El deseo de tenerte
Dos amigos que se conocen de hace tiempo, una red social, mucha imaginación y ... un encuentro planeado.
Acababa de salir del baño. Me había dado una ducha para intentar bajar la fiebre que me tenía desde el día anterior sin poder pegar ojo.
Sólo con la toalla me vino la inspiración, y antes de vestirme, abrí un bloc de notas del portátil que descansaba sobre mi cama para anotar algunas ideas para mi próximo relato.
Tenía un café caliente humeante en la mesita de noche, eso de la leche con miel remedio de mi abuela no es que me fuera mucho, y un par de pastillas para intentar bajar la puñetera fiebre.
Mi móvil sonó. Supe que no era un mensaje normal por el sonido. Ese era el de las redes sociales.
Efectivamente. Era uno de los chicos que me suelen hablar por Instagram y que está encantado con mis estados y mis publicaciones.
Aunque desde hace unos meses nuestras conversaciones se están volviendo un tanto...íntimas. Así que no sé como, bueno vale sí... lo sé, pero de hablar de como estaba llevando esos días del resfriado a estar hablando de lo interesante que sería entrar en mi habitación ahora mismo.
- - No se cuanto tardarías en salir corriendo.
- - Sabes que eso no pasaría.
- - No, ¿eh? ¿Sabes que estoy rodeada de pañuelos de mocos por toda la habitación, que tengo 4 tazas sin fregar desde ayer, y que tengo la naríz como si fuese Fofó? Además, si te acercas a mi boca te quedas pegado por los kilos de cacao que llevo en ellos para combatir la sequedad y el tener que respirar por la boca.
- - Hasta así estarías follable.
- - Venga ya... estoy horrible.
- - Exagerada.
- - ¿Exagerada?
Y le mandé una foto con mi cara de pocos amigos, con ojeras, ojos llorosos, rojos como la nariz, los labios agrietados, el turbante de la cabeza puesto...y eso fue una pequeña perdición. No por mi sensualidad reprimida bajo esa apariencia de escritora fracasada y pandémica, sino por que él se fijó en lo único posiblemente, sensual que había.
- - Te quitaría esa toalla de un tirón, te tumbaría en la cama y te agarraría las muñecas impidiendo que te movieras.
- - ¿Quién ha dicho que me movería? – Le seguí el rollo.
- - Pues entonces esperaría que me rodearas con tus piernas y pegases tu coño a mi, para que notastes como me pones.
Me abrí un poco la toalla, notando el fresquito que me recorría estando aún con la piel húmeda. Vamos, una situación ideal para curar mi resfriado en pleno proceso de infección viral. Los pezones se pusieron tersos, producto del frío y de la reciente excitación que estaba sintiendo al saber por donde iba esta conversación y lo mucho que me deseaba. Y en cierto modo... yo a él. Habíamos creado un ambiente íntimo, erótico, sensual, donde dábamos rienda suelta a la imaginación, conteniendo parte de la pasión.
Le mandé una foto tapandome los pechos y con la toalla entre mis piernas, tapando mi intimidad.
- Quiero ver más.
- No, es todo cuanto enseñaré.
- - Un poquito más...
- - Si quieres verlo tendrás que venir hasta aquí.
- - ¿Y si voy?
- - ¿Vendrías? – Una parte de mi lo ansiaba.
- - Si me lo pides enserio iré.
Ante la duda de no saber que hacer, se lo pedí. Y entre bromas y suposiciones quedamos para vernos una semana más tarde.
Le recogí en una cafeteria céntrica de mi zona. Nos dimos dos besos y una descarga eléctrica me recorrió de arriba abajo. Me puse un escote, sabiendo cuanto le gustaba y no me decepcionó al intentar evitar mirarlo varias veces sin éxito. Estuvimos durante un rato sin saber que decir, que hablar, donde mirar, hasta que un ángel vestido de camarero rompió el hielo y nos trajo los cafés.
Centrada en mi café y removiendo la cucharilla como si quisiera hacer desaparecer el local, me quedé absorvida por el olor del líquido oscuro que estaba en mi taza. Sentí su mano tocando la mía y pegue un sobresalto en el asiento. La cara me ardía, estaba cardíaca, porque no esperaba que fuese a venir de verdad.
- - Al final has venido...
- - Sí...
Silencio. Y como siempre se me dan mejor las acciones que las palabras metí una mano bajo la mesa y la puse en su pierna, aprovechando que estaba sentado a mi lado.
Nos miramos durante unos segundos y me perdí en el verde de sus ojos, saliendo de la inmersión cuando sentí como él me tocaba.
Me bebí el café y me fui al baño, saqué el móvil y le mandé una instantánea de mi boca sacando la lengua, con un mensaje debajo “ven aquí“.
Al minuto escuché como la puerta se abría, me asomé del cubículo y le vi entrar. Agarré su brazo y lo metí para dentro.
Frente a mi, presionada contra la pared me tocaba el pelo y me miraba de arriba abajo mientras su mano se clavaba en mi cintura.
Abrío mis piernas con la suya y la puso en medio, evitando que las cerrara. Su cadera presionaba mi cintura y empezaba a notar algo más que crecía bajo la tela.
Su boca a excasos centímetros de la mía, sintiendo su respiración agitarse, llevando yo mis manos a su pelo y acercando su cara más a mi. Sus ojos se quedaron clavados en mi escote, que me puse expresamente para él.
Puse un dedo en su boca y la entreabrió, observando en cada momento mi cara y lo que hacía. Me relamí, le miré y metí el dedo en su boca. Me acerqué más a él y susrré en su boca “ahora puedes ver lo que tu quieras“ y sentí como se le revolvía su erección bajo los pantalones y su respiración se agitó.
Llevé mi mano a su paquete y lo acaricié a través del vaquero, notando que seguía endureciéndose bajo mi contacto. “¿Hay algo que me quieras enseñar tu? “
Tragó saliva, asintió y agarró mi mano apretándola contra sus pantalones. Se acercó a mi boca y me besó, metiendo la lengua sin dejarme respirar, excitándome aún mas la situación, el momento, él... Me agarró de la barbilla, salió de mi boca, cogió aire y volvió a entrar, saliendo y mordiendo mis labios, pasando la lengua por ellos y pegando su frente a la mia.
Agarré su cinturón y tiré de el, abriéndolo con impaciencia para meter la mano bajo sus boxer. Él llevó sus manos hasta mis pechos, que apretó y junto, metiendo su cara en ellos y suspirando contra mi piel. Abrió la camia y cuando quiso sacarlos del sujetador le frené. “Aquí no“ .
Le pedí que saliésemos uno detrás de otro, que le esperaba en la puerta. Nos fuimos hasta mi casa. Abrí, entramos y me quedé frente la cama, de espaldas a él.
Escuché como la puerta se cerraba, sus pasos hasta mi. El sonido de la cremallera de su chaqueta bajando. El sonido de ésta cayendo sobre la mesa. No podía darme la vuelta porque lo que estaba a punto de pasar podia cambiar de parecer en un momento a otro, y una parte de mi ansiaba mucho que pasara.
Noté sus manos agarrando mi cintura, como me pegaba a él, sus labios en mi oído respirando acelerado. Subiendo sus manos por debajo de mi camisa y descendiendo con su boca por mi cuello. Me estremecía en sus manos imaginando las mil y una cosas que me había dicho a través de la red y las posibilidades de cumplirlas todas aquí.
Cerré los ojos, centrándome en la sensación de sus besos y su lengua por mi piel. Moví el culo, para posicionarlo contra su erección y notarla palpitar. Me mordí el labio envuelta en un mar de sensaciones que me impulsaban a querer más.
Me dio la vuelta y me abrío la camisa de golpe, saltando algún que otro botón, y me dejó en sujetador. Le aparté, me di la vuelta y me quité el calzado y los vaqueros mientras movía mi culo de manera insinuante y notaba sus ojos pegados a mi.
Volví a hasta él y le quité la camiseta dejando su pecho al descubierto, enredando mis dedos en su vello y descendiendo hasta su cinturón. Lo abrí, tiré de el y bajé sus pantalones pasando mi cara por su paquete. Subí, con mi cara pegada a él sin dejar de observarle y sonreir, rozando en el proceso mis pechos contra su paquete.
Tragó saliva y se endureció aún más. Agarró mi cabeza y me pegó a su boca mientras sus manos iban a mi espalda a desabrochar mi sujetador. Dejó mis pechos al aire y los agarró con sus grandes manos, abarcando casi toda la carne de la que disponía, apretó, acarició el pezón con el pulgar y bajó su boca hasta ellos para lamer, besar, morder... chupando con gana y deseo apretándolos contra su cara y su boca. Pasaba la punta de la lengua mientras observaba mis ojos y chupaba desesperado como un crío hambriento mis pezones duros.
Agarré su cabeza, hundiéndolo más en ellos y tiré de su pelo hacía atrás para que me mirara. Se apartó y me tiró en la cama, llevó su mano a mi sexo y me tocó por encima de la tela, agarrándolo con toda su mano y apretando. Aumentando mi excitación. Pasó los dedos por el y los llevó a mi boca mientras se colocaba sobre mi en la cama.
Descendió despacio por mi barbilla, llegando a mis pechos, hasta llegar al filo de las braguitas, de las que tiró con el dedo para bajarlas un poco. Aún con ellas puestas acercó su boca a mi intimidad y pasó la lengua, clavando un poco los dientes, hasta que subió a la cinturilla para agarrarla con ellos y con ayuda de las manos tiró para abajo, quitándome la única ropa interior que me quedaba.
Se sentó sobre mi, teniendo su paquete a escasos centímetros de mi y llevé mis manos hasta el. Agarré fuerte notando como latía en mi mano y la introducí en los calzoncillos para sacarla, aprovechando la postura para rozarla por mis pechos. Se apartó, bajó y agarró mis muslos se posicionó de rodillas en medio y llevó su polla hasta mi sexo, rozándome y empapándonos el uno al otro haciendo suaves movimientos de arriba y abajo.
Estaba al borde del colapso. Necesitaba sentirle dentro de mi, que me llenara, que me follara como tantas veces me había dicho. Ansiaba que me tocara.
Se colocó el condón y lo empujé contra la cama, me puse sobre él a horcajadas, agarré su miembro duro y lo introducí dentro de mi despacio, sintiendo el doble placer por mi y por ver su cara de desesperación y excitación. Subí y bajé varias veces. Pegándome lo más posible a él para que con cada movimiento mis tetas se movieran al ritmo del baile que estaba creando sobre su cuerpo, pero sobretodo por el simple placer de sentir las cosquillas de su barba por mis pechos, rozando mis delicados y duros pezones.
Agarré sus manos y me clavé más aún en él. Paré. No quería que se acabase tan pronto.“fóllame como tantas veces has deseado“susurré en su oído cuando me incliné, con mis tetas descansando en su pecho.
Sentí como se endurecía y temblaba dentro de mi.
Me levantó, desencajándome de él y me puso a cuatro patas. Detrás besó mi cuello, rozándome con su barba mientras bajaba, dándome pequenos mordiscos en la espalda. La piel se me erizaba.
Agarró mis nalgas y clavando los dedos en la piel me pegó más a él, cogió su erección y la puso en mi entrada. Con una mano en mi cadera y la otra en la parte baja de mi espalda fue apretándose más contra mi hasta que la metió, entera, sintiendo como se adaptaba a mi estrecho interior. Empezó un movimiento de mete saca que pasaba de ser ligeramente dolorosos a extremadamente placentero.
Apoyada sobre la cama, con la cabeza sobre la almohada, me costaba contener los gemidos de placer. Desde esa posición tenía total acceso a mi sexo, que tocaba y masturbaba mientras no dejaba de penetrarme.
Los quejidos retumbaban por la habitación, mezclándose con los sonidos que se escapaban de su garganta. Secos, animales, roncos... era consciente que estaba disfutando tanto como yo.
Mis piernas temblaban por la presión de la postura, por las ansias de correrme y por la agitación de mi cuerpo con cada embestida. Hasta que sentí como mi orgasmo se acercaba, como mi corazón se aceleraba y le pedí “Más fuerte“ mientras yo aumentaba el ritmo. Me dejé llevar mientras se estremecía mi cuerpo y me empapaba más aún sobre él.
Me dejé caer sobre la cama mientras él seguía con sus embestidas, hasta que paró y me dio la vuelta. Sabía perfectamente lo que quería.
Me senté sobre la cama, le quité el condón y junté mis pechos con su polla en medio. La apreté con ellos y comencé un suave masaje sobre su polla mientras él observaba, atónito, la escena. Cuando bajaba mis tetas y su miembro sobresalía le lamía la punta, mirando de reojo como me miraba y como su cara se tornaba en deseo y placer extremo. Me agarraba la cabeza, apretándome el pelo, intentando controlar la necesidad de apretarme más contra él.
Instintivamente movía su cadera contra mi, arriba y abajo, hasta que aceleró el ritmo y se dejó llevar, corriéndose en mis tetas y salpicando mi boca.
Se apartó, le miré y lo que pasó después... otro día os lo contaré.