El despertar de sara

La vida cambia a cada momento, y la adaptación a veces es difícil de asumir, después de un cambio importante, nuestro cerebro exige tiempo para asimilar las novedades, normalmente hay un periodo en el que necesitamos probar nuevas situaciones para volver a una nueva rutina, e instalarnos en ella. Las rutinas, es el lugar donde la mayoría de los humanos nos sentimos más cómodos.

EL DESPERTAR DE SARA

La vida cambia a cada momento, y la adaptación a veces es difícil de asumir, después de un cambio importante, nuestro cerebro exige tiempo para asimilar  las novedades, normalmente hay un periodo en el que necesitamos probar nuevas situaciones para volver a una nueva  rutina, e instalarnos en ella.

Las rutinas, es el lugar  donde la mayoría de los  humanos nos sentimos más cómodos.

A veces el cambio es tan drástico, que nos dedicamos a revolotear sin control y podemos caer en una espiral de nuevos intentos, necesitamos nuevas situaciones para sentirnos realizados y notar como la adrenalina nos  eleva llevándonos a momentos novedosos y placenteros

Acabo de volver  a casa son las 8,30 de la tarde, no tengo ganas de cenar, vengo de tomar unos  vinos con Bego, mi mejor amiga.

Bego era una mujer muy especial, siempre positiva,  además disfruta de una sonrisa de esas que enamoran, es pelirroja con melena rizada,  unas piernas largas y estilizadas, tiene los ojos grandes y marrones que  cuando te miran de frente te hacen apartar la mirada.

Sara se tumbo en el sofá, aun sonaban en su cabeza las palabras de Bego.

Tienes que comenzar a vivir de nuevo.

Seguro que tú ex se lo monta  con la primera que pilla.

No seas tan mojigata y ábrete a nuevas experiencias

La vida se vive solo una vez.

Sara asentía con la cabeza, quizás esta tarde se habían pasado con el vino.

A las dos les encantaba  el vino,  la pasión por el buen vino las había hecho buenas amigas,  a veces desde hace ya unos años, se llaman de vez en cuando  para quedar,  disfrutar de un buen vino y de  una siempre agradable conversación.

Al bajar del coche en  la en la puerta de casa y darla el beso de despedida, Bego  acerco sus labios a los de Sara, ella se sintió contrariada, pero por un momento casi  agradeció el roce, nunca la gustaron las mujeres, pero hacía tiempo que nadie intentaba robarla un beso.

Se quito los zapatos, esa noche no cenaría,  puso la tele y no encontraba nada que la llamara la atención, un programa de  telebasura, anuncios, las noticias, no tenía el cuerpo para noticias……

A su cabeza volvió el intento de Bego  para besarla, quiso imaginar a su amiga acariciándola

¿Cómo sería el beso de una mujer? Se sonrió, su cuerpo al parecer estaba despertando al luto de la separación, notaba la piel erizada, podía ser el vino de la tarde, pero necesitaba acariciar y que alguien la acariciase, se moría por  sentir la piel de otra persona.

Dejo volar la imaginación, a la cabeza la vino Sergio, el chico que la traía parte del genero para la tienda, será como diez años menor que ella, moreno,  alto, ojos negros, hacía tiempo que la atraía, en alguna ocasión había estado en sus sueños más húmedos……  un día colocando en la tienda  al girarse, se dio cuenta que  Sergio  la miraba el trasero, el se sonrojo, pero ella agradeció con una mirada de comprensión la debilidad de Sergio.

Se quito la ropa, hacía mucho calor, se puso una bata y se tumbo en el sofá, ponían otra vez en la tele Prrety Woman,  prestaba  poco interés por la película,  pero Richard Gere comenzó a atraer su mirada, soñó que era ella la que recibía las rosas en la escalera exterior del viejo edificio, se lo imagino a su lado acariciándola, susurrándola al oído aquellas palabras que ella desde hacia tiempo no escuchaba, casi podía notar su aliento cuando intento darla un beso, ella recordó que  su cuello era demasiado sensible, noto como los poros de su piel se abrían, se paso la palma de la mano por el cuello, comenzó a darse cuenta que a su cabeza venían imágenes y sensaciones que hacía tiempo tenia olvidadas.

La película acabo, pero en su cuerpo estaba ardiendo  una hoguera que ella pensaba que ya no se encendería nunca, cerró los ojos, a su mente volvió la imagen de Sergio, con su  camiseta gris, la mirada picara y las manos grandes, siempre la llamaron la atención las manos grandes.

Sergio estaba allí, a su lado, pudo notar esas  grandes manos recorrer su espalda, la atrajo hacia él y la beso con fuerza, necesitaba ese beso, noto como la lengua de de Sergio recorría el interior de su boca, Sara notaba que su cuerpo acababa de despertar del letargo de su separación, hacía tiempo que no  notaba a su cuerpo  excitado, se estaba humedeciendo.

El joven, la seguía besando, ella  se aparto la bata, para que el la acariciase con mayor facilidad, noto sus manos recorriéndola entera, los labios de él pasaban sobre  sus  pechos, los pezones se le endurecieron  casi la dolían,  al sentir la lengua de él sobre ellos soltó un grito de placer, volvió a apreciar aquello  por primera vez en mucho tiempo, noto como  la giraba y se puso encima de ella, cuanto placer, hacía tiempo que aquellas sensaciones  no la visitaban.

Por la mañana se despertó en el sofá,  tenía la boca pegajosa, al mirarse se dio cuenta que estaba desnuda y  tenía la bata abierta,  vio las bragas tiradas a su lado…..

Sonrió, Sergio mañana la trae mercancía para su tienda.

Esa mañana se había vestido para la ocasión, se puso un sujetador negro que le resaltaba el pecho, siempre la gusto como le quedaba aquel sujetador, se veía sexi, se dio cuenta que no se había depilado……. la verdad que se había abandonado últimamente.

Volvió a desnudarse y se fue al baño, comenzó a rasurar su vello púbico, no sabía si quitarlo todo o dejar una rayita de pelo por la parte de arriba, como le gustaba a su ex, al venirle su ex a la cabeza en un acto cuasi de rebeldía se lo rasuro por completo.

No se pondría el sujetador,  comenzó a escoger entre su ropa interior,  tangas, bragas, de pronto vio unas braguitas brasileñas de color azul cielo, las eligió para la ocasión.

Solo preparándose para la seducción la estaba poniendo muy caliente, se notaba excitada, húmeda, notaba como su vagina estaba deseosa de ser disfrutada.

Se puso una falda de gasa muy liviana que la hacía sentirse casi desnuda, una blusa blanca ajustada,  hicieron el resto.

Al mirarse al espejo se vio hermosa, deseable, se sonrió al verse reflejada, hacía años que no se veía tan guapa.

Un perfume suave y un poco de rimel la hicieron sentirse una reina,

Había trazado un plan, cuando lo llevara a la oficina para firmar los albaranes, intentaría seducirle.

Solía llegar sobre  las 10.30 más o menos, la espera se le estaba haciendo interminable, a las 10.47 llego a sus oídos el sonido del camión, oyó como si el frenazo fuera más brusco, de lo habitual.

Para su decepción hoy no era Sergio quien venía, en su lugar, una chica morena, alta, con media melena lo sustituía.

La chica entro en la tienda y saludo con una sonrisa,  se presento, dijo que se llamaba Raquel, pregunto qué hacía con la mercancía,  metió las cajas en la tienda y Sara le indico donde las tenía que dejar.

Volvió al camión, de regreso traía  en la manos los albaranes para firmar.

Sara la hizo pasar a la pequeña oficina de la tienda, se los firmo y pregunto a Raquel, como sin darle importancia, la razón por la que no había venido Sergio.

La chica la miro de frente y contesto.

No lo sé, esta mañana me llamaron a mí para esta ruta, ¿quieres que le diga algo?

Solo era una pregunta, respondió Sara.

La chica noto que Sara se había sonrojado.

¿Querías verle? Te puedo dar su teléfono.

Un poco nerviosa Sara le contesto que no hacía falta, que solo era curiosidad.

La chica se le acerco, y le dijo.

Me estas mintiendo, le esperabas, solo hace falta verte, ¿querías hacértelo con él?

La contestación de Raquel la había descolocado, no sabía que contestar.

Raquel se la acerco, con una mano la atrajo hacia ella y la beso

Sara se había quedado petrificada.

Con la otra mano  Raquel la acaricio los muslos y subió la  liviana falda, hizo a un lado las braguitas azules, le acaricio la vulva e introdujo un dedo dentro de la vagina.

Estas ardiendo, dijo Raquel.

Sara se había quedado paralizada, no se esperaba lo que la estaba pasando.

Saco el dedo de entre las bragas de Sara y se lo llevo a la boca, lo saboreo, me encanta este sabor, ¿nunca te has probado?

A Sara  no le salían las palabras de la garganta y con una negación de su cabeza dijo que no.

Raquel volvió a mojar los dedos en la vagina de Sara y la dio a probar sus propios jugos, saboreo el dedo de Raquel, tenía un sabor salado muy suave, Sara tenía los ojos cerrados, los pezones peleaban por salir de su blusa.

Raquel, la empujo sobre la mesa, quedo tumbada, Raquel la abrió las piernas  aparto las bragas y comenzó a lamer, chupar, succionar, besar,  no se lo podía creer estaba disfrutando con la lengua de una mujer,  Raquel recorría con la lengua  el interior de su vagina y succionaba con ganas aquel caramelo, mientras la introducía un dedo por el ano.

Sara tuvo un orgasmo salvaje, se había quedado tumbada sobre la mesa, hacía tiempo que lo necesitaba, se quedo un rato acostada sobre la mesa, no se acababa de creer lo que la había pasado, al momento se recompuso y salió de la oficina.

Raquel se había ido sin decir nada.

Pero Sara seguía necesitando alguien que la hiciera disfrutar, que la besara, la abrazara, que la hiciera el amor, quería un hombre, durante la mañana estuvo atendiendo clientes, se dio cuenta que apenas podía concentrarse en su trabajo, notaba la humedad de las bragas, se sentía húmeda, sucia, pero con una sensación agradable, volvía a sentirse viva.

Al volver de nuevo a la oficina, vio sobre la mesa los albaranes,  Raquel se los había dejado, una idea la pasó por la cabeza, llamaría al almacén para comunicarlo.

Descolgó el teléfono y marco el numero del almacén, para su sorpresa al otro lado de la línea contesto una voz de hombre, esa voz le pareció conocida, al comunicarle el tema de los albaranes y decir quién era, el hombre que contesto al otro lado,  dijo que pasaría sobre las dos a recoger los  albaranes olvidados.

Se atrevió a preguntar, ¿eres Sergio?

Si, contesto, pensé que no me habías conocido, llegare sobre las dos, si no llego en punto espérame un momento.

A Sara se le habían disparado las pulsaciones el corazón casi se le salía del pecho, sentía emoción, excitación, deseo, cuanto había echado de menos esa sensación.

A las dos en punto, bajo por la mitad la rejilla que protegía la puerta de entrada, así daba a entender que estaba cerrado pero su dueña seguía dentro.

Al poco rato oye una voz que la llama desde la calle, se asoma y le dice que pase, esta como una colegiala a la espera de su primer beso.

Entraron en la oficina y le entrego los albaranes,  ¿te apetece tomar algo aquí conmigo?

Lo siento no bebo contesto Sergio.

Es igual, solo tengo agua mineral, Sergio se sonrió y acepto la invitación, se sentó en la silla enfrente de Sara,

Sara le sirvió un vaso de agua, espero que te guste, le dijo riendo,  no es el mejor vino pero a veces la buena compañía lo suple, ella se levanto y se puso entre Sergio y la  ventana, el contraluz dejaba ver lo liviana que era su falda, Sergio la podía ver casi desnuda de cintura para abajo.

Sara ya no podía mas tenía que darle a entender que le deseaba, se acerco a él y le acaricio la nuca, Sergio un poco turbado volvió la cara y se levanto, Sara se apoyo de la esquina de la mesa, desde allí recibió a Sergio que la cogió por la cintura y la atrajo hacia él, la beso, Sara necesitaba ese beso como se necesita beber agua a diario, necesitaba aplacar su sed, ella le abrazo.( Como necesitaba abrazar a alguien), él la levanto la falda y le apretó el culo con fuerza, con las dos manos, casi la levanto en el aire, mientras se besaban de esa manera, Sara le desabrocho la camisa, le encantaba el olor de Sergio, cuanto echaba de menos aquel olor a hombre, Sergio la desabrocho la blusa y comenzó a lamerle los pechos, ella estaba excitada, sus jugos le corrían por los muslos, las manos de Sergio ya se habían aventurado en su vagina súper excitada,  la ayudo a quitarse las bragas y la tumbo en la mesa, la abrió las piernas y comenzó a lamerle el néctar que la flor de Sara rezumaba,  la lengua de Sergio la estaba volviendo loca.

Se quito el pantalón y quedo al descubierto su miembro,  que sin ser desmesurado tenía un tamaño importante, Sara bajo de la mesa y con delicadeza se aferro a su objeto de deseo, lo metió en la boca y comenzó a lamerlo con ganas, Sergio se retorcía de placer, por un momento pensó que se iba a derramar en la boca de ella, no era eso lo que él quería.

Sara  dejo de lamer aquella golosina y se puso a cuatro patas apoyada de la mesa, El se puso detrás,  al principio despacio, comenzó a entrar dentro de ella,  cuanto lo necesitaba, cerró los ojos, Sergio comenzó a acelerar poco a poco los movimientos de sus caderas, ella casi se desmaya a sentir como se movía  aquel instrumento de placer en su interior.

Sara se dio la vuelta,  el la abrazo, la cogió en el aire y se la metió de un golpe, estaban los dos de pie, ella le rodeo con las piernas por la cintura, quería sentir aquella sensación hasta el límite, Sara estaba a punto de correrse estaba en ese punto de no retorno y se apretaba contra Sergio,  en ese momento el cambio el ritmo, respiro fuerte y se corrió dentro de ella.

Sara notaba el calor del semen  de Sergio en su interior,  se dio cuenta que parte de la eyaculación corría por sus muslos hacia abajo.

Había disfrutado  como no lo hacía desde mucho tiempo.

Los dos se quedaron abrazados en medio de la pequeña oficina, se miraron a los ojos, ella vio en el casi a un extraño, era la primera vez que hacia una cosa así, se sintió un poco culpable,  pero lo necesitaba tanto.

Sergio siguió abrazándola.

Como te he deseado, la dijo.

Sara le volvió a besar, le invito a comer en su casa, tenían hasta las cinco a esa hora ella abría la tienda.

FERNANDO