El despertar de Sofía

A partir de ese momento nunca mas volvería a ser la esposa mojigata que era y empezaría a disfrutar de todo, pero sobre todas las cosas, del sexo.

EL DESPERTAR DE SOFÍA

Cuando Sofía después de muchos años reaccionó, aun no era demasiado tarde, todavía podía encauzar su vida, volver a enamorarse y ser feliz. Pero era muy reacia a los cambios, siempre estaba atada a la vida por esos inútiles sentimientos de lealtad hacia los demás. Su vida siempre se había basado en hacer que los demás fueran felices aun en contra de sus propios sentimientos y sus necesidades. Lo peor de todo es que nadie supo nunca agradecerle su dedicación, su abnegada dedicación. Su marido nunca la compensó por sus sacrificios, ni valoró la generosidad con la que siempre anteponía los deseos de todos a los suyos propios.

Sofía se casó joven con Fernando, por supuesto se casó enamorada, ilusionada por empezar una vida junto a el, deseaba recorrer el camino de esa nueva vida unidos en todo, tomar juntos las decisiones cruciales que se presentaran, resolver juntos los problemas, aprender juntos tantas cosas que no sabían, es decir, estar unidos en todo. Y así fue, los primeros años, ella pensaba que eran felices.

Sofía trabajaba (muy a pesar de Fernando) en una oficina, sólo por la mañana, y la tarde la dedicaba a la casa, a la familia, a cualquiera que la necesitara, ella siempre estaba dispuesta para todo. Fernando trabajaba todo el día, llegaba a casa sobre las 9 de la noche, cansado de su trabajo, pero deseoso de Sofía, en cuanto entraba por la puerta ya la estaba abrazando, besando y acariciando, ella soñaba todo el día con esos momentos, a veces ni siquiera se paraban a cenar, cuando el entraba, con su abrazo la alzaba del suelo y la posaba en la cama entre caricias y besos para encontrarse ambos en el mejor momento del día, el momento de darse amor. Durante todo el día, cada uno estaba en el pensamiento del otro, fantaseaban con la hora de volverse a encontrar, el momento en que los dos se entregaban sin límites a la pasión que les quemaba por dentro cuando no estaban juntos.

Pero todo llega a su fin, y la entrega de ambos también acabó, no fue de pronto, fue poco a poco como en tantas otras parejas. Si el amor no se alimenta, se cuida y se mima, se acaba rompiendo. Fernando cada día era menos cariñoso, más exigente, menos apasionado, más inflexible, menos sensitivo, más tosco, y el resultado fue que Sofía cada día se encerraba más en si misma, no compartía sus sentimientos con él, ni le preguntaba porqué esos cambios de personalidad, ella sólo esperaba que la mala racha pasase, pensaba que sólo sería una pequeña crisis, pero el tiempo pasaba y se fueron distanciando. Sofía a veces pensaba que Fernando se veía con otra mujer. Cuando llegaba tarde a casa y le preguntaba de donde venía, le contestaba que venía de tomar unas copas con algunos compañeros del trabajo, ella no le creía y le acusaba de venir de los brazos de otra mujer. Fernando reía y Sofía lloraba, lloraba por el amor perdido, lloraba porque le quería, pero ya no soportaba más esa situación, se sentía incapaz de recuperar a su marido, lo seguía amando, lo necesitaba tanto como siempre, pero no tenía fuerzas para nada, sólo dejaba pasar un día tras otro, y otro y otro. Y sabía que lo estaba perdiendo, que lo había perdido. Y lo peor de todo es que no tenía muy claro si lo quería recuperar. Lo que sí tenía claro es que su vida debía cambiar.

En las pocas ocasiones que tenían relaciones, Fernando no se entregaba, se limitaba a cumplir el expediente con dos besos, dos caricias forzadas y un aquí te pillo y aquí te mato, ella fantaseaba con un amante cariñoso, seductor, que la llevara a la cima del mundo sin salir de la cama, que fuera tierno y sensible y que le dijera cosas bonitas y amorosas al oído en esos momentos tan perceptivos a las palabras y a las caricias. Pero en lugar de un amante cariñoso, tenia a Fernando, que se limitaba a follar sin ningún sentimiento. Lógicamente Sofía se sentía insatisfecha en su vida afectiva, y sobre todo en su vida sexual, cada vez tenía más fantasías sexuales, y estaba más receptiva a las miradas de otros hombres.

Seguía haciéndose la tonta y callando las infidelidades que ella suponía de su marido. Un día se lió la manta a la cabeza y fue a buscarlo al trabajo, ni ella misma sabía con que intención; quizá para estar segura de lo que estaba pasando o para lucirse ante sus compañeros y que él viera que los hombres se la comían con la mirada. Se arregló más que de costumbre, se vistió de manera que su generoso pecho no dejara mucho a la imaginación, y su voluptuoso trasero se luciera en todo su esplendor. Y así con ese vestido súper escotado, súper ceñido y sus zapatos de tacón alto, luciendo esas largas piernas, se presentó en la empresa de Fernando a la hora de la salida.

Todo el mundo la miraba, hombres y mujeres, pues Sofía era una mujer muy bella. Y el conjunto de todo su cuerpo era impresionante. Únicamente ella no le sacaba partido, solía arreglarse poco para pasar desapercibida. No le gustaba nada ir llamando la atención, pero ese día iba a ser el primero de su nueva vida, de la nueva Sofía. Desde ese momento dejaría de ser la puritana que su marido le echaba siempre en cara que era.

Cuando los compañeros de Fernando la vieron, se acercaron a besarla y sobre todo a mirar y remirar ese cuerpazo que ella había ido a lucir, y ¡que éxito!, algunos se la comían con la mirada, mientras, Fernando no la perdía de vista, se había quedado muy turbado cuando la vio aparecer, sobre todo porque no sabia como sentirse, si estar enfadado por su llegada u orgulloso por la mujer tan esplendida que tenía, sintió una punzada en sus partes bajas, un brote de deseo que hacía tiempo no sentía por ella.

Después de los saludos, los besos y los buenos deseos, Fernando y Sofía se marcharon, Todos los compañeros de Fernando, animaron a Sofía para que acudiera en compañía de su marido, a la cena de empresa, cena de la que Fernando ni siquiera le había hablado, seguramente porque pensaba ir sin ella, con la intención de tirarse a alguna compañera desesperada y que se hubiera tomado alguna copa de más.

La fiesta llegó y su marido no tuvo más remedio que ir acompañado de Sofía. Todos los compañeros de él, se acercaron a saludarla cuando la vieron. Fernando no dio importancia al detalle de que sus compañeros se deshicieran en elogios hacia su mujer.

La cena transcurrió sin incidentes, pero estos se produjeron durante el baile de después. Un compañero de Fernando, Pedro, la invitó a bailar y estuvo muy atento con ella durante la velada. Ella se sentía muy halagada por ese compañero y hasta se permitió el lujo de flirtear con él, en vista que su marido lo estaba haciendo con una secretaría, muy mona y a la vista de todos.

Pedro era un tipo soltero. Necesitado de sexo. Y creyó ver la oportunidad de saciarse con Sofía. Como esta le daba rollo, fue mas incisivo a medida que se sucedían los bailes.

Y llegó el despecho para Sofía. Y llegó la oportunidad para Pedro.

Fernando ya andaba con unas copas de más y tonteaba en exceso con la secretaría con la que bailaba. Sofía pensaba que, efectivamente allí había algo. Desencajada por lo violento de la situación, abandonó a Pedro y se fue al baño. Pedro la siguió y la abordó en la puerta.

Trató por todos los medios de consolarla y restar importancia a lo que estaba pasando en el salón de baile. Ella no lloró, pero se mostró muy indignada. Tan indignada estaba que Pedro creyó que era el mejor momento para "hacer algo más con aquella preciosidad".

La rodeó con sus brazos y depositó un beso casto en su mejilla. Muy al contrario de lo que él esperaba, el rechazo inmediato, Sofía lo abrazó y parecía corresponder. Ello envalentonó más a Pedro, que abriendo la puerta del aseo, empujó a Sofía hacia dentro.

Una vez allí, sus besos ya no fueron en la mejilla. Atrevido, besó sus labios. En contra del esperado rechazo de Sofía, que no se produjo, el siguió con sus besos hasta que logró que los labios de ella se abrieran dejando vislumbrar su deseo.

Mientras besaba a Sofía, sus manos fueron más libertinas y acudieron prestas a abrazar sus nalgas por encima del vestido. Sofía comenzaba a excitarse. Estaba despechada. Se encontraba bien con Pedro y le estaba dejando hacer. Pero Pedro no se conformaba con besos y caricias por encima del vestido. Ante la magnitud que cobraban las caricias, Sofía le hizo saber a Pedro que les podría sorprender alguien.

Pedro no pensó ni un instante en nada más. Tomó por los hombros a Sofía y la empujó hacia dentro de un baño. Cerró la puerta tras de sí y continuó con los besos. Sofía respondía a esos besos y comenzaba a notarse húmeda. Pedro levantó el borde del vestido de ella y acarició sus muslos. Sofía se sentía vulnerable. Pedro lo notó. Sin preámbulos de ningún tipo, su mano derecha ascendió a su sexo. Tropezó con su tanga. La dificultad que ofrecía aquella minúscula prenda fue mínima. El retiró hacia un lado el tanga y comenzó a sentir en sus dedos los jugos de Sofía. Sofía le dejó. Jadeaba mientras era tocada por Pedro en aquel baño. Pedro bajó su cremallera del pantalón y sacó su miembro duro para ponerlo a la vista de ella. Guió su mano hasta él y ella lo abrazó. Comenzó a menearlo sin control.

Pedro giró el cuerpo de ella y la puso cara a los azulejos de la pared. Delante de la taza y la cisterna. Allí inclinó su espalda y levantó el vestido de Sofía. Ella puso sus manos encima de la cisterna ofreciendo su culo a los devaneos de Pedro. Ante la ocasión que se le presentaba, Pedro no se molestó en bajar el tanga de ella, simplemente lo ladeó hacia un lado y apuntando su polla hacia aquella raja brillante por los flujos, lo empujó dentro de Sofía.

Quizá aquél polvo duró cuatro minutos. Sólo eso. Pero la sacudida en el interior del cuerpo de Sofía, fue de las que dejan huella. No porque sintiera un gran orgasmo, no, fue mas bien un renacer a la vida, un resurgir a un mundo de instintos, en el que a partir de ese momento nunca mas volvería a ser la esposa mojigata que era y empezaría a disfrutar de todo, pero sobre todas las cosas, del sexo.

Por otro lado Fernando que estaba un poco bebido y babeaba detrás de la secretaria, quiso llevársela al baño para follársela, ella había estado toda la noche alentándole, y el estaba muy excitado, necesitaba liberarse de esa tensión sexual que llevaba padeciendo toda la velada. Pero cuando el quiso llegar a mayores llevándola al aseo, ella se negó, él pensó que se estaba haciendo de rogar e insistió pero ella se cerró en banda y le dejó plantado con cajas destempladas en mitad de la pista de baile. Fernando plantado y con el rabo entre las piernas se puso a buscar a Sofía para marcharse, pero no la encontró, entró al baño y oyó gemidos, pensó "eso es lo que yo debería estar haciendo con la calienta poyas de la secretaria", hizo lo que tenia que hacer en el baño y salió. Se dirigió a la barra y pidió otra copa, su cabeza no paraba de darle vueltas al desplante que le habían dado, de pronto vio a su mujer que se dirigía hacia él muy sonriente, muy bella, distinta, le pareció diferente, y ciertamente lo era, era otra, de forma provocadora le pasó un dedo por los labios y lo bajo lentamente por su cuerpo hacia sus partes bastante doloridas por el calentón, le dijo "Fernando nos vamos a casa, aquí ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer". El gesto de Sofía le hizo pensar que ya que no pudo follar con la secretaria pues se la follaria a ella.

Llegaron a casa, Fernando fue directo a servirse otra copa, Sofía al dormitorio, empezó a desnudarse lentamente, delante de la puerta para que Fernando pudiera verla, se recreó con las medias, que dejó caer a los pies de la cama así como el vestido, ya sólo le quedaba el tanga, pero con el puesto se acercó a Fernando y le dijo que le pusiera otra copa a ella, Fernando se extrañó porque Sofía no solía beber, ni jamás se paseaba desnuda por la casa, pero no le dio más vueltas, se quedó mirando el esplendido cuerpo de Sofía, la miró a los ojos y vio una determinación en ella que no había visto antes.

Cuando Fernando le sirvió la copa, para incitar a Sofía a tener sexo con él, empezó a contarle que en la fiesta alguna guarra se había puesto a follar en el cuarto de baño, que se oían los jadeos y que parecía que lo estaban pasando muy bien, que era una situación muy morbosa y que ellos nunca habían tenido relaciones de ese estilo, entonces Sofía le dejo pasmado cuando dijo "no lo habrás echo tú, porque yo sí", "esa guarra de la fiesta era yo con tu compañero Pedro", "supuse que no te importaría ya que tu estabas babeándole a la secretaria y queriendo follártela no en el baño, sino allí mismo, en la pista de baile". Dicho esto se acercó mas a él, se pegó tanto que notó en su cuerpo la tensión que Fernando estaba sufriendo, dio un sorbo a la copa y seguidamente la acercó hasta sus pechos y dejó resbalar todo el liquido por el surco de sus tetas, le dijo "¿no quieres beber más?" señalando sus pechos llenos de alcohol mientras paseaba lentamente un dedo por su pezón. Fernando pensó que, o se estaba volviendo loco, o estaba demasiado borracho y aquello no estaba pasando, ni su mujer se había tirado a nadie en un baño, ni se estaba paseando desnuda, ni bebía nada con alcohol, ni mucho menos se ofrecía a que la chuparan los pechos.

Sin tiempo para cavilar más se encontró con Sofía desabrochándole la camisa, muy lentamente, recreándose en todo lo que hacía, se la quitó y le acarició su pecho, su espalda, y muy despacio acercó sus manos a la cintura de su pantalón, desabrochó el botón, bajó la cremallera y puso la mano en el slip encima de su polla, la agarró por encima del slip y valoró el tamaño de la misma, apartó un poquito el calzoncillo y la polla salto fuera al verse liberada.

Sofía se agachó, paseó su lengua muy despacio por aquel tronco, Fernando tembló y empezó a decir algo, pero Sofía le puso un dedo en los labios para que callara, él obedeció y Sofía continuó paseando la lengua por su polla. Cuando él gimió, ella se metió gran parte en la boca a la vez que con la mano empezó a magrearle los testículos; no pudo reprimirse más, y excitado le dijo "Sofía que pasa, esto no es normal, esta no eres tu" pero no pudo seguir, el placer que estaba sintiendo con la mamada le dejaba fuera de juego, estaba aguantando para no correrse, aquello era tan inusual y tan placentero que no podía resistir más. Pero entonces ella liberó de su boca la polla y fue paseando la lengua por todo su cuerpo hasta llegar a su boca, le besó apasionadamente y el respondió a ese beso con desenfreno. Mientras la besaba y abrazaba fue dando pasitos hasta el sofá, se dejó caer y la arrastró con el. Sin dejar de besarse ardientemente ella se sentó encima dejando su polla al borde de su raja para dejarse caer, Fernando se estremeció cuando su polla penetró en aquella raja ardiente y húmeda, explotó, eyaculó instantáneamente, se vació dentro de Sofía sin ningún movimiento, se quedó desfallecido, debilitado, tanto física como psíquicamente.

Sofía se levantó, se agacho a besarle en los labios, y le dijo adiós. Se metió en el baño y se duchó, fue al dormitorio se vistió y guardó algo de ropa en una maleta, se acercó a Fernando que seguía exhausto y extenuado, además de perplejo por la actitud de Sofía, esta le dijo "adiós Fernando", "ah y no te laves la polla, guarda mi aroma, no me volverás a ver".

Romymadrid.