El deseo de un amigo cornudo.
Este relato,lo escribió un amigo cornudo para mí. Es la fantasía, su deseo de cómo quiere que me folle a su bella esposa.Lo público con el consentimiento de ambos,para disfrute de todos ustedes, y más aún el de ellos.
Sé por mi esposa que le gustas mucho y que tienes deseos de cogerla, como bien sabes, a mi me gusta verla tener relaciones con otros hombres, eso me excita mucho. Eso no quita que nos amemos y que nuestro matrimonio corra peligro ni mucho menos. Quiero contarte como es mi fantasía en el momento de entregarte a mi mujer para que te la cojas.
Situémonos imaginariamente en un boliche, tu y Laura empezaron a bailar, pero tu parecías un pulpo, tratabas de acariciarla por todos lados. Cuando mi esposa me daba la espalda, tu volteabas a verme y te reías. Ya Laura te había puesto al tanto de que me gusta mucho que me humillen, por eso lo hacías. Laura en cambio, se había acurrucado en tu pecho y tenía los ojos cerrados. Creo que era porque sentía tu pene fuera del pantalón, que le estaba haciendo presión en su estómago… Eso creía yo. Porque en un momento determinado del baile, tu me hiciste una seña con tus ojos y te pusiste de lado, para que viera que mi esposa te estaba agarrando la verga, la sobaba, con una masturbación lenta, al ritmo de la música.
Yo quería sacar mi herramienta en ese mismo instante y jalármela hasta correrme, pero solo me la acariciaba por encima del pantalón.
Poco a poco se fueron acercando hasta donde yo estaba y me dijeron de ir a tu casa, decisión que por lo visto ya habían tomado ustedes sin consultarme, cosa que me agradó mucho porque significaba que lo que yo opinara carecía de importancia, estando un macho alfa delante, yo me convertía en un felpudo de su nuevo macho.
Llegamos y tomamos unos tragos más como para matizar ese momento tan caliente, enseguida subimos a tu dormitorio y la fuiste acercando a la cama y ya estando a un lado, la sentaste a la orilla de la misma y tu te quedaste parado, te agachaste y le diste un beso en la boca, que mi esposa correspondió de igual manera.
Después, este fue bajando por su cuello, una parte muy sensible de mi esposa y con tu mano empezaste a hurgar por encima del vestido, a tocarle sus senos; esos senos que tanto me gustan y excitan. Ella seguía con los ojos cerrados y disfrutaba lo que le hacías. Le ordenaste que se quitara el saquito tan sexy que tenía puesto y después le desabrochaste el vestido y se le bajaste hasta que quedó a la altura de su cintura.
La recostaste sobre la cama y empezaste a sobarle un seno y el otro a metértelo en la boca. Se los chupabas o más bien se lo succionabas, mientras que tus dedos apretaban el pezón del otro. Posteriormente alternaste con el otro. Se los chupabas y dejabas llenos de tu saliva. En tanto Laura estaba entrando en calor, porque gemía ante las caricias que le estabas propinando.
Después de un rato de estar estrujando y deleitándote con sus tetas, le pediste que se quitara en su totalidad el vestido, inclusive su ropa interior, pero que se quedara con los tacones.
Ella obedeció inmediatamente y se despojó de su vestido, quedando totalmente desnuda para quien sería desde ahora su amante.
Ella se quedó parada y tu la empezaste a observar, la rodeaste, como viendo la mercancía que ibas a adquirir. Le agarraste las tetas, le amasaste las nalgas y hasta le diste una nalgada, que arranco de mi mujer un suspiro. Luego te pusiste frente a ella y le metiste los dedos entre sus piernas. Laura empezó a gemir, y se apoyó con una mano en tu hombro. Tu le acariciabas su raja con el dedo medio de tu mano derecha y luego le metiste el dedo índice de tu mano izquierda en la boca, mientras seguías acariciando su vagina.
Laura agarró la mano que usabas para meterle el dedo en su boca y tomó tu dedo medio como si tomara una verga y empezó a meterse el dedo en la boca como si estuviera mamando un pene. Los dos estaban decididos a jugar su juego y yo era un espectador de primera fila. Estaba excitado, viendo como mi esposa se entregaba a otro hombre. Pero lo estaba haciendo de una manera que parecía una profesional de la putería. Para ambos, yo no existía, no estaba presente, porque había notado que ya ni volteaban a verme.
Tu empezaste a acelerar la dedeada que le estabas dando a mi mujercita y esta estaba llegando a su primer orgasmo, porque así lo decían sus gemidos y sus espasmos. Tanto que tuvo que dejarse caer en la cama, se corrió irremediablemente, los dedos de su primer amante, estaban llenos de sus secreciones vaginales y ahí me llevé una nueva sorpresa de mi esposa. Tal cual lo hacen las actrices porno, agarró la mano con la que tu le habías masturbado y empezó a chuparte los dedos, algo que yo le había ofrecido hacer alguna vez y me lo había negado, pero era lógico, tu eres el macho alfa, yo solo un simple cornudo maricón.
Pero a ti como su nuevo amante te estaba regalando un espectáculo digno de una película porno. Después y como ella estaba sentada en la cama y tu estabas de pie con tu pene afuera, mi mujer te agarró la herramienta y primero la empezó acariciar. Después se la empezó a pasar por su cara, por su boca, se la restregaba por toda su cara y entonces tu le dijiste:
Te gusta mujer? Te gusta mi verga?
Si, dijo Laura, quien seguía jugando con la verga de su amante en la cara
Porque te gusta mi verga? Preguntaste.
Y por primera vez, que empezaron a jugar ambos, volteo a verme y le dijo
Porque la tienes más grande que la de Juan Carlos.
Voltea a verme, mírame a los ojos cuando me hables, vuelve a decirme porque te gusta más mi verga, que la de tu marido?
Y en un estado de éxtasis le respondió casi a un grito
- PORQUE LA TIENES MAS GRANDE QUE MI MARIDO
Después tu le dijiste….
Ahora si díselo a él, velo a los ojos y dile claramente porque te gusta más mi verga que la de él, ordenaste.
PORQUE LA TIENE MAS GRANDE, ESTA MAS GORDA Y PORQUE SE QUE ME VA DAR UNA BUENA COGIDA ESTA NOCHE Y TAL VEZ OTRAS MAS!
Mientras mi mujer seguía mamando tu verga, te empezaste a despojar de tu camisa y mi esposa te bajó el pantalón hasta los tobillos, te ayudó a quitarte los zapatos y después los pantalones y una vez conseguido eso, siguió en cuclillas mamando tu verga y en una de esas, volteó hacía donde estaba yo y me miro diciendo:
- Así querías ver a tu mujercita, como toda una puta? Mira que rico se la chupo, esta gruesa, grande y bien dura, te gusta como lo hago? Se agarraba una teta, se metía la mano para acariciarse la vagina, pero con su otra mano, no soltaba la verga de su amante.
Después tu le ordenaste que se subiera a la cama y se abriera de piernas y dijiste:
- Ahora Laura vamos a lo que viniste, a recibir una buena ración de verga, para que veas la diferencia entre tu esposo y yo.
Debo confesar que estoy plenamente enamorado de mi esposa y que es el amor de mi vida, definitivamente, pero el solo hecho de imaginarla siendo poseída por otro hombre me excita muchísimo; y este día había llegado contigo, y lo estaba disfrutando en verdad, pero creo que Laura, también estaba maravillada y sumamente excitada por el momento. Al parecer ella era la más feliz con mi deseo.
Laura se acostó boca arriba, abrió sus pierna y empezó a frotar su vagina, que estaba mojada como nunca, tu sacaste de tu pantalón un preservativo y aquí vino otra sorpresa para mí, una más en la noche.
Laura te dijo :
- No, no te pongas el condón, si le voy a poner los cuernos a mi maridito, que se así, sin preservativo. Él quería que otro hombre me cogiera, pero las condiciones las pongo yo. Y no quiero que te pongas condón.
Lanzaste una sonrisa victoriosa y dijiste…
- Así me gustan las mujeres, si van andar de putas, que lo hagan bien. Y si quieres que te la meta sin condón, te la meteré y te llenaré toda con mi leche.
Te agarraste la verga y la blandiste cual espada sobre mi mujer y te dispusiste a poseerla. Le metiste una almohada debajo de sus caderas, tu estabas parado a un lado de la cama y mi esposa acostada, con sus piernas abiertas, lista para recibirte. Entonces, agarrándote la verga con una mano y con la otra le alzaste una pierna a mi mujer y volteaste a verme, esperando que te diera mi aprobación y yo solo atiné a decirte…..-Cógete a mi esposa.
-Seguro que estás dispuesto a ser cornudo una vez más?
-Si, lo estoy.
El nuevo amante de mi esposa (o sea tu) empezaste a pasar tu verga por la conchita de mi esposa, que estaba totalmente mojada, jugabas con los labios vaginales de mi mujer y de paso lubricabas tu mástil, para que entrara lubricado y sin ningún contratiempo, ya que tienes la verga más gruesa que la mía.
Laura desesperada le dijo que quería que le metiera la verga ya
- Métela ya! La necesito adentro, grito Laura
Entonces pusiste la cabeza de tu verga en la entrada de su vagina y lentamente empezaste a metérsela, como disfrutando cada centímetro.
Laura, empezó a gruñir a cada centímetro que avanzabas y no dejaba de mirarte a los ojos y a animarte para que la metieras bien hasta el fondo. Cuando hubiste metido toda tu verga en la vagina de mi esposa, te quedaste un momento sin moverte, como disfrutando esa victoria sobre mi esposa y sobre mí. Entonces mi esposa, te dijo:
Que? Ahí te vas a quedar?
Debes aprender a esperar a que a tu macho se le ocurra comenzar a cogerte duro Laurita, ahora voy a darte lo que una hembra puta como vos anda buscando…
Entonces iniciaste un lento mete saca, despacio, lento. Como queriendo acostumbrarte al interior de mi mujer, ella gemía y tu le decías que estaba bien rica, que la estabas llenando…
Que rico la siento, que rico entra, dame duro, la necesito, por favor
Pídemelo como la puta que eres! Le ordenaste.
Por favor méteme tu verga en mi conchita caliente mi dueño, quiero que el cornudo de mi marido vea lo que es un macho de verdad y quiero que se vaya enterando que tan puta puede ser su mujer…
El alcohol y la calentura habían cambiado a mi mujer, porque estaba desconocida para mí. Usaba un lenguaje desconocido para mí
Aaaahhhh mi amor que vergota tienes, como me llena!!!.
Toma puta, que rica estás. Le decías tu.
Cógeme, cógeme duro papito.
Dime, le preguntaste, ¿Que soy desde ahora para ti?
Vas a ser mi macho, mi culiador, el que le pondrá los cuernos, al cornudo de mi marido
También vas a ser mi puta.
Si quiero ser tu puta. Respondía mi Laurita.
Hablaba como nunca lo había hecho, el placer al parecer era enorme, sentía podía sentir y escuchar como entraba y salía de mí mujer. Tomaste sus piernas y las pusiste sobre tus hombros, tu verga entraba más profundo, la movías lento, entraba y salía y Laura solo gemía de placer disfrutando las penetraciones. Así estuvo un rato, después tu la cargaste sin sacársela, la hiciste brincar sobre su tu verga, ella lo disfrutaba y lo demostraba con la forma en que se dejaba caer sobre tu verga, pero era inevitable que el orgasmo hiciera acto de presencia. Y mi esposa explotó y algo que nunca había pasado conmigo, fue ver como chorreaba sus líquidos sobre la verga de su nuevo macho.
Después de eso, la hiciste ponerse de perrito y se la volviste a meter, comenzaste a meter y sacar muy rápido, yo estaba extasiado con ese espectáculo, era la mejor película porno que había visto hasta ese momento y la actriz principal era mi esposa, su vagina era un mar de placer, se escuchaban los escarcheos que produce lo mojado de su vagina, con el golpe de las nalgas de ella y la pelvis del corneador. Tu eres un buen macho, ya habías aguantado muchísimo, yo no llego ni a 5 minutos, pero había llegado tu turno y de un golpe se la sacaste, le ordenaste que se volteara y descargaste toda su leche en su cara y sus tetas.
Laura abría la boca para recibir lo que podía de esa leche caliente. Tu te masturbaste hasta sacar la última gota de tu semen y ahí recibí una sorpresa más. Mi santa mujer hizo algo que jamás hizo conmigo, se dirigió a ti y te dijo:
- Acuéstate aquí mi macho, voy a limpiar tu verga.
Tu te dejaste caer arriba de la cama y ella, como buena afanadora empezó a limpiarte tu flácida verga. La chupaba y se tragaba todo lo que encontraba. Lo hizo hasta que la dejo totalmente limpia.
Y como si yo no existiera, mi mujer se acostó a tu lado, su nuevo amante y mi corneador, y te abrazó como lo hace conmigo, subiendo una de sus piernas en tu cuerpo.
Yo me quede ahí, sentado, como mudo espectador. Observando a esa nueva pareja. Creo que por los efectos del alcohol me quedé dormido y alrededor de las 7 am, mi esposa me despertó con un beso en la boca y me dijo,
- Despierta dormilón, hay que irnos a casa…
Mire alrededor, tu ya no estabas y mi mujer estaba desnuda, con la toalla en la mano, para meterse a asear… Me agarró la verga, la cual estaba flácida y me dijo:
- Lástima que no esté como debería, para haberle dado una buena mamada y sacarte la leche que traes, porque cogerme no te iba dejar, traigo toda inflamada y escaldada mi conchita… En la noche vemos como sigue y te agradezco el regalo de hoy.
Y se metió a bañar, mientras yo la esperaba para irnos a casa...