El descubrimiento del ser (4: Formando un trio)

Miguel también se tendió sobre la alfombra, cogió a ana por la cadera y la sentó de espaldas a él, penetrándola. Mientras esta lamía extasiada la concha de Maria, así de esa manera llegaron los tres a...

__ El descubrimiento del ser (4) __

Formando un trío

Maria no dejaba de pensar en Ana, y pensaba que si con Miguel, sentía tanto placer y con Ana también, con los dos seria algo inaudito, así que se puso a pensar en la idea de realizar un trío. Jajjajaj Reía ante la Mirada de Miguel, que ajeno a sus pensamientos le decía ¡algo estas tramando!

Había pasado una semana, Maria no paraba de darle vueltas a la idea de estar, junto a Miguel y Ana. Juguetear y sentir sus manos en su piel, se ponía frenética solo de pensar en esas manos en su cuerpo, en los labios de Ana repasando, los entresijos de su interior. Mientras Miguel, jugueteaba con sus cuerpos y llenando el hueco que Ana dejaba vacío en su interior.

Era tanto el deseo, que ella estaba anidando en su mente, que se dispuso a organizarlo, no sin antes averiguar si a sus amantes les apetecía, esa marabunta de caricias.

Así que ni corta ni perezosa, se dispuso a meter las uñas en los deseos de Miguel, para saber que pensaba de este peculiar deseo suyo.

Aquella mañana Miguel libraba, por lo que ella después de que los niños se fueran al cole, y su marido al trabajo, subió a casa de Miguel. Abrió la puerta despacio, sin querer hacer ruido para no despertarlo, se fue desnudando sin hacer ruido, se dirigió a la cama, donde Miguel se hallaba aun dormido.

Se introdujo en ella, observando el sueño de Miguel, que como un bebe dormitaba con gesto feliz y placido. Se arrimo a su cuerpo, se acoplo a él metiendo sus piernas junto a las suyas, acerco su pecho a la espalda de Miguel, el cual despertó sintiendo la calidez y el pecho de Maria; que sentía duro y erecto, queriendo traspasar su espalda y salir hacia el suyo. Notaba la respiración agitada de Maria, que en su vaivén hacia rozar los pezones en su piel.

Se quedó quieto, disfrutando del calor y la fogosidad, de aquel cuerpo que lo estaba envolviendo, Maria pasó su brazo por encima de sus costados, acariciando su pecho, y notando la respiración entrecortada de él.

Se hizo el dormido, dejando que sus sentidos fueran despertando, en la suavidad del aquel despertar que lo estaba llenando de deseo.

Maria se acerco a su cuello, aspirando profundamente el calido aroma, que el cuerpo de Miguel despedía. Quedándose envuelta en aquella pasión que él provocaba en su corazón, en su cuerpo, en su ser.

Así se quedaron algunos minutos, mientras Miguel notaba como su pene se iba alargando, despertaba al día al igual que sus ojos, se abrían a la mañana.

Se dio la vuelta buscando esos ojos, que al igual que un espía esperaban atentos descubrir, el destino de su objetivo, de su deseo ¡su mirada!

Buenos días amor, le decía Maria sonriente y dispuesta, estampando un beso en los labios de él, beso al que él respondía lleno de ternura. Miguel empezó a tocar la piel de Maria, pasando sus manos por detrás de su espalda y bajando hasta sus glúteos, Maria hacia lo propio, llenando de caricias el cuerpo de Miguel y así hicieron el amor como dos locos, llenando de gemidos aquella habitación.

Se levantaron, se asearon y Maria preparo un buen desayuno. Se sentaron a la mesa y lo devoraron con ansia. Maria se puso un poco seria, Miguel se dio cuenta y le pregunto. ¿Que te pasa?. Ella con la picardía que la caracterizaba le pregunto ¿Miguel a ti no te atrae ninguna chica del gimnasio?, ya estas con tus celos, es que me parece muy egoísta, que por mi parte yo disfrute de dos hombres, y en cambio tu solo disfrutes de mi, ya sabes Maria te quiero y aunque hay chicas que estarían dispuestas, y no te voy a negar que me atraen, mi corazón solo disfruta contigo. ¡Te amo Maria!

En ese momento Maria aprovecho para decirle, ¿y si me ves disfrutar a mi?, ¿te importaría compartirme con una chica?, Miguel la miró sorprendido, preguntándole ¿tienes algo que contarme Maria?

Ella le contó lo sucedido en el vestuario del gimnasio, diciéndole lo mucho que disfruto, pero que seria genial si pudiera compartirlo con él.

Miguel se quedo callado y pensativo un momento, subió su rostro la miro, sabiendo la gran carga sexual que ella tenia, y sonriéndole le dijo que no le importaría. Siempre que gozaran juntos, siendo cómplices, y tomándolo como un juego sexual más en su relación.

Ella contenta por su aprobación, se levanto de la silla y se sentó encima de el, ¡estaba excitadísima!, solo de pensar en aquella situación, que se les iba a presentar. Lo beso y lo abrazo al igual que una niña, cuando le dan permiso para hacer algo que desea mucho.

Y así sin más se marcho, no sin antes decirle, ¡déjame que lo planee! ¿Quieres?, a lo cual él asintió con una sonrisa en el rostro.

Llego a su casa, cogió el teléfono y marco el número de Ana, mientras escuchaba el tono de llamada, se mordía el labio solo de pensar en ese momento, esperaba que Ana aceptara. Oyo como levantaban el auricular y empezó a dialogar con Ana:

M- Hola Ana, ¿te acuerdas de mi?

A- Eres Maria no.

M-Si soy yo,

A- ¡Que tal estas preciosa?

M-Pues ya ves acordándome de ti, y de lo bien que lo pasamos.

A-Ya sabía yo, que te quedaste con ganas de más.

M-si, pero estaba un poco cortada era la primera vez que tenia contacto sexual con una mujer. Pero he de decirte que me gusto tanto que no he parado de pensar en ti.

A-Pues ya sabes cuando quieras, yo tampoco he dejado de pensar en tu piel, tú sonrisa y algunas veces me pierdo soñando con tenerte y hacerte sentir, mucho más de lo que en aquel momento te pude dar.

M-Solo una pregunta Ana ¿eres lesbiana o bisexual?

A-Chica yo soy de todo lo que me de placer y me haga ser feliz.

M-¿Te importaría hacer un trío?

A- Depende con quien

M-que te parece con Miguel el monitor de aeróbic?

A- bromeas, si es inaccesible

M-¿te gustaría o no?

A-Claro que si, si esta mas bueno que el pan.

M- Te parece que quedemos mañana después de la clase.

A- Chica estaré impaciente, relamiéndome de gusto por disfrutar de vuestros cuerpos.

M- De acuerdo quedamos entonces, ¡yo también estoy impaciente!.

Maria colgó el teléfono, se sentía nerviosa y muy excitada, mirando la hora que era y viendo que aun era temprano, subió de nuevo a casa de Miguel.

Sonó el timbre y Miguel abrió la puerta, se sonrió al ver a Maria de nuevo, ¡no puedes pasar sin mi verdad cariño! A lo que ella le dijo ya sabes que no. He hablado con Ana, y esta de acuerdo, así que he quedado con ella después de las clases, ¡te parece!. Me parece bien cariño.

Y llego el día siguiente, estaban en el gimnasio dando la clase pertinente. Miguel desde su puesto estaba súper excitado miraba a Maria y a Ana, que se habían puesto una junto a la otra, y se estaba preguntando como iba a satisfacer a aquellas dos mujeres, que se mostraban ante el fogosas y lujuriosas. Cuando se dio cuenta se había excitando en medio de la clase, notando como su pene se iba endureciendo, teniendo que hacer un gran esfuerzo para parar aquello que se estaba poniendo al rojo vivo.

Maria y Ana se fueron a las duchas, allí esperaron a que se fueran todas las compañeras, y al igual que al día anterior, se metieron a la ducha, se enjabonaron la una a la otra, haciendo que sus cuerpos fueran entrando en calor, estaban tan excitadas que no tenían espera, se besaron bajo el agua, dejando sus manos libres a caricias y besos, pero sin llegar a nada mas. Era como dar consentimiento a aquella experiencia que se les antojaba excitante al máximo.

Se vistieron y salieron del local, Miguel saludo a Ana, con un beso en la mejilla, a lo que ella aprovecho, para pasar su mano a la cintura de él, y bajar su mano hasta su culo, cogiéndolo, apretándolo y diciéndole al oído ¡vaya cariño estas buenísimo!

Entraron al coche, dirigiéndose hasta la casa de Miguel. Entraron y para romper el hielo, Miguel les dijo si querían tomar algo, a lo que dijeron que un zumo.

Miguel se dirigió a la cocina, sirviendo tres vasos de zumo de naranja, mientras ellas se habían sentado en el sofá, sin parar de meterse mano, la boca de Ana se juntaba con la de Maria. Sus lenguas, se paseaban mezclando sus paladares, y las manos volaban libres sin recato alguno por sus cuerpos, en ese momento Miguel entro al salón, con la bandeja en las manos diciendo, ¡vaya veo que no esperáis a nadie! las dos rieron, Miguel se acerco poniendo la bandeja en la mesa, ofreciendo a Ana un vaso con zumo de naranja, con lo que Ana le dijo acariciándole el muslo, chico de lo que tengo ganas realmente es de probar el zumo de tu cuerpo.

Bajó el pantalón de Miguel, su pene se oprimía tensando la tela y marcando así su masculinidad. Ellas notándolo, se miraron con complicidad, se levantaron acercándose a Miguel, que se hallaba de pie frente a ellas, y ni cortas ni perezosas, Maria lo beso en la boca, en el cuello, desabotonando la camisa de él. Mientras Ana le bajaba los pantalones dejándolos caer, se agacho ayudándolo a sacar, mientras sus manos se paseaban por esas piernas musculosas que tanto había deseado.

Las manos de Ana, subían recorriendo esos músculos duros, hasta llegar a sus glúteos, paso sus dedos por encima del bóxer notando la largura de su miembro y la dureza de este, estaba a punto de reventar.

Miguel se entretenía desnudando a Maria, besando sus pechos, mientras abajo, Ana se había encargado de bajar su bóxer, y estaba lamiendo sus bolas. Por un momento bajo la vista, la vio allí arrodillada, chupando su pene. Ella miro hacia arriba y se cruzaron una mirada lasciva y llena de deseo sobraban las palabras.

Maria se agarro a la espalda de Miguel, rozando los pezones a su espalda y bajando su mano hasta sus glúteos. Metió un dedo en su sexo, que estaba bien mojado, lo saco y lo llevo hasta el ano de Miguel, rozándolo y empujándolo, Miguel quedo extrañado de la sensación, que estaba sintiendo en aquel momento, no pudo mas que cerrar los ojos y abandonarse en aquellas dos mujeres que lo estaban poniendo frenético de pasión.

En aquel momento Maria también se arrodillo lamiendo el culo de Miguel que abriendo sus piernas dejaba que disfrutaran una por delante y otra por detrás. Las manos de ellas se encontraron en los muslos de él, por lo que dejándolo a un lado, se echaron sobre la alfombra y Ana siguió lamiendo el cuerpo de Maria. Miguel también se tendió sobre la alfombra, cogió a Ana por las caderas y la sentó de espaldas a él, penetrándola. Mientras esta lamía extasiada la concha de Maria, así de esa manera llegaron los tres a un orgasmo que los dejos extasiados. Allí sobre la alfombra del salón, siguieron disfrutando de sus cuerpos, los gemidos rompiendo el silencio, las pasiones se escapaban libres por la ventana, y Maria seguía descubriendo su ser.

Estas reuniones siguieron varias veces, haciendo que Maria gozara indescriptiblemente, pero como siempre quería más, y pensó en nuevas experiencias que os relatare otro día.

Espero que Maria nos sorprenda de nuevo, al igual que su ser se sorprende con cada descubrimiento.

Evelyn45