El despertar de Kevin

Kevin es un adolescente que es seducido para entrar en el mundo del sexo y disfrutar lo mejor de ambos sexos.

El despertar de Kevin.

Me encontraba en el pasillo del primer piso mirando escondido entre las sombras la gran fiesta que habían organizado mis padres, muchos familiares y conocidos se hallaban reunidos en la planta baja bailando y platicando con singular alegría. Me hubiera gustado estar en la fiesta pero mis padres consideraban que a pesar de mis 16 años aún no debía participar en ese tipo de reuniones.

Veía algunas cosas que me parecían algo extrañas, pero en ese momento era un chico bastante ingenuo y no veía con malicia que algunas parejas entraran y salieran de las habitaciones de los huéspedes, más bien me llamaba la atención el bullicio en la parte de abajo. Estaba tan ensimismado mirando lo que ocurría abajo que no me percaté de la llegada de una chica muy linda, de rasgos orientales muy finos.

  • Hola – me saludó ella con voz baja mientras se arrodillaba a mi lado y trataba de calmar mi espanto - ¿Quién eres?

  • Soy Kevin – le respondí titubeante al recorrerla con la mirada y darme cuenta de que se trataba de una mujer bella y delicada.

  • Eres muy hermoso, Kevin – me dijo ella mientras me acariciaba el cabello con sus manos suaves y pequeñas, haciendo aquella caricia sumamente placentera, y después me acarició el cuello y la cara. Por último, me tomó el rostro con ambas manos y me dio un beso en la boca. Sentí un calorcillo especial, era mi primer beso, nunca antes había sentido semejante sensación, me sentía volar y una reacción se comenzó a manifestar dentro de mis calzoncillos que me comenzaban a apretar. ¡Diablos! Estaba en calzones enfrente de esa mujer a la que miraba anonadado.

  • ¿Por qué lo hiciste? – le pregunté tímidamente mientras trataba de ocultar mi erección discretamente pero era imposible.

  • Pues porque me gustas y por lo que se ve creo que Yo también te agrado – y al decir esto acarició la parte frontal de mi calzoncillo y sonrió diciendo – mmm la tienes bastante desarrollada ¿qué edad tienes, Kevin?

  • Dieciocho, ya soy mayor de edad y hasta tengo licencia de conducir – respondí sin pensar lo que decía, tratando de impresionarla a como diera lugar pero creo que sólo le produje risa, pues sonriendo me sujetó de la mano y me dijo:

  • Tranquilo Kevin, mejor llévame a tu cuarto para conocernos mejor.

¿Conocernos mejor? Sin dudarlo me levanté para guiar a esa mujer hasta mi recámara imaginando el sin fin de posibilidades de lo que podría ocurrir.

En cuanto entramos a la habitación ella me comenzó a besar, sus manos recorrían todo mi cuerpo tratando de no olvidar ningún recoveco y al mismo tiempo su ropa iba cayendo hasta quedar completamente desnuda.

  • ¿Te gusta lo que ves Kevin? – me preguntó mientras giraba frente a mi mostrándome su hermoso cuerpo y añadió – Esta noche dejarás de ser virgen así que déjame quitarte este estorbo para admirar tu virginal miembro.

¿Qué otra cosa podía pedir? Esa chava tan linda me estaba bajando los calzones para dejar en libertad mi verga, mejor aún, se la estaba metiendo en la boca. ¡Oh placer de placeres! Aquella hembra me estaba mamando la verga provocándome toda una gama de placeres desconocidos por mi hasta ese momento. Instintivamente comencé a menear mi cadera de adelante hacia atrás como si me la estuviera cogiendo por esa deliciosa boquita.

  • Ah que rico lo haces, sigue, por favor, ah.

  • Creo que ha llegado el momento joven Kevin, demuéstrame que ya eres un hombre e introduce ese hermoso miembro dentro de mi – y al decir esto, María se acostó boca arriba y separó sus piernas mostrándome su coñito ansioso y listo para recibir mi verga.

  • Luces hermosa, sólo dime si te duele y pararé de inmediato – le dije inocente a esa hermosa hembra pero ella sólo sonrió y me jaló de la verga para colocarla justo en la entrada. Mi verga comenzó a deslizarse en ese húmedo y ardiente coño. Qué sensación más placentera recorría mi cuerpo, sus manos me aprisionaban las nalgas atrayéndome una y otra vez para que la penetrara más profundo.

  • Más, métemela más, ah que delicioso miembro tienes Kevin, ah – gemía esa mujer mientras le clavaba mi verga hasta los huevos y poco a poco sentí como se acercaba mi primera venida en su coñito, instintivamente aceleramos los movimientos del mete y saca hasta que mi verga respingó y comenzó a bañar sus entrañas con mi leche.

  • Fue maravilloso, me has hecho sentir cosas deliciosas, María – exclamaba de gusto al sacarle la verga, mientras ella se giraba boca abajo suspirando y mostrándome ese hermoso trasero que se erguía redondo y firme como si me retara a poseerlo.

Sentía que mi cuerpo volaba entre nubes, tenía sólo dieciséis años y acababa de hacer el amor por primera vez y nunca imaginé que me tocara hacerlo de manera tan inesperada y tan sensacional.

La miré nuevamente y ella me miraba como si quisiera más amor, así que pasé una pierna sobre ella, sobre esas deliciosas nalguitas y ahí la dejé unos instantes, pero la calidez de su cuerpo me hizo desear cubrir todo su cuerpo con el mío, así que me acosté sobre ella acomodando mi verga, que se mantenía erguida, justo entre sus redondas y firmes nalguitas. No protestó, por lo que descansé sobre ese tibio y delicado cuerpecito, pero poco pude descansar puesto que el sólo hecho de estar sobre esas nalguitas perfectas bastó para que mi verga respingara y se acomodara en la entrada de ese estrecho culito para ensartarla.

  • Dámela de nuevo, Kevin, cógeme de nuevo con esa deliciosa verga que tienes – me pidió ella impulsando sus nalguitas contra mi cuerpo y bueno, los resultados no se hicieron esperar, mi verga estaba totalmente rígida y apoyada contra ese agujerito lista para penetrar, la verdad es que me sentía todo un garañón y pasé la cabeza de mi pene por entre las nalguitas, me encontré varias veces su culito que parecía lanzar mordiditas anhelantes y ante tal insistencia no pude hacer otra cosa que corresponder con un empujón de mi desafiante y enardecido pene.

  • ¿Qué haces Kevin? Ahhh pero ¿cómo? Ahhh no por ahí no ayyy – se comenzó a quejar ante mi ataque por la ruta prohibida, mi verga le abría el culito sonrosado haciéndola gemir, y la sorpresa sirvió para evitar cualquier tipo de reacción.

  • ¿Te duele, mi amor? Si quieres la saco – le pregunté dejándole ir media verga y sin dejar de enterrársela poco a poco en ese estrecho agujerito.

  • No, ya lo metiste, ya déjalo – respondió ella en un tono de desagrado, así que intenté sacarlo pero ella lo apretó fuerte con sus nalguitas impidiéndolo.

Ese apretón me excitó demasiado, así que inicié nuevamente un movimiento de mete y saca, al cual ya me estaba acostumbrando, y ella comenzó a corresponder de manera frenética, era evidente que gozaba la enculada y había encontrado la manera de corresponderme, aflojaba y apretaba sus nalguitas conforme mi pene entraba o salía de su culito. Entonces ocurrió, me vine dentro de ese agujerito delicioso que se contraía una y otra vez al sentir como lo bañaban con leche tibia, después de lo cual ella salió corriendo al baño pues la enculada había hecho que sintiera ganas de ir al baño.

Al poco rato salió ya bañadita y susurrándome al oído dijo:

  • Amado mío, me has hecho tuya por completo, así que no podré ser de nadie más y sólo seré tuya, mañana se lo diremos a tus padres.

  • ¿Qué? ¿Hablar con mis padres? – pregunté un tanto alarmado, digo, apenas tenía dieciséis años y ya me quería casar.

  • No grites Kevin, te entiendo – me respondió tratando de tranquilizarme – creo que has malentendido mis palabras, no te estoy pidiendo matrimonio, sino que te estoy diciendo que mi cuerpo, este cuerpecito que has gozado el día de hoy, no será jamás de hombre alguno, sino que será sólo tuyo.

Después de decir eso, la chica se vistió y se salió de la habitación dejándome anonadado, quise seguirla pero me dí cuenta del estado en que me encontraba así que me limpié y me vestí con lo primero que encontré a la mano, unos jeans ajustados y una camiseta blanca, para bajar a buscarla.

Salí a buscar a la deliciosa hembra y me asomé al salón desde el mismo lugar en que me había encontrado María, la buscaba con la vista sin poder localizarla y fue en esa búsqueda que reparé en algo que antes no me generaba curiosidad pero que después de mi iniciación sexual comprendía totalmente: las entradas y salidas en las habitaciones de los huéspedes.

Sí, ahora comprendía el "por qué", era evidente que entraban a coger, pero una duda me asaltó cuando vi una pareja entrar en la habitación al final del pasillo, pues me pareció raro ver que eran dos hombres quienes habían entrado a esa habitación y mi curiosidad me hizo desistir temporalmente de la búsqueda de María.

Me acerqué a la habitación y espié decidido por el ojo de la cerradura. Nunca debí hacerlo, me sentí indignado e impotente, pues era mi padre quien se estaba besando con otro hombre, uno que Yo conocía: mi instructor de tenis. Me sentí el ser mas infeliz de la tierra y no quería ver más, pero algo me detuvo, vi como el instructor se desabrochaba el pantalón y lo dejaba caer al suelo mientras mi padre se arrodillaba ante él y le bajaba los atléticos calzoncillos para dejar en libertad una verga descomunal, enorme, gorda y muy cabezona.

  • Llégale a tu vicio, Kevin – le decía el instructor a mi padre y no se lo tuvo que repetir, pues de inmediato se metió aquella vergota, o mejor dicho, parte de aquella vergota en la boca para iniciar una mamada deliciosa, a decir por la cara y los gemidos del instructor, quien lo separó y añadió - Vete quitando la ropa y mejor vayamos a la cama, hace mucho que no me dejas cogerte.

  • Sí papi, como tu digas… ahhh – gimió mi padre mientras era levantado en brazos por aquel otro semental que ya se encontraba totalmente desnudo y exhibiendo su descomunal miembro en completa erección.

  • Me encantas, cada que veo a tu hijo en shorts cuando le doy la clase me imagino que eres Tú, ambos tienen las nalguitas tan ricas que se me antoja cogérmelo e iniciarlo como hice contigo – le decía aquel hombre a mi padre mientras lo despojaba de los calzoncillos y lo colocaba sobre unas almohadas para dejar sus nalguitas bien levantadas a merced de aquel vigoroso pene.

  • Ya no pienses en mi hijo, a él no le gustan los hombres, además aquí me tienes a mi para ti solito… métemela ya – le respondió mi padre y separó sus piernas lo mas que pudo, sabiendo de antemano que la verga que iba a recibir era enorme.

  • Bueno, a ti tampoco te gustaban Kevin, pero una vez que probaste mi verga ya no la dejaste jejeje… bueno, pero ahora relájate y afloja tus nalguitas que ahí voy – y sin decir mas se acomodó detrás de mi padre, le separó las nalgas y después de darle unas lamidas al culito de mi padre comenzó a clavarle todo lo que se llama verga.

  • Ayyyy que rica la tienes, dámela toda mmmm así… - suplicaba mi padre mientras ese hermoso semental lo nalgueaba al tiempo que metía y sacaba su vergota de aquel indefenso agujerito.

No quise ver mas, me volteé y me senté recargado en la puerta, estaba confundido, pensaba que mi padre era un marica al igual que el instructor de tenis, no pude evitar imaginar a mi padre y al instructor cogiendo en una cancha de tenis, pero seguía escuchando los gemidos y volví a mirar a través de la cerradura. Era impresionante, ahora mi padre estaba a horcajadas sobre aquel macho terrible, subiendo y bajando sus nalgas, clavándose aquel mástil de carne dura en el culo una y otra vez. Gemidos y más gemidos era lo único que se escuchaba en esa habitación.

Decidí retirarme y en mi mente se quedaron las escenas de esa pareja cogiendo sin cesar, y en mis recuerdos aparecieron escenas en que el instructor me palmeaba las nalguitas insistentemente y Yo con la mayor inocencia me dejaba, porque pensaba que era mi maestro y me daba confianza, pero ahora entendía que esa insistencia obedecía a ciertos instintos. De pronto comprendí lo que decían algunos conocidos del club sobre el instructor y el excelente "servicio" que les daba. Mientras bajaba al salón pensaba en eso y sentí muy apretado mi calzoncito, y me di cuenta de lo que pasaba, la escena me había excitado y traía una erección notoria.

En el salón busqué de inmediato a María, pues quería que me diera ciertas explicaciones pero a la vez deseaba que me bajara la erección que me había provocado la escena homosexual que acababa de ver. Vi a varios familiares que se indignaron por mi presencia en esas fachas, pero en ese momento a mi poco me importaba. Al cabo de unos minutos encontré a mi iniciadora sexual, estaba en un grupo de gente de otras nacionalidades y al notar mi presencia se incomodó un poco, y el hombre que se encontraba a su lado me interrogó de inmediato:

  • ¿Por qué ves con tanta insistencia a mi esposa?

¿Esposa? La chica no me había dicho que fuera casada, y eso de que Yo sería el único que gozara de su cuerpecito, vaya que me había visto la cara.

  • Este joven es el hijo de nuestros anfitriones, Kevin – me presentó la chica haciendo que las caras de molestia de su esposo y los demás del grupo se tornaran más agradables.

  • Sí, y perdóneme si he visto así a su esposa, pero es que su belleza me ha deslumbrado – respondí dirigiéndome a aquel hombre que decía ser el marido de María.

  • No tengas cuidado, mi nombre es Kogi y soy socio de tu padre en varios asuntos… veo que ya eres un chico bastante crecidito y te has desarrollado muy bien – y al decir esto me recorrió con la mirada de arriba abajo haciéndome sentir un poco incómodo.

  • Bueno, mil disculpas y ha sido un placer – me despedí y me fui a mi habitación triste y enojado a la vez.

Muchas ideas rondaban por mi mente mientras me desvestía para nuevamente acostarme y sólo estaba en calzones cuando tocaron la puerta y una voz que de inmediato reconocí me pedía que la dejara entrar, era María.

  • ¿Qué deseas ahora? – le pregunté con tono de enojo mientras entreabría la puerta.

  • Kevin, discúlpame, déjame pasar, necesito hablar contigo – suplicaba la japonesa y la dejé entrar.

  • ¿Y ahora qué mentira me vas a contar? – interrogué severo y mirándola a los ojos.

  • Ninguna, sólo quiero decirte que todo lo que dije es cierto, que sólo quiero ser tuya y que el hombre con el que me viste es mi esposo pero sólo para cubrir las apariencias pues a él le gustan los hombres, le gusta coger y que se lo cojan, y a mi no me ha tocado nunca – dijo ella con tal desesperación que no dudé que fuera cierto, pues hacía apenas unos minutos había visto a mi padre mismo con una verga en el culo, y el sólo recuerdo me ponía la verga dura.

  • Pues debiste habérmelo dicho, ¿no crees?

  • Sí, tienes razón, perdóname, hummm… puedo ayudarte con esto – me dijo mientras me besaba y acariciaba por encima del calzón mi verga nuevamente erecta.

  • Quiero gozar de tu culito nuevamente – le pedí mientras la desvestía y acariciaba sus nalguitas – y quiero que me la mames como lo hiciste la primera vez.

  • Te voy a enseñar un placer nuevo, diferente, algo que te gustará más que lo que hemos hecho, sólo que tienes que prometerme que me obedecerás en todo – Yo asentí con la cabeza y ella se dirigió al baño y regresó con un frasco de aceite.

  • ¿Qué vamos a hacer? – pregunté mientras ella me colocaba sobre la alfombra boca abajo.

  • No preguntes y sólo disfrútalo, pero ya sabes, me debes obedecer sin preguntar – me dijo ella y comenzó a untarme el aceite, lo hacía de una manera deliciosa, sus manos recorrían mi cuello y mi espalda brindándome un masaje riquísimo que fue bajando hasta llegar a mi cintura.

  • Te voy a dar el mayor placer que puede tener un varón – me dijo y me bajó los calzoncillos hasta las rodillas pero impidió que me los quitara por completo – déjalos así, ahora voy a apagar la luz, porque me da un poco de pena.

¿Pena? Eso no lo comprendí pero había prometido obedecerla en todo así que en cuanto la sentí de regreso volvió al masaje, pero ahora se lo dedicaba a mis nalguitas ¡oh placer divino! Esa mujer sabía lo que hacía con sus manos y el aceite. Pasó a los muslos y regresó a las nalgas para comenzar una caricia desconocida para mi hasta ese momento, sus dedos delicados comenzaron a hurgar alrededor de mi culito ejerciendo de cuando en cuando presión en él haciéndome gemir como nunca lo había hecho. Esa sensación era de lo más placentera y quise voltearme en ese momento para abrazarla, besarla y meterle mi verga que estaba a punto de reventar, pero ella me lo impidió recordándome la promesa de obedecerla en todo. Pero en nada se comparó a la sensación que me produjeron sus pulgares adentrándose en mi virginal culito, protesté por aquella invasión pero dejé que siguiera, era un masaje delicioso.

  • ¡Oh María que placer tan delicioso me estás dando! ¡Oh! ¿Por qué te detienes? – reclamé cuando ella sacó ambos dedos.

  • Paciencia hermoso mancebo, ahora viene lo mejor, pero necesito de levantes ligeramente tus nalguitas – me pidió ella y cómo no obedecerla después del placer que me había brindado y la promesa de que gozaría más.

Levanté mi culito para que recibiera esa caricia prometida y sentí como me separó las nalgas con las manos y colocaba un botón de carne caliente justo a la entrada de mi culito y comenzaba a presionar para adentrarse en él, ese no era ningún dedo era algo mas grande que me estaba metiendo, quise voltear pero ella lo impidió.

  • Tranquilo Kevin, sólo te estoy dando el mismo placer que Tú me diste hace rato, sólo relájate – me dijo ella mientras aquello que me metía tocaba el fondo de mis entrañas, mi mente estaba confundida pero poco a poco me dí cuenta de lo que pasaba, las manos que me acariciaban las nalgas eran más grandes y fuertes que las de la chica, y el ritmo con que me metían y sacaban aquel pedazo de carne era el mismo que le había aplicado a ella cuando le rompí el culo, pero como era posible, no lo sabía pero era evidente que detrás de mi no estaba María sino un hombre, un tipo que me estaba violando con su deliciosa y enorme verga. ¿Violando? No, no era así, Yo mismo sufría los embates pero los aceptaba meneando mis nalguitas al ritmo que me imponía ese cabrón. Comencé a llorar, y no porque me estaban usando como a una mujercita, sino porque me estaba gustando. Y cuando aquella verga se hinchó para llenarme el culo con su tibia y viscosa leche me retorcí de gusto, disfrutando plenamente cada lechazo en mis entrañas. Entonces sentí todo el peso de aquel cuerpo sobre mi y María encendió la luz.

  • Joven Kevin, tienes un culito delicioso, incluso mas rico que el de tu padre – me dijo el tipo que estaba sobre mi mientras extraía su descomunal verga de mi culito. Reconocí la voz de inmediato y antes de girarme a mirarlo sabía que se trataba del esposo de María.

  • He cumplido mi promesa Kevin, admite que realmente disfrutaste la pérdida de tu virginidad anal con este hombre – dijo ella mientras se reía burlonamente, como si disfrutara lo que me había hecho su marido y continuó – por los meneos de tu trasero y los gemidos de placer que salían de tu boca se notaba que cuanto lo disfrutaste.

  • ¿Qué me han hecho? – pregunté sintiendo hasta ese momento la impotencia que debe sentir una adolescente a la que con engaños le han robado su virginidad.

  • Nada que no quisieras, sabiendo que tu padre es homosexual seguramente Tú lo llevabas en la sangre, así que sólo te abrimos los ojos… y el culito jajaja – rió el japonés mientras se subía los calzones y añadió – espero que no sea nuestro último encuentro, mi esposa dice que tienes una verga deliciosa y me gustaría probarla.

  • La verdad es una lástima, porque Tú y tu padre tienen una verga deliciosa, y es un desperdicio – comentó María y añadió sonriendo – porque putas arrepentidas puede haber pero putos no, y es que la verga es tan rica que nunca la dejan, nos vemos Kevin.

¿Nunca? Acaso no podría volver a cogerme a una hembra, no eso no era posible, tenía que ser un error, pero no lo era, ahí estaba viendo a aquella pareja que salían de mi habitación mientras mis nalguitas y muslos estaban escurriendo de semen. Era un mariquita, pero no quería serlo, ¡oh diablos! Pero como olvidar ese delicioso pene que me acababan de meter. Mi confusión era tremenda, necesitaba olvidarme de todo, huir de lo que me acababa de pasar, meditar y alejarme de todos.

Así como estaba cogí mi chamarra y fui a la biblioteca para sacar dinero de la caja fuerte de mis padres y las llaves del coche. No deseaba estar más tiempo en esa casa. Mis padres me trataron de detener pero nada me importaba, así que saqué el coche y decidí tomar la carretera hacia Acapulco, donde teníamos una casa.

Mientras manejaba iba pensando en todo lo ocurrido aquella noche, mi iniciación como semental con María, la escena de mi padre y el instructor de tenis, el masaje de la maldita María que me preparó para recibir al cabrón de su marido. Lo repasaba una y otra vez hasta que me dí cuenta que de nuevo mi verga estaba bien parada. Hice una escala a altas horas de la madrugada en una gasolinera para cargar combustible, pasar al baño y comer algo, pero a esas horas no había casi nadie en el restaurante excepto un par de camioneros que intentaban ligarse a la mesera, un chavo que tomaba café y la cocinera.

  • Hola, ¿quieres café? – me preguntó la mesera mientras me acercaba la taza y añadió - ¿Qué hace un niño tan solito a estas horas en mitad de la carretera?

  • Voy hacia Acapulco y me dio un poco de hambre, me puede preparar algo ligero – le respondí.

  • Mejor prepárale una mamila al bebé y arrúllalo jajaja – dijo uno de los camioneros y soltó la carcajada.

  • ¡Chinga a tu madre pendejo! – le respondí encabronado y sin medir las consecuencias.

  • ¿Qué me dijiste? Ahora vas a saber quien soy… agh – y se lanzó sobre mi pero un rodillazó en el estómago lo detuvo.

  • Déjenlo en paz cabrones y sigan su camino si no quieren bronca – dijo el chavo que estaba solo después de detener al tipo con la rodilla.

  • Ya vámonos compa, deja a la parejita para que se den sus besitos… ¡putos! – gritó el otro camionero al salir huyendo.

Entonces vi al chavo que me había defendido y no pude evitar recorrerlo con la mirada, era de complexión atlética, como de unos 25 años y vestía casi igual que Yo, unos jeans superajustados y una camisa a cuadros. Yo estaba aún desconcertado por la rapidez con que ocurrieron las cosas y de repente encontré su mirada y sentí algo raro.

  • Gracias, no tenías que haber intervenido pero te lo agradezco, me llamo Kevin ¿y Tú?

  • No tienes porque darlas, Yo soy Miguel, pero mis amigos me dicen Mike, oí que ibas hacia Acapulco – me dijo mientras se sentaba junto a mi.

  • Sí, me dirijo hacia allá y sólo me detuve para cargar combustible y comer algo… ¿y Tú? ¿también de viaje? – pregunté mientras me comía el sándwich que me acababa de llevar la mesera.

  • Pues también, sólo que Yo voy a un pueblito que está antes de llegar a Acapulco y estoy esperando que llegue el camión pero aún faltan como dos horas – me respondió y ya en franca confianza me dijo – pensé que tal vez me podrías dar un aventón, claro que te pagaría lo que cuesta el boleto y así nos hacemos compañía en el viaje y te puedo ayudar en la manejada, ¿cómo ves?

  • Mmmm… bueno, me late la idea y si es de paso no hay problema – respondí de inmediato y es que al decir eso de "compañía" un escalofrío me recorrió el cuerpo pues ya había posado su mano sobre mi muslo bajo la mesa – entonces vámonos.

¿Qué me estaba pasando?¿Acaso estaba loco? Estaba levantando a un desconocido en mitad de la carretera, un hermoso y lindo desconocido, un desconocido tan… ¡Diablos! De eso iba huyendo, pero es que este chico era tan lindo que nada pude hacer, así que salimos del restaurante y nos subimos al coche.

  • Te ves un poco cansado, no quieres que te ayude a manejar un rato – me preguntó.

  • Sí, la verdad es que sí quiero – le respondí y en cuanto encontramos un acotamiento amplio me orillé.

  • Déjame poner algo mas cómodo, porque manejar con ropa tan ajustada es un tanto molesto – así que se bajo y con la mayor naturalidad se quitó el pantalón y comenzó a buscar en su maleta algo permitiendo que admirara sus piernas fuertes y las nalgas redondas medio cubiertas por un pequeño bikini blanco y terminó parándose frente a mi diciendo – no puedo creerlo, olvidé mis shorts, ¿te molesta que conduzca así?

  • Eeeeh… este, no, bueno, por mi no hay problema… si quieres bueno, Yo sólo decía pero bueno… - no podía coordinar palabras al ver el tremendo paquete al frente de su calzoncito, trataba de evitar mirarlo pero de inmediato volvía la mirada hacia aquel bulto tratando de imaginar lo que había bajo aquel calzoncito.

  • Bueno, vámonos – ordenó y le obedecí de inmediato, en el interior íbamos platicando de cosas sin importancia y de cuando en cuando le dirigía la mirada a la entrepierna hasta que después de cierto tiempo decidí ser un poco más aventado.

  • Oye, la verdad me siento un poco incómodo, no quiero que vayas a pensar que soy mala onda pero no se me hace justo que Yo vaya así mientras Tú sólo llevas ese pequeño calzoncito, así que me voy a quitar el pantalón para que estemos iguales – le dije mientras me quedaba en calzones.

  • Claro por mi no hay bronca, sólo espero que no me distraigas mucho – y volteó rápido a verme y colocó su mano en mi muslo.

  • Sabes, eres un chico muy guapo, debes tener muchas chavas que anden tras esto – le dije mientras alcanzaba con mi mano el paquete descomunal al frente de su diminuto calzón.

  • Jajaja pues sí, varias chavas y varios chavos, pero que se le va a hacer a mi me gustan los chavitos lindos como Tú – me dijo y acarició mi paquete, que a diferencia del de él ya contenía una verga en plena erección.

  • Si te gusto ¿por qué no se te ha parado? – dije sin poder creer que lo había dicho, pero ya le había sacado aquel enorme pene, que aún en estado de flaccidez era más grande que el mío.

  • Pues sólo espera que tu boquita le dé una mamadita para ponerlo "firmes" y listo para gozar de tu culito – respondió mientras me jalaba de la nuca en dirección de su vergota, y hasta ese momento me di cuenta de que nunca había mamado ninguna verga, pero había visto como lo hacían e instintivamente lo hice, comencé a mamarle la verga, le hice lo que María me había hecho, primero le lamí el glande y después lo recorrí en toda su longitud, poco a poco fue adquiriendo mayor tamaño y entonces me metí lo que pude en la boca, era delicioso y Mike sólo gemía – ahhhh papi que rico lo haces… demasiado bien para un chico de tu edad… mmmm que rico ahhhh el mirador, me voy a detener.

  • ¿Qué mirador? – pregunté al sentir como vibraba el carro al salir de la carretera.

  • Necesito cogerte bebé, aquí nadie nos verá – dijo él mientras acomodaba el coche detrás de unos árboles.

  • ¿Aquí? Pero y si nos ve alguien – quise argumentar pero ya estaba decidido de su parte, en cuanto de detuvo el coche nos pasamos al asiento trasero.

  • Ahora sí mi amor, vas a sentir lo que es un macho, quitemos estos estorbos – dijo él mientras me quitaba la ropa dejándome completamente desnudo, sus manos y sus labios recorrían todo mi cuerpo y poco a poco nos fuimos acomodando hasta que él quedó sobre mi plantándome el beso más cachondo que hubiera recibido hasta ese momento de mi vida.

  • Házme tuyo papi… - le dije mientras levantaba mis piernas hasta el techo del coche y guiaba su verga hasta mi culito.

  • Tú lo quisiste nenito, tómala – gimió y me hizo gemir de placer cuando empujó su descomunal verga dentro de mi culito, llenándome y abriéndome como no lo pudo haber hecho el maldito japonés, este era un pene delicioso y se iba alojando en mis entrañas con lentitud, haciéndome sentir cada centímetro que avanzaba hasta que los cojones de mi macho se aplastaron contra mis nalguitas.

  • ¡Oh Mike! ¡Que gorda! Siento que me partes en dos papito… pero jódeme, hazme gozar, rómpeme el culo, así, eso… ayyy – gemía mientras Mike se encargaba de bombearme a un ritmo cada vez más acelerado, ese era mi semental y no paró de joderme hasta que en una embestida profunda me bañó el culito con su leche tibia y deliciosa.

  • Ahhhhhhhhhh nenito lindo tómala toda… mmmm – gimió dándome unas cuantas embestidas más y plantándome una serie de besos supercachondos que me hacían pensar, sin lugar a equivocarme, que lo mío era la verga.

  • Ayy papito que verguiza me acabas de dar – le dije mientras sentía como dejaba en mi culito un enorme vacío al sacarme su verga.

  • Límpiamela con tu boquita mi amor y déjame probar la tuya – me pidió y se acomodó boca arriba para que le lamiera los restos de la enculada. Al principio me resistí pero como él se metió mi verga en su boca decidí hacerlo y encontré que era un sabor diferente y excitante.

  • Ahhh que me haces – le dije al sentir que dejaba de mamarme la verga para recorrer con su lengua mi culito, limpiándolo y al mismo tiempo noté como su vergota recuperaba la dureza con que me había penetrado y entonces ambos nos incorporamos.

  • Ven, siéntate y gózala – me dijo mientras me hacía que Yo solito me la clavara sentándome sobre ella.

  • Ay que rica la tienes papito… mmmm – gemí mientras me daba sentones y él me acariciaba la espalda y las nalguitas, pero después de varios sentones me hizo que girara, quedando a horcajadas sobre él e iniciara el meneo de mis nalguitas.

  • Ahhh que nalguitas tan sabrosas tienes mi amor, me encanta como las mueves, ese sube y baja ahhh que rico – me decía él mientras me besaba las tetillas y me acariciaba las nalgas, y cuando sentía que me lastimaba me plantaba esos besos tan deliciosos que sólo él sabía dar.

  • Ayyy más… maaaaaaaaasssss aghhhh que rica lechita – gemí al recibir un nuevo baño de leche en mi culito y de inmediato me la saqué para recibir los últimos lechazos en mi boca.

  • Ahhh tómala mi niño… ahhh mi bebito lindo… eres el primero que me la aguanta toda – me decía mientras acariciaba mi cabello y Yo le seguía mamando la verga.

Ambos quedamos agotados así que nos acomodamos en el asiento de atrás para descansar. Nos quedamos dormidos un rato y el canto de los pajarillos nos despertó. Estábamos abrazados y aún podíamos percibir el olor a sexo en el coche. Hasta ese momento percibí una molesta en mi cintura y un poco de ardor en mi culito, pero no me importaba, ahora veía con los primeros rayos de la mañana a mi enculador, lucía simplemente hermoso vistiendo únicamente el pequeño calzoncito blanco.

  • Buenos días amor, ¿qué tal ese culito? ¿no te arde? – me preguntó mientras se acercaba para darme el beso de los buenos días y me acariciaba las nalguitas por encima de mis calzoncitos.

  • Pues sí, un poquito – respondí al tiempo que le correspondía el beso.

  • Yo también amanecí con la verga bien rozada, mira – y de golpe que se la saca mostrándome una verga que a la luz del día parecía más grande.

  • Ay pobrecita, ya que fui el culpable me corresponde apapacharla – y diciendo esto me arrodillé para mamarle la verga, que de inmediato reaccionó a mis caricias y poco a poco fue tornándose más rígida hasta alcanzar el tamaño al que me tenía acostumbrado.

  • Eres un putito encantador ahhh que rico mamas… pero mira como me la pusiste, ahora te voy a tener que coger de nuevo – me dijo haciendo que me levantara.

  • Eso crees, primero me tienes que alcanzar jejeje – ni Yo me reconocía haciéndole el jueguito y corriendo alrededor del coche y dejándome atrapar a la altura del cofre.

  • Ahora vas a saber lo que es bueno – me dijo y me hizo apoyar mis manos contra el cofre y de un manotazo me bajó el calzón, dejando mis nalgas completamente expuestas ante él, no tardó en comenzar a masajearlas y de pronto ¡zaz! Una nalgada.

  • Ayyy no seas bruto – y ¡zaz! Otra nalgada – ayy ¿que te pasa? – y otra mas, me empezó a nalguear más y más fuerte, pero lejos de molestarme cada palmada me excitaba más y más, hasta que llegó el momento de la penetración, el chico me metió de un solo empujón media verga arrancándome un gritito de dolor – Ayyyyyy bruto… eso duele.

  • ¿A ver que te parece esto? – y de otro empujón me metió la otra mitad.

  • Ayyy con cariño papito – supliqué pero él ya me estaba cogiendo a un ritmo delicioso y mis gemidos ya no eran de dolor sino de placer, ese bombeo vigoroso me hacía sentir cada embestida mas profunda y cuando creí que se iba a venir me la sacó y me levantó en sus brazos para subirme al cofre del coche y acostarme con las nalgas en el borde, terminó de quitarme los calzoncitos y abrió mis piernitas en todo lo alto.

  • Tómala putito lindo… mmmm – y me la volvió a meter de golpe hasta la raíz haciéndome gemir más y más fuerte, al ritmo que me bombeaba con esa vergota gruesa y cabezona, que poco a poco se hacía más gorda, signo inequívoco de que un nuevo baño de leche me esperaba.

  • Ayy que rico dámela toda… más… así, así… ahhhhh – me estaba llenando nuevamente el culito con su leche, vaya que era un semental.

  • Bueno nene, ya es hora de seguir nuestro camino, pero antes quiero que intercambiemos nuestros calzoncitos, quiero que recuerdes quien te desfondó y quiero recordar al primero que me la aguantó toda – y al decir esto se quitó su pequeño calzoncito y me lo puso con todo cuidado, acomodando mis nalguitas en su interior mientras me volvía a besar, después levantó el mío y se lo puso con la dificultad que le representaba para contener su enorme y deliciosa vergota, claro que Yo le ayudé a acomodar de ladito su descomunal y deliciosa vergota.

  • Bueno, vámonos ya – nos vestimos y Yo me puse al volante, hasta que llegamos a un camino de terracería.

  • Aquí me quedo, me dio mucho gusto conocerte, ya tienes mis datos, así que cuando quieras visitarme sólo avísame, mi verga está ansiosa de repetir lo que hicimos, así que despídete de quien tanto placer te dió – y el cabrón que se la saca por la bragueta del pantalón y Yo ni tardo ni perezoso le dí la mamadita de despedida hasta sacarle la leche, la cual tragué con gran deleite.

  • Cuídate… y si salgo embarazado después de tanta leche ya sé dónde buscar al padre – le dije y nos besamos profundamente como despedida.

Seguí mi camino hasta la casa de Acapulco y por fin llegué.

Era aún temprano cuando llegué a la casa, así que entré con cuidado para no despertar a Jaime, quien era el chico que se encargaba de cuidar la casa mientras no la ocupábamos. Yo aún llevaba en mi boca el sabor de la leche de Mike y sentía que ya lo estaba extrañando. Mis pensamientos giraban en torno a todo lo ocurrido en las últimas horas, me dirigí a las habitaciones y unos ruidos me sacaron de mis pensamientos, eran unos gemidos que provenían de la habitación de abajo, de la de Jaime y se oían acompañados de unos grititos femeninos. De inmediato imaginé que el chico tenía compañía así que no quise interrumpirlos, bastante sexo había tenido en las últimas horas como para espiar. Así que me dirigí a la habitación de arriba y me desvestí para darme un baño. Al salir busqué en el closet ropa y sólo encontré unos shorts y un par de trajes de baño, así que decidí ponerme un bikini y me acosté para recuperar las horas de sueño perdidas. Soñé y soñé con vergas gigantes que trataban de encontrar cabida entre mis nalguitas pero ninguna lo conseguía, excepto claro está la de Mike y la del japonés Kogi.

Al medio día bajé a la estancia y me encontré con Jaime y la chava con la que seguramente estaba cogiendo cuando llegué, ella estaba desnuda y él vestía una trusa atlética que mostraba lo bien dotado que estaba, nunca había pensado en él como semental pero ahora recordaba lo que se decía de él, su fama con las chicas. En cuanto me vieron se asustaron.

  • ¡Kevin! No sabía que ibas a venir, este, Yo… bueno ella… no es lo que parece – trató de argumentar tratando de cubrirse y de cubrir a la chava.

  • No te preocupes Jaime, mis padres no sabrán nada – le dije mientras me acercaba con la curiosidad de ver mas de cerca las armas que portaba.

  • Hola Kevin, ¿eres el dueño de esta casa? – preguntó la chava y añadió – Yo soy Susi la novia de Jaime, espero que no hayamos hecho algo indebido.

  • No, para nada, de hecho cuando llegué los oí que estaban ocupados y no quise interrumpirlos, y ahorita sólo quiero pedirle algunas cosas a Jaime porque me he venido si ropa – le expliqué a la chava que la verdad era una mujer que estaba buenísima, cintura estrecha, senos firmes y turgentes, nalgas redondas y paraditas, y algo que me llamó mucho la atención, tenía la panochita bien rasurada.

  • Bueno, entonces si no hay inconveniente voy a nadar a la piscina un rato – dijo ella y tanto Jaime como Yo fijamos la mirada en ese redondo trasero que se meneaba de una manera espectacular al caminar.

  • ¡Qué culito tan rico, verdad! – exclamó Jaime.

  • La verdad que sí, con todo respeto tienes una vieja riquísima – le dije a Jaime y terminé pidiéndole lo que necesitaba – pero bueno, sabes, me vine sin ropa ni nada, así que necesito conseguir alguna, que no sea muy cara porque no traigo mucho dinero y también tengo mucha hambre.

  • Pues por ropa no te preocupes, creo que somos de la misma talla – me dijo él mirándome directamente hacia el traje de baño y haciéndome tener malos pensamientos.

  • ¿Crees? Me parece que eres mas delgado – le respondí.

  • Pues ese bikini que traes puesto es mío y te ajusta muy bien por delante y por detrás, así que si quieres puedes usar mi ropa – me dijo Jaime haciéndome comprender la causa de esa mirada hacia el bañador – y por comida no te preocupes, tus padres se encargan de que siempre haya en la alacena.

  • Gracias y disculpa por lo del bañador pero es que no había otra cosa que ponerme – le dije aún con el rostro sonrojado.

  • No te preocupes, así que si quieres vete a la piscina a nadar un rato mientras te preparo algo de comer – me dijo amablemente Jaime y le obedecí, me fui directamente hacia la piscina y me encontré a Susi nadando apaciblemente.

  • ¿Puedo hacerte compañía? – le pregunté parado a la orilla de la alberca.

  • Claro, pero si quieres nadar tienes que hacerlo como Yo, sin ese calzoncito de baño – me dijo ella dirigiendo la mirada directamente al bulto que se formaba al frente del bikini.

  • No, en ese caso prefiero sentarme aquí en la orilla – le respondí.

  • Por Jaime no te preocupes, es un chico con la mente muy abierta y no se molestará, ¿o sí Jaime? – preguntó.

  • No, por mi no hay problema – gritó Jaime desde la ventana.

  • Anda, acaso no habías visto a una mujer desnuda – me dijo y me retó – o te da pena que te vea tu pajarito.

  • No, está bien, tu ganas – le respondí y me saqué el bikini.

  • ¡Wow! Pero que niño tan crecidito, justo como me los recetó el doctor – exclamó ella mientras Yo me zambullía en la piscina para nadar un rato.

  • Y dime, ¿desde hace cuanto son novios? – le pregunté a Susi.

  • Pues novios, novios, lo que se dice novios, no somos, lo conocí anoche en un bar y me gustó y Yo le gusté y terminamos aquí – me dijo con una frialdad que me dejó pasmado, pero que a la vez me hizo sentir menos culpable de la caricia que le estaba dando a mi verga con sus manitas bajo el agua.

  • Me gustas – le dije y le planté un beso.

  • Tú también y me excita hacerlo con un chavito tan lindo y joven como Tú – me respondió ella y comenzamos el faje bajo el agua, le acariciaba las tetas y las nalgas sin parar y mi verga, contrario a las ideas que habían pasado por mi mente después de las verguizas que me habían dado, se mostraba bien parada ante las caricias de esta hembra y cuando más entrados estábamos ¡splash! Jaime se había zambullido junto a nosotros.

  • ¿Me dejan unirme a la fiesta? – preguntó Jaime y abrazó por detrás a Susi.

  • Abusivos, saben que me gusta la verga y me quieren hacer un sándwich – dijo ella dándonos la idea, así que nos salimos a la orilla de la piscina y Yo me acosté en un camastro mientras ella se arrodillaba a un lado para mamarme la verga en tanto que Jaime le comía el culito.

  • Ahhh que rico mamas… eres una experta… quiero cogerte, quiero meterte la verga – le dije y ella por respuesta se paró y se montó a horcajadas sobre mi verga para clavársela hasta el fondo.

  • Ayyy que rica vergota, así me gustan mmmm – gimió ella mientras Jaime se acomodaba tras ella para tratar de ensartarla por el culo.

  • Quieta Susi ya casi te entra toda… buena verga te cargas Kevin… - decía Jaime y por fin sentí el peso de ambos, la expresión en el rostro de Susi hacía evidente la doble penetración, la estaba disfrutando como una desesperada, meneaba sus nalgas mientras Yo me encargaba de sus tetitas y Jaime de sus nalguitas.

  • Ahhh que rico… métanmela más… hasta adentro ayyy que rico…

  • gemía ella sin dejar la menor duda sobre el placer que estaba experimentando, poco a poco el ritmo de la jodienda se incrementó hasta que sin poder evitarlo los tres explotamos.

El encuentro nos dejó exhaustos, por lo que comimos lo que había preparado Jaime y enseguida Susi se fue a bañar y regresó ya vestida para irse, claro, no sin antes darnos una mamada a cada uno y juntando nuestras vergas en su boquita al final.

Jaime y Yo nos tendimos a un lado de la piscina completamente desnudos para tomar el sol y relajarnos un poco después de la ajetreada verguiza que le habíamos dado a su vieja.

  • Que vieja tan caliente, ¿verdad? – preguntó Jaime.

  • Vaya que sí, se fue satisfecha y creo que regresará en busca de mas – le dije sonriendo.

  • Pues sí, tremenda verguiza se llevó… jamás se imaginó que la íbamos a "sandwichear" pero nos la jodimos bien rico, sobretodo Tú, mira quien iba a decir que a tu edad ya tuvieras una vergota de semejante tamaño – me dijo Jaime mirando a mi verga en estado de flaccidez y haciéndome sentir un escalofrío terrible.

  • Ni me digas, que Tú bien que se la dejaste ir por el culito y vaya que la tienes enorme – le dije admirando su hermoso pene que era bastante más grande que el mío, pero no le llegaba al de Mike y sólo por curiosidad le pregunté - ¿Cuánto mide tu cosita?

  • Jajaja ¿cosita? Es la primera vez que la llaman de ese modo, y no es por dártela a desear pero son 26 cm cuando está bien paradita – me respondió acariciándosela.

  • ¡26 cm! Es enorme, y esa vieja te la aguantó por el culito – exclamé realmente sorprendido.

  • Pues sí, ayer en la noche no quería pero en cuanto la tuvo dentro solita empezó a menear las nalguitas… Pero bueno, dime a qué se debe tu llegada tan imprevista, claro si se puede saber – me preguntó él y Yo no supe que decir.

  • Pues a nada en particular, quería alejarme de todo y pensar algunas cosillas – le respondí.

  • ¿Algunas cosillas o en la verga de Mike? – me cuestionó acercándose un poco más y rozando con su muslo el mío, sacándome de onda tanto por el contacto como por la pregunta.

  • ¿Qué quieres decir? – le pregunté un poco alarmado.

  • Pues nada, que mientras dormías gritabas y gemías pidiéndole a Mike que te cogiera mas fuerte y que te rompiera el culo – me dijo haciéndome estremecer.

  • Este… pues… en realidad Yo no… - no atinaba a ordenar mis ideas y su mano ya estaba acariciando mi muslo.

  • No tengas miedo, ves esta vergota que tengo, pues es una verga que no discrimina, porque igual me puedo coger a un machito como tu papá que tiene un culito delicioso y bien apretadito, también me puedo joder a una vieja y hacerla estremecer de placer – me dijo mientras sujetaba mi mano y la llevaba hasta su pene.

  • ¿Qué te pasa? No soy puto – le respondí y me fui a mi habitación, mi confusión aparecía nuevamente, Jaime tenía una verga enorme y ansiaba mamarla y gozarla, pero si de eso iba huyendo no lo podía creer.

  • Perdóname, pero es que pensé que eras como tu papá – me dijo Jaime desde la puerta de mi cuarto, Yo lo volteé a ver, desde la cama en donde estaba sentado y miré nuevamente a ese hermoso chico que poseía una verga hermosa y morena, con una cabezota enorme y que sabía terminaría engulléndola.

  • Ven Jaime, no te tengo que perdonar nada… - él se acercó y puso al alcance de mi boca aquel delicioso pene y Yo no lo pude evitar, comencé a mamársela tal y como lo había hecho con Mike, aunque esta verga no era tan larga como la de él, pero sí era un poco mas gruesa y la enorme cabezota que la coronaba era tan gorda que apenas y me cabía en la boca.

  • Ahhh que rico mamas Kevin… lo haces delicioso… ahhh… - era lo único que salía de la boca de Jaime que instintivamente me sujetó de la nuca y comenzó a meter y sacar su miembro de mi boca, Yo mamaba con delirio y sentía como aquel glande enorme chocaba contra mi garganta una y otra vez.

Entonces las palabras terminaron, Jaime me colocó boca arriba y puso mis piernas sobre sus hombros justo en la posición que más le gustaba, no hubo besos ni caricias, sólo un embate profundo que terminó con sus cojones aplastándose contra mis nalgas. Me dolía mucho aquella intromisión pero sabía que después habría mucho placer, su mirada me penetraba al igual que su vergota y me la dejó clavada hasta el fondo durante unos instantes, Yo podía sentir como palpitaba aquella verga en cada centímetro de su extensión, mi culito se había amoldado perfectamente a aquella forma cilíndrica. Él sonrió y comenzó a menear sus caderas y aquel grueso pene comenzó a entrar y salir sin cesar, era un ritmo semilento y delicioso que me hacía suspirar a cada embate de aquel semental. Cerré mis ojos y me entregué plenamente a ese chico que extraía totalmente su vergota de mi culito y me la volvía a enterrar hasta el fondo una y otra vez. No supe bien cuanto tiempo me estuvo cogiendo a ese ritmo, pero me pareció una eternidad y cuando por fin sentí los primeros lechazos no pude evitar venirme, sí, me estaba viniendo de sólo gozar aquel tremendo camote, él lo sabía y seguía jodiéndome sin parar. No fue mucha la leche que me echó pero fue suficiente para hacerme gozar.

  • Tienes un culito delicioso Kevin – me dijo sin extraer su verga de mi culito.

  • Pues tu verga es deliciosa, me has hecho venir sin siquiera tocarme la verga, eres un todo un semental Jaime – le dije él, sin sacarme la verga me acomodó de ladito y me abrazó para quedarnos dormidos.

Con el tiempo Jaime se convirtió en mi amante de cabecera pues me fui a vivir a Acapulco y ya se imaginarán que al estar tan cerca Mike, pues seguido lo invitaba para que me visitara y por supuesto, para que su vergota visitara mi culito, es ya común que duerma entre esos dos sementales que cuando me cogen parece que compiten entre ellos para ver cual de los dos me hace gozar más, y claro, el beneficiado soy Yo que no sólo disfruto de una verga para mamar sino que al mismo tiempo recibo a la otra justo por entre mis nalguitas. Además de que en ocasiones también recibimos la visita de algunas amiguitas de Jaime de mente muy abierta, así que ahora ya no hay confusión, sé que me van chicas y chicos por igual.