El deseo por Iván Fernando
Desde que me comí a ese maduro, mi vagina quedo moldeada a su hermosa vergota; a pesar que en esa ocasión, yo no lo buscaba, ya que fue producto de la visión de la verga del Jefe en el baño, que tuvimos con mi pareja y que él posteriormente él quiso ese encuentro, sentía la necesidad de repetir..
EL DESEO POR IVAN FERNANDO
En el siguiente relato les contare una segunda sesión de sexo furtivo que tuve, con Iván Fernando. Desde que me comí a ese maduro, mi vagina quedo moldeada a su hermosa vergota ; a pesar que en esa ocasión, yo no lo buscaba, ya que fue producto de la visión de la verga del Jefe en el baño, que tuvimos con mi pareja y que él posteriormente él quiso ese encuentro, sentía la necesidad de repetir, pero a escondidas, sin mi mari-novio.
Para esa época, estaba en plenos 19 años, dando rienda suelta a mis deseos sexuales con mi pareja, a pesar que mi despertar sexual había sido algo que se dio desde temprana edad; (de eso, hay relatos de incesto, de exploración en el cole y bueno, la búsqueda de mi felicidad en la universidad y ya en mis trabajos).
Ingresé a trabajar en una exportadora de flores, para ayudar con las cargas de la casa y mis estudios universitarios, los cuales tuve que cursan en jornada nocturna; allí fue cuando apareció el maduro con la mejor verga que recuerde, grande, gruesa y deliciosa, creo que a ella le debo mi gran afición al sexo. Siendo una mujer normal, sin figura de reina, tenía mi juventud, unos kilitos bien repartidos, carita de niña buena y lo mejor, unos senos duritos, paraditos y coronados por un pezón rosadito. Veía la cara de los hombres cuando los tenían cerca y entendía que a todos los volvían locos, y eso me convenía, me gustaba, porque se excitaban mucho más y después se desquitaban en la cama con mi cuerpo, mmmmm, que polvos.
En mis jornadas de trabajo, me sentía feliz, tenía a mi pareja en el primer piso y con mi Jefe maduro, estábamos en el tercer piso, tenía cierta libertad. El Jefe Iván, no perdía momento para molestarme, para manosearme, para hacerme invitaciones indecentes, calientes, sexuales. Yo, obvio que tenía que disimular, pero mis ojos se clavaban en u bulto y mi chochita me traicionaba y palpitaba cuando eso ocurría, la muy condenada me estaba vendiendo.
No paso mucho tiempo para caer a tal deliciosa seducción. Él jefe Iván Fernando tenía oficina particular cerca a nuestro trabajo y me invito a visitarlo luego de la jornada laboral, como yo estudiaba y mi pareja también, pero en otra universidad, pude evadir ese cerco celoso, que se había creado desde que me entregó a semejante macho con esa vergota.
Un jueves, apenas salimos de trabajar, mi pareja me deja en el transporte a mi universidad y él se va a su estudio. Apenas dos cuadras adelante, me baje y tome un taxi en sentido contrario y rumbo a donde estaba esa barra de carne que me hacía perder la cordura.
Iba vestida con jean y una blusa de botones en frente, con una chaqueta igual de jean, antes de entrar, me quite el brasier, para que mis pezones se notarán. Al llegar el edificio me anuncié y subí a su oficina. Allí estaba, sonriente y caliente, como un macho en celo viendo a su dulce presa, me comía con la mirada y eso me hizo sentir una ráfaga de calor hasta lo más profundo de mi cuca, que empezó a humedecerse.
Estaba solo, casi no me deja entrar y me empieza a besar con mucha pasión; sus manos recorrían todo mi cuerpo, se apoderaron de mis caderas, de mis nalgas y subían a mis senos, para luego volver en ese recorrido. Sus manos hábiles y firmes, empezaron a limpiar el camino, despojándome de todas mis prendas y dejando al descubierto mi cuerpo desnudo, caliente, hambriento de macho.
Él se empezó a desnudar y escuché caer sus pantalones, lo cual me produjo una gran alegría y me incorporé a ayudarle y buscar lo que estaba buscando, su gran verga, la herramienta del deseo de mis febriles noches.
Viendo esa hermosa barra de carne en frente , no pude más que acariciarla y empezar a chuparla como un bom bon bum, como la más rica golosina , perdí la noción del tiempo y me dediqué a darle una mamada especial. Mientras tanto, Iván Fernando se apoderó de mis senos, los acariciaba, los apretaba los pellizcaba, me halaba el cabello, suspiraba y me decía que era una linda putica, que la gustaba ver mi boquita llena de su verga , que deseaba volver a clavarme su verga en mi chocha apretadita y húmeda, y que quería ser el dueño de mis huecos.
Me acomodo en el sofá de su oficina, el cual estaba diseñado para tirarse a cuanta hembra entrará a esa oficina, como yo lo hice, fuera del horario normal y decidida a buscar mi delirio.
Ya desnudos, empezó a chupar mis senos, y bajar con su boca hasta mi chochita babosita, caliente, deseosa, estrechita y juvenil. Era el hueco perfecto para ese maduro vergon que se gastaba sus polvos en mí, deseoso de una hembrita putica, entregada. Luego de esa chupada de cuca, empezó a atacar con su herramienta, ufffff, sentía cómo ese trozo de carne iba abriendo mi vagina, entrando hasta tocar el fondo y apretar mi matriz. Nunca me había sentido tan llena, tan penetrada, tan PUTA, sentía el roce de su pene contra las paredes de mi vagina, el bombeo se hizo cada vez más rápido. Esto me excitaba, me subía al cielo, sentía los espasmos de mi vagina alrededor de su pene, exprimiéndolo, eyaculó muchos chorros de leche caliente, con un gran ruido de su parte y un gran gemido de la mía.
Yo sentía una pasión abrasadora que nunca había sentido, ni siquiera en los encuentros más apasionados con mi pareja. Le respondía metiéndole la lengua dentro de su boca, acariciándole el pecho, clavándole mis uñas en la espalda y alojando en mi cueva esa verga tan riiiica, que me estaba sacando el orgasmo más riiiico que había tenido en mi vida, no quería que acabará, y él, como buen semental lo entendía y seguía dándome verga en todas las posiciones, yo debajo, luego encima cabalgando esa tranca dura y grande que me sostenía, hasta llegar a otro orgasmo, esta vez él me inundó mi chocha, sentí toda su leche lavar mis entrañas y hasta ahí tuve conciencia.
Nos quedamos quietos no sé cuánto tiempo. Yo quería tener el máximo tiempo posible su pene dentro de mí. Sentía como palpitaba aún. Le veía a los ojos con una sonrisa cómplice. Me respondió momentáneamente a la risa, pero luego se incorporó, se vistió rápidamente y me pidió que lo hiciera yo también. Nos asomamos a la puerta de la oficina para ver si alguien nos había visto. Como son oficinas particulares, era posible que alguien nos viera y pudieran ir con el chisme a su esposa o al trabajo.
Afortunadamente nadie nos vio. Han pasado varios días y mi jefe se ha comportado como si nada. Sin embargo, me da mucha excitación cuando lo veo charlar con mi pareja. Me imagino lo que pasaría entre ellos si se supiera esta aventura furtiva. Cuando llegué a mi casa ese día, me sentía un poco culpable. Pero cuando tuvimos relaciones sexuales, me di cuenta de que mi pareja me quería y no sospechaba nada. Así fuera abierta en mi chocha y llena de semen de otro. Gracias a mis aventuras sexuales con mi jefe, nuestra relación se ha mantenido encendida y mi gusto por la verga se ha incrementado, inclusive por la de mi pareja. Cada macho tiene lo suyo, solo tienen que hacerlo bien, rico y pensar en su hembra para satisfacerla.
Pronto les estaré contando más de mis historias y aventuras sexuales.