El despertar de mi vecinita 2
Carlos por fin tiene en sus manos el cuerpo escultural de su vecinita y como no, el de la madre.
Alba y Carlos volvieron a la pista de baile, a pesar de las muestras evidentes de que algo había ocurrido, Lucas pareció no darse cuenta de que su vecino acababa de follarse a su mujer, Rocío sin embargo sabía que algo había pasado, su madre iba con el pelo revuelto y la blusa mal colocada, miró fijamente a Carlos y en esta ocasión fue él quien desvió la mirada.
Poco después dejaron de poner salsa y comenzó la música discotequera, entonces Alba y Lucas dijeron que era hora de volver a casa, salieron y se montaron en el coche, ellos delante y Rocío y Carlos detrás, durante el trayecto ésta miraba a su vecino pero él eludía su mirada, a pesar de todo, las confidencias que le había contado mientras bailaban les habían unido y ella ahora no actuaba con la timidez con que lo hacía antes, incluso en un momento tomó su mano y le dedicó una amplia sonrisa. Cuando llegaron al descansillo de la vivienda y cada uno iba a entrar en su casa, Carlos se despidió de sus vecinos y miró a Rocío, ésta con un gesto de los ojos le indicó que mirase sus pechos, al hacerlo, Carlos pudo comprobar que en el vestido se marcaban los pezones de la muchacha, sus tetas se apretaban contra el vestido y en él resaltaban las dos prominencias con claridad. - ¿Será una invitación para que la mire como la otra noche? ¿Volverá a masturbarse delante de mí?- La dio dos besos y entró en su casa, sin esperar un segundo se dirigió a su habitación y a oscuras corrió la cortina y abrió un poco la ventana, ahora solo tenía que esperar.
Rocío entró en su habitación, encendió la luz y miró hacia la ventana, la luz de Carlos estaba apagada pero ella sabía que él estaba allí mirando, con toda naturalidad se acercó al espejo, se miró y comenzó a desabrochar el vestido, primero sacó un brazo y después el otro, muy despacio dejó que el vestido se deslizase hasta caer al suelo, de reojo miraba hacia la ventana, ella deseaba que su vecino la viese pero también quería que se mostrase, llevó las manos al cierre del sujetador y lo soltó liberando sus pechos, como todos los días, los cogió con las manos y los masajeo muy despacio, su madre la compraba los sujetadores muy pequeños y sus senos ya eran bastante grandes, por lo que estaban comprimidas durante todo el día y necesitaba relajarlas, sus manos se movían circularmente alrededor de las tetas y de vez en cuando las apretaba, miró de nuevo a la ventana y creyó ver una sombra en el cuarto de Carlos, esto la animó y cogió los pezones con los dedos pulgar e índice y comenzó a pellizcarlos, después los apretó con fuerza, en ese momento notó como una descarga de placer en su sexo y sintió que su braguita se mojaba.
ROCIO.- Ummmm, siii, que bueno.
Miró entre sus piernas y vio como en su braga aparecía una mancha de humedad que crecía por momentos, sin esperar un segundo se sacó la braga quedándose desnuda frente a la ventana, ahora su vecino podría disfrutar de una visión integral de su cuerpo, se tumbó en la cama de frente a la ventana y separó las piernas todo lo que pudo diciendo en voz baja.
ROCIO.- Esto es para ti, mírame.
Carlos había visto como su vecinita entraba en el cuarto y se desnudaba, ahora tenía frente a él un cuerpo escultural, lo primero en que se fijo fue en sus pechos prominentes coronados por unos pezones rosados y puntiagudos, después, al bajar la vista, se encontró con una cintura estrecha y unas caderas redondeadas, al mirar el pubis pudo ver un pequeño triangulo de color moreno bien recortado, se percató que la vez anterior ni siquiera se había fijado en si tenía pelo en el pubis o iba depilada. Al contemplar como ella se acariciaba las tetas sintió una gran excitación y su pene creció de inmediato bajo el pantalón, lo liberó y comenzó a tocarse. Vio como Rocío se tumbaba en la cama y separaba las piernas mostrándole con claridad su sexo, estaba extasiado ante esa visión, a pesar de la distancia podía adivinar las gotas que salían de su interior y resbalaban por la vulva impregnando la sabana. - ¡Tócate por Dios, tócate ya!
Rocío llevó la mano a su sexo y se acarició la vulva muy despacio, sus dedos se deslizaban a lo largo de los labios vaginales y notaba como éstos estaban húmedos, estaba muy excitada y necesitaba masturbarse de inmediato, vio que ya estaba perfectamente lubricada y separó los labios con dos dedos permitiendo de esa forma que otro dedo penetrase en su vagina con facilidad, éste entraba y salía en su coño en repetidas ocasiones para después recorrer la vulva hasta llegar al perineo, después hacia el camino inverso y penetraba nuevamente en su vagina.
ROCIO.- Ummm, me gusta.
Mientras se follaba el coño con los dedos, Rocío imaginaba que era Carlos quien lo hacía, prefería pensar que eran sus dedos los que la estaban penetrando una vez tras otra, esto la excitaba y hacia que sus caderas se movieran rítmicamente arriba y abajo.
ROCIO.- Tócame Carlos, tócame, fóllame por favor.
Carlos, con la ventana abierta, podía oír lo que decía, las palabras de su vecinita le excitaban y le hacían pensar locuras. ¿Cómo podía saltar a la otra ventana? Era una locura, podría matarse. Incapaz de apartar la vista de aquel coñito húmedo su mano sacudía la polla con rapidez, imaginaba penetrarlo con ésta, sabía que ella era virgen y disfrutaba pensando qué podría sentir al meter la polla en ese sexo estrecho y húmedo, al notar el calor de sus paredes presionando su glande, estos pensamientos le volvían loco. Su mano se aceleraba de forma inconsciente y estaba próximo a eyacular, sin poder controlarse se asomó a la ventana haciéndose visible para su vecinita.
Rocío seguía masturbándose y de repente le pareció ver la figura de Carlos en la ventana, se apoyó sobre un codo y se incorporó, al hacerlo pudo ver con claridad que él estaba allí mirándola, en su rostro se dibujo una sonrisa y se dejó caer de nuevo, ahora si era feliz, sabía que él la miraba y eso la excitaba aun más, se deslizó por la cama hasta aproximarse todo lo posible a la ventana, dejó una pierna recogida sobre la cama y la otra apoyada en el suelo, ahora sus piernas estaban completamente abiertas y su coño totalmente expuesto para él, desde la ventana podría verla con nitidez. Con una mano seguía explorando el interior de su vagina y con la otra acariciaba el clítoris y los pezones alternativamente, eran los dos puntos que más placer le daban, cada vez que se pellizcaba los pezones sentía una descarga en su sexo, pero el clítoris era especial, sus amigas se lo habían dicho y era cierto, acariciarlo producía un placer inigualable. Se incorporó de nuevo y vio que Carlos seguía allí tocándose, aunque no lo veía con claridad lo sabía porque notaba el movimiento de su mano, le miró y dijo en un tono más alto que la vez anterior.
ROCIO.- Me encanta, esto es para ti, tócate, tócate por favor.
Carlos al oírla no pudo contenerse y soltó una descarga de semen que se estrelló contra el cristal. Rocío al verlo sonrió y se dejó caer en la cama, ahora sus dedos se movían con más rapidez, quería correrse cuanto antes, deseaba hacerlo al tiempo que su vecino, con los dedos penetró con fuerza su coño y retorció sus pezones hasta que notó que su respiración se aceleraba y un gran orgasmo la envolvía.
ROCIO.- Ummmm, ya, ya. ¡¡¡Dios!!! No puede ser, no puede ser, ha sido aún mejor que la otra vez.
Carlos la miraba y veía como temblaba y apretaba con fuerza las piernas manteniendo la mano en su sexo.
Después ella se levantó, se acercó a la ventana lanzándole un beso y apagó la luz.
El día siguiente Carlos no paraba de pensar en lo sucedido, deseaba acariciar a su vecinita como fuera, así que comenzó a preparar una estrategia para poder hacerlo sin levantar sospechas en sus vecinos. Vio en un anuncio que ese fin de semana había un curso de masaje en un hotel de la ciudad, se apuntó de inmediato y lo hizo con el máximo interés.
El domingo, después de acabarlo, pasó a ver a sus vecinos, al llamar a la puerta aparecieron Alba y Rocío. Carlos las dijo que en el curso les habían dicho que tenían que seguir practicando durante la semana porque habría otro curso unas semanas después y no debían olvidar lo aprendido, por ello, necesitaba que alguien se dejase dar los masajes en su casa por las tardes. Alba respondió rápidamente que ella lo haría, pero la cara de circunstancias de Carlos la hizo reflexionar.
ALBA.- Bueno, puedes dárselos a Rocío un par de días y después, cuando tengas más experiencia, me los das a mí. ¿De acuerdo?
CARLOS.- Perfecto.
ALBA.- Pero no te olvides que también tienes que dármelos a mí, si no lo haces me enfadaré mucho.
CARLOS.- No te preocupes, tu masaje será especialmente bueno.
Rocío sonriente le preguntó cuando tenía que ir para que la diese el primero, Carlos contestó que el lunes iba a comprar una camilla y se lo daría por la tarde.
El lunes por la tarde Carlos estaba muy nervioso, por fin iba a poder tener el extraordinario cuerpo de su vecinita a su alcance, solo de pensarlo se excitaba y su pene crecía mostrando un gran bulto bajo el pantalón, por lo que decidió ponerse un pijama ancho que lo disimulase más. Poco más tarde llamaron a la puerta, fue a abrir y allí estaba Rocío, llevaba un pantaloncito corto, una camiseta ancha y el pelo recogido en una coleta, cuando la miró ella se sonrojó y bajó la vista.
CARLOS.- Pasa, estaba esperándote, sígueme.
Ella, sin decir palabra, le acompañó hasta una habitación interior, al entrar vio que había una camilla de masaje con una toalla, cremas, velas y un equipo de música en el que sonaba una canción relajante, estaba totalmente perdida y no sabía como actuar, cuando el domingo la dijo que iba a darle un masaje sintió una alegría tremenda, pero ahora no sabía qué hacer- ¿Tendría que desnudarse delante de él? Una cosa era desnudarse en su cuarto, aun sabiendo que la estaba viendo, y otra hacerlo junto a él. Y si Carlos intentaba tocarla más allá de lo propio de un masaje ¿Cómo debería actuar?- Cuando pensaba todo esto oyó como él la hablaba.
CARLOS.- Ahora yo voy a salir del cuarto, tu tienes que desnudarte, tumbarte en la camilla boca abajo y taparte con la toalla, yo regreso en cinco minutos. Sobre todo no estés nerviosa, si estás incomoda me lo dices. ¿Vale?
Rocío asintió con la cabeza, cuando él salió se quito la camiseta y el pantalón y después se tumbó en la camilla tapándose con la toalla.
Carlos salió del cuarto sin entender el comportamiento de ella, dos días antes se masturbaba frente a él y ahora evitaba su mirada y no articulaba palabra, quizás había sido un error esto del masaje. Bueno, ya daba igual, iba a ver como salían las cosas y en todo caso al menos iba a poder acariciar ese cuerpazo que tanto deseaba.
Entró en la habitación y vio que Rocío estaba tapada por completo con la toalla, miró más a fondo y comprobó que tenía el sujetador puesto.
CARLOS.- Rocío, el masaje no se puede dar con sujetador, hay que tener libertad para masajear la espalda, quítatelo por favor.
Rocío se incorporó un poco y se sacó el sujetador, sus mejillas estaban completamente enrojecidas. – No puede ser, pensaba Carlos, si me ha enseñado las tetas y se las ha tocado delante de mí, esto es increíble.-
Carlos cogió la toalla y tiro de ella hasta tapar por completo la espalda de la muchacha y dejar a la vista sus glúteos, en ese momento vio que llevaba una braguitas blancas de caladitos, esta visión produjo en él la primera sensación de excitación, pero se controló como pudo.
CARLOS.- Para recibir un masaje lo más aconsejable es llevar tanga, ya que deja libres los glúteos para poder masajearlos y además no se manchan las bragas.
ROCIO.- Lo siento, es que nunca me han dado un masaje, además, no tengo ningún tanga, a mis padres no les parece bien que los lleve.
Carlos sorprendido movió la cabeza con resignación, después recogió las braguitas de ella hacia arriba dejando a la vista los glúteos y sujetándolas con la esquina de la toalla. Ahora tenía ante sí una visión espectacular, al recogerla, la braguita se había metido en el canalillo entre sus cachetes y podía ver una panorámica completa de ese culazo, era mejor de lo que pensaba, las caderas redondas y los glúteos respingones eran perfectos.
Después de echar un vistazo decidió comenzar el masaje, empezó por los pies, después las pantorrillas y por último los muslos, al llegar aquí se puso a un lado de la camilla y comenzó a pasar las manos por la parte posterior para a continuación llevarlas a la cara interior de los muslos, al hacerlo notó como ella se movía inquieta en la camilla, paró un segundo y esperó, después volvió a pasar la mano subiendo desde la rodilla, llegando a la altura de la ingle y rozando el borde de la braguita con sus dedos, al tener Rocío las piernas casi juntas no tenía libre acceso para moverse en esa zona, entonces notó como Rocío se movía nuevamente pero esta vez era para separar un poco las piernas, al verlo, repitió el masaje subiendo su mano otra vez por la cara interior de los muslos hasta llegar al borde la braga, esta vez separó el dedo meñique y lo pasó acariciando suavemente la telilla que tapaba la vulva, esto tuvo un efecto inmediato y una pequeña macha de humedad apareció en el lugar donde acababa de tener su dedo, al mismo tiempo oyó un leve gemido en los labios de Rocío. Esto le dio una idea.
CARLOS.- ¿Puedes separar un poco más las piernas por favor?
Sin esperar un segundo ésta separó las piernas permitiéndole el acceso a la parte más intima de su cuerpo, entonces Carlos subió su mano y la dejó masajeando la zona más próxima a la ingle, sus dedos se deslizaban con facilidad y tocaban una y otra vez la braguita, los flujos de Rocío no dejaban de aflorar por su sexo haciendo que la mancha creciera hasta ocupar casi la totalidad de la telilla. Al no protestar su vecinita, él continúo repitiendo los masajes una y otra vez acercándose cada vez más al sexo de ella. Para no forzar la situación decidió continuar y para ello bajó la toalla para cubrir las piernas y empezó el masaje de espalda, con sus manos subía por el centro de ésta y bajaba por los costados acariciando levemente el lateral de los pechos de Rocío. Como esto no le satisfacía mucho la pidió que se diera la vuelta y se pusiera boca arriba para comenzar el masaje de pies.
Rocío oyó lo que pedía Carlos y rápidamente se giró, al hacerlo se cayó la toalla dejando a la vista sus pechos, pero no la importó, él estaba tocándola y sentía tanto placer que ya no importaba nada, a pesar de todo mantenía los ojo cerrados, no era capaz de encontrarse con los de él y mantenerle la mirada.
Carlos comenzó con los pies, después fue subiendo hasta que por fin comenzó a masajear la parte superior de los muslos. - Es agradable tocar una piel tan suave, pensaba. – Al igual que cuando estaba boca abajo, sus manos empezaron a deslizarse por la cara interna de los muslos, empezaba en la rodilla y ascendía lentamente hasta que llegaba a la ingle, sus dedos tocaban nuevamente el borde de la braga y descendían repitiendo una y otra vez este movimiento, en esta ocasión no tuvo que pedirla que separase las piernas, al notar la proximidad de los dedos a su sexo, ella se incorporó ligeramente y las separó dejando total acceso a Carlos.
Ahora él podía ver con claridad como toda la parte interna de la braguita era una mancha. Rocío estaba muy excitada, gemía sin parar y balanceaba sus caderas acompasándolas al movimiento de esos dedos que, cada vez más osados, ya hurgaban bajo la braguita acariciando su vulva.
CARLOS.- ¿Te gusta el masaje?
De forma casi inaudible Rocío contestó que sí.
CARLOS.- Entonces ahora tócame tú.
Rocío dudo por un momento, pero con los ojos cerrados y con la respiración entrecortada, movió la mano hasta alcanzar el pijama de Carlos, buscó como pudo su pene y cuando lo encontró tiró del pantalón hacia abajo para soltarlo, entonces cogió su verga, la rodeó con los dedos y tiró del prepucio hasta liberar el glande, después inició un suave movimiento subiendo y bajando su mano a lo largo del tronco, era la primera vez que tocaba una polla y no sabía que ritmo debía llevar, así que empezó despacio a la espera de que él la guiase.
Carlos estaba viendo como la mano inexperta de su vecinita liberaba su verga y comenzaba a acariciarla, cuando ésta tiró del prepucio y liberó su glande, vio que estaba hinchado y morado, la excitación que había tenido que reprimir durante todo el masaje se descargaba por fin, ahora sentía como la mano cálida de ella estaba masturbándole y eso le producía un placer indescriptible. Por un momento había parado el masaje para contemplar como ella le pajeaba, pero inmediatamente se dio cuenta de la oportunidad que tenía en sus manos y continuó acariciando el sexo de la muchacha, sus dedos habían apartado la braguita dejando a la vista esa vulva rosada y húmeda que tanto había deseado, ya tenía total libertad para acariciarla, así que pasó sus dedos a lo largo de los labios lubricándolos para después comenzar a acariciar el clítoris.
Cuando Carlos volvió a tocarla, Rocío sintió que la braguita le molestaba.
ROCIO.- Quítame la braga por favor.
Carlos tiró de la braguita y Rocío levantó las piernas para facilitarle el trabajo. Después sus manos volvieron sobre el sexo de su vecina, sus dedos se movían con facilidad y podían acariciar el clítoris, después penetraban en le interior de la vagina notando la calidez de ésta. Ahora también tenía a su alcance los pechos de Rocío, alargó la otra mano rodeándolos y acariciándolos con suavidad, pero ésta abrió por una vez los ojos para ver como se los tocaba y dijo.
ROCIO.- Aprieta los pezones, pellízcamelos por favor.
Después volvió a cerrar los ojos cogiendo la polla de Carlos y sacudiéndola con más rapidez, sus dedos rodeaban el tronco de esa verga hinchada y se deslizaban por ella subiendo y bajando sin parar.
CARLOS.- Así, no pares, tócamela bien.
Los dedos de Carlos penetraban en el coño de Rocío con facilidad, estaba tan lubricada por sus flujos que entraban y salían sin que ella sintiese ninguna molestia, por un momento pensó en colocarse encima y meter su verga en ese orifico tan deseado, pero después desestimo la idea, no quería echar a perder un momento mágico como éste. Al notar que él estaba a punto de correrse, sacó los dedos del interior de la vagina y comenzó a masajear con más rapidez el clítoris, sabía que así ella se correría antes, pellizcó con fuerza los pezones y esto hizo que Rocío gimiera con fuerza.
ROCIO.- Ummmm, siiii, así me gusta sigue.
CARLOS.- Yo voy a correrme, sigue tocándome, sigue.
ROCIO.- Siii, pellízcame los pezones, quiero correrme contigo.
Carlos aceleró el movimiento de sus dedos en el clítoris mientras pellizcaba una y otra vez los pezones de su vecinita, instantes después notó como ésta temblaba y apretaba las piernas pillando sus manos entre ellas.
ROCIO.- Ya, ya. Que gusto, me corro, me corro.
CARLOS.- Sigue tocándome, no pares ahora.
Rocío siguió masturbándole hasta que de repente notó como de la punta del glande salía un chorro de líquido blanco y espeso que caía sobre su brazo y pecho, por un momento se paró, pero él la pidió que siguiera.
CARLOS.- ¡Joder! No pares por favor, sigue un poco más, sigue mi niña, continúa tocándome.
Rocío siguió sacudiendo la polla unos segundos, cuando vio que ya no escupía mas leche pasó el dedo pulgar por el glande y recogió las gotas que colgaban, después llevó el dedo a sus labios y lo chupó, tenia curiosidad por conocer el sabor del semen.
Carlos la miraba y solo podía pensar en meter la verga en su boca. ¡Cuánto le hubiera gustado correrse en ella como lo hizo en la de su madre! Se movió hasta tener la polla a escasos centímetros de los labios de Rocío, por un instante incluso los rozó con ella, pero después recapacitó y prefirió no arriesgarse, ya había tenido demasiada suerte ese día. Sin saber cómo actuar, tapó a Rocío con la toalla y la dijo que se vistiera mientras él salía del cuarto.
Rocío esperó unos segundos, su vecino la había hecho disfrutar como nunca y acaba de tener el orgasmo más grande y placentero de su vida, el problema es que ahora no sabía como actuar. ¿Volvería a llamarla para darla un nuevo masaje? – Si por Dios, que me llame pronto, quiero que vuelva a tocarme otra vez.- Se puso las braguitas, el sujetador y la camiseta, por último se metió el pantalón y salió al pasillo, allí estaba Carlos esperando, se quedó fija mirándole y entonces él se aproximó y la abrazó.
CARLOS.- ¿Te ha gustado?
ROCIO.- Siii, mucho.
CARLOS.- Entonces ¿Quieres que lo repitamos?
ROCIO.- Claro. Bueno, si tú quieres también.
CARLOS.- Mañana te espero otra vez.
Rocío sonrió y salió en dirección a su casa.
El día siguiente fue eterno para Carlos, solo esperaba la hora en que llegase Rocío a su casa. Por la tarde, como el día anterior, sonó el timbre de la puerta, al abrir vio que no era su vecinita la que estaba allí, en su lugar se encontraba su madre que le miraba con una gran sonrisa, llevaba un vestido playero corto blanco y se notaba que debajo iba sin sujetador ya que tanto las areolas como los pezones se transparentaban en la tela.
ALBA.- ¿Esperabas a otra persona? Hoy me toca a mí, pero yo no quiero un masaje, tú sabes lo que me apetece.
Carlos la invitó a pasar de mala gana, estaba ansioso por tocar otra vez a su dulce vecina y en su lugar iba a tener que hacerlo a la golfa de su madre.
ALBA.- ¿Te follaste ayer a mi hija? Se lo pregunté a ella pero la pava no quiso contestarme, me imagino que no, es demasiado cortita para hacer esas cosas.
Carlos negó con la cabeza y respondió que solo la había dado un masaje.
ALBA.- Me lo imaginaba, es igual que su padre.
Pasaron al salón y Carlos sirvió dos copas, quería aprovechar la ocasión para charlar con ella y obtener más información de la familia.
Alba le contó que la niña no era realmente su hija aunque la había cuidado desde muy niña. Lucas tuvo antes una pareja, pero cuando ésta se quedó embarazada le abandonó dejándole la niña a él, después se conocieron y se casaron, así que lo más parecido a una madre que había tenido era ella. Le dijo que Lucas era muy estricto con la educación y la forma de vestirse y comportarse de Rocío y que pocas veces la dejaba opinar a ella.
CARLOS.- Bueno, y después de todo esto, cuéntame algo de ti, por lo que vi el otro día te gusta jugar fuerte en el sexo.
Alba le miró sonriente y asintió con la cabeza.
CARLOS.- ¿Y qué es lo que te gusta?
ALBA.- Me gusta que me follen bien, Lucas es muy parado y no me atiende lo necesario así que tengo que buscarme la vida por ahí.
CARLOS.- ¿Pero consigues siempre lo que quieres?
ALBA.- No, los tíos solo buscan echar un polvo rápido o que les hagas una mamada, pero yo quiero más, me gusta que me follen de verdad, como lo hiciste tu el otro día, que me den duro, quizás sea por el sexo tan convencional que tengo con Lucas pero necesito algo diferente, me gusta sentirme perra, me encantó que me llamaras zorra y me pegases en el culo.
CARLOS.- ¿Lucas te vio el culo enrojecido por la noche?
ALBA.- Nooo, apagué la luz y no se enteró de nada, al final me echó un polvo solo por compromiso, cuando me estaba follando pensaba en lo que me habías hecho tu para así excitarme más.
Carlos no salía de su asombro, esta familia cada vez le resultaba más curiosa. Después de mantener la conversación con Alba había sacado varias conclusiones, se trataba de una mujer infeliz que se había visto obligada a criar una niña que no era su hija y además no podía tomar decisiones en cuanto a su formación o educación, era tremendamente ardiente pero su marido apagaba todos sus deseos por culpa de sus convicciones religiosas, así que intentaba disfrutar cuando podía de la forma que más le gustaba. Ahora entendía porque había puesto a Rocío en sus manos tan fácilmente. Rocío por su parte era una niña en el cuerpo de una mujer y necesitada de alguien que la enseñase el mundo real, sin duda una presa relativamente fácil.
Ante esta situación tuvo claro las posibilidades que se le presentaban, iba a luchar por hacer suya a su dulce vecinita y si era necesario daría a la madre aquello que tanto la gustaba, necesitaba tenerla como aliada y para ello la convertiría en una “perra” como parecía desear.
Sin previo aviso la cogió del pelo y tiró de ella hasta ponerla de rodillas frente a él.
CARLOS.- Ahora vas dejar de contarme tu triste historia y vas a comerme la polla hasta que me corra en tu cara.
Alba levantó la vista y le miró sonriendo, rápidamente desabrochó la cremallera del pantalón liberando la verga que ya estaba en plena erección, la rodeó con su mano y sin esperar un segundo se la metió en la boca, no hacía falta que Carlos la guiase, ella movía adelante y atrás la cabeza a gran ritmo y en cada movimiento intentaba que esa polla penetrase más adentro en su garganta.
Carlos no quería que aquello fuera una carrera así que tiro fuerte del pelo de ella hacia atrás.
CARLOS.- No tengo prisa Zorra, quiero que me la chupes en condiciones.
Al decir esto la dio una sonora bofetada, ella se quedó parada un momento pero al instante volvió a coger la verga metiéndose el capullo en la boca y jugando con la lengua en el frenillo, rápidamente miro hacia arriba buscando la aprobación de él.
CARLOS.- Así me gusta, tienes que chupármela como nunca antes lo has hecho.
Alba sonrió al oír sus palabras y continuó chupándosela despacio, sin ninguna prisa, si eso era lo que quería su vecino lo tendría, quería ser una perra para él. Solo con pensarlo notaba como su sexo se humedecía empapando su braga, con la mano libre la apartó rápidamente y comenzó a acariciarse el clítoris. – Dios, hacia mucho que no estaba tan cachonda, deseaba tener esa polla en la boca todo el tiempo del mundo, o no, mejor que se la clavase hasta el fondo en su coño.-
Carlos observaba como su vecina se esmeraba en hacerle una buena mamada y pensaba en la mala suerte de esa mujer, a sus 39 años era un auténtico pibón, guapa, caderas perfectas con un extraordinario culo respingón y unas grandes tetas, cualquier hombre pagaría por una mujer como esa, sin embargo su marido no le hacía caso y ella tenía que buscarse la vida por ahí. Al pensar esto se dio cuenta que aún no había visto ni tocado sus tetas, el día que se la folló ni siquiera le había quitado la blusa, un deseo irrefrenable se apoderó de él y tiró de ella hacia arriba hasta tenerla de pie, entonces cogió con sus manos el cuello del vestido y los rasgó dejándolo caer al suelo. Al tenerla frente a él pudo comprobar que era aun más bella de lo que imaginaba, tenía el vientre plano y sus pechos redondos y firmes estaban coronados por una areola marrón y unos pezones grandes y erectos.
Alba le miraba con cara atónita y sin saber cómo actuar, antes de que pudiera decir nada, él demostró lo que quería, la cogió de la mano y la puso de rodillas frente al sofá apretando su cabeza contra éste, a continuación cogió la braga y la desgarró arrojándola al suelo. Ella giró la vista como pudo mirándole a la cara.
ALBA.- ¡Me encanta! Sigue por favor.
CARLOS.- ¿Tu marido te folla el culo?
ALBA.- No, él nunca lo ha hecho. ¡Fóllamelo tú por favor! ¡Métemela en el culo!
Carlos pasó los dedos por el sexo de ella y los lubricó con sus flujos, a continuación los llevó a su ano y comenzó a meter uno muy despacio, ella gemía sin parar y movía el culo buscando ese dedo.
ALBA.- Mételo ya por Dios, mételo.
Carlos penetraba el ano con un dedo, luego lo llevaba al sexo de Alba y volvía a lubricarlo para de nuevo ponerlo en el esfínter y presionar despacio hasta que éste cedía abriéndose y permitiendo que el dedo penetrase hasta lo más profundo.
CARLOS.- ¿Te gusta? Zorra.
ALBA.- Ummmm, me encanta, pero prefiero que metas tu polla, quiero que la entierres bien adentro en mi culo.
Carlos se colocó detrás y apoyó el glande sobre el círculo rugoso y marrón que se abría y cerraba rítmicamente esperando ser forzado, presionó un poco y vio como el esfínter se dilataba permitiendo que la punta del capullo penetrase en él, dio un pequeño empujón y entonces el glande entró por completo.
ALBA.- Ummmm, ya lo noto dentro, empuja por Dios, clávamela entera.
Alba empujaba con insistencia su culo hacia atrás, así que Carlos la cogió por las caderas con ambas manos y se lanzó hacia delante clavando su polla hasta adentro en el culo de su vecina.
ALBA.- Aggg. ¡Me vas a destrozar Cabrón! Pero me encanta, hacia mucho que no me follaban el culo. Muévete, no pares.
Carlos llevó una mano a las tetas de su vecina y empezó a acariciarlas, eran suaves y duras, cogió los pezones con sus dedos y los pellizcó con fuerza, ella reaccionó con un fuerte gemido empujando sus caderas con violencia hacia atrás.
ROCIO.- Asíii, dame duro, dame duro.
Carlos veía como su vecina le arrastraba en su deseo y estaba dispuesto a darle lo que pedía. Sin mediar palabra la pegó una fuerte nalgada marcando su mano en el culo.
CARLOS.- ¿Esto es lo que quieres Zorra?
ALBA.- Siiii, me encanta, pégame por favor.
Carlos dejó caer su mano sobre el culo golpeándolo con violencia.
CARLOS.- ¡Toma Zorra!
ALBA.- Si mi amor, soy tu Zorra, dame fuerte, no pares.
La mano que antes acariciaba las tetas de Alba ahora había comenzado a apretarlas con fuerza pellizcando los pezones con rabia, esto hacia que ella se retorciese de placer y moviese sus caderas con ímpetu hacia atrás buscando la polla que golpe a golpe estaba taladrando su ano. Cada embestida que recibía era una sacudida de placer que recorría su cuerpo, sentía que estaba a punto de correrse y quería disfrutar hasta el más mínimo segundo antes de hacerlo, llevó la mano entre sus piernas para así poder acariciarse, el contacto de sus dedos con el clítoris en el instante en que Carlos se empotraba en su culo, era una autentica locura, gemía sin parar y notaba que ya le faltaba la respiración.
ALBA.- Ummm. ¡Rómpeme el culo Cabrón! Quiero tenerla entera dentro.
Carlos no podía contenerse, las palabras de su vecina hacían que lanzase sus caderas con violencia contra el culo de ésta hundiendo su verga hasta el último milímetro, cada vez que lo hacía azotaba sus cachetes con la mano y estos ya estaban totalmente enrojecidos.
ALBA.- Voy a correrme, no pares, follame fuerte el culo por favor.
Carlos notó como su vecina comenzaba a temblar y se dejaba caer sobre el sofá, a pesar de ello él seguía follándola con la misma dureza, separó con sus manos los cachetes y desde arriba pudo ver como su polla se deslizaba adelante y atrás abriendo el esfínter y desapareciendo en el interior de ese ano enrojecido y dilatado.
CARLOS.- No pares Puta, mueve ese culo.
Rocío al instante volvió a incorporarse moviendo sus caderas de forma acelerada para conseguir que él se corriese también.
ALBA.- Vamos, córrete en mi culo, quiero sentir como se llena de leche caliente.
Carlos continuó unos segundos hasta que por fin sintió como su polla soltaba la carga en el interior de ella. Alba siguió moviéndose hasta que vio como él se dejaba caer exhausto sobre su espalda y después paró.
ALBA.- Ummm, me encanta sentir el semen dentro de mi culo, ha sido estupendo, hacia casi veinte años que no me follaban por detrás.
Después se vistieron y ella se fue a su casa con el vestido medio roto y las bragas en la mano.
CARLOS.- ¿No se dará cuenta Lucas que llevas el vestido roto?
ALBA.- No te preocupes, él está trabajando aún y no se entera de nada. Me ha encantado este masaje, habrá que repetirlo pronto.
CARLOS.- Si, muy pronto, pero mañana tiene que venir Rocío.