El Despertar de los Sentidos (Milán)

El amanecer de una naturaleza plena de sensualidad y erotismo.

La vida se abría ante mí como un gran cofre que me revelaba sus secretos. En ese entonces tenía apenas 18 años, acababa ser ingresada en la facultad de artes plásticas de la Accademia di Belle Arti di Brera di Milano. Mi mente se expandía a una diversidad de filosofías que en mi ciudad y especialmente en mi círculo serían catalogadas como poco menos que herejías. Uno de estos cultos y despreocupados herejes era Fabrizzio Manzoni. Era estudiante del tercer año de pintura y estaba encargado del taller de mi clase, desde la primera vez que lo vi, con unos jeans desteñidos y un chaquetón de lana bajo la desnuda estatua de Napoleón supe que ese hombre estaba a punto de entrar en mi vida, lo que estaba fuera de todo pronostico era que estaba a punto de presenciar el despertar de mis sentidos.

Apenas llegué a la ciudad pude notar que había algunas cosas en mi anatomía que llamaban mucho la atención de los picaros italianos y Fabrizzio no era la excepción, sus ojos verdes y penetrantes del mediterráneo se posaban con descaro en las redondeces de mi cuerpo, y su mirada era como un tizón que me ardía en la piel. Pasaron un par de semanas de miradas intensas y roce de dedos, estaba prendada de su cuerpo de gladiador, de su talento de renacentista y de su filosofía de poeta maldito.

Una tarde mientras cerrábamos el taller me dijo con tono grave que quería mostrarme algo y puso sobre mi regazo un cuaderno de dibujo. Al abrirlo y ojearlo quedé maravillada y deliciosamente alagada, el cuaderno estaba lleno de retratos míos, la mayoría hechos a lápiz o al carbón, las primeras paginas mostraban unos deliciosos dibujos de mi rostro, pero pronto se integraban a las imagines el torso y el resto del cuerpo, incluso había algunos bocetos de desnudos, por lo visto el artista había dejado volar su imaginación y no se había contenido a revelar un par de fantasías. Las imágenes no correspondían totalmente a la realidad, pero se hallaban bastante aproximadas en cuanto a proporciones y detalles. Me sonrojé y titubee un poco mirándolo a los ojos.

_Fabrizzio, no sabes cuanto me halagas…Son hermosos

_No te hacen justicia _Susurró tomando delicadamente mi mentón entre sus dedos_ Hay algo en ti que no puedo captar y que me tiene… obsesionado… Mara… necesito que poses para mí. Quiero captar los detalles de tu cuerpo que no logro abarcar apenas con mi imaginación.

Esa petición me dejó alelada y contrariada, nunca en mi vida había posado para nadie,  el único hombre que me había visto desnuda y casi siempre en penumbras era mi ex novio …Sin embargo esto era diferente y lo sabía, no se trataba de amor o de sexo, se trataba de arte… Al verme dudar Fabrizzio desistió.

_Lo siento Mara, no quise ser atrevido, pero tenía que intentarlo

_Lo Haré _Respondí sin creer del todo lo que me oía decir_ Eres un gran artista, no desperdiciaré la oportunidad de ser dibujada por ti, solo dime cuando y donde.

_Ahora, en mi estudio

Acto seguido me tomó de la mano y nos dirigimos a toda marcha a su estudio que resultó ser un acogedor altillo de un solo ambiente que era  al mismo tiempo estudio, taller y habitación.

Las paredes estaban en su mayoría cubiertas por estantes de libros, a excepción de algunos espacios cubiertos de pinturas, también se apilaban algunos lienzos alrededor de un caballete, en la zona que estaba claramente destinada a ejercer las funciones de taller. Los únicos muebles en todo el piso eran la gran cama cubierta por un edredón oscuro, una silla, una butaca de piel y una mesita muy curiosa que servía de comedor, de escritorio y para cualquier otra cosa que fuese necesaria.

Me ofreció asiento en la cama y acercó a mí una copa de vino tinto, la cual acepté gustosa, después de tomar y charlar un rato le comenté a Fabri que cuando quisiera empezábamos con el trabajo…Asumiendo que quizá le daba un poco de pena abordar el asunto. El decidió no perder más tiempo.

_Te puedes cambiar en el baño_ me dijo, entregándome a su vez una bata de seda vinotinto_ Si quieres puedes usar esto.

_No es necesario_ Le respondí desafiante_ Igual solo me voy a quitar la ropa, no necesito un ritual para hacer eso.

Y comencé a desnudarme ante sus ojos, disfrutando de turbación y de su mirada hipnotizada clavándose en mi pecho mientras desabrochaba los botones de mi blusa, cosa que retardé un poco a fin de darle cierta expectación… sabía que le encantaban mis pechos grandes y redondos, así que me causaba un singular placer exhibirlos ante él , velados apenas por el pálido encaje del brasiere, le pedí que me ayudara con la cremallera de la falda que estaba en la parte trasera y pude notar el temblor en su mano al rozarme, del mismo modo que pude sentir su mirada clavarse en mis nalgas que acababan de ser reveladas, redondas, aterciopeladas, apetitosas…Adornadas por el detalle coqueto de la minúscula tanguita perdiéndose entre aquellas dos masas de carne sonrosada. Estaba nerviosa, es cierto, pero al mismo tiempo sentía emerger en mí a una mujer plena de sensualidad y consiente de su poder y potencia erótica. Y era ese hombre el que me revelaba y me enfrentaba en cada mirada a mi naturaleza femenina.

_Quiero que estés cómoda_ Me comentó con una voz un poco gutural_ Puedes posar donde te sientas mejor y mas relajada.

Me senté entonces en la butaca de piel roja, y sonreí demostrándole mi conformidad, el acercó su silla y la puso frente a mí, a cierta distancia, colocó la mesa a su lado donde ubicó una serie de carboncillos, lápices, tintas y otras, herramientas de dibujo. Puso un blog en su regazo y lo abrió, al subir la vista quedo inmóvil nuevamente al notar que me estaba quitando el bra y dejaba al descubierto mis pechos en todo su esplendor, coronados por un par de pezones grandes, rosados y redondos, como un par de guindas maduras sobre deliciosas montañas de crema. Cuando iba a quitarme la tanguita, el me detuvo, quería hacer unos bocetos tal y como estaba. Así empezó a dibujar  y yo a tratar de retener cada instante de aquel maravilloso momento, cada rubor en su rostro de tez olivácea mientras fijaba su mirada en mis pechos descubiertos o en el vértice de mi pubis velado por el cremoso encaje. A medida que iba pasando el tiempo y cambiábamos de pose, ambos nos íbamos poniendo mas audaces, el en sus peticiones y yo en mi sugerencias como modelo. Cuando me pidió o mas bien me ordenó que me quitara la tanguita está se encontraba totalmente empapada, detalle que no pasó desapercibido a los ojos del encantador artista, deslicé el elástico por mis caderas elevando un poco el trasero para dejarlas pasar en un impulso hasta las rodillas, luego abrí un poco las piernas para dejarlas rodar hasta mis tobillos, Noté en la mirada de Fabrizzio que había abierto las piernas lo suficiente para revelar una pequeña hendidura rosada entre mis piernas. Finalmente retiré del todo la tanguita húmeda y seguimos con nuestro trabajo que inevitablemente se tornó mas atrevido. Cuando me di cuenta me encontraba abrazando el espaldar de la butaca mientras cada una de mis rodillas reposaba sobre un posa brazos, lo que estaba haciendo mi adorado Fabrizzio se convirtió de un momento a otro en una serie de bocetos poco menos que pornográficos. Finalmente decidimos descansar…Yo me puse la bata vinotinto que me había facilitado y me acerque a él para ver los bocetos. Apenas podía creer que la mujer en los dibujos era yo, estaban cargados de una sensualidad fuera de serie, eran maravillosos.

Con dos copas de vino frente a nosotros, nos sentamos en la cama y empezamos a admirar y comentar el trabajo recién echo; estábamos muy juntos viendo el cuaderno, cuando una gota de vino resbaló de mi copa y fue a parar junto al escote de la bata, sobre uno de mis pechos, El la recogió con uno de sus dedos y la llevó a sus labios, ese movimiento me dejó paralizada, sentía como mi entrepierna se humedecía cada vez más y como mis pezones permanecían erectos y expectantes. Lo miré fijamente a los ojos y me acerqué a sus labios, que me recibieron con un ardor intensamente correspondido. Me tomó de la cintura y me colocó a horcajadas sobre él mientras besaba mi cuello y lamía los lóbulos de mi oreja. Sentí de repente como sus manos bajaban de mis hombros a mi pecho  sobre la seda de la bata, acarició mis pezones sobre la tela, haciéndome disfrutar con el delicioso roce de la seda entre sus dedos y mi piel, luego descubrió mis pezones con una sonrisa picara y se dedicó a acariciarlos  para luego acercar a ellos su boca y comenzar a excitarlos con una lengua experta y deliciosa que me provocaba intensos espasmos de placer. Sentía el roce de su gran erección contra mi rajita húmeda y caliente y el contacto de su lengua y sus labios sobre mis ansiosos pezones erguidos. Deslicé mis manos sobre su tórax poderoso y le ayudé a deshacerse de la odiosa franela que me impedía disfrutar de su piel desnuda, que empecé a acariciar y besar con ansias. Sentía sus manos recorriendo lenta y concienzudamente mi cuerpo, masajeando mis nalgas, hurgando entre ellas, acariciando mis muslos, mi espalda, cada parte de mí.

Deslizó una de sus manos en mi entrepierna  y lo empapó con los abundantes fluidos que manaban de mi interior, llevó los dedos hasta sus labios sensuales y probó el sabor de mis jugos, luego metió sus dedos en mi boca y pude sentir el agridulce sabor de mi excitación. Se dedicó a masajear mi clítoris con pericia, mientras seguía chupando y mordisqueándome las tetas en medio de un sordo placer busque a tientas su erección, que a estás alturas ya se asomaba por la pretina de su pantalón, y me dediqué a liberarla de su prisión de prendas, para poder acariciar a placer, tomé su hermoso pene entre mis manos y comencé a masturbarlo lentamente, disfrutando a mi vez del movimiento de sus dedos contra mi clítoris.

Fabrizzio me besaba en los labios con dulzura, mientras acariciaba con una mano mis pezones florecidos y con la otra mi chochito mojado y completamente depilado, lo que hacía que sus dedos se resbalaran entre mi piel; él dejaba que mi mano se deslizara juguetona sobre su miembro erguido y brillante, en cuyo glande asomaban algunas gotas de líquido pre seminal. Fabri se separo de mí por un momento, dejándome tendida, abierta, mojada y deseosa; mis ojos le reclamaron enseguida y el sonrió con esa risa suya que me excitaba aún mas.

_Déjame disfrutar un poco del paisaje _Sonrió_ No sabes cuantas veces te había imaginado así...

_Pues confieso que no eres el único con imaginación en este cuarto

Tomó mis rodillas y abrió mis piernas de par en par y mientras con un dedo acariciaba mi rajita, decía:

_Pero has sobrepasado mi imaginación…Estas más buena de lo que imaginé y tienes el coño más hermoso y más apetitoso que he visto en mi puta vida. Me muero por probarlo.

_Que esperas entonces?

_Que me lo pidas

_Me muero de ganas de sentir tu lengua en mi cosita, Hazlo Fabri, hazme gozar con tu lengüita.

Bajó su rostro y lo puso entre mis piernas, sentía su aliento tibio recorrer mis muslos y mi rajita, y un estremecimiento recorría todo mi cuerpo, sentí después sus labios afiebrados besando el interior de mis muslos, cada vez mas arriba, cada vez mas cerca…hasta que se hundieron por completo en mí… acariciaba con su lengua mi clítoris y mis labios, los chupaba, hundía su lengua en mi vagina y la movía dentro con una deliciosa cadencia… mis gemidos llenaron la atmosfera espesa de la habitación, no había siquiera sospechado que existieran niveles tales de placer, lo sentía degustar mi intimidad y relamerse de gusto mientras paseaba su lengua de mi clítoris hasta mi culito nuca antes tocado. No paraba de gritar y estremecerme y entre esos estremecimientos y gritos afloró el primer orgasmo de mi vida, sentí una oleada de placer estremecer espasmódicamente todo mi cuerpo y un torrente de líquido brotó de mi interior salpicando el rostro de Fabrizzio, mientras sentía apoderarse de mí a la pequeña muerte por primera vez.

Mi amante se sintió encantado con los resultados de sus estimulantes caricias, lleno de excitación, se incorporó para besarme, después de un largo y estimulante beso, me dejé resbalar por su cuello hasta su torso aceitunado y musculoso, besé sus tetillas sensibles, su tórax, su ombligo, mordisquee  los huesitos de sus caderas, lamí las salientes de su ingle y finalmente me enfrenté con su masculinidad empinada y apetecible.

Subí la cabeza para poder mirarlo a los ojos, él bajó una mano para acariciar mi cabello.

_Pídemelo…_Susurré.

_Comételo todo, vamos, mételo en tu boquita _ Susurró él al tiempo que me incitaba un poco acercándome con su mano.

Dejé que una bocanada de mi aliento recorriera la piel sensible y poco a poco me fui acercando al henchido glande hasta apoyarlo suavemente en mis labios, luego de un ligero beso me dediqué a recorrerlo con mi lengua, a lamerlo y darle pequeñas chupaditas superficiales, a mis oídos llegaban  guturales gemidos y eso despertaba todavía más mi morbo y mi hambre. Recorrí todo el pene con mi lengua, masajeándolo desde la base hasta el glande ayudándome de mis labios y mis manos, luego lo metí en mi boca y comencé a succionar suavemente mientras lo recorría de arriba abajo tratando de abarcarlo lo más posible. Al cabo de un momento sentí las manos de Fabrizzio elevándome por las axilas.

_Necesito penetrarle Mara.

Sus palabras en un excitante italiano con acento del sur, me hicieron estremecer, a horcajadas sobre su cuerpo tumbado, apoyé mi rajita mojadísima sobre su verga tiesa y humedecida con mi saliva y nuestra extrema lubricación me hizo deslizarme hasta quedar empalada con un suspiro, empecé a moverme sobre él, primero lentamente, lo sentía divinamente dentro de mí, mis tetas se bamboleaban al ritmo de nuestras caderas, el las tomaba entre sus manos y pellizcaba mis pezones, incorporándose en momentos para chuparlos. Al cabo de un maravilloso momento en esa posición, me incorporé y me puse a cuatro patas sobre el edredón desordenado, Fabricio acarició mis nalgas y las beso, mientras metía un par de dedos en mi rajita, después de acariciarme y pasear un dedito juguetón por mi culito, acercó su verga a mi rajita y mientras con él acariciaba mi clítoris, con su dedito acariciaba mi culo apretado, pero sin penetrarlo apenas. Entró nuevamente en mí y agarrado mi cabello rubio y largo como si fueran riendas, me cabalgó hasta que sentí de nuevo como mis muslos se empapaban por un río de flujos saliendo a presión de mi interior, mientras mis piernas flaqueaban y volvía a retorcerme en el milagro de un orgasmo explosivo, Fabrizzio al sentir mi orgasmo tan intensamente arrojado contra él, salió de mi interior para derramar su exquisita simiente entre mis nalgas todavía coloreadas por el sol del trópico. Acto seguido los dos caímos rendidos sobre la cama desecha, sin dejar de acariciarnos y hacernos unos mimos riquísimos.

Mientras permanecíamos uno contra el otro, en la calma después de tan irresistible tormenta. La cerradura giró y una joven entró en la habitación. Me quedé de piedra al ver aparecer aquella visión de piel inmaculada de blancura y cabellos oscuros y flotantes. Así fue como conocí a Madeleine, ella también representaría un papel importante en mi nueva vida, pero eso es otra historia.