El deseo de Helena

"Te lo dije". Helena no paraba de recordarse las palabras de Tony resonando en su cabeza de vuelta a casa. "Te dije que ibas a gozar como nunca”.

El deseo de Helena

-- Capítulo 5 --

" Te lo dije ".

Helena no paraba de recordarse las palabras de Tony resonando en su cabeza de vuelta a casa.

" Te dije que ibas a gozar como nunca ”.

Montada en el bus camino a casa, solo tenía en su cabeza el recuerdo del sudor mezclado con el resto de fluidos, la ropa tirada por el cuarto y el olor a sexo que inundaba toda la habitación.

Si hace unos meses le hubieran dicho que ella iba a ser la responsable de semejante acto en una casa, se habría echado a reír pensando en cuantas copas habrían hecho falta para acercarse a algo así, pero anoche no había tomado una sola gota de alcohol. Y sin embargo, tampoco podía decir que había actuado ella esa noche, de algún modo, había estado en un trance, un estado de embriaguez que estaba arraigado en la cabeza de Helena y en cada centímetro de su piel, en sus papilas gustativas, su olfato, y en sus retinas.

Se había preguntado también que hacía montada en el autobús cuando Tony la había recogido y llevado tantas otras veces en su coche, pero esta vez no había hecho siquiera el ademán de levantarse para llevarla a casa. No creía haber hecho algo que le hubiese podido enfadar, no después de todo lo que habían pasado hacía apenas unas horas.

Llegó a la parada del bus, y de no ser por el anciano que le golpeó accidentalmente en el hombro al bajarse, la habría perdido. Pestañeó para deshacerse del embobamiento y bajó del bus. Ya en casa, se dio una ducha caliente, intentando relajar su cabeza, pero habían profanado cada rincón de la casa, era imposible notar el agua del grifo sin recordar el tacto frío de los azulejos contra sus pechos y el cuerpo de Tony Ardiendo detrás de ella.

Suspiró una infinidad de veces y se dedicó a lavarse y cuidarse su cabellera, eso siempre la relajaba, y cuando acabó, apenas consiguió llegar a la cama para caer profundamente dormida. No tuvo fuerzas ni para soñar.

Al día siguiente, pasadas muchas horas, Helena se despertó casi sin saber si era de día, de noche, tarde o temprano. Solo sabía que había dormido como los ángeles y notaba todo el cuerpo entumecido, pero a la vez sumamente relajado. Revitalizada, por muy cansada que se encontrase.

Helena rebuscó su móvil por la habitación y vio una llamada perdida de Antonio, no dos ni tres, solo una, hacía solo un par de horas. Fue ver su nombre en la pantalla y de nuevo notar cientos de sensaciones y recuerdos inundando todo su cuerpo provocándole un escalofrío de lo más apetitoso y extraño.

Le devolvió la llamada casi por instinto, sin pensar, escuchando atentamente hasta los pitidos previos a que Antonio pudiese coger el teléfono.

Tardaba en cogerlo, dos, tres pitidos, igual estaba ocupado, aunque por lo que Helena sabía tenía mucho tiempo libre, siempre cogía el teléfono.

Cuarto pitido, quinto... ahora saltaría el buzón de voz.

-¡Helena! Ya pensaba que preferías masturbarte pensando en mí en vez de volver a hablar.

Aquella frase la dejó descolocada, siempre era un tanto especial saludando. En realidad era difícil decir que Antonio era normal en siquiera un solo punto de su vida.

-Sabes perfectamente que yo no me... -respondió rápido ella a la defensiva.

-Después de lo de anoche yo ya me lo espero todo de ti, guapa - Antonio se reía a carcajadas al otro lado del teléfono.

Helena volvió a quedarse sin palabras después de aquel ataque tan directo, sabiendo lo delicado que era para ella el tema de su vida sexual.

-Bueno, no te preocupes, solo era por saber que habías llegado bien a casa ¿Todo en orden, no?

-Sí, sí, todo bien, lo de anoche fue...

-Lo de anoche fue un caramelo - le volvió a cortar -Un caramelo puesto encima de la primera capa de la tarta más exquisita del mundo, no tienes que darle muchas vueltas.

Le encantaba jugar con esas metáforas, siempre lo hacía, y había veces que Helena se perdía cuando intentaba descifrarlas, y había veces que las malinterpretaba por completo.

-Bueno y... ¿Cuándo quieres volver a quedar?

-Pues tengo la semana un poco ocupada, la verdad, no estoy muy seguro de cuándo vamos a poder hablar -le contestó tajante Antonio -Ya te llamaré ¿Vale? No seas mala.

-Vale, espero tu llamada.

Helena sonrió, aunque Antonio no pudiese ver la sonrisa al otro lado del teléfono.

-Y olvida eso, mejor se mala, muy mala.

Se despidieron entre risas y Helena se quedó mirando la pantalla embobada unos segundos, pensando qué sería tan importante para mantenerle una semana ocupado cuando prácticamente hablaban a diario. Pero bueno, todo el mundo tenía ocupaciones, ya llamaría al día siguiente escaqueándose con cualquier excusa. Dejo el móvil a un lado y se dispuso a organizarse mentalmente para la semana de trabajo que le esperaba a ella, el fin de semana no había sido lo que se decía, muy productivo.

Siendo sincera Helena consigo misma, aquel día fue de todo menos productivo. No podía parar de recordar las horas en la cama con Antonio, preguntándose cómo había empezado todo y era incapaz de decidir si había habido algún punto de inflexión, había sido todo una especie de éxtasis que ocurrió nada más entró por esa puerta. Había sido la primera vez que entraba en casa de Tony, y tenía mucha curiosidad, deseo, y miedo, de saber cómo sería la segunda.

Intentó concentrarse una vez tras otra en su agenda, en sus proyectos, pero era ver la mesa de trabajo, y recordarse tumbada sobre la mesa del comedor, con sus pechos bamboleando con el compás de las caderas de Tony mientras ella solo podía clavar sus uñas en su espalda pidiendo que la follase más y más duro.

Suspiraba, apretaba los ojos, e intentaba cambiar de hábitat de trabajo, pero era imposible. El sofá, la cocina, la cama, la ducha... Incluso en la puerta de la casa había estado tumbada en el suelo esperando a que Tony volviese a follarla por enésima vez. Estaba claro que era imposible concentrarse por el día de hoy, así que decidió dejar todas las cosas e intentar salir fuera con una amiga a despejarse y calmarse, no estaba dispuesta a contárselo a nadie, y menos a sus amigas que la tachaban de "mojigata", tan solo el hecho de hablar de eso con otra persona que no fuese Tony le daba una vergüenza que la hacía sonrojarse cual tomate en cosecha de verano.

Llamó a un par de amigas, y acabó saliendo a tomarse un café con ellas, hablando de cualquier cosa que quisiesen hablar, pero incluso eso le salió mal en cierto modo. Sus dos amigas, Lucía y Alicia, no paraban de hablar de sus respectivos novios, y las posturas que más les gustaban a ellas, y las cosas que no hacían porque les daba "asquito".

-Ay pues yo no me lo trago, yo siempre voy al baño, que asco…

-Pues a mí me da menos asco tragármelo, el saborcillo hasta me gusta

Esas y otras frases tenía que escuchar intentando pensar en algo que no fuese sexo y solo sexo, solo podía rogar por no ponerse colorada pensando en que si había alguna mojigata entre las tres que estaban allí sentadas tomándose un café, desde luego no era ella.

O quizá sí lo era, no pudo evitar planteárselo. Quizá solo había sido cosa de una noche pero era pensar en Tony y calor corporal se quedaría corto con la sensación de erupción volcánica que le recorría el pecho y su sexo. No tenía ni idea de cómo reaccionaría la próxima vez que estuviesen solos, si le saltaría al cuello en busca de más, o si se quedaría agazapada como un conejillo indefenso.

Llegó a casa, después de un día totalmente nefasto, y solo pudo repetir la operación del día anterior, darse una larga y caliente ducha para intentar relajarse. Procuraba disfrutar del efecto relajante del agua caliente y el vapor mientras se enjabonaba todo su cuerpo, aún inexplicablemente sensible después del día de ayer. Se sorprendió masajeándose los pechos instintivamente, notando el tacto suave bajo la espuma, acercándose a los azulejos intentando recordar la sensación con Antonio. Dejó que sus pezones tocaran los azulejos, fríos al tacto, y luego pegó aún más los pechos, intentando meter los riñones, elevando su trasero, como si él estuviese allí con ella para hacerla suya otra vez. Pegó su cara a los azulejos, mientras el agua caía, en busca del contacto frío por intentar calmarse, mientras volvía a pensar en cómo la agarraba de la cintura con una mano mientras con la otra le agarraba con firmeza del cuello y la obligaba a besarle mientras su polla se hacía dueña del interior de su coño, muy gentilmente cada vez que la besaba pero luego volvía a sentirse totalmente enloquecida cada vez que la sujetaba con las manos por la cintura y adquiría un ritmo del demonio, notando como esa polla entraba y salía de ella, la follaba sin ningún tipo de compasión ni remilgo y eso solo acababa haciendo que se pusiese más y más cachonda.

Se sorprendió de nuevo a si misma cuando acabó introduciendo uno de sus dedos dentro de su coño y se escapó un gemido de entre sus labios. No sabía ni como había llegado a estar tan húmeda cuando hacía un instante estaba sobándose las tetas pero no quería perder esa sensación, quería seguir recordando como Tony se la había follado en la ducha, como era capaz de colocarla con esos brazos fuertes y robustos en la posición que él quisiese, y de un solo pollazo acabar haciendo que gimiese, apretase los dientes y arquease la espalda en busca de más. Y ella misma empezó a mover las caderas al ritmo que su mano empezaba a deleitarse con su coño.

En pocos instantes acabó sucumbiendo al deseo de sentirse follada por esa polla que la volvía loca y empezó a gemir en la ducha, apretando sus dedos dentro de su coño, intentando no perder la fuerza en las piernas para no caerse, agarrándose a la pared como podía mientras el recuerdo de esa polla destrozándola allí en la ducha le hacía que se estremeciese tanto o más que sus dedos jugando con su coño en ese instante. Estaba enloquecida, totalmente en trance entre los vapores de la ducha, sudando, jadeando contra los azulejos hasta contraerse por completo todo su cuerpo recordando como chillaba poseída cuando se corría sobre la polla de Tony hasta acabar corriéndose en ese instante, apretando las piernas entre sí de la excitación, sentándose como pudo en la bañera, dejando que el agua cayese sobre ella mientras recuperaba el aliento.

Estaba agotada, y con los ojos entrecerrados, disfrutando del vapor del agua y la sensación de placer en su coño y todo su cuerpo. Era consciente, en algún lugar muy dentro suya, que lo de la noche anterior no había sido ningún tipo de éxtasis que se rompiese cuando salió de esa habitación.

Era algo más parecido a una hipnosis, el efecto perduraba en ella y en cualquier caso no tenía ningún problema en admitir que aquello le encantaba. Le asustaba también, pero estaba enloquecida de placer en ese momento como para preguntarse nada, tan solo podía disfrutar del agua cayendo sobre su cuerpo esperando a que sus labios dejasen de estar tan sensibles como para no poder ni rozarlos. Después se levantó, aún con las piernas temblando levemente, acabó cerrando el grifo de la ducha y se enrolló una toalla,  fue al dormitorio, cayendo pequeñas gotas por el camino al cuarto en el pasillo y acabó tumbándose con la toalla puesta, y dejándose caer en un profundo sueño.

Y esta vez sí soñó. Soñaba con una imagen suya, con su cara completamente desencajada por el placer. Recordaba muchas escenas en ese sueño, y muchas no habían ni ocurrido en la noche que había follado con Tony. Se levantó al día siguiente y fueron diluyéndose esas imágenes en su cabeza.

Enseguida miró el teléfono, en busca de alguna llamada perdida, pero no había ninguna. Durante toda la semana, Helena no supo nada sobre Tony.

Fin del capítulo 5


Este es el primer relato (sí, no está ordenado cronológicamente) de lo que espero pueda ser una pequeña saga para animarme a escribir con asiduidad, todos los relatos pueden encontrarse en mi blog, y el que quiera es libre de ponerse en contacto conmigo vía skype para hablar detenidamente de correcciones gramaticales, y narrativas en general.

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