El descubrimiento de Daniela (y III)
Desenlace de la historia que ha unido a los tres protagonistas con un final bastante sorprendente.
Os recomiendo leer los dos primeros capítulos para que podáis entender toda la trama
El descubrimiento de Daniela
El descubrimiento de Daniela (II)
- Señor, Luis me ha propuesto quedar esta tarde. No nos vemos desde el día en que cogió el dinero de la caja fuerte del taller. Me ha llamado en varias ocasiones pero no le he respondido. No sé qué hacer.
Desde el día en que tuvimos nuestro primer encuentro Daniela me comunicaba cualquier cosa que le preocupaba o que le inquietara. Estaba clara la jerarquía entre nosotros. Parecía que se había producido una catarsis en ella. Como si un deseo oculto y reprimido de obediencia y sumisión se hubiese liberado y ahora su nueva y reconocida condición le permitiese mostrarse tal cual era.
- Debes quedar con él.- contesté. - Dile que está tarde a las 7 en la cafetería donde nos presentaste. Luego te daré más instrucciones.
- Sí, Señor.
- Ahora me apetece jugar un rato contigo, zorra.
- Como desee, Señor.
- Dentro de cinco minutos te haré una videollamada. Ese es el tiempo que tienes para prepararte.
- Así será, Señor.
La sumisión de Daniela había florecido en todo su esplendor. No había discusiones ni divergencias. Recibía la orden y la cumplía inmediatamente.
Transcurrido el tiempo que le había dado de margen, realice la solicitud de videollamada. Tal y como anticipó, Daniela estaba preparada. De rodillas, con un conjunto de ropa interior a juego. Nada espectacular, más bien algo sobrio. Sujetador y bragas negros, sin dibujos ni encajes. Las bragas eran tipo culotte. Me encanta la forma que le dan a su trasero.
- ¿Te has preparado bien, marrana?
- Sí, Señor, todo está como le gusta.
- A partir de ahora la preparación va a incluir un nuevo paso. Quiero que te presentes siempre con el ano lubricado.
Daniela encajó la instrucción con una ligera mueca. También me apetecía que mostrase algún síntoma de contrariedad o desagrado porque eso me permitía adiestrarla con el placer que también conlleva.
- ¿ Tienes algún problema con eso, perra?
- Señor, nunca he utilizado mi ano y no creo que me vaya a gustar.
- ¡Jajajajajaja! - reí con superioridad. - Dos cosas. La primera que aquí de lo que se trata es de mi placer, no del tuyo. La segunda es que, hasta ahora y eso va a seguir siendo así siempre, nunca has hecho ni harás algo que no desees hacer . Daniela pareció resignarse y, en cierto modo, confíaba que fuese verdad que acabara por desear hacerlo.
Ahora el animal que se había liberado era el mío. Con el agravante de que mi animal estaba gobernado por la cabeza no por la polla.
- Baila para mí, zorra. Quiero que te muevas de forma sucia, obscena. Que te muestres. Enséñame la mercancía que me pertenece.
Daniela comenzó a bailar, a moverse. Estaba preciosa, sensual y sexual. Se mostraba sin pudor. Se sabía observada y deseada.
- Bájate las bragas hasta medio muslo. Déjalas ahí y separa las piernas para que no se caigan. Empieza a tocarte. Quiero que te hundas dos dedos dentro de la raja del coño
Y que los dejes quietos, sin moverlos, únicamente con ellos dentro, metidos, clavados.
Obediente, se penetró delante de la cámara. Sus dedos desaparecían dentro de su agujero. Inmóviles. Sólo el movimiento de las caderas al moverse era lo que provocaba el roce dentro de su cavidad y lo que estaba generando que el flujo brotase de su interior. Un flujo que era espeso y blanquecino.
- ¡ Rasca !- ordené.
Comenzó a mover los dedos en su interior. Su cara delataba que el placer era verdadero e intenso.
- Agacha un poco el culo, quiero que tus piernas se abran y tu raja se ofrezca más.
Tal como escuchó mis instrucciones las cumplió. Su postura era forzada y eso daba más valor a mi dominio y a su entrega. Continuaba compaginando el baile con la paja que se estaba haciendo y todo eso bajo mi supervisión.
- ¡En cuclillas! -Todas mis órdenes eran satisfechas según salían de mi boca.
- Sigue rascando, busca dentro de ti. Quiero que te rasques con ganas. Dale, dale fuerte.
Su rostro estaba cada vez más crispado. El placer que entraba por su sexo se repartía por todo su cuerpo y se hacía visible en su cara.
- Pide permiso para correrte, putilla.
Mi poder era total sobre ella. Tenía el control absoluto de su voluntad y no iba a perder la oportunidad de ejercerlo.
- Señor, pido permiso para correrme.
- Humíllate un poco más. Un orgasmo bien lo merece.
-Señor, permita a esta perra que pueda correrse gracias a su generosidad y poder regalarle mi placer.
Sus palabras sonaban a música celestial. Apenas tenía que corregirla o adiestrarla. Su sumisión era completa.
- Córrete, furcia. No tengo todo el día para ti. - Cada frase estaba pensada para que su voluntad se fuera doblegando cada vez más.
- ¡ Gracias, Señor! !Aaaaahhhhhhh! ¡Me corrooooo...me corroooo! Señor, gracias, gracias.
Sus rodillas se doblaron fruto del placer y cayó sobre el suelo quedando en esa postura sumisa.
- Limpia tus dedos, guarra .
Sacó la mano del coño y lamió los dedos y la palma de la mano hasta la muñeca que era por donde se había deslizado el flujo que se arrancó durante la paja y el orgasmo.
Sin más corté la videollamada. Yo decidía cuándo empezaba y cuándo acababa.
Eran las cinco de la tarde. Ya no faltaba mucho para la cita. Lo que Daniela no sabía, y mucho menos Luis, es que yo también iba a estar presente en el encuentro.
Mandé un mensaje de texto con las instrucciones y le anuncié que yo también acudiría a la cafetería.
- Pero, Señor, ¿seguro que es una buena idea? Luis no sabe nada del cambio que ha habido en nuestra relación y va a ser muy difícil mantenerlo en secreto.- me contestó ella.
- Tú preocúpate únicamente de cumplir con lo que te he dicho. Yo ya sabré qué hacer y cuándo y cómo actuar.
Cinco minutos antes de las siete, Daniela entraba en la cafetería. Habló con uno de los camareros y, tal y como le indiqué, preguntó por una mesa para tres reservada a nombre de Azote. Cuando el camarero le escuchó, esbozó una ligera sonrisa y le acompañó hasta una de las mesas del fondo.
- Aquí está su mesa. Espero que disfrute de su compañía. - y con un guiño de su ojo derecho dejó a Daniela con la cara absolutamente roja por la vergüenza.
Un rato más tarde, sobre las siete y diez, tarde como siempre, llegó Luis.
- Hola, chata. Ya era hora de que te dejaras ver. ¿Qué pasa, chochete, ya no quieres mandanga de la buena?
Luis seguía, como no podía ser de otra manera, siendo tan galante como acostumbraba.
- He estado bastante atareada con temas de la universidad. La verdad es que me he olvidado prácticamente de todo el mundo .- mintió Daniela.
- Pues yo traigo la polla llena de amor, jajajajajaja. ¿Quieres tu dosis?
- Eres un bruto. No me gusta que me hables así y menos en un lugar donde pueden oirte.
Estaba claro que el gañán ya no le hacía tanta gracia.
A los cinco minutos de llegar Luis, Daniela recibió un mensaje mío en el móvil.
- Imagino que, siguiendo mis órdenes, has metido un plug en el bolso y debajo del vestido irás sin bragas. Dentro de un minuto vas a recibir un mensaje en el teléfono. Pásale el móvil a Luis cuando lo recibas sin verlo tú antes.
La cara de Daniela era un poema. Su rostro se enrojeció con la misma rapidez que su coño se inflamaba y comenzaba a producir flujo que directamente mojaba su vestido y la silla de la cafetería. Sentía nerviosismo y deseo a partes iguales ante la situación que se le venía encima pero lo que no dudaba ni por un segundo era en desobedecerme.
Cerró el móvil y casi empezó
mentalmente
una cuenta atrás
esperando que entrase el nuevo mensaje.
A los pocos segundos, el dispositivo se encendió y emitió la característica vibración que avisaba de que un mensaje acababa de entrar. Daniela cogió su terminal, comprobó que quien lo enviaba era Aurelio y, sin dudar un instante, le dio el teléfono a Luis.
- Es para ti.
- ¿Cómo que para mí, si ni siquiera lo has leído? Además, ¿por qué me iban a mandar un mensaje a tu móvil?
- Es para ti - repitió Daniela. - Léelo .
Luis cogió el móvil bastante sorprendido y leyó el mensaje.
Nada más leerlo miró a Daniela con los ojos casi desorbitados. Volvió a leer el mensaje para asegurarse de que lo que había entendido era lo que realmente ponía.
Daniela le miraba entre excitada y expectante. No sabía qué podía poner en el mensaje y eso le estaba devorando por dentro.
- ¿Pero qué dice este pringao? Tu amiguito lo flipa. ¿Es cierto lo que pone?
- No sé lo que pone. El mensaje era para ti y tú eres quien lo ha leído.
- ¿Pero porqué sabías sin leerlo que era para mi?- dijo Luis sin entender nada .
- Porque antes me llegó otro mensaje diciendo que el siguiente sería para ti.
- Este está como una puta cabra y me parece que tú no estás mucho mejor que él.
- ¿Puedes decirme qué ponía en el mensaje? - preguntó Daniela mientras se removía ligeramente en el asiento.
- Léelo tú misma - le dijo Luis a la vez que dejaba el móvil encima de la mesa.
Cogió el teléfono y empezó a leer.
- Hola Luis, soy Aurelio. Esto es sólo para que veas que Daniela ha sufrido un cambio radical en los últimos días. Ahora las cosas son bastante distintas a la semana pasada. En un rato estaré ahí con vosotros y más te vale estar calmado y colaborar.
Dejó el móvil de nuevo en la mesa y miró a Daniela.
- Pero ¿qué cojones está pasando aquí? ¿Es que nadie me va a explicar nada? ¿Qué es eso de que has cambiado desde la semana pasada? ¿De qué habla el tontopollas ese?
Las preguntas se le amontonaban a Luis en el cerebro y se atropellan unas a otras en la boca del chaval que no acertaba a entender nada de lo que estaba pasando.
La tensión crecía por momentos. Casi se asustaron cuando sintieron la vibración del nuevo mensaje que llegaba.
Daniela se abalanzó para leerlo.
- Dile a tu novio que te meta el plug en el culo y me envíe una foto.
Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de la chica. Una especie de latigazo que le estremeció por completo. Era imposible soltarle eso a Luis y menos en el estado en que se encontraba en ese momento. Su cabeza estaba convulsionada. Sus pensamientos parecían rebotar dentro sin atreverse a materializarse. Pero una nueva fuerza le invadía por completo. Una especie de energía que anulaba su voluntad y que le empujaba a obedecer.
- Me tienes que meter un plug en el culo y mandarle una foto a Aurelio
Luis se quedó inmóvil. No estaba seguro de haber oído bien la frase y ni siquiera parecía entender todas la palabras.
- ¿Qué te meta qué por el culo? - preguntó acompañando la frase con una mueca, dando a entender que no sabía que era un plug.
- ¿Y qué le mande una foto al tarao ese?
- Que me metas un plug.
- ¿Y qué leches es eso? Además me importa una mierda. Esto no será una broma porque no me está haciendo ni puta gracia.
Cuando vea al imbécil ese le voy a meter pero dos hostias. Y luego el plus ese.
- Plug- le corregió.
- ¡Que me da igual cómo se llame! Y encima dice que va a venir aquí. Pues cuando llegue ya puede estar preparado para recibir porque que va a caer la del pulpo.
Sin dar tiempo a nada más aparecí por la puerta de la cafetería. Me dirigí a la mesa que había reservado y ya desde lejos se adivinaba que el ambiente no era muy acogedor.
- Buenas tardes- dije nada más llegar..
- ¡Buenas tardes tu puta madre! ¿Pero tú de qué vas?
-Buenas tardes, Señor - dijo, Daniela.
Luis dejó de mirarme y volvió la cabeza hacia ella.
- ¿Señor? ¿Pero por qué le llamas así?
- Ya te he avisado de que las cosas han cambiado mucho y más que van a cambiar.- me anticipé a decir antes de que Daniela tuviese que dar ninguna explicación.
- Estáis mal de la cabeza los dos. Un momento- dijo de pronto Luis - ¿No la estarás obligando que haga todo esto, cabronazo?
- ¿Te estoy obligando, Daniela?
- No Señor- contestó.
- Ya lo ves, nadie obliga a nadie, de momento. Más vale que te sientes y que escuches lo que tengo que decirte, majete .- dije, crecido por la actitud de Daniela.
Curiosamente, Luis se sentó y se quedó callado. Expectante ante lo que pudiera decirle.
- El caso es que tengo algo que puede comprometeros mucho y lo que más me preocupa es que Daniela puede verse muy perjudicada por tu culpa. El otro día os seguí hasta tu taller y pude ver cómo abrías la caja fuerte del despacho.
La expresión de Luis pasó de indignada a perpleja.
- ¿De qué coño hablas?
- Sabes de sobra de lo que estoy hablando pero si quieres te refresco la memoria.
Abrí mi móvil y le enseñé un par de fotos en las que se le veía en plena faena.
- ¡ Maldito, cabrón!
- Dijo mientras se le crispaba la cara y apretaba los puños.
- Te aseguro que tengo todo grabado pero te repito que no quiero que salpique a Daniela. He reservado una habitación en el motel que hay aquí al lado. Vamos para allí y hablamos sobre cómo resolver esta situación.
Entramos en la habitación. En el televisor se estaba reproduciendo en bucle el vídeo que yo previamente había dejado preparado.
Luis se sentó en un sillón y no quitaba ojo de la pantalla. Poco a poco se iba hundiendo en el asiento. Estaba claro que le habían pillado con las manos en la masa y que no podía hacer nada sino colaborar para intentar que aquello no saliese de allí.
- ¿Y ahora qué piensas hacer? Me preguntó Luis que, por primera vez desde que le conocí, parecía realmente superado por la situación.
- Lo primero que voy a hacer es darte una lección que deberías haber recibido hace mucho tiempo y tal vez ahora no serías tan chulo y soberbio. Ponte de rodillas y pídeme perdón por lo impertinente que has sido conmigo todo este tiempo.
- ¿De rodillas? ¿Tú estás fatal, chaval?
- Tal vez prefieras dar explicaciones y pedir perdón a la policía y luego al juez.- le dije, recordándole lo precario de su situación.
- Eres un cabrón, un madito bastardo. Te juro que un día te vas a arrepentir de esto. - dijo Luis, tirando de su maltrecho orgullo, a la vez que se ponía de rodillas delante de mí.
- Venga, no te cabrees, jajajaja. Piensa en todo lo que vas a ganar a cambio de este gesto. Vamos, pide perdón, Luisito.
- Per...perdón, Aurelio. Siento haberme portado mal contigo.
- Jajajaja.- reí casi a carcajadas. - Muy bien, muy bien. No te muevas de ahí y, cuando te entren ganas de hacerlo, mira hacia la pantalla y recuerda el motivo por el que te encuentras postrado. De rodillas,- aclaré - para que me entiendas.
Dejando a Luis humillado, volví la cabeza hacia Daniela que estaba de pie en una esquina y no había hecho ni un ruido en todo el tiempo desde que entramos a la habitación.
- Perrita, ven aquí.
Daniela acudió rauda.
- Ponte de rodillas y sácame la polla.
Luis emitió un gruñido que parecía el comienzo de una frase de reproche. Sin dejarle seguir, señalé con mi dedo a la pantalla y eso cortó de raíz su protesta.
Daniela ya había liberado mi polla y esperaba órdenes.
- Bésame los huevos. Pasa la nariz por ellos y lámelos.
Daniela se afanó en obedecer. Su lengua era una pura caricia húmeda. Lamía con suavidad pero buscando en todos los rincones de mi entrepierna. Mi rabo se había puesto absolutamente rígido. Estaba tieso como una barra de carne. Largo, duro, gordo. La situación era morbosa a más no poder. Daniela chupando mis huevos mientras su todavía novio estaba arrodillado a escasos dos metros de nosotros. Luis se mostraba cada vez más derrotado. Había entendido por completo la inferioridad en la que se encontraba y parecía asumir que no le quedaba otra que aguantar.
Daniela subió por mi ingle con su boca y empezó a lamer mi tiesa verga. La ensalivó, la chupó y finalmente la tragó hasta donde pudo. Podía notar su garganta abrazar mi glande. Agarré su cabeza con una mano mientras con la otra hice pinza en su nariz para que no pudiese coger aire. Daniela aguantó hasta cuando ya no pudo más y empezó a dar palmadas en mi pierna para que la dejase respirar pero, en ningún momento, hizo ademán de retirarse por ella misma. Solté su nariz y el aire volvió a entrar a sus pulmones.
- Ahora saca la polla de tu boca pero no la cierres.
Daniela retiró su boca de mi rabo y una gran cantidad de babas salió a la vez. La mayoría cayeron al suelo pero una hilera de ellas mantenía unida su boca a mi nabo. Comencé a restregar mi polla por la cara de Daniela que, con la lubricación de la saliva, se deslizaba con mucha suavidad. Estaba en la gloria, mi triunfo era absoluto.
- Pásame la lengua por el culo.
Daniela se colocó detrás de mí. Subí una pierna a la cama para facilitar su tarea y ella separó mis nalgas para acceder con total comodidad a mi ano. Su lengua se paseaba por la raja de mi culo y accedía a mi agujero con total facilidad. Se centraba en lamer mi ojete con fruicción. Parecía querer sacarle brillo. El placer me inundaba pero no nublaba mi pensamiento.
- Hay una cosa que no me ha gustado nada y por la cual deberás pagar, Luisito. Cuando doy una orden quiero que se cumpla y tú no has obedecido. Ya que no has querido penetrar a tu chica con el plug y mandarme la foto, ahora debes compensarme. No creo que haga falta recordar tu motivación . - le dije, señalando al televisor, donde se seguía reproduciendo el vídeo del robo en el taller.
- Ven, acércate .- Luis anduvo de rodillas hasta quedar a poco más de medio metro de mi polla.
- Te vas a arrepentir, te lo juro .- me decía con casi lágrimas en los ojos.
- Daniela, menéame la polla mientras lames mi culo.
- Así aprenderás a comportarte cuando no estés en posición de ventaja. Mira cómo te ves por tu mala cabeza. Acércate más. Piensa que si vas a la cárcel por el robo esto te va a servir de entrenamiento. Allí seguro que vas a ser la putita de más de uno. Se van a pelear por el musculitos, jajajaja.
Luis se acercó hasta que su cara estaba a pocos centímetros de mi rabo.
- Daniela, dale a tu novio con mi polla en la cara.
Daniela obedeció sin dejar de lamer. Empezó a golpear la cara de Luis con mi polla. Los golpes sonaban pastosos ya que todavía había restos de las babas de la mamada. Luis cerraba los ojos y se notaba que su degradación era completa. Pero aún le faltaba un último paso.
- Chúpame la polla, Luisito.
Luis no podía creer lo que oía. Ni en sus pesadillas más terribles se había visto o imaginado en una situación similar. Lo cierto es que no tenía elección y no le quedó otra que abrir la boca y meter parte de mi polla dentro de ella.
- Chupa, venga, con ganas.
Empezó a succionar entre arcadas, no por lo profundo que había engullido mi rabo sino por el asco que sentía. Entre la imagen de superioridad que veía, la boca de Luis que tragaba mi polla y la lengua de Daniela lamiendo mi culo estaban consiguiendo que me acercara al clímax. Y lo inevitable llegó.
- Saca la polla de la boca y déjala abierta. Daniela, sigue meneando mi rabo.
El placer me invadió y lo solté a chorros de lefa. Cada descarga de semen cruzó la cara del gañán que, a estas alturas, ya no tenía fuerza para quejarse. La boca, el pelo, la frente, la nariz, los ojos, nada quedó libre de mi corrida.
- Qué bien te queda la mascarilla, Luis. Oye, pues está muy bien esto de hacer chistes sobre los demás. Por cierto, mira a esa estantería y sonríe porque he colocado una cámara que seguro que te va a sacar muy favorecido. Ya te pasaré una copia de la película.
Luis rompió a llorar. Debo confesar que me daba un poco de pena pero yo sabía que no iba a utilizar ninguno de los dos videos y que sólo me iban a servir como garantía de que no iba a tomar revancha contra mí. Pero de eso ya se enteraría más tarde y además es otra historia.
FIN