualmente, haciendo babear a más de uno y regalando poses casi rayando en lo erótico a otros, los cuales en unas horas seguro estarían en el baño desahogando sus tensiones, y es que a pesar de ser jovencitos ya tenían edad para jalarle el pescuezo al ganso.
El consumir tanto líquido hizo que a Cassandra le dieran ganas de ir al baño, se dirigió a los sanitarios femeninos pero el conserje no la dejó pasar debido a que no había agua y además una niña se había vomitado dejando un fuerte olor que ni el conserje se atrevía a entrar y que ni el más poderoso aroma floral podía disimular.
-malditos niños hijos de la chingada, como si no tuviera trabajo?- decía el pobre conserje enojado, considerando que no le pagaban lo suficiente para realizar este tipo de trabajos.
Cassandra veía que algunas alumnas entraban al baño de los hombres pero a ella le daba asco pues los muchachos eran muy asquerosos, muchas veces escuchó pláticas de que los chicos se masturbaban ahí adentro o de que otros orinaban la taza del baño a propósito solo para darle más trabajo al conserje, además sin agua esos baños deberían de estar asquerosos, no sabía qué hacer estaba a punto de entrar al baño de hombres cuando en eso se le vino a la mente el viejo Marce, así que pensó en irle a pedir prestado el baño a su pervertido “amigo”.
Se dirigió al portón de la escuela y vio que la prefecta no estaba cuidando, no lo pensó dos veces y salió para la tienda, con esas zapatillonas se la hacía difícil caminar, aun así, caminaba muy coqueto moviendo sus brazos para equilibrarse, llegó a la tienda pero el negocio se encontraba cerrado, entonces pensó que a lo mejor Don Marce no se encontraba en casa, como quiera tocó y tocó pero nadie contestó, volvió a tocar y nada, tocó otras dos veces y como no le contestaron pensó regresar antes de que la prefecta que cuidaba la entrada del portón de la escuela regresara, estaba por darse la vuelta cuando en eso abrieron una pequeña rendija de la cortina de lámina.
-quién es?- dijo Don Marce en tono algo molesto.
-soy yo Don Marce, me puede abrir porfis- decía la sensual muchacha.
“ te voy a abrir pero de patas ” decía en su depravada mente Don Marce al reconocer el bello rostro de Cassandra,
-ay voy Cassandrita,- Don Marce abrió la puerta de la cortina y al ver a la chamaca se le paró instantáneamente la verga y no pudo evitar repasarla de arriba a abajo mientras Cassandra le sonreía muy coqueta con sus manos hacia atrás y girando levemente su apetecible cuerpecito, rápidamente Don Marce la metió y asomándose que nadie los hubiera visto cerró la cortina.
-Don Marce me presta su baño, es que el de la escuela se descompuso- Don Marce ponía atención en todo el cuerpo de la nena sin escuchar lo que ella le estaba diciendo.
-ehhh, perdón Cassandrita que me decías?- dijo el viejo Marce.
-que si me presta su baño porfis Don Marce, es que el de la escuela se descompuso-
-si mija pásale,- la llevó hasta la puerta del baño, siempre atrás de ella sin perder detalle de ese perfecto andar y ese coqueto movimiento de caderas que solo este tipo de mujeres puede realizar.
-Cassandrita que bonitas tus zapatillas- decía el viejo cuando en realidad lo que no perdía de vista era ese tremendo culo.
-gracias Don Marce, las estoy estrenando- decía la jovencita.
Ya una vez que Cassandra realizó sus necesidades, se dirigió al sillón donde se encontraba sentado Don Marce, el cuarto estaba muy silencioso, solo se escuchaba los tacones de Cassandra al caminar.
-ay, estoy muy cansada,- decía Cassandra mientras se dejaba caer en el sillón cerca de Don Marce.
-de que es la fiesta?- preguntaba el viejo
-es de lo de la semana del estudiante,- respondió Cassandra mientras se miraba sus uñas.
-y que, no esta divertida?- preguntó el anciano mientras no dejaba de ver las piernas de la chica.
-sí, pero lo malo es que no dan Caribes y como se me antoja una- decía Cassandra, mientras Don Marce no perdía detalle del movimiento de sus labios.
-apoco tomas de esas cosas Cassandrita?- preguntó el viejo
-si, porque, no tiene nada de malo- se defendía la nena.
-no, claro que no, lo que pasa es que no pensé que una jovencita tan recatada como tú, tuviera esos gustos- decía el viejo
-ay Don Marce, no me diga que me va a regañar- decía la nena en tono sarcástico.
-no mija como crees,- y aprovechó el viejo para darle un abrazo y jalarla hacia él mientras Cassandra reía creyendo que era de juego.
-pues agarra una mija, ya sabes cómo está el negocio, por ahí me traes una cerveza- dijo Don Marce mientras tomaba a Cassandra de su delicada mano pues ella se había levantado y estaba parada frente a él.
Cassandra fue a tomar las cosas y regresó a sentarse, en eso Don Marce le preguntó
-cassandrita hija, que tal están las revistas que te he prestado- dijo regalándole una mirada cómplice y dándole el primer sorbo a la cerveza.
-bien, acabo de ver ayer la que me prestó el otro día,- decía Cassandra mientras se acomodaba la falda para no enseñar su pequeña prenda, que aun así con las piernas cruzadas, alcanzaba a notarse.
-no te gustaría ver pero una película- dijo mientras acercaba mas su panzón cuerpo con el de la jovencita.
-una película?- dijo la jovencita.
Cassandra se quedo callada, si bien desde hace mucho que tenia curiosidad por rentar una película porno no se atrevía por lo mismo, sabía que era algo prohibido además nunca lo haría por miedo al que dirán; a pesar de que se llevaba con Don Marce, en ese momento se empezó a sentir nerviosa, como si estuviera ante un desconocido, Don Marce no esperó respuesta de Cassandra y se levantó para apretar un botón de la DVD y encender nuevamente el televisor, se volvió a sentar pero ahora muy pegado a Cassandra quien yacía inmóvil, con sus piernas juntas y uno de sus tirantes deslizándose por su hombro.
-yo ahorita estoy viendo una- dijo el viejo con una cara de libidinoso.
-ehh, Don Marcee, creo que mejor….. -Cassandra no pudo terminar de decir esa frase, la película había regresado del pause y se exhibía ante los curiosos y muy abiertos ojos de la niña.
Pocos minutos pasaron cuando el viejo Marce pasó uno de sus brazos por sobre los hombros de la jovencita, Cassandra muy nerviosa veía tímidamente las imágenes en alta definición, veía con una claridad excelente como el enorme miembro del actor se incrustaba dentro del húmedo sexo de la actriz, escuchaba los gemidos de ella ante cada embestida, el viejo Marce volteaba a ver de vez en cuando las reacciones por parte de Cassandra, el pensaba que Cassandra se iría enseguida y que tal vez le diría alguna grosería como “viejo cochino”, “viejo depravado”, “viejo pervertido”, “viejo enfermo”, u otros tantos calificativos que las jovencitas más serias le decían cuando intentaba pasarse de listo con ellas, sin embargo Cassandra no actuó de esa manera, al contrario, permanecía sentada, callada y con sus piernas bien cerradas viendo atenta su primera porno.
Cassandra tímidamente comenzó a acariciar ella misma sus muslos, sentía un calorcito que la recorría, si por ella fuera se desnudaría pero recordaba que estaba en casa del viejo pederasta.
Don Marce en tanto le daba el último trago a su cerveza, e hizo algo arriesgado pero que no le importó, sabía que Dios le estaba dando una oportunidad de tener algo de diversión esta noche, así que era hora de avanzar, que importaba que la niña lo rechazara o se saliera, iba a intentarlo, total, no perdía nada y podía ganar muchísimo, “putas van y viene” pensaba el viejo, así que comenzó a tallar levemente su miembro por sobre su pegado short, rápidamente apareció un bulto enorme.
Cassandra al estar tan cerca de él no pudo evitar voltear a ver la actividad de Don Marce, ella también deseaba tocarse desde hace mucho pero la pena le podía, su pequeña manita rondaba cerca de su preciado sexo, hacia círculos con su dedo por sobre sus desnudos muslos, y de vez en cuando movía sus labios muy coquetamente, podía sentir sus pezones que se empezaban a levantar.
Cassandra subió sus piernas al sillón y las abrió ligeramente, después las cerraba y volvía a abrirlas repitiendo estos movimientos muchas veces y mostrando su rosita prenda, su rostro por momentos volteaba a ver el grueso mástil de Don Marce y solo dejaba de admirarlo cuando el viejo volteaba a verla.
La manita de Cassandra tímidamente intentaba tapar su íntima prenda, aunque solo fue un pretexto para que ella comenzara a tallar delicadamente su sexo, lo hacía cuidando de que Don Marce no la viera, y cuando el pervertido viejo volteaba ella simulaba tapar su intimidad y no estarse tocando, el viejo ya hace mucho que se había dado cuenta por los movimientos de Cassandra que la niña estaba excitada quizás tanto o quizás más que el.
El viejo Marce bajo un poco su short y sacó su verga para masturbarla mejor, ante los ojos incrédulos de Cassandra quien veía la herramienta incluso más grande que la de los actores de la película que veían.
-espero que no te incomode Cassandrita pero es que siempre que veo una porno me dan ganas de jalármela,- decía el cochino viejo.
Cassandra no contesto nada, solo se quedo callada mirando la cabezota del miembro por demás lubricada.
-y tu Cassandrita, desde cuanto hace que te masturbas?- preguntó el viejo
-yoo.. yoo.. de… desde, yo no hago eso D.. Don Marce- decía nerviosa la joven colegiala.
-y entonces que es esa mancha de humedad que sale de tu tanga- preguntó el viejo.
Cassandra volteo a ver su prenda y efectivamente había una pequeña mancha húmeda que revelaba la lubricación de su juvenil sexo
El viejo notó en Cassandra un nerviosismo extremo, así que precedió a calmarla,
-tranquila Cassandrita, acuérdate que soy tu amigo, no diré nada a nadie, prometo guardar tu secreto de que te masturbas si tu guardas uno mío- la niña solo asintió con la cabeza.
-mi secreto es que me masturbo pensando en ti, que desde la primera vez que te vi he deseado aparearme contigo como verdaderos animales en celo, y que me gustaría que eso sucediera esta noche- decía el viejo al oído de Cassandra, el viejo muy hábil había dejado de masturbarse y ahora su dedo recorría la caliente rajita de Cassandra.
La niña intentó apartar esa pervertida mano de su intimidad, pero al sentir los hábiles dedos de Don Marce solo acompañaba con su mano el movimiento de la del viejo.
-Don Marce, nooo- decía Cassandra muy débil.
-no que?- respondió el viejo-
-no meta su mano ahí, por favor,-dijo la nena, el viejo aprovecho para aspirar el perfumado cuello de Cassandra y pegarle una ligera mordidita.
El viejo se acercó aun mas a Cassandra y ahora ya eran sus dos manos las que recorrían esa virginal entrada por debajo de la prenda, el viejo podía sentir unos cuantos vellos que cubrían el sexo de Cassandra, el viejo metió levemente uno de sus dedos dentro de esa húmeda cuevita y empezó a buscar el clítoris de la nena,
-don Marce, tengo otro secreto,- dijo la nena al sentir el viejo dedo husmear en su intimidad.
-cual mi niña?- preguntó el viejo.
-s……………………, s………………….., soy virgen- dijo la jovencita con una vocecita casi inaudible.
-¡COMO!, no me digas que entonces, esos… esa bola… todos esos mariconcitos que siempre andan atrás de ti no te han, no eso está muy mal, eso lo tenemos que arreglar esta noche- decía el viejo.
-no, que me va a hacer Don Marce- preguntaba la jovencita quien no dejaba de ser manoseada de su sexo y sentir esas ricas cosquillitas que sentía cuando ella se tocaba, solo que según ella, Don Marce se lo hacía más rico.
-tú solo cierra los ojos y ponte flojita, de lo demás me encargo yo- dijo el viejo Marce al mismo tiempo que se iba quitando su vieja camiseta………………..