El deseo prohibido vi

Una historia morbosa en la oficina

Andaba decidida hacia él, mirándole fijamente. Cuando llegó a su mesa se subió la faldita, se bajó las braguitas y se las dió. Le encantaba ese brillo pícaro que se le ponía en los ojos.

Entonces ella se arrodilló y como una gatita se metió debajo de su mesa.

Llegó hasta él y sin dudarlo una sola vez, le bajo la cremallera de los pantalones. Metió su pequeña mano y notó como él daba un respingo.

Le agarro su polla y se la sacó. Era más grande de lo que se había imaginado, con las venas marcadas. Estaba muy excitada y sus jugos corrían libremente por sus piernas.

Lamió despacito desde la base hacia el glande y escuchó un gemido gutural de satisfacción, que provocó que ella le rozase con los dientes.

A estas alturas le importaba nada su trabajo, su oficina, sus compañeros. No iba a parar hasta tener su desayuno.

Se la metió en la boca despacito. Sabía a frutas del bosque, debía de ser el gel que él utilizaba. Jugaba con su lengua...

  • Carmen!

  • Perdona, estaba distraida.

  • Tú siempre estás distraída, quién será el chico.

  • Nadie Teresa.

Sólo faltaba decirle a la secretaria del jefe que estaba imaginando cómo sería chupársela a Jesús. Sería como decirlo a voces en mitad del pasillo.

  • Tienes el informe? - le pregunta Teresa.

  • Sí, ahora te lo llevo.

El problema es que antes de llevarle el informe tendría que pasar por el baño porque tenía las braguitas empapadas.

Tenía que centrarse y dejar de imaginar cosas subidas de tono en el trabajo.

Se levantó, cogió el informe y se encaminó al baño...

Continuará...