El deseo en cuerpo juvenil
Una joven despierta en un hombre maduro una atraccion con una fuerza inigualable que lo lleva a tener sentimientos increibles.
Se llama Ismari y tiene la dulzura, el candor y el fresco olor a alegría del que dota la vida a alguien que acaba de cumplir 20 años de edad. Mi sobrina-En realidad es la sobrina de mi esposa, pero desde hace 5 años cuando conocí a Ismari sentimos mucha empatia- y nunca, nunca la vi con otros ojos que no fueran los de un tío feliz por su alegre sobrina, jamás, hasta ese día en que la vi, envuelta en una toalla frente a mi presencia, incitando hasta la saciedad y alojando paulatinamente en mi cabeza pensamientos locos y desenfrenados, hasta ahora nuevos para mi.
Era una calurosa tarde de agosto, ese día lo tenia libre del trabajo, por lo que me quede todo el día en casa, razón por la cual me tocaba buscar a mi hija al pre-escolar, mi cuñada estaba en su trabajo dando clases en las tardes, igual que mi esposa y mi suegra estaba en reunión de los miércoles en el club de abuelos al cual pertenece, por lo tanto estábamos Ismari y yo solos en casa. La tarde transcurrió sin mayor detalle, ella en su computadora, yo viendo tele acostado en mi cama y cruzándonos e intercambiando palabras, juegos y risas cuando nos cruzábamos en la casa y a la hora de comer.
Hacia un calor bárbaro y ella se metió a darse una ducha para luego irse a la universidad, así que aproveche para ir a buscar a mi hija en el pre-escolar que queda a unas 2 cuadras de la casa. Tarde apenas unos 15 o 20 minutos, al llegar a casa mi hija se metió en el cuarto a ver comics y yo entre al cuarto de mi suegra para ver el juego de baloncesto de las tardes, me acosté en la cama y prendí el tv, estaba acostado, entonces ella, mi sobrina paso al cuarto y pude apreciar la imagen mas virginal y sensual que podría haber observado, acabada de salir del baño, envuelta en una toalla verde muy fina que cubría desde su pecho hasta un poco mas arriba del medio de sus muslos, razón por la cual pude ver –y detallar- su figura juvenil, hermosa, delgada y delicada, su piel brillante y tersa color de galleta y miel, piernas largas y rectas un tanto delgadas pero eso le Adosaba un aire frágil a su figura, nalgas pequeñas pero firmes y provocativas, vientre y torso planos, senos mediano, talla 32 supongo, coronados por unos pezones presumiblemente rozados que en ese momento luchaban por escaparse de su prisión de tela, erectos por el frío del agua del baño, cabello color borgoña, liso y hasta sus hombros, labios delgados y rosados, virginales y excitantes como una fría y espumante copa de don perignon con la persona y el momento indicados, así comencé a verla desde ese momento que duro una eternidad, tan cerca de mi y a la vez tan lejos, no me atreví a decir nada, solo la admiraba y ya. La escena tardo alrededor de 5 minutos, mientras buscaba unos aretes que había dejado en la peinadora de su abuela y luego salio hasta su cuarto…
A partir de allí comencé a imaginarla y fantasear con tener su cuerpo delicado entre mis fuertes brazos morenos, con su olor a pasión y el calor de sus húmedos labios exudando placer, sus jadeos pidiendo clemencia al explotar un mar de sensaciones producto de un orgasmo y en abrazarla mientras se recuperaba de una batalla cuerpo a cuerpo mimándola como una niña rosa y delicada que era. Varias veces le hice el amor a mi esposa pensando en su piel nacarada y el resultado eran orgasmos en los que tuve que contenerme para no dejar escapar su nombre, algunas otras veces me sorprendí en la puerta de su cuarto contemplándola, preguntándome a que sabría el roce de sus labios, deseando con todo mi ímpetu protegerla, allí siendo tan vulnerable en brazos de Morfeo…
Luego de ese día en que la admire trataba de tener el mayor contacto posible con ella, le enviaba mensajes de texto deseándole buen provecho o buenas tardes o preguntando cosas sin casi importancia referentes a la casa o cualquier cosa, todo por recibir su atención aunque fuera por pocos segundos y si tenia suerte en medio de nuestros saludos o juegos posar mis manos en su cuerpo y sentir el glorioso contacto de sus caderas, hombros o manos, le tomaba fotos con mi móvil bajo cualquier pretexto, a lo que ella accedía gustosa y posaba muy coqueta como cualquier muchacha con un toque de vanidad, llegue a tener 20 o 30 fotos de ella en mi teléfono, las guardaba en una carpeta especial.
Así poco a poco iban transcurriendo los días y mi deseo por ella en vez de ir aplacándose iba en ascenso, había mas y mas confianza y contacto físico entre ella y yo, lo cual era como atizar el carbón para una parrilla, parrilla en la que ardían mis emociones y bajas pasiones provocadas por Ismari, tanto así que una noche en el baño me aventure a revisar su cesto de ropa usada y encontré un tesoro, sus braguitas usadas, eran blancas, de encaje y suave algodón, con penetrante fragancia a lavanda y fruta fresca, fuerte y divino olor, me empujaba al pacer y hacia volar mi imaginación, en pensamientos le pasaba mi lengua por su vagina húmeda y rosada, le comía el coño mientras ella empujaba mi cabeza hacia ella y arqueaba las piernas suplicando por mayor frecuencia a mis lengüetazos, la colocaba de espaldas y revisaba con mi boca hasta el mas pudiendo de los pliegues de su piel y de nuevo mis labios devoraban sus labios mayores y se paseaban hasta su orificio anal, cerrado, prohibido, indefenso ante mi lengua experta, por lo que no dude en aprovecharme de el y primero rozarlo para paulatinamente aplicar mas y mas presión con cada pasada hasta que los gemidos se apropiaron de la boca de Ismari y supe que era el momento de penetrar allí en su oscuro mojado y agraciado ojete, poco apoco comiéndolo, penetrándolo suavemente , alternando mi lengua con su afelpado coño hasta que apretó mi cabeza con sus piernas hasta casi sin dejarme sin respiración pero aguante hasta escuchar sus casi gritos y sentir su mojados efluvios en mi boca, acabo corriéndose hasta casi no poderse mantener en pie mientras yo me estaba haciendo la paja mas intensa que hubiese podido recordar, imaginaba que ella tomaba la base de mi miembro de 22 centímetros con sus suaves manos y recorría toda su extensión con placer y un poco de nervios, sensaciones indescriptibles recorrieron mi espalda, y me hicieron cerrar los ojos, me entregue al placer totalmente , arriba, abajo, constante, sutil, sensitivo, hasta que el cosquilleo apareció en mis muslos, subió por la columna espalda. Costillas y finalmente mi miembro hinchado y brillante producto del líquido preseminal estallaba expulsando 2, 3 y hasta un cuarto chorro de semen que iba a parar allí en donde hasta hace poco había estado su palpitante sexo, necesitando que esa diferencia de tiempo desapareciera.
Hasta ahora esa era la única manera de exteriorizar mi pasión- casi prohibida claro- pero alojada en lo mas profundo e intenso de mi alma, deseo en estado puro, algo que iba mas, mucho mas allá del sexo, un deseo matizado con lujuria pero cocido bajo la llama del amor, mi corazón la requería, mi cuerpo la necesitaba y lo mas profundo de mi ser me pedía encarecidamente tomar acciones para poseerla.