El despertar del Deseo

Una seducción inesperada, en un lugar inesperado, despertó mis más profundos deseos

El siguiente relato es de mis días en la universidad. Mi nombre es Antonio estudie ingeniería mecánica en la Ciudad de México. Siempre me he considerado un tipo tranquilo, más que eso algunos de mis compañeros me consideran aburrido. Casi no salgo a fiestas ni soy de los que se meten en problemas. Todo un “cerebrito” sin vida social.

No soy feo ni mucho menos, me gusta estar en forma y me ejercito con frecuencia, pero no tengo novia. Esto se debe sin duda alguna a mi marcada preferencia por la soledad. En relación al sexo pues, me es un tato indiferente, o en todo caso así solía ser. Las cosas cambiaron cierta tarde en la universidad.

Esa tarde me quede después de terminado mi horario, puesto que tenia que realizar una investigación adicional. Estaba absorto en mi investigación y no me di cuenta de que rápidamente se hacia de noche. Cuando el cansancio pudo más salí de la biblioteca, con rumbo a los baños del plantel, decidido a lavar mi cara para despabilarme y seguir con mi trabajo. Cuando entre estaban vacíos (o eso pensé), estaba frente al mingitorio haciendo lo mío con la música de los audífonos a todo lo que da.

Un ruido casi imperceptible me llego de pronto (era la puerta al cerrarse), no le di importancia, seguro alguien más había entrado. Me di vuelta para salir y me tope de frente con una chica a la que no había visto antes. Lo primero que me produjo fue sorpresa y luego desconcierto, creí que era nueva en el campus y seguro se había confundido

-Disculpa, creo que te has equivocado de lugar- le dije medio en broma

-Yo creo que no- me contesto decidida

-Este es el baño de hombres- le recalque un poco molesto

-Lo sé

Me desconcertó el tono de su voz pero decidí no hacerle caso después de todo, tenía aun trabajo por hacer. Camine a su lado decidido a salir, pero me cubrió el paso poniendo una mano sobre mi pecho. Me detuve en seco, ella me miraba con los ojos fijos, eran negros de una profundidad asombrosa, rematados con largas y espesas pestañas. Estaba paralizado sin habla, de pronto acerco su cara a la mía con decisión y me beso profundamente.

Mi mente me decía que aquello seguramente era un sueño, pero la calidez de su beso y la suavidad de sus labios eran algo demasiado real. Me aparte de ella luego de unos segundos. Ella solo me miraba, no me dijo nada y lentamente comenzó a despojarse de su ropa. Lo hacia con movimientos lentos y sensuales casi hipnóticos, era una diosa de absoluta belleza. Bajo su ropa vestía lencería negra muy ajustada a su delicioso cuerpo, deslizaba sus manos sobre sus pechos como si estas fueran su amante.

El calor fue surgiendo dentro de mí, sentí como mi miembro comenzaba a endurecerse, no entendía sus actos pero para ese momento ya no me importaba mucho encontrarles sentido. El espacio que me separaba de ella era de menos de un metro, casi sentía su calor. Cerró los ojos y fue bajando su mano sobre su bronceada piel hasta el inicio de sus bragas. Vi como se daba placer y como su respiración se iba acelerando, y su pecho a sonrojarse.

El bulto en mi pantalón era cada vez más prominente, mientras la escuchaba gemir, de pronto tras un violento orgasmo. Se dirigió hacia mí que seguía plantado en el mismo lugar, termino de desnudarse, dejándome maravillado con sus pechos firmes y prominentes y, la delicada línea de su cintura que se acentuaba al llegar al borde de sus caderas.

Me fue desabotonando la camisa, hasta que me la quito por completo, yo apenas y me moví. Apretó sus pechos contra el mió, a lo que finalmente respondí apretándola aun más contra mi cuerpo. Deslice las  manos por su espalda desnuda, hasta su firme trasero que apreté con avidez, mientras me comía sus labios. Con sus manos ágiles me desabrocho el pantalón y lo dejo caer junto con mis calzoncillos. Mi verga firme como un hasta se enterró entre sus muslos. Podía sentir el calor de su coño y como sus jugos mojaban el interior de sus muslos.

Me arrastró hasta el lavamanos y se subió al mismo, me dirigí a sus senos mordiéndoselos ante sus cada vez más fuertes gemidos, mientras mis dedos buscaban la entrada a su coño. Era tan estrecho y caliente, en cuando metí mi dedo sentí como su cuerpo se estremecía, sus paredes estaban hinchadas, acaricie con otro dedo su clítoris tan bien hinchado. Saboreando cada uno de sus gemidos, sentí cuando sus paredes se cerraron sobre mis dedos al tener otro orgasmo.

-Deja ya de torturarme, métemela, hazlo- me dijo con tono de urgencia en la voz

Al principio me había sentido dominado por aquella hermosa mujer que ahora me pedía que la poseyera. Eso me hizo querer hacerla esperar un poco más aunque también yo me moría por sentirme dentro de ella. Baje por su cuello mordiéndoselo, luego a sus pechos, hasta que llegue a su ansiado coño y me perdí en los calidos jugos que de ella desprendían. Ella se retorcía y con sus manos hundía mi cabeza aun más en su coño mojado.

-Por favor ya, ya-me decía suplicante

Dirigí mi lengua a su clítoris y mis dedos a su coño masturbándola de nuevo, al ver la expresión de su cara y como se mordía los labios me excite aun más. Me levante de entre sus piernas y metí solo un poco mi miembro por aquella húmeda cañada. La sensación era casi insoportable, poco a poco entraba y salía dejándola deseándome

-Toda, toda, métemela toda papi

Si aviso la envestí hundiéndome en ella hasta el fondo con un grito de su parte tan sensibles estábamos los dos que así dentro de ella si casi moverme llegamos los dos a un violento orgasmo. Me desborde en su interior, en éxtasis completo.  Cuando mi miembro salió de ella aun estaba firme, así que la baje de los lavabos y la incline en cuatro patas sobre el suelo.

Tome sus caderas y con feroz deseo como nunca antes lo había hecho la penetre una y otra vez hasta terminamos cansados y satisfechos.

Salimos de ahí más de una hora después de haber iniciado, ni siquiera supe su nombre, pero el deseo de su cuerpo y el sabor de su piel es un recuerdo que me acompaña cada día. Como es lógico no termine el trabajo esa noche, pero después de ella el deseo que despertó en mi buscaba saciarlo en cada chica que me la recordaba.